“Esta canción la compuse en el campo, en una época en la que estaba harto de estar en mí mismo, en mi cabeza llena de ansiedad y pensamientos intrusivos que no me dejaban en paz. Recuerdo que salí de la ciudad con la intención de despejarme y reconectar con las montañas, el viento, la naturaleza, que siempre son una fuente de paz, y así nació la canción”, nos comparte Gregorio.
Ay Gregorio! lanza “Out Of My Head, un sencillo para escaparse de uno mismo
«Baladas tristes», un tríptico musical de Iván García y Los Yonkis
Por Sergio Martínez | Foto: FNSM
¿A dónde va?
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) estima que al menos 322 millones de personas en el mundo padecen
tristeza o depresión, un 18 % más que hace una década. Según la ciencia, la opresión
en el pecho, dolor en el corazón, lágrimas y vacío en el estómago, son algunas
sensaciones corporales que reportan los síntomas de la tristeza en el cuerpo
humano.
Decía el poeta como premonición: “hubo una epidemia de tristeza en la ciudad”, pareciera que de ahí vienen 30 canciones que están por publicar Iván García y los Yonkis.
Su octava placa musical llamada Baladas
Tristes es un tour de canciones donde Iván García nos propone verlo
desnudo, vernos a nosotros mismos, ver lo que nos rodea y observar un mundo
donde la vorágine y la velocidad con que vivimos nos hace pasar de largo de
absolutamente todo, hasta de la tristeza que podemos encontrar en una esquina,
en un bar, en un hotel, en un concierto, llevarla de prendedor, o bajo una
noche estrellada.
Publicar un disco con 30
canciones en estos tiempos es un acto de valentía, el proyecto debe ser sólido
y desafiar todas las condiciones del mercado de la música emergente, y lo
principal, desafiar al escucha con una propuesta que no solo lo entretenga, sino
lo cuestione, lo confronte y le haga saber que la tristeza también influye en
la creatividad.
Para quien esto escribe Baladas
Tristes es un tríptico, no solo por las tres decenas de canciones que lo
conforman, sino por los lugares desde donde se sitúan las canciones:
Introspección del cantautor:
Baladas Tristes -que no solo le da nombre al álbum, sino es una declaración de
origen y principios-, La cantaleta, Cuando esté mejor, Perdido, Señor oscuridad,
Muñequitos de Japón, y Hey, bro; entre otras.
Baladas tristes: Despacio
y en silencio, De vez en cuando, Tiquete, Deberías, Mátame, Cinco estrellas, Winona,
Confieso, El sendero de las sombras, No te importó, Acodado y Veneno para
ratas.
Descripción densa: Donde
nadie puede, Baile, La ducha, Cuando la muerte, Estrella de karaoke, Mudarse,
No se irán, Luna, y Ataúd.
Mención aparte merece la rola que
cierra el disco: Mi ciudad, track de más de 8 minutos de duración
que abre con una declaración de amor: Vengo de una hermosa ciudad… con
aires dylanianos, nos describe los amores, andanzas, odios,
preocupaciones y vivencias del autor, no es fácil mantener la tensión narrativa
y que la música que la acompaña sea un mar navegable para el oído, está canción lo logra con creces, nos describe la
ciudad y nos acuna a la vez, …vengo de una triste ciudad, aunque me deprima,
no ve voy a mudar, aquí vine al mundo, aquí me van a enterrar, así que esta
noche brindo por mi ciudad,… cierra la canción.
Este álbum doble cuenta con siete colaboraciones: Cuando esté mejor (feat. Juana Castañeda), Señor Oscuridad (feat. Paulino Monroy), Baile (feat. Pascual Reyes), Estrella de karaoke (feat. Saúl Fimbres), Princesa (feat. Chinoy), Muñequitos de Japón (feat. Bluez Marentes) y Mi ciudad (feat. Niñovan), que le dan una dimensión peculiar al sonido Yonki.
Según la Secretaría de Salud, en
México hay 3.8 millones de personas con depresión o tristeza.
¿De dónde viene la tristeza?
¿A dónde va?
Deberíamos de atacar este
problema de salud, con música, no estaría nada mal que empezáramos a escuchar Baladas
Tristes, porque las canciones y la música siempre serán un tronco donde
sujetarnos, un bálsamo para el alma y un antídoto contra la tristeza.
Todas las canciones escritas por
Iván García.
Producido por Carlos Iván
Carrillo.
Grabado en Casa Yonki.
Arte por: Roberto Iván González
Vázquez
Puebla, México, 2025.
Iván García y Los Yonkis lanzan “Baladas Tristes”, su octava y más ambiciosa producción discográfica

· El álbum doble de 30 canciones explora géneros como el folk, el rock, el country e incluso el regional mexicano.
La banda poblana Iván García y
Los Yonkis estrenan este 2025 su octavo material de estudio titulado “Baladas
Tristes”, trabajo que contiene 30 tracks conformadas por composiciones de Iván
García y arreglos musicales de Los Yonkis. Esta nueva placa producida por
Carlos Iván Carrillo y grabada en Casa Yonki, explora géneros como el folk, el
rock, el country e incluso llega a experimentar con el regional mexicano.
Baladas Tristes es un álbum de larga duración que se ha cocinado durante tres años y en donde la madurez de la banda es notoria. Recientemente fue lanzado en plataformas “De vez en cuando”, el primer single del disco, junto con el video oficial de la canción, de la cual el periodista musical Juan Carlos Hidalgo expresó: “Uno de los mejores letristas del rock mexicano adelantó el primer sencillo de lo que será un álbum doble en donde conecta con el tipo de canción que ha engrandecido a Nacho Vegas”.
La presentación oficial del disco
será el próximo 9 de mayo de 2025 en el foro Gato Calavera de CDMX y contará
con la presencia sobre el escenario de importantes figuras del rock nacional y
la canción de autor que serán revelados días antes de este concierto que
promete ser especial e irrepetible. El cartel de la presentación fue obra del
artista visual Roberto Iván González, creador de las populares ilustraciones
“Los Románticos Pendejos”. Los boletos de acceso ya están disponibles en
taquilla de Gato Calavera y en la plataforma Passline con un costo de 350
pesos.
El lanzamiento en Bandcamp está
programado para el 1 de mayo del 2025 a las 22:30 horas mediante una
"Listening Party" que se llevará a cabo en un foro emblemático de la
ciudad de Aguascalientes, pero donde los seguidores desde cualquier parte del
mundo podrán conectarse y escuchar todo el disco en una sesión exclusiva en
línea donde podremos charlar en vivo con el artista sobre las canciones y
comprar el álbum digital.
El fragante aroma britpop de Jardín Verneú
Texto y Fotos: Polo Bautista
Los
compositores, productores y multiinstrumentistas oaxaqueños Robért y Danny
Van, son unos apasionados de la música desde su tierna infancia. Con The
Beatles, la poesía beat y el jazz como sus máximas referencias, los hermanos emprendieron
el arduo sendero de la autogestión y la independencia para cristalizar sus
respectivas propuestas personales en diferentes sencillos y LP’s. No obstante,
actualmente sus esfuerzos confluyen en Jardín Verneú, un flamante proyecto que revive
el aroma y la frescura del britpop con el halito clásico del rock. Su EP debut
está próximo a lanzarse y algo se habló de eso, aunque en esta entrevista también
hubo ocasión de profundizar en otros asuntos como sus primeros pasos, sus
trabajos personales, el estudio que manejan, las vicisitudes que enfrentan diariamente
y la fragancia de su sonido.
¿Cómo
fueron sus inicios en la música?
Robért
Van: Ese tema es justamente
todo un rollo, porque no tenemos familiares directos que sean músicos o se
dediquen a cualquier otro arte. Sin embargo, nuestro compromiso es con la
música. Nos gusta decir que fue algo con
lo que conectamos, algo propio, una búsqueda y principalmente un gusto personal,
el cual desarrollamos sobre el camino sin mucha influencia de otras personas. Claro
que a nuestros padres les gusta la música, pero generalmente en casa escuchábamos
tríos, rondallas, música romántica; aunque el rock lo descubrimos por nosotros
mismos. Realmente empezamos oyendo a The Beatles. Cuando tenía cinco años encontré
la película Help! (1965), y cambió todo. De pronto quise ser como
John Lennon sobre el escenario. El cuarteto de Liverpool nos condujo más tarde a
The Rolling Stones y de ahí tiramos del hilo con el cual conocimos a todas esas
bandas de los años setenta, ochenta, noventa, etcétera. Por otra parte, nuestros comienzos también fueron
un poco raros, porque arrancamos muy chicos en los coros de la iglesia, después
participamos en tunas españolas a los siete u ocho años, hasta que a los trece formamos
nuestras primeras bandas de rock, que en ese entonces la mayoría eran afines al
happy punk. Eso era lo que nos gustaba: beats ágiles, guitarras con overdrive
y demás. Años más tarde principiamos un grupo llamado Yesterday, el cual le
rinde tributo a The Beatles y justo acaba de cumplir dieciséis años este 2025.
En la ciudad de Oaxaca fue el primer grupo tributo beatle y continúa
hasta hoy como el único. Hemos tocado en Ciudad de México (CDMX), para distintos
festivales y nos ha ido bien con ese proyecto.
Danny
Van: Como empezamos
muy chicos nuestros papás pensaron que pronto se nos pasaría la inquietud, pero
fuimos creciendo y seguíamos en lo mismo, incluso más adentrados. Queríamos
hacer nuestra propia música, así que buscamos la forma de grabar ideas y
materializarlas, escribir letras y también enfocarnos en todo lo visual. No
tuvimos una guía o alguien que nos orientara para que fuéramos a un estudio o siguiéramos
los pasos indicados. Por lo que fue una búsqueda y progresivamente descubrimos
lo que se tenía que hacer. Nuestros papás vieron que la cosa iba en serio y
nosotros les decíamos que queríamos estudiar música, aprender, hacerlo bien. Desde
la ejecución, la creación y la esencia. Leímos mucho acerca de las bandas que
nos influyeron y todo eso queríamos para nuestros proyectos. Creo que lo hemos
ido logrando poco a poco. Yo soy más chico que Robért y tenía siete u ocho años
cuando formamos la primera banda. En ese entonces era el baterista. Mi hermano
fue quien me incitó a escribir mis propias canciones. Componer, crear y
experimentar en el estudio es lo que más disfruto. Además, desde chicos ambos
coincidimos mucho y pasa que la gente a veces piensa que somos gemelos. Entonces
en el estudio es muy fácil la comunicación que tenemos. Lo que pensó Robért, seguramente
yo también ya lo pensé. Considero que desde que iniciamos Jardín Verneú como un
grupo de rock, hemos sentado bien las bases y sobre eso intentamos brindarle a
la gente sensaciones, colores, experiencias y una identidad muy auténtica.
Robért
tengo entendido que cursaste tus estudios musicales en Xalapa, mientras que tu
hermano Danny permaneció en Oaxaca y se adentró en la producción musical. ¿Cómo
fue que decidiste dejar tu hogar? ¿Y de qué manera construyeron sus proyectos
estando alejados?
RV:
Nuestros papás han
tenido que aguantar algunas cosas y otras los han puesto de cabeza, pero hemos ido
descubriendo juntos este camino. A mí me tocó abandonar el bachillerato y como te
imaginas, a mis padres eso no les cayó en gracia, pero lo hice para estudiar lo
que quería. Dejé mi casa con rumbo a Xalapa e ingresé al Centro de Estudios de
Jazz (Jazzuv). Permanecí allá unos años,
pero para eso tuve prácticamente que escaparme. Cuando se dieron cuenta yo ya
estaba en Xalapa y les avisé desde un teléfono público. Un año antes mi mamá me
acompañó a la CDMX, porque yo estaba buscando escuelas. A comparación de Oaxaca
que era y continúa siendo una escena algo chica, allá conocí muchas bandas y
músicos. Entonces ir a la capital fue como una cachetada de realidad y posteriormente
en Xalapa, gracias al Festival Internacional Jazzuv que convocaba a músicos de la
escena neoyorquina y de otros países, fue que descubrí infinidad de géneros e
influencias como la música latina, africana, por supuesto el swing o el cool
jazz. Este último nos inspiró para trasladarlo al rock, en eso que llamamos “cool
rock”. Admiramos el jazz de los años cincuenta, a Miles Davis e igualmente la literatura
beat.
DV:
Mientras Robért
estaba en Xalapa, yo aún estudiaba la secundaria. Quise salir también, conocer
nuevos lugares y descubrir otras músicas, pero era muy difícil para mí y tuve
que quedarme en Oaxaca. No obstante, me enfoqué en la producción musical y empecé
a grabarme. Probé lo que podía hacer con la computadora y los sonidos nuevos o raros
que le extraía. Así compuse mi primer álbum solista y cada que Robért venía de
Xalapa por vacaciones o lo que fuera, le enseñaba mi trabajo. A su vez, yo notaba
sus progresos como músico y eso me alentaba a mejorar mis habilidades y
conocimientos. Cuando Robért regresó definitivamente a Oaxaca, hablamos más en
forma de lo que sería Jardín Verneú. Para entonces ya teníamos las condiciones establecidas:
experiencia en el estudio, idea clara de cómo hacer sonar eso que teníamos en
la cabeza, el mensaje que queríamos transmitir, los colores, los visuales,
etcétera. Salíamos a caminar por la calle o los parques y conversábamos.
Llegado el momento grabamos y armamos el espectáculo. Hasta la fecha todo ha ido
bien, porque creo que la gente conecta y se adhiere a la propuesta de Jardín
Verneú. Creemos que nuestra música es real y denota quienes somos. Cada
presentación es especial y así hemos conocido a muchas personas.
Robért,
Paisaje y geometría (2020) es tu disco debut el cual se decanta por un
estilo más acústico, con letras intimistas y matices de bossa nova. ¿En qué te
inspiraste para hacerlo?
RV:
Antes de ese disco compuse
muchos temas, pero ese periodo fue más bien una búsqueda identitaria y un
proceso. Ir a Xalapa me mostró que había gente con cosas qué decir u ofrecer y que
me nutrieron para crear mi música. En el jazz solía manejar compases
compuestos, armonías y demás, pero inevitablemente llegué a un punto de
saturación. Entre eso y otros asuntos de mi vida personal como el dejar mi
casa, la ciudad donde crecí, terminar con relaciones que no me habían hecho bien,
más mi búsqueda por saber quién era, me originaron una depresión bastante
fuerte y ese disco es prácticamente una crónica de mi sanación. Hubo un tiempo
durante mi estancia en la Jazzuv, que mis asuntos escolares marchaban bien, tocaba
estándares de jazz y música académica, pero caí en cuenta de que el camino original
que me había llevado a la música era tocar, grabar y presentar mi propia música,
la cual se estaba desviando con otras cosas. El punto de quiebre vino y decidí
regresar a Oaxaca, supuestamente solo por dos meses para después irme a CDMX e
integrarme a algún grupo y conocer más, pero terminé por quedarme nuevamente en
mi ciudad natal. Durante ese lapso compuse las canciones de Paisaje y geometría
y las grabé con Danny. En lugar de meterle compases compuestos o armonías
complejas, opté por algo más simple y que estuviera conectado al origen. Entonces
decidí hacerlo acústico. Experimenté con grabaciones de sonidos corporales, agua
de los ríos, hojas, etcétera. Me metí en un viaje medio hippie, empecé a sanar
mi depresión y cuando lo terminé era completamente otra persona. Había cambiado
y aprendido.
Los
últimos sencillos que publicaste son “Abril” (2022), “Zenit” (2023) y “Canción
de invierno” (2025). ¿Tienes planeado lanzar un nuevo disco o algún otro
sencillo este año?
RV:
Tengo compuestos
varios discos que me gustaría lanzar, pero sufrimos mucho por los tiempos. Ahora
estamos enfocados exclusivamente a la producción de Jardín Verneú, entonces
dejamos de lado momentáneamente mi proyecto. De hecho, Danny también tiene preparado
su disco para lanzarlo en cuanto sea posible. Como tenemos que trabajar en la
mezcla y las producciones de todo nos cuesta trabajo administrarnos. Quisiéramos
dividir el trabajo entre diez personas diferentes y poder centrarnos apropiadamente
en cada proyecto. Mis discos ya están compuestos, pero obviamente falta
grabarlos, producirlos, instrumentarlos y demás. A lo mejor este año lanzo algunas
canciones sueltas.
Danny,
por tu parte debutaste con los sencillos “Portal simulapsis” (2020), “Retro
romance” (2021) y el LP con matices electrónicos “Encuentros inusuales” (2021).
¿Qué me puedes decir de estos trabajos?
DV:
Mi proyecto es
totalmente distinto al de Robért. Justo lo que dices, está más tendido hacia lo
electrónico, el pop, el rock y el indie. Yo lo catalogo como música retro futurista.
Desde un principio quise darle esa esencia al álbum y a mi proyecto. Tomé
referencias de música ochentera que me gusta, pero al mismo tiempo quise darle
un toque del porvenir, con sintetizadores y guitarras que remitieran al sonido de
esa época, pero trayéndolo a la actualidad. En ese tiempo escuchaba proyectos
que tenían álbumes conceptuales: The Beatles con Sgt. Peper’s
Lonely Hearts Club Band (1967), Pink Floyd con The Dark Side of the Moon
(1973) o The Wall (1979). Entonces,
desde niño siempre quise hacer un álbum conceptual. Así concebí mi disco que
trata sobre los viajes en el tiempo. Al lanzarlo investigamos si en Oaxaca existía
algún trabajo previo de este tipo y nos llevamos la sorpresa de que el mío era
el primero. Si bien, las canciones no están estrictamente entrelazadas musicalmente
hablando, sí guardan una idéntica esencia y van sobre lo mismo. Por otra parte,
en los shows en vivo implemento aspectos teatrales en tres dimensiones que
resultan muy atractivos para el público. Hicimos unos vinilos de Encuentros
inusuales, con código descargable, portada y todo el arte en colores y efectos
RGB-3D, para que pueda apreciarse en plenitud con ayuda de unos lentes 3D, como
los que uso al tocar esas canciones. Posteriormente saqué “Nicteria” (2023),
que funciona como el puente de mi siguiente álbum “Hologramatic”, del
cual solo he lanzado la primera canción con el mismo nombre. Tengo boceteado
todo el álbum, pero como comentó mi hermano, estamos actualmente avocados en
Jardín Verneú. Ambos discos LP’s forman parte de una trilogía musical que estoy
preparando, pero que debo darme espacio y tiempo para terminarla y publicarla.
Supongo
que este año tienes pensado lanzar algunos sencillos más.
DV:
Esa es la idea. Después
de sacar el EP de Jardín Verneú, lanzaré temas de mi proyecto personal. Asimismo,
voy a programar algunas fechas, tal como hice en 2023, cuando llevamos mi
espectáculo a CDMX, Monterrey, Estado de México (Edomex) y por supuesto aquí en
Oaxaca. Observamos una muy buena respuesta hacia ese tipo de música. Ocurre que
la gente que se adhiere a alguno de nuestros proyectos generalmente termina
escuchando el resto de nuestros discos. Hay mucha música y aunque todo es
distinto, nos complace ver cómo las personas se vinculan con cada parte.
¿Cómo
y cuándo nació Jardín Verneú? ¿A qué se refiere su lema: “El nuevo aroma del
rock”?
RV: No tenemos una fecha precisa, pero creo que la idea comenzó aproximadamente desde el dos mil quince o dieciséis, cuando todavía estaba en Xalapa. Desde entonces pensábamos en algo con las características que ahora ostenta Jardín Verneú, pero sentíamos que todavía necesitábamos crecer en muchos sentidos para transmitir o plasmar lo que realmente deseábamos. Nos fuimos preparando, trabajamos, generamos conceptos y poco a poco se nutrió el proyecto. Revisamos demos y canciones que ya teníamos. Después empezamos a montarlo y la primera vez que tocamos fue en el 2023, al lado de una banda que vino de CDMX. A partir de ahí, empezamos a presentarnos en vivo y salieron oportunidades de tocar fuera de Oaxaca. Con respecto al lema de la banda, resulta que colaboramos con gente que se dedica a lo visual, el diseño gráfico, el cine y todas las artes en general.
Pero algo importante que queríamos infundirle a Jardín Verneú era una esencia aromática u olfativa. De esa forma llegamos a la conclusión de que queríamos hacer un grupo de rock que fuera similar a una fragancia.
DV:
Que oliera a éxtasis
de rock.
RV:
Me gusta plantearlo como
la experiencia de atravesar el pasillo departamental de una perfumería y
enseguida percibir ese aroma fresco, el cual incita a la libertad, el momento, el
querer comerse al mundo, el sentirse bien con uno mismo y darle sentido a la
vida. Que pese a lo que dicten las tendencias uno pueda hallar su propio ritmo
y ruido.
¿El
nombre de la banda encierra alguna connotación especial?
RV:
El nombre nació sin
un significado y se lo añadimos posteriormente. Verdaderamente queríamos un título
que fuera auténtico y propio. Sin embargo, la palabra “jardín”, más que su
acepción concreta, lo que visualmente nos gustó fue su grafía, la cual encierra
el aura de una banda de rock y de los rockstars.
DV: Es lo que la palabra te provoca. Despierta
mucho la imaginación y las percepciones.
RV: Ya teníamos “jardín”, pero quisimos
complementarla con algo más. Como siempre nos ha gustado la poesía
existencialista, la literatura beat y los poetas malditos, optamos por otra
palabra que de solo verla u oírla le añadiera un cariz francés o inglés.
“Verneú” salió de un juego de palabras. En ese sentido, también la estética que
manejamos en el grupo proviene o se inspira en esta onda beatnik.
¿Quiénes
más los acompañan en este proyecto?
RV:
Danny y yo siempre
nos hemos sentido bien trabajando como dupla, pero queríamos que esto fuera una
banda de rock, ya que consideramos que se ha perdido gran parte de esa esencia.
Por eso está con nosotros nuestro amigo David Tormenta en el bajo y Alfonso Lobera
en la batería. Este último es originario de la CDMX y anteriormente tocaba con
Los Dee-pers. Alfonso fue un hallazgo, porque nosotros lo conocimos con su
banda en la primera presentación de Jardín Verneú y posteriormente coincidimos en
otro compromiso dentro del Edomex. En ese entonces realmente no teníamos
músicos, por lo que platicamos con él y primero entró como tecladista, para
luego pasarse a la batería. David, Danny y yo vivimos en Oaxaca, pero a Alfonso
lo vemos cuando tenemos compromisos fuera, como al que acudimos recientemente a
Guadalajara.
¿Qué
dinámica de composición utilizan?
RV:
Solemos vernos como
una sola persona, porque nos complementamos. Anteriormente mencioné que nos
fascina The Beatles y nos gusta pensar que somos una especie de Lennon-McCartney.
Es decir, somos un dueto donde a veces no se sabe quién compuso más que el
otro, pero que a fin de cuentas tenemos el mismo producto. En mi disco
acústico, Danny grabó varias guitarras y percusiones. Igualmente, yo en su
disco grabé guitarras, bajos y aporté ideas. Por lo general, cada quien lleva toda
la pieza hecha, pero los riffs, la batería y el resto lo vemos en el
proceso. Sucede también que a veces yo tengo una melodía y Danny le pone la letra.
DV: Si Robért tiene una idea empezamos a
trabajar sobre ella. Lo mismo en mi caso, si yo tengo una canción que considero
podría funcionar para Jardín Verneú la abordamos. A veces uno aporta más que el
otro, pero sin duda ambos cooperamos para el mismo resultado. Entonces no vemos
este asunto como si alguno fuera el compositor principal. Eso sí, Robert canta
las canciones que propone y yo las mías, pero siempre intentamos elaborarlas entre
los dos. Ahora nos dividimos el trabajo a causa del poco tiempo, ya que no nos abastecemos
para hacer todo lo que quisiéramos. Yo me encargo de la mezcla, el audio y las
grabaciones. En tanto Robért se ocupa más de los aspectos visuales, las
portadas de los sencillos y los videos.
Veo
el gran esfuerzo y la completa dedicación que le imprimen a sus proyectos.
Lanzar y promover todo lo que implica Jardín Verneú desde la independencia o la
autogestión es muy complicado. ¿Además de la falta de tiempo qué otros
obstáculos tienen que sortear?
RV: Creo que mencionas una parte muy interesante, porque desde el principio y por nuestras circunstancias familiares hemos tenido varias bardas que saltar. Abrazamos la cultura del “hazlo por ti mismo”, ya que no tuvimos otra opción. Si queríamos producir nuestras ideas no había otra manera más que ir echando a perder algunas cosas y aprender en el camino. Todavía tratamos de observar y crecer junto a otros proyectos que tienen más experiencia. Pese a que requiere bastante dedicación hacer esto, no nos vemos en otra cosa y realmente lo disfrutamos. No contamos con un “Plan B”. Efectivamente, nosotros también tenemos grupos de covers y tocamos todos los fines de semana. Vivimos de la música desde hace años. Lo desconocido a veces supone equivocarse, pero lo importante es hallar nuevamente el camino y no quedarse estancado. No obstante y volvemos al punto, por el momento el inconveniente más grande es el tratar de darnos el tiempo para todos los proyectos que queremos hacer. Otra complicación relativa es el vivir en la ciudad de Oaxaca, pues indudablemente es un estado culturalmente rico y aporta mucho a las tradiciones como la música regional, la Guelaguetza, etcétera.
Sin embargo el rock está un poco en el subterráneo. El público y la gente que goza con este ámbito está totalmente ajena de las cuestiones gubernamentales. Las oportunidades que hemos tenido de viajar a otras entidades las recibimos de apoyos diferentes o externos, más que de aquí. Es saltar la barrera de lo tradicional. No quiero decir que se quite, sino que se enriquezca con otras tendencias que se hacen desde la electrónica, el rap, el rock, el indie, etcétera. Tenemos suerte de tocar en otros lados y expandirnos.
¿Alguna
vez han considerado instalarse en CDMX para posicionar mejor su música?
RV:
Estamos dispuestos a
dirigirnos hacia donde nos lleve el proyecto. Aquí en Oaxaca tenemos nuestro
estudio. Yo ya estuve algunas temporadas en CDMX y Xalapa, pero si debemos movernos
lo haremos en algún momento.
DV:
Otra posibilidad es
hacer temporadas fuera de Oaxaca. Ahora estamos ocupados en los nuevos
sencillos y en cuanto terminemos queremos seguir girando. Es complicado ya que
tenemos aquí las herramientas, los instrumentos y todo. Afuera nos sentimos un
poco desarmados, porque solo podemos llevar nuestras mochilas y las guitarras. Por
eso queremos terminar este EP y después lo que venga, trasladarnos a donde sea.
¿Cuál
es el nombre de su estudio y cómo lo armaron?
DV:
Cuando comenzamos a registrar
los primeros demos hace más de diez años, por ahí de dos mil diez, fue Robért
quien descubrió un programa para grabar en multipista.
RV:
Al iniciar nuestras composiciones
nos tocó esa etapa de cuando las disqueras estaban cuesta abajo. En algún
momento yo dude si invertir mi dinero en comprar equipo para grabarme o ir a un
estudio. Recuerdo que en un cumpleaños mi mamá me regaló una grabadora de
reportero. Grababa alguna cosa, cantaba y tocaba el bajo encima. Entonces, buscando
por internet me topé con un programa súper básico de edición de audio. Lo
descargué y grabé la batería, el bajo, las guitarras y la voz. Admito que quedó
todo feo, pero me sentí muy contento al escucharlo, porque era la primera vez
que estaba todo en una pista. Fue como si hubiéramos descubierto el fuego. De
hecho, quemé el puerto de mi computadora, porque no sabía que necesitaba una
interfaz de audio y conecté directamente los instrumentos.
DV:
No conocíamos nada de
ese mundo y así iniciamos. Como dije antes, yo me involucré un poco más y en mi
cuarto monté un home studio, que en realidad solo era mi computadora, un
micro y una interfaz. Pasaron varios años y fuimos aprendiendo a grabarnos
mejor. Después pensamos que ya era hora de formalizar el estudio e infundirle
un sello propio que identificara todos nuestros proyectos. Invertimos en equipo
y logramos formalizarlo hace tres años. Finalmente teníamos un espacio dedicado
especialmente a nuestra música. Se llama Van Records Studios.
RV:
Una temporada tocamos
bastante con muchas bandas de los años sesenta y setenta (La Resurrección, El
Gruhpo y Los Beethoven’s), acá en Oaxaca. Nos empezaron a jalar como bajistas o
guitarristas y nos fue bien. Tocábamos toda la semana y nuestra paga la
invertimos en el equipo. Nos gusta mucho las sonoridades de los instrumentos
sesenteros y setenteros. Prácticamente eso es lo que grabamos en Jardín Verneú,
lo que le da parte de su identidad sonora.
Jardín
Verneú tiene tres sencillos lanzados: “Mañana”, “Error” y “Cada día”. ¿Cuál es su
próximo sencillo en publicarse?
RV:
Desde el año pasado ya
casi lo teníamos listo, pero por estar de gira lo aplazamos. En este momento
nos encontramos trabajando dos nuevos tracks, más el próximo sencillo y
con eso completamos el EP. Adicionalmente en unas semanas estrenaremos el
videoclip de “Cada día”. Es una propuesta visual que abraza un redescubrimiento
de nuestra mexicanidad y lo divino. Lo vamos a presentar con un show
acústico aquí en Oaxaca. Antes de que acabara el año pasado lamentablemente nos
quedamos roncos, se nos fue la voz y eso retrasó los planes, pero sirvió para
aprovechar el tiempo en el estudio. Lo único que nos falta del siguiente
sencillo es grabar unas partes de la voz, pero estamos esperando a que Dany se
componga para que pueda cantar. En un mes o mes y medio estará listo e inmediatamente
después lanzaremos el EP.
¿Qué
detalles pueden adelantar sobre el EP debut de Jardín Verneú? ¿Planean una
edición en formato físico?
RV:
Sigue la línea de lo que
se ha escuchado hasta ahora, la misma esencia, guitarras con overdrive, sintetizadores
y también cierta influencia de música francesa. Nos recuerda al cine galo de
los setenta, en blanco y negro y al género noir. Las letras están
inspiradas en la poesía beat, con alusiones celestiales o divinas. Solo podemos
adelantar eso, el nombre está encaminado hacia tales temas y una vibra britpop.
DV: Las pocas personas que ya escucharon
el próximo sencillo dicen que les ha gustado mucho. Que de todas las canciones
de Jardín Verneú, es su favorita y en vivo seguramente irradiará abundante
energía. En efecto, estamos considerando lanzarlo también en formato físico, ya
que apreciamos el arte que contienen los discos. Escucharlos mientras uno observa
el contenido.
¿Además
del EP qué otros planes tienen para este año?
RV:
Con el lanzamiento
del videoclip vamos a estrenar nueva mercancía: playeras, posters, etcétera.
Durante las giras a veces no podemos llevar mucho, pero vamos a preparar nuevos
souvenirs centrados en los lanzamientos. También planeamos salir de gira
y presentarnos en donde haya espacio para la nueva música. Igualmente
quisiéramos participar en algunos festivales. Buscamos ampliar los escenarios,
que la gente conozca nuestra música y lo que pasa en la escena oaxaqueña.
Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas
La música, ese bello arte que
nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones
donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No
pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra
identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que
terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos
angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.
Si de letras finas se trata,
los compositores de folk siempre han
tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos
Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de
influencia beatnik inspiradas en un
estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.
Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.
Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo
abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los
Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con
tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de
nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.
Bueno, ¿pero por qué estos
cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a
que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una
“sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A
tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga
Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas
composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con
Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.
El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—:
“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.
Gregorio comparte que el
lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de
México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició
en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y
que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo,
Guanajuato, Morelos y el Estado de México.
“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.
Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.
Desde Mexicali, "Cuerpo Cortado" lanza dos nuevos sencillos: "Dualidad" y "Clarividente"
Aunque tú no lo sepas: una charla con Santiago Tavella del Cuarteto de Nos
Now and Then: The Beatles forever
“Nunca hubo un tiempo en el que Yo no existiera, ni tú, ni todos estos reyes; y en el futuro, ninguno de nosotros dejará de existir.”― Anónimo, Bhagavad Gita
Canto 105, un paseo existencial con Ay Gregorio!
Con una lírica que nos va compartiendo ciertos pasajes del compositor sobre las altas y bajas de la vida, esta “balada bohemia” nos hace entrar en un estado contemplativo-reflexivo gracias a su formato acústico, mismo que te hace imaginar que tienes al autor junto a ti interpretando el tema.
Iván García y Los Yonkis: componiendo la vida desde el underground poblano
Iván Gutiérrez | Foto: Gema Moreno |
Si uno deambula por el centro de Puebla y tiene la suerte de llegar a la cantina correcta, es probable que entre letras, callejones y mezcales se encuentre a Iván García, músico poblano que tras varios años de practicar el arte de crear canciones ha logrado perfeccionar la composición de relatos de folk, hermanando la poesía y la música en una decena de canciones que hablan de todo un poco: el amor, la muerte, los amigos, la ciudad, la música, el underground, la soledad. Prepárese un buen trago y adéntrese con nosotros por los recovecos de este gran compositor y su full band Los Yonkis.
¿Si tuvieras que tomarte un último trago, éste
sería de mezcal, whisky, ron, tequila o cerveza?
Difícil decisión… yo creo que me tomaría un vodka tonic.
Hacemos esta entrevista desde Baja California. Si
tuvieras que presentarte con la banda de por acá, ¿cómo lo harías? ¿Quién es
Iván García, qué hace, a qué se dedica?
Les diría que soy un cantautor con casi 15 años de trabajo. Me
identifico como un cantautor alternativo, en el sentido de que he ahondado en
muchos estilos del lado de la música alternativa, abarcando desde el rock
clásico hasta psychobilly, new-wave, post-punk. Tenemos tres discos con
grabaciones que se han concentrado más en el folk, que es el género que más me
gusta. Yo empecé haciendo rolas por Bob Dylan, ya después me entró lo más
oscuro.
¿Cómo empezaste en el arte de hacer canciones?
Tenía una guitarra… y aprendí a tocar con cancioneros. A pesar
de que estudié en el Conservatorio de Música de Puebla, cursé un año de
guitarra, y nunca lo aprobé. Es una escuela muy ortodoxa, dirigido a entender
la música académica, no hay nada de armonía moderna ni de composición. Estuve
ahí, aprendí a solfear, y la guitarra la aprendí a tocar con los cancioneros
que vendían en los puestos de periódicos. Entonces empecé a imitar armonías que
veía eran constantes en las canciones populares, y les empecé a poner letra.
También me adentré en la canción de autor, con Luis Eduardo
Aute o Serrat, pero nunca me encantó este lado de la trova, me caía muy gordo.
Entonces conocí al cantautor Carlos Arellano, de aquí de Puebla, nos hicimos
amigos por nuestro gusto común por Dylan, y empecé a experimentar más con este
tipo de letras que hablaran más de la cotidianidad, de la calle, sin caer en lo
urbano, que es más crónica. Más bien una cuestión intimista, inspirado por
músicos como Tom Waits, Leonard Cohen.
¿Cómo surgió la idea del álbum de X?
Es un disco que festeja los diez años de la banda, pero llegó
pandemia y se retrasó su lanzamiento. La idea nació porque amigos, colegas, me
decían “me hubiera gustado componer esta rola o grabar una versión”, y dije
bueno para el festejo vamos a hacer eso: que cada quien se aviente su versión. Es
una selección en su mayoría poblana, pero también hay otros amigos foráneos
como Gerardo Peña, Lázaro Cristóbal, Paulo Piña y otros más.
Me parece fantástico que hayan reunido a diferentes intérpretes y bandas y que cada uno logré ponerle su sello característico a cada canción. ¿Tenías en mente eso?
Creo que este álbum habla de la versatilidad que tienen mis canciones. Hay composiciones que muchas suceden en mi cabeza, y a la hora de materializarlas, no suenan como uno cree. Por eso es muy importante esta onda de la producción, que igual como artistas independientes muchas veces carecemos de recursos para lograrlo, tenemos que ingeniárnosla. En el caso de X, hay canciones que son más parecidas a lo que tenía en mi mente que lo que salió en algún momento, y otras que le dieron completamente la vuelta a la canción. Esa es la belleza de la canción, que puede ir para muchos lados.
Me parece que todas las grabaciones en ese álbum lograron ponerle ese toque de inspiración para querer cantar las canciones, ¿desde que escribiste estas rolas tenías ese efecto en mente, o fue algo que se dio, digamos, por sí solo?
Es parte de mi sello, mis canciones tienen una estructura
popular, muy pop. Hace poco toqué en Ciudad de México, y me fue a visitar un
querido amigo, Perasalolmo (Andy Mountains), y me dice “tú no haces rolas,
haces himnos”. Y no lo digo exaltándome, es algo que me han dicho mucho, porque
la gente los hace suyos, y hago coros para cantarse, que hace que los
conciertos sean tan lúdicos.
La melodía de 'Panteón' me parece genial, como que te adentra en esa sensación de melancolía desde los primeros segundos de la canción. La letra a su vez es increíble, tiene sus momentos de vida y muerte, ¿cómo y cuándo nace 'Panteón'?
Hasta hace unos años componía solo con resaca, me daba
una lucidez maravillosa, entre botellas, hambriento, sediento, ceniceros llenos.
Panteón nace de esas vivencias, habla de un estilo de vida hedonista y
destructivo.
La muerte es algo muy presente en tus canciones, me imagino por tu coincidencia con autores de literatura y filosofía existencial, ¿qué es lo que más te llama la atención de este tema?
Son los tópicos más comunes de la literatura. Toda la vida me
ha gustado leer, y nunca lo he hecho por lampareo, es un gusto que tengo, y en
la literatura esos son los tópicos que más he encontrado, el amor, la muerte… los
aspectos sociales, aunque ese lado siempre me ha fallado. Esto no quiere decir
que no tenga una postura política, pero siempre he pensado que es
complicadísimo escribir canciones sociales, muy complicado no caer en lo
panfletario.
A pesar de no meterte mucho en lo social, tienes esta canción de “La Resistencia”…
Es una canción inédita, nunca la he grabado, sólo existe en X.
Los compas de Rockercoatl, mitad tlaxcaltecas y mitad poblanos, tienen una
banda de metal en náhuatl. El acordeonista toca conmigo y cuando escuchó esta
canción me dijo, “oye, por qué no nos das esa rola…” y le dije va, claro, y
quedó en este disco.
Tengo otra social que se llama “En algún lugar del cielo”, en
el Sal Paraíso, dedicada a los desaparecidos. Pero sí me cuesta mucho, admiro a
gente que lo hace maravillosamente, como León Chávez Teixeiro, o por ahí Israel
Belafonte me parece que tiene rolas muy chingonas.
Hablemos de Ciudad Soledad, esta contradicción urbana, ¿para quién fue compuesta esta canción, para quién es esta invitación?
Para mí es un tema muy común hablar de mi ciudad, porque estoy
muy enamorado de ella. Entonces es una frase que digo mucho, porque mis amigos
se enamoran de su tranquilidad, su gastronomía, su clima, y siempre me dicen
“me gustaría vivir en Puebla”… y les digo “ven a vivir en Puebla”, es un cliché
mío, invitarlos.
Esta canción sale a media pandemia, salía a ver a una amiga, me
iba en mi moto cruzando la ciudad y era maravilloso, espeluznante y poético, no
había nadie en el centro… era hermoso, y se me ocurrió esa frase.
¿La frase “por el amor de mi parvada he terminado enjaulado” es ficción o no ficción?
Todos hemos tenido ese lado oscuro… pasaron varias veces por
diferentes situaciones, es parte de lo emocionante que es vivir, de romper las
reglas… Nunca me imagino haber sido una persona muy en el “statu quo”, siempre
fui un tipo raro, como dice la rola, me he metido y me sigo metiendo en
problemas, la vida contracultural.
¿Qué opinas del fenómeno contracultural en los tiempos posmodernos?
Es muy complejo, nos daría para un debate. Ahorita con todo este rollo del reguetón y los corridos tumbados, es complicado saber qué es la contracultura, porque si bien es cierto que estos géneros hablan de temas que eran tabú, como el sexo, la violencia, y que ellos los están sacando de donde estaban escondidos, también es verdad que es música de establishment.
Tú pasas por una construcción y los albañiles están oyendo a Peso Pluma, pero también los chavos fresas de Angelópolis lo escuchan, es la música que se oye en todos lados. Entonces no sé si eso sea contracultural, porque está establecido, está de moda, su nivel de masificación es devastador… pero en cuanto a temas puede que sí guiñen con lo contracultural. Es complicado, como te digo, un tema que hay que platicarlo con unos tragos.
¿Hubo un tema que fuera tu favorito de este álbum?
Hay varios, para mí todos tienen una aportación magnífica. Hay
unos que me llegan ahorita de rápido, diría que Panteón la versión de Sinuhé García,
me parece propositiva, porque habla de esa otra parte de la canción, porque la
rola habla de los excesos del lado festivo, cuando en realidad también hay una cruda
moral, que es como esa parte que versionó Sinuhé. La de Grito, en versión ska
de Los Marginados, me parece sensacional, está chido porque están dando la
canción a conocer. Obviamente todas las canciones me gustan, son mis hijos,
pocas mamás dicen que sus hijos son feos; en mi caso igual, todas las veo
hermosas.
¿Por qué la frase “si un día pretendes escribir, entre lobos tendrás que vivir”, en la canción de Ajedrez?
Creo poco en los escritores de escritorio, creo más en los escritores vivenciales. Alguna vez pensaba en un cuento de Vargas Llosa, “Los Cachorros”, que habla sobre la onda de los rebeldes sin causa, los 50s, y nunca se la creí.
Creo que es importante eso, que las canciones tengan óxido, víscera, por lo menos hacerle como Solá, que se iba a las cantinas a escuchar de qué hablaba la gente. De eso trata ese verso, de que hay que vivir para escribir.
¿Qué viene para Iván García?
Estoy pasando por una situación de análisis… ya tengo escrito todo
el próximo álbum, tengo ya los músicos… estoy en la parte de entender cómo lo
vamos a producir, de qué manera le vamos a dar ese sonido que traigo en la
cabeza. Es un disco complicado para estos nuevos estándares comerciales, pero
me parece que, como te digo, siempre me ha gustado ser propositivo en este lado
de hacer lo incorrecto: soy un necio y lo voy a publicar así como lo tengo en
la cabeza.
Estoy en esa parte, donde ya estoy dando últimas pinceladas, de
a diario lo toco, de a diario me gusta, es una lista muy larga donde tengo que
hacer la selección. Espero que ahora que vea a todos mis carnales en el Festival Resistencia, puedan ayudarme a elegir y a resolver un poco esto que
tengo en la cabeza. Creo que siempre, siempre hay que ayudarnos con los amigos,
sobre todo gente con la que te sientes identificado musicalmente.
Dos cosas que te gusten y que no te gusten de Puebla
Me encanta el centro, arquitectónicamente es bellísimo, he
andado en muchos centros borracho de noche, y ninguno tan maravilloso como el
de Puebla. Otra cosa que me gusta son los tacos árabes, es mi comida favorita, es
un taco delicioso y aparte es el papá de los tacos al pastor.
No me gusta todavía este apego tan grande que tiene el poblano
a la religión, son ultra católicos, son de derecha, conservadores. Otra es…
esto del público poblano, es complicado, no es como el público de otras
ciudades que se parten la madre por su escena contracultural, aquí está muy
segmentado y aparte no son tan apasionados. Sí hay banda, hay público acérrimo,
pero, por ejemplo, en Ciudad de México hay una pasión por la música de otro
tenor. Aquí en Puebla la hay, pero no a esas magnitudes, somos más parcos,
tibios…
Si Iván García fuera una película, ¿cuál crees que sería el género y de qué trataría la trama?
Me gusta mucho el terror, pero por lo cursi y romántico que soy, me gustaría ser una película de Jim Jarmusch, algo en blanco y negro, que tenga tragos, taxis, ciudad, y algo terrorífico por ahí, algo de novela negra.