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Poesía: La nostalgia es un perro negro

Por R. Israel Miranda |

LA NOSTALGIA ES UN PERRO NEGRO


I

¿de dónde proviene esa punción
esa molestia
ese cosquilleo desesperante que brota
precisamente
cuando se nos viene abajo un amor tan intenso?

¿dónde habita ese dolor
esa desesperanza de largas madrugadas sin sueño?

si cada célula fue incinerada por sus labios
si cada esquina de nuestro cuerpo
aún conserva rastros de su paso desbocado
¿cómo arrancar esa sensación
si es casi imposible determinar
el punto exacto del cual emana?

ahora las noches están fracturadas
y la nostalgia
es un perro negro
dando vueltas alrededor de la cama
y nuestro aliento intranquilo refleja
el vértigo y la certeza
de lo irrevocable

sabemos el desenlace
(siempre lo hemos sabido)
pero no queremos admitirlo
no queremos aceptar
que lo hemos perdido (casi) todo

que hemos sido lanzados al vacío

II

¿de dónde proviene esa punción que nos derrumba
que nos astilla el corazón
y nos despeña hacia una penumbra
que nunca termina?

en verdad que no lo sé
pero sigo buscando
sigo escarbando
y la nostalgia
es un perro negro
dando vueltas alrededor de mi cama
se mete en mis sueños
se apodera de mis ansias

y no soy más que un niño asustado
esperando lo inevitable

ya no me contengo

me arrojo a una penumbra hosca
inacabable

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'El Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo. 

Poesía: This modern love


Por R. Israel Miranda |

THIS MODERN LOVE 
 
I

Siempre inventabas cosas malévolamente fascinantes,
hacías casi todo para demostrar AMOR
excepto decir te amo.
Estabas convencida de que al verbalizarlo (al amor),
se le delimitaba, se le arruinaba.

–¿Cómo pretendes hablar de algo
que ni siquiera puedes describir?– decías.
–¿Cómo te atreves a pronunciar siquiera
algo que ignoras absolutamente qué es?
Odio a la gente que va por la vida diciendo te amo como si repartiera volantes de centro comercial. Como si al decirlo, sus podridos corazones volvieran a latir con fuerza. Como si al mencionarlo pudieran tenerlo o retenerlo, como si nadie supiera que hace mucho se les escapó y ni cuenta se dieron.
No cariño, el día que yo te diga que TE AMO
sabrás a qué me refiero.

Tenías razón.

II

La lluvia nos sorprendió a tres calles de mi casa,
llevabas un vestido ligero
y yo las mismas botas gastadas de siempre. Corrimos.

Te detuviste a girar bajo un arcoiris,
lucías tan odiosamente encantadora
que tuve ganas de estrellar tu sonrisa contra el suelo.

Esa fue la primera vez que te dije te amo
y lloré y lamenté no haberlo hecho antes.
Secaste con tus manos el agua de mi rostro
y me besaste.

III

Uno piensa constantemente en las primeras veces
(el primer cigarro, la primera novia,
la primera borrachera, el primer toque),
algunas hasta se planean con rigor casi científico
(el primer pretexto para llegar tarde a casa,
el primer acostón).
Es normal.

Pero rara vez uno se detiene a pensar en las últimas veces.
Ejemplo:

IV

Llegamos a casa empapados, te desnudaste.
Yo hice lo mismo.
Cogimos en el suelo,
te subiste en mí.
Yo me congelaba.
Sentía cómo mi cabeza y mi espalda
se restregaban en el piso,
sentía tus uñas rasgándome los hombros.

Escuchaba mi cadera golpeando contra el suelo
cada vez más rápido,
cada vez más profundo,
cada vez más lejos.

–¡TE AMO!– dijiste mientras clavabas tus manos
en mi pecho.

Jamás volvimos a estar juntos.

V

Es más raro (aún) pensar en las primeras veces
que fueron las últimas.



El Autor: Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'El Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía: Las tardes en el centro

LAS TARDES EN EL CENTRO | Por R. Israel Miranda

we live in a beautiful world
oh all that I know
there’s nothing here to run from
‘cos yeah everybody here’s
got somebody to lean on


I

normalmente recorro las calles del centro
solo
o con algún amigo del borde
o con alguna mujer
por cuyos labios brindé toda la tarde
(y se bebió gustosa la mentira
de que algún día mis versos
estarían dedicados a sus besos
y me bebí gustoso la mentira de que
a cambio
su corazón sería mío)

y casi siempre es de madrugada
cuando los muros parecen apenas sostenidos
por las espaldas de los trasnochados
y las calles prometen
todo lo relacionado con la penumbra
y el secreto

entonces
me adentro
y me pierdo en los umbrales
del infierno

II

camino a tu lado por la calle de Madero
me pides que te tome fotos con el Joven Manos de Tijera
que le arrojemos monedas al sombrero del organillero
que le aplaudamos fuerte a los invidentes de la Orquesta de la Luz

son las cuatro de la tarde
el sol colorea las viejas baldosas del centro
y son espléndidas
incluso la gente luce espléndida
me tomas de la mano para que corramos
a comprarnos un globo en forma de corazón

Lisa
vivimos en un mundo hermoso
no hay nada de lo que huir
ahora lo entiendo

III

normalmente recorro estas calles de noche
solo
o con un cómplice
o con un nuevo corazón
y está bien

pero
me gusta más hacerlo por las tardes
contigo

 Los días las tardes y las noches, versos y arrullos (septiembre 2014, poemario). 64 páginas.


Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía:
 
Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'El Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía: Anyone can play guitar

ANYONE CAN PLAY GUITAR | Por Israel Miranda
 
I

Contigo todo fue simple.
Era fácil decidir entre llegar a casa en el colectivo
o comprar una cerveza y volver caminando.
Entrar a los cines por las puertas de emergencia
y gastarnos el dinero (que normalmente era escaso)
en antidepresivos.
Sexo en vez de televisión.

Pasábamos horas sentados en los parques
y la vida era tan profunda como la fuente
en la que hundíamos nuestros tobillos.
Arrojábamos piedras a los cajeros automáticos
y huíamos de la policía
que entonces era una puta lenta y obesa.

(Eso no ha cambiado)

Desfilabas en ropa interior
delante de mi Telecaster,
que no era mía, era de tu papá, pero él ya no la tocaba
y yo la aprovechaba para sacar
las canciones de Radiohead.

Follábamos sobre un Marshall del 74 y pensaba
–¡Si me viera Jim Morrison!
¡SI ME VIERA TU PADRE!–
y estallaba en risas.

Imagino que frecuentemente pensaste que tales arrebatos
eran por la droga. Ahora lo sabes. Entonces.
Pasábamos las tardes desnudos
viendo películas de terror en VHS y fumando hierba,
mientras afuera la Ciudad
ardía y se colapsaba de miseria.

(Eso tampoco ha cambiado)

II

Cuando las cosas empezaron a complicarse
(porque las cosas siempre se complican,
a menudo por estupidez)
simplemente te fuiste.

Te odié. Incluso tuve ganas de buscarte
para ponerte una megamadriza
pues no entendía por qué te largabas
sin decir nada.

Ahora sé que únicamente querías salvarnos.

No pude despedirme de la Telecaster de tu viejo.



El monstruo de arriba de la cama (2008, poemario). Volumen 10 de la Colección DESTOS DEME DOS, 64 páginas. -AGOTADO-

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.



Poesía: Escafandra [y otros artilugios]

ESCAFANDRA [y otros artilugios]-
Por Israel Miranda-


I

Verbalicé mi tristeza, la retorcí, la analicé.
Escarbé en mi ego, en el espejo,
en todo lo que (supuestamente) soy
y lo que en verdad necesito.

Evité hablarte.
Evité también morir de desconsuelo.

Me enfado conmigo.
En verdad quiero salir de esto –pienso–
sentirme menos triste.
Pero no puedo y
estoy tan cansado.

(Disloco la poca cordura que me queda)

¿Qué tan profundo se puede caer?
Supongo que esto, de alguna forma, debe terminar.
Jamás volveré a ser el mismo, lo sabemos.

Maldigo tu buena suerte, después de todo,
no estarás aquí para ver las ruinas,
los vestigios del naufragio.

Cobro (de vez en cuando) cierta fuerza, cierto coraje.
Me engaño pensando que te odio.

Me percato del absurdo y sonrío.

II

Todos abandonen el barco,  mujeres primero –pienso–
Que la banda deje de tocar y se pongan sus chalecos salvavidas.
No hay tiempo para ser heroicos, sólo queda un bote.
Mientras tanto, las ratas pueden tomar por asalto el comedor,
que nada se desperdicie.

Todos abandonen el barco, antes de que el agua les cubra los zapatos,
podrían arruinarse y no llegar íntegros al baile del fin del mundo.

Pongamos en los altavoces una selección de bonitas melodías,
sofoquemos los gritos de auxilio
con alguna canción que nos hable de amor.
No queremos que nuestra conciencia
nos traicione una de estas noches,
cuando el frío es intenso,
y empecemos a odiar a la gente que tenemos al lado
y le destrocemos la cara con una sartén.

No queremos nada que nos recuerde
que sobrevivimos a un accidente desafortunado.
Esas memorias no son buenas mientras empujamos un columpio,
o conducimos a gran velocidad.

Pongamos en los altavoces canciones de amor,
pero del bonito.
No queremos deprimir a los futuros náufragos.
Podrían venirles recuerdos tristísimos.
Se sentarían a babor,
o a estribor
o donde sea
y esperarían a que el mar
resuelva sus penas. No,
queremos que la mayoría sobreviva.

Así que, por favor, todos abandonen el barco,
las colas en los supermercados aún los necesitan
y la televisión todavía transmite lindas golosinas.

Todos abandonen el barco,
aún están a tiempo para llegar a la última función,
y hoy regalan chocolates en la compra de un supercombo.

Abandonen el barco,
pues la felicidad espera desnuda
en una habitación desordenada. Dispuesta,
y suele aburrirse pronto
y largarse con el primer sujeto crediticio.

Abandonen el barco,
de eso depende el sosiego de sus almas,
la tranquilidad de la quincena
y una comida en restaurante Italiano.

Todos abandonen el barco,
pues pronto se llenará de fantasmas mutilados
que comerán y beberán de nuestra tristeza
y nos obligaran a habitar
dentro de una ridícula escafandra.

Abandonen el barco,
pues pronto no habrá más que oscuridad.

Abandonen el barco antes de que empiece a cantarles
mi canción favorita,
lo lamentarán, se los aseguro.

Todos abandonen el barco,
antes de que empiece a recitarles
unos bonitos poemas,
antes de que les cuente la historia más fantástica.

Todos abandonen el barco
y lleven suficientes provisiones.
El camino a casa es largo.

Abandonen el barco,
salten,
naden,
aférrense a un trozo de madera
o a un recuerdo tibio.

Abandonen el barco,
mujeres (principalmente mujeres) primero,
aquí sólo hay instrumentos de tortura unitalla,
así que más vale apresurarse.

Todos abandonen el barco,
que el semen de los ahogados
no fecunda más que nonatos.

Todos abandonen el barco,
salvo aquellos que crean que todo está perdido.

(Repaso lo que escribo.
Algún día reiré a solas)

III

Sé algunas cosas,
como que no soy (tan) mal tipo,
no soy tan aburrido, ni tan estúpido.
Sé (también) que mi casa necesita (ya) una limpieza.
Ordenar mi habitación.
Sé, por ejemplo,
una infinita cantidad de cosas inútiles
(nombres de actores, datos absurdos,
letras de canciones románticas)
Sé que pronto será tiempo de inscribirse
a algún curso sabatino,
o al gimnasio,
o a reducir el peso.

Sé que pronto será menester reunirse con algunos amigos
para que me recuerden que, en algún tiempo,
el sol salía más seguido.

Lo que no sé es qué hacer contigo, con tu recuerdo.
No sé qué hacer cada día a las once de la noche
(al terminar el noticiero).
No sé qué hacer para que nadie
me pregunte por tí y desate mi tristeza.
(Pensé en colgarme un letrero de
Favor de NO preguntar por Claudia,
pero creo que no daría resultado)

A pesar de lo que parezca,
del desvelo,
de la abulia,
estoy más tranquilo.

(Lo que sí sé es que ya son las tres de la mañana y debo,
como todas las noches, librar una batalla contra el insomnio)

Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 48 páginas. -AGOTADO-

Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 
48 páginas. -AGOTADO-

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía: A letter to Elise


A LETTER TO ELISE-
Por Israel Miranda-


I

¿Recuerdas el Wish, los trapos oscuros,
las botas pesadas
y el nido de cuervo en mi cabeza?

Todas las tardes
esperábamos sentados en las escaleras
a que algo grande nos sucediera
y nunca pasaba nada,
sólo la vida.

Y nunca teníamos dinero,
pero eso no nos inquietaba
pues teníamos los libros
y los discos
y las cervezas
y los antidepresivos
que encontramos en el abrigo favorito de tu madre
una de esas tardes en que jugábamos a ser
estrellas de rock.

(Tú eras Nina Hagen,
yo desde luego, Robert James Smith)

Nunca teníamos dinero,
pero teníamos calles
y conversaciones interminables.
Teníamos tiempo
y una maliciosa inconstancia
para eso de las clases y los horarios.
Teníamos un stereo nuevo
y todos los discos de The Cure.

Nunca teníamos dinero,
pero de alguna forma siempre te las arreglabas
para conseguir tequila y naranjada
que solíamos beber en los puentes,
mientras abajo el tráfico
nos hablaba de un mundo
profundamente fastidioso
y despreciable.

II

Íbamos a conciertos
(que en esos tiempos eran pocos)
con el dinero que le estafábamos
a nuestros amigos.
Así, vimos a Depeche
con los fondos obtenidos
por una guitarra que vendimos tres veces,
y que ni teníamos,
y a Tears for fears
con lo adquirido de botear
(según nosotros)
en respaldo al CEU.
-Apoya la huelga compañero,
estamos luchando por tus derechos-
les decíamos ceremoniosamente.

En esa ocasión nos alcanzó hasta para las cervezas.

III

Estoy (casi) seguro de que recuerdas el Wish,
lo robamos de una tienda de discos
que estaba en el Centro.
Corrimos como si en ello se nos fuera la vida
y cuando nos sentimos a salvo
no paramos de reír.
Lo dejamos sobre la mesita
y lo contemplamos durante una hora
antes de siquiera abrirlo.

Sonó el primer acorde de Smith,
y luego un clásico fraseo
en el bajo de Simon Gallup
y todos nuestros demonios
se desataron.

Afirmábamos que The Cure
nos hablaba a nosotros ¿recuerdas?
Lloramos inconsolablemente con Apart
(aún me sigue sucediendo),
después bailamos hasta rompernos,
sin darle importancia a cosas como los pies.

Y simplemente sucedió.
No pudimos evitarlo.
Lo arruinamos todo con saliva y sudor y jadeos.
Se acabaron las sonrisas,
las estafas,
hasta las conversaciones largas
y las tardes sentados en las escaleras de la escuela.

A cambio vinieron horas y días enteros
de sexo enardecido,
de cicatrices,
de celos.

Pronto ya no quedó nada de nosotros,
sólo la promesa de asistir juntos
a un concierto de The Cure
(siempre The Cure),
aunque esto significara
atravesar el mismo infierno.

No volví a saber nada más de ti.

IV

Te vi en el concierto,
ibas con un oficinista.
Yo iba con el mejor de mis amigos.
Ya no eras Nina Hagen
y hace mucho que el cuervo en mi cabeza
emprendió el vuelo.

Al verme me saludaste con ese gesto de
“sabía que estaríamos aquí”.
Te perdiste entre la gente.

Cuando la banda hizo sonar
los primeros compases de Open
comencé a bailar,
seguramente tú hiciste lo mismo.
Es algo que no podemos evitar.

Mi amigo bailaba y lloraba emocionado.
(Ahora estoy seguro de que recuerdas el Wish)

Nunca supimos a dónde fue
todo lo que alguna vez deseamos.

(A veces extraño al tipo que era
cuando estábamos juntos)
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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.





Poesía: XI [Necesitas terapia]

XI [Necesitas terapia]-
Por Israel Miranda-

Vemos televisión y entiendo que te amo.
Entiendes que te amo
y recargas tu calor en mi regazo. Te quedas dormida
y un ruido callado de agua es tu sueño.

¿Cómo perpetuar ese instante de paz y esplendor infinito?
Muchas veces me he sorprendido
estrechando la almohada. Acechando.
Sería tan fácil darnos un remanso.

(Jamás entenderás que tu verdadera belleza
descansa en el accidente afortunado de tu silencio)

Abres los ojos y me descubres con la almohada entre las manos.
Adviertes  mi intención. Bostezas.
–Necesitas terapia– dices mientras te diriges al baño.

Aprieto los dientes tratando de ahogar
esta emoción que me vence,
pero soy un río desbocado.
Construyo diques que pronto son insuficientes
y me anego más de lo que quiero.

(Siempre he tenido una extraña facilidad
para arruinarlo todo)

Respiro profundo,
al principio funciona.
Respiro y resuenas en mis rincones.

Mi cabeza es un laberinto.

(Odio esta maldita manía de escribirte
cuando todo se me cae)



Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 48 páginas. -AGOTADO- 

Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 
48 páginas. -AGOTADO-

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía: IX [Avioncitos de unicel]


IX [Avioncitos de unicel]-
Por Israel Miranda-

Era una mañana hermosa.
Llevabas puesta la sonrisa de las grandes ocasiones.
Yo me sentía (sospechosamente) bien.

Y era un día de esos raros
en que la Fatalidad que (normalmente) radica en (todas) las cosas
decide darte una tregua.

(Un amigo comentó alguna vez
que él tenía claro que la vida era algo más
que este maldito infortunio
y su continuo desencanto.
Que el amor no tenía por qué desvanecerse tan rápido,
para luego convertirse en lágrimas
y sangre
y estupidez.
Confiaba plenamente en que
“los buenos tiempos” existían,
sólo que a él aún no le habían tocado.
A mí tampoco.
Y de haber sucedido no lo habría notado.)

Escuchábamos música y bebíamos cerveza en el Puerto.
El sol inflamaba mis terribles ganas de amarte.

Compraste un alhajero y un llavero de conchitas.
Yo compré un avioncito de unicel.
Nos tomaban una polaroid (de a $25.°°)
cuando el aire descompuso tu cabello
y mi avioncito emprendió un vuelo prematuro, silencioso,
para luego hundirse en las sucias aguas del Golfo.

Mientras, el sol
incendiaba los cascos de los barcos
en el malecón.




Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 48 páginas. -AGOTADO- 

Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 
48 páginas. -AGOTADO-

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía: En busca de un buen trago





I

¿quieres escribir?
sal a la calle y que te pase algo
bebe
arma un gran alboroto
enamórate en cada estación
provoca más peleas de las que puedas librar
increpa a la autoridad
activa las alarmas contra incendios
y corre
corre
corre

entonces
respira profundo
y vuelve a beber
olvida pagar los tragos
olvida si estás solo o no
si tienes el cuerpo deshecho
o el alma en vilo
no importa
anda a devorarte la ciudad
la vida

una vez al borde
salta

regresa entonces a la pluma
y al papel y arrójalos lejos
las letras ya llegarán
o tal vez no
no importa
escribir es un mero accidente
vivir no

y de lo que se trata
es de vivir
descarada y displicentemente
hasta agotar las botellas
las historias
las mujeres
transitar por calles
callejones
cantinas
corazones
en busca de un buen trago
de un buen verso

II

no se trata de escribir ebrio
no escribes ebrio
con unas cuantas copas sí
puede que hasta con un toque
o dos
pero borracho perdido no
simplemente no se puede
follar sí
es mecánico
alcoholizado podrías follarte
hasta un neumático
pero no escribir

escribir no 

ser borracho no te hace más listo
ni más atractivo
ni más divertido
ni más valiente
ni más elocuente
no te hace escritor

ser borracho sólo te hace
más borracho

III

escribir es una carrera de resistencia
una pelea demasiado larga
como para tomársela en serio

¿quieres escribir?
le preguntas al tipo equivocado
pero
podrías empezar
por no hacerme caso
a fin de cuentas
sólo soy un ebrio endemoniado
que en ocasiones
en busca de un buen trago
se encuentra con un buen verso
el cual
la mayoría de las veces
lamentablemente
olvida



Porno para perdedores y otros sucios hábitos (2011, poemario). Volumen 27 de la Colección DESTOS DEME DOS, 96 páginas. -AGOTADO-
Porno para perdedores y otros sucios hábitos (2011, poemario). Volumen 27 de la Colección DESTOS DEME DOS, 96 páginas. -AGOTADO-

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía:VIII [Adiós al Paraíso]

 
VIII [Adiós al Paraíso]-



Estaba con un amigo escuchando el Bends.
Fumábamos hierba y bebíamos cerveza
tumbados sobre unos almohadones que había en el suelo.
En ese tiempo (cuando las tardes eran largas e interesantes)
no tenía muebles.

-Creo que pronto diremos adiós al paraíso- le dije.
-¿Y eso?
-Estuve con ella el fin de semana. Decidimos quedarnos aquí. Subí la tele de mi hermano. Pedí a mi abuela su video y vimos películas toda la tarde. Comimos chatarra, pollo frito hormonado, refresco de cola, malteada de fresa, pastelillos de limón. El fin de semana perfecto según Ella.
-Pues, suena bien.
-¿No lo entiendes? Le gustó, y eso únicamente significa una cosa: Entrar al Juego.

Ahora necesito una tele, muy buena,
de otra forma no vale la pena la inversión.
Comprar un DVD.
Pero lo que más veremos son películas, entonces un Home Theater.
No puedo poner todo eso en el suelo. Necesito un mueble.
Un sofá para ver las películas recostados.
Una mesa de centro para subir los pies
y poner las pizzas durante la proyección.
Un mueble para mi (preciado) equipo de sonido
y mis discos. No pueden seguir en el piso.
Modificaciones a la casa para no asfixiarme.
Una lámpara en la esquina, y algo donde ponerla.

Será más cómodo y Ella se quedará más tiempo.
Necesitaré otro juego de sábanas. Un colchón.
Un espejo grande.
Un mueble para sus cosas de verse bonita.
Otro para su ropa.
La tapa del escusado.
Artículos para baño. Una tina.
Microondas. Refri.
Una mesa y sillas.

Empezaremos a engordar.
Entonces una caminadora, bicicleta fija,
productos para bajar de peso.

Gastaremos menos en condones y más en postres.
Y mi vida será absolutamente miserable. Vacía.
Y trataré de llenarla con cosas.
Un auto. Membresías.
Supermercados.
Una cámara de video para los grandes momentos
(que cada vez serán menos).
Tarjetas de crédito.
Y no será bastante.

Entonces me drogaré y me emborracharé por desesperación
y las tardes no serán tan hermosas.
Me convertiré en lo que siempre he odiado.
Ella se irá con alguien que sea como yo
antes de toda esta estupidez.

-¿Cuándo compras la tele?

-Mañana.


Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 48 páginas. -AGOTADO- 

Polaroids (2006, poemario). Volumen 2 de la Colección DESTOS DEME DOS, 
48 páginas. -AGOTADO-

*******
Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Poesía: Rockstar

Por Israel Miranda-



Llevaba casi dos años desperdiciando la vida,
defraudando a la gente que me rodeaba.
Pasaba las mañanas durmiendo,
viendo pornografía,
esperando a que mi chica llegara de la escuela
para follármela igual que en las pelis.
Por las tardes aullaba rock,
leía, dormía otro poco
hasta que llegaba la chica de un amigo
y también me la follaba. Benditos tiempos.

En casa se enfadaron así que tenía pocas opciones, trabajar o tocar rock. Nunca fui buen músico, pero tampoco estaba dispuesto a trabajar y mucho menos a seguir órdenes de cualquier pendejo. Entonces, entré a una banda. (Sin embargo, poco después igual tuve que empezar a trabajar y seguir órdenes, efectivamente, de un pendejo.)

Pasamos semanas ensayando, drogándonos,
armando canciones, drogándonos,
buscando el nombre adecuado para la banda,
DROGÁNDONOS,
la vestimenta adecuada, alcoholizándonos.
El corte perfecto. De hecho
pasábamos más tiempo frente al espejo
y drogándonos
que sobre los instrumentos.

El Gran Día llegó.
Nos invitaron a tocar en un antrucho
al oriente de la ciudad. Esperamos
nuestro turno drogándonos
pacientemente. Las bandas eran infames.
Subimos al escenario, no sin antes revisar
que nuestros peinados siguieran en su lugar.
Al guitarrista le cayó sudor y delineador en los ojos
y comenzó a lagrimear. Cuando volteé a verlo
parecía mesera del Dos Naciones.

Empezamos a tocar.

A media canción flashes y gritos
llegaban hasta el escenario. El vocalista,
entendiendo que era su momento,
comenzó a cantar realmente inspirado,
absorto. Se acercó una cámara de video
y empezó a moverse frente a ella,
seductor, como un verdadero rockstar.
De pronto se encendieron las luces
-¡POLICÍA JUDICIAL! ¡Operativo cabrones!
¡Y usté pinche puto, déjese de mamadas
y bájese de ahí!-
El vocal estaba desconcertado,
como perro cuando le echan agua fría
a media cogida.

Contra la pared,
vampiros de todos tamaños y espesores eran cateados,
a otros les arruinaban el peinado a jalones
rumbo a las patrullas.
Al día siguiente las fotos salieron
en la prensa sensacionalista
y el video en un noticiero conducido
por unos gemelos subnormales.

Jamás estuvimos tan cerca de la fama.



Muro de silencio (2010, poemario). Volumen 20 de la Colección DESTOS DEME DOS, 64 páginas. -AGOTADO- 
Muro de silencio (2010, poemario). Volumen 20 de la Colección DESTOS DEME DOS, 64 páginas. -AGOTADO-


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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.



Poesía: Tenemos las Cervezas

Por Israel Miranda-

I

en casa nunca había nadie
el televisor estaba siempre descompuesto
el refri sólo congelaba una cajetilla de marlboro
las cervezas de mi tío
y mis ganas de seguir siendo niño

me sentía asfixiado
estacionado
atrapado en una película de stanley kubrick
siempre con el estómago arruinado
de hambre y náuseas

un día fuiste a casa a resolver la tarea del colegio
a pesar de mis negativas
apenas entraste y te abalanzaste sobre los acetatos
tienes a morrison decías emocionada
y a dylan
tienes a lou reed no puedo creerlo
hey babe take a walk on the wild side

vaciaste tu mochila en el piso
¿y siempre estás solo?

qué suerte tienes
en casa somos demasiados
tengo muchos hermanos ¿sabes?
los odio
¿tienes algo de comer?
no
abriste el refri
no importa
tenemos cervezas
dijiste sonriendo
tomaste un cigarro
y lo prendiste en el piloto de la estufa
(que por suerte
era lo único que no estaba dañado
en ese lugar)

en medio del humo
y la botella de cerveza
tus ojos de tabaco preguntaron
¿en serio quieres hacer tarea?

hey sugar take a walk on the wild side 

II

fumamos
bebimos
nos besamos todo lo que pudimos
nos tocamos todo lo que pudimos
me dejaste acariciar tu sexo
hasta que tuviste un orgasmo
hermoso y prolongado
acariciaste mi sexo
lo lamiste hasta que tuve un orgasmo
hermoso y prolongado

nos abrazamos cariñosamente
ya no volví a sentirme estacionado
ni atrapado
en mucho tiempo

eres muy lindo ¿sabes?
me encanta hacerlo contigo
no eres como mis hermanos
son unos cerdos unos animales
los odio
no me sueltes
por favor
no me sueltes

hey babe take a walk on the wild side 

III

un día no volviste al salón de clases
y lou reed y yo tuvimos que aprender
a beber y fumar sin tus ojos de tabaco
sin tu aliento de cerveza
pero conservamos la promesa
de no volver a sentirnos asfixiados
ni atrapados

conservamos la promesa
de no soltarte
en mucho tiempo

and the coloured girls go
doo dodoo


Porno para perdedores y otros sucios hábitos (2011, poemario). Volumen 27 de la Colección DESTOS DEME DOS, 96 páginas. -AGOTADO- 
Porno para perdedores y otros sucios hábitos (2011, poemario). Volumen 27 de la Colección DESTOS DEME DOS, 96 páginas. -AGOTADO-



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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'el Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

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