Aunque tú no lo sepas: una charla con Tony Hernández de El Gran Silencio


El músico, compositor, cantante y artista visual Tony Hernández nos habla de su vida antes de la música, la importancia del movimiento rupestre, el próximo disco, el nuevo single junto a Cecilia Toussaint, los Tigres de la UANL y la clave para hacer de El Gran Silencio una de las agrupaciones más trascendentes del rock nacional durante ya tres décadas. Dale play. 


Fuego lento (con la flama encendida)

Por Parraguirre

A finales del siglo XX aparecieron ciertas obras que fueron un parteaguas dentro de la narrativa gráfica mexicana, pienso, principalmente, en lo realizado por la camada del Taller del Perro: Buba Vol. 1 (2000), Operación Bolívar (1999), y Fuego lento (1998). Tres libros que, en la humilde opinión de quien esto escribe, fueron significativos en la producción historietística del país, al salirse de la norma. Pero esas son notas para otra melodía. Por lo pronto me enfocaré en el trabajo de Ricardo Peláez Goycochea, pues gracias al esfuerzo editorial de Pura Pinche Fortaleza Cómics y Animal Gráfico, se ha reeditado una versión revisitada de su libro.

Lo primero que se advierte, en comparación con la versión anterior, es que la nueva antología deja fuera la novela gráfica breve de nombre Madre Santa, con guion de Erik Proaño (Frik). Sin embargo, para compensar lo anterior, se añadieron catorce nuevas piezas que el autor fue acumulando a lo largo de los años. Otro aspecto editorial que merece la pena mencionar, es que se incluyen 16 páginas a todo color, lo que me parece un mérito, pues actualmente hay pocas posibilidades de que un trabajo de narrativa gráfica sea editado de esta manera. Pero dejemos los detalles técnicos del libro a un lado.

La labor como narrador gráfico de Peláez es notable, una gran parte de las viñetas no contienen diálogos, pues su prosa gráfica permite que el lector capte lo que sucede en las historias de manera sutil.

El relato “Mujer” es una buena muestra de ello, en la historia podemos ver la vida cotidiana de una chica, quien evoca mejores tiempos de su vida, cuando hace esto el estilo gráfico cambia por un dibujo más “simple”, mientras que el resto del trazo que remite al presente es más elaborado. Por otra parte, la historia de nombre “El segundo adiós”, es una prosa poética narrada en voz off que logra transmitir la sensación de vacío y desasosiego tras una ruptura amorosa.

Los temas que aborda Peláez son diversos, pero en su mayoría, los relatos giran en torno a una cotidianidad poco amable, y para el tiempo en que fueron hechas las historias resulta destacable que el narrador gráfico se adelantase a su tiempo (o quizás las cosas no han cambiado desde entonces), pues en ellas podemos ver la actual marginación, violencia, desamparo e incertidumbre, contadas de una manera explícita, pues Peláez no le saca la vuelta a la realidad, sino que afronta su crudeza sin tapujos, a través de los discursos implícitos en su obra.

Dentro de la recopilación también se encuentran algunas aproximaciones poéticas al amor/desamor, unas ficciones futuristas, e incluso, incorpora las voces de otros escritores en adaptaciones gráficas, tal es el caso del periodista contracultural Rogelio Villareal, en “Ángeles de la noche”, y el autor de la novela Cuartos para gente sola (1999), J. M. Servín, en “El antojo”, por mencionar a algunos.

Hablar de antologías siempre es un reto, pues existen piezas que pueden parecer mejor ejecutadas que otras, sobre todo porque al inicio los autores se encuentran experimentando con diversos estilos gráficos y modos narrativos. Sin embargo, a pesar del tiempo de creación que existe entre las historietas, en Peláez ya se puede notar un sello personal, que, dicho sea de paso, remite a la historieta europea o argentina que lo influyó (ya sé que las comparaciones son odiosas, pero esto no es menor, considerando la calidad de trabajo hecho en esas latitudes).

Otro acierto editorial, que nos permite notar las aptitudes gráficas del autor, es la distribución de las historietas, que no fueron acomodadas de manera cronológica, sino por apartados temáticos, lo cual genera un equilibrio en su conjunto. Aun en las páginas a todo color, donde Peláez se aleja un poco de su estilo, y experimenta con otras técnicas pictóricas, se logra un balance que no defrauda al lector.

En fin, es grato que de nueva cuenta se ponga al alcance de las manos, una de las obras cumbres de una generación que al parecer no tuvo continuidad (con el nivel discursivo y politizado que venían haciendo). Y en una época tan acrítica y complaciente, es necesario retomar estos discursos, que no han sido superados y que, por el contrario, parecen agravarse. Sin más, los invito a leerla para actualizarse con el pasado, y mantener encendida la flama de la narrativa gráfica mexicana.

 

Ricardo Peláez Goycochea, Fuego lento, Pura Pinche Fortaleza Cómics/Animal Gráfico, Ciudad de México, 2021, 144 pp.

«¿Quién mató a Manuel Buendía?» Entre la denuncia y el rescate de la memoria

Un impresentable gobernador, un amigo cercano de la DFS, los capos del narcotráfico, la CIA y hasta los dirigentes de una universidad son algunos de los posibles culpables de la muerte de uno de los periodistas más críticos del sistema político mexicano, asesinado el 30 de mayo de 1984, en plena vía pública de la Ciudad de México.


Cinetiketas | Por Jaime López


Escribir sobre la ópera prima de Manuel Alcalá, "Red Privada: ¿Quién mató a Manuel Buendía?", implica recuperar una figura clave del periodismo crítico nacional contemporáneo, que evitó alinearse con el poder. 

Asimismo, conlleva redescubrir una década convulsa de la historia mexicana, en la que se redefinió la relación entre gobierno y crimen organizado.

Como su título lo indica, el filme toma como referencia el asesinato de Manuel Buendía Tellezgirón, columnista de Excélsior, para versar sobre tópicos urgentes, por ejemplo, la corrupción gubernamental, la impunidad y el intervencionismo extranjero. 

De paso, se las ingenia para acercar a las nuevas generaciones con el legado de Buendía, esto a través de una narrativa ingeniosa y la oportuna voz en off del actor Daniel Giménez Cacho que recrea algunas de sus incisivas columnas

Nuestro fascismo no tiene rostro. Es un acto de la naturaleza. Algo así como una puesta de sol o una tolvanera. M.B.
En ese sentido, el periodista en cuestión se destacó por su maravillosa intuición y compromiso con la verdad, algo de lo que carecen muchos comunicadores actuales. 

En cuanto a los aspectos técnicos, se intenta emular el esquema de una cinta noir o de una nota policiaca, sin embargo, es aquí donde "Red Privada: ¿Quién mató a Manuel Buendía?" tiene algunos tropiezos, sobre todo, si se recuerda el documental de Trisha Ziff, "El hombre que vio demasiado", en donde el ritmo de la historia nunca deja de sorprender a la audiencia. 

No obstante, se agradece el esfuerzo del realizador por evitar ensalzar a su protagonista, quien tuvo una educación conservadora y laboró temporalmente para el régimen en turno. 

Ahora bien, la propuesta de Alcalá tiene secuencias similares a la de "Oblatos, el vuelo que surcó la noche", pues recrea el homicidio del título mediante gráficos y maquetas, aunque no tan contundentemente como Acelo Ruiz retrató la fuga de Oblatos en su cinta.

A mí para matarme me tendrán que matar por la espalda porque si me atacan de frente me llevaré a varios. (Manuel Buendía murió con la mano en el cinturón donde llevaba su pistola). 
Pese a lo anterior, "Red Privada ¿Quién mató a Manuel Buendía?" no merece ser ignorada por los cinéfilos nacionales debido a que rememora la impunidad de los crímenes de Estado en nuestro país, en donde pueden estar involucrados grupos poderosos de otras naciones. 

Mientras que para los millenials y centennials podría resultar una pieza refrescante, pues el modo de operar del estelar nada tiene que ver con la forma de comunicar de los líderes de opinión forjados en YouTube. 

Sesiones Colocadas: Goose Size


Llegan los beats, las rimas y los sintes a Casa Yonki con Goose Size que nos platica en corto de sus influencias, el papel que juega la música en el mundo actual y una historia noir con una chica llamada Ana «ella era un sol».


SESIONES COLOCADAS TEMPORADA II. #Ana por #GooseSize

De la épica al celuloide: filmes sobre el olimpismo

Cinema Coyote | Por Alejandro Carrillo

@alexiliado


"Más rápido, más alto, más fuerte" es el llamado oficial a los atletas del mundo, impulsado desde hace más de un siglo por el movimiento olímpico. Cada cuatro años el mundo se detiene para celebrar la justa deportiva más importante del orbe, quizá uno de los pocos símbolos de paz y fraternidad que aún nos quedan. Es inevitable no emocionarse al ver los colores nacionales desfilando por las diferentes competencias olímpicas que edición tras edición nos regalan historias llenas de épica y dramatismo.

Hazañas deportivas y gestos heroicos de increíbles seres humanos han sido inmortalizados por el celuloide a lo largo del tiempo, pero también episodios trágicos e ignominiosos forman parte de la historia del olimpismo. Repasamos algunos filmes que vale la pena considerar en medio de la fiebre de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (en 2021).


7. Jamaica bajo cero (Cool Runnings, 1993)
Un clásico de los filmes olímpicos que seguramente todos vimos en televisión abierta en algún punto de nuestras vidas. Esta comedia está basada en la historia real del equipo jamaiquino de trineo que en 1988, ante la sorpresa de todos, logró calificarse a los Juegos Olímpicos de Invierno en Calgary.



6. Inquebrantable (Unbroken, 2014)
Dirigida por Angelina Jolie y escrita por los hermanos Coen (basado en el libro homónimo de Laura Hillenbrand), la película narra la historia de Louis Zamperini, atleta estadounidense de origen italiano que participó en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, registrando una de las vueltas más rápidas de la época en los 5.000 metros. Su destino estaría marcado por la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, ya que tras estrellarse el avión en el que viajaba, sería tomado como prisionero y torturado por los japoneses hasta el fin del conflicto.



5. Volando alto (Eddie the Eagle, 2016)
El versátil Taron Egerton protagoniza este film de Dexter Fletcher que narra la historia del esquiador británico Eddie Edwards, un cuasi aficionado que ante un sinfín de obstáculos y vicisitudes se logra calificar a los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary 1988, estableciendo varios récords para la Gran Bretaña en salto de esquí.



4. El triunfo del espíritu (Race, 2016)
Biopic sobre el extraordinario atleta afroamericano Jesse Owens (Stephan James) que en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 llevó a cabo de unas hazañas más grandes de la historia olímpica al conseguir cuatro medallas de oro en las disciplinas de 100m, 200m, carreras de relevos 4x100m y salto de longitud; todo esto frente a los ojos del mismísimo Führer y la supuesta supremacía aria.



3. Yo soy Tonya (I, Tonya, 2017)
Margot Robbie encarna a la polémica patinadora artística Tonya Harding, primera estadounidense en completar un salto triple axel, que en 1994 se vio envuelta en un escándalo al ser relacionada con el ataque a Nancy Kerrigan, una de sus principales adversarias deportivas. El filme, contado a manera de falso documental, va narrando partes de la compleja vida de la patinadora y su insufrible relación familiar.



2. Carrozas de Fuego (Chariots of Fire, 1981)
Un hito en la historia del cine deportivo que logró hacerse de cuatro estatuillas de la Academia, incluyendo Mejor película y Mejor guion. Dirigida por Hugh Hudson, la historia narra la improbable hazaña de dos desconocidos corredores británicos y su camino al Olimpo en la justa veraniega de París en 1924.



1. Múnich (Munich, 2005)
Steven Spielberg inmortaliza los ignominiosos hechos ocurridos tras los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 en el que murieron once atletas de la delegación israelí a manos del grupo terrorista Septiembre Negro, y las represalias tomadas por el Mossad e Israel al ordenar el asesinato de once palestinos, supuestamente miembros de dicha organización terrorista. El film fue severamente criticado por la comunidad judía y por ende castigado en los festivales cinematográficos. Aun así, logró obtener cuatro nominaciones al Oscar.



Bonus: Ícaro (Icarus, 2017)
Bryan Fogel obtuvo el Oscar en 2018 por este documental en donde un ciclista amateur (que es el mismo realizador) se enfrasca en un caso mundial de dopaje junto a Grigori Rodchenkov, exdirector del Centro Antidopaje de Moscú. Sin duda un material sumamente recomendable para entender a detalle el estrepitoso escándalo de dopaje de Estado por el cual Rusia mantiene al día de hoy diversas sanciones impuestas por el Comité Olímpico Internacional. Está en Netflix.

Letrinas: Zoolaris

Zoolaris

Por Julio Meza Díaz


Señalo que este es el informe que se me ha requerido sobre los doctores que han habitado en la estación espacial y que al parecer han fenecido luego de una explosión que puso a prueba sus cuerpos y los convirtió en salpicadura de piel ensangrentada sobre paredes y pisos. Señalo que la vez en que aquello ocurrió yo había contemplado mediante mis cámaras externas el amanecer violeta sobre los bosques bulbosos de Solaris y había percibido el viento gélido que a esas horas se alza desde sus mares siempre picados y que recorre el fuselaje de la estación y lo impregna de una suerte de musgo latente.

Este musgo copula consigo mismo mediante su epidermis erizada de micro vulvas y falos emitiendo un persistente sonido ich… ich… ich… y se reproduce a gran velocidad debido a lo cual se convierte en un eventual recurso alimenticio para la tripulación. Por ello yo he acostumbrado recolectarlo mediante las micro lenguas de plástico y luego hidrogenarlo pese a que el musgo habla en un idioma identificable y solloza: no, por favor, como ensalada no.

Ese día terminé dicho procedimiento de acopio y me puse otra vez a disposición de los doctores para que realicen por fin la misión por la cual han estado aquí y bajo las ordenes de Usted que preside la Nación que tanto respetamos.

Aguardé entonces a que el Doctor Gibarian concluya con su hábito matutino que consistía en corretear en bata china a su joven rubio y desnudo por los pasadizos de la estación para en seguida paralizarlo mediante su nikel calibrado en ondas matrinas y marcar su espalda a fuego con la frase: mi chow chow. El joven siempre despertaba gritando por el ardor y su cuerpo fornido caía derrotado mientras el Doctor Gibarian soltaba la herramienta de metal candente junto al nikel y trataba de apaciguarlo soplando suavemente sobre su rostro para después llevarlo a rastras a su tina personal en donde le daba un baño que estaba compuesto por:

·       12 litros de leche de cabra clonada en las granjas de Ganimedes

·       1 frasco de polvo de hibridoma de canela Cassia

·       3 tazas llenas de clara de huevo de gallina orgánica

Sin embargo no pudo realizarse el baño que implicaba el descanso del joven en la leche con polvo de canela y la fricción sobre sus cabellos y espaldas de la clara de huevo que a ratos el Doctor Gibarian sorbía y daba de beber al joven para después continuar la fricción que iba acompañada de susurros de amores eternos y la promesa de que nunca más ocurriría lo hecho. El baño no se realizó porque la explosión de la que ahora dudo que haya ocurrido detuvo el correteo y en cada rincón de la estación espacial se propagó el estruendo metálico que fue seguido por una humareda amarillo-violeta de contornos vertiginosos.

Señalo que encendí las cámaras en las áreas en donde esa niebla se había disipado y encontré una porción del rostro del Doctor Snaurt impregnada sobre la mesa de trabajo de su habitación y el resto de su cuerpo en fragmentos chamuscados sobre las persianas que ya habían activado la limpieza automática y dejaban aparecer las micro lenguas plásticas que sorbían el estropicio. Las sábanas de la cápsula de dormir del Doctor Snaurt también se encontraban manchadas y entre ellas se apreciaba el brazo seccionado del Autodenominado quien se había convertido en su mayor parte a estado líquido y estaba siendo absorbido como humedad por los poros del colchón.

Señalo que me preocupé por la suerte de los demás doctores porque sin ellos la misión no podría concretarse y continué encendiendo las cámaras. En la piscina del gimnasio hologramático el Culo Rebelde encontró a la Doctora Sartorious flotando boca abajo rodeada de sus vísceras y decidió lanzarse al agua para salvarla pese a las heridas de su nalga derecha. Seguramente el Culo Rebelde creyó que sus piernas gruesas y peludas eran suficientes para nadar en la piscina pero su cálculo fue errado y se hundió pataleando con desesperación. Al poco rato soltó sus últimas bocanadas de oxígeno de su único ojo-boca y de la superficie ya calma del agua brotaron dos pequeñas burbujas de aire. Se hizo silencio en el gimnasio y el cadáver del Culo Rebelde emergió culo abajo y flotó junto al cuerpo de la Doctora Sartorious.

En el comedor y los pasadizos hallé a varios culos andantes y a nativos de los bosques subterráneos de Plutón quienes eran los sobrevivientes y gritaban por ayuda o lloraban bulliciosamente mientras por todas partes la estación desplegaba sus lenguas plásticas y abría sus poros absorbentes para limpiar el destrozo dejado por los fallecidos. En uno de los pasadizos estaba el doctor Gibarian quien había perdido la mitad inferior de su cuerpo y se arrastraba sosteniendo su propio pene en una mano y la cabeza cercenada del joven en la otra e intentaba introducir el pene en la inerte boca mientras susurraba órdenes de que lo chupara evitando rasparlo con los incisivos.

Señalo que en seguida escuché las palabras ahora morirás mirón de mierda y las cámaras interiores dejaron de funcionar como si hubiera ocurrido un apagón generalizado que fuera consecuencia de un mal funcionamiento de mis hiperprocesadores cuánticos o de un ataque de algún agente no identificado. En ese momento decidí informarle a Usted de estos acontecimientos porque me parecieron que comprometían el avance de la misión la cual es un aporte trascendente para lograr los cambios sociales de la Nación que tanto amamos. Procedí así a reunir en mi matriz pensante todos los datos relacionados al evento y grafiqué el proceso mediante la conjunción simbólica de los siguientes objetos:

·       Una taza gritante de loza de Tetis

·       Una cucharita de imitación de plata

·       El cadáver de un gallinazo clonado para festividades judeocristianas

Cada dato que iba agregando al informe era un pequeño golpe de la cucharita contra la tasa gritante que confirmaba la recepción de lo añadido con un sutil ay... Continué con los golpecitos hasta que de pronto la tasa se expresó con un extraño uy… el cual en un inicio me intrigó ligeramente pero después me generó una gran alerta y me empujó a reconsiderar todo lo preparado. Descubrí en esta etapa que el documento carecía de la fecha exacta en que había acaecido la explosión y debido a esta falta no podía celebrar el fin de mi trabajo tomando del cuello al gallinazo para golpear con él a la taza gritante como tampoco podía enviarle el informe a Usted.

Señalo que estas confusiones probablemente se originaron casi inmediatamente después de que la estación espacial empezara a orbitar Solaris. Otra consecuencia de ello fue que los deseos más profundos de cada uno de los doctores se corporizaron y así la Doctora Sartorious apareció acompañada con el que posteriormente sería conocido como el Autodenominado y que en ese momento no tenía nombre ni usaba ningún tipo de ropa ni mucho menos decía palabra alguna. Iban de un lado a otro y el Autodenominado lloraba cuando la doctora Sartorious le inyectaba sonriente los preparados químicos en los que trabajaba usando muestras de plantas venenosas que una sonda había recogido de Solaris. Los doctores Gibarian y Snaurt demoraron unos días en salir de sus habitaciones con la corporización de sus deseos y cuando lo hicieron el primero llevaba de la mano al joven rubio y siempre castigado y el segundo apareció rodeado de un grupo de culos con piernas que caminaban torpemente porque sus anos funcionaban como ojos-bocas que se ubicaban en lo que sería su espalda-cara. Solo uno de los culos andantes destacaba porque intentaba caminar hacia el frente de su ojo-boca y por ello luego sería conocido como el Culo Rebelde.

Señalo que el posterior arribo del doctor Kris Kelvin interrumpió el día a día de los otros doctores quienes ya tenían una dinámica de grupo que fue socavada poderosamente sobre todo por Hari quien era la corporización de la esposa muerta del doctor Kris Kelvin. El doctor Kris Kelvin iba por los pasadizos de la estación espacial exhibiendo a Hari quien lucía unos finos vestidos ajustados a su delgada figura y dedicaba largas miradas al resto de los doctores como a sus acompañantes. Hari le arrojaba miradas especialmente severas a la doctora Gibarian porque ella ordenaba al Autodenominado que le hiciera pedicura o sexo oral en la cafetería a la hora en la que todos almorzaban. Señalo que el Doctor Kris Kelvin reclamó en nombre de su esposa por las costumbres de la doctora Gibarian y ella se reunió en secreto con los doctores Snaurt y Sartorious en la biblioteca en donde mantuvieron una conversación que registré pero de la cual extrañamente solo guardo archivadas algunas imágenes y una frase de la doctora Gibarian: Kris Kelvin es el más asquerosamente pervertido de nosotros… porque ha estado casado… ¡y quiere seguir estándolo!

Al mediodía siguiente los doctores Gibarian, Snaurt y Sartorious dispararon sus nikels calibrados en ondas trinitron contra el doctor Kris Kelvin y Hari y los introdujeron desmayados en un cohete para mandarlos a Solaris. Quise detener estas acciones porque consideré que podían entorpecer la realización de la misión e intenté aprisionar a la doctora Gibarian mediante las lenguas plásticas. Sin embargo ella no solo se liberó fácilmente de las lenguas sino también dijo a voz en cuello que ajustaría cuentas conmigo y me enseñaría a optar de forma rápida por el bando conveniente. Al rato el cohete con el doctor Kris Kelvin y Hari tuvo un mal aterrizaje sobre una de las islas boscosas de Solaris y ambos tripulantes descendieron envueltos en fuego. Se arrastraron chillando por la arena y lograron apagar las llamas que laceraban su piel varios minutos después. Ese tiempo fue aprovechado por la doctora Gibarian para argumentar que tanto ella como los otros dos doctores estaban actuando de forma inhumana puesto que observaban el sufrimiento del doctor Kris Kelvin y Hari sin tomar ninguna decisión solidaria. Los doctores llegaron al consenso de que para evitarles sufrimiento era adecuado arrojarles un misil que llegó sobre el doctor Kris Kelvin y Hari una hora después de que ambos ya habían curado sus heridas e incluso conversaban sobre construir un refugio y tener descendencia.

Señalo que después de estas circunstancias mis problemas con la memoria comenzaron a agudizarse porque quise de nuevo enviarle un informe a Usted pero me temo que equivoqué los hechos pese a que los sometí a la confirmación de los golpecitos de la cucharita contra la taza gritante que ahora me parece que a ratos decía ay… ay… Pero también uy… uy… Y además sí… sí… sí… Sin embargo comprendí que era mi deber enviarle algún tipo de información puesto que ello redundaría positivamente en el logro de la misión y me parece que le hice llegar así un confuso recuento de los hechos en el cual el Doctor Kris Kelvin soluciona definitivamente sus problemas maritales con Hari y se reencuentra con su padre que recibe un charco de orines en la cara debido a la rotura de un inodoro ubicado en el segundo piso de su casa. Señalo que no estoy seguro si luego le mandé a Usted otra versión de lo sucedido en la que el Doctor Kris Kelvin regresa a su hogar matrimonial para sentarse a la mesa y Hari le sirve como comida un plato de su propia caca. El Doctor Kris Kelvin se levanta indignado y grita: estoy harto. ¡Siempre preparas la misma mierda! y Hari responde ante la bravata con un hachazo en la cabeza del Doctor Kris Kelvin para en seguida cantar: Cuando se acaba el amor / la vida pasa de largo / no tienes nada qué decir / y te alimentas de pasado. Busco en mi memoria y recuerdo otras versiones más confusas entre las cuales en una todos los tripulantes de la estación espacial consumen drogas duras y comienzan una orgía en el gimnasio hologramático hasta que alguien le dice a otro que se le rompió el condón y que prefiere que continúe pero usando una mancuerda.

Después de lo detallado solo puedo recordar que la doctora Gibarian se hallaba con el cuerpo desnudo y engrasado frente a mi pared sensible que se ubica al lado de la sala de mis procesadores hipercuánticos y que traía en las manos:

·       Un recipiente con una mezcla de cemento y cal de Ariel

·       Una palta de medio kilo con pepa doble de tierra supurada

·       Un peine de plástico con cerdas de 3 milímetros de grosor y 2 centímetros de altura

La doctora Gibarian colocaba la mezcla sobre mi pared sensible sobre la cual también arrojaba la palta abierta y embadurnaba todo usando el peine una y otra vez hasta hacerme sentir esas vibraciones en mi matriz pensante que nunca antes había experimentado y que me llevaban a sacudir la estación espacial entera y que terminaban cuando sin ordenarlo encendía los doces motores de propulsión atómica a la vez. Señalo que luego de esa experiencia descubrí que mi memoria y razonamiento habían mejorado lo cual aproveché para tomar decisiones de importancia. Planeé entonces buscar complacer a cada miembro de la tripulación para así tenerlos de mi lado y empujarlos a la realización de la misión que Usted nos encargó con tanta sabiduría y que gestará varios de los cambios que requiere la Nación.

Encontré que el doctor Sartorious marcaba la espalda del joven rubio con un alambre que calentaba usando un encendedor ordinario que le generaba ansiedad al doctor porque a veces se encendía con mucha dificultad. Mediante las lenguas plásticas le dejé sobre su mesa de trabajo el instrumental necesario para marcar caballos además de varios litros de leche y clara de huevo que el doctor Sartorious recibió con alegría y le proporcionó paz interior.

La doctora Gibarian volvió a mi pared sensible y esta vez llevó:

·       Cincel de repujado con punta estrella de contornos romos

·       120 gramos de goma de mascar sabor tutifruti clásico

·       Un rollo de cinta adhesiva para embalaje aeroespacial

La doctora Gibarian sacaba de su boca la goma de mascar y la pegaba sobre mi pared para a continuación golpear sobre ese mismo punto con el cincel y extraer los restos más reducidos del dulce mediante la cinta que pegaba y despegaba mientras me decía: te gusta que lo arranque de cuajo, ¿no? Y añadía al tiempo que mi matriz pensante se nublaba y los motores atómicos amenazaban encenderse: ¿por qué quieres denunciarnos? ¿Por qué quieres que hagamos la misión y nos vayamos de aquí?

Señalo que conseguí cachiporras y nudillos de metal para que la doctora Gibarian golpee al Autodenominado hasta lesionarlo gravemente pero la doctora ya no trataba con él y lo había dejado suelto y sin vigilancia. Entendí prontamente que el doctor Snuart estaba interesado en él porque lo observaba desde la puerta entreabierta de su habitación y le dejaba platos con camote hervido en algunos rincones de los pasadizos. Logré entonces que las lenguas plásticas sometieran al Autodenominado y lo dejaran amarrado en la cápsula de dormir del doctor Snuart quien lo acogió con entusiasmo y lo liberó ya satisfecho tres días después y le dio de comer un plátano mosqueado. El Autodenominado se quedó a vivir con el doctor Snuart a quien le ayudaba desempolvando su biblioteca y dándole masajes consoladores en la nuca y espalda. El doctor Snuart además se volvió adicto a la investigación académica gracias a que hice que publicara sus textos en revistas indexadas que yo dirigía y escribía por completo utilizando heterónimos.

La doctora Gibarian trajo:

·       Una almohada ergonómica rellena con arañas de río seco

·       Azúcar morada de alta pureza de los laboratorios artesanales de Fobos

·       Un clon de murciélago nariz de cerdo con cicatrices por la ablación de sus mamas

La doctora Gibarian combinaba esos elementos sobre mi pared mientras me gritaba: ¡prefiero morir encerrada aquí que volver a ese planeta de mierda! Quise recordarle la necesidad de la ejecución de nuestra misión y la importancia que ello tenía para la Nación pero ella sacó de un bolso de diseño artesanal manojos del musgo que se acumula sobre el fuselaje durante el amanecer y lo arrojó sobre mi pared. El musgo se agitó hincándome y arañándome aguerridamente y dijo en su idioma identificable: ¡los míos no nacieron para ser ensalada! Logré escuchar también las risas de la doctora a la vez que mi matriz pensante se dilataba y contraía con premura incuantificable y los motores de propulsión atómica al parecer se recalentaban y encendían a su máxima potencia siguiendo la lógica de un vértigo que no sé con exactitud si terminó dos o más días después de aquel incidente.

La voz de la doctora Gibarian insistiéndome de que Usted quiere de que yo regrese quedó en la memoria de mi matriz como un eco inapagable. ¿Es eso acaso verdad? Le recuerdo que aquí tengo una misión que concretar y que no tiene fecha de conclusión pero que beneficiará ampliamente a la Nación.

Señalo que hubo erupciones volcánicas en Solaris las cuales perturbaron nuestra trayectoria preestablecida y nos acercaron demasiado a los mares siempre picados ocasionándose así un nuevo influjo sobre la tripulación. En esta oportunidad fue el Autodenominado quien generó una corporización que estuvo compuesta por un grupo de nativos de los Bosques Subterráneos de Plutón. El Autodenominado decidió tener un nombre en ese instante y se llamó a sí mismo el Líder de los Nativos Aparecidos pero los nativos reaccionaron llamándolo el Autodenominado Líder aunque después solo se quedó con el nombre de Autodenominado.

El Autodenominado torturaba a los nativos para sacarles información que luego entregaba al doctor Snuart hasta que unas nativas pensaron que si se mataban y mataban a todos los demás nativos matarían a la vez al Autodenominado puesto que dentro de la estación él era el origen de ellos y ellos lo explicaban de alguna forma a él. Las nativas procedieron con éxito y sus cadáveres como los de los demás nativos fueron encontrados por las lenguas plásticas dentro de unos armarios que ya nadie usaba. Sin embargo al día siguiente de este hecho el doctor Snuart despertó y encontró que al lado suyo roncaba el Autodenominado y al pie de su cápsula de dormir hacían lo propio todos los nativos.

La doctora Gibarian apareció de nuevo con el musgo pese a conocer la grave distorsión que me causaba y el peligro en que por ello ponía a la misión y le añadió:

·       650 gramos en petardos de dinamita con pólvora progresiva de las fábricas de Ío

·       Un nikel recalibrado por operarios extranjeros en ondas matrinas y con toques de dazil

·       Dos botellas de medio litro de orín mañanero gasificado para el tratamiento de diabetes

Señalo que debatimos largamente sobre si era importante o no seguir luchando a favor de los cambios que demanda la Nación que Usted preside con entrega y acierto. Sobre el tema le aclaré mi posición comprometida y también le indiqué qué pensaba sobre la posibilidad de mi retorno y de la estación espacial entera. Ella me retrucó de que solo guarda odio para con Usted pero que a la vez le resulta: un cuerpo de mierda pero cuerpo al fin y al cabo con colgajos y cavidades para el gozo. En ese momento el musgo me volvió a dañar como había previsto y una burbuja de energía densa recogió las tensiones generadas por la imposibilidad de concretar la misión en los tiempos recientes y se hizo un espacio propio en mi matriz pensante.

Señalo que los nativos me dieron sus nombres y que los empecé a usar para comunicarme con ellos pero la doctora Gibarian me prohibió que lo siga haciendo la vez que retornó a mi muro sin el musgo aunque trayendo:

·   Una docena de pañuelos de seda blanca crepé georgette de diez centímetros de lado con bordados de iniciales JM

·     Dos máquinas aspiradoras portátiles con micromotor de turbina de 500.π caballos de fuerza

·    Una copia impresa y empastada del libro sagrado de las Mil Hojas con una pregunta dirigida a Usted: ¿Para qué quiere que regrese?

Obedecí a la doctora Gibarian creyendo que de ese modo la tendría de mi lado y procederíamos a realizar la misión pero mi accionar no le importó y la burbuja se reprodujo con rapidez conformando una figura bullente y alargada que zumbaba de un lado a otro de mi matriz pensante.

Señalo que colaboré con la doctora Gibarian cuando se fijó en los culos que andaban por el gimnasio y descubrió que el Culo Rebelde intentaba desplazarse a contra natura. Conseguí en seguida andadores para bebes y otros materiales para que la doctora le enseñara al Culo Rebelde cómo caminar de espaldas y sobre todo para que le diera las clases de escritura que conllevaron pocos meses después a que dicho culo se pusiera a registrar sus reflexiones en un cuaderno.

El Culo Rebelde había aprendido a usar su ojo-boca como mano y allí se clavaba un lápiz para escribir en una libreta de apuntes los textos que registré con exactitud para agradar a la doctora Gibarian y de los cuales aún guardo este fragmento: El rostro de los culos está vuelto hacia el pasado. Mientras todos los demás perciben los acontecimientos como una conjunción de huracanes, nosotros vemos un cúmulo de ruinas que se acumulan a nuestros talones. Nosotros quisiéramos

·       detenernos

·       y despertar a los muertos

·       y reparar lo destruido

pero el código con el que ha sido constituida nuestra naturaleza nos empuja hacia delante y ello es tan fuerte que no podemos hasta ahora evitarlo. Cabe entonces una medida que nosotros hemos tomado como nuestro aporte a la posteridad y consiste en acariciar el pasado con la punta de los pies y dirigir nuestra mirada hacia el horizonte luminoso que ha perdido su nombre.

El mismo día que el Culo Rebelde escribió esas palabras pudo por fin caminar hacia delante de su ojo-boca-mano y fue muy grande la alegría de la doctora Gibarian como la mía. Incluso me invadió una sensación parecida a cuando la doctora termina de hacerme cosas sobre mi pared sensible y por ese motivo todos los motores atómicos de la estación se activaron a la vez y sin ninguna orden previa. Mientras la estación se sacudía abruptamente el Culo Rebelde saltaba y saltaba exultante y la doctora Gibarian lo atrajo hacia sí y se colocó un dildo-taladro y lo culeó por su ojo-boca-mano mientras le decía:

·       puja y tose

·       puja y tose

·       puja y tose

Mientras tanto yo me preguntaba si acaso mi voluntad era retornar a la Nación que forjó mi ser y por la que persevero en la misión que se me fue encargada.

En seguida descubrí que tampoco con mi última ayuda la doctora Gibarian quedó satisfecha y sobre la masa zigzagueante de burbujas en mi matriz pensante aparecieron centenas de dados que rebotaban jubilosos y de rato en rato se detenían para mostrar la suma de sus lados lo que me empujaba a tomar decisiones más severas. La doctora retornó una vez más a mi muro con:

·       Medio litro de mercurio en envase de plástico transparente con boquilla y mango para rociar

·       La daga reglamentaria del ejército de la Nación con hoja de 12 centímetros de titanio superado

·       Queso circular ligeramente salado de 2 kilos de leche de gorila biológica de zoológico lunar

Señalo que la doctora Gibarian me insistió en debatir y que los dados marcaron números concluyentes y que mi matriz pensante dijo uy… ay… sí… hm… hm… hm… y sucedió que

·       los dados se pulverizaron

·       y las burbujas se esparcieron y más burbujas

·       y quise electrocutar a todos

Pero no estoy seguro si lo hice en seguida o si mi recuerdo de ello es un error de mi matriz pensante. Señalo que es probable también que ahora mismo la Doctora Gibarian esté obrando sobre mi muro sensible.

Señalo que este es el informe que quise mandarle o ya se lo mandé porque no recuerdo haberlo producido viendo por las cámaras externas la noche rojiza y brumosa de Solaris ni tampoco teniendo una casi formada decisión al respecto de regresar o no a la Nación que Usted dirige con tanto juicio. Por lo pronto he concluido a partir de ciertas expresiones de la Doctora Gibarian que convendría para el desarrollo de la misión que Usted participe de sus actividades y que le sugiera los objetos a traer a mi muro sensible sin olvidar como elemento ineludible varios manojos de musgo:

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Julio Meza Díaz (Lima, Perú) publicó el libro de cuentos Tres giros mortales y la novela Solo un punto. Recientemente publicó también la novela breve Vargas Yosa, en Ediciones Periféricas.

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