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«Jauría de ángeles»: letras rabiosas entre la niñez y la resignación



Alejandra Sosa |


Como lumbre llega hasta nuestras manos junto con el sofocante calor, el nuevo título de Editorial Agujero de Gusano, un libro quizá igual de sofocante que el mundo en el que vivimos que nos hace recordar que todo tiempo pasado fue mejor. Todo desde la singular voz de Itzamatul Ikal, joven autor hidrocálido por convicción, aunque nacido en la Ciudad de México, que también forma parte de la antología de poesía hidrocálida: Breviario Pandémico (2021).

Nunca se sabe lo lejos que se está del asombro hasta que se cae en lo profundo de ello. Como si fuera el hilo conductor para tal descenso, Jauría de ángeles disecciona e introduce en la mente del lector textos incómodos, escandalosos, viscerales e infantiles por igual.

El modo en que el autor desnaturaliza el lenguaje desde su cotidianidad, no hace otra cosa más que remontarnos a los grandes poetas y antipoetas que han estado en esta tierra. Decir de otro modo lo mismo es el trabajo del poeta y la virtud para que lo ordinario nos parezca lo más sublime e inconcebible del mundo.

Entre prosa y verso libre, navegamos en una infancia agridulce. Jauría de ángeles más allá de una antología poética, es el registro de una evolución literaria, el desarrollo de una pluma que madura en cada página frente a nuestros ojos, jugando entre la niñez y la resignación.

Jauría de ángeles de Itzamatul Ikal es el segundo volumen de poesía publicado por la editorial independiente Agujero de Gusano, ya disponible en línea con envío a todo México. El arte de la obra corrió a cargo de Erick Cuevas aka Nespy5€. A continuación compartimos algunas líneas incluidas en el poemario.



Itzamatul Ikal

Había encontrado el cadáver de un perro y decidió comerlo. Ese día, por más que sumó 2 + 2 hasta el cansancio, el resultado siempre fue el sufrimiento. Lo engulló crudo y pidió perdón; y juró por el recuerdo de su madre que un día escribiría un libro que lo dijera todo. Amaba a los perros, porque un perro ardiendo siempre es la bandera de Dios. Lo engulló todo y se persignó, no por lo que había hecho, sino por lo que estaba a punto de hacer.

En textos antiguos que ya pocos recuerdan, se afirma que el cadáver de un perro es un sutil signo de victoria. Y él conocía esto desde que su infancia le enseñó el placer.

En estos mismos textos 2 + 2 jamás es igual a 4; probablemente porque un perro es un número más (o una palabra menos).

Es cierto, todo pasa y se niega a sí mismo; la muerte puede no ser la muerte, y un cadáver puede ser un perro



o la misericordia divina.



Letrinas del cosmódromo: universo literario rupturista y anticanónico



La Editorial Agujero de Gusano ha publicado un nuevo libro que reúne el talento de veintitrés autores mexicanos y de otras partes del continente, y que tiene la finalidad de seguir difundiendo el trabajo de creadores literarios emergentes a lo largo y ancho del país.

"Letrinas del cosmódromo" es el nombre de la antología que representa el quinto título de la casa editorial, tras la publicación de Laciudad de los ahorcados (2019 y 2022), Resaca: relatos rescatados (2020), Breviario pandémico: antología de poesía hidrocálida (2021) y Banda sonora (2021) del autor Sergio Martínez.

Esta nueva obra literaria compila muy diversos estilos narrativos y poéticos, explora historias que van de lo cotidiano a lo extraordinario, de lo personal a lo comunitario, de lo marginal a lo sublime, pero siempre manteniendo ese espíritu rupturista y anticanónico con el que Agujero de Gusano entiende la literatura.

La publicación de este libro también representa un homenaje y un agradecimiento a todos los autores que han publicado sus letras en la sección literaria ‘Letrinas’ de Revista Sputnik a lo largo de estos ocho años. Por lo que algunos de los textos del libro tienen su versión digital y están disponibles en www.sputnikdos.com y otros son inéditos. Este trabajo es el primer volumen impreso de esta colección que tiene como objetivo ir creciendo año con año con el propósito de seguir impulsando el trabajo de creadores literarios emergentes.

Los autores que participan en este libro son: Liliana López León, Vladimir Galindo, Saulo Aguilar, Mónica Castro Lara, Antonio León, Samanta Galán Villa, Jorge Orlando Correa, Jessica Sevilla, Alejandro Carrillo, Alan Román, Franco García, Priscila Rosas Martínez, Carla Lamoyi, Iván Mata, Arely Jiménez, Víctor Piña, Julio Meza Díaz, Amaranta Castro, Breña Román, Isaac Gasca Mata, Ana Nicholson, Salma Caristo y Conrado Parraguirre. El arte de portada corrió a cargo de la ilustradora mexicana Kathya Echegoyen.

"Letrinas del cosmódromo" se presentará de manera oficial en el marco del encuentro literario Tiempo de Literatura 2022, organizado por la Universidad Autónoma de Baja California, a celebrarse en diversas ciudades del estado fronterizo (Tijuana, Ensenada, Tecate y Mexicali) del 24 al 29 de octubre.

El libro ya se puede adquirir con envío a toda la República Mexicana a través de la tienda enlínea de Revista Sputnik. Y en Aguascalientes ya está disponible en la Librería de los escritores (Casa Terán).


¿Escribes? Colabora en la sección #Letrinas de Revista Sputnik

CONVOCATORIA PERMANENTE


#Letrinas es la sección literaria de Revista Sputnik. Recibimos el trabajo literario de escritores y autores emergentes en español de México y el mundo. Intentamos ser una plataforma plural de difusión de la nueva literatura nacional e internacional. Invitamos a todos los creadores literarios a ser parte de este espacio bajo los siguientes puntos:

-Aunque siempre estamos en búsqueda de nuevas plumas y propuestas literarias en forma y fondo, descartamos cualquier discurso de odio, discriminatorio o que pueda ofender a un grupo específico.

-Date una vuelta por esta web y revisa los textos publicados en #Letrinas, y si consideras que es el lugar idóneo para publicar tu trabajo, no dudes en enviarlo a hola@sputnikdos.com para que nuestro equipo editorial pueda leerlo y considerarlo para publicación.

-Toma en cuenta que recibimos una gran cantidad de propuestas y leemos todo, por lo que a veces tardamos en responder correos, o bien publicar directamente los textos en nuestra página web. Si tu trabajo fue considerado para publicación en Revista Sputnik te notificaremos por correo y te enviaremos el link de la publicación. 

-Nos gusta dar a conocer el trabajo y trayectoria de los autores para que más gente los conozca, así que no dudes en enviar una breve semblanza tuya como autor, así como tus redes sociales. Pero esto último es opcional.

-Recibimos archivos únicamente en formato Word, en Arial o Times New Roman a 12 puntos, con interlineado de 1.5.

-Para narrativa solicitamos como mínimo 1.5 cuartillas y un máximo de 8 cuartillas, quizá 10 si el trabajo lo amerita. Para poesía, solicitamos un volumen de 5 a 10 poemas con el mismo formato. No nos gusta publicar textos muy cortos. 

-Todos los textos llevan una imagen de referencia que es seleccionada por nuestros editores, pero si tienes alguna imagen en específico y en buena calidad, también la puedes adjuntar junto con tu archivo de texto.

-Al revisar los textos, nuestros editores pueden hacer correcciones de tipo gramatical o de estilo, con la intención de que el producto publicado lleve la mejor calidad posible. Los textos que tengan demasiadas faltas ortográficas, gramaticales o lugares comunes, de plano son descartados para su publicación. Vamos, que se trata de escribir cosas nuevas.

-¡Ah, tenemos una editorial! El enviar tu texto automáticamente aceptas que pueda ser publicado bajo tu nombre o seudónimo en el sitio web de Revista Sputnik, el fanzine impreso, o bien en alguno de los libros y antologías de Editorial Agujero de Gusano. Normalmente cada año lanzamos un compilado impreso con algunos textos publicados inicialmente en #Letrinas. Así que trucha a nuestras próximas convocatorias para publicar en la editorial.

-Sabemos que hay mucho talento y quisiéramos dar cabida a todas las plumas posibles. Sin embargo a veces hay textos que aunque son buenos, no van acorde con nuestra línea editorial. Si es así, no te desanimes, seguro habrá otro espacio en el que puedas publicar tu trabajo.

-Tanto Revista Sputnik como Editorial Agujero de Gusano son proyectos a contracorriente, autogestivos e independientes sin fines de lucro. Por lo que -en este momento- no ofrecemos remuneración alguna por los textos publicados. 

-¡Colabora y difunde la literatura independiente!

En corto: entrevista con la autora Breña Román



Breña Román es una joven autora hidrocálida que forma parte de la antología de relatos patibularios 'La ciudad de los ahorcados', publicada por Editorial Agujero de Gusano. Además es de las primeras colaboradoras de Revista Sputnik. En esta cápsula nos habla en corto sobre el libro, sus referentes literarios, la muerte y la relación que guarda con Aguascalientes.



*No olvides escuchar en Spotify el podcast de La ciudad de los ahorcados, en voz de sus propios autores, producido por Casa Yonki. Puedes comprar el libro desde cualquier parte de México en este link. Apoya la literatura nacional independiente.

De la tierra de la gente triste a «La ciudad de los ahorcados»




Por Alejandro Carrillo | Editorial | 



Cuando emprendimos esta casa editorial con el anhelo de colaborar desde nuestra humilde trinchera —eso sí, una trinchera independiente y autogestiva— en la producción literaria nacional, lo hicimos con el único afán de formar una comunidad en donde nuestros colaboradores y autores emanados desde la plataforma de Revista Sputnik pudieran llevar a la tinta y el papel su talento, más allá del inmenso, turbulento y gregario mar de la Internet.

En ese entonces no sabíamos mucho de “la industria” y hasta ahora, por fortuna, nuestras aspiraciones siguen siendo más románticas que pecuniarias y así lo entienden nuestros creadores a quienes les agradecemos de sobremanera su confianza, pero principalmente su trabajo y voluntad para seguir tirando puertas y mantener en movimiento este agujero de gusano creado en 2018 con la energía y el impulso de todxs.

“La ciudad de los ahorcados” fue el nombre de aquella antología que engendraron en conjunto una veintena de personas y que sería la ópera prima de nuestra incipiente editorial en donde la narrativa, la poesía, la crónica, la prosa prosaica, la antipoesía y algunos textos experimentales convergieron y dieron como resultado al moderno Prometeo que logró trascender su propia existencia y traspasar las barreras de la imprenta, la geografía y el prejuicio; más allá de las imprecisiones de emergencia y las erratas del primer retoño, este libro fue un parteaguas que nos abrió las puertas de un mundo maravilloso cuya fauna rabiosa y solidaria a la vez, nos supo acoger como uno de los suyos.

Cuando nos planteamos por primera vez la posibilidad de hacer un libro, las únicas certezas que teníamos eran: 1) debía ser un crisol de voces y 2) guardaría alguna relación con la ciudad de Aguascalientes, en homenaje a todo lo que nos ha brindado desde el ámbito cultural. No es poca cosa que durante casi una década un medio hidrocálido como lo es Revista Sputnik ha sido el tablado de cientos de autores emergentes y colaboradores de todo el país y algunos otros sitios de Latinoamérica, España y Estados Unidos.

No fue difícil llegar a una conclusión temática: la muerte que tanto nos atrae como mexicanos y que particularmente en Aguascalientes guarda un sincretismo único y extraordinario. “La Calavera Garbancera” mundialmente conocida como “La Catrina” es la obra que encumbra el trabajo mortuorio de José Guadalupe Posada —el mejor de la clase— y la encargada de recibir a todas las visitas del sur; el ya icónico desfile de calaveras que forma parte del mismo festival de otoño es una verbena popular multitudinaria para honrar a los muertos como política pública, y qué decir del macizo montañoso que recibe el nombre de “Cerro del Muerto”, aquel gigante enano postrado en el horizonte de nuestra ciudad y de los forros de este libro, del cual estamos seguros todos los hidrocálidos, algún día despertará.

Por estos lares la muerte causa todo tipo de emociones, todos los días. “Buena tierra, buena gente, agua clara, cielo claro” reza el escudo heráldico de la ciudad debajo de un yelmo de hierro con lambrequines pero sin cuerpo. Y es que más allá de toda la cosmogonía alrededor de la huesuda, hay otro fenómeno social que impacta a diario en la tierra de la gente buena, que es la misma tierra de la gente triste, de la gente deprimida. En este lugar es común tener un conocido o dos que han muerto de esa manera. Tan solo el primer día de este 2022 seis persona decidieron quitarse la vida, al término de esta edición ya eran más de 80 casos en los registros. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, incluso niños, de todos los estratos sociales y de cualquier parte del estado. Los datos son pobres y aparentemente no llevan a ningún lado, solo a gente deprimida tomando “la puerta fácil” como dicen los que no son capaces de intentarlo. La única constante es el ahorcamiento. La ciudad de los ahorcados.

A este paso es probable que alcancemos los registros de 2019, cuando se publicó la primera edición de esta antología. Durante los primeros dos años de la pandemia se superaron los 350 suicidios. Si es inaudito leerlo en cifras, ahora imagínate con nombres y apellidos. Aguascalientes tiene una de las tasas más altas de suicidio a nivel nacional sin ser una entidad con grandes crisis de seguridad, desapariciones, problemas ligados al narcotráfico, ni altos índices delincuenciales. ¿Qué está pasando? ¿Por qué se deprime la gente?

Nuestra finalidad no es alimentar el morbo, ninguna de estas historias tiene un fin aleccionador ni pretende abrir juicio alguno sobre los motivos de las personas que han decidido quitarse la vida. Simple y llanamente consideramos que una de las bondades de la literatura y del arte en general, principalmente cuando se hace de manera conjunta como es el caso, es entablar una conversación sobre los problemas que nos aquejan como individuos y como colectividad. El suicidio lo materializan unos pero lo sufrimos todos, porque el cuidado de la salud mental es una asignatura pendiente que tenemos como sociedad en todos los niveles y más allá de las ocurrencias políticas de algunos desalmados.

Sin más preámbulo te damos la bienvenida a esta segunda edición de La ciudad de los ahorcados. Población: todos. Pues como dice el músico y compositor Iván García, no hay mejor lugar para olvidar que estamos muertos.



Los autores que participan en esta edición son: Mónica Castro, Daniel Bravo, María Santos, Alfonso Brevedades, Marcela González, Iván García, Brenda Román, Sergio Martínez, Denisse Rodríguez, Aldo Correa, Samanta Galán, Hugo Ernesto Hernández, Christian Sainos, Isaías García, Alejandra Flores, Mauricio Caballero, Alejandro Carrillo, Nabor Rachowski, Julieta González y René Alejandro López.

*No olvides escuchar en Spotify el podcast de La ciudad de los ahorcados, en voz de sus propios autores, producido por Casa Yonki. Puedes comprar el libro desde cualquier parte de México en este link. Apoya la literatura nacional independiente.

Banda sonora, de la imprenta al recital


Por Alejandro Carrillo |


Hace unas semanas tuvimos la fortuna de hacer una breve gira de presentación del libro 'Banda sonora' del escritor Sergio Martínez, que fue publicado en 2021 por nuestra Editorial Agujero de Gusano y que además es la primera publicación escrita por un autor en solitario para nuestro incipiente sello.

Antes de entrar en detalles literarios, agradezco profundamente el espacio que nos brindaron la Casa Universitaria del Libro de la UNAM (CASUL) y Zumaya Librería y Centro Cultural, en CDMX y Puebla respectivamente, para llevar a cabo estas singulares presentaciones literarias. Es muy significativo para Sputnik y Editorial Agujero de Gusano mostrar nuestro trabajo en la máxima casa de estudios en primera instancia, así como volver al terruño donde dimos nuestros primeros pasos como medio de comunicación antes de ser arropados por La ciudad de los ahorcados.

Agradezco de igual manera al maestro Carlos Arellano, Iván García e Iván Carrillo por darle vida a los textos del libro mediante la música y convertir ambas presentaciones en extraordinarios recitales literarios. Sin duda fue una experiencia única para los lectores que se dieron cita en ambos recintos.

Conozco a Sergio, más como lector que como editor y puedo afirmar que 'Banda sonora', más allá de ser una obra audaz y arriesgada, llena de dinamismo y sensible para quien la lee, es también un libro extremadamente personal en donde el autor nos muestra por igual su colección de discos y su repertorio de cicatrices.

Es un híbrido literario y un documento de gratitud hacia las bellas artes que cambiaron la vida del autor, como lo son la literatura y la música; pero también es una elegía con el joven Sergio que quiso cambiar el mundo y con el niño Sergio que perseguía dragones.

El libro es un viaje que navega entre el amor y la ciudad como tópicos principales, entre el lado A y B cual disco de vinilo, como la vida misma, pero también es una odisea histórica y geográfica que nos lleva desde la poesía a la vieja Tenochtitlán y desde la narrativa a la vieja ciudad de hierro que visitamos; desde el malecón de La Habana a un merendero en Aguascalientes por igual. Quizá la principal virtud de la pluma del autor es saber situar al lector de manera universal en un viaje que también es plenamente abordado desde la autoficción.

Una travesía literaria entre tragos y canciones llena de personajes subterráneos y situaciones propias de la realidad contemporánea mexicana: el migrante, el suicida, el genio olvidado, el militante, el ladrón, e incluso el que dice hablar con Dios, son protagonistas de la primera mitad del libro. La ciudad es habitada por la guerra sucia, el abuso de autoridad y las desapariciones, mientras que el amor está plagado de fantasmas y apariciones de todo tipo. Espectros que nos sugieren que nos urge un trago de ron, y que al final de los finales, incluso al final de la literatura, como dice otro protagonista del libro, llamado Luis Eduardo Aute, queda la música.

Por último, agradezco la consideración por parte de Sergio Martínez para presentar 'Banda sonora' en estos increíbles recitales, más honrado aún me siento por haber colaborado en la edición de este magnífico libro que ya está rolando por los rincones y las rocolas de Hispanoamérica. 


Letrinas: El bosquejo más puro del deseo



El bosquejo más puro del deseo

Arely Jiménez


La noche que la conoció, le había leído un poema de un polaco con su voz oxidada y acento chileno. Cecilia lo escuchaba, tosiendo por el humo del cigarro. Isidro Coñuecar era un artista. Un iluminado que, de entre todas las mujeres en la lectura de poesía, la había escogido para revelarle el misterio de la creación. Mientras le daba cátedra de poesía hispanoamericana, veía sus pechos. Le gustaban las mujeres con senos diminutos como los de una niña. No le importaba que escritoras como Olimpia Domínguez, criminalizaran su inclinación por aquellos restos de pubertad en el cuerpo. No estaba solo en la batalla contra las hembras hipersensibles, otros genios como Woody Allen lo acompañaban. Coñuecar era uno de los primeros defensores del cineasta, así como de las columnas semanales de Javier Marías, a quien leía con devoción. Cualquier comentario sobre la violencia de género en la obra de Neruda, solía ponerlo colérico. Estas mujeres se han encargado de arruinarlo todo, hasta la poesía. Cecilia asentía y lo tanteaba con preguntas vagas y generales, aceptaba sin tapujos su papel de alumna.

Isidro Coñuecar había terminado, quién sabe cómo, en esa pequeña ciudad con regusto a pueblo. Venía de un país de grandes: Neruda, Huidobro, Bolaño y Parra. Nicanor, por supuesto. Violeta solo era famosa por su suicidio. Ni hablar de Mistral, no se explicaba porqué una mujer obsesionada con la maternidad, había obtenido el nobel. Cecilia, en silencio, hacía varias anotaciones en una libreta artesanal. Le gustaba eso y también sus blusas autóctonas, su morral y sus huaraches. Mujeres bonitas que sí luchan, no como esa pinche gorda amargada, pensó recordando a Olimpia. Luego de unas cuantas cervezas, la invitó a su departamento con el pretexto de leer poemas. Preciosa, acá no se escuchará ni pío, para que la poesía viva hace falta la voz del poeta. Había sacado a relucir sus frases cursis para las entrevistas y los cursos que daba en la Casa de la Cultura. Sus tópicos predilectos para seducir alumnas eran la poesía y la revolución. Coñuecar era famoso por su militancia en la izquierda; en su departamento austero, se reproducían canciones de Víctor Jara, Mercedes Sosa o Silvio Rodríguez, y una fotografía gigante del Che estaba pegada junto a la puerta. La habitación era un desastre, pero esto no le preocupaba en lo más mínimo: era justificable que un hombre dedicado al arte, no dispensara la mínima energía en los quehaceres del hombre promedio.

En realidad, su última infidelidad había enfadado tanto a Rebeca —la mujer que lo había soportado toda la vida—, que decidió abandonarlo. La vida se había vuelto complicada desde que ya no estaba su mujer. Rebeca era quien lo transportaba en su vocho, lo alimentaba, le proveía el dinero para el alcohol y, además, un cuerpo. A pesar de estar próximo al sexto piso, aún se le paraba. Era también Rebeca quien leía y corregía sus textos. Al igual que a Cecilia, la había conocido en el ambiente literario, cuando aún era joven y soñaba con ser escritora. En algún punto, la convenció de que era mejor ser su secretaria y ayudarlo con su carrera: a las mujeres no las toman en cuenta, mi amor, ni te desgastes. Con la llegada de los hijos, le fue todavía más difícil retomar su vocación. A Isidro le daba repelús admitir que su mujer tenía buenas ideas; desde que ella se había ido, no había conseguido escribir algo decente. Sin embargo, no se alarmaba. Tarde o temprano volvería, solo se encerraba con su madre para llorar y armarse otra vez de paciencia. A veces, se descubría a sí mismo consolándose con la figura de Paz: ambos acosados por la envidia de sus cónyuges.

Cecilia terminó de leer un poema amoroso de largo aliento. Isidro lo celebró con entusiasmo, aunque realmente no le había prestado atención. Solo pensaba en la forma más rápida de llevarla a la cama: unos cuantos halagos para empatizar con ella, luego mencionaría la falta de experiencia vital en sus poemas, asegurándose de hacerlo ver como una falla menor, algo que podría resolverse y en lo que él, sin duda, estaría dispuesto a apoyarla. Antes de tirar el anzuelo, le pidió que leyera más poemas. Cecilia abrió su cuaderno con motivos indígenas y siguió leyendo. Definitivamente, era su tipo. Una muchacha curiosa con una mente dispuesta a ser moldeada; aunque no podría compartirle opiniones en un mismo nivel, como sí podía hacerlo con Ramiro Figueroa, su camarada del Instituto Cultural. Ramiro le publicaba sus obras bajo el sello local, le daba horas de clase y lo invitaba a todo tipo de eventos: presentaciones, encuentros y conferencias. Isidro tenía una maestría incuestionable para convertir las amistades en mecenazgos.

El aedo estaba complacido ante la visión de una mujer joven en su habitación, aunque era una imagen recurrente, manoseada por los recuerdos. Quizá por los recuerdos, o porque el perfume de Cecilia invadía la habitación, podía casi sentirse enamorado… Bueno, en realidad: no. Pero se estaba ganando su simpatía. Así debían ser las jóvenes escritoras, como Cecilia. Nada que ver con Olimpia Domínguez, la poeta que había ganado el Premio Nacional. Era gorda y vieja, imponente e incómoda. Olimpia había hecho contundentes declaraciones en periódicos y revistas sobre el machismo en los espacios culturales; entre sus críticas, estaba una muy ardiente dirigida a Isidro. Él, en lugar de escribir artículos como Olimpia, se había encargado de apodarla La pachamama y de desprestigiarla en todos los círculos intelectuales.

Es una resentida histérica. ¿Quién la manda a ser una incogible? Y Ramiro afirmaba con sonoras carcajadas. Para el vate chileno, era obvio que, si había merecido el galardón, se debía a que estaba de moda hablar de mujeres y escuchar a mujeres quejándose: fue un asunto estratégico. Cuestión de poder. Pero temía que fuera pronto a perder los lindes de la realidad y tornarse en una imposición de la literatura femenina. A la mejor el próximo año se abre la convocatoria de un premio exclusivamente para mujeres, mi buen. Le confesaba Ramiro. No me mires a mí, es cosa de allá arriba, se justificaba su camarada. Esto se ha vuelto una locura, ¿qué de igualdad hay en un premio solo para mujeres? Ahí solo puede haber privilegios. ¿Y luego qué? ¿Se publicarán y leerán solamente mujeres? ¿Qué será de aquellos sin una vagina entre las piernas? Coñuecar se lamentaba gravemente, recordando cuando Rebeca lo ridiculizaba por el exceso de lugares comunes en sus poemas.

Cecilia terminó de leer sus poemas. Isidro aplaudió y esgrimió un aparatoso ¡Bravo! Le comentó extasiado que llevaba mucho sin sentirse tan conmovido. Le auguró el éxito inmediato, porque, en sus palabras: tenía ese toque fresco y original que pocos poetas alcanzan antes de los veinte años. No te miento, hermosa, el futuro de la poesía está en tus manos. Sólo hay una cuestión en tus poemas: no tienen esa riqueza vital que solo la experiencia ofrece. No se siente esa pasión, los cuerpos uniéndose, los fluidos, la carne. Está el bosquejo más puro del deseo, pero hace falta lo bestial e incontrolable. Cecilia se mostró muy afectada por sus comentarios. ¿Qué puedo hacer para arreglarlo?, preguntó. Él le dedico su mirada más tersa, tomó sus manos entre las suyas y dijo con suavidad: Pues vaya, vivirlo.

Isidro esperaba que su reacción fuera un tierno encogimiento por la pena y la vergüenza. Para su sorpresa, Cecilia tomó su mano y la apretó con fuerza, mucha fuerza. Se besaron, y mientras la besaba, Isidro pasó sus manos por sus nalgas y su cintura. Cecilia se alejó un poco, apenada, le pidió que la dejara ir al baño para prepararse. El gesto conmovió al poeta: tan inocente… Cuando volvió, ella lo besó con ardor y lo arrinconó en la silla fogosa y agresivamente. Algo en su mirada había cambiado, parecía satisfecha, como una niña que había cometido una travesura. Aunque su cambio de actitud lo desconcertó, también le divirtió esa faceta inusitada. Mientras se apoltronaba encima de él, una sonrisa maligna se dibujaba en su rostro, algo la divertía tanto que soltaría una risotada. Él quiso aparentar picardía, solo pudo carcajearse un poco de sí mismo: inesperadamente doblegado.

Cecilia le quitó la ropa con rapidez y se puso a jugar con sus manos, anudándolas con las correas del morral al respaldo de la silla. Había en ella una exuberancia que lo aterraba, aunque también lo tenía fascinado: Amárrame, preciosa. Qué importa, pensaba. Aunque le incomodaba no poder penetrarla controlando todos los movimientos, le agradaba ahorrarse el trabajo de convencimiento y la ebriedad para someterla. En el fondo, tampoco quería verse como alguien anticuado y conservador, incapaz de dejar que una hembra lo cabalgue.

Esperaba que Cecilia fuera pronto a desnudarse en un baile sensual o algo más atrevido, después de haber inutilizado sus manos. Ella recogió su cabello, se quitó la blusa para mostrar unos senos duros y leves, y le dedicó una mirada de sorna al pene erecto de Coñuecar. Luego, tomó el pantalón del piso y lo ató todavía más a la silla: ahora solo podía patalear. No entendía bien qué estaba pasando y el juego empezaba a exasperarlo. Pero, al ver que ella sonreía, no quiso apagar la pasión. Entre sus planes para combatir la senectud estaba predicar ideales revolucionarios, usar ponchos y sarapes, pero no algo tan subversivo. Otra vez, movió su pene lo más que pudo para alcanzar su cuerpo, para tocar, aunque fuera esos pechos. Imposible. Cecilia rio al fin y le dio un beso; comenzó a masturbarlo con unos dedos suaves y movimientos enérgicos. El placer lo embargó y dejó anulado hasta disipar sus preocupaciones. Parecía un tonto temiendo de una mujer. Estaba a merced de una loba tan hermosa como para publicarle todas las plaquettes que ella quisiera. Movería sus poderes, la traería de la mano, leerían poesía, lo haría renacer entre el deseo y el amor. Un futuro lleno de sexo desenfrenado y poesía —los poemas que él habría de escribirle a la loba—, se reproducía en el cine mental de Isidro; hasta que Cecilia le cubrió la boca con una mano y, con la otra, recorrió peligrosamente la raya de sus nalgas. Un sonido de disco rayado interrumpió sus ensoñaciones. Ella soltó una risilla perversa, de su morral sacó un dildo embarrado con algo brilloso y pegajoso. El dildo lo apuntaba como si fuese un fusil de asalto. Incapaz de hablar o moverse, no pudo detenerlo en su camino a un lugar tan frágil: su ano. El dildo entró y él tembló, tal vez de placer o de miedo. Era de placer, pero le daba miedo aceptarlo. Primero fueron movimientos suaves y lentos; cuando el ritmo aumentó, los gemidos de Isidro fueron audibles. Estaba disfrutando como un loco y gemía sin poder evitarlo. Su discípula era un demonio y se regodeaba: te gusta, ¿verdad? Cecilia escarbó en su yo más sensible hasta hacerlo venirse contra su voluntad, y casi teniendo un infarto durante el orgasmo. A pesar del bochorno que lo embargaba, estaba tan satisfecho y relajado que se quedó dormido. No supo nada de Cecilia sino hasta varios meses después. Había tomado una de las revistas literarias del pueblo, allí aparecía un poema seleccionado por Olimpia Domínguez y escrito por una tal Arcelia Desdémona. Se trataba de un texto que, cualquiera que lo conociera, reconocería que lo caricaturizaban a él y a otras vacas sagradas de la cultura local: hombres poderosos, pero tan malos en el sexo como sus versos. La fotografía de un hombre decrépito y desnudo atado a una silla, con un afiche del Che al fondo, acompañaba el poema.



Arely Jiménez (Aguascalientes, 1992). Es poeta, feminista y paciente renal. Ha publicado libros de poesía como Madre Piedra y otros poemas (UAA, 2019), La noche es otra sombra y Metamorfosis de la O (Sangre Ediciones, 2020). Recientemente obtuvo Mención Honorifica en el 39° Premio Nacional de Literatura Joven «Salvador Gallardo Dávalos», en el área de narrativa con su libro «Los árboles no son tan altos de noche». Es parte de la antología «Letrinas del cosmódromo» (2022) de Editorial Agujero de Gusano.

En corto: entrevista con Ángeles Montañez

La joven autora hidrocálida Ángeles Montañez nos habla sobre su participación en la antología de poesía Breviario Pandémico, sobre sus referentes literarios y sobre la importancia de leer a más mujeres.


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Banda sonora: travesía literaria entre rones y canciones

La Editorial Agujero de Gusano ha lanzado un nuevo título que representa el cuarto libro de esta casa editora independiente y segundo del año 2021, tras la publicación de la antología de poesía hidrocálida "Breviario pandémico".

"Banda sonora" es el primer título escrito por un autor en solitario para Editorial Agujero de Gusano y se suma a la colección de narrativa junto a "La ciudad de los ahorcados" (2019) y Resaca: relatos rescatados (2020).

Una veintena de ficciones aderezadas por algunos versos componen la segunda obra literaria de Sergio Martínez, tras la publicación de "Rayos y relámpagos" en 2016. El autor nacido en Puebla en 1973 y avecindado en Aguascalientes ha sido merecedor de diversos premios y menciones honoríficas en concursos literarios locales y nacionales, y además ha publicado en La Jornada Aguascalientes, Revista Sputnik, Punto de Partida (UNAM) y Luvina (UDG).

Los relatos de este libro tienen como hilo conductor la música, cierta música en específico, que se reproduce y navega entre el amor y la ciudad, entre el lado A y el B, cual disco de vinilo, como la vida misma.

En el principio fue el verbo, después la nota musical. Esa combinación implosionaría en mi cabeza; muchos años después nacería Banda sonora. Dividido en dos lados cual disco de vinilo, la ciudad y el amor son los escenarios donde se desarrollan las historias que proponen al lector observar y escuchar la vida pasar.
Sergio Martínez
El lector es un voyerista por naturaleza y cuando el autor añade el elemento universal de la música a sus historias nos invita a situarnos plenamente en el espacio-tiempo narrativo para advertir y tentar a sus personajes, ciudades, deidades y fantasmas.

Puede ser un adagio, un allegro o un presto, un dios que no quiere ser dios, un imperio en el ombligo de la luna, un torero que nadie conoce, un matricida, el amor que nace en una escuela, o se escapa en un motel, un suicidio para convertirse en fantasma y bailar un vals, un migrante que nunca termina de irse o de llegar, una declaración de amor, un rompecabezas que se construye pieza a pieza caminando por las calles del Distrito Federal, un hombre lobo, un diálogo con Dios o con el diablo, un filicidio, o unos versos que pretenden llegar a dos cantautores que quiero y admiro.
El libro que también es un homenaje y agradecimiento a referentes musicales del autor como Joaquín Sabina y el Movimiento Rupestre, nos adentra en historias y pasillos intimísimos del autor, muchos de ellos crudos y oscuros, pero también nos regala guiños de pasajes y personajes de la historia y la cultura popular mexicana. Vale la pena mencionar que cada texto lleva un botón de play que invita a reproducir la canción que sirve como marco contextual del relato, y de hecho la playlist del libro ya está disponible en Spotify. El arte de portada estuvo a cargo del ilustrador Israel Díaz Campos, corrección de Isaura de Lira y cuidado editorial de Alejandro Carrillo.

Banda sonora lo escuché durante más de 30 años y lo escribí en los últimos dos. Entre tragos de ron y vermut las historias fueron naciendo al ritmo de las canciones, sufrí, gocé, dudé, escribí, y borré cuando las letras sobre el papel no estaban a la altura de las canciones. Algunas veces me guió la imaginación, la observación, el corazón, otras los personajes tomaron su propio camino, fue emocionante ir materializando, a través de las historias, el corpus que hoy se presenta como libro.
Así pues, las historias del autor navegan en conjunto con obras de la cultura musical en español y van desde referentes de la talla de Ismael Serrano, Luis Eduardo Aute y el ya citado Sabina; hasta compositores importantísimos para la contracultura en nuestro país como Rockdrigo González, Carlos Arellano, Roberto Ponce, Roberto González, Gerardo Enciso, José Cruz, Cecilia Toussaint, Jaime López y Armando Rosas, sin dejar pasar bandas del rock-pop hispanoamericano y amigos entrañables del autor; mismos que serán parte de la presentación oficial del libro.

Banda sonora tiene una doble aspiración; por un lado, le propone al lector realizar un viaje literario y musical; para hacerlo, puede acceder a la moderna rocola que viene en el forro posterior del libro y escuchar para descubrir la simbiosis entre los textos y la música. Por otro, es un homenaje a la música con la que crecí y estoy en deuda, en la que, de alguna forma, me he visto reflejado y he disfrutado por horas, solo o acompañado, en los mejores y en los peores momentos, porque la música es también un bálsamo.
El libro de Sergio Martínez será presentado oficialmente el 16 de octubre de 2021, en la Peña El Sur de la ciudad de Aguascalientes, con una velada literaria que además estará acompañada por la música de Agustín López Velarde, Iván García, Adrián Villagómez, Iván Montoya y Carlos Iván Carrillo. Puedes adquirirlo desde cualquier estado de la república mexicana en este link. Apoya la literatura independiente nacional.

En corto: entrevista con Yaneli González


Yaneli González aka Nella Canella es una de las seis poetas que conforman la antología de poesía hidrocálida 'Breviario Pandémico' publicada en 2021 por Editorial Agujero de Gusano Conoce un poco de ella, de su forma de pensar la poesía y de su trabajo en este libro.


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En corto: entrevista con Eduardo Gálvez


El poeta aguascalentense Eduardo Gálvez nos habla de literatura, de su participación en 'Breviario Pandémico: antología de poesía hidrocálida', (Editorial Agujero de Gusano, 2021) y de la importancia de abordar la crisis desde las letras.



Breviario Pandémico: antología de poesía hidrocálida

El encierro y la pandemia es retratada desde las letras de seis poetas de Aguascalientes.


Entre los versos y alguna prosa de esta antología poética hidrocálida, hemos de ver retratados la ansiedad, el encierro, la zozobra y la incertidumbre que todos hemos sentido durante estos dos años en los que una pandemia ha puesto en tela de juicio el bienestar de la humanidad.

“Breviario Pandémico” es la tercera publicación de la Editorial Agujero de Gusano, y primer volumen de poesía, e intenta retratar en apenas 48 páginas todas estas sensaciones que transcurren en medio de una crisis mundial y en pleno enclaustramiento.

Seis autores hidrocálidos son los encargados de transformar a través de las letras esas emociones con las que seguramente nos encontraremos reflejados. Ángeles Montañez, Alfonso Torres, Eduardo Gálvez, Alejandra Sosa, Yaneli González e Itzamatul Ikal son los autores que se aventuraron a escribir poesía en medio de una crisis sanitaria con la intención de que un fenómeno histórico de tal magnitud no pasara desapercibido en el ámbito literario de nuestro estado.


Al mismo tiempo, la publicación de este libro breve en extensión, pero no en atributos, es un sentido homenaje a todos aquellos que han partido y pretende ser un “brebaje” para los que aquí seguimos, recordándonos que es en los tiempos difíciles cuando hemos de confinar nuestra ceguera, ser solidarios y entender que el encierro mental es más devastador que el encierro físico.

El libro se podrá conseguir a un precio simbólico a través de las redes sociales de Revista Sputnik, en las presentaciones oficiales de Editorial Agujero de Gusano y próximamente en librerías y foros culturales de la ciudad de Aguascalientes.

«RESACA: relatos rescatados»


La Editorial Agujero de Gusano ha lanzado una nueva antología de relatos cuyas historias giran en torno a ese malestar físico y emocional que sentimos después de haber experimentado una jornada de excesos y/o malas decisiones.

Tras la publicación de La ciudad de los ahorcados (2019), el libro «Resaca: relatos rescatados» es el segundo volumen de cuentos del sello editorial, y reúne una docena de extraordinarias narraciones que nos llevan abruptamente de la risa a la congoja, y que navegan entre botellas de licor, música de todo tipo y un sinfín de guiños a la cultura pop.

Ya sea en las inusitadas barras de los bares fronterizos, en algún barrio bonaerense, en la humedad del Pacífico mexicano o en las insufribles pero insustituibles calles del centro de México, los personajes de estas historias libran todo tipo de resacas y situaciones inelegibles entre la realidad y la ficción.

Autores emergentes, plumas seductoras de la nueva ola de la narrativa nacional e incluso músicos convergen en este centenar de páginas en las que seguramente nos veremos reflejados con alguna situación o figura que nos transportará a ese instante que atesoramos en nuestra memoria por muy vergonzoso, placentero, escatológico o inenarrable que este sea.

«Resaca: relatos rescatados» cuenta con las letras de Elma Correa, Federico Bonasso, Juan Mendoza, Karla Michelle Canett, Óscar Alarcón, Luis Chigo, Alejandro Carrillo, Ana Nicholson, Julio Lino, Jorge Yee, Bárbara González y Carlos Iván Carrillo. Las ilustraciones de portada estuvieron a cargo de Ale Librada Torres Salcedo.

La obra fue posible gracias al apoyo de colaboradores, artistas, autores y tripulación de Revista Sputnik y se puede adquirir en línea a través de este link.


Los borrachos en el Centro Histórico recuerdan en mucho a las calaveras del Tzompantli. Figuran elementos del inframundo, pero son almas vivas deseosas de amor. A esa estirpe pertenezco yo -si me permite decirlo-.

Eusebio Ruvalcaba


RESACA: RELATOS RESCATADOS, Editorial Agujero de Gusano. Primera Edición: Octubre 2020

Una calle de la ciudad, llamada ‘Ponent 29’

Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


Una vez que Alex Carrillo –nuestro editor- me comenta cuáles son los hilos conductores de esta primera antología (la muerte y la ciudad), comenzó a retumbar en mi cabeza una historia bastante peculiar y terrorífica que escuché cuando tuve la oportunidad de estar en Catalunya hace un par de años y que me llevó, casi de manera obsesiva (obsesión que por supuesto rayaba en morbo), a buscar toda clase de información que existiera en torno a ella.

El cuento que abordo en ‘Ponent, 29’ se inspira en hechos reales de la vida de Teresita Guitart, una niña secuestrada en la Barcelona de 1912, que siendo adulta vive asediada por su propia tragedia personal al inicio de la ola de violencia y opresión desencadenada por la dictadura franquista, uno de los hechos más desafortunados en la historia contemporánea española.

Con ‘Ponent, 29’,  busco que esta ansiedad que provoca leer historias de hace un siglo, sacudan porque nos enfrentan al mito de la gran ciudad, en este caso Barcelona, una ciudad próspera, cosmopolita, dinámica y que sigue siendo así, pero que se encuentra, como muchas otras, anclada a su propia violencia estructural espectacularizada, y que, además, arrastra los traumas de su pasado. Bajo esta premisa, las narrativas de mi cuento son funestas: se cierran círculos auto-narrativos y al mismo tiempo se van abriendo otros que no se sabe si terminarán en una tragedia aún más grande. Es decir, nosotros, construidos por los hechos de nuestra historia personal, somos reclamados por un destino colectivo más grande, quizá intempestivo, que nos impide, en la cotidianidad, poder vislumbrar qué día despertaremos con un Franco en el poder.

Así, ciudad y persona son una misma. La historia personal de cada uno de nosotros es a su vez la historia de la ciudad en la que se vive, y así como uno tiene muchas etapas en la vida (uno muere y renace simbólicamente interminables veces en una sola vida), la ciudad también. Por eso, la narrativa propia junto con la narrativa de la ciudad, se interpelan, se funden en una sola, y se hacen historia. Aquellos que me conocen bien saben de lo mucho que me apasiona la historia y que soy una fiel creyente de que la creación literaria nos ayuda a rellenar todos esos espacios vacíos que tiene la llamada ‘historia oficial’.

A su vez, ‘Ponent 29’, es un homenaje a esas identidades que nos da la ciudad: el lenguaje, la forma de percibir el mundo, la forma de llorar, de besar una cruz, de prepararnos una tila, etc, entonces, las identidades son moldeadas y forjadas por lo que la ciudad es. Pero también, mi cuento es un homenaje a esa Barcelona que siempre ha luchado por la identidad arrebatada, como la de muchos pueblos, porque aunque nos parezca muy lejana, España, como México, no es una sola. Quise hablar de eso porque lo sentí propio cuando estuve ahí.

La historia de Teresita que escribí para ‘La Ciudad de los Ahorcados’ tiene prácticamente 100 años, y ahora, un siglo después, inevitablemente me surge la pregunta: ¿qué tipo de tragedias nos atraviesan actualmente en esta infinita tensión ciudad-personas?




Relatos patibularios: sin tregua para el lector

Blue Street | Por Hugo Ernesto Hernández Carrasco


Cuando leemos La Ciudad de los Ahorcados, proyecto literario de Revista Sputnik y editado por Agujero de Gusano, uno tiene la sensación de adentrarse a una misma ciudad con muchas historias: soledades que no se subordinan, lugar de los no invitados, de los que se alejan para no volver, de los que llegan siempre inoportunos. La esperanza es, en esta ciudad de 87 páginas; una esperanza mutilada, que sonríe mientras se desangran los mundos que la han engendrado.

Caminamos por sus calles y plazas, tocamos a la puerta de los textos, y lejos de ahuyentarnos como lectores, nos asomamos con cierto morbo a la intimidad de los personajes, cuyas psiques guardan verdades, que como dijo Dostoyevski, muchas veces no nos atrevemos a confesarnos ni a nosotros mismos. Ante este abismo que no es otra cosa que, la brecha entre la promesa rota y la tierra prometida, el psicoanálisis -citadino, por cierto- se nos muestra como el gran intermediario del despertar, del retraso de lo inevitable.

Condenados a vagar entre sus propios muros; inexpugnables, en el medio de ese tormentoso infierno interior, del que los personajes no dejan lugar a duda a través de las historias; la ciudad, dentro de su propia muralla, le ha agregado violadores, asesinos, suicidas -ritual interminable, que termina en muerte- que no deja espacio para otros destinos: es, en resumen, una cárcel como sostiene Aldo Correa.
Por eso, quienes la habitan, parecen fantasmas de su propia calle. Ante la inseguridad, el refugio es la casa, los metales, la distancia y en caso extremo: la locura, la obsesión, la postración voluntaria o involuntaria. Al final, la muerte es, más que destino, nuestro propio decreto, lo que queremos que ella sea: tragedia, alivio, la puerta de salida de laberintos mentales y físicos ¿qué nos depara? No sabemos, pero la ciudad es en este sentido, la alfombra roja que nos lleva al espectáculo del patíbulo.

En estos lares, no sólo los adultos son los infames protagonistas, lo son también los niños de la 29 ponent. La Ciudad no perdona, no por cruel, sino porque nada es personal, llena de No lugares, sus habitantes -parvada de caníbales- buscan la siguiente víctima en las calles de la antigua Barcelona. Eso sí, la crueldad no puede ser masiva, porque la ciudad, es también aparente civilización y cordura. Entonces, lo inimaginable, la incivilizado tiene que ejecutarlo alguien, en la más completa clandestinidad, pero con la mayor de las absolutas complicidades. Lo que impresiona del texto, es que, lejos de ser ficción, la Vampira, fue una historia real.

¿Existe algún antídoto para salvarnos de esta anomia social? Marcela González nos da a entender que no. Ante la impotencia, queda el juicio de los otros, la incomprensión echada andar, disfrazada -de pecado y culpa- para quien es víctima.

Paseando entre parques y valles aislados de edificios, la vida y la muerte sirven a un mismo amo: la saciedad. Claro está, que no siempre la saciedad de nosotros mismos, muchas veces, de extraños, de seres ajenos a nuestra realidad y conciencia, nuestro cuerpo como tributo, como objeto. El hambre libera quizá, más intenciones de las que nosotros creemos conocer.


El libro, no escapa a las metáforas, muchas de ellas ilustrativas: Román nos dibuja en su texto la montaña rusa ¿nos mata la caída, el miedo, nuestro acompañante? Quizá, la manifiesta intención de un “piloto” y una canción que parecen salvar un mundo a costa de sacrificar otros tantos, no lo sabemos, quizá Alex Carrillo sí lo sepa. Lo que es un hecho, es que, en medio de tanta locura colectiva, cada quien se termina apegando a cualquier posibilidad dentro de esta ciudad politeísta: la fortuna, el azar, Dios, la voluntad. Ante estas deidades, las circunstancias parecen imponerse. Así, puede que, por capricho o destino, nos haga coincidir, nos salve, nos hunda, nos contagie como aquella epidemia que se cuenta, de Ciudad Lumbre. El lector, observará pequeños espejos, abrirá puertas. Más que lugar seguro, estos relatos patibularios nos harán habitar una ciudad que puede ser cualquier ciudad y cuyos personajes, podemos ser, cualquiera de nosotros.


«La ciudad de los ahorcados», antología de relatos patibularios


Por Sergio Martínez | 


La ciudad de los ahorcados. Antología de relatos patibularios, reúne 17 textos donde la poesía, el verso, el cuento y la narrativa, tocan, navegan, reflexionan y miran la transición de la vida hacia la muerte. No siempre esta última debe ser físicamente, hay muertos por dentro que aún respiran. En estos textos también hay quien muere a manos de otro, o de una enfermedad. Sin decirlo expresa y directamente, los autores nos advierten que todos nos vamos a morir.

En estas historias encontramos: la nostalgia que inspira un motel que se visita sin la persona amada, el soliloquio de un hombre que sabe que la muerte le espera detrás de la ventana, un rocanrolero suicida con una sed insaciable en el alma, el extraño caso de la vampira del Raval, el ladrón de poca monta que entra a una casa antigua y no sale jamás, un enfermo que pide la eutanasia, una enferma de cáncer, el que siente cómo los buitres le van arrancando las entrañas y los invita a que sigan comiendo, una chica enamorada de otra chica, la confesión de quien se asume culpable por la muerte de quien dice amar, el piloto que estrella un avión con pasajeros a bordo, un suicida que habla de las posibilidades de que los demás se suiciden, una ciudad atacada por una epidemia, la enunciación a Zempoaltécatl y el último texto del libro que recuerda un martes, de cualquier mes, de cualquier año. 

Los autores de los textos son: Daniel Bravo, Afonso Brevedades, Iván García, Sergio Martínez, Aldo Correa, Mónica Castro Lara, Hugo Ernesto Hernández, María Santos, Marcela González, Isaías García, Mauricio Caballero, Breña Román, Alejandro Carrillo, René Alejandro López, Denisse Rodríguez y Daniel Bravo. Algunos de estos escritores son integrantes del Colectivo 7NN radicado en Aguascalientes.

El libro lo abre un prólogo de Tuto Flórez, que pregunta: “¿Qué es la muerte? ¿Qué pasa después de la vida?, o más aún; ¿es posible hablar de continuidad de la existencia después de nuestra ineludible y limitada vida terrena”; y lo cierra magistralmente la nota final de Hunter S. Thompson, las últimas líneas son premonitorias: “Relájate, no te va a doler”.

El libro es dedicado al desaparecido músico, compositor y escritor Armando Vega Gil, alias el Cucurrucucú.

Según datos de la Organización Mundial de Salud publicados en 2019, cerca de 800 mil personas se suicidan en el mundo, el suicidio es la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años. La ingestión de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más comunes de suicidio en todo el mundo. De acuerdo a estos datos la Ciudad de los suicidas, puede ubicarse en cualquier lugar: Aguascalientes, Puebla, Bogotá, Barcelona, Trípoli, Moscú o Antalya; sin buscar la apología, criticar los porqués o aleccionar a hacerlo, los textos tocan un tema tabú y estigmatizado socialmente. Habría que leerlo, respirar las historias, quizá en algunas nos veamos reflejados, quizá también al terminar de leerlo, nos demos cuenta que seguimos vivos.



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