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Amor(es) en Norma

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |

Clasificar el álbum en un solo género podría significar la reducción al absurdo de un contenido basto de 36 minutos. Norma, el quinto álbum de la artista homónima,  Norma Monserrat Bustamante Laferte -que todos conocemos como Mon Laferte- resulta en una de esas experimentaciones discográficas que se agradecen y vienen como un viento fresco de vez en cuando. Lanzado en noviembre de 2018 por Universal Music, consta de 10 canciones tan variadas en ritmos como para intercalar un bolero con un mambo o hasta una cumbia; la línea conceptual es clara desde los primeros versos, el amor.

A veces trágico, otras veces con un toque pasional y humorístico; la extensión del concepto del amor se hace tierno con cada canción que de forma desordenada, describen las etapas del enamoramiento, dejando entrever una historia que a propósito o no, hace del disco un conjunto de perspectivas bastante reales de las dudas más comunes al estar enamorado. Pero creo que para disfrutar del disco por completo, hay que organizarlo en tres etapas: atracción, inseguridades y despedidas.

La primera parte -la más rítmica- la conforman Ronroneo, El beso, Caderas blancas y No te me quites de acá. Su contenido es directo, dos personas que coquetean y comparten entre ellos un sabor a frutas secas y la sensación de peces en la boca -como diría el cíclope de Cortázar. En estas cuatro canciones encontraremos el sonido de percusiones constantes y varías líneas de instrumentos de viento acompañando la melodía que muchas veces será dirigida por la voz de Mon Laferte, dando un efecto maravilloso de inmersión acústica como si en verdad estuviéramos viviendo lo que estos dos amantes musicales se dicen al estar frente a frente, tanto la letra como los sonidos dulces afianzan esa sensación.

La segunda parte con Quédate esta noche, El mambo y ¿Por qué me fui a enamorar de ti?, habla de las dudas que vienen con el tiempo, no solo de las personas por sí solas, si no de la relación en sí, tomando entre sonidos más cálidos y ritmos más sencillos -a excepción de El mambo- tópicos como los celos, la infidelidad y el crecimiento que una persona espera tener dentro de una relación. Para ser específicos, Quédate esta noche, es la canción que a mí opinión, logra desatar más sensibilidad al escuchar a detenimiento la letra, y sobre todo, prestar atención a el cómo los instrumentos acompañan cada frase como una orquesta. Desde cuerdas hasta percusiones, voces y bajos, claros y oscuros coinciden en la súplica de un ser que reconoce en la otra persona, la única seguridad de su deseo. Quédate conmigo, por favor.

La última parte, y también la más triste, abarca Cumbia para olvidar, Funeral y Si alguna vez. En ese orden, todo parece degradarse, como si estuviéramos a punto de despertar de un sueño, pues incluso en la cumbia, podemos notar sonidos más graves y hasta obstruidos de la batería y de los instrumentos de viento. Las letras también denotan este sentimiento apagado, sobre todo Funeral, que como su nombre apunta, deja ver el final de la relación presos de la monotonía y el hartazgo. Una vez más, a mí opinión, siento que el disco podría dejarlo de escuchar ahí mismo, dejar en nuestra boca el sabor amargo pero suave de un adiós advertido por el agotamiento; afortunadamente para la gente que le gustan los finales felices, Si alguna vez funciona como esa promesa que se dan dos amantes al saber que lo mejor es partir, con brillos musicales bailando entre un bolero y una bachata, notas más altas pero con la calidez que una despedida requiere.

Norma, como dije, es una experimentación de ritmos que a veces no terminan de ser y ese aspecto que en otros discos podrían ser reprochables, este lo sabe aprovechar para tejer un muy buen álbum conceptual al que lo único que se le podría reclamar, es la duración.

Rosa Venus: pequeñas miradas para grandes vacíos

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


Imaginemos por un instante que estamos incrustados en un cuento de José Emilio Pacheco. Es sábado por la tarde, tras una semana abrumadora de experiencias pandémicas, descansamos bajo el techo de nuestra habitación preparándonos para dormir; sea porque nuestra ansiedad nos grita al oído o porque padecemos un episodio de insomnio, nos quedamos despiertos en el silencio, pensando en mucho de lo que no hicimos antes. Si este tipo de arrepentimientos y cuestionamientos misceláneos tuvieran un soundtrack, estoy seguro que para muchas de las personas nacidas entre 1980 y el 2000 en México, al menos una canción de Fobia estaría ahí.

Rosa Venus de Fobia es un disco que refleja mucho de lo que podríamos pensar en estos episodios de insomnio. Lanzado en abril de 2005 por Sony BMG y producido por Gordon Raphael, productor de otras bandas de rock como The Strokes y Sol Flamingo -de los cuales prometo reseñar algo de su trabajo-, fue el  regreso de la banda tras su breve separación en 1997. Siendo su quinto disco, podemos notar letras mucho más profundas e incluso, acordes y tónicas mucho más claras que en sus primeros trabajos discográficos como en Mundo Feliz de 1993, donde las canciones eran más irreverentes e inconexas.

Dentro de las primeras canciones que abren el disco; Rosa Venus, 200 sábados y No eres yo, podemos encontrar una carta general del qué podremos encontrar en el resto del álbum, teniendo pocas variaciones de ritmos o temáticas entre cada canción, pero aunque pueda sonar cansado, es esta peculiar continuidad involuntaria la que llena de interés a la persona que escuche el disco. La razón parece ser que la mayoría del disco fue compuesto por Francisco Huidobro, y podemos notar esa parte expresiva y tan característica que en otras ocasiones nos habían presentado canciones como Más caliente que el sol, parte del soundtrack de Matando cabos en 2004.

Guitarras eléctricas, golpes constantes a la caja de la batería, sintetizadores como línea melódica base y rasgueos rápidos con el bajo forman parte de la composición general, dando una primera impresión de ser un álbum de rock, jugando a veces con ritmos del pop entre los puentes de estrofa a estrofa.

Rosa Venus es uno de los trabajos más reconocidos de la banda y uno al que le tengo un especial afecto, pues canciones como Muy maniaco de mi parte, o incluso Hoy tengo miedo, pueden adaptarse a mucho de lo que como adolescentes -quizás hasta adultos- vivimos de forma cotidiana, lo que hace que cuando uno se detiene a escuchar las letras, pueda identificarse y hasta sentir nostalgia de algo que nunca nos pasó -efecto parecido a leer un cuento de Pacheco-. Sin duda, un álbum de pequeñas miradas para grandes vacíos cuando no podemos dormir.

New York, New York, ¿esto es todo?: The Strokes y el hastío por la vida (pos)moderna

Por Jorge Augusto Pérez Peña


Es probable que todos los fanáticos de The Strokes hayan dicho, o por lo menos hayan escuchado decir alguna vez, que Julian Casablancas canta “con hueva”. Claro que canta con pereza y hartazgo, es parte del discurso estético en la música de The Strokes. Si traducimos al español el título de su ópera prima, Is this It? producida por Gordon Raphael, y lanzada por primera vez el 30 de Julio de 2001 en Australia, nos encontraremos con una pregunta que quizá nos hemos planteado muchas veces respecto a la vida en general: ¿Esto es todo?

Tal pregunta transmite decepción, insatisfacción, desilusión, y esa casi nihilista inconformidad del punk rock; “esplín e ideal”, como diría Baudelaire; pero al mismo tiempo, esa pregunta transmite una energía que crispa los puños y encuentra en su insatisfacción el combustible para moverse y buscar “algo más”; lo que sea, o a quien sea.

 “Sexo, drogas, y rock and roll”, ya no significa más que un eslogan, y los productos que se venden con esa frase resultan cada vez más insulsos y superficiales. Entonces hay que inventar ideales nuevos; pero que no nos sorprenda el hecho de que en el proceso vamos a inventar y a desechar muchas cosas que no significan absolutamente nada. Por más que nos gustaría pensar que sí. Esa es la era (pos)moderna, un desierto lleno de individuos sedientos de vida, que se llevan más de un pinchazo bebiendo de un cactus en el que creyeron haber encontrado un oasis.

¿Será el hedonismo del promiscuo la respuesta a nuestra insatisfacción existencial? De acuerdo con la letra de Last Nite, ni de broma. Lejos de conseguir una experiencia orgásmica en el sexo casual, obtenemos de esa actividad (estereotípica, hay que decirlo), la sensación de una soledad renovada, una inigualable sensación de ser excluidos por el otro. El sexo es algo que se hace siempre completamente a solas. "Oh, it turn' me off when I feel left out". O como dice Jean Jacques Lacan, “no hay relación sexual”.

Cabe destacar la sutileza con la que Casablancas habla de sexo en sus letras. Mientras que al hablar de la urbe hiperdesarrollada que es Nueva York, consigue elaborar representaciones líricas que definitivamente son herencia de la poesía de Allen Ginsberg, un autor que influenció profundamente a otro de los ídolos de Julian: Lou Reed.

El contexto suburbano y clasemediario, donde sujetos cada vez más individualistas, trabajan día y noche para pagar impuestos a sus gobiernos y abrirse a codazos un lugar en el mundo que les haga sentir poseedores de lo que sea que llamen éxito (una profesión, un matrimonio perfecto con hijos, bienes inmobiliarios, o todas las anteriores), es el eje central de Is this It? Es por eso que Julian Casablancas canta como si no quisiera. Porque busca transmitir que el mundo entero se parece cada vez más a la película más aburrida, monótona y predecible que se haya hecho en Hollywood; escrita por años de repetición de costumbres vacuas, y protagonizada por actores que no encuentran más motivación para desarrollar el papel que arbitrariamente les otorga la sociedad.

Incluso las leves variaciones en los acordes provenientes de los guitarrazos frenéticos de Albert Hammond Jr. y Nick Valensi, son parte del discurso estético en la música de The Strokes. Entre un acorde y otro, hay cambios apenas perceptibles, marcados, no obstante por un ritmo veloz, justo como el acelerado ritmo de la vida moderna mantiene en un frenetismo neurótico a individuos en cuyas vidas no cambia absolutamente nada, por más que no dejen de estar en movimiento.

Dan ganas de simplemente detenerse y darse un respiro. Imposible, a lo largo de casi 40 minutos, Is this It, explora diferentes aristas de la era moderna sin parar un solo instante, como hacían los Ramones en su música. The modern age, es una canción con un solo de guitarra que suena casi campirano, como el buen country, proveniente de esos pueblitos a los que uno escapa para olvidar las urbes. Up on a hill, here’s where we begin, this little story a long time ago”. Vivir siempre a tiempo, y permanecer solo un momento. ¿Esto es todo? Lamentablemente sí, y lo tomas o lo dejas. Take It or leave It.

¿Qué tal esa letra devastadora en Trying your luck? Zygmunt Bauman necesitó páginas enteras que arrullan y duermen para decir algo que The Strokes encapsuló en una canción punk que rompe el corazón mejor que cualquier adiós de romance escolar. The signals don’t seem right, It lasts for just one night”. Al respecto del amor romántico, en Alone Together, Casablancas habla de una tal Lisa que pone a un hombre de rodillas, y luego pecho tierra, porque el amor nos enseña primero a ser serviles, y después a protegernos de quienes amamos. Un buen letrista del rock, es algo así como un poeta posmoderno.

En un mundo así de frenético y vacío, no es raro que extrañemos los buenos viejos días, como se nos dice en Someday. Y en efecto, algún día, lamentablemente, desearemos estar en este momento, que se nos escapa antes de poder siquiera ponerle un nombre. En medio de todas estas cosas que no son nada, ¿quiénes somos? ¿tenemos tiempo para buscar la respuesta? Para cuando la encontremos, probablemente ya no va a importar.

En Hard to explain, Casablancas expresa una brecha ideológica y generacional entre la modernidad y la posmodernidad. “I watch the TV, forget what I'm told, well, I am too young, and they are too old”. La gente ya no cree en las cosas que creía gracias a la televisión, pero sabe que ante la sociedad tiene que hacer “como si sí”, como dice Slavoj Zizek.

Entonces la juventud sabe que la verdad es falsa, solo que no ha inventado una nueva y propia; pero ya se encuentra en ese tortuoso y accidentado, no obstante divertidísimo, proceso.

En Soma, desde el título tenemos una referencia a uno de los más relevantes críticos de la modernidad, Aldous Huxley, quien en su obra Un mundo feliz, habla de un mundo distópico en el que debería darnos vergüenza habernos convertido. Soma tiene de las mejores letras en el álbum. “Soma is what they would take when hard times opened their eyes, saw pain in a new way”. En efecto, algunos simplemente no debieron haber salido de la caverna de Platón. “Racing against sun beams, losing against their dreams”. Y es que ciertamente, el ideal de supuesto progreso nos convierte en un motor sobrerrevolucionado colocado en un automóvil que no es capaz de trasladarse a ningún lugar.

The Strokes logró entregar al mundo con su Is this It, una verdadera pieza artística llena de rock and roll; pero no escapa a la posmodernidad en la cual está inscrita; la ironía en algunas de sus letras, revela que Casablancas, en el fondo no se toma en serio el drama que plantea en el álbum debut de la banda, y eso sería un error, solo si no fuera a propósito.

En la letra de Barely legal, prácticamente escuchamos anécdotas de un adolescente un tanto perdedor al que las cosas simplemente nunca le salen como esperaba. “I should have worked much harder, I should have just not bothered”. Y es que a veces lo damos todo, por algo que no vale nada. “I wanna steal your innocence, to me my life It just don’t make any sense”. Un puberto que solo piensa en perder su virginidad y al mismo tiempo no es capaz de encontrar un sentido para su existencia, adolescencia pura, pura poesía, con un poco de humor a la American Pie.”I just want to turn you down, I just want to turn you around, oh you ain't never had nothing I wanted, but I want It all”. Casi puedo escuchar a un Casablancas de 16 años.

Quizá la mayor prueba del sentido del humor del que es capaz Julian Casablancas, está en la letra de New York City cops. Canción en la que dice que los policías no son muy listos, y que tuvieron que retirar del álbum por el atentado contra las torres gemelas. La letra de esta canción, sin embargo, no ataca a la policía de Nueva York, los policías a los que se refiere Julian, son esas personas que siguen arbitrariamente las normas sin cuestionarlas, y que por ende, se convierten en sus más acérrimos defensores. “Studied all the rules and didn't want no part”. Esas reglas son tomadas por normales, pero para Casablancas, y muchos jóvenes posmodernos, son motivo de burla, ahí radica su genialidad. Que la sociedad estadounidense haya tomado el sentido literal de esta canción es tan solo parte del chiste.

Para concluir, The Strokes en suma hace una sátira a las cosas de la vida moderna que supuestamente importan: el amor, las preocupaciones de un adolescente, no tener dinero, buscar un sentido a la existencia, y demás cosas que son casi un cliché. Pero lo hacen con una sana distancia irónica, con cinismo incluso, por lo tanto su arte es posmoderno, es un examen acerca de sí mismos, de su propia época decadente y sin sentido. Is this It, es acerca de esta era tan vacía. La vida (pos)moderna es un chiste del que puede uno reírse, o una tragedia por la cual lamentarse. La tomas o la dejas.

In Rainbows: cómo narrar una ruptura con rock

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


Hablar de Radiohead es remitirnos directamente a “Creep”. Canción que puso en el mapa a la banda en 1992 junto a su disco Pablo Honey; desde entonces que con ocho discos, la historia de la banda se ha visto inmerso en distintas experimentaciones musicales que nos hacen dudar de nuestra perspectiva sobre el rock. Ritmos marcados por sintetizadores, líneas melódicas de un piano, percusiones agudas y distorsiones vocales son parte de lo que caracterizó a Radiohead como parte de la cultura popular de las últimas dos décadas.

Y aunque se puede argumentar que la banda no hace música rock, y que se evoca más a lo electrónico, dentro de su discografía podemos encontrar dos discos que por entero pueden ser considerados como rock alternativo, el primero siendo Pablo Honey de 1993, y el segundo -que además es mi favorito personal- In Rainbows de 2007.

Este último, lanzado por XL Recordings y TBD Records (en el continente americano), que desde la forma de su distribución resultó completamente novedoso y toda una bocanada de aire fresco para la industria musical. Pues, desde la página (hoy extinta) de Radiohead, adjunto a un mensaje de agradecimiento, el álbum estaba disponible para su descarga digital de forma gratuita y en caso de sus presentaciones físicas como el formato CD o vinil, el precio lo fijaba el comprador pagando el gasto de envío. Esta peculiar forma de distribución sería ocupada después por bandas como Smashing Pumpkins.

Con nominaciones en los premios Mercury y un Grammy a mejor álbum de música alternativa en 2009, In Rainbows se volvió toda una sensación con canciones como Jigsaw falling into place15 step y Nude debutando con esta última en el Billboard Hot 100. ¿Pero qué hace tan especial a este disco?

15 step, como la primera canción del disco, es un buen ejemplo de lo que podremos encontrar a lo largo de los 42 minutos en los que se extiende a nosotros, una historia extraña de lo cotidiano en un romance de viernes por la noche. Teniendo así una estructura de dos partes, la primera como una introducción frenética y la segunda como un desenlace paulatino.

Las canciones que forman el primer tanto, comparten entre ellas sonidos predominantes en las percusiones y el sonido natural de los instrumentos, pero mientras avanzamos, las distorsiones de sintetizadores van cambiando nuestro panorama musical, haciendo que el disco sea dinámico en su forma de avanzar en su propia narrativa. Este tipo de contraste podemos observar mejor al comparar Bodysnatchers con Jigsaw falling into place, donde aunque ambas parecen compartir un ritmo rápido, en la primera, su estructura musical es plana mientras que en la segunda, tanto la melodía como la tensión de instrumentos aumenta mientras nos acercamos al final de la canción.

O podemos ver Weird fishes en comparación a Reckoner, siendo que ambas llevan un ritmo lento pero en el caso de la segunda, podemos notar más percusiones y posiciones auditivas cuando usamos audífonos, haciendo de ambas canciones una experiencia distinta del cómo escuchar un disco de Radiohead, siempre tambaleando entre canciones que podemos bailar en silencio y las que nos hacen llorar al ver las letras. Pues como ya dije, el disco narra un poco de una historia sin orden cronológico sobre una ruptura, empezando por -mi favorita del álbum- Jigsaw falling into place, haciendo que hilar puntos sea una tarea placentera mientras vamos devorando el disco.

En general Radiohead es una de esas bandas que además de expandir sus propios horizontes, lo hace de una muy buena forma y nos entrega discos tan significativos como lo es In Rainbows, así que si quiere experimentar una forma diferente de escuchar un disco de rock, este es una buena opción.

La trágica farsa de un mundo bendito: Marilyn Manson, el tríptico maldito y su endemoniada crítica a EU

Por Jorge Augusto Pérez Peña


El 8 de octubre de 1996, surgió desde las entrañas del infierno personal de un Brian Warner enganchado a prácticamente todas las drogas existentes, el Antichrist Superstar, un álbum en el que plasmó el profundo abismo en el que estaba sumergida su vida.

Imprimió con soberbia, en cada una de las canciones de esta joya maldita, la ira que acumuló toda su vida contra la sociedad hipócritamente conservadora que lo rodeó desde que era un niño; criticó la gula y la avaricia del demagogo hambriento de poder, la pereza intelectual de quienes se dejan gobernar por falsos ídolos, y la necedad de llamarle amor a la lujuria; el resultado fue una obra maestra satánica del rock digna de envidia.

Quienes han deslizado su mirada en las infectas líneas de la autobiografía de ‘El reverendo’, titulada La larga huida del infierno, saben que hay un capítulo en el cual Marilyn, o Manson, relata haber sido nombrado por Anton Lavey, el fundador de la iglesia satánica, como su sucesor.

La prosa de la biblia negra, con poderosas metáforas que invocan a figuras arquetípicas de todos los inframundos de civilizaciones antiguas, y a los monstruos de profanos cuentos, se tradujo en cánticos blasfemos cuando pasó a la música del joven Brian; un himno de guerra contra el fascismo ultraconservador de norteamérica, entonado en las magníficas fauces de la bestia escarlata.

La biblia negra fue un compendio de interpretaciones que su autor elaboró en torno a la literatura de los maestros de la sospecha, y de algunos puntos de la psicología profunda de Freud, Jung y Lacan para tratar de enmarcar lo dicho por estos autores en el contexto de Estados Unidos en los años 60, cuando la guerra de Vietnam y la revolución hippie desenmascararon los puntos débiles de la supuesta democracia estadounidense. Una fórmula que farsantes como Alejandro Jodorowsky intentaron emular con viles paráfrasis rosas como la “Psicomagia”; un caramelo digerible para niños progres.

En la década de los años 1990, cuando Marilyn Manson tomó la batuta, o mejor dicho, el tridente del mensaje satánico, la post guerra fría, el boom del internet y la invención de los reality shows, eran solo algunos de los factores que configuraban el contexto social, político y mediático en el que estaba sumergida la sociedad estadounidense.

En esta misma década la Guerra del Golfo era algo que el poder de norteamérica no quería que se difundiera de forma negativa, porque eso traería la inconformidad de su sociedad, justo como ocurrió con el conflicto bélico vietnamita. La censura mediática era una herramienta para cuyo uso las élites de Estados Unidos se habían vuelto unos auténticos expertos, eran maestros en el arte de desaparecer mágicamente de los medios todo aquello que contradijera su postura política, y que llegara a criticar sus acciones demagógicas, muchas veces plagadas de una lisonjera intención de quedar bien ante el mundo, mientras al mismo tiempo despedazaban militarmente los recursos de Sudamérica y Oriente medio.

La censura de la que fue objeto la música de Marilyn Manson siempre llevó por delante la indignación del sector cristiano de la sociedad norteamericana, es decir, el 98% de su población en ese entonces; pero el mensaje de este personaje polifacético no es una simple negación del nombre de Dios. Parte del cristianismo radical imperante en esos días para desmenuzar con una sádica paciencia cada fibra de esa religión que se coló a otros aspectos de la vida como la política de ultraderecha, y la ideología difundida en los programas de televisión de ese tiempo (y que no han dejado de existir ni de transmitirse), casi siempre en pro de una vida conformista basada en comer, hablar de banalidades, coger con vecinos, amigos y compañeros de trabajo, y entretenerse con el culo puesto en el mismo puto lugar toda la vida; este músico despedaza la falta de laicidad en las escuelas porque fue algo que vivió en carne propia, y no se toca el corazón al hablar de las motivaciones de las intervenciones militares estadounidenses, falsamente en nombre de una supuesta misión divina.

Marilyn Manson a lo largo de su discografìa, critica sobre todo a la televisión, y más adelante a Hollywood, por la facilidad con la que se podía construir un metarrelato heróico en esos medios acerca de soldados anónimos que morían básicamente por nada; esos peones de un tablero en el que todo es blanco o negro, eran tratados como héroes en televisión para ocultar lo vacío en sus muertes, se les retrataba como mártires de una causa magnánima que, en realidad, probablemente no hubieran podido explicar. ¿Realmente es en nombre de Dios que por petróleo mueran millares de inocentes? Quizá sea incluso más blasfemo que cualquier canción de MM decir que una guerra por petróleo está condonada por Dios.

En el fondo de la oscura (anti)estética de Brian Warner, reposa un idealismo de lo más romántico, es casi contradictorio, pero se trata de un artista que desde su nombre juega con las dualidades contradictorias pero complementarias.

El Antichrist Superstar, nacido en 1996, fue solo el primero de tres peldaños que dirigen a un descenso que profundiza con arte infernal en la psicología social de norteamérica. El siguiente peldaño fue el álbum de 1998, Mechanical Animals, y finalmente llegó Holy Wood, en el año 2000. Respetando la estructura de la dramaturgia en la antigua Grecia, estas tres tragedias, fueron sintetizadas en una sátira de ópera rock: The Golden Age of Grotesque, lanzada el 2003. Un álbum que circunvala el mensaje del denominado por los fans “Tríptico”. Tres trabajos discográficos que estremecieron la moral de los cuellos rojos.

A lo largo de esta exposición ensayística en formato musical, Marilyn Manson hace una crítica a “La gente bonita”, autora de horrores en “El gran mundo blanco”, sumergido en la oscuridad de las tinieblas de la ignorancia y la estupidez. A la cabeza de esta infamia, “El presidente muerte”, que vive de los aplausos de estos “posthumanos”, más conectados a una puta pantalla que a sus propias mentes.

En este mundo que funciona con un puñado de autómatas, que viven como “animales mecánicos”, ni siquiera buscar el amor de otro ser humano nos puede salvar del infierno, porque ya no existe la humanidad como cualidad en nuestra especie. Salir de este mundo por la vía del suicidio parece menos indoloro que seguir siendo objeto de la constante humillación intrínseca a ser parte de esta farsa.

Claro que la música de Marilyn Manson sería censurada, es natural que prohíban sus conciertos en los países más católicos del mundo, y no es a Dios a quien ofende, recordemos la letra de Disposable teens (adolescentes desechables), “Nunca odié realmente a un Dios verdadero, sino al Dios de la gente que odio”.

Lo verdaderamente obsceno, la bestia, es el poder. El infierno está frente a nuestros ojos y los demonios son nuestros recuerdos traumáticos, enraizados en una educación estructural y patriarcal. El “Dios padre”, es una metáfora para el patriarcado, la deidad universal es el dólar y nuestro pecado original es la estulticia. Que Dios nos salve.

Pacomostro lanza el sencillo «Fuego en el Jardín»


A partir del primer minuto de este 11 de junio estará disponible en todas las plataformas digitales “Fuego en el Jardín”, primer sencillo de lo que será la tercera placa discográfica del músico poblano ‘Pacomostro’.

El material de lanzamiento fue grabado, mezclado y masterizado en su totalidad por la productora Casa Yonki y la composición de Paco Muñoz cuenta con la participación especial de Nono Tarado, uno de los rocanroleros más aguerridos de nuestro país. También colaboran Ury Morales en el saxofón y Carlos Iván Carrillo en la guitarra eléctrica, bajo y teclados.

Paco Muñoz, mejor conocido como ‘Pacomostro’ ya cuenta con una trayectoria importante en el undergroud del rock poblano. Tiene publicados hasta el momento dos álbumes de estudio y ha compartido escenario con importantes músicos, cantautores y exponentes del rock independiente a lo largo y ancho de la República Mexicana.

El single “Fuego en el Jardín” es un adelanto del nuevo material de estudio que ‘Pacomostro’ nos traerá en septiembre, y la canción de estreno viene acompañada con un video oficial realizado en conjunto por Revista Sputnik y Casa Yonki.

“Una canción que, como varias de este disco, son hijas del confinamiento. Una rola que describe el hastío que causa todo a tu alrededor y que algunos piensan se te pasará con buenos deseos”. Paco Muñoz

 

“El Recreo de los Gallos” será el nombre de la nueva producción discográfica que contará con participaciones especiales de cantautores mexicanos y está siendo producido por Carlos Iván Carrillo. En palabras de su autor, “este nuevo disco se deslindará un poco de la agresividad que caracteriza mi música y se remontará a la sutileza y melancolía de letras más profundas y personales, pero sin perder la calle y la mugre que me representan”. La nueva obra de ‘Pacomostro’ seguramente será un referente para muchas noches de borrachera y para la rola en Puebla.


.documento estrena «El Robot de Ayer»


.documento es un proyecto tecno-pop integrado por Leticia Toussaint (voz), Alejandro Mancilla (sintetizadores) y Jorge Sandoval (guitarra). El grupo se ha presentado en diversos eventos como Festival Marvin 9.5 al lado de Daniel Melero, Gustavo Santaolalla o María Daniela y su Sonido Lasser; Rising Moon (organizado por Indie Rocks!) y Festival Panorama.


Cuentan con un casete EP titulado “Dejo flores en tu puerta”, en el que colaboran artistas como los españoles de Nos Miran (Elefant Records) o Ford Proco, el mítico combo de electrónica con sede en Tijuana. Además, .documento participó recientemente con un remix a la artista Miki Deb y en “Ojo Rojo”, el disco tributo a Las Ánimas del Cuarto Oscuro, la banda mexicana de rock gótico de los años 80.


El Robot de Ayer


Este 15 de junio, el grupo estrena un nuevo tema y video. En “El Robot de Ayer” predominan más que nunca las guitarras y los sintetizadores, y el grupo apuesta por un sonido que rinde tributo al estilo de Fobia (del primer disco), The Cure, The XX y demás bandas pop con espíritu oscuro. La canción, fue producida justamente por Iñaki Vázquez, tecladista de Fobia—y también integrante de Gran Sur y Moderatto—, que aportó su particular toque a la canción y además, tocó algunos teclados y el bajo en el mismo track. En la canción se incluye un sampler de la película “Días de Otoño” (cinta mexicana de 1963).
La letra versa sobre la soledad, las caricaturas japonesas, la nostalgia y la sensación de no pertenecer a ningún lado.

“El Robot de Ayer” cuenta con un video dirigido por el cineasta mexicano Andrés Klimek. La canción se incluirá en el próximo disco del grupo titulado “La Soledad de la Chica Cometa”, el cual se publicará en el sello Molécula Records.

La canción está disponible en todas las plataformas a través de Casete Agricultura Digital, y cuenta con un remix del grupo Kozmik Café, una de las notables nuevas caras del synth-pop hecho en Lima, Perú.

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Black Marble: cosas inmateriales

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


No sé si lo ha notado, pero la música parece tener más volumen con el paso del tiempo, casi como un grito intencional de los discos que ruegan ser escuchados. Y después está Black Marble, con un disco que pareciera estar diseñado para perderse entre lo rápido de nuestro día, como un respiro a todo el estrés que nos aguarda al cerrar los ojos. It´s immaterial, es el segundo disco producido por Chris Stewart,  y lanzado por Ghostly International; es este respiro de todo, con tracks envueltos entre sonidos tan extraños como nostálgicos.

Lanzado en 2016, tomando inspiración del post-punk; Black Marble usa el reciente género del synth-pop como un medio para crear imágenes con la melodía de una guitarra, un bajo y una variedad amplia de efectos electrónicos que asignan profundidad a las letras, que si bien, parecen solo mantener un ritmo oral y no el de un significado, son una de las partes más disfrutables del disco.

A lo largo de los 11 tracks que lo componen, al traducir las letras podemos encontrar una historia extraña separada en dos partes, la amorosa y personal, que al igual que las melodías, parecen tener una regresión constante entre recuerdos difusos por la distorsión temporal y en algunos casos, la musicalidad en cada verso. Con ejemplos claros del trabajo sonoro como en Frisk y de la difuminación musical en Collene.

Para aquellos que estén relacionados con el género o incluso, sepan de algunos álbumes post-punk, encontrarán agradables el juego del bajo y el sintetizador alternando el papel activo en cada canción, resultando excelente para cerrar los ojos e intentar adivinar cada uno de los instrumentos de la grabación, sintiendo cada golpe de batería en el efecto estéreo, cada voz a la distancia y el bajo justo detrás de nosotros.

It’s immaterial, es una de esas joyas silenciosas que aparecen de vez en cuando entre las playlist derivadas del rock. Un álbum que desde que lo descubrí, me logró enganchar por la tranquilidad que puede transmitir entre cada canción, cada uno de los juegos entre la tristeza inducida por mirar el techo y pensar cosas que uno no debería tocar antes de dormir.

Es increíble que la música, y sobre todo un álbum, tenga ese poder sobre nosotros, y sin temor a equivocarme, diría que Black Marble es ejemplo de ello. De que mucho de lo que somos parte de las experiencias sensibles que podemos experimentar al escuchar un disco lleno de sintetizadores e instrumentos casi psicodélicos.

En general, creo que es una muy buena forma de entrarle a los nuevos géneros que se han desarrollado en los últimos años, y sobre todo, una experimentación con nosotros mismos para conversar en el silencio, mirando el techo solos o junto con alguien, esperando que la música redescubra las partes que ignoramos entre el ruido constante de la vida postmoderna.

John Frusciante: de un paso a la muerte a otro al amor

Por Jorge Augusto Pérez Peña


John Frusciante estuvo internado en una clínica de rehabilitación desde noviembre de 1997 hasta abril de 1998, fecha en la que Flea, lo invitó a volver a los Red Hot Chili Peppers, luego del fracaso del One Hot Minute.

El posterior éxito del Californication, lanzado en 1999, es un tema al que difícilmente se podría aportar algo nuevo, sin embargo, durante las grabaciones del mismo, llevadas a cabo en las casas de los miembros de la banda, el guitarrista compuso un álbum profundamente personal en el que vertió sus experiencias anímicas, y las alucinaciones de las cuales fue objeto durante su proceso de desintoxicación; el trabajo discográfico del que versa este texto fue publicado el 13 de febrero de 2001, y su autor lo tituló To Record Only Water for Ten Days, porque es una oración que se puede interpretar como "grabar agua durante diez días", o "para grabar, agua durante diez días".

Esta segunda traducción es más coherente con las corrientes filosóficas que, en entrevistas para la radio estadounidense, ha compartido lo han influenciado, como la de Jiddu Krishnamurti, un filósofo proveniente de la India, que nunca escribió un libro, pero del cual, sus estudiantes transcribieron conferencias, y las convirtieron en su obra literaria.

Krishnamurti, argumentaba, entre otras cosas, que prácticas ascetas, como el ayuno, la abstinencia onanista, e ingerir solo agua durante varios días, llevan a un estado elevado de consciencia.

Por otro lado, el sonido del agua corriendo en el río, es uno de los elementos sonoros que la filosofía del zen poetiza para lo que llama "disolver el ego", por lo que desde el título, este álbum habla de la búsqueda de una trascendencia espiritual, y corpórea, es decir, la conexión del que creemos ser, con la esencia más pura de nuestro ser, sin sus abolladuras, cuarteaduras, ni fisuras, en suma, ese que hubiéramos sido de no haber estado tanto tiempo en ese campo de batalla que llamamos hogar, libre de influencias identificatorias y ambientales.

La purificación espiritual es un tema que inspiró a John Frusciante para abordar aquellas cosas de la vida a las cuales le pareció vale la pena aferrarse, especialmente en un momento en el que la melancolía y la depresión parecen invencibles.

Estando cerca de perder la vida por su adicción, se aferró al amor que había perdido por sí mismo y produjo un álbum con una estética sonora lo-fi, que exploró por primera vez, al menos para el artista en cuestión, la combinación de sonidos del synth-pop, synth-wave y blues. Innovador para quien sea, en pleno 2001, año del lanzamiento de esta considerada joya en su discografía, según lo comentado por sus fans en diversas discusiones de Reddit.

Entre las letras donde se hacen más explícitas las influencias de las corrientes filosóficas anteriormente mencionadas, está la de "Going inside", traducible como "yendo hacia dentro", en la cual habla de buscar quién eres mediante la práctica de la meditación, y contemplar la vida sin el velo de las expectativas; algo evidentemente sacado del zen.

En "With no one's" habla de disolver lo que él llama "oscuridad interna", y así limpiar el alma por medio de los pensamientos; de nuevo, una letra influenciada por filosofías de oriente y medio oriente.

Como ejemplo final, mencionaré "Someone's", una canción que va del amor, una de las cosas que más elevan nuestro instinto de vida, y que nos hacen superar la etapa narcisista del ego.

"Someone's", que es la segunda pista de este álbum, trata de una canción en la que John Frusciante describe la sensación divergente de sentir un amor profundo por una persona, pero al mismo tiempo la certeza de que ese amor es tan hermoso como frágil, tanto que cualquier mal movimiento lo puede disolver, sin embargo, eso significa que todo el amor del mundo, eterno, por naturaleza, es este mismo instante singular e irrepetible.

Un tesoro de oro, salitre y carbón desde la psique de Nacho Vegas

Por Chrys Sainos


Descubrí a Nacho Vegas por “El hombre que casi conoció a Michi Panero” maravilloso tema incluido en el álbum Desaparezca aquí de 2005. No me pregunten porqué, pero cuando me di cuenta, me encontraba buscando su música como quien recopila textos para una tesis doctoral. Las palabras del autor español Juanjo Ordás, escritor especializado en rock resumen mi punto a la perfección:


“Por esa época estaba ávido de dar con nuevos valores que se expresaran en castellano, en realidad sigo en ello… Lo que más me  impresionó… es que se trataba de un rockero heterodoxo de la misma forma que podía ser Nick Cave… Nacho Vegas era un oscuro y profundo pozo que te abría su agujero y te invitaba a saltar dentro sin haber tirado una moneda previamente para saber de su profundidad (o si tal vez concediera deseos). En la caída Vegas te abraza con solemnidad y calor, no os quepa duda.”

Fruto de esa breve, pero sustanciosa búsqueda intensiva, me fui encontrando con rarezas, colaboraciones y pequeñas joyas diseminadas por un sin fin de medios, conciertos y presentaciones. Conocí al Vegas activista, (lo político se siente en muchas de sus letras) que complementan al sarcástico demonio de Asturias que con brutal poesía retrata “la negrura de la vida” en sus propias palabras.


El Oro, Salitre y Carbón es un disco recopilatorio que en 2020 llegó como una muy necesaria doble antología con canciones que fueron presentadas fuera de los álbumes oficiales, con algunas inéditas. Versiones, que reflejan la evolución del cantautor y  que resumen sus últimos diez años de trayectoria así como el contexto social de España y el mundo en los últimos años.

 

En estas veintiséis pistas se recopila la negrura vital del artista. Es un viaje poético que aborda magistralmente el periodo más abiertamente comprometido y político de Nacho Vegas, empezando por “Cómo hacer crac” pasando por temas tan emblemáticos como “La última atrocidad”. Además nos regala joyas inéditas, temas en directo y rarezas varias como “A les rexes de la cárcel”, los versos que escribió en un papel y lanzó al exterior de la penitenciaria un preso anónimo, tras la Revolución de Asturias en octubre de 1934 y que Vegas dibuja magistralmente rindiendo homenaje a las personas que han sido perseguidas por su activismo político. Cuatro canciones más completan la tanda de inéditas del disco, seis en total. Imperdibles el cover de Violeta Parra “Arriba quemando el sol” así como  “Fabulación”, pieza ácida que habla sobre la vida y sus mentiras; piezas que fueron fraguadas con los que fueran sus músicos habituales (hoy emancipados) y nos regalan un sonido que se agradece bastante en la pieza instrumental que abre y da título a la obra, "Oro, salitre y carbón", la cual nos recuerda esas aperturas épicas de bandas sonoras que explotan de belleza crepuscular y gusto western, muy en el estilo folk-rock con el que a menudo coquetea Vegas; por otro lado y no por eso menos importante tenemos la que se convertiría en mi obsesión reciente, por su delicadeza y belleza brutal: “Lyrica”, es una corrosiva y agridulce poesía contemporánea que nos sugiere “Deja que entre la Lyrica, hasta donde no llego yo, deja que entre el Clonazepam, el neurotransmisor GABA te lo agradecerá”, citando a Nietzsche nos recuerda que “Dios ha muerto” y luego sentencia implacable: “Si en tu vida hay una pastilla que te da la paz, el principio activo será siempre la soledad” para rematar “disculpa este extraño humor, es mi mente” navegando con arte y maestría por los abismos perturbadores de la psique humana.


Nacho Vegas: filólogo, lingüista y enfermo. Sus letras empapadas de dulce veneno, amores violentos y perdidos, sin que te des cuenta, se van quedando pegadas como salitre en el subconsciente, arden en los huesos y calan en el alma; lo que hace de este disco una verdadera obra de arte cínica, sarcástica, que desborda belleza auditiva y como buena dosis de fluoxetina o jalón de sativa nos ayuda de forma amable a sobrellevar la decadente realidad con cada una de las joyas que conforman este increíble cofre del tesoro hecho de oro, salitre y carbón.

Volumen 1, Caifanes: los espacios entre el abismo y un bilongo

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


Al tiempo que escribo la presente reseña, hay una cumbia que remueve mis letras en el teclado, a ritmo pausado y con un cencerro del lado izquierdo; aunque usar el término “cumbia” solo ocupa la mitad de una canción. Dejémoslo en que, en esta reseña hay influencias de un bilongo -mal de ojo- que se extiende hasta usted como una opinión de álbum de rock lanzado en 1988 por RCA Ariola y RCA Victor.

Calificado como el álbum número 69 de los 250 mejores en la historia del rock en español por la revista Alborde, Volumen 1, Caifanes o también llamado El disco negro, es un vaivén entre las experimentaciones de un disco de rock-punk junto a una cantidad enorme de ritmos que no esperaríamos que estuvieran incluidos en un álbum así.

Canciones icónicas como Perdí mi ojo de venado, La negra Tomasa, Viento Mátenme porque me muero, son ejemplo de estas experimentaciones musicales que se encarnan entre sonidos desconocidos y dilataciones subterráneas de temáticas inconexas.

Interpretado por el cuarteto original de Saúl Hernández, Alfonso André, Diego Herrera y Sabo Romo, el Volumen 1 es uno de los álbumes más icónicos para las generaciones de los 90’s y que trazó el camino de Caifanes por la historia de la música en español.

En principio, como una recopilación de canciones que la banda ya tenía un tiempo tocando de forma independiente, durante este periodo donde el rock se daba entre toquines clandestinos y reuniones que cualquier adulto de ese entonces hubiera dicho: ¡Esos son lugares de mala muerte!


Influenciados por el post-punk que para ese entonces la cultura británica había popularizado con bandas como Joy Division o The Cure; Caifanes -tanto en apariencia como en musicalidad- fue una ruptura con las concepciones más convencionales de una banda de rock, algo más cercano a un concepto que a una personalidad. Es por eso, que entre las canciones de su primer álbum podemos notar esa disonancia a lo que podría ser un disco de El Tri; tanto la cadencia en los bajos, la combinación de percusiones además de los sonidos de batería, el seguimiento melódico de las guitarras e incluso que la voz de Saúl no sea la mejor entonada, brinda una mezcla única que a nuestros oídos parecen un viaje entre sombras y cumbias.

Cuéntame tu vida, el cuarto track del disco, podría ser otro ejemplo de lo que lo hace tan especial, que sin necesidad de ser conceptual, aborda temáticas que para la música podrían ser ajenas. En el seguimiento de una persona que nos habla desde su desesperación, aspecto que desde la literatura podría parecerse a una narración de Cortázar, podemos ser incluidos en la música y no solo como un ente que escucha las canciones, sino uno que participa de forma activa en él al darle un sentido a las letras.

Ahora, si bien escuchamos el álbum solo en su calidad musical, sin buscar significados profundos y dar una revisión a su composición, muchas de las canciones pueden cumplir con esas expectativas, de sonar bien por sí solas. Gritar por dentro en un camión mientras cantamos “¡PERDÍ MI OJO DE VENADO! es uno de esos pequeños placeres que la música como cualquier forma de arte, puede traernos en el día, en este caso, en medio del ritmo rock y combinaciones de sonidos sintéticos que le dan al disco el aura tan oscura y atrayente que lo caracteriza, justamente, como una maldición de escuchar el álbum muchas veces sin que pierda esa sensación, maldición que se renueva con un cierre magistral con Nada, una pieza que parece combinar todos los aspectos mencionados en esta reseña.

En definitiva, un disco bastante completo y que en lo personal considero el segundo mejor de la banda. Recomendado para cantar a todo pulmón, para mirar el techo después de un día largo, pero sobre todo, para bailar con una escoba al gritar “ESTOY TAN ENAMORADO DE MI NEGRA PRECIOSA”.

Todas partes al final del tiempo: un viaje musical sin retorno

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


¿Qué tienen en común un álbum tremendamente largo y la demencia? The Caretaker, productor y músico, es uno de los muchos nombres que James Leyland Kirby ha asumido para sus experimentaciones y que, en su álbum Everywhere at the end of time, crea una atmósfera viva que nos absorbe con cada track y regresión acústica que podemos identificar.

Desde ahora le digo que uno debe estar dispuesto a pasar seis horas para disfrutar el álbum completo, pero, creo que podría darle una vista por partes ya que hay una subdivisión entre cada track para agruparlos en fases -algo que trataré en unos instantes. Y no es algo que parezca atractivo cuando empezamos, gran parte del disco es la repetición de varias canciones con distintos tonos y formas de jugar con ellos, así que, si no tiene paciencia o no conoce el contexto en el que el álbum se cuenta a sí, definitivamente no le gustará.

El ritmo es lento, bastante relajante y podría escucharlo incluso, al trabajar en su computadora -como yo, justo ahora. La razón es que se presta a ello y tal vez recomendaría que se escuchará de esa forma, con audífonos y haciendo alguna otra actividad donde podamos enfocarnos y dejar que corran las canciones. Pero a ver, ¿qué clase de álbum es este?, ¿qué clase de álbum demanda tanto tiempo?

Siendo sinceros, no podría clasificarlo en una categoría pero podría nombrarlo como un género experimental, en la forma en que canciones de la década de los treintas, pueden cambiar completamente con un par de efectos. Ahora, el trasfondo y la temática refiere a los padecimientos mentales que alteran la memoria y los traslada a un efecto musical que nos hace darle vueltas a la misma canción una y otra vez pero cada vez más distorsionada.

Sé que seis horas parecen ridículas para lo que comento, y es una fortuna que esté diseñado en varias partes que podemos digerir en distintos momentos del día. De forma que es casi como si se comentaran seis álbumes conceptuales, convirtiendo de poco a poco al público, en otra parte de la memoria que se distorsiona con cada minuto.

En la primera fase, aunque con un poco de estática de por medio, podemos escuchar versiones acústicas de canciones como “Heartaches”, “Say it isn't so” y “Alabamy bound” en bucles que varian muy poco realmente, por lo que recomendaría solo escuchar los primeros tres tracks y el último para resumir esta fase.

Dentro de la segunda, podremos notar más variaciones cruzando por nuestros audífonos y el deterioro se hará más evidente, de la misma forma, solo basta con escuchar los primeros tres y el último para que no sea tan largo el álbum.

La tercera y cuarta parte podrían ser una sola, pues tienen aspectos muy similares al retratar un recuerdo, pero se debe escuchar con mucha atención para darse cuenta de los mínimos detalles, cuando a mitad de una canción cambia a otra completamente diferente y parece casi como un dejá vú. Aquí no hay un orden a seguir y podría ser completamente aleatorio cómo quiera seguir con unas dos o cuatro canciones de ambas fases.

Partiendo de la quinta y sexta parte, llegamos a un punto de no retorno, con momentos lúcidos sí, pero con un sonido completamente manchado y opaco, es muy difícil poder identificar una voz o el origen de los sonidos que se internan en la estática y podría decir que, de forma muy inquietante, se asemejan a una banda sonora de suspenso, donde, de poco, el sonido se disipa hasta dejarnos sin nada qué recordar.

Descender a todas estas partes del álbum, leyendo además las descripciones que da el autor, es una experiencia completa en sensaciones y una que recomendaría ampliamente como una introducción a los álbumes conceptuales.  Everywhere at the end of time podría ser la banda sonora al miedo de ser olvidados, de terminar como el último track, en medio de la lucidez y ruidos incomprensibles de una marcha fúnebre, y si un álbum puede lograr ese efecto, entonces vale la pena darle una oportunidad.

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