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Música y ambigüedad sexual


Lost Sounds from Europe | Por José Alberto García |




@JoseAlberto_GP



Cantantes y su sexualidad. Un binomio inseparable que quizá, a día de hoy, a nadie importe, pero que durante décadas ha llenado páginas de revistas y minutos de televisión. Un asunto con el que muchos incluso han sacado rédito jugando al despiste o provocando. Hoy voy a repasar ejemplos de todo tipo: cantantes que fingieron ser homosexuales, los que fingieron no serlo, los que juegan con ello y los que, probablemente, ni siquiera ellos mismos son capaces de definirse.

Lo cierto es que a nadie le importa lo que hagas cuando bajas del escenario. Yo ya estoy suficientemente ocupado  con mi vida como para mirar con lupa la de los demás. No quiero saber si Michael Stipe es 80% gay (como él mismo dijo) o si lo es en un 94,67%. Es absurdo. Sinceramente, el espectro de la bisexualidad es muy amplio y a nadie le importa si te acuestas con tres hombres al año o al mes.

Los que lo reconocen (o no les quedó más remedio):

Un ejemplo de que es mejor ir con la verdad por delante es George Michael. Hoy todo el mundo sabe lo que es, pero hubo una época en que intentó engañarnos. Y, por desgracia para él, se descubrió su orientación de una forma bastante embarazosa. Resulta que en el vecindario de George en unos baños públicos los hombres suelen tener “citas”, llamémoslo así. Y George tuvo la mala suerte de intentar algo con un policía encubierto que allí se encontraba. Fue directamente arrestado por escándalo público y la noticia recorrió el mundo.




En fin, por suerte también contamos con pioneros, aunque a algunos les costó:

Elton John, Freddie Mercury, Adam Lambert, Christian Chávez de RBD, Neil Tennant, Jake Shears de Scissor Sisters (el más guapo de esta lista), Rostam Batmanglij de Vampire Weekend, Sam Smith, Cazwell, Joel Gibb de The Hidden Cameras, Morrissey, etc.

A otros les costó bastantes años, como Ricky Martin o Tiziano Ferro. ¡Y los que estén por aparecer! 
Aunque hoy en día ¿Queda algún hetero?

Los (deliberadamente o no) ambiguos:

Alguien dijo por ahí que Jarvis Cocker (líder de Pulp) podía volver gay a cualquier hombre. Él es un ejemplo de los que siempre usaron la ambigüedad (deliberadamente o porque está en ellos). Del líder de Placebo, la gente se llegaba a preguntar al verlo profusamente maquillado sobre el escenario si era un hombre o una mujer. Casi nada. Más tarde reconocería su bisexualidad y su compañero de banda Stefan Olsdal, su homosexualidad.



Jugaron a parecer lesbianas las componentes del grupo de Euro-Pop ruso, ‘t.A.T.u.’. Años después de shockear a todos los adolescentes europeos con sus besos y actuaciones provocativas, reconocieron que ninguna de las dos es lesbiana. Sólo fue una estrategia para conseguir seguidores. ¿Irónico, verdad? Seguramente a ningún publicista se le hubiese ocurrido esto con dos chicos.



Durante los últimos años me ha hecho bastante gracia algunos casos. Por ejemplo, el cantante Mika. Siempre había pensado que sería gay, creía que se daba por hecho. Que una persona parezca gay, no le hace gay, pero era mi “impresión”. Y hace poco leo que Mika “sale del closet”. La verdad, no pude contener la risa. Era un acto totalmente innecesario, bochornoso y patético. Era como “OK, ya lo suponíamos”.

Y ni siquiera era un cantante rock, que necesitase parecer ‘machito’. Además Freddie Mercury (abiertamente gay y muerto por SIDA) consiguió (por su talento y esfuerzo) que le llamasen Rey del Rock. Y aún lo sigue siendo. ¿Por qué los que vienen tras él tienen entonces alguna necesidad de ocultar nada?

Han reconocido mantener relaciones con personas de ambos sexos: Bowie, Bolan, Michael Stipe, Brian Molko y seguro que muchos más, pero de verdad que este tema me da pereza. Ni si quiera quiero documentarme más para escribir este artículo.

Sam Smith o estos chicos jóvenes de bandas indie que están ahora de moda, me parecen el ejemplo a seguir. Suben fotos con sus novios, hablan de ello. Y no pasa nada. El éxito les acompaña. Serán un icono gay o hetero según a quien les guste y según lo guapos que sean. Fin.




De todas formas, digan una cosa u otra. ¿Acaso les sigues 24 horas? ¿Acaso tiene porqué ser verdad?
Un último apunte. Contra la “vida privada”. Estoy harto de este término. Harto de que lucir a tu novia sea lo máximo pero no querer hablar de tus novios (si eres chico) sea porque “es tu vida privada”. Harto de que no sea “vida privada” sacar a tus hijos en portada de revistas cobrando millones. Harto de la hipocresía, harto del miedo (a los demás y a uno mismo) y harto del chismorreo.

Conclusión: no hace falta que cuentes tu vida. Pero no mientas. No te calles cuando en un debate todo el mundo hable de sus parejas. Cuando en una entrevista te preguntan si eres muy mujeriego, no digas sí o no, di la verdad. Si te fotografían besando a tu pareja en la calle, pues mala suerte. La fama es esto, cosas malas y  buenas. Y quien no quiera aceptarlo, más le vale volver al anonimato. Porque callar ciertas cosas, no ayuda, hace daño. A ti mismo y a todo un colectivo.


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