Por Jorge Sosa |
Este texto recoge y amplía lo que escribí para la cuarta de forros del libro “Los poemas humildes son verde menta” de Iván Mata, editado por Ediciones Come Fuego.
Iván Mata es el poeta más vulnerable que conozco. El que está en más contacto con sus propios afectos y odios. Escribir, para mí, es un acto de observación. Iván es más preciso, en él parece un acto de escucha. ¿Qué escucha Iván? Sus tiernas y violentas emociones. Los chismes en redes sociales. La música de los aparatos de gimnasio y las tijeras que cortan cabello en las estéticas. El canto de un pájaro que ya no está, del que solo queda la jaula.
El nombre del libro tiene su origen en una tendencia clasista de TikTok que señala que el color “verde menta” es predominante en las fachadas e interiores de las casas de las personas pobres. El ejercicio de apropiación de Iván para su libro no evade la naturaleza odiosa de los videitos de internet. Hace belleza de la tirria. En especial, de la propia:
“Sería una persona grosera con todos
porque tendría amor
el tuyo
a cada momento, donde sea, cuando fuera.”
Cada vez que leo de nuevo el libro, me río. Supongo que las personas que crean y comparten videos en redes sociales burlándose de alguien más, también se ríen. El humor de Iván está de un lado de la balanza que aprecio mucho. Me hace recordar que no me importa mucho la caricatura de mi persona.
Es tan cándida la forma de escribir de Iván, que a veces me distraigo con lo mucho que me gusta lo que dice y dejo de prestar atención a lo mucho que me gusta cómo lo dice. Es el truco que comparten una gran balada pop y una naturaleza muerta. El bailecito lento y las frutas son tan bonitas, que parece que estuvieron ahí siempre y no son el producto de miles de notas y colores mezclados hasta el hartazgo.
Los textos de “Los poemas humildes son verde menta” parecen escritos con la energía encontrada para seguir bailando en una fiesta a las cuatro de la mañana. Un momento de lucidez en medio de un cansancio abrumador. Después de llorar, quedarse dormido y despertar de nuevo todavía intoxicado. Es un mal momento para tomar decisiones, pero Iván demuestra que es un buen momento para hacer poemas.




