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Nomadland: más allá del neoliberalismo


Por Jorge Tadeo Vargas |

 

Ha llegado la economía colaborativa, la patada en el trasero de la economía de la gente modesta —anunció pesaroso—. Había llegado a un punto en que no podía pagar el alquiler y además comer. Nomadland, Jessica Bruder.

 

En este 2022, con una pandemia que no nos quiere soltar del todo, la organización Oxfam, presento su informe anual sobre desigualdades socio-económicas en el mundo, en el cual con datos duros nos dice que la élite de multimillonarios duplico su fortuna entre 2020 y 2021, es decir, estos años de cuarentena, de dolor, de muerte, para ellos fueron de riqueza, de aumentar sus ganancias. Jeff Bezos, dueño de Amazon es quien lidera a esta cúpula y quien resultó mayor beneficiado del virus SARS-CoV-2, mejor conocido como Covid-19.

En diciembre de 2021, un tornado arrasó con una bodega de Amazon ubicada en el pueblo de Edwardsville, Wyoming, dejando al menos seis muertos y múltiples heridos. Los empleados recibieron la orden de no dejar su puesto de trabajar y no dejar sus labores a pesar del peligro latente que significaba un tornado. Las pérdidas para Amazon eran millonarias y no estaban dispuestos a enfrentarlas, los empleados no tenían permitido ir a resguardarse con sus familias y al final ocurrió la tragedia.

A finales de 2020, Chloé Zhao presentó su adaptación del libro Nomandland, escrito por Jessica Bruder. La película ganó tres premios de la Academia en las categorías mejor película, mejor director y mejor actriz a Frances McDorman. La adaptación corrió a cargo de la misma Zhao, resultando una obra bastante libre e interpretativa, más allá de lo que se intenta contar en el libro, que es un trabajo de investigación que Bruder llevó a cabo por tres años viajando con gente que se mueve de ciudad en ciudad buscando trabajo, viviendo en sus autos, la mayoría de ellos adaptados para funcionar como casa y como vehículo. La investigación terminó en un libro que en español fue editado por Capitan Swing en el 2017.


Es importante hablar de la película previo hacer cualquier comentario sobre el libro, por un par de razones, la primera es que la adaptación que se hace no captura la naturaleza y el objetivo de la investigación que Bruder realizó para construir un ensayo coral que denuncia las injusticias del capitalismo de plataforma, además traiciona toda esta esencia al poner a Amazon como un empleador más, que permite a estos “nómadas” mantener su “estilo de vida” donde los bienes materiales se convierten en un lastre (según la interpretación que la de Zhao al libro) que no permiten encontrar la felicidad plena que es ir de un lado a otro sin ataduras de ninguna clase.

En el libro, los nómadas platican de primera mano con Bruder sobre los motivos que tuvieron para vivir en sus autos-hogares para viajar buscando trabajo, en donde sea y como sea. Desde los grandes almacenes de Amazon (los más utilizados, y los más esclavizantes) hasta campos agrícolas trabajando como jornaleros. La mayoría de ellos no tuvo alternativa al perder sus empleos, sus ahorros y por consiguiente, sus casas al no poder pagar las hipotecas.

Ser nómadas fue su ultima opción, no les quedo otra para poder sobrevivir. Todos ellos hablan de la falta de seguridad, de los riesgos, de cómo el apoyo mutuo si bien es fundamental para mantenerse a salvo en las carreteras, carece de la parte más importante que es defender un territorio, un espacio común.

Bruder solo sirve como válvula de escape para que los entrevistados por tres años pongan en la mesa todos sus sentimientos, sus miedos, sus sueños, incluso aquellos de poder volver a tener una casa, un lugar fijo, un trabajo seguro. Ella solo es la narradora de una realidad que supera por mucho todo lo que nos han dicho que significa el capitalismo y el libre mercado, o tal vez lo representa de la mejor manera, donde los seres humanos solo somos mercancía descartable.


A diferencia de la película que
 se inserta en esta nueva tendencia de crítica al sistema actual, que no es más que un maquillaje que sirve para silenciar las buenas conciencias de la gente que aún conserva sus privilegios, que se indignan con la pobreza y las injusticias a la par que hacen sus pedidos por Amazon, mientras que le piden a su Alexa que les reproduzca la canción de moda.

En el libro se desgrana la realidad que desde 2007 a la fecha viven miles de personas en todo el mundo, incluidos aquellos a los que el Sueño Americano se les convirtió en la Pesadilla del capitalismo tardío y salvaje. Donde las minorías ya no solo se definen de forma racializada (aunque este es un mito de los progres que no ven más allá de sus propios privilegios) sino por una clase media totalmente vulnerada, golpeada sin piedad por un sistema en crisis, por un capitalismo neoliberal que está mutando peligrosamente hacia un neo-feudalismo mucho más salvaje y depredador que se ve fortalecido por el capitalismo de plataforma que a su vez da las herramientas para que la desconexión entre el modelo de producción y el consumo se vaya dando de forma más clara. Las zonas de sacrificio son solo un mito para aquellos que no tienen que vivir y trabajar en ellas, no ven los impactos que éstas dejan en las comunidades cercanas y en la naturaleza, claro, siempre tienen la serie o la película que es tendencia para apaciguar su “conciencia social”.

La segunda razón de la importancia de la película y su desfase con el libro tiene que ver con la influencia que tiene el cine en la mayoría de la población y que es mucho mayor que la literatura, especialmente aquella de investigación, de crítica real. Y aquí tengo que ser claro. No cuestiono ni la técnica, ni la estética que Chloé Zhao logra con su filme. Es bastante buena; lo que cuestiono es su forma de abordar el punto central del libro y la denuncia muy clara que hace contra un sistema de clases injusto, Zhao lo deja de lado para convertir el objetivo en una especie de viaje de descubrimiento al estilo new age o cualquiera de esas filosofías que intentan ocultar la realidad con ideas que no tienen fundamento en la realidad, pensamientos mágicos sin sentido, absurdos.

No se espera que Chloé Zhao se convierta en la próxima Ken Loach, ni mucho menos; de este aún nos queda bastante por ver, sin embargo a la directora le falta la carga teórica socio-política que a Loach le sobra, por lo tanto se queda a la mitad del camino, o nos da un retrato romantizado de una clase que ha sido despojada de todos sus derechos, abandonada a la suerte por un modelo que la considera prescindible.

La idea de dejar todo atrás para irse en un viaje de auto descubrimiento se convierte en la trama, lo hace pensando que abandonar todo para viajar de un lado a otro es ser libre. Convierte al desalojo de las personas en una idea romántica que nada tiene que ver con la realidad, en pos a según de Zhao y muchos otros que parten de esta misma idea en la búsqueda de la felicidad completa así en abstracto, sin detenerse a pensar en lo que significa perderlo todo. En los tres años de investigación de Bruder, pocos son los que tomaron esto como un viaje de auto descubrimiento, la mayoría son desalojados, despojados, abandonados, parias.

Tal parece que el objetivo del entretenimiento actual es convencernos de que la organización ciudadana, comunitaria no es viable, que nos toca sentarnos y esperar que alguien más resuelva por nosotros la crisis actual. Una táctica que les esta funcionando bastante bien, si vemos este tipo de películas que aunque tengan un buen respaldo como lo es el libro de Jessica Bruder, se convierte en algo totalmente distinto.

 

Desde las montañas de Klatch City

enero 2021



*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de X.

Doom Patrol: marginados contra lo establecido


Por Jorge Tadeo Vargas |

 Desde este día celebraremos el absurdo total de la vida, el birlibirloque gigante de la existencia. ¡Desde hoy que reine la sinrazón!”


-Mr. Nobody


En 1963, las dos grandes casas editoriales de comics books en los Estados Unidos publicaron un par de series que tenían superhéroes similares y con las que comenzaban a crear una nueva clase de héroes; una que no era ni admirada, ni respetada sino que por el contrario eran marginados, rechazados, perseguidos.

Distintos al resto de los seres humanos y por supuesto a los demás protagonistas que en ese momento estaban en la edad de oro del comic. Eran odiados, atacados por más veces que salvaran al mundo. Eran los marginados que ni siquiera llegaban a la categoría de antihéroes que tenían otros personajes.

Marvel publicó el primer numero de los X-Men, que aunque costó que los fans los aceptaran, el resultado con el paso del tiempo ya todos los conocemos. Una de las series más exitosa de la Casa de las Ideas, que ha contribuido hacer grande todo el Universo Gráfico de esta editorial, creando a otros equipos (X-Force, X-Factor, Excalibur, New Mutants, Deadpool, entre otros) además de haber entrado con éxito a las series live-action, películas y muchas series animadas. Marvel consiguió convertir a su grupo de marginados en un grupo que si bien en las historias se mantienen con el rechazo, en el mundo real lograron avanzar más allá. Y es que no es lo mismo, un Niño Bestia que Wolverine. Hay una enorme diferencia.

DC por otro lado toma un camino mucho más arriesgado. Con Bob Haney como escritor y Arnold Drake dibujando, apuestan por formar un grupo mucho más extraño que los mutantes de Marvel, por lo que su grupo de marginados es mucho más atípico; las historias se convierten en una suerte de viñetas de lo más bizarro e ilógicas que se han publicado hasta la fecha.

La rareza de sus personajes -protagonistas y antagonistas por igual- ha convertido a Doom Patrol -el nombre que le dieron a este equipo- en un grupo atípico, que a la par se convirtió en una serie de culto. Sin el éxito de los X-Men pero con mucha mayor libertad creativa para sus creadores y los que siguieron explorando hasta donde podían llegar con este equipo.


En términos de ventas, Doom Patrol no ha sido el mayor éxito de DC, al contrario, desde su creación a inicios de los sesenta que se publica de forma regular, ha pasado por un periodo de cancelación en cada década hasta llegar a este siglo XXI. Digamos que el mercado le da un descanso de tiempo en tiempo para que regrese mucho más irreverente, político -aunque sea incorrecto pero lo es- y con más fans que presionan para que la serie regrese. Algo que siempre consiguen.

La época más larga de publicación fue entre la década de los 80s y 90s cuando de la mano de un joven Grant Morrison que después de saltar al éxito gracias a su novela gráfica Arkham Asylum comienza una nueva época con estos marginados llevándolos a tope de sus comportamientos que no tenían nada que ver con lo que se esperaba ni de un grupo de superhéroes, ni de personas “normales” para la sociedad.

Con Morrison al mando, Doom Patrol comienza a perfilarse en lo que se convertiría en esos años: un espacio para que desde lo políticamente incorrecto se pusieran en la mesa de discusión, al menos en el ámbito del arte gráfico, comics y novelas, temas como la homofobia, la transfobia, el racismo, la salud mental. Todos ellos visto desde una verdadera corrección política, es decir, sin caer en la burla o el cliché, pero sin dejar de ser políticamente incorrectos.

En los cinco años que Morrison estuvo como escritor, la serie exploro temas que difícilmente se abordaban en otras series. El Joker puede estar loco, pero nunca se habla de por qué o el problema de la salud mental que lo lleva a ser lo que es, Morrison lo hizo, desde este comic denuncio al sistema de salud, al sistema patriarcal, a la falta de apertura con los diferentes. Fue justo aquí donde inicio su crítica a la hegemonía de los héroes en mallas.

En Doom Patrol, la característica de todos los personajes que aquí aparecen es que de una forma u otra son marginados, viven en la frontera de la normalidad, sobreviven desde el rechazo de la sociedad, no encajan en las normas establecidas por el sistema. Sus poderes, que no son tan grandiosos como los de otros son los causantes directos de sus problemas tanto personales, como colectivo y con la sociedad.

Ellos no pretenden cambiar al mundo. Su lucha no es por hacer de este un lugar mejor. No están buscando ser aceptados, responden ante villanos que los atacan ya sea directa o indirectamente. Y estos, los villanos, tampoco están tratando de dominar al mundo. Solo quieren -tanto los primeros como los segundos- ser aceptados, ser felices, que parafraseando a los X-Men podríamos decir que quieren serlo en un mundo que les teme, los odia y los rechaza.

Los personajes sobreviven más allá de sus poderes y no siempre gracias a ellos. Hay una enorme diferencia -por citar un ejemplo- entre Mr Fantastic de los Fantastic Four, que gran parte de quien es se lo debe a su poder y Rita Farr (Elastic Girl) que perdió todo lo que tenia y quien era cuando obtuvo su poder, del que se avergüenza, lo que hace además que le sea imposible controlarlo, viviendo entonces en una ansiedad que la lleva casi a la locura, a pesar de su instinto maternal de proteger al equipo. O entre Vision y toda su seriedad, sobriedad que implica ser robot, y la ira, la violencia, el enojo, la desesperación de RobotMan que no le permite “alcanzar su potencial como héroe”.

Doom Patrol poco a poco se fue ganando un espacio entre los más freaks de los freaks y fue así como se fueron convirtiendo en un símbolo de ciertas luchas, al menos de ciertos grupos en algunos movimientos de resistencia. Los personajes, incluso los villanos se prestan para eso; para convertirse en voceros de luchas. Claro, siempre hasta donde la editorial lo permite. La serie también ha sido una marginada, por lo que quienes pasan por ella saben que tienen que lidiar con esto, sabiendo que tienen el apoyo de muchos.


Liderados -en algunos casos creador/dador de los poderes- por un científico con una moral un tanto extraña, que parte de la lógica de “por todos los medios necesarios” y que además tiene una hija con un amigo imaginario que ella controla y que puede acabar con todo el mundo si se lo pide; este grupo va desde una actriz de la década de los cincuenta venida a menos -Rita Farr- un joven que puede convertirse en cualquier animal que conozca -Niño Bestia-, un robot con el cerebro de un piloto de carreras con serios problemas de manejo de la ira -RobotMan-, una joven con sesenta y cuatro personalidades, cada una con un poder distinto -Crazy Jane-, hasta un gay que tiene dentro de él a un ser radioactivo que lo mantiene vivo -Negative Man-. Los villanos no son muy distintos, un coleccionista de mariposas que se cree un dios -Red Jack-, un cazador que persigue y encuentra a sus presas comiendo vello facial -The Beard Hunter- o aquellos que no quieren conquistar al mundo sino convertirlo en un lugar más feliz, claro, desde su retorcida lógica de la felicidad -Mr Nobody-.

Los personajes secundarios mantienen estas rarezas. Una calle que es un ser vivo que se esconde moviéndose de un lugar a otro, pero que además se identifica como un ser No Binario y que sirve de refugio a seres como él; ya sean transexuales, género fluido, homosexuales, cualquiera que sea atacado por sus preferencias tiene un espacio con Danny The Street. Flex Mentallo que su superpoder radica en con solo flexionar sus músculos logra orgasmos colectivos en cualquier espacio en el que se encuentre.

Esta es una serie que incluso en estos tiempos y el significado que tiene para algunos, esta condenada a ser de pocas ventas, por lo que su duración es limitada. Sus personajes aunque entrañables, son demasiado cercanos y nos recuerdan mucho del mundo actual. No son esos grandes superhéroes como Thor, Superman, que nos recuerdan la grandeza, o antihéroes como Batman, Punisher que nos recuerdan ese lado oscuro que tenemos. Aquí vemos personajes que aunque más extraños son más reales, por lo menos sus problemas y la forma de lidiar con ellos en el día a día.

En el 2019, HBO junto a DC decidieron filmar un live action apostando por el boom actual de estas series y películas con resultados que ni ellos esperaban. Retomando la idea primaria de Grant Morrison, esta serie acomoda a los personajes en un mundo que con toda la corrección política que en teoría existe, los marginados siguen luchando por su vida; sin dejar de ser políticamente incorrecta y especialmente sin la necesidad de caer en panfletos sin sentido, van haciendo referencias a muchas de las resistencias actuales. La vida de los live action es corta, pero ya vemos en los medios que al menos Doom Patrol pasó a la historia por atreverse hablar de lo que no todos hablan y lo hace de forma correcta. Sin ofender, pero sin caer en paternalismos absurdos.

Contradiciendo a Alan Moore y sus a veces acertadas criticas a los live action de hombres en mallas -¿podemos clasificar a Doom Patrol en este lógica? No lo sé, juzguen ustedes- el acierto de esta serie es que no infantiliza, no vende grandeza inexistente, irreal, al contrario, nos invita a reflexionar sobre las luchas individuales y colectivas que todos llevamos en el día a día, a sentir empatía hacia todos aquellos que reciben/recibimos el rechazo continuo. Lo hacen sin caer en la falsa corrección política actual y sin dejar fuera el humor políticamente incorrecto tan necesario en estos tiempos.

Desde el exilio en Ankh-Morpork




Jorge Tadeo Vargas: Escritor, ensayista, activista, anarquista pero sobre todo, panadero casero.

Swamp Thing: la defensa de la tierra desde el terror

Por Jorge Tadeo Vargas |

“Protejo lo verde de este planeta,
mientras exista no podrá morir”
Swamp Thing

En la década de los setenta Len Wein unió su talento al de Bernie Wrigthson para crear una historia que tenía como personaje principal a una especie de monstruo con conciencia humana, pues su origen se debía justo al asesinato de una persona a la cual el pantano la adoptó y le dio la fortaleza para continuar viviendo ya no como humano, sino como una “cosa” que en su primer época solo tenía como objetivo la venganza contra quienes lo habían convertido en lo que era. Una cosa del pantano (Swamp Thing) que fue el nombre que se le dio al cómic en donde hizo su aparición. Era pues un producto de su época cuando el horror, el terror eran fundamentales en las historias gráficas. En 1976 después de varios años en circulación, la serie tuvo un bajón en ventas y se canceló.

En la década de los ochenta, Wes Craven decide llevar la historia al cine y filma una película con muy buenos resultados en taquilla, sobre todo si tenemos en cuenta que era una película serie B, lo que hace que DC Comics tome la decisión de revivir al personaje con un nuevo equipo creativo y un nuevo nombre: The saga of Swamp Thing. Los nuevos artistas rompen con el final propuesto con el cierre de su primer época por Len Wein, lo cual a éste no le gustó y trató de desmentir la nueva historia.

El nuevo equipo no aguantó la presión y se fue desarmando hasta llegar al número veinte con el que comenzó posiblemente el mejor momento para Swampicomo cariñosamente comenzaron a llamar los fans a esa cosa, al monstruo del pantano.

A mediados de los ochenta un joven inglés que iba de a poco ganándose un nombre en la industria de las novelas gráficas y los cómics tomó el proyecto a su mando. Su nombre era Alan Moore y en ese momento estaba trabajando en la idea de unas de sus creaciones que más dividendos le ha dejado como creativo. Me refiero a Watchmen.

Este joven con ideas anarquistas vio en Swamp Thing la oportunidad de ir más allá de una simple historia de horror y fue así como tomó las riendas de la historia con absoluta libertad creativa de llevarlo por donde él quisiera. Así sin perder el folk horror tan característico de la historia, Moore fue perfilando en lo que se convertiría su arte en las próximas décadas: una plataforma para denunciar los excesos del sistema de clases y su violencia hacia la naturaleza y las poblaciones humanas más vulneradas. Swamp Thing comienza entonces a convertirse en un espacio desde donde se hace visible la contaminación y los daños que el incipiente neoliberalismo como forma hegemónica del capitalismo le hace a los ecosistemas en individual y al planeta en general.


La llegada de Moore le dio a la historia todo un argumento de denuncia social en un momento que era urgente y necesario hacerlo. Reagan tenia en jaque a Centroamérica con sus proyectos de dominación y control de una región que no ha logrado reponerse de esa década, Thatcher desde Inglaterra nos recordaba que “no había alternativa” que teníamos que confiar en el neoliberalismo, mientras que en otros países latinoamericanos comenzaban a ser el laboratorio para experimentarlo; Chile por citar el más grande ejemplo.

Swamp Thing reforzó la protesta socio-ecológica en un momento clave que no se supo aprovechar, pagando hoy las consecuencias de la falta de acción en el momento adecuado. Esto a la par de ir dotando al protagonista de cierta introspección en la búsqueda del significado de la vida a nivel individual, de reflexionar en quiénes somos y en qué nos convertiremos. Claro, sin dejar fuera todo el folk Horror tan característico de la serie y que con Moore fue tomando mayor fuerza, dado el propio misticismo, la espiritualidad del escritor. La historia permitió que fuera desarrollando sus ideas políticas y personales a la par que la dotaba de mayor complejidad. Tal vez por eso fue por lo que complicó la llegada de otros autores.

Para Moore no solo era importante la denuncia, sino también dejar claros conceptos que para él son importantes como el amor, la solidaridad, la amistad; justo así fue como los personajes secundarios fueron teniendo mayor fuerza. Abigail Crane-Holland no era solo una chica intentando encontrar a su amor perdido, de a poco se fue enamorando de Swampi. Esto por mencionar al más importante de todos los personajes secundarios del cómic, permitiendo con una narrativa no lineal, descentralizada del protagonista y abriendo espacios a otros personajes que con el paso de los tiempos tomarían su propio protagonismo. El caso de John Constantine que paso de ser un “invitado regular a la serie de Swampi” a tener su propia serie -Hellblazer-, una película, una serie de TV con una temporada, participación en otras series, además de numerosos cameos en películas animadas, es uno ejemplo de cómo fueron tomando mayor complejidad y protagonismo los personajes que acompañaban a la cosa del pantano.

Moore habló de contaminación, denunció el capitalismo neoliberal, puso sobre la mesa el daño que el modelo de producción-consumo le está haciendo al planeta. También habló de salud mental, de la necesidad de buscar de forma colectiva espacios de ayuda común, pero también fue creando otra especie de antihéroe, alguien con una moral distinta que estaba/está dispuesto a todo con el objetivo de defender a la naturaleza. Lo convirtió en un guardián implacable decidido a todo por lo que él considera correcto. Era un monstruo sí, pero el terror que ejercía tenía una razón y un objetivo.

El folk horror característico fue avanzando de poco a una mezcla de éste con un misticismo muy particular de Moore, con un poco de gore, que le daban la libertad de convertir a Swampi en un ser capaz de todo por defender a quienes ama y en lo que cree.


El capítulo donde viaja a Gotham City a rescatar a Abby de la cárcel, atacando a la ciudad con un crecimiento desmedido de la vegetación no tiene desperdicio. Incluso Batman no sabe cómo actuar ante un ¿villano? que no mata a nadie, al contrario, le pone vida a una de las ciudades más oscuras y grises del universo DC. Es pues un antihéroe porque no pretende ser un héroe, solo quiere que este sistema deje en paz a la naturaleza y a las poblaciones más vulneradas. Incluso en el caso de Abby es una mujer violentada, agredida que no sabe cómo escapar de la violencia machista, pues a pesar de estar enamorada de Swampi, tiene que lidiar con las decisiones que ha tomado, aunque estas le exploten en la cara en un mundo machista, patriarcal.

Después de varios años de la mano de Alan Moore, éste lo deja para ir a buscar nuevos retos. La popularidad que había ganado tanto con Swamp ThingWathcmen V for Vendetta se lo permitieron, así dejó a la serie en una especie de orfandad de la cual no se ha recuperado, los intentos por parte de DC Comics no lo han logrado.

Aunque la serie gráfica trajo otros dividendos como fue una secuela cinematográfica, también de serie B que tuvo poca o nada de repercusión, una primer serie de TV que tuvo tres temporadas, una serie animada y numerosos cameos en películas y series de otros personajes de este compañía de cómics. Es Swamp Thing un antihéroe recurrente en las adaptaciones a la televisión, streaming o cine.

Mención aparte merece la revisión que se le hace en esta década al personaje con una nueva serie live action producida por HBO que aunque está muy cercana a los orígenes contados por Wein y Wrigthson, tiene una gran influencia de lo que fue el paso de Moore.

Episodios con muy marcados por el noir, por el folk horror con ciertos tientes de gore. Es posible que sea una de las mejores adaptaciones que se han hecho de los cómics de DC, sin embargo no superó la prueba quedándose en una sola temporada, en tiempos de sobresaturación de series y películas de hombres en mallas. Aunque siempre se rumora que el proyecto será retomado.

En tiempos de crisis socio-ecológica, de #EmergenciaClimática es importante tener referentes como Swamp Thing -aunque solo sea ficción- pues nos recuerdan que incluso en pleno colapso es posible renacer. No importa si el mundo es un lugar lleno de horror, es un sitio oscuro para vivir, siempre tendremos la solidaridad, el amor, la amistad y la colectividad que nos ayudan a transitarlo. Esto es lo que puede rescatarnos. Incluso si somos unas cosas del pantano para el sistema.

Desde la rebelión contra Elisyum
#PunkRockJesus


El autor: Jorge Tadeo es escritor, ensayista, activista, anarquista pero sobre todo es panadero casero.

Deconstruyendo sobre lo deconstruido: una mirada al subgénero de superhéroes

Por Jorge Tadeo Vargas |

 

¿Si un súper hizo eso cuando era feliz, imagina qué haría si descubriera que le estuviste mintiendo desde el principio?”

Billy the Butcher, The Boys

Para muchos escritores y la academia misma, el comic, la novela gráfica sigue siendo considerada como un arte menor; incluso es denostado en muchas ocasiones como una forma artística, de expresión infantil o para adultos con muy bajo nivel intelectual. A mediados de la década de los 50’s Wertham ya presentaba a los lectores de comics como posibles delincuentes, pues al leer comics, decía en su libro Seduction of Inocent (1954) se fomentaba el analfabetismo y otros comportamientos desagradables en los jóvenes. Para finales de siglo McCloud en su libro Understanding Comics: The Invisible Art habla del -según él- el lenguaje simplista, la narrativa carente de técnica entre otras cosas, referente al arte del comics. Principalmente aquel relacionado con el subgénero de superhéroes.

Esta percepción ha ido cambiando un poco con el paso de los años, si bien no se le da el respeto que se merece como una expresión artística, al menos su popularidad ha ido en aumento, logrando con esto posicionarse dentro del mainstream dando como resultado que muchos escritores o artistas gráficos colaboren con algunos comics o bien pasando de este género a otros más respetados, como es la narrativa, o la pintura.

El ejemplo de Alan Moore, que no solo ha declarado que no piensa volver a escribir para un comic y/o novela gráfica, sino que además en sus declaraciones degrada el género, principalmente a las adaptaciones cinematográficas o series es muy claro. Moore tiene la firme creencia de que sus creaciones o en aquellas en las que colaboro, no son para el lector común de comics, sino para “otro tipo de personas”. Esta actitud ha hecho que su popularidad actual se deba más a sus argumentos contra el comic o a sus intentos de deconstrucción del genero hace ya algunas décadas que a sus creaciones actuales, las cuales pasan a ser de regulares a malas.


Hay que recordar que el subgénero de superhéroes dentro del comic sigue siendo el más popular, incluso me atrevería a decir que ha logrado opacar a cualquier otro subgénero. Este nació en la década de los 20’s pero alcanzo mayor popularidad una década después, específicamente en 1938, con Superman, creado por Jerry Siegel y Joe Shuster. Desde entonces su popularidad fue en aumento, así como los comics que presentaban a estos seres superiores, perfectos, impolutos, incapaces de tener un ápice de maldad en su interior.

Para la década de los 80´s el genero ya estaba agotado, al menos la realidad lo había rebasado y era momento de hacerle una revisión. Las crisis que se vivían en ese momento, no solo económicas, sino sociales, la debacle del sueño americano con la entrada del neoliberalismo necesitaba de otros arcos argumentativos. Los comics que además estaban saliendo de sus épocas de oro y bronca, también estaban en crisis económicas. Las editoriales necesitaban comenzar a contar otro tipo de historias, mucho más adultas y así se dio la primera reconstrucción del género.

Batman paso de ser solo un vigilante con un fuerte sentido de la moral y lo correcto a convertirse en un personaje oscuro, violento que utilizaba el miedo y la violencia como parte de sus argumentos contra la delincuencia. Para esto contaron con Frank Miller, un escritor/dibujante capaz de imaginarse los peores escenarios, donde los superhéroes tenían que reponerse de la imperfección de ser humanos. En esta década se dio la llegada de muchos escritores y artistas gráficos que veían en los comics, principalmente en este subgénero una oportunidad de hacer manifiestos políticos, sociales o sencillamente llevarlos a un siguiente nivel.

Esto permitió que un joven ingles que tenía cierto renombre en su país, comenzara a trabajar en el que es quizás el primer ejercicio de deconstrucción del subgénero. Este escritor llamado Alan Moore, junto a David Gibbons como artista gráfico comenzaron a trabajar en una serie de doce números de una serie de superhéroes atípicos. El nombre que recibiría el equipo fue el de Watchmen y tiraba por la ventana todas las ideas preconcebidas de como tenia que ser un humano con capacidades superiores al resto. Aquí no había seres perfectos, incapaces de no sentir maldad, del más puro y casto sacrificio por la humanidad. Con Watchmen rompen con esto, además de hacer una fuerte crítica antisistema, al modelo económico, a la guerra, a la crisis que se vivía en ese momento en todo el mundo.

Moore convierte a sus personajes en seres rencorosos, violentos, incluso abusan de su poder, son despreciables. Por supuesto como en cualquier historia, no todo es maldad o bondad, existen esos espacios grises donde los superhéroes transitan, por lo que esta el sacrificio por parte de algunos de los protagonistas que no buscan el beneficio personal, pero incluso ellos son violentos, agresivos.

Esta historia primero presentada como una serie de doce números, luego como novela gráfica con cientos de ediciones en varios idiomas desde su primera aparición a mediados de los 80’s a la fecha. Incluso con varios spin off de sus personajes, una película y una serie que cuenta que paso en el mundo después de los Watchmen originales, tiene una frase que definía a la perfección lo que quería crear Moore. “Quién vigila a los vigilantes” dice una grafiti que aparece en algunas bardas.

Así vemos que no todos es color de rosa, que Superman como un superhombre en toda la extensión de la palabra ya no tenía cabida en el mundo actual. Terminan con una idea ingenua de que los superhéroes son seres perfectos, sin vicios, que nunca cometen errores, que no son capaces de sentir odio. En Watchmen estos personajes, no sin toda una discusión filosófica de por medio toman la decisión de permitir, incluso de provocar la muerte de millones de personas por una absurda idea del bien común.

Alan Moore que ya venia trabajando con The Swamp Thing desde un tratamiento distinto al que le había dado sus creadores, logro revolucionar el genero con Watchmen, aunque no fue lo suficiente como para cambiarlo por completo. Sin embargo permitió que otros escritores y dibujantes que veían en él a un mentor, alguien a quien valía la pena seguir se dieran a la tarea de ir creando sus personajes desde esta deconstrucción de este subgénero.

Pero no solo crearon otros personajes, que en algunos momentos le dieron un giro a los que ya estaban posicionados. El caso de Frank Miller con Batman que rompió con el paradigma clásico del subgénero o un Garth Ennis que ya iban pintando por donde iría su carrera como escritor de comics o Mark Millar que no solo le dio el último gran éxito comercial a Marvel Comics con una de las mejores historias/sagas en las ultimas décadas de esta casa editorial como lo fue Civil War, sino que además Millar creo tres historias más.

La primera, aunque no es el orden de creación sino de impacto fue Kickass, un mundo sin superpoderes, pero que quienes han decidió seguir ese camino tienen que hacer todo lo que este en sus manos para ser mejores que los villanos. Sin bien el protagonista es una especie de Peter Parker queriendo ser Spiderman sin ninguna habilidad lo que lo convierte en un nerd fracasado incapaz de detener a ningún criminal, Hitgirl es todo lo contrario, una niña que fue entrenada para ser una asesina, y además no tiene empacho en drogarse si eso le dará una ventaja contra sus contrincantes. Millar une su pluma con un talentoso John Romita Jr. y convierten el subgénero de superhéroes en todo un universo de antihéroes, a los cuales no podemos admirar. Con dos intentos fallidos de película, el comic continua, solo que ahora Hitgirl también tiene el suyo propio.


Millar también revisito a Batman con su serie de Némesis, donde se pregunta ¿En la vida real, Batman sería un superhéroe o un supervillano? La respuesta es clara si observamos el abuso y la impunidad con la que se mueven los ricos y poderosos. También deconstruye a la Liga de la Justicia con su serie de Jupiter’s Legacy, mezclándolo con Watchmen. Un grupo de superhéroes que intenta sobrevivir a la familia, a los celos, a la violencia, a las crisis existenciales de sus miembros y entre generaciones poniendo el riesgo el código por el que se deben regir.

Doom Patrol es una serie que nació en la década de los sesenta, con muchas altas y bajas, pero no fue hasta los 80’s que Grant Morrison, otro escritor que ha venido deconstruyendo el género, como lo hizo con Superman convirtiéndolo en una especie de Stalin en su novela Superman: Red Son, tomo a su cargo la serie de Doom Patrol para llevarla en otro sentido. No solo es un grupo de marginados, desadaptados sociales, sino además hace una denuncia social contra la discriminación por sexo, color de piel -o la falta de ella- convirtiéndola en un espacio donde los frikis podían/podíamos sentirnos identificados. Morrison hizo con Doom Patrol posiblemente uno de los ejercicios de deconstrucción más honestos a la fecha.

Como hemos visto con Miller y Morrison, esto sirvió para que muchos de los superhéroes clásicos pasaron por momentos de reconstrucción. Tanto Marvel, como DC Comics, las dos empresas editoriales más importantes de Comics, pasaron a revisar a sus personajes más populares, dándoles más humanidad, esto hizo que en ocasiones cayeran en el ridículo, pues el esfuerzo hizo que estos pasaran de blanco a negro, es decir de superhéroes a supervillanos, olvidándose que lo que había sido tan exitoso estaba justo en otorgarle los tonos grises. Incluso cuando intentaron darles mayor corrección política, lo único que lograron fuer convertir buenos personajes, en parodias de si mismos. Aunque tanto DC Comics con su Justice League Dark o Marvel y las Secrets Wars ofrecieron buenos arcos argumentativos.


En el siglo XXI con escritores como Millar criticando la prepotencia y la impunidad del actuar de los superhéroes en la ya mencionada saga Civil War de Marvel Comics, Garth Ennis ya consolidado como un irreverente, hereje y provocador escritor que había revivido a John Constantine recibe carta ancha para hacer su propia deconstrucción del subgénero lo que trajo consigo a The Boys, una irreverente historia donde los superhéroes son manejados por una empresa privada que hace negocios con ellos, al más puro estilo de las empresas militares que le trabajan al gobierno estadunidense.

Los superhéroes se esconden bajo la protección de sus jefes para ser racistas, misóginos, violadores, asesinos, sin ningún tipo de remordimiento. Todo esto vigilado por un grupo de mercenarios contratados por el gobierno para parafrasear a Alan Moore, vigilar a los vigilantes los cuales tampoco tienen empacho en cruzar cualquier línea para vigilar y/o vengarse de los superhéroes. Aquí no hay villanos en el sentido estricto de la palabra, o al menos eso parece en los tonos grises de toda la serie.

Con The Boys, Ennis se burla de todos los cánones del subgénero, de sus códigos, de la idea de dioses perfectos. Si bien para muchos, el estilo, las formas en que lo cuenta son demasiado agresivas, saturantes en algunos momentos, la deconstrucción que hace Ennis es la que mejor rompe con toda la idea preconcebida de los superhéroes.


Garth Ennis ya había hecho toda una deconstrucción o al menos una critica hacia el actuar de los superhéroes cuando escribió la historia de Punisher Kills Marvel Universe, donde los daños colaterales del actuar de estos protectores de la humanidad salen a relucir. Aquí parece decir: la violencia genera víctimas inocentes, las cuales quedan en el olvido por un ingenuo bien mayor.

Para terminar con esta revisión que nos da una idea sobre las distintas deconstrucciones que ha sobrevivido este subgénero, dejando fuera toda la saga de los X-Men y las historias paralelas -X-Force, Deadpool…- que han venido evolucionando de un grupo de marginados a una critica social, donde los héroes y los villanos cambian de bando, dependiendo el momento, de nuevo los matices grises, sin un bando definido, la cual merece toda una revisión por su importancia.

Hay que mencionar a Robert Kirkman que en Invincible convierte la historia del hijo de Kriptón, Superman y de la Liga de la Justica, en una historia de egos, celos, violencia, donde los superhéroes son mucho peores que los supervillanos. Una historia donde incluso la familia es menos importante que lo que el protagonista quiere y no le importa matarlos sacrificarlos para sus propios intereses.

Kirkman salto a la popularidad gracias a la serie basada en su comic The Walking Dead, donde hace una revisión del género de zombies con muy buenos resultados. Al igual que con los no muertos, los villanos no son importantes, lo que es importante son los sentimientos de los protagonistas y la forma que los manejan. De la misma forma que lo hace Millar con Jupiter’s Legacy, Kirkman plagia a distintos grupos de superhéroes para ir desarrollando su deconstrucción, creando todo un nuevo universo, donde estos son empleados del gobierno estadounidense -con excepción del más poderoso de ellos que es solo un colaborador ocasional- se casan, tienen hijos, hipotecas que pagar y que incluso en momentos de locura pueden terminar con planetas enteros.

Invincible es una serie hecha a medida para los tiempos actuales, donde los malos pueden terminar salvando el día, mientras que los buenos son quienes ponen en jaque a toda la población. Aquí su creador deja claro su pesimismo en la humanidad. No tenemos solución y la única alternativa es la extinción, aunque esta llegue de manos de quien nos dice proteger.

Al igual que Ennis en su momento, Kirkman tomó por asalto a Marvel Comics y construyo todo un universo desde donde mejor sabe hacerlo, convirtiendo a todos los superhéroes y supervillanos en zombies perdiendo todo rastro de esa humanidad que dicen proteger. Dibujado por Sean Phillips en unos cuantos números convirtieron todo un universo en una masacre sin sentido de todos contra todos, con los que en teoría son nuestros protectores se convirtieron en los cazadores de la humanidad.

Podría mencionar otros comics que han aportado a la deconstrucción de este subgénero. Mistery Men y su visión de superhéroes fracasados, sin talento, donde el único héroe es un imbécil más preocupado por la fama que por ser en realidad un protector, sin embargo me parece importante mencionar el papel del cine y las plataformas de streaming en esta deconstrucción.

Si bien las adaptaciones se prestan para contar las historias de una forma distinta, dando paso a una deconstrucción, estas se han dado para mal, si vemos la mayoría de lo que se ha hecho en el ahora llamado Universo Cinematográfico Marvel, o en el construido por DC Comics y Warner Bros, donde vemos todo el infantilismo que Moore menciona. Aquí hay en su mayoría un retroceso en la forma de contar las historias, tratando de atrapar el publico más joven, como lo hicieran en su momento los comics impresos. Por otro lado existen algunas otras que las llevan a otros terrenos, convirtiéndolas en verdaderas live action para adultos.

Si contamos el nacimiento de Superman como el nacimiento de este subgénero, son casi cien años de existencia y como todo arte tiene sus altas y sus bajas; la importancia es que ha permitido que reconozcamos que más allá de la bondad que se nos exige, o de la maldad que decidimos arropar, los tonos grises por los que transitamos deben de permitirnos ver la realidad con otros ojos, para así reconocernos hasta donde podemos ser capaces de llegar y conocer nuestros propios límites. Esto es lo valioso a rescatar.

Desde la rebelión contra Elisyum

Junio 2021, Zinacantepec.


El autor: Jorge Tadeo Vargas - Activista, anarquista, biólogo, panadero casero y coordinador de lidecs.

La realidad ficticia de George Romero


Por Jorge Tadeo Vargas

When there's no more room in hell, the dead will walk the earth.

George Romero

 

Soy de la generación del video, del cine en VHS, de esa generación de ir al videoclub como si fuera ir a una biblioteca y buscar entre cientos de títulos –si es que tenías suerte y el video club de tu barrio era lo suficientemente grande- la película que querías ver.

Las películas se acomodaban de la siguiente forma: en primer lugar los estrenos que estaban justo frente a la entrada para que los vieras en cuanto entrabas. Muchos de estos no se estrenaban en el pequeño cine de tu ciudad, incluso algunos ni en los cines de las grandes ciudades. Las demás películas se acomodaban a criterio del empleado del lugar: acción, comedia, drama, cine europeo –si el negocio lo tenía- y al menos en el que yo conocía hasta el final, en el espacio más escondido, junto a la puerta con la cortina que separaba el porno de los otros géneros, custodiado por los thrillers estaba el cine de terror con todas sus variantes donde no había una clasificación para ellas, bien te podías encontrar un slasher a un lado de una película de fantasmas al menos que corrieras con suerte y algún empleado fuera fan de este género entonces sí había una clasificación meticulosa.

El proceso de rentar por 24 horas una película era todo un ritual, al menos lo era para mí. Entraba a la tienda pasaba horas buscando, escogiendo, leyendo el resumen de la película en la parte trasera de la caja para darme una idea clara. Muchas veces ya sabía que quería e iba directo por ella esperando que estuviera disponible. En un espacio de este tipo en un video club, no en las salas de cine fue donde inició mi “adicción” a las películas.

El poco que llegaba a las salas entre la década de los ochenta y noventa era casi siempre malo blockbuster sin ofrecer algo más pero en los videoclubs podías conseguir hasta lo inimaginable. Así pude ver Halloween de John Carpenter, Hellraiser de Clive Barker, Alien de Ridley Scott, Braindead y Bad Taste de Peter Jackson, las tres de Evil Dead de Sam Raimi y una que me impactó mucho más que las mencionadas arriba, convirtiendo el género de zombis en mi favorito: Night of the Living Dead de George Romero.

Me gusta el cine de terror en general, aún recuerdo no haber dormido en días después de ver Nigthmare on Elm Street, recuerdo la sensación de asco, miedo y risa involuntaria con la saga de Evil Dead, ésta última con su tercera parte es una influencia clara en muchas series de televisión de dragones y caballeros aunque no se diga abiertamente. Sin embargo los zombis tienen un encanto particular para mí desde que con doce años vi Dawn of the Dead llevándome a buscar en el videoclub cerca de mi casa y después en otros más lejanos todo lo que hubiera de este subgénero y a pesar de la genialidad de Fulci, de D’ Amato, incluso del propio Peter Jackson, George Romero fue y sigue siendo mi favorito.

Su estilo de filmar lento, a medias, sin prisas, dan a sus películas la desesperación suficiente para saber en todo momento que los humanos tienen perdida la batalla contra los No Muertos, alienados, solo buscando sobrevivir desde su propia e inerte realidad.

Con el paso del tiempo llegué a ver las primeras películas de este subgénero como White Zombi (Calperini, 1932), The Plague of zombis (John Gilling, 1966) el inminente apocalipsis que introdujo Romero con Nigth of the Living Dead y que fue puliendo con sus sucesoras hasta llegar a su última película Diary of the Dead, creando con esto el escenario perfecto que aún a la fecha se mantiene.

Mentiría si dijera que con las primeras películas de Romero que vi entendí su crítica social que está implícita en toda su obra, esto lo supe al volver a verlas al menos las que vi en la década de los ochenta e inicios de los noventa. Lo entendí en mi adolescencia, ya con más información en mi cabeza me quedó claro que la realidad que se planteaba en sus películas es muy contrario a lo que hoy en día significa ser zombi, donde lo han convertido en una moda con sus días del zombi, sus desfiles, con las series de televisión, popularizándolas en el mal sentido, tenemos zombis que evolucionan, que se organizan, que se comunican, que hablan.

Para Romero un No Muerto era un ser alienado, que camina intentando sobrevivir sin la capacidad de cuestionar, los humanos son los supervivientes, los marginados, los que rechazan ser como la manada y están dispuestos hacer lo que sea para no convertirse para mantener su individualidad, claro, esto siempre tiene un costo y queda claro en cada una de sus películas, los humanos tienen que luchar contra los No Muertos y contra la misma dinámica del poder, de la avaricia, del egoísmo.

Otra de las críticas de Romero son los culpables cualquiera que sea el escenario. La crítica que hace con culpables muy específicos se observa desde el inicio, ya sea contra el racismo, la guerra, el consumismo, la individualidad egoísta, los fraccionamientos cerrados o los medios de comunicación; el común denominador es el sistema de clases, los gobiernos, las corporaciones transnacionales, la gente con poder económico.

En cada una de las películas que Romero filmó, evidenció que el sistema de clases fomenta un individualismo egoísta, la segregación. El miedo a lo diferente es el culpable de la inminente derrota de la humanidad contra los No Muertos. Muy similar a lo que vivimos donde a los diferentes se les ataca, donde se niega la diversidad, donde no podemos ponernos de acuerdo y ganan nuestros prejuicios.

La forma en que se ve a los zombis ha cambiado desde aquel 1968 que transformó por completo a los muertos vivientes. Ahora ya tenemos series de televisión muy exitosas con grandes presupuestos y producción, tenemos libros, comics, películas blockbuster. Ya son parte de la cultura pop actual y como tal son un producto de consumo más.

Muy lejos ha quedado aquel intento de crítica social que Romero inició tratando de hacer una analogía de la realidad con esta ficción en particular y aunque aún existen algunos intentos que se salvan como Z-Nation (Karl Schaefer y Craig Engler, 2014) Train to Busan (Yeon Sang-ho, 2016) The Girl with of Gifts (Colm McCarthy, 2016) incluso algunas utilizando la comedia como parte de esta crítica, como Shaun of the Dead (Edgar Wright, 2004), Juan de los Muertos (Alejandro Brugués, 2011) o la más reciente de Jarmush, Dead Don't Die (2019).

La asimilación de los zombis en la cultura popular se llevó esa parte contestataria, convirtiendo al subgénero en un No Muerto que solo busca que asimilemos el sistema como la única salida posible.

El autor: Jorge Tadeo Vargas - Activista, anarquista, biólogo y panadero casero.

Sorry, We Missed You: la esclavitud de moda en tiempos pandémicos

Por Jorge Tadeo Vargas

En el 2016, Ken Loach junto a su inseparable guionista Paul Laverty, deciden hacer un retrato de la realidad que vivimos actualmente, filmando I, Daniel Blake, una cinta que hace un recorrido por la burocracia y la falta de empatía que tiene el sistema para con los más desfavorecidos.

Mientras nos muestra a un “boomer” intentar conseguir trabajo después de un infarto al corazón va desenredando toda la desesperación, la locura que es tratar de lidiar con un sistema que no esta hecho para funcionar, al menos no para la clase trabajadora. Con una visión más realista que el Joker, Loach hace una critica muy a su modo contra el sistema capitalista que nos convierte en números, en cifras, en seres anónimos. Lamentablemente no estamos listos para tener esta conversación y preferimos la ficción.

Para el 2019 la dupla Loach-Laverty deciden apostar por hacer una critica mucho más fuerte, agresiva, contra uno de los peores males de la actualidad. El llamado capitalismo de plataforma y uno de sus peores exponentes: la esclavitud disfrazada de emprendimiento con el servicio de entregas a domicilio de las compras por internet.

En Sorry, We Missed You, renombrada en español como “Lazos de Familia”, Loach y Laverty le dan forma a una familia de clase obrera, que intentando sobrevivir a la crisis económica, deciden vender el carro familiar para comprarse un camión y entrarle al emprendimiento de entregas de comprar por internet. En teoría un trabajo que les va a permitir autonomía, y con eso mayores ingresos. Es justo ahí cuando se dan cuenta del mito de que ser un emprendedor no te permite salir de la clase obrera, que el concepto, la acción es solo la zanahoria que venden desde el capitalismo de plataforma para todos aquellos que desde la crisis o el propio aspiracionismo quieren salir de la cadena de producción.

Salen de la esclavitud de las fábricas hacia la esclavitud de lo que David Graeber llamó “trabajos de mierda”.

En esta película tanto el padre como la madre son personajes que conocemos muy bien, los dos trabajan más de doce horas al día. Ella es enfermera que cuida enfermos y/o viejos en sus casas, un trabajo físico sumamente pesado, que la deja adolorida, cansada; él entrega paquetes todo el día, es decir pasa más de ocho horas manejando, visitando casas, lidiando con el tráfico, las personas que lo tratan como un sirviente, incluso con la inseguridad de que en cualquier momento lo pueden asaltar para robarle su mercancía, cosa que pasa terminando mal herido. Sin seguridad social, y como es “socio de la compañía” si no trabaja, no tiene sueldo, además de que está la amenaza de quedarse sin el trabajo, perder el camión por las deudas, no hay más, tiene que salir, así, golpeado, lastimado a continuar con las entregas.

Viven al día tratando de criar a sus dos hijos, una pequeña y un adolescente. Una historia muy familiar para cualquiera que venga de la clase trabajadora. Es fácil sentirte identificado con los personajes, al menos reconocer a tus padres, vecinos, a esos que son parte de quienes hacen funcionar la máquina sobreviviendo al día a día con empleos que no les dan un futuro.

En estos tiempos donde parece que la esclavitud está de moda, que se maquilla de emprendimiento, esta dupla al igual que lo hicieron con I, Daniel Blake, muestran la desesperación, la tristeza, la locura; eso que algunos sociólogos llaman depresión por capitalismo.

En Sorry, We Missed You la marginación se disfraza de soledad y mientras las transnacionales se hace cada vez más ricas, sus “asociados” como los llaman caen en una espiral sin fondo, en un esclavismo disfrazado logrando apenas sobrevivir para continuar con su explotación diaria.

Presentada en el 2019, no pienso que ni Loach, ni Laverty se imaginaran lo que se venía en tiempos de pandemia y encierro, iniciado el año pasado por el  COVID-19. No creo que hayan sido capaces de imaginarse la fuerza que estas empresas iban a tomar en el 2020, y es que con la llegada del #QuedateEnCasa, el consumismo en que se sustenta la base del sistema de clases actual fortaleció aun más al capitalismo de plataforma, convirtiendo a los emprendedores de entregas de compras por internet en parte de la línea del frente para que las clases aspiracionistas no se volvieran locas en el encierro. Consume hasta morir, dice una frase, que ahora se complementa con compra en línea, no importa, alguien saldrá de su casa corriendo el riesgo para que tus productos te lleguen seguro a tu puerta. El emprendimiento de este tipo ha sido el único que no entró en crisis; fábricas cerraron su producción, restaurantes fueron forzados a cerrar, pero las compras por internet y los repartidores aumentaron, al grado que Jeff Bezos (dueño de Amazon) logró ser de forma intermitente el hombre más rico del mundo.

En tiempos pandémicos, con la economía real, la que se sustenta en la producción está yéndose al carajo, la esclavitud disfrazada de emprendimiento aumentó, con lo que la riqueza de un sector privilegiado también lo hizo. En estos meses la realidad superó con creces a lo que Loach nos presentó en su película.

Ken Loach ha usado su cine para la denuncia -propaganda izquierdista, dice la derecha-, lo usa para hablar directo sin tapujos, Sorry, We Missed You no es la excepción y no queda más que esperar cual será su visión cuando este encierro solo sea parte de la historia de la civilización.

Febrero, 2021, segundo año pandémico.


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