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El 'live action' perfecto sí existe: bienvenidos al universo de One Piece



Samanta Galán Villa |


Kaizoku ou ni ore wa naru!, es una de las frases más reconocidas en el mundo del anime y el manga, que en español significa Yo me convertiré en el futuro Rey de los Piratas.

One Piece ve la luz en junio de 1997 dentro de la Weekly Shōnen Jump, escrito por el gran mangaka Eiichiro Oda. Dos años después, en 1999, sale el primer capítulo del anime, realizado por Toei Animation.

El pasado 31 de agosto, One Piece entró por la puerta grande en el mundo de los live action. Producida por Tomorrow Studios y Shūeisha para la plataforma Netflix, One Piece se ha colocado como la serie más vista en ochenta y cuatro países, rompiendo el récord impuesto por Merlina y Stranger Things.

Sin duda siempre es una moneda al aire cuando de live action se trata. Adaptaciones, cambios de personajes, de tramas y de arcos. Mucho se habló del fracaso que podía significar este proyecto, tal como fue la suerte de Cowboy Bebop o en su momento Avatar: the last airbender. Sin embargo, One Piece ha dejado un buen sabor de boca en propios y extraños.

Si ya eres conocedor del manga/anime, sabrás que el protagonista, Monkey D. Luffy, es un chico despreocupado, alegre, un poco bobo y siempre hambriento de carne que sueña en convertirse en el próximo Rey de los Piratas. En su travesía va reclutando a su tripulación, conocida como Los sombreros de paja (Mugiwara no ichimi). A la par se va haciendo de enemigos, tanto piratas como de oficiales de la Marina. Sin embargo, Luffy nunca titubea en realizar dicho sueño, llevando en esta convicción, a su vez, los sueños de sus nakamas.

One Piece es un manga que tiene más de veintiséis años dentro del mercado y ha logrado conseguir una audiencia fiel, entregada y exigente. Era de esperarse que una temporada de ocho capítulos, cada uno de cuarenta y tantos minutos, tuviera algunos cambios y tomara lo esencial desde el arco Romance Dawn hasta Parque Arlong.

La audiencia recibió muy bien el proyecto, dejando en claro que detrás de esta adaptación está la vista minuciosa de Eiichiro Oda. Gran parte de esta aceptación se debe a que ninguno de los cambios significó un revés dentro de la lógica de la historia. De hecho, el live action de One Piece parece estar más apegado al manga que al anime, mostrando escenas crudas que en algún momento se llegaron a censurar por parte de Toei.


El reparto de actores parece que fue hecho con lupa. Cada uno realiza de una manera sublime, entregada y única su papel, dejando ver la esencia de los personajes. Algo que también vale la pena apreciarse, es la diversidad de nacionalidades y acentos sin introducciones forzadas.

Entre las actuaciones más destacadas está la de Iñaki Godoy, como Luffy. Jeff Ward con la épica interpretación de Buggy El Payaso y Vincent Regan como Monkey D. Garp.


Cada actor parece haber nacido para interpretar el papel. Tanto aliados como antagonistas abrazaron la esencia de los personajes del manga para entregarnos una serie pulida, sin perder el sabor original.

El presupuesto para cada capítulo está estimado en 18 millones de dólares, superando a la aclamada serie Juego de Tronos, algo que se ve reflejado minuto a minuto.

Sin duda cada detalle de los escenarios, de los maquillajes, la banda sonora y los efectos audiovisuales han valido la pena, ya que en las plataformas oficiales de la serie, los usuarios han manifestado sentirse agradecidos y satisfechos con el estupendo trabajo de todo el equipo detrás de One Piece.

Esperemos que pronto pueda salir la segunda temporada, que de seguir el orden natural, iniciaría en el arco Arabasta.

Una suerte que el mal nombre de los live action se levante con esta monumental entrega, un live action que quedará registrado como uno de los mejores de la historia.

División Palermo: la irreverencia de lo “políticamente correcto”


Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |



Tiene ya un par de semanas que he estado dándole vueltas a qué serie reseñar y recomendarles en este espacio; mi mente divagaba entre un par que vi a finales de 2022: la controversial “Smiley” (y controversial por ser todo menos controversial), o “Guía Astrológica Para Corazones Rotos” (una serie italiana fenomenal de esas que ves con una sonrisita cursi en la cara) y pues… realmente no sé por qué no me convencía escribir acerca de una u otra. Mi ansiedad estaba escalando cada vez más porque no me gusta dejar pasar tanto tiempo sin escribir acá en Sputnik, hasta que hace un par de días (y por azares del destino), me apareció como sugerencia en Netflix “División Palermo” y, como siempre he tenido una conexión bien chula con Argentina (gracias Elo, gracias Hugo) vi el tráiler y sin dudarlo, comencé a ver el primer capítulo sin esperarme los tremendos cagones de risa que me iba a provocar tan solo ese primer episodio. Así que, vayamos por partes. 

“División Palermo” se estrenó el pasado 17 de febrero en Netflix y rápidamente, ha escalado al Top 10 de series más vistas en Sudamérica. Ocho capítulos irreverentes, de aproximadamente media hora cada uno, perfectamente escritos y bien desarrollados. La serie es creada, codirigida, coescrita y protagonizada por Santiago Korovsky, un compi neurótico millennial (digo compi porque ya estuve leyendo su biografía y también es de esos desafortunados individuos que decidieron estudiar Comunicación) con un peculiar sentido del humor y que me parece sabe con exactitud quirúrgica lo que funciona actualmente en pantalla y lo que las nuevas audiencias realmente buscamos para entretenernos y maratonear a gusto sin sentir que se nos va la vida en ello.

La serie trata acerca de un grupo de personas (civiles) que, de manera muy inusual e incluso forzada, se enlistan en la Guardia Urbana argentina denominada ante todo “inclusiva” y cuyo objetivo, es brindar un servicio a la comunidad ayudándolos en su día a día y así, mejorar la convivencia ciudadana. La ministra de seguridad de Buenos Aires, con el fin de proyectar una imagen más humana e incluyente del municipio y al mismo tiempo, una narrativa políticamente correcta, insiste en que la Guardia Urbana esté conformada por elementos que formen parte de minorías que usualmente experimentan los vaivenes de sus respectivas condiciones. Y a pesar de que dicha Guardia Urbana fue creada precisamente para solventar esta idea de inclusión y diversidad, lo cierto es que solamente revela la discriminación que habita en muchas personas y que siempre queda falsamente aplacada por ese discurso políticamente correcto. La serie insta a la audiencia a reflexionar (a través de cientos de chistes incómodos) si esta mezcla de falsa compasión y diversidad no es más que una dupla engañosa y riesgosa.


La apuesta total en “División Palermo” es por un humor increíblemente ácido, que no se anda con rodeos al momento de mostrar lo que viven cotidianamente estas minorías, sin faltarles el respeto y en ocasiones, rebasando los límites de lo que uno consideraría como correcto o no. “[…] nosotres nos reímos con ustedes y no los demás se ríen de nosotres”, explica Valeria Licciardi, actriz que interpreta a Vivianne Figueroa, la única mujer trans del grupo (y mujer trans en la vida real). Es una de las tantas cosas que me fascinan de la serie, el que no se victimiza a nadie al crear personajes reales y complejos sin este cliché absurdo que tenemos de las personas con discapacidad. Hay, además, un timming P E R F E C T O para cada chiste, para cada línea, para cada toque de comedia física, mezclados con momentos inesperados y plot twists violentos que hacen que veintitantos minutos se vayan rapidísimo y queramos ver más y más. El elenco, muy bien casteado, es una chulada.

He de confesar que en muchos momentos de la serie, me estaba riendo a carcajadas (de esas escandalosas horrorosas) y dentro de mí había una pequeña vocecita que me cuestionaba si estaba bien reírme de lo que acaba de ver o no. Y me parece una genialidad que eso provoque una simple comedia como “División Palermo”, que te empuje a lo incómodo y te cuestione qué tanto de esas narrativas reproduces nada más porque sí o qué tan ¿discriminatorio, discriminativo? eres para las cosas más sencillas.

Leí una reseña por ahí que hablaba acerca de que hoy en día ese tipo de humor y de chistes “pueden verse sometidos a una cultura de cancelación, pero que acá forman parte de una reconciliación con sentimientos más verosímiles” y, por lo tanto, la serie da mucho de qué hablar.

Quiero creer que quienes somos fans de “Brooklyn Nine-Nine” (otra serie policiaca de comedia) disfrutaremos aún más de “División Palermo” porque además hay —según yo— un “nod” a la serie. Por favor, véanla, cáguense de risa, disfruten el soundtrack (que además está súper cool) y pidamos… no, no pidamos, EXIJAMOS una segunda temporada al ya incómodo tío Netflix.


 


"Ruido", la interferencia de las emociones



Cinetiketas | Jaime López |


El zumbido de la ineficiente burocracia lascera su oído, cerebro y alma. Es una de las primeras interferencias que se encuentra durante la búsqueda de su hija "Gertrudis", la cual, sin duda aumenta su desasosiego.

Es "Julia", el personaje protagónico de la más reciente película de Natalia Beristáin, "Ruido", que refleja el pesar de las miles de progenitoras mexicanas, cuyos familiares han sido víctimas de desaparición forzada.

Con una conmovedora interpretación por parte de Julieta Egurrola, la obra en cuestión recorre varios de los sentimientos que viven las mamás buscadoras durante su periplo.

Es así como la "Julia" de "Ruido" pasa del coma emocional a la ira y de la ira a la desesperación, no sin antes haber realizado una parada temporal en la sororidad y en la indignación.

"Su pinche protocolo es el que nos trajo aquí", reclama de manera enérgica la protagonista en una secuencia del filme, luego de que los servidores públicos encargados del caso de su hija han cometido un error con el expediente de la misma.

El enojo de "Julia" no se detiene ahí. Crece cada vez más hasta hartarse de la inusual compasión que le tiene su esposo, con quien al parecer ya no vive bajo el mismo techo:

"Me encabrona que sea tan amable", expresa con rabia y exasperación en una reunión de mamás buscadoras. Lo anterior es apenas una pincelada de la manera en que la realizadora va construyendo su radiografía acerca de uno de los terrores más actuales de la sociedad nacional.

Un monstruo de mil cabezas que no solo implica la pérdida de la tranquilidad de las familias de las víctimas, sino también el saber sortear la insensibilidad de las autoridades y el acecho del crimen organizado.



Teniendo la ayuda en el guion de Diego Enrique Osorno y Alo Valenzuela Escobedo, Beristáin logra generar una empatía inigualable hacia su "Julia", algo que se agradece enormemente, porque muchas veces la problemática retratada suele ser ignorada por los connacionales.

Sin ser aleccionadora o didáctica, el "Ruido" de la cineasta es una muestra clara de cómo el séptimo arte puede ser una oportuna herramienta de denuncia, que visibiliza con coherencia y profundidad una de las más crecientes pandemias en México.

Sumado a ello, Beristáin recoge con gran acierto parte de los conceptos o neologismos que se han ido incorporando en la población como consecuencia de la desaparición forzada, por ejemplo, "acuerpar", "hijes" o "revictimizar".

Aunque en su recta final, la historia alcanza un tono más melodramático, que no da tregua a falsas esperanzas, "Ruido" es una pieza imperdible de conocer, de difundir boca en boca, para que quienes todavía son ajenos al problema de las desapariciones entiendan un poco mejor las sensaciones y protestas que provoca ese fenómeno.

Cabe agregar que la cinta también es dueña de una gran coactuación por parte de Teresa Ruiz y, además, tiene apariciones especiales muy dignas como las de Nicolasa Ortiz Monasterio y Mónica del Carmen.

A diferencia de "La civil", cuya premisa también se centra en una mamá buscadora, en "Ruido" la ficción no es evidente e incluso recurre al apoyo de una agrupación civil que se ha especializado en la búsqueda de personas.

Eso, junto con las convicciones de Beristáin por seguir reflejando los dolores y esperanzas de las mujeres que han trastocado su vida (abuelas, escritoras famosas o madres coraje), convierten al filme mencionado en una de las propuestas indispensables de este año.


"A plena luz: El caso Narvarte", cine contra la desmemoria y la impunidad



Cinetiketas | Jaime López |


A finales del año pasado, Alberto Arnaut estrenó su nuevo largometraje titulado "A plena luz: El caso Narvarte", que continúa con su interés por sacar a la luz crímenes que las autoridades mexicanas han tratado de mandar al olvido, porque evidencian su negligencia y corrupción.

La propuesta en cuestión también muestra nuevamente el nivel de impunidad que sigue presente en la sociedad nacional.

Cuatro años después de desenmarañar el asesinato de Javier y Jorge, estudiantes del Tecnológico de Monterrey que fueron ultimados por elementos del ejército mexicano, el cineasta ahora se adentra en el multihomicidio de la colonia Narvarte, en donde fueron ejecutadas cinco personas, entre ellas, la activista Nadia Vera y el fotoperiodista Rubén Espinosa.

El ilícito en cuestión tuvo lugar el 31 de julio de 2015, entre las 14 y 15 horas, es decir, en un lapso del día en el cual se supondría habría mayor vigilancia policiaca y seguridad para la ciudadanía.

Contada como un reportaje a profundidad, con un gran rigor periodístico, "A plena luz: El caso Narvarte" tiene como una de sus primeras virtudes humanizar a cada una de las víctimas.

Lo anterior significa que evita citarlas solamente como cifras, como otros daños sin rostro de la delincuencia que impera en el territorio mexicano, actitud que regularmente no se ve en las noticias exprés que abundan en el país.

En ese sentido, para Arnaut es imprescindible platicar con los familiares de Mile Virginia Martín, Yesenia Quiroz y Olivia Alejandra Negrete, a fin de ahondar en las personalidades y sueños de quienes, al parecer, únicamente se encontraban en el lugar equivocado.



Ello contribuye a contrarrestar la imagen negativa y omisa que las autoridades encargadas del caso quisieron difundir en su momento respecto a ellas, en una era donde la capital del país era comandada por Miguel Ángel Mancera y el estado de Veracruz, por Javier Duarte. Este último acusado por algunas voces de orquestar el multihomicidio en comento, debido a que en su gestión recibió enérgicas críticas por parte del ya referido Rubén Espinosa.

Aunque en la realidad nunca pudo comprobarse la relación de Duarte con el asesinato registrado en la colonia Narvarte, el documental de Arnaut sugiere que uno de sus exfuncionarios fue la mente siniestra del incidente: Arturo Bermúdez Zurita alias "el capitán tormenta".

Cabe resaltar que el realizador recurre a testimonios de abogados y especialistas para sustentar su discurso, el cual tiene como uno de sus principales objetivos combatir la desmemoria y la falta de justicia.

Como un plus, Arnaut no necesita manipular su relato para mostrar el cinismo de la clase política nacional, ya que basta con las declaraciones vertidas por uno de sus entrevistados, Javier Duarte, para que la audiencia emita sus propias conclusiones al respecto.

Producido por el prestigiado periodista Diego Enrique Osorno, "A plena luz El caso Narvarte" es una pieza necesaria de ver en una época donde pululan las notas amarillistas, sin contenido social y carentes de profesionalismo.


"Dale gas", adrenalina y traiciones al límite



Cinetiketas | Por Jaime López


En las últimas semanas, la popular plataforma de streaming de la n mayúscula roja estrenó la serie de acción "Dale gas", que retrata la historia de dos jóvenes mecánicos y la abuela de uno de ellos, los cuales deben de huir de su lugar de residencia al verse involucrados en el homicidio accidental de un corredor de autos, que es hijo de un poderoso mafioso de Monterrey.

Contada muy al estilo de la saga fílmica "Rápidos y Furiosos", debido a que abundan los cortes frenéticos de edición, la música urbana de moda y las escenas de carreras clandestinas, la producción en cuestión sirve para posicionar a las nuevas promesas de la industria audiovisual mexicana, entre ellas, el ganador del premio Ariel, Benny Emmanuel ("Chicuarotes"), y la prestigiada cantante-actriz-youtuber, Renata Vaca ("Clases de historia").

Asimismo, la audiencia podrá descubrir a talentos emergentes como los de Andrés Delgado ("Cosas imposibles") y Tania Niebla ("La casa de las flores"), que cada vez están teniendo mayor presencia en los seriados nacionales.

Aunque "Dale gas" tiene como principal finalidad brindar altas dosis de adrenalina a los espectadores, su argumento también ofrece interesantes apuntes sociales, porque cuestiona el sistema de clases y el fanatismo religioso.

Sumado a lo anterior, uno de los elementos temáticos más destacados de la serie es el referente al conflicto familiar que padecen los protagonistas, porque abarca traumas del pasado, así como envidias o traiciones entre personas que tienen la misma sangre.

Eso último recuerda, en mayor o menor medida, la pluma de William Shakespeare, quien indagaba o profundizaba en las dinámicas y claroscuros filiales.

Otro elemento a resaltar son las oportunas interpretaciones de Sylvina Pasquel ("El diablo entre las piernas"), Silverio Palacios ("Matando cabos") y Gerardo Taracena ("El violín"), quienes, sin lugar a dudas, aportan un alto nivel de credibilidad y profesionalismo a cada capítulo.

Además, los histriones en cuestión dan vida a seres apegados a la realidad, que no son totalmente buenos o malos, sino que buscan sobrevivir conforme sus creencias y circunstancias personales.

Pasando al lugar en donde se desarrollan los eventos principales de la historia, la colonia Buenos Aires en la Ciudad de México, se corre el riesgo de que la audiencia estereotipe a los residentes o vecinos de dicha demarcación debido a que se les muestra como seres marginados con pocas opciones para salir adelante.

Finalmente, la dirección de escena es irregular en los episodios comandados por Alejandro Fernández y Edgar Nito, pero tiene mayor solidez cuando se pone al frente del proyecto Ernesto Contreras, quien sabe sacarle el mejor provecho a todo su elenco.

"El comediante", de aceptar nuestros fracasos a dejarnos abducir por la luz


Cinetiketas | Por Jaime López |

@JaimeComunidad3


"Estás lleno de miedos, de oscuridad y todavía quieres encerrarte más, tienes que dejar que la luz fluya" es una de las frases que le expresan al protagonista de "El comediante", cinta estrenada a mediados de enero en la plataforma de streaming más famosa del mundo, la de la N roja.

 

Las palabras en cuestión adquieren un peso enorme a lo largo de la historia escrita por Alo Valenzuela Escobedo y Gabriel Nuncio, porque son el reflejo del estado emocional en el que se encuentra el personaje central, un standupero que vive de la comedia, pero que ha perdido la capacidad para reírse de sí mismo y de sus tragedias.

Es ahí donde "El comediante" funciona como una analogía sobre la trascendencia y la búsqueda de la felicidad, que en ocasiones no llega como la imaginamos o la planeamos; ello porque se muestra a un hombre de mediana edad, estancado en su vida profesional y en sus relaciones, que está empecinado en llevar a cabo una idea sólo de una manera o forma.

Sin embargo, la vida le tiene preparada otra jugada, que lo hará involucrarse en situaciones incómodas y absurdas, pero un tanto reveladoras. De eso va la película ganadora del Premio Mezcal en la pasada edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.

Integrada por un elenco de gran calibre (Adriana Paz, Cassandra Ciangherotti, Cecilia Suárez y Tenoch Huerta) y codirigida por Rodrigo Guardiola y Nuncio, "El comediante" también puede apreciarse como la fábula de los eternos deprimidos, de los seres que se encuentran extraviados o perdidos y que no tienen idea de qué hacer con su vida, aderezado con un ritmo similar a las comedias del cineasta neoyorkino, Woody Allen, en donde los diálogos tienen mucho humor negro o comentarios irónicos sobre la condición humana.


Un muestra de lo anterior es cuando el personaje central visita a su tío moribundo y se disculpa por haber estado alejado de él durante mucho tiempo, aunque para ello recurre a un diálogo inesperado y sarcástico:

"Soy un egoísta, quizá es porque soy Leo".

En cuanto a la estructura narrativa, los directores no están preocupados por echar mano de escenas frenéticas o llenas de cortes de edición para que su historia avance, sino que concentran la atención en las conversaciones e interpretaciones del elenco.

En ese sentido, quizá algunos espectadores no se familiaricen con el ritmo de "El comediante", que también apuesta por secuencias oníricas y ambiguas. Eso es lo que dota a la puesta de Guardiola/Nuncio de un peculiar encanto, que muy difícilmente puede hallarse en las producciones estelarizadas por la familia Derbez, las cuales tratan de hacer reír a la audiencia mediante una comedia fácil y barata.

Pasando al rubro interpretativo, es grato ver nuevamente en la industria fílmica nacional a la tres veces ganadora del premio Ariel, Adriana Paz, que borda de manera orgánica a su "Melissa", un personaje que quizá no sea del agrado de muchos, pero que sirve como catarsis del protagonista. Por su parte, Cassandra Ciangherotti y Cecilia Suárez confirman el gran carisma del que son dueñas.

Cabe agregar que algunos analistas han visto en "El comediante" un presunto retrato de la generación millennial, por la falta de estabilidad laboral y patrimonial del protagonista, mientras que otras voces la perciben como una historia de maduración personal. Hay un poco de verdad en ambos casos, aunque lo cierto es que el desenlace de la película puede tener dos interpretaciones, dependiendo del estado emocional con el que se vea, pero en ambas la luz juega un papel fundamental.

Es ahí donde resuena fuertemente la frase mencionada en líneas anteriores:
"Estás lleno de miedos, de oscuridad y todavía quieres encerrarte más, tienes que dejar que la luz fluya", y pues que fluya, aunque a veces duela.

 

«Una película de policías», adictivo híbrido que humaniza a los uniformados

Cinetiketas | Por Jaime López |


La torreta policial irradia sus tradicionales colores azul y rojo. Sin embargo, hay un elemento que se siente distinto dentro de esa concepción visual que se tiene acerca de los uniformados.
Se trata de una onda dorada que poco a poco se forma en el encuadre con el que el director mexicano, Alonso Ruizpalacios, ha decidido comenzar su nuevo largometraje: Una película de policías
¿Acaso es un preludio de sus intenciones? ¿El también creador de "Güeros" y "Museo" nos está indicando que nos adentraremos en una arista poco conocida o vista de los elementos de seguridad? 
Aunque la respuesta parece incierta y está sujeta a la percepción de cada espectador, lo cierto es que hay algo hipnótico en el arranque del filme referido, que se vuelve todavía más atractivo cuando aparece en pantalla un fragmento de una poesía escrita por un uniformado:
"Oirás las sirenas cantando
más y más cerca de aquí
reza que no estén cantando
esta noche para ti"
Los dardos están lanzados. Ruizpalacios deja en claro que echará mano del arte para indagar en esa institución tan criticada por la sociedad y, de paso, descubrir las causas de su corrupción. 
Para lograrlo, contrata los talentos de dos ganadores del Ariel, Mónica del Carmen y Raúl Briones, quienes durante más de tres meses acudieron a la Academia de Policías haciéndose pasar por aspirantes a elementos de seguridad. 
¿El resultado? Un híbrido sumamente adictivo, que sorprende por su honestidad y sensibilidad, tanto en sus partes ficcionadas como documentales. 
Aunado a ello, la edición de Yibrán Asuad se mantiene sólida a lo largo el metraje, mientras que Del Carmen y Briones demuestran porqué son dos de los mejores histriones de la actualidad. 
Las dudas y miedos en ambos son evidentes, pero se necesitan mutuamente, conformando la metáfora perfecta de "los azules", seres que constantemente deben actuar en la realidad.
¿Y la historia? Con ayuda de David Gaitán en el guion, Ruizpalacios consigue humanizar a la institución, tomando como base las historias personales  de Teresa y Montoya, dos policías que, después de 17 años, piensan dejar el servicio. 
Es oportuno mencionar que "Una película de policías" fue elegida para inaugurar la más reciente edición de la Gira de Documentales Ambulante y seguramente propiciará el debate entre los puristas, porque su narrativa diluye las fronteras entre documental y ficción.

Tigres blancos de la India

Por Fernando Juárez


En fechas recientes Netflix agregó a su catálogo la galardonada película El tigre blanco (The White Tiger), dirigida por Ramin Bahrani basada en el libro homónimo escrito por Aravid Adiga, dicha obra fue considerada un best seller por el New York Times y actualmente ha tenido buena aceptación en los festivales donde ha sido exhibida.  

A grandes rasgos, la historia narra la vida y progresión en la escala social de Balram, un joven de orígenes humildes quien sufre diversas situaciones durante toda la película viviendo en un conflicto constante entre sus intereses personales, la tradición y la desigualdad social imperante en aquella nación asiática.

Me encantaría dar detalles al respecto de la trama, pero no puedo hacerlo sin spoilers, sin embargo puedo decirles que es una de las películas imperdibles en esta temporada, donde se puede ver cristalizado el equivalente al sueño mexicano de dejar la clase obrera comprando unas placas de taxi o siendo chofer de alguna plataforma.

Quisiera aumentar un poco su alacena de datos inútiles explicando un poco la sociedad que es retratada en la película. La India desde hace mas de 2500 años cuenta con una división en castas denominado Varna, donde se clasifica a la población en Brahmins (religiosos), Kshatriyas (gobernantes o guerreros), Vaishyas (artesanos o mercaderes) y Shudras (trabajadores). Desde 1800 la división se acrecentó con el sistema Jat, donde además de tomar en cuenta las primeras cuatro divisiones ahora también se subdivide de acuerdo a el oficio u ocupación de la familia.

Las grandes ciudades han sido diseñadas para que las castas más elevadas se encuentren en el centro de las urbes y tengan acceso a todas las comodidades y servicios, mientras que las castas más bajas son relegadas a la periferia, es más que obvio que dar un salto en la escala social es algo muy poco probable ya que el sistema así ha sido diseñado… algo así como en México, pero en otro idioma.

Pero antes de que caigan aún más profundo en la depresión permítanme comentar que desde 2005 se han promulgado en la India diversas leyes en favor de las castas sociales inferiores y poco privilegiadas, curiosamente dichas leyes han creado una especie de círculo vicioso donde es más conveniente vivir en la precariedad porque así se obtiene un mayor acceso a programas sociales y apoyo económico gubernamental.

Es curioso que una nación como la India que inclusive cuenta con una organización de investigación espacial, que en el año 2021 enviará la misión Gaganyaan con un presupuesto de mil 400 millones de dólares y que desde el año 2018 ha sido clasificada como la próxima superpotencia económica, continúe aún inmerso en costumbres tan arcaicas.

Por cierto, las películas de dicho país son llamadas cine de Bollywood, la mayoría son copias de filmes occidentales de acción o romances sumamente cursis, existen grandes estrellas como lo son: Aamir Khan, Anushka Sharma, Katrina Kaif y Shah Rukh Khan. Todas las películas donde aparecen se vuelven éxitos de taquilla, pues no hay tantas opciones de entretenimiento y además hay que recordar que son el segundo país más poblado del mundo.

En fin, si quieren pasar un buen rato y explorar un poco más de Bollywood les recomiendo las siguientes películas que se encuentran actualmente en Netflix junto a sus referencias originales de occidente: Jab Harry Met Sejal (When Harry Met Sally), Mary Kom (Million Dollar Baby), Udta Punjab (Ciudad de Dios).


Vikingos de la cultura pop

Por Fernando Juárez


No sé si se hayan dado cuenta, pero en estas últimas fechas todo lo relacionado a la cultura vikinga y pueblos nórdicos ha tenido una creciente popularidad, que fue un poco detenida por el confinamiento (que nada más iba a durar 15 días y que ya lleva más de un año) lo anterior se ha visto reflejado en todos los medios de entretenimiento y ámbitos sociales y para muestra, un botón.

Espero que algunos de ustedes recuerden el auge de festivales medievales y nórdicos que cada 15 días eran celebrados en las inmediaciones de la CDMX, o aún más notorio el clásico corte de pelo que alguno de sus amigos llegó a portar o los anuncios en redes sociales y páginas de compra de hidromiel o cervezas artesanales, dicha popularidad también apareció en videojuegos como Assassin's Creed Valhalla y como era de esperarse en películas y series.

Actualmente en la plataforma Netflix encuentran tres series cuya trama gira en torno a los vikingos; la primera y más popular es Vikings, que nos narra el ascenso al poder de Ragnar Lothbrok en una especie de drama histórico donde se cuenta de una manera un poco idealizada y hasta en ciertas ocasiones romántica los logros militares y políticos, por desgracia y para aumentar la depresión crónica de algunos de ustedes, no existen pruebas claras de que dicho personaje haya existido en realidad, algunos aseguran que se trata de una mezcla de leyendas y mitos de diversos reyes nórdicos atribuidos a un solo individuo.

La segunda y que a mi parecer es la más rescatable es The Last Kingdom, en ella tenemos que acompañar a Uhtred Ragnason en sus aventuras por intentar recuperar sus dominios y luchas por hacerse de un nombre mientras se desarrolla la unificación de lo que actualmente se conoce como Inglaterra, la particularidad de esta serie es que está basada en los libros de Bernard Cornwell, quien se caracteriza por presentar personajes muy desarrollados y con detalles históricos curiosos. Lo malo es que como todas las adaptaciones es mejor leer el libro.


La última serie es Norsemen, una especie de SitCom donde tenemos que ver el día a día de Arvid, un jefe guerrero quien de un momento a otro debe asumir responsabilidades y decisiones que jamás imagino, muy amena si se le da la oportunidad, no la vean si esperan la clásica comedia del pastelazo, pues las bromas son sutiles y tiene ciertos gags recurrentes.

Por cierto, y como dato inútil para su alacena mental, la idea errónea que tenemos de que lo vikingos eran guerreros con cuernos en los cascos se la debemos a dos personas; primero a Richard Wagner quien al momento de estrenar las obras de El anillo del Niblungo decidió que las Valkirias y Sigfrido usaran yelmos con cuernos y alas respectivamente; y en segundo lugar al pintor sueco Gustav Malmström, quien se dedicó a ilustrar la Saga de Frithiof, representando a los guerreros con cuernos en los yelmos para demostrar la tan temible crueldad y fiereza que se narraba en dicha epopeya.

‘El agente topo’, la misión de ver con los ojos de otros

Cinetiketas | Por Jaime López 


¿Cómo hablar del abandono que padecen algunos adultos mayores sin caer en chantajes o sermones? La respuesta a esta pregunta la tiene "El agente topo", la nueva película de Maite Alberdi, quien echa mano de la empatía para construir su reciente testimonio audiovisual, el cual sigue a un octogenario contratado como espía para averiguar si los inquilinos de un asilo son maltratados por sus cuidadores.

De ese modo, la cineasta chilena que obtuvo gran reconocimiento gracias a "La once", cinta en la que registró las conversaciones que sostienen varias mujeres de la tercera edad, destaca por su mirada sensible sobre un tema que muchas veces es abordado con exagerada aflicción.

Alberdi también plantea una narrativa ingeniosa, la cual ayuda justamente a ponerse en los zapatos de aquellos seres que suelen ser olvidados con el paso del tiempo.

Dicha narrativa incluye la publicación de un peculiar aviso clasificado, así como la presencia de un seudo detective, el cual hará las veces de un "sensei" tecnológico para adultos mayores, que presuntamente no están familiarizados con los teléfonos inteligentes o el mundo digital.

Es ahí en donde la cineasta muestra la capacidad de aprender que tienen las personas de la tercera edad aún cuando gran parte de la sociedad las relega.

Por otro lado, la premisa principal de "El agente topo", consistente en evitar la gerontofobia, se logra gracias al oportuno plan de producción y la buena dirección de cámaras, entre las que se incluye el visor que tienen las gafas-espía portadas por el protagonista, Sergio.

Y qué decir del universo femenino albergado por el largometraje en cuestión, en donde se da cuenta de los diferentes tipos de olvido que padecen las adultas mayores, pero también de la resiliencia multidiversa que tienen para enfrentar esa situación.

Ojo a Berta y Marta, cuya jocosidad y cleptomanía, respectivamente, inundan la pantalla de una alegría epidémica.

Es oportuno agregar que "El agente topo" forma parte de las 15 semifinalistas al Oscar 2021 en la categoría de Mejor película internacional y se puede encontrar en la plataforma de Netflix.

‘Pretend It’s a City’: la legendaria Fran Lebowitz en acción

Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


Recuerdo haber visto una entrevista de Fran Lebowitz hace un par de años en donde hablaba sobre lo mucho que detesta subirse a un avión, pero en especial, el único vuelo que ha hecho a Australia. “Es el vuelo más largo en toda mi vida y, por lo tanto, el mayor tiempo que he pasado sin fumar. Fue horrible, parecía una niña preguntándole a cada rato a la aeromoza si ya habíamos llegado y me miraba con cara de ‘estás loca, apenas llevamos 4 horas’. Deduzco que las únicas personas que viven en Australia son aquellas que no tuvieron el valor de enfrentar el vuelo de regreso”. Ese fue mi primer acercamiento consciente con Fran y automáticamente, me pareció una mujer en extremo genial, cruda, divertidísima y sin miedo a decir exactamente lo que piensa. Por eso, cuando andaba navegando por Netflix el mes pasado y apareció el tráiler de ‘Pretend It’s A City’, inmediatamente me impacienté a que se estrenara.

Si no conocen quién es Fran Lebowitz, lo harán (y muy bien) a través de la serie documental de siete fabulosos episodios llamada ‘Pretend It’s A City’, dirigida por el buen Martin Scorsese, amigo de toda la vida de Fran. La amistad entre el cineasta y la autora tiene una muy peculiar y fabulosa dinámica que traspasa la pantalla y de inmediato lo contagian a uno con sus divertidas interacciones (Martin simplemente no puede parar de reírse como histérico en cada intervención que hace Fran). La serie es una especie de tributo a Nueva York desde el punto de vista de este par de neoyorquinos setenteros; un pequeño recorrido por la Gran Manzana acompañada de la perspectiva humorística sarcástica y oscura de Lebowitz quien discute temas diversos como el trabajo, el transporte, el arte, la literatura, el sexismo etc. El título de la serie por supuesto es de la autoría de Fran, cuya relación amor-odio de más de cincuenta años con Nueva York, la ha llevado a ser una de las autoras estadounidenses más reconocidas y una oradora pública altamente solicitada. “Es lo que quise mi vida entera: que la gente preguntara mi opinión sobre las cosas y no tuvieran derecho a interrumpir”.


La historia de Fran con Nueva York surge en 1969, cuando una joven Lebowitz decide abandonar Morristown, Nueva Jersey para aventurarse a vivir a la Gran Manzana, una decisión que ultimadamente le cambiaría la vida por completo. Buscando un lugar seguro para escribir poesía y vivir abiertamente su homosexualidad, Fran trabajó de todo un poco antes de ser contratada por Andy Warhol (sí, EL Andy Warhol) como columnista de la revista ‘Interview’. Los trabajos iban desde ser señora de limpieza, chofer, taxista y escritora para pornografía. Hasta que se dio cuenta (como a much@s nos pasa) que simplemente NO le gustaba trabajar y debía conseguirse alguna actividad que le brindara la remuneración suficiente para vivir cómodamente en Nueva York. Cuando comparte esta historia en la serie documental, les juro que solté una carcajada ENOOORME porque parece que me estaba escuchando a mí misma. Y no es broma, en más de una ocasión mi mamá y mi hermana volteaban para decirme lo mismo: “parece que te estamos escuchando hablar”. Compartimos el odio a le gente, la intolerancia a todo y a todos, la frialdad para decir las cosas… para mí no hay un cumplido más grande y grato, que ser comparada con la magna Fran Lebowitz.

Antes de trabajar en la revista de Warhol, con el que nunca se llevó bien, trabajó en la revista ‘Changes’, cuyos contenidos eran básicamente políticos y culturales en tono chic; dicha revista fue fundada por Susan Graham Ungaro, la cuarta esposa del jazzista Charles Mingus. ¿Se imaginan? Después de otros trabajos en revistas, publica su primer libro titulado ‘Metropolitan Life’ en 1978 y luego le sigue ‘Social Studies’ en el 81; ambos son una colección de ensayos sarcásticos en donde narra las constantes irritaciones y frustraciones de vivir en el Nueva York de los años 70s. Acto seguido, Fran se convierte en una celebridad local, frecuentando el famoso Studio 54, constantemente asistiendo a fiestas, conociendo y codeándose con la crème de la crème del medio artístico y cultural. Y así es como básicamente, Fran se convierte en leyenda y en un fashion icon, le pese a quien le pese. *suspiros bonitos*

A la edad de 70 años, uno creería que Fran ya no encuentra motivos para continuar quejándose, pero Lebowitz nos demuestra en efecto, que sí es posible. Las pláticas con Scorsese en ‘Pretend It’s a City’, funcionan como una especie de ‘stand up’, similares a las que tuvieron en el documental de 2010 ‘Public Speaking’ en HBO, también dirigido por Martin. Pero, el mismo Scorsese platica en su reciente entrevista con Jimmy Fallon, que sintió mucha más libertad a la hora de estructurar, filmar y editar esta reciente docu-serie.

“Quería que se sintiera como una especie de irrupción de Fran a nuestros hogares y que nos ‘vomitara’ sus pensamientos sin tapujos”.

Martin Scorsese

Podemos disfrutar de las pláticas/entrevistas de ambos, mientras se entrelazan imágenes de la ciudad, conversaciones, pláticas y otras entrevistas que Fran ha tenido en auditorios, programas de televisión y de radio, y uno que otro cameo interesante.


Una de las tantas ‘peculiaridades’ de Fran es que, por convicción propia, no forma ni le interesa formar parte de la era digital: no tiene celular, ni computadora, ni iPads, ni nada por el estilo. Vaya, ni siquiera llegó a tener una máquina de escribir, sus libros los ha escrito a mano. A mediados de 2019, cuando ‘Pretend It’s a City’ andaba en producción, Fran admite en otra entrevista con Jimmy Fallon: “Nunca voy a verla, porque no tengo Netflix”, a lo que Fallon le discute: “Pero, ¡TIENES QUE VERLA! Apareces en ella”. Y Fran, siendo Fran responde: “¿Y eso qué?”. Agradezcamos a Netflix y a Martin Scorsese por regalarnos una nueva plataforma en donde podamos ver, admirar y escuchar las múltiples quejas de Fran Lebowitz y así llegar a una audiencia mucho más amplia y joven que tal vez no la conozca y que, como yo, comparta mucho de su sentir y pensar. Por favor, ¡no se la pierdan!

Los ladrones viejos: leyendas del artegio mexicano

Cinema Coyote | Por Alejandro Carrillo

@alexiliado


En las entrañas de Netflix hay un documental bastante entretenido para los que nos regocijamos con las leyendas del artegio y las proezas de los antihéroes. Los ladrones viejos (2007) narra las historias de algunos de los rufianes más famosos de la Ciudad de México durante los años sesenta y setenta.

El realizador Everardo González logró reunir los testimonios de “El Fantomas”, “El Carrizos”, “El Burrero”, “El Xochi” y “El Chacón”; directamente desde las cárceles en donde cumplen sus condenas, algunos de ellos no las alcanzarán a cumplir.

“Me gustaba la buena vida. Me gustaba mucho vestir bien y siempre me ha gustado.”

Durante 97 minutos, los viejos ladrones cuentan con nostalgia y orgullo las hazañas y tragedias que los llevaron a convertirse en los criminales más buscados de la época, así como los principios, códigos y bondades del oficio de robar discretamente y sin violencia. Algunos exagentes de la judicial también intervienen en el filme, narrando los cochupos, tejes y manejes que había entre policías y hampones por aquellos años.

Los retratos extraordinarios de una sociedad lejana y una ciudad extinta, son quizá el mayor atributo del largometraje que incluso llegó a obtener un par de arieles y un sinfín de nominaciones entre festivales y muestras cinematográficas a lo largo del país.

El perfil del criminal cambió porque la sociedad también lo hizo. Somos otros respecto de aquellos años. Nada tiene que ver, por supuesto, el robo con el tráfico de drogas, ni los vínculos que hay en el poder entre un ladrón y un policía de la secreta, y un capo de la mafia con un funcionario del gobierno federal.

-Everardo González

Destaca por completo la historia de Efraín Alcaraz Montes de Oca, alias “El Carrizos”, el más sibarita y elegante de los zorreros, famoso por llegar a ser el criminal más buscado de la ciudad y por librar la justicia infinidad de veces. Narra con cierta vanidad y con una invariable mueca burlona aquellas veces que hábilmente se internó en las residencias de los expresidentes Luis Echeverría y José López Portillo para birlarles infinidad de joyas, pieles y dinero; no sin antes soltar la mordaz e inconclusa frase: “Ladrón que roba a ladrón…”, pero sin los cien años de perdón, ya que en este caso la cárcel es el riesgo del oficio.

Sin duda, Los ladrones viejos de Everardo González es un excelente documento que entretiene y rememora la vida de la sociedad mexicana a través de personajes marginales que nos recuerdan que todo tiempo pasado fue mejor.

El dolor y el blues de ‘Ma Rainey’s Black Bottom’

Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


¡Querid@s tod@s! Así de rápido se termina el primer mes de este anticipado 2021 y, antes que nada, quisiera desearles exclusivamente lo mejor de lo mejor para los próximos once meses y, sobre todo, que gocen de muchísima salud y continúen cuidándose porque esta pandemia apocalíptica, va para largo. Pero, siempre es reconfortante saber que tenemos a nuestra maravillosa Revista Sputnik para hacernos buena compañía y alivianarnos el confinamiento. 

Les platico que unos días después de Navidad, en una de esas tardes pacíficas entre el 25 y el 31 de diciembre donde el tiempo simplemente deja de existir, mi mamá y yo nos sentamos plácidamente a ver una película que tenía muchísimas ganas de ver desde hace tiempo y que con los tráilers y un par de artículos que estuve leyendo previos al estreno en Netflix, definitivamente hicieron que mi expectativa fuera muy, muy grande. Así que vamos directo al grano: la película de la que hablo es por supuesto ‘Ma Rainey's Black Bottom’; está basada en la obra homónima de 1982, escrita por August Wilson, ganador del Premio Pulitzer en dos ocasiones y quien falleciera en 2005 a la edad de 60 años. ‘Ma Rainey's Black Bottom’ forma parte del llamado ‘Pittsburgh Cycle’, que consiste en 10 obras, todas de la autoría de Wilson, y que apuntan a ser una calca de la experiencia afroamericana estadounidense en el Siglo XX, con el fin de crear conciencia racial a través del arte -en este caso, el teatro- y hacer eco a la poesía del lenguaje cotidiano de lo que Wilson denominó como la ‘América Negra’. Cada una de las obras, se sitúan en una década específica, por lo que valdría muchísimo la pena tener acceso a todas, leerlas/verlas de manera cronológica, y profundizar en la evolución de las tramas y personajes. Se rumora (o bueno, más bien es ya un hecho) que Denzel Washington, planea adaptar cada obra al cine y, según mis cálculos, le faltan ocho. Así que tendremos que esperar a que el dude, se ponga las pilas.

‘Ma Rainey's Black Bottom’ es la segunda obra del Pittsburgh Cycle’ y se sitúa en Chicago en los años 20s. Así es, ¡MIIIIS AÑOS 20s! Mis soñados y locos ‘Roaring Twenties’, el inicio de la ‘Jazz Age’, mi década favorita, blah, blah, blah… y ya sé, soy muy predecible, pero ni modo. La historia de la obra y de la película, se centra en la grabación de un álbum de Gertrude Malissa Nix Pridgett Rainey, mejor conocida como ‘Ma Rainey’ quien, hasta la fecha, goza de la denominación casi indiscutible de la ‘Madre del Blues’ y quien fuera mentora directa de Bessie Smith, la ‘Emperatriz del Blues’. El título, ‘Ma Rainey's Black Bottom’, hace referencia precisamente a una famosa canción de ‘Ma’ que habla sobre el baile conocido como ‘black bottom stomp’, originado en Nueva Orleans en la primera década del Siglo XX y que se popularizó en los años 20s, en plena era ‘flappera’. Y claro, abunda el tema del racismo estadounidense que recae sobre los músicos y sus propios instrumentos, marcando así el ‘beat’ de cada personaje.

Voy a compartirles a continuación -sin spoilers, por supuesto- mis tres sencillas razones por las que creo que la película es un verdadero hit (no en balde está rankeada con 98% en Rotten Tomatoes) y espero que así, se animen a echarle un vistazo:


1.    Viola Davis.

Tod@s sabemos que Viola Davis es un fenómeno de la actuación. La hemos visto arrasar en las entregas de premiaciones y su filmografía, a los 55 años, es vasta y poderosísima. Lo que hace Davis en ‘Ma Rainey's Black Bottom’, es simplemente sensacional. Ayudan el maquillaje y el vestuario para ambientarnos y conocer a ‘Ma’ pero, sus gestos, la voz, la gesticulación y la manera en que interpreta diálogos tan profundos y complejos, es una maravilla. Hace una química explosiva con cada uno de los demás personajes y me parece que va generando poco a poco la expectativa de querer verla estallar pero, se contiene; aprende a contener la ira, la frustración, el deseo y hasta cierto punto, la impotencia de saber que otros (específicamente blancos) se harán ricos a expensa de su talento. Otras actrices como Theresa Merritt y Whoopi Goldberg, han interpretado a ‘Ma’ en las versiones teatrales de la obra. Sin embargo, al ver fotografías de dichas puestas en escena, veo que no se arriesgaron mucho en cuanto al maquillaje; en cambio, en la versión fílmica sí y se agradece. Mia NealSergio Lopez-Rivera y Matiki Anoff, fueron los diseñadores de maquillaje encargados de darle vida a esta nueva ‘Ma Rainey’, buscando y logrando un look grotesco pero, hermoso. Pocas fotografías de la cantante existen en la vida real, pero me parece muy acertado hacer una reinterpretación y plasmarla en la pantalla grande de la manera en que lo hicieron. La constante sudoración y el maquillaje casi derretido, nos da la apariencia de una diva a punto de desvanecer. Y así como algunas de las canciones de ‘Ma’ tienen un alto contenido sexual (homosexual, incluso), Viola es sensual en su interpretación; se mueve y dialoga al ritmo del blues que la acompaña. Algunos dicen que, sin duda, será merecedora de otra estatuilla dorada. Oscar buzz, les digo, Oscar buzz.

2.    Chadwick Boseman.

La inesperada muerte de Boseman en 2020 debido al cáncer de colon que padecía desde hace cuatro años, fue tan solo uno de tantos acontecimientos desafortunados y desoladores del año pasado. Un actor talentosísimo que se nos fue antes de tiempo y quien no pudo ver la semilla que sembró en esta exitosa cosecha llamada ‘Ma Rainey's Black Bottom’. Su interpretación de Levee, el trompetista, es DESGARRADORA. Transita por cada emoción existente en el ser humano y de manera casi perfecta. En un momento te está contagiando su entusiasmo y en otro, estas compartiendo su rabia con lágrimas en los ojos. Un abanico apasionado de emociones que conmociona en cada escena donde aparece y nos hace querer ver más y más. Su personaje resume la crueldad y la dualidad del racismo estadounidense, así como la insistencia desmedida por vivir y alcanzar el tan sonado ‘american dream’. Cada músico de la banda de ‘Ma’, cuenta con un instrumento en particular que parece resonar con su propia personalidad y que en conjunto, son explosivos y armónicos a la vez. Se dice por ahí que Boseman será galardonado de manera póstuma en la próxima temporada de premiaciones.


3.    El ‘storytelling’.

Bastaron unos cuantos minutos para que le dijera a mi mamá: “seguro es una obra de teatro” y miren, no me equivoqué. El formato es muy similar: hay escenas donde el ritmo de los diálogos nos hace sentir como si estuviéramos en un teatro. Pero ocurre algo muy peculiar también: la misma edición y los movimientos de cámara, nos hacen sentir como si estuviéramos ahí mismo, compartiendo espacio y tiempo con Levee, Slow Drag, Toledo y Cutler en un sótano destartalado de Chicago, riendo y llorando con ellos, escuchando atent@s a los monólogos fuertísimos que declaman, al mismo tiempo que disfrutamos de los sonidos que emanan de sus instrumentos. Por lo que me parece que la narración es muy buena y la estructura en sí de la película, funciona. He leído un sinfín de personas que se quejan amargamente del final… ya ustedes me dirán qué piensan.

Ya saben. Vean ‘Ma Rainey's Black Bottom’ y disfrútenla tanto como lo hice yo. Formará parte indiscutible de la temporada de premiaciones y será harto galardonada, pero sobre todo, que su éxito y fama seguro no serán fugaces.

 

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