El fenómeno Star Wars en el tiempo


Por Manuel Rodríguez
@Impostoorr



¿Cuál es la fascinación que ejerce sobre una gran mayoría la filmografía de las sagas de “La guerra de las galaxias”? En 1977 se estrenó el Episodio IV: “Una nueva esperanza”. ¿Qué movería en el inconsciente de los latinoamericanos la metáfora de la lucha entre el bien y el mal plasmado en el Imperio vs la República? Estábamos en pleno desarrollo del Plan Cóndor en las tierras al sur de Estados Unidos. Las dictaduras militares empezaban a desaparecer personas de las maneras más cruentas, torturándolas y matándolas a veces. Grupos de revolucionarios intentaban oponerse, en Argentina las madres de Plaza de Mayo inauguraron una ceremonia ritual que consistía en girar en torno de la plaza cubiertas sus cabezas con pañuelos blancos, pidiendo por la reaparición de sus hijos secuestrados.

Ahora bien, en cuanto a lo estrictamente argumental de la película, el joven Luke Skywalker, un granjero del planeta Tatooine, que había sido oculto de las garras de su padre, Darth Vader, y vivía con sus tíos, se encuentra con dos droides que lo conducen a Ben Kenobi, el viejo caballero Jedi que había abandonado su nombre (Obi-Wan) hacía añares. Allí comienza la aventura del despertar de sus habilidades y facultades que lo iniciarían en el camino de La Fuerza, esa entidad abstracta y a la vez tangible, sensible, que conectaba a estos seres especiales con toda la materia viva.

Esto se basa en la esperanza, en que aunque unos pocos se opongan a una gran mayoría belicosa e insensible, la unión hace la fuerza, dicho simplemente. En 1980 se estrena el siguiente episodio y en 1983 el cierre de la trilogía, con la restauración de la libertad. Justo en la vuelta a la democracia en Argentina, por ejemplo, tras seis años de horrible sufrimiento, aunque con consecuencias que no podrían repararse.

La historia de Star Wars arranca en medias res, como se dice “en la mitad de la cosa”. Es sorprendente la metáfora con el tiempo que genera esta situación. En 1999 se estrenaría el Episodio I: “La amenaza fantasma”, con el joven Ewan Mc Gregor representando el papel de Obi-Wan y Liam Neeson como su maestro Qui-Gon Jinn. Luego cierran la segunda trilogía los siguientes episodios, culminando con la conversión de la esperanza de los Jedi, el joven Anakin Skywalker, al lado osuro; tras dejarse llevar por la ira y el dolor que le produjera la muerte de su madre principalmente, cebado por el emperador Palpatine, que en realidad era el lord Sith del lado oscuro. Anakin deja morir a uno de sus maestros, el poderoso Mace Windu, a manos del malo de los malos. Luego pierde una pelea mano a mano con su maestro, Obi-Wan, quedando consumido a orillas de un mar de lava. El viejo Darth Sidious, que se había inflitrado en el Senado como Palpatine para llevar a cabo sus planes imperiales, lo rescata y le fabrica un traje que lo mantiene vivo. Así se forma Darth Vader y se termina de explicar lo que ocurrió antes de la primera trilogía.

¿Cuál es el comienzo, cuál el final? ¿Es lineal el tiempo, es circular? Varios años después Disney compra la franquicia a George Lucas y produce la última trilogía: Episodios VII, VIII y IX, que desarrollan la historia que había culminado de mostrarse el siglo pasado en el ’83. Mientras tanto, se hicieron spin off como “Rogue One: una historia de Star Wars” que rellenan algunos huecos entre las dos primeras trilogías. El año pasado salieron ocho capítulos de una serie situada mucho antes al primer episodio de la saga en el tiempo argumental: “The Mandalorian”, que básicamente narra la aparición del maestro Yoda, el más sabio de los Jedi, mostrando la entrañable figura de una criatura bebé que ya contaba con 50 años, dada la longevidad de su estirpe.

En fin, esta es una aproximación desde la perspectiva temporal de la narración, relacionada con el tiempo cronológico del devenir cultural. Sables láser, poderes sobrenaturales para dominar el espacio y la materia e incluso la presencia desde el más allá después de la muerte, ya que los maestros Jedi pueden comunicarse con los seres vivos de su religión antigua. Así concluye de hecho la primera saga, con el maestro Yoda, Ben Kenobi y el padre de Luke, Anakin Skywalker, que primeramente fuera mostrado como el aspecto humano previo a su muerte, despojado de la investidura de Darth Vader; para ser cambiada esta imagen por la de Anakin joven, antes de volverse al lado oscuro, tras la culminación de la segunda trilogía.

La noche que Óscar Chávez conquistó el Vive Latino

Redacción | Foto: Raúl Kigra (OCESA)


Esta tarde se dio a conocer la lamentable pérdida de Óscar Chávez, uno de los compositores e intérpretes más combativos y contestatarios del México moderno y uno de los máximos exponentes del canto nuevo y la canción de protesta en nuestro país.

"El Caifán Mayor", como también se le conocía por haber actuado en la cinta de culto "Los Caifanes" (1967) de Juan Ibañez, murió en la Ciudad de México a los 85 años, tras presentar síntomas relacionados al COVID-19.


Para una parte de la comunidad artística y musical, la obra de Óscar Chávez está sólo un escalón por debajo de la obra de compositores de la talla de Juan Gabriel, Armando Manzanero o José Alfredo Jiménez, aunque la carrera de Chávez por la naturaleza de su discurso lírico, rechazó el camino comercial que la época y el statu quo le exigía, llegando incluso a ser censurado por los medios de aquellos años.

Fue precisamente su congruencia y su manera incansable de hacer canciones a contracorriente los factores que hasta este siglo lo catapultarían como uno de los artistas más importantes de la música popular mexicana e incluso en vida fue nombrado Patrimonio Cultural de la Ciudad de México.

¡En un mundo lleno de reguetón tus canciones salvan la nación!

Uno de los reconocimientos más memorables de los últimos años fue sin duda la presentación de Óscar Chávez en la edición 2019 del Vive Latino, uno de los festivales más importantes de Hispanoamérica, en donde pudo interpretar canciones emblemáticas ante jóvenes y no tan jóvenes que junto a monstruos del rock nacional como Caifanes y Panteón Rococó, se rindieron en homenaje ante la figura del Caifán Mayor de la colonia Portales, en un escenario nunca antes visto.

Una presentación emblemática inolvidable para una leyenda de la cultura popular mexicana. ¡Hasta siempre, maestro Óscar Chávez!

De Dylan a Scorsese y viceversa

Por Juan H Polanco


Innumerables opiniones, miles de artículos respecto a su obra musical y literaria acerca de ese artista que no deja de transformarse.

¿Resulta ocioso que un fan de Dylan pida la palabra después de todo lo dicho? ¿es pertinente una más?

Que un empedernido melómano coleccionista de música, hasta el fetichismo, solicite una intervención, se justifica sólo en el entendido de que hay confianza o lo que es lo mismo que está ante otros feligreses o con una flota con un padecimiento similar.

De cualquier manera, es menester ser breve en esta alocución, y breve porque para discursos pausados los de las siete de la mañana. Además, aprovecho para dedicársela a otro seguidor de Zimmerman, que se llamó Oscar López.

Dos veces conseguí asistir a un concierto de Dylan y fue en ambas ocasiones en compañía del Oscar, también con Los Lobos que acompañaron a Dylan en una de esas ocasiones. Cuando me enteré de este evento, le pedí a Carlos que moviera sus influencias para que me insertara y pudiese leer estas líneas. El motivo: La asociación entre Martin Scorsese y Bob Dylan.

Esa sinergia entre uno de los más notables cineastas estadounidenses y la obra de Dylan. Martin Scorsese, un neoyorkino descendiente de italianos, integrante de la generación conocida como el Nuevo Hollywood surgida a finales de los sesentas del siglo XX, al lado de Paul Mazursky, Casavetes, Denis Hooper, Artur Penn, Brian de Palma, Coppola; generación de directores que mandaron al carajo la mirada del cine convencional gringo para hacer un cine nuevo, egresados de escuelas de arte que utilizaron las tecnologías de su época y emergieron con una narración personal independiente y contemporánea con la música, la literatura y los movimientos sociales de esa década.

De la filmografía de Scorsese, amplia y profusa, en esta ocasión me refiero en particular a la producción que ha hecho en relación con la música, que también es extensa, con una decena de películas y documentales relacionados con el blues y el rock, en especial con el rock, destacan lo que ha hecho en especial con Bob Dylan.

Autor de un testimonio fundamental en la historia del rock, productor y director en The Last Valz, que es un documental bellamente fotografiado en el 78, y es uno de los primeros superconciertos que reunieron, -con el pretexto de la última tocada de La Banda- a los amigotes de esa agrupación canadiense, entre otros aparece Dylan, Neil Young, Ringo, George, Doctor John, Joni Mitchell, entre otros.

Scorsese tiene una evidente fascinación por la música y por algunos de sus personajes, no contento con ese primer gran largometraje rockero para La Banda, ha realizado otros tantos, en el 2008 hace un magistral filme denominado Shine a Ligth, con unos Stones de primera, grabado con una calidad de audio e imagen asombrosa, un retrato de sus satánicas majestades, y sus veleidades previas a sus espectáculos, si les gustan los Rolling y no lo han visto, allá ustedes.

Destaca también el Living in the material world, documental sobre y para George Harrison en el 2011, un enorme homenaje a Harrison en ese documento de más de 4 horas y media, con material que sólo el Scorsese se consigue para sus trabajos.

Martin también participó en la integración del documental para el cincuentañero Festival de Woodstock, mítico evento de tres días de paz, amor y música. Sirva este paréntesis para destacar unas cuantas cosas de este suceso: destinado desde su inicial organización al fracaso comercial, pues no obtuvieron los permisos necesarios, así que en realidad Woodstock, no sucedió en Woodstock, no obtuvo en su convocatoria, la participación de las bandas más celebres de aquel momento, no aceptaron los Rolling, ni Zeppelin, ni Purple, ni los Doors, ni los Beatles, ni Dylan.

Su cumple es en estos tres últimos días, su 50 aniversario que no fue posible celebrarlo como se tenía pensado, y aunque en el 94 hubo un Woodstock realmente sensacional, no alcanzo la celebridad del primero. Como que sin Janis, Hendrix y Cocker, está un poco difícil.

El caso es que, además de estos filmes el tal Scorsese, cautivado por la vida y obra de Dylan realiza un par de documentales, dignísimos de su personaje, se da la licencia para brindar un par de documentos, históricos y estéticamente superlativos.

Dirige y produce el NO DIRECTION HOME, que es el primero de ellos, un relato biográfico que reúne una gran cantidad de material para ilustrar la migración de un tal Robert Allen Zimmerman a un Bob Dylan, su periplo del frío y aburrido medio-este gringo a la gran manzana, de Duluth Minesota a Nueva York, pasando por las zonas inundadas de blues, de Arlo Guthrie a Allen Ginsberg y Joan Báez.

Del country al folk, del folk al rock, de la acústica a la eléctrica y de regreso o combinado para hacer el sonido Dylan, ¿pero cuál sonido Dylan? ¿el del Freewheelin', o el del Blonde on Blonde, o el del John Wesley Harding, o el del Desire o cuál Dylan? No sólo los sonidos sino su perspectiva, bajo la influencia de los beats, de los poetas malditos, de Rimbaud y Ferlinghetti y Ginsberg, Kerouac y Dylan Tomas, para un cóctel que la da un discurso único abundante que ya sabemos lo ha cambiado algunas veces, varias veces.

Para beneplácito de algunos y para la impaciencia de otros no es precisamente consistente en sus posturas. Aunque su gran consistencia, sea precisamente en esa voluntad de cambio, su actitud contestataria y la necedad para llevar la contraria, el permanente inconforme.

A ese mosaico de los diferentes Dylan, se intenta acercar el documental que pergeñó Scorsese, filme en blanco y negro que resalta los diferentes tonos de la personalidad de este sujeto siempre listo a negar lo que de él se intenta explicar.

Quizás por eso el mismo Dylan se ha dado a la tarea de escribir su biografía, justo en ella en el prefacio aparece esta oportuna cita de Oscar Wilde: “Resulta comprensible que todo individuo notable pueda tener sus 12 apóstoles, pero por qué tiene que ser siempre Judas quien escriba su biografía”.



En Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan History, Scorsese hace una recreación de la mítica gira donde Dylan hace de las suyas allá en la mitad de los setentas. Una gira que nunca se repetiría, faltaba más, eso no es propio de este señor, sin embargo, no contábamos con Scorsese, para recopilar los registros de hasta cuatro camarógrafos y obtener el registro de uno de los mejores Dylan’s, en un tour ¿inspirado en Kerouac?, estrenando rolas, interpretando con arreglos diferentes otras, decepcionando al público que quiere sus canciones como en el disco y eso no se va a poder porque en cada gira se reinventa y se coverea.

La celebre y mítica gira, misteriosa desde el origen de su nombre, la composición de una ecléctica banda que se va integrando con los músicos con los que recién había grabado el álbum Desire, mas las incorporaciones de Joan Baez, Roger McGuinn, T Boone Burnet, Paty Smit, Joni Mitchel. Si en cada disco el admirador de Dylan Thomas le da vuelta a la tuerca, sólo que Bob al revés, para que en cada gira apareciera un nuevo Dylan. Y en esta no es la excepción.

El pedal steel de Mansfield, el violín eléctrico de Scarlet Rivera, el glam de Manson; todos ellos generaron que A hard rain is gonna fall, o One more cup of coffe o Isis o I see may life come shinin suenen sin exagerar sensacionales, impresionantes, maravillosas y sorprendentes.

El resultado es como decía, uno de los Dylan más cabrones, inspirado, con punch, poesía y ritmo rocanrolero. Además, en esta carta de amor que Scorsese regala a la música, brinda también una mirada a los Estados Unidos de la mitad de los setentas con su crisis moral y económica, con el escándalo de Watergate y la derrota en Vietnam. Rolling Thunder Revue, con su edición hipnótica es un aporte más del maestro Scorsese al cine, a la música y a la historia de su país.

Acusado de ser uno de los músicos más influyentes; colecciona grammys, globos de oro, premios de la Academia, un príncipe de Asturias y el Nobel de Literatura que recibió en su nombre Patti Smith y cuyo discurso remata con una emotiva y emocionante interpretación: Una dura lluvia caerá.

Para terminar, debo usar un calificativo que, a decir de José Emilio Pacheco, es la palabra más sabrosa y rica que México ha aportado a la lengua española por su alegría por versatilidad según la usemos: PINCHE DYLAN.

Las «Luces» de NÖRTE

Por Erick Araujo


Originarios de Culiacán, Sinaloa; NÖRTE es una banda de Rock Alternativo y Post-Rock conformada por: Ángel Behar (vocalista), Mariano Peimbert (guitarrista) y Jorge Hernández (baterista) que presentan su nuevo single titulado Luces, incluido en su nuevo EP llamado Todo Sentimiento es ya Memoria.

Aunque en los últimos tiempos las bandas emergentes de rock o sus derivados, no logran alcanzar la popularidad acostumbrada por el género en antaño, para NÖRTE no ha sido un impedimento, gracias a su propuesta musical diversificada que ha logrado cautivar a parte del público, aun en sus primeros pasos como músicos profesionales.

NÖRTE no se cataloga como una banda tradicional de rock pesado o rock suave, ni como una propuesta que anda vagando hasta encontrar la mezcla musical que buscan infinidad de grupos, todo lo contrario, gracias al ingenio de cada uno de los integrantes han logrado explorar una amplia gama de sonidos y guiños que podemos escuchar en bandas de alto calibre como The 1975, My Chemical Romance, Bring Me The Horizon, por citar algunas.

He tenido la fortuna de presenciar algunos de sus shows y vale la pena cada centavo invertido en su proyecto ya que ofrecen una conexión completa con la música, corazón y mente que puedes encontrar en cada una de sus canciones. Sean éstas de su EP No Somos los Mismos de Ayer y/o los nuevos singles para su próximo nuevo EP Todo Sentimiento es ya Memoria. Incluso me tocó verlos como abridores de una gran banda chilena de rock alternativo como lo es Fármacos en el Foro Bud Light de la Ciudad de México, que no es poca cosa.


Si estás buscando qué escuchar en estos días y te gusta diversificar un poco tu playlist, sin duda alguna NÖRTE es un buena opción con letras y melodías oscuras a través de synths, guitarras eléctricas y una voz que brinda al escucha un cúmulo de emociones que no puede dejar pasar por alto. Entre las más destacadas de sus composiciones encontramos: 1058, Rayo, 17, No Hay Futuro y su más reciente sencillo Luces, que es el segundo adelanto de su nuevo EP, una canción que marca una evolución en sonido de la agrupación sinaloense, además de que es una de las favoritas de los integrantes y que toca temas muy sensibles de conexión emocional entre seres perdidos, retomando la oscuridad que se les caracteriza en su lírica.

Recomiendo escuchar en bucle a esta banda emergente que estará dando de qué hablar en los próximos años y tampoco vayas a perder la oportunidad de ir a uno de sus shows porque te garantizo que encontrarás acordes que encenderán tu gusto por la música.

La paradoja de Fermi: ¿estamos solos en el universo?


El hype del fenómeno OVNI ha despertado de su letargo tras la desclasificación por parte del Pentágono de tres videos de objetos voladores no identificados realizando "fenómenos aéreos inexplicables". Si bien es cierto que dichas grabaciones no comprueban la existencia de vida extraterrestre, una parte de la comunidad científica ha reabierto el debate en torno a nuestra ubicación en el universo y las posibilidades de entrar en contacto con otras civilizaciones.

Conviene entonces revisitar la paradoja que el físico Enrico Fermi planteó hace 70 años en la búsqueda informal de señales de otros mundos. La respuesta de Fermi a su paradoja es que toda civilización avanzada en la galaxia, desarrolla con su tecnología el potencial de exterminarse tal y como percibía que estaba ocurriendo en su época. El hecho de no encontrar otras civilizaciones extraterrestres implicaba para él un trágico final para la humanidad.



Artículo originalmente escrito por Tim Urban. Traducción de Eva Millán.
Todo el mundo siente algo cuando está en un sitio desde el que se ven muy bien las estrellas en una noche especialmente estrellada y mira hacia arriba y ve esto.
Algunos prefieren lo tradicional y se sobrecogen por la belleza épica del universo o les impresiona su absurda escala. Yo, personalmente, me decanto por la clásica “crisis existencial y posterior comportamiento extraño durante la siguiente media hora”. Pero todo el mundo siente algo.
El físico Enrico Fermi también sintió algo: ”¿Dónde está todo el mundo?”.

Un cielo repleto de estrellas parece enorme... pero lo que vemos no es más que nuestro vecindario más próximo. En las mejores noches posibles podemos ver hasta 2.500 estrellas (aproximadamente una cienmillonésima parte de las estrellas de nuestra galaxia), y casi todas ellas están a menos de 1.000 años luz de nosotros (o un 1% del diámetro de la Vía Láctea). Así que a lo que realmente estamos mirando es a esto:
Cuando se enfrentan al tema de las estrellas y galaxias, una pregunta que atormenta a la mayoría de los humanos es: “¿Hay más vida inteligente ahí fuera?”. Veamos algunos números.
Hay tantas estrellas en nuestra galaxia (100.000 - 400.000 millones) como galaxias hay en el universo observable, aproximadamente, así que por cada estrella en la colosal Vía Láctea hay toda una galaxia ahí fuera. Si las sumamos todas llegamos al intervalo típicamente citado de entre 1022 y 1024 estrellas en total, lo que significa que por cada grano de arena en cada playa de la Tierra hay 10.000 estrellas ahí fuera.
El mundo científico no acaba de ponerse de acuerdo sobre qué porcentaje de esas estrellas son de “tipo solar” (similares al Sol en tamaño, temperatura y luminosidad): las opiniones suelen estar entre el 5% y el 20%. Quedándonos con el cálculo más conservador (5%), y el extremo más bajo del número total de estrellas (1022), nos da 500 trillones o 500 millones de billones de estrellas de tipo solar.
También hay un debate sobre qué porcentaje de esas estrellas de tipo solar podrían ser orbitadas por un planeta similar a la Tierra (uno con temperatura y condiciones similares que pudiese tener agua líquida y albergar potencialmente una vida similar a la de la Tierra). Algunos dicen que serían hasta el 50% de ellas, pero vamos a quedarnos con el más conservador 22% que se extrajo de un estudio reciente de la PNAS. Esto sugiere que hay un planeta potencialmente habitable como la Tierra orbitando alrededor de al menos un 1% del total de estrellas del universo —un total de 100 millones de billones de planetas parecidos a la Tierra.
Así que hay 100 planetas análogos a la Tierra por cada grano de arena del mundo. Piensa en ello la próxima vez que estés en la playa.
A partir de aquí no tenemos más remedio que entrar completamente en el terreno de la especulación. Imaginemos que después de millones y millones de años de existencia, un 1% de esos planetas parecidos a la Tierra desarrollan vida (si eso es verdad, cada grano de arena representaría un planeta con vida en él). E imagina que, en el 1% de esos planetas, la vida avanza hasta un nivel inteligente como lo hizo aquí en la Tierra. Esto significa que habría 10.000 billones de civilizaciones inteligentes en el universo observable.
Volviendo a nuestra galaxia y haciendo el mismo cálculo con la estimación más baja de estrellas en la Vía Láctea (100.000 millones), obtendríamos que hay mil millones de planetas análogos a la Tierra y 100.000 civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia.
El SETI (Search for Extraterrestial Intelligence, o Búsqueda de inteligencia extraterrestre) es una organización dedicada a prestar atención a las señales de vida inteligente. Si estamos en lo cierto y hay 100.000 civilizaciones inteligentes o más en nuestra galaxia, e incluso si solo una fracción de ellas está enviando ondas de radio o rayos láser u otros modos de intentar contactar con otros, ¿no debería la colección de satélites del SETI estar captando todo tipo de señales?
Pero no lo ha hecho. Ni una. Nunca.
¿Dónde está todo el mundo?
Y la cosa se vuelve aún más extraña. Nuestro sol es bastante joven comparado con la edad del universo. Hay estrellas mucho más viejas con planetas parecido a la Tierra mucho más viejos, lo que en teoría debería haber dado civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra. Por poner un ejemplo, vamos a comparar nuestra Tierra de 4.540 millones de años con un hipotético Planeta X de 8.000 millones de años de edad.


Si el Planeta X tiene una historia parecida a la de la Tierra, veamos en qué punto estaría su civilización a día de hoy (usamos como referencia el periodo naranja para mostrar lo enorme que es el periodo verde):


La tecnología y el conocimiento de una civilización tan solo 1.000 años por delante de nosotros nos resultarían tan chocantes como lo sería nuestro mundo para una persona medieval. Una civilización con un millón de años de adelanto con respecto a la nuestra sería tan incomprensible para nosotros como lo es nuestra cultura humana para los chimpancés. Y el Planeta X nos lleva 3.400 millones de años de ventaja...
Hay algo llamado Escala de Kardashov que nos ayuda a agrupar civilizaciones inteligentes en tres amplias categorías según la cantidad de energía que usan:
Una Civilización Tipo I tiene la habilidad de usar toda la energía de su planeta. Nosotros no llegamos a ser un Tipo I del todo, pero nos quedamos cerca (Carl Sagan creó una fórmula para esta escala que nos sitúa en una civilización Tipo 0,7).
Una Civilización Tipo II puede aprovechar toda la energía de su estrella anfitriona. Nuestros débiles cerebros apenas pueden imaginar cómo se podría hacer esto, pero lo hemos intentado lo mejor que hemos podido, imaginando cosas como la esfera de Dyson.


Una Civilización Tipo III arrasa a las otras dos, accediendo a un poder comparable al de toda la galaxia de la Vía Láctea.
Si este nivel de avance parece difícil de creer, recuerda el Planeta X de antes y sus 3.400 millones de años de desarrollo de ventaja. Si una civilización del Planeta X fuera parecida a la nuestra y hubiera sido capaz de sobrevivir hasta llegar al nivel del Tipo III, lo natural es que probablemente ya hubiera dominado el viaje interestelar, incluso podría haber colonizado toda la galaxia.
Otra hipótesis de cómo podría producirse la colonización galáctica sería creando maquinaria que pueda viajar a otros planetas, pasarse unos 500 años autorreplicándose usando las materias primas del nuevo planeta y después mandar dos réplicas a hacer lo mismo. Incluso sin viajar a una velocidad que no se acerque ni a la de la luz, este proceso colonizaría toda la galaxia en 3,75 millones de años, un relativo abrir y cerrar de ojos cuando hablamos de una escala de miles de millones de años:


Fuente: Scientific American, “Where Are They”
Siguiendo con la especulación, si un 1% de la vida inteligente sobrevive el tiempo suficiente como para llegar a ser una civilización Tipo III colonizadora de galaxias, nuestros cálculos de antes sugieren que debería haber al menos 1.000 civilizaciones Tipo III solo en nuestra galaxia —y teniendo en cuenta el poder de tal civilización, lo más probable es que su presencia fuera bastante notoria. Y, aun así, no vemos nada, no oímos nada y no nos visita nadie.





Bienvenido a la paradoja de Fermi.
No tenemos respuesta para la paradoja de Fermi —como mucho podemos ofrecer “posibles explicaciones”. Y si preguntas a diez científicos distintos cuál creen que es la correcta, te darán diez respuestas distintas. ¿Recuerdas cuando los humanos del pasado debatían sobre si la Tierra era redonda o si el Sol giraba alrededor de la Tierra o pensaban que ese rayo había caído por Zeus, y ahora nos resultan tan primitivos y desinformados? Pues así es cómo estamos nosotros con este tema.
Para echarle un vistazo a algunas de las explicaciones posibles de la paradoja de Fermi más debatidas, vamos a dividirlas en dos amplias categorías —aquellas explicaciones que entienden que si no hay ningún indicio de las civilizaciones de Tipo II y Tipo III es porque no existe ninguna de ellas ahí fuera, y aquellas otras que asumen que sí que están ahí fuera, pero no estamos viendo ni oyendo nada de ellas por otras razones:

Grupo 1 de explicaciones: no hay indicios de civilizaciones superiores (Tipo II y III) porque no existen civilizaciones superiores.

Aquellos que suscriben las explicaciones del Grupo 1 señalan algo llamado el problema de la no exclusividad, que rechaza cualquier teoría que diga “hay civilizaciones superiores, pero ninguna de ellas ha establecido ningún tipo de contacto con nosotros porque todas _______”. La gente del Grupo 1 se fija en los cálculos que dicen que debería haber tantos miles (o millones) de civilizaciones superiores que al menos una de ellas debería ser la excepción a la regla. Incluso si esa teoría afectara al 99,99% de las civilizaciones, el otro 0,01% se comportaría de forma distinta y seríamos conscientes de su existencia.
Por tanto, dicen las explicaciones del Grupo 1, debe ser que no existen civilizaciones súper avanzadas. Y como los cálculos sugieren que hay miles de ellas tan solo en nuestra galaxia, algo más debe de estar pasando.
Ese algo más se llama El Gran Filtro.
La teoría del Gran Filtro dice que, en algún punto desde la pre-vida hasta la inteligencia Tipo III, hay un muro contra el que todos o casi todos los intentos de vida chocan. Hay alguna etapa del largo proceso evolutivo que es extremadamente improbable o imposible que la vida supere. Esa etapa es el Gran Filtro.





Si esta teoría es cierta, la gran pregunta es ¿en qué punto de la línea temporal ocurre el Gran Filtro?.
Resulta que, cuando estamos hablando del destino de la humanidad, esta pregunta es muy importante. Dependiendo de dónde ocurra el Gran Filtro, nos deja tres realidades posibles: somos excepcionales, somos los primeros, o estamos jodidos.
1. Somos excepcionales (el Gran Filtro está detrás de nosotros)
Una esperanza que tenemos es que el Gran Filtro esté detrás de nosotros —hemos conseguido superarlo, lo que significaría que es extremadamente inusual que la vida llegue a nuestro nivel de inteligencia. El diagrama de abajo muestra solo a dos especies consiguiendo pasarlo, y nosotros somos una de ellas.


Este escenario explicaría por qué no hay civilizaciones Tipo III… pero también significaría que nosotros podríamos ser una de las pocas excepciones ahora que hemos conseguido llegar tan lejos. Significaría que hay esperanza. Superficialmente, esto suena un poco a la gente de hace 500 años sugiriendo que la Tierra es el centro del universo —implica que somos especiales. Sin embargo, algo que los científicos llaman “sesgo antrópico” sugiere que cualquiera que se plantee su propia rareza forma parte inherentemente de un “caso de éxito” de la vida inteligente -y ya sean realmente inusuales o bastante comunes, los pensamientos que se plantean y las conclusiones que sacan serán idénticos. Esto nos obliga a admitir que ser especiales es, al menos, una posibilidad.
Y, si somos especiales, ¿exactamente cuándo nos convertimos en especiales? —esto es, ¿qué paso superamos en el que casi todos los demás se quedan atascados?
Una posibilidad: el Gran Filtro podría estar muy al principio —podría ser increíblemente inusual que la vida comenzase en absoluto. Esta es una candidata porque hicieron falta unos mil millones de años de existencia de la Tierra para que finalmente ocurriera, y porque hemos intentado minuciosamente replicar tal acontecimiento en laboratorios y nunca hemos podido hacerlo. Si este es efectivamente el Gran Filtro, significaría que no solo no hay vida inteligente ahí fuera, sino que puede que no haya ningún otro tipo de vida.
Otra posibilidad: el Gran Filtro podría ser el salto de la simple célula procariota a la compleja célula eucariota. Después de que las procariotas nacieran, se quedaron tal cual durante casi dos mil millones de años antes de dar el salto evolutivo de ser complejas y tener un núcleo. Si este es el Gran Filtro, significaría que el universo está repleto de células procariotas simples y casi nada más allá de eso.
Hay varias posibilidades más —algunos llegan a pensar que el salto más reciente que hemos dado hasta nuestra inteligencia actual es un candidato para ser el Gran Filtro. Aunque el paso de vida semi-inteligente (chimpancés) a vida inteligente (humanos) no parece a primera vista un salto milagroso, Steven Pinker rechaza la idea de un “ascenso” inevitable de la evolución: “Ya que la evolución no aspira a una meta sino que simplemente ocurre, usa la adaptación más útil para un nicho ecológico dado, y el hecho de que, en la Tierra, esto haya conducido a la vida inteligente solo una vez hasta el momento puede sugerir que este resultado de la evolución natural es infrecuente y por lo tanto de ningún modo es un desarrollo indiscutible de la evolución de un árbol de la vida”.
La mayoría de los saltos no reúnen los requisitos para ser un candidato a Gran Filtro. Cualquier Gran Filtro tiene que ser un tipo de cosa entre un millón en la que una o más ocurrencias totalmente anormales tienen que ocurrir para facilitar una excepción absurda —por eso, algo como el paso de vida unicelular a pluricelular está descartado, porque ha ocurrido hasta 46 veces, en incidentes aislados, tan solo en nuestro planeta. Por la misma razón, en caso de encontrarnos una célula eucariota fosilizada en Marte, se descartaría el salto de más arriba de “célula simple a compleja” como posible Gran Filtro (así como cualquier cosa anterior a ese punto en la cadena evolutiva) —porque si ha ocurrido tanto en la Tierra como en Marte, casi con toda seguridad no se trata de una ocurrencia anómala de las de una-entre-un-millón.
Si en efecto somos excepcionales, podría ser por un acontecimiento biológico accidental, pero también podría atribuirse a lo que llamamos la Hipótesis de la Tierra Especial, que sugiere que, aunque puede que haya muchos planetas parecidos a la Tierra, las condiciones particulares de la Tierra —ya estén relacionadas con las particularidades de este sistema solar, su relación con la luna (una luna tan grande es inusual para un planeta tan pequeño y contribuye a nuestra meteorología y condiciones oceánicas particulares), o algo del propio planeta —son excepcionalmente acogedoras para la vida.
2. Somos los primeros



Para los Pensadores del Grupo 1, si el Gran Filtro no se encuentra detrás de nosotros, la única esperanza que nos queda es que las condiciones del universo estén desde hace poco, por primera vez desde el Big Bang, llegando a un punto que permitiría desarrollar vida inteligente. En ese caso, nosotros, junto con muchas otras especies, podríamos estar dirigiéndonos a la súper inteligencia, y simplemente no habría ocurrido todavía. Estaríamos aquí justo en el momento adecuado para llegar a ser una de las primeras civilizaciones súper inteligentes.
Un ejemplo de fenómeno que podría hacer esto realista es el predominio de brotes de rayos gamma, explosiones increíblemente grandes que hemos observado en galaxias lejanas. De la misma manera que la Tierra primigenia tardó unos cientos de millones de años antes de que amainaran los asteroides y los volcanes y la vida fuera posible, podría ser que el primer trozo de la existencia del universo estuviera lleno de acontecimientos catastróficos como los brotes de rayos gamma que incinerasen todo alrededor de vez en cuando e impidiesen que la vida se desarrollase más allá de una cierta fase. Tal vez ahora nos encontramos en un cambio de fase astrobiológica y esta es la primera vez que una forma de vida ha podido evolucionar tanto tiempo ininterrumpidamente.
3. Estamos jodidos (el Gran Filtro está por delante de nosotros)



Si no somos ni excepcionales ni precoces, los pensadores del Grupo 1 concluyen que el Gran Filtro debe estar en nuestro futuro. Esto sugeriría que la vida evoluciona periódicamente hasta donde estamos nosotros, pero que algo impide a la vida avanzar más allá y alcanzar una inteligencia superior en casi todos los casos —y es poco probable que nosotros seamos una excepción.
Un Gran Filtro futuro posible es un suceso natural catastrófico que ocurra periódicamente, como los brotes de rayos gamma que mencionamos antes, solo que desafortunadamente aún no han acabado y es solo cuestión de tiempo antes de que toda la vida de la Tierra sea aniquilada por uno de ellos. Otro candidato es la posible fatalidad de que casi todas las civilizaciones acaben autodestruyéndose una vez que alcanzan un cierto nivel de tecnología.
Esto es por lo que el filósofo de la Universidad de Oxford Nick Bostrom dice que “el que no haya noticias es una buena noticia”. El descubrimiento de incluso vida sencilla en Marte sería devastador, porque eliminaría una gran cantidad de potenciales Grandes Filtros detrás de nosotros. Y si encontrásemos vida compleja fosilizada en Marte, Bostrom dice que “sería de lejos la peor noticia jamás impresa en la portada de un periódico”, porque significaría que el Gran Filtro estaría casi definitivamente por delante de nosotros —condenando a la larga a la especie. Bostrom cree que cuando se trata de la paradoja de Fermi, “el silencio del cielo nocturno vale oro”.

Grupo 2 de explicaciones: las civilizaciones inteligentes Tipo II y III están ahí fuera -y hay razones lógicas por las que podríamos no saber de ellas.

Las explicaciones del Grupo 2 eliminan cualquier noción de que somos excepcionales o los primeros de nada —por el contrario, creen en el principio de mediocridad, cuyo punto de partida es que nuestra galaxia, sistema solar, planeta o nivel de inteligencia no tienen nada de inusual ni de excepcional hasta que se demuestre lo contrario. También son mucho menos proclives a asumir que la falta de pruebas de seres de inteligencia superior sea una prueba de su no existencia —haciendo hincapié en el hecho de que nuestra búsqueda de señales se extiende solo hasta unos 100 años luz de lejos de nosotros (0,1% de la galaxia) y sugiriendo una serie de posibles explicaciones. He aquí diez:
Posibilidad 1) La vida súper inteligente bien podría haber visitado ya la Tierra, pero antes de que estuviésemos aquí. En el gran contexto del universo, los seres humanos conscientes solo han estado presentes unos 50.000 años, un segundillo. Si hubo contacto antes de eso, podría haber hecho flipar a unos patos que habrían salido corriendo hacia el agua y ya. Además, la historia escrita solo se remonta 5.500 años —un grupo de cazadores-recolectores podría haber experimentado una movida muy loca con aliens, pero no tenían ninguna forma de contárselo a nadie del futuro.
Posibilidad 2) La galaxia ya ha sido colonizada, pero resulta que vivimos en una zona rural y desierta de la galaxia. Los europeos podrían haber colonizado las Américas mucho antes de que nadie en una pequeña tribu inuit en el extremo norte de Canadá se hubiera enterado de lo que había pasado. Podría haber un elemento de urbanización en los asentamientos interestelares de las especies superiores, en que todos los sistemas solares cercanos son colonizados y comunicados entre sí, pero no sería práctico ni tendría sentido que nadie se dedicara a venir aquí a una parte remota de la espiral en la que vivimos.
Posibilidad 3) Todo el concepto de colonización física le resulta un concepto delirantemente atrasado a las especies más avanzadas. ¿Recuerdas la imagen de la civilización Tipo II de antes con la esfera sobre su estrella? Con toda esa energía, podrían haber creado el medio ambiente perfecto para sí mismos que satisficiera todas sus necesidades. Podrían tener formas demencialmente avanzadas de reducir su necesidad de recursos y ningún interés por dejar su feliz utopía para explorar el frío, vacío y subdesarrollado universo.
Una civilización aún más avanzada podría considerar todo el mundo físico como un lugar terriblemente primitivo, habiendo conquistado ya hace tiempo su propia biología y cargado sus cerebros en un paraíso de vida eterna en la realidad virtual. La vida en el mundo físico de la biología, mortalidad, deseos y necesidades podría ser para ellos como vemos nosotros a las especies oceánicas primitivas que viven en el mar gélido y oscuro. Para tu información, pensar en otra especie que haya dominado la mortalidad me hace sentir envidia y tristeza.
Posibilidad 4) Hay civilizaciones depredadoras aterradoras ahí fuera y la mayor parte de la vida inteligente sabe que es mejor no emitir señales al exterior y anunciar su ubicación. Este es un concepto desagradable y ayudaría a explicar la falta de señales recibidas por los satélites del SETI. También quiere decir que nosotros podríamos ser los novatos súper ingenuos que están siendo increíblemente estúpidos y arriesgados al transmitir señales al exterior. Hay un debate ahora mismo sobre si deberíamos participar en METI (Messaging to Extraterrestrial Intelligence —lo contrario del SETI) o no, y la mayoría dice que no deberíamos. Stephen Hawking advierte de que “si los alienígenas nos visitasen, las consecuencias serían como cuando Colón llegó a América, lo que no salió muy bien para los nativos americanos”. Incluso Carl Sagan (un partidario por lo general de que cualquier civilización lo suficientemente avanzada para el viaje interestelar sería altruista, no hostil) llamó a la práctica de METI “profundamente imprudente e inmadura”, y recomendó que “los chicos más nuevos en un cosmos extraño e incierto deberían escuchar en silencio durante mucho tiempo, aprendiendo pacientemente sobre el universo y comparando apuntes, antes de gritarle a una jungla desconocida que no entendemos”. Miedo.
Posibilidad 5) Solo hay un caso de vida con inteligencia superior -una civilización “super depredadora” (como lo son los humanos aquí en la Tierra)- que está mucho más avanzada que todas las demás y se mantiene en esa posición exterminando cualquier civilización inteligente una vez pasan un cierto nivel. Esto sería una mierda. Podría ser así: exterminar a todas las inteligencias emergentes es un uso ineficiente de recursos, seguramente porque la mayoría se extinguen solas. Pero pasado un cierto punto, los súper seres mueven ficha —porque para ellos, una especie inteligente emergente se vuelve como un virus una vez empieza a crecer y expandirse. Esta teoría sugiere que el que fuera el primero de la galaxia en alcanzar la inteligencia ganó, y ahora nadie más tiene ninguna posibilidad. Esto explicaría la falta de actividad ahí fuera porque el número de civilizaciones súper inteligentes sería solo una.
Posibilidad 6) Hay un montón de actividad y ruido ahí fuera, pero nuestra tecnología es demasiado primitiva y estamos prestando atención a las cosas equivocadas. Como si entrases en un edificio de oficinas moderno, encendieses un walkie-talkie, y cuando no escuchases ninguna actividad (que por supuesto no escucharías porque todo el mundo está hablando por WhatsApp, no usando walkie-talkies), concluyeras que el edificio debe de estar vacío. O tal vez, como ha señalado Carl Sagan, podría ser que nuestras mentes funcionan exponencialmente más rápido o más despacio que otra forma de inteligencia exterior —por ejemplo, ellos tardan 12 años en decir “Hola”, y cuando oímos esa comunicación, nos suena a ruido.
Posibilidad 7) Estamos contactando con otra vida inteligente, pero el gobierno lo oculta. Cuanto más leo sobre el tema, más me parece una teoría estúpida, pero tenía que mencionarla porque se habla mucho de ella.
Posibilidad 8) Las civilizaciones superiores son conscientes de nuestra existencia y nos están observando (también conocida como “la hipótesis del zoológico”). Por lo que sabemos, las civilizaciones súper inteligentes existen en una galaxia firmemente regulada, y a nuestra Tierra la tratan como parte de un enorme parque natural protegido, con una política estricta de “se mira, pero no se toca” para planetas como el nuestro. Nosotros no los percibiríamos, porque si una especie mucho más lista quisiera observarnos, sabría hacerlo fácilmente sin que nosotros nos diéramos cuenta. A lo mejor hay una regla parecida a la “Primera Directiva” de Star Trek, que prohíbe a los seres súper inteligentes establecer ningún contacto abierto con especies inferiores como nosotros o mostrarse de ningún modo hasta que la especie inferior haya alcanzado cierto nivel de inteligencia.
Posibilidad 9) Las civilizaciones superiores están aquí, a nuestro alrededor. Pero somos demasiado primitivos como para percibirlas. Michio Kaku lo resume así:
Digamos que hay un hormiguero en medio del bosque. Y justo al lado del hormiguero construyen una súperautopista de diez carriles. Y la pregunta es “¿Serían las hormigas capaces de entender qué es una superautopista de diez carriles? ¿Serían capaces las hormigas de entender la tecnología y las intenciones de los seres que construyen la autopista a su lado?”.
Así que no es que no podamos recibir las señales del Planeta X usando nuestra tecnología, es que ni siquiera podemos comprender qué son los seres del Planeta X o lo que intentan hacer. Está tan por encima de nosotros que incluso si realmente hubieran querido explicárnoslo, sería como intentar enseñarle a las hormigas qué es internet.
Así mismo, esto podría responder también a “Bueno, si hay tantas sofisticadas civilizaciones Tipo III, ¿por qué no han contactado con nosotros todavía?”. Para responder a eso, preguntémonos —cuando Pizarro se adentró en Perú, ¿se paró un momento en un hormiguero a intentar comunicarse? ¿Fue magnánimo, intentando ayudar a las hormigas del hormiguero? ¿Se volvió hostil y frenó su misión original para ponerse a destrozar el hormiguero? ¿O fue el hormiguero completamente irrelevante para Pizarro? Esa podría ser nuestra situación.
Situación 10) Estamos completamente equivocados con respecto a nuestra realidad. Hay muchas maneras de las que podríamos simplemente estar totalmente equivocados en todo lo que pensamos. El universo podría parecer de una forma y ser cualquier otra cosa completamente diferente, como un holograma. O a lo mejor nosotros somos los alienígenas y nos han plantado aquí como un experimento o como una forma de fertilizante. Incluso existe la posibilidad de que todos formemos parte de una simulación por ordenador de algún investigador de otro mundo, y que otras formas de vida simplemente no hubieran sido programadas en la simulación.

Mientras nuestra posiblemente inútil búsqueda de inteligencia extraterrestre continúa, no estoy del todo seguro de mi postura. Francamente, descubrir tanto que estamos oficialmente solos en el universo como oficialmente acompañados por otros sería escalofriante, lo que es común a todas las tramas surrealistas listadas anteriormente —sea cual sea realmente la verdad, es alucinante.
Más allá de su sorprendente componente de ciencia ficción, la paradoja de Fermi también me deja un profundo sentimiento de humildad. No solo la típica humildad de “oh, sí, soy microscópico y mi existencia dura tres segundos” que siempre despierta el universo. La paradoja de Fermi revela una humildad más afilada y personal, una que solo puede darse tras pasarte horas de investigación, escuchando a los científicos más reconocidos de tu especie presentar teorías demenciales, cambiar de opinión una y otra vez y contradecirse violentamente unos a otros —recordándonos que las generaciones futuras nos verán igual que vemos nosotros a los antiguos que estaban seguros de que las estrellas eran la cara inferior de la bóveda del cielo, y pensarán “madre mía, realmente no tenían ni idea de lo que ocurría”.
Para agravar la situación, está el golpe a la autoestima de nuestra especie que conlleva toda esta charla de civilizaciones Tipo II y III. Aquí en la Tierra somos los reyes de nuestro pequeño mundo, orgullosos de reinar sobre el enorme grupo de imbéciles con los que compartimos planeta. Y en esta burbuja sin competencia y sin nadie que nos juzgue, es poco frecuente que nos enfrentemos al concepto de ser una especie dramáticamente inferior a nadie. Pero después de pasar mucho tiempo con las Civilizaciones Tipo II y III, nuestro poder y orgullo parece un poco como de David Brent.
Dicho esto, dado que mi perspectiva habitual es la de que la humanidad es una huérfana solitaria en una roca minúscula en medio de un universo desierto, la lección de humildad de que probablemente no seamos tan listos como creemos y la posibilidad de que mucho sobre lo que estamos seguros pueda estar equivocado, suena maravilloso. Deja la puerta abierta, aunque solo sea una rendija, a que tal vez, solo tal vez, puede que haya algo más de lo que nos damos cuenta.
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