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Las estrellas, los perros y los sueños

Por Fernando Rangel Juárez


En esta ocasión me gustaría recomendarles el manga El perro guardián de las estrellas (Hoshi Mamoru Inu), del autor nipón Takashi Murakami, en él se narra la historia de Happy, un perrito que cuenta a través de su perspectiva las aventuras que pasa con su familia adoptiva, la obra fue publicada originalmente en el año 2008 y a nuestro país llego desde el año 2015, es una historia melancólica de principio a fin, adictiva y de fácil lectura, ampliamente recomendable para sensibilizar a los niños en el tema de las mascotas.

La obra cuenta con una “secuela”, que solamente comparte el nombre con el primer título pues las historias que ocurren pasan de manera paralela y los protagonistas en esta ocasión se llaman Chibi y Happy (otro, no es el mismo). No es justo realizar una comparación con el original, pues quedaría a deber o tal vez simplemente es el hecho de que el corazón se muere un poco cuando concluyes el primer libro y es que siendo sinceros no existe una película, libro o relato que involucre a un perro y que no logre remover las fibras más sensibles y profundas del corazón.


Hablando de películas y por si se quedaron con ganas de llorar, en Disney Plus se encuentra disponible Mi amigo Enzo (The art of racing in the rain), ahí podremos vivir al lado del labrador Enzo, el desarrollo de Dany, quien es un incipiente piloto de carreras que no ha tenido muy buena suerte en la vida, la película es narrada desde la perspectiva del perro y logra involucrarte con la historia de principio a fin.


Continuando con el tema de los perros y las estrellas y agregando un dato más a su despensa de datos para iniciar conversación, sabían ustedes que el 3 de noviembre de 1957 fue la fecha en que se lanzó el satélite espacial Sputnik 2, la particularidad es que en esa misión iba a bordo la lomito cosmonauta Laika.


Al momento de la misión Laika era una perrita de dos años de edad, que no contaba con un hogar y fue seleccionada por el director del programa espacial Vladimir Yazdovsky al verla caminar por las calles de Moscú, quien dijo que el carácter de la perrita era amable, tranquila y encantadora.

La misión del Sputnik 2 fue obtener datos acerca de la reacción del organismo de un mamífero al someterse a las condiciones del espacio, la parte fea de la historia es que Laika fue en un viaje sin retorno y según los datos oficiales murió debido a un fallo en el aislamiento de la capsula, la misión fue duramente criticada e impulsó la creación de sistemas que permitieran el retorno seguro de las naves y satélites.

Durante la siguiente década la Unión Sovietica siguió lanzado misiones espaciales y se mandaron otros ocho perritos, de los cuales seis regresaron sanos y a salvo a la Tierra; los últimos perritos cosmonautas fueron Ugolyok y Veterok quienes sobrevolaron durante 21 días nuestro planeta a bordo de la nave Kosmos 110.

Ugolyok Veterok tripularon la Kosmos 110


La NASA, neutrinos y la posibilidad de un universo paralelo


Un equipo de científicos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) dieron a conocer la posibilidad de la existencia de un universo paralelo en donde las leyes de la física serían contrarias a las que conocemos, todo esto tras encontrar evidencia de un nuevo tipo de partícula -inclasificable de momento- que ha abierto el debate dentro de la comunidad científica en torno a esta hipótesis.

Este hallazgo fue posible gracias a un estudio que realiza la NASA en el Polo Sur desde 2016, y cuyo objetivo se basa en el registro sistemático de los rayos cósmicos que llegan al planeta del exterior, y que son captados por la Antena Antártica de Impulso Transitivo (ANITA).

Este objeto situado a 37 metros sobre el suelo antártico mediante un globo de helio, se encarga de detectar las partículas subatómicas que llegan a la Tierra con una fuerza increíble, acercándose a la velocidad de la luz y que son conocidas como neutrinos cósmicos de ultra energía (UHECR).



Al chocar con el hielo, estas partículas emiten ondas de radio tras la explosión de otras partículas secundarias en un fenómeno conocido en física como efecto Askaryan.

Sin embargo, en uno de sus vuelos, ANITA detectó un evento extraordinario en donde uno de esos neutrinos no produjo el efecto habitual de "choque y ruido" sino todo lo contrario, como si dicha partícula estuviera emanando de la tierra hacia el espacio, lo cual en principio es imposible de acuerdo a las leyes físicas conocidas hasta el momento.

Peter Gorham, responsable del estudio ha manifestado que este fenómeno puede ser evidencia de la posibilidad de un universo paralelo en donde el tiempo transcurre a la inversa, argumentando que el Big Bang no sólo dio origen a nuestro universo que sigue una línea recta en el tiempo, sino que simultáneamente se crearon otros universos con diversas temporalidades.

Otros miembros de la comunidad han pedido mesura en torno a esta afirmación y aunque reconocen que el descubrimiento es asombroso, únicamente se podría tratar de un nuevo tipo de partícula que aún no figura en el modelo estándar de la física de partículas. Aunque es necesario realizar más estudios en torno al caso, de momento es un descubrimiento emocionante para la ciencia y más aún para los amantes de la ciencia-ficción.

La paradoja de Fermi: ¿estamos solos en el universo?


El hype del fenómeno OVNI ha despertado de su letargo tras la desclasificación por parte del Pentágono de tres videos de objetos voladores no identificados realizando "fenómenos aéreos inexplicables". Si bien es cierto que dichas grabaciones no comprueban la existencia de vida extraterrestre, una parte de la comunidad científica ha reabierto el debate en torno a nuestra ubicación en el universo y las posibilidades de entrar en contacto con otras civilizaciones.

Conviene entonces revisitar la paradoja que el físico Enrico Fermi planteó hace 70 años en la búsqueda informal de señales de otros mundos. La respuesta de Fermi a su paradoja es que toda civilización avanzada en la galaxia, desarrolla con su tecnología el potencial de exterminarse tal y como percibía que estaba ocurriendo en su época. El hecho de no encontrar otras civilizaciones extraterrestres implicaba para él un trágico final para la humanidad.



Artículo originalmente escrito por Tim Urban. Traducción de Eva Millán.
Todo el mundo siente algo cuando está en un sitio desde el que se ven muy bien las estrellas en una noche especialmente estrellada y mira hacia arriba y ve esto.
Algunos prefieren lo tradicional y se sobrecogen por la belleza épica del universo o les impresiona su absurda escala. Yo, personalmente, me decanto por la clásica “crisis existencial y posterior comportamiento extraño durante la siguiente media hora”. Pero todo el mundo siente algo.
El físico Enrico Fermi también sintió algo: ”¿Dónde está todo el mundo?”.

Un cielo repleto de estrellas parece enorme... pero lo que vemos no es más que nuestro vecindario más próximo. En las mejores noches posibles podemos ver hasta 2.500 estrellas (aproximadamente una cienmillonésima parte de las estrellas de nuestra galaxia), y casi todas ellas están a menos de 1.000 años luz de nosotros (o un 1% del diámetro de la Vía Láctea). Así que a lo que realmente estamos mirando es a esto:
Cuando se enfrentan al tema de las estrellas y galaxias, una pregunta que atormenta a la mayoría de los humanos es: “¿Hay más vida inteligente ahí fuera?”. Veamos algunos números.
Hay tantas estrellas en nuestra galaxia (100.000 - 400.000 millones) como galaxias hay en el universo observable, aproximadamente, así que por cada estrella en la colosal Vía Láctea hay toda una galaxia ahí fuera. Si las sumamos todas llegamos al intervalo típicamente citado de entre 1022 y 1024 estrellas en total, lo que significa que por cada grano de arena en cada playa de la Tierra hay 10.000 estrellas ahí fuera.
El mundo científico no acaba de ponerse de acuerdo sobre qué porcentaje de esas estrellas son de “tipo solar” (similares al Sol en tamaño, temperatura y luminosidad): las opiniones suelen estar entre el 5% y el 20%. Quedándonos con el cálculo más conservador (5%), y el extremo más bajo del número total de estrellas (1022), nos da 500 trillones o 500 millones de billones de estrellas de tipo solar.
También hay un debate sobre qué porcentaje de esas estrellas de tipo solar podrían ser orbitadas por un planeta similar a la Tierra (uno con temperatura y condiciones similares que pudiese tener agua líquida y albergar potencialmente una vida similar a la de la Tierra). Algunos dicen que serían hasta el 50% de ellas, pero vamos a quedarnos con el más conservador 22% que se extrajo de un estudio reciente de la PNAS. Esto sugiere que hay un planeta potencialmente habitable como la Tierra orbitando alrededor de al menos un 1% del total de estrellas del universo —un total de 100 millones de billones de planetas parecidos a la Tierra.
Así que hay 100 planetas análogos a la Tierra por cada grano de arena del mundo. Piensa en ello la próxima vez que estés en la playa.
A partir de aquí no tenemos más remedio que entrar completamente en el terreno de la especulación. Imaginemos que después de millones y millones de años de existencia, un 1% de esos planetas parecidos a la Tierra desarrollan vida (si eso es verdad, cada grano de arena representaría un planeta con vida en él). E imagina que, en el 1% de esos planetas, la vida avanza hasta un nivel inteligente como lo hizo aquí en la Tierra. Esto significa que habría 10.000 billones de civilizaciones inteligentes en el universo observable.
Volviendo a nuestra galaxia y haciendo el mismo cálculo con la estimación más baja de estrellas en la Vía Láctea (100.000 millones), obtendríamos que hay mil millones de planetas análogos a la Tierra y 100.000 civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia.
El SETI (Search for Extraterrestial Intelligence, o Búsqueda de inteligencia extraterrestre) es una organización dedicada a prestar atención a las señales de vida inteligente. Si estamos en lo cierto y hay 100.000 civilizaciones inteligentes o más en nuestra galaxia, e incluso si solo una fracción de ellas está enviando ondas de radio o rayos láser u otros modos de intentar contactar con otros, ¿no debería la colección de satélites del SETI estar captando todo tipo de señales?
Pero no lo ha hecho. Ni una. Nunca.
¿Dónde está todo el mundo?
Y la cosa se vuelve aún más extraña. Nuestro sol es bastante joven comparado con la edad del universo. Hay estrellas mucho más viejas con planetas parecido a la Tierra mucho más viejos, lo que en teoría debería haber dado civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra. Por poner un ejemplo, vamos a comparar nuestra Tierra de 4.540 millones de años con un hipotético Planeta X de 8.000 millones de años de edad.


Si el Planeta X tiene una historia parecida a la de la Tierra, veamos en qué punto estaría su civilización a día de hoy (usamos como referencia el periodo naranja para mostrar lo enorme que es el periodo verde):


La tecnología y el conocimiento de una civilización tan solo 1.000 años por delante de nosotros nos resultarían tan chocantes como lo sería nuestro mundo para una persona medieval. Una civilización con un millón de años de adelanto con respecto a la nuestra sería tan incomprensible para nosotros como lo es nuestra cultura humana para los chimpancés. Y el Planeta X nos lleva 3.400 millones de años de ventaja...
Hay algo llamado Escala de Kardashov que nos ayuda a agrupar civilizaciones inteligentes en tres amplias categorías según la cantidad de energía que usan:
Una Civilización Tipo I tiene la habilidad de usar toda la energía de su planeta. Nosotros no llegamos a ser un Tipo I del todo, pero nos quedamos cerca (Carl Sagan creó una fórmula para esta escala que nos sitúa en una civilización Tipo 0,7).
Una Civilización Tipo II puede aprovechar toda la energía de su estrella anfitriona. Nuestros débiles cerebros apenas pueden imaginar cómo se podría hacer esto, pero lo hemos intentado lo mejor que hemos podido, imaginando cosas como la esfera de Dyson.


Una Civilización Tipo III arrasa a las otras dos, accediendo a un poder comparable al de toda la galaxia de la Vía Láctea.
Si este nivel de avance parece difícil de creer, recuerda el Planeta X de antes y sus 3.400 millones de años de desarrollo de ventaja. Si una civilización del Planeta X fuera parecida a la nuestra y hubiera sido capaz de sobrevivir hasta llegar al nivel del Tipo III, lo natural es que probablemente ya hubiera dominado el viaje interestelar, incluso podría haber colonizado toda la galaxia.
Otra hipótesis de cómo podría producirse la colonización galáctica sería creando maquinaria que pueda viajar a otros planetas, pasarse unos 500 años autorreplicándose usando las materias primas del nuevo planeta y después mandar dos réplicas a hacer lo mismo. Incluso sin viajar a una velocidad que no se acerque ni a la de la luz, este proceso colonizaría toda la galaxia en 3,75 millones de años, un relativo abrir y cerrar de ojos cuando hablamos de una escala de miles de millones de años:


Fuente: Scientific American, “Where Are They”
Siguiendo con la especulación, si un 1% de la vida inteligente sobrevive el tiempo suficiente como para llegar a ser una civilización Tipo III colonizadora de galaxias, nuestros cálculos de antes sugieren que debería haber al menos 1.000 civilizaciones Tipo III solo en nuestra galaxia —y teniendo en cuenta el poder de tal civilización, lo más probable es que su presencia fuera bastante notoria. Y, aun así, no vemos nada, no oímos nada y no nos visita nadie.





Bienvenido a la paradoja de Fermi.
No tenemos respuesta para la paradoja de Fermi —como mucho podemos ofrecer “posibles explicaciones”. Y si preguntas a diez científicos distintos cuál creen que es la correcta, te darán diez respuestas distintas. ¿Recuerdas cuando los humanos del pasado debatían sobre si la Tierra era redonda o si el Sol giraba alrededor de la Tierra o pensaban que ese rayo había caído por Zeus, y ahora nos resultan tan primitivos y desinformados? Pues así es cómo estamos nosotros con este tema.
Para echarle un vistazo a algunas de las explicaciones posibles de la paradoja de Fermi más debatidas, vamos a dividirlas en dos amplias categorías —aquellas explicaciones que entienden que si no hay ningún indicio de las civilizaciones de Tipo II y Tipo III es porque no existe ninguna de ellas ahí fuera, y aquellas otras que asumen que sí que están ahí fuera, pero no estamos viendo ni oyendo nada de ellas por otras razones:

Grupo 1 de explicaciones: no hay indicios de civilizaciones superiores (Tipo II y III) porque no existen civilizaciones superiores.

Aquellos que suscriben las explicaciones del Grupo 1 señalan algo llamado el problema de la no exclusividad, que rechaza cualquier teoría que diga “hay civilizaciones superiores, pero ninguna de ellas ha establecido ningún tipo de contacto con nosotros porque todas _______”. La gente del Grupo 1 se fija en los cálculos que dicen que debería haber tantos miles (o millones) de civilizaciones superiores que al menos una de ellas debería ser la excepción a la regla. Incluso si esa teoría afectara al 99,99% de las civilizaciones, el otro 0,01% se comportaría de forma distinta y seríamos conscientes de su existencia.
Por tanto, dicen las explicaciones del Grupo 1, debe ser que no existen civilizaciones súper avanzadas. Y como los cálculos sugieren que hay miles de ellas tan solo en nuestra galaxia, algo más debe de estar pasando.
Ese algo más se llama El Gran Filtro.
La teoría del Gran Filtro dice que, en algún punto desde la pre-vida hasta la inteligencia Tipo III, hay un muro contra el que todos o casi todos los intentos de vida chocan. Hay alguna etapa del largo proceso evolutivo que es extremadamente improbable o imposible que la vida supere. Esa etapa es el Gran Filtro.





Si esta teoría es cierta, la gran pregunta es ¿en qué punto de la línea temporal ocurre el Gran Filtro?.
Resulta que, cuando estamos hablando del destino de la humanidad, esta pregunta es muy importante. Dependiendo de dónde ocurra el Gran Filtro, nos deja tres realidades posibles: somos excepcionales, somos los primeros, o estamos jodidos.
1. Somos excepcionales (el Gran Filtro está detrás de nosotros)
Una esperanza que tenemos es que el Gran Filtro esté detrás de nosotros —hemos conseguido superarlo, lo que significaría que es extremadamente inusual que la vida llegue a nuestro nivel de inteligencia. El diagrama de abajo muestra solo a dos especies consiguiendo pasarlo, y nosotros somos una de ellas.


Este escenario explicaría por qué no hay civilizaciones Tipo III… pero también significaría que nosotros podríamos ser una de las pocas excepciones ahora que hemos conseguido llegar tan lejos. Significaría que hay esperanza. Superficialmente, esto suena un poco a la gente de hace 500 años sugiriendo que la Tierra es el centro del universo —implica que somos especiales. Sin embargo, algo que los científicos llaman “sesgo antrópico” sugiere que cualquiera que se plantee su propia rareza forma parte inherentemente de un “caso de éxito” de la vida inteligente -y ya sean realmente inusuales o bastante comunes, los pensamientos que se plantean y las conclusiones que sacan serán idénticos. Esto nos obliga a admitir que ser especiales es, al menos, una posibilidad.
Y, si somos especiales, ¿exactamente cuándo nos convertimos en especiales? —esto es, ¿qué paso superamos en el que casi todos los demás se quedan atascados?
Una posibilidad: el Gran Filtro podría estar muy al principio —podría ser increíblemente inusual que la vida comenzase en absoluto. Esta es una candidata porque hicieron falta unos mil millones de años de existencia de la Tierra para que finalmente ocurriera, y porque hemos intentado minuciosamente replicar tal acontecimiento en laboratorios y nunca hemos podido hacerlo. Si este es efectivamente el Gran Filtro, significaría que no solo no hay vida inteligente ahí fuera, sino que puede que no haya ningún otro tipo de vida.
Otra posibilidad: el Gran Filtro podría ser el salto de la simple célula procariota a la compleja célula eucariota. Después de que las procariotas nacieran, se quedaron tal cual durante casi dos mil millones de años antes de dar el salto evolutivo de ser complejas y tener un núcleo. Si este es el Gran Filtro, significaría que el universo está repleto de células procariotas simples y casi nada más allá de eso.
Hay varias posibilidades más —algunos llegan a pensar que el salto más reciente que hemos dado hasta nuestra inteligencia actual es un candidato para ser el Gran Filtro. Aunque el paso de vida semi-inteligente (chimpancés) a vida inteligente (humanos) no parece a primera vista un salto milagroso, Steven Pinker rechaza la idea de un “ascenso” inevitable de la evolución: “Ya que la evolución no aspira a una meta sino que simplemente ocurre, usa la adaptación más útil para un nicho ecológico dado, y el hecho de que, en la Tierra, esto haya conducido a la vida inteligente solo una vez hasta el momento puede sugerir que este resultado de la evolución natural es infrecuente y por lo tanto de ningún modo es un desarrollo indiscutible de la evolución de un árbol de la vida”.
La mayoría de los saltos no reúnen los requisitos para ser un candidato a Gran Filtro. Cualquier Gran Filtro tiene que ser un tipo de cosa entre un millón en la que una o más ocurrencias totalmente anormales tienen que ocurrir para facilitar una excepción absurda —por eso, algo como el paso de vida unicelular a pluricelular está descartado, porque ha ocurrido hasta 46 veces, en incidentes aislados, tan solo en nuestro planeta. Por la misma razón, en caso de encontrarnos una célula eucariota fosilizada en Marte, se descartaría el salto de más arriba de “célula simple a compleja” como posible Gran Filtro (así como cualquier cosa anterior a ese punto en la cadena evolutiva) —porque si ha ocurrido tanto en la Tierra como en Marte, casi con toda seguridad no se trata de una ocurrencia anómala de las de una-entre-un-millón.
Si en efecto somos excepcionales, podría ser por un acontecimiento biológico accidental, pero también podría atribuirse a lo que llamamos la Hipótesis de la Tierra Especial, que sugiere que, aunque puede que haya muchos planetas parecidos a la Tierra, las condiciones particulares de la Tierra —ya estén relacionadas con las particularidades de este sistema solar, su relación con la luna (una luna tan grande es inusual para un planeta tan pequeño y contribuye a nuestra meteorología y condiciones oceánicas particulares), o algo del propio planeta —son excepcionalmente acogedoras para la vida.
2. Somos los primeros



Para los Pensadores del Grupo 1, si el Gran Filtro no se encuentra detrás de nosotros, la única esperanza que nos queda es que las condiciones del universo estén desde hace poco, por primera vez desde el Big Bang, llegando a un punto que permitiría desarrollar vida inteligente. En ese caso, nosotros, junto con muchas otras especies, podríamos estar dirigiéndonos a la súper inteligencia, y simplemente no habría ocurrido todavía. Estaríamos aquí justo en el momento adecuado para llegar a ser una de las primeras civilizaciones súper inteligentes.
Un ejemplo de fenómeno que podría hacer esto realista es el predominio de brotes de rayos gamma, explosiones increíblemente grandes que hemos observado en galaxias lejanas. De la misma manera que la Tierra primigenia tardó unos cientos de millones de años antes de que amainaran los asteroides y los volcanes y la vida fuera posible, podría ser que el primer trozo de la existencia del universo estuviera lleno de acontecimientos catastróficos como los brotes de rayos gamma que incinerasen todo alrededor de vez en cuando e impidiesen que la vida se desarrollase más allá de una cierta fase. Tal vez ahora nos encontramos en un cambio de fase astrobiológica y esta es la primera vez que una forma de vida ha podido evolucionar tanto tiempo ininterrumpidamente.
3. Estamos jodidos (el Gran Filtro está por delante de nosotros)



Si no somos ni excepcionales ni precoces, los pensadores del Grupo 1 concluyen que el Gran Filtro debe estar en nuestro futuro. Esto sugeriría que la vida evoluciona periódicamente hasta donde estamos nosotros, pero que algo impide a la vida avanzar más allá y alcanzar una inteligencia superior en casi todos los casos —y es poco probable que nosotros seamos una excepción.
Un Gran Filtro futuro posible es un suceso natural catastrófico que ocurra periódicamente, como los brotes de rayos gamma que mencionamos antes, solo que desafortunadamente aún no han acabado y es solo cuestión de tiempo antes de que toda la vida de la Tierra sea aniquilada por uno de ellos. Otro candidato es la posible fatalidad de que casi todas las civilizaciones acaben autodestruyéndose una vez que alcanzan un cierto nivel de tecnología.
Esto es por lo que el filósofo de la Universidad de Oxford Nick Bostrom dice que “el que no haya noticias es una buena noticia”. El descubrimiento de incluso vida sencilla en Marte sería devastador, porque eliminaría una gran cantidad de potenciales Grandes Filtros detrás de nosotros. Y si encontrásemos vida compleja fosilizada en Marte, Bostrom dice que “sería de lejos la peor noticia jamás impresa en la portada de un periódico”, porque significaría que el Gran Filtro estaría casi definitivamente por delante de nosotros —condenando a la larga a la especie. Bostrom cree que cuando se trata de la paradoja de Fermi, “el silencio del cielo nocturno vale oro”.

Grupo 2 de explicaciones: las civilizaciones inteligentes Tipo II y III están ahí fuera -y hay razones lógicas por las que podríamos no saber de ellas.

Las explicaciones del Grupo 2 eliminan cualquier noción de que somos excepcionales o los primeros de nada —por el contrario, creen en el principio de mediocridad, cuyo punto de partida es que nuestra galaxia, sistema solar, planeta o nivel de inteligencia no tienen nada de inusual ni de excepcional hasta que se demuestre lo contrario. También son mucho menos proclives a asumir que la falta de pruebas de seres de inteligencia superior sea una prueba de su no existencia —haciendo hincapié en el hecho de que nuestra búsqueda de señales se extiende solo hasta unos 100 años luz de lejos de nosotros (0,1% de la galaxia) y sugiriendo una serie de posibles explicaciones. He aquí diez:
Posibilidad 1) La vida súper inteligente bien podría haber visitado ya la Tierra, pero antes de que estuviésemos aquí. En el gran contexto del universo, los seres humanos conscientes solo han estado presentes unos 50.000 años, un segundillo. Si hubo contacto antes de eso, podría haber hecho flipar a unos patos que habrían salido corriendo hacia el agua y ya. Además, la historia escrita solo se remonta 5.500 años —un grupo de cazadores-recolectores podría haber experimentado una movida muy loca con aliens, pero no tenían ninguna forma de contárselo a nadie del futuro.
Posibilidad 2) La galaxia ya ha sido colonizada, pero resulta que vivimos en una zona rural y desierta de la galaxia. Los europeos podrían haber colonizado las Américas mucho antes de que nadie en una pequeña tribu inuit en el extremo norte de Canadá se hubiera enterado de lo que había pasado. Podría haber un elemento de urbanización en los asentamientos interestelares de las especies superiores, en que todos los sistemas solares cercanos son colonizados y comunicados entre sí, pero no sería práctico ni tendría sentido que nadie se dedicara a venir aquí a una parte remota de la espiral en la que vivimos.
Posibilidad 3) Todo el concepto de colonización física le resulta un concepto delirantemente atrasado a las especies más avanzadas. ¿Recuerdas la imagen de la civilización Tipo II de antes con la esfera sobre su estrella? Con toda esa energía, podrían haber creado el medio ambiente perfecto para sí mismos que satisficiera todas sus necesidades. Podrían tener formas demencialmente avanzadas de reducir su necesidad de recursos y ningún interés por dejar su feliz utopía para explorar el frío, vacío y subdesarrollado universo.
Una civilización aún más avanzada podría considerar todo el mundo físico como un lugar terriblemente primitivo, habiendo conquistado ya hace tiempo su propia biología y cargado sus cerebros en un paraíso de vida eterna en la realidad virtual. La vida en el mundo físico de la biología, mortalidad, deseos y necesidades podría ser para ellos como vemos nosotros a las especies oceánicas primitivas que viven en el mar gélido y oscuro. Para tu información, pensar en otra especie que haya dominado la mortalidad me hace sentir envidia y tristeza.
Posibilidad 4) Hay civilizaciones depredadoras aterradoras ahí fuera y la mayor parte de la vida inteligente sabe que es mejor no emitir señales al exterior y anunciar su ubicación. Este es un concepto desagradable y ayudaría a explicar la falta de señales recibidas por los satélites del SETI. También quiere decir que nosotros podríamos ser los novatos súper ingenuos que están siendo increíblemente estúpidos y arriesgados al transmitir señales al exterior. Hay un debate ahora mismo sobre si deberíamos participar en METI (Messaging to Extraterrestrial Intelligence —lo contrario del SETI) o no, y la mayoría dice que no deberíamos. Stephen Hawking advierte de que “si los alienígenas nos visitasen, las consecuencias serían como cuando Colón llegó a América, lo que no salió muy bien para los nativos americanos”. Incluso Carl Sagan (un partidario por lo general de que cualquier civilización lo suficientemente avanzada para el viaje interestelar sería altruista, no hostil) llamó a la práctica de METI “profundamente imprudente e inmadura”, y recomendó que “los chicos más nuevos en un cosmos extraño e incierto deberían escuchar en silencio durante mucho tiempo, aprendiendo pacientemente sobre el universo y comparando apuntes, antes de gritarle a una jungla desconocida que no entendemos”. Miedo.
Posibilidad 5) Solo hay un caso de vida con inteligencia superior -una civilización “super depredadora” (como lo son los humanos aquí en la Tierra)- que está mucho más avanzada que todas las demás y se mantiene en esa posición exterminando cualquier civilización inteligente una vez pasan un cierto nivel. Esto sería una mierda. Podría ser así: exterminar a todas las inteligencias emergentes es un uso ineficiente de recursos, seguramente porque la mayoría se extinguen solas. Pero pasado un cierto punto, los súper seres mueven ficha —porque para ellos, una especie inteligente emergente se vuelve como un virus una vez empieza a crecer y expandirse. Esta teoría sugiere que el que fuera el primero de la galaxia en alcanzar la inteligencia ganó, y ahora nadie más tiene ninguna posibilidad. Esto explicaría la falta de actividad ahí fuera porque el número de civilizaciones súper inteligentes sería solo una.
Posibilidad 6) Hay un montón de actividad y ruido ahí fuera, pero nuestra tecnología es demasiado primitiva y estamos prestando atención a las cosas equivocadas. Como si entrases en un edificio de oficinas moderno, encendieses un walkie-talkie, y cuando no escuchases ninguna actividad (que por supuesto no escucharías porque todo el mundo está hablando por WhatsApp, no usando walkie-talkies), concluyeras que el edificio debe de estar vacío. O tal vez, como ha señalado Carl Sagan, podría ser que nuestras mentes funcionan exponencialmente más rápido o más despacio que otra forma de inteligencia exterior —por ejemplo, ellos tardan 12 años en decir “Hola”, y cuando oímos esa comunicación, nos suena a ruido.
Posibilidad 7) Estamos contactando con otra vida inteligente, pero el gobierno lo oculta. Cuanto más leo sobre el tema, más me parece una teoría estúpida, pero tenía que mencionarla porque se habla mucho de ella.
Posibilidad 8) Las civilizaciones superiores son conscientes de nuestra existencia y nos están observando (también conocida como “la hipótesis del zoológico”). Por lo que sabemos, las civilizaciones súper inteligentes existen en una galaxia firmemente regulada, y a nuestra Tierra la tratan como parte de un enorme parque natural protegido, con una política estricta de “se mira, pero no se toca” para planetas como el nuestro. Nosotros no los percibiríamos, porque si una especie mucho más lista quisiera observarnos, sabría hacerlo fácilmente sin que nosotros nos diéramos cuenta. A lo mejor hay una regla parecida a la “Primera Directiva” de Star Trek, que prohíbe a los seres súper inteligentes establecer ningún contacto abierto con especies inferiores como nosotros o mostrarse de ningún modo hasta que la especie inferior haya alcanzado cierto nivel de inteligencia.
Posibilidad 9) Las civilizaciones superiores están aquí, a nuestro alrededor. Pero somos demasiado primitivos como para percibirlas. Michio Kaku lo resume así:
Digamos que hay un hormiguero en medio del bosque. Y justo al lado del hormiguero construyen una súperautopista de diez carriles. Y la pregunta es “¿Serían las hormigas capaces de entender qué es una superautopista de diez carriles? ¿Serían capaces las hormigas de entender la tecnología y las intenciones de los seres que construyen la autopista a su lado?”.
Así que no es que no podamos recibir las señales del Planeta X usando nuestra tecnología, es que ni siquiera podemos comprender qué son los seres del Planeta X o lo que intentan hacer. Está tan por encima de nosotros que incluso si realmente hubieran querido explicárnoslo, sería como intentar enseñarle a las hormigas qué es internet.
Así mismo, esto podría responder también a “Bueno, si hay tantas sofisticadas civilizaciones Tipo III, ¿por qué no han contactado con nosotros todavía?”. Para responder a eso, preguntémonos —cuando Pizarro se adentró en Perú, ¿se paró un momento en un hormiguero a intentar comunicarse? ¿Fue magnánimo, intentando ayudar a las hormigas del hormiguero? ¿Se volvió hostil y frenó su misión original para ponerse a destrozar el hormiguero? ¿O fue el hormiguero completamente irrelevante para Pizarro? Esa podría ser nuestra situación.
Situación 10) Estamos completamente equivocados con respecto a nuestra realidad. Hay muchas maneras de las que podríamos simplemente estar totalmente equivocados en todo lo que pensamos. El universo podría parecer de una forma y ser cualquier otra cosa completamente diferente, como un holograma. O a lo mejor nosotros somos los alienígenas y nos han plantado aquí como un experimento o como una forma de fertilizante. Incluso existe la posibilidad de que todos formemos parte de una simulación por ordenador de algún investigador de otro mundo, y que otras formas de vida simplemente no hubieran sido programadas en la simulación.

Mientras nuestra posiblemente inútil búsqueda de inteligencia extraterrestre continúa, no estoy del todo seguro de mi postura. Francamente, descubrir tanto que estamos oficialmente solos en el universo como oficialmente acompañados por otros sería escalofriante, lo que es común a todas las tramas surrealistas listadas anteriormente —sea cual sea realmente la verdad, es alucinante.
Más allá de su sorprendente componente de ciencia ficción, la paradoja de Fermi también me deja un profundo sentimiento de humildad. No solo la típica humildad de “oh, sí, soy microscópico y mi existencia dura tres segundos” que siempre despierta el universo. La paradoja de Fermi revela una humildad más afilada y personal, una que solo puede darse tras pasarte horas de investigación, escuchando a los científicos más reconocidos de tu especie presentar teorías demenciales, cambiar de opinión una y otra vez y contradecirse violentamente unos a otros —recordándonos que las generaciones futuras nos verán igual que vemos nosotros a los antiguos que estaban seguros de que las estrellas eran la cara inferior de la bóveda del cielo, y pensarán “madre mía, realmente no tenían ni idea de lo que ocurría”.
Para agravar la situación, está el golpe a la autoestima de nuestra especie que conlleva toda esta charla de civilizaciones Tipo II y III. Aquí en la Tierra somos los reyes de nuestro pequeño mundo, orgullosos de reinar sobre el enorme grupo de imbéciles con los que compartimos planeta. Y en esta burbuja sin competencia y sin nadie que nos juzgue, es poco frecuente que nos enfrentemos al concepto de ser una especie dramáticamente inferior a nadie. Pero después de pasar mucho tiempo con las Civilizaciones Tipo II y III, nuestro poder y orgullo parece un poco como de David Brent.
Dicho esto, dado que mi perspectiva habitual es la de que la humanidad es una huérfana solitaria en una roca minúscula en medio de un universo desierto, la lección de humildad de que probablemente no seamos tan listos como creemos y la posibilidad de que mucho sobre lo que estamos seguros pueda estar equivocado, suena maravilloso. Deja la puerta abierta, aunque solo sea una rendija, a que tal vez, solo tal vez, puede que haya algo más de lo que nos damos cuenta.

El astrofísico Brian May lanza sencillo dedicado a la exploración espacial


"New Horizons" es el nombre del single que Brian May, astrofísico y guitarrista de Queen, ha lanzado para rendir homenaje a la misión no tripulada de la NASA que lleva el mismo nombre, y cuyo objetivo es explorar los confines del sistema solar más allá de Plutón.

La leyenda británica ha combinado sus dos pasiones para volver al mundo de la música tras veinte años de ausencia. El último trabajo antes de New Horizons fue Why don’t we try again en 1998.



"Me encuentro en un lugar inusual porque estoy profundamente inmerso en la música, y he estado toda mi vida, pero también estoy profundamente inmerso en la astronomía y la astrofísica. Crear una canción inspirada en la maravillosa sonda de New Horizons fue una oportunidad increíble para que combine los dos", comentó May.

El pasado 1 de enero, la sonda New Horizons envió estas fotos de Ultima Thule, situada a 6 mil 600 millones de kilómetros de la Tierra, lo que la convierte en el objeto más lejano jamás visitado por una nave espacial humana.


"Realizar un tema para la misión ha sido un pequeño torbellino en sí mismo. Estoy celebrando el hecho de que la humanidad quiera hacer este tipo de aventura, quiera descubrir lo que está ahí y empujar más lejos en el universo", apuntó.

Letrinas: En el vacío (un cuento ciencia-ficción)




EN EL VACÍO
Por
Carlos Gabriel


     El terror es el miedo a lo desconocido.
     Fuera, en el vacío, la cápsula que se movía ligera, en la nada, contenía varios sistemas de comunicación dentro de sí, y estaba a una distancia de varios kilómetros entre la estación de donde había salido, distancia que no tenía nada que envidiar a lo que la cápsula aún faltaba por recorrer hasta llegar a la superficie plateada de la luna, donde se apreciaba una enorme construcción metálica ennegrecida de la cual algunos trozos sueltos de metal se desprendían y acababan por flotar en la infinita nada que lo rodeaba todo.
     Había además, un hombre en la capsula, que a ojos de un turista casual en el vacío habría parecido una bala perdida, un hombre trajeado como todos los hombres del espacio eran trajeados en los cuentos del espacio de los años cincuenta. Un gran traje amarillo con ciertos compartimientos y cables, piezas metálicas y un casco con un visor cristalino-plateado que emitía miles de destellos y un buen cargamento de oxígeno para sobrevivir los tres días que estaría en órbita hasta llegar a la superficie del satélite natural de la tierra, que ahora parecía verdaderamente una urbanización futurista.
     Toda aquella situación era irreal, digna de las más alocadas fantasías de un cineasta que posteriormente presentase sus películas en las sesiones de medianoche bajo la etiqueta de “serie B”. El hombre del espacio en la capsula perdida en el vacío tenía el nombre de Richard Kelly y dormir tanto tiempo le parecía estúpido, una siesta larga no habría hecho más que aburrirlo, estaba a menos de media hora de llegar a una estación espacial intermediaria para recoger un cargamento, porque eso era él, un repartidor, y todas las mercancías que llevaba desde la estación eran directamente para la Luna, y tenía que confirmar su identidad en la estación que se encontraba justo en el punto de distancia medio.
     Y como si las más alocadas fantasías de Stanley Kubrick no fueran erróneas, a cualquier turista casual, ver la bala perdida y, a la distancia, la estación intermediaria, habría pensado instantáneamente en el movimiento lleno de quietud de ambas naves, llenas de años de investigación científica, inmersas en el más delicado baile cósmico, cuidando cada paso.
     En el interior de la cápsula había apenas espacio, una silla frente a todos los comandos y todo el cargamento en un compartimiento de la nave a modo de sótano eran la suite de lujo de Richard.
     Las luces se encendían y se apagaban, en colores azul, rojo, amarillo, naranja y verde, la nave tenía paredes blancas y estéticamente cuidadas, a diferencia de su aspecto exterior, simple y minimalista, sucio, metálico y grosero en todas las definiciones de las palabras y usando todos los antónimos de belleza. Había instrucciones y carteles por toda la nave, diseños amistosos con muñecos para determinar qué hacer y qué no hacer dentro de la nave, varias ventanas puestas alrededor de la silla plegable, giratoria y ajustable donde se sentaba Richard casi siempre, soportando los seis días de ida y vuelta que duraba el viaje, que podrían reducirse perfectamente a sólo unos relativos minutos si él decidiese dormir en una máquina al fondo de la nave, en una habitación amarillenta y tan pequeña que le causaba la más espantosa sensación de claustrofobia a todos los que alguna vez tripularon aquella nave.
     El casco de Richard era circular y se ajustaba perfectamente, el visor era oscuro, pero dejaba a Richard ver perfectamente todo el vacío desde su puesto, lo dejaba sentir en carne propia los rayos del sol y el brillo de las estrellas, podía ver más astros a lo lejos, podía ver más planetas, enormes e imponentes.
     La nave no tenía un sistema manual, y tampoco automático, sus movimientos eran controlados desde la estación lunar, lo único que Richard podía hacer era controlar la energía de la nave, así como las ventanas y otros sistemas menores dentro de ella.
     La cápsula pasaba en un punto donde la luz del sol le daba casi directamente.
     Richard levantó la vista hacia las ventanas que estaban sobre él, era una visión espectacular, algo con lo que millones soñarían y que otros tantos millones verían como lo más banal del universo entero. Las estrellas a la distancia, los enormes planetas, los anillos tan lejanos de Saturno, el gigante júpiter y la estación intermediaria a sólo unos minutos, con los sistemas de aterrizaje y de recibo listos para capturar la cápsula en cuanto se acercase.
     Richard tenía una mirada fría, pero mirar todo el vacío infinito le provocaba un vuelco en el estómago, formulándose siempre preguntas a las que prefería no especular, él sólo era un repartidos, un servicio de correos, y nada más.
     —Estoy listo para el anclaje—mencionó Richard, presionando un botón que permitía la comunicación con la estación intermediaria, pero no había respuesta.
     El protocolo sólo marcaba que Richard tenía que comunicar que estaba listo, el resto de responsabilidad recaía en la estación.
     Richard pudo ver que el puerto de anclaje estaba abierto y listo para recibir la cápsula, después de eso, lo único que debía hacer era esperar a que identificaran sus datos y tomar el cargamento de Oxígeno, que estaba, literalmente, fuera del pasillo de descompresión, sólo tenía que salir durante unos momentos, y volver a flotar.
     Sobre su pecho sentía una inmensa carga y una claustrofobia excesiva al mirar el espacio, ver que un planeta como la tierra, o un satélite como la luna eran algo fascinante, y luego descubrir que no eran absolutamente nada en un universo entero, ni siquiera hormigas, eran una serie de pensamientos desalentadores que le habían dado a Richard una actitud distante y seca con casi todos, dormía en la estación más cercana a la tierra y sentía pánico todas las noches, levantándose entre sudores y soñando con las revistas de ciencia ficción, con los cuentos del espacio de los años cincuenta.
     Un golpe, fuera de la cápsula.
     Richard llevó toda su atención a ese golpe, sólo pasarían 10 minutos antes de anclarse a la nave, y tenía que saber qué era eso, sólo era posible que fuera alguna basura perdida en el infinito, pero en aquella área, tan cercana a la estación intermediaria, era imposible. Sólo podía ser…
     Otro golpe, seguido de otro. Tres golpes. En secuencia.
     Tantos pensamientos recorrieron la cabeza de Richard en unos segundos que le parecieron eternos, casi tanto como el tiempo, y como el universo.   
     De nuevo, una secuencia de tres golpes, un TOC TOC TOC fuera de la cápsula que sonaba aterrador, sonaba como si examinasen la nave, como si alguien tocase a la puerta de una casa.
     Richard se sintió mareado, el sudor corría a raudales por su rostro y los golpes seguían una y otra vez.
     Cerró inmediatamente las ventanas de la cápsula desde los comandos de la nave. Las planchas metálicas pasaron por las ventanas y dejaron la cápsula entera ennegrecida, después y casi de manera instantánea, se encendió una luz artificial color rojo que tranquilizaba a Richard, le recordaba al vivo color del cabello de su esposa, quien era trabajadora también en la estación espacial y esperaba un hijo suyo. Si aquel bebé naciese en el espacio, ¿Tendría algún tipo de nacionalidad?
     No terminó de divagar, porque la sucesión de tres golpes se repitió fuera de la nave y desencadenó otra serie de pensamientos, los golpes no podían ser basuras, tampoco podían ser trozos de metal o tornillos sueltos de la estación intermediaria, parecían tener un patrón, y si algo había allá afuera que fuese lo suficientemente inteligente para examinar algo en medio de la nada…
     Tres golpes más.
     Que dios le ayudase.
     Una gota cayó e hizo a Richard levantar la cabeza de nuevo, cerca de la plancha metálica que se había cerrado para no dejar pasar nada en la ventana, era negra y aún con el casco puesto, Richard supo que olía espantoso, algo podrido se filtraba por el cristal del casco, un área de la cápsula estaba totalmente ennegrecida y estaba humeando, lo mismo ocurría en el suelo blanco de aquella cápsula, en donde había caído aquella gota, que en realidad parecía un diminuto gusano sin una sola extremidad o punto reconocible, Richard se levantó de la silla, se quitó el cinturón y comenzó a flotar por la cápsula, aquel gusano comenzó a moverse y de sí mismo, otro gusano más salió, y después otro, una verdadera metamorfosis espacial se producía ante los ojos de Richard, una silueta deformada, que parecía de todo, menos un hombre, había sido concebida ahí mismo, cientos de gusanos erráticos posibilitaban el movimiento de un todo vivo, un todo espantoso y que tenía una forma humanoide, pero Richard dedujo, que si aquello tenía las extremidades y parecía un hombre, era porque él era lo único vivo en aquella cápsula y los gusanos lo habían tomado como ejemplo.
     Richard flotó hasta uno de los extremos de la cápsula, allá, en donde había guardado por más de cinco años un arma letal, un lanzallamas de tal potencia que asesinaría a cualquier ser vivo con una dosis justa.
     Tomó el lanzallamas sin vacilar ni un poco, y lo apuntó a la cosa que había estado antes funcionando como una maquinaria movida por millones de empleados, pero –aquella cosa- ya no estaba realmente ahí, ahora sólo estaba él, sólo un hombre extra en la cápsula, los gusanos habían hecho otra figura humana frente a él y no parecían dar señales de hostilidad, ¿Qué era?, ¿Qué buscaba?, fueron las preguntas que cruzaron su mente como un rayo, tan rápido que casi no se da cuenta de que la criatura se empezó a mover erráticamente hacia él, alargando sus extremidades, y desprendiendo el mismo olor a podrido que antes.
      Richard inmediatamente presionó el gatillo del arma, soltando una infernal ráfaga que iluminó con unas sombras alargadas y ridículas todo el interior de la nave, empezó a asesinar a la criatura que estaba frente a él, decidió que moriría con sencillez, se encogió muy rápidamente hasta que quedó disminuido a un gusano solamente, y después, el único sonido de la habitación era el de su propia mente, hostigándolo, interrogándole quién era el para decidir que una criatura con esas capacidades moriría, pero Richard hizo callar aquella voz, hasta que lo único que escuchó fue como las fibras en aquel gusano se desintegraban, pudo escucharlo gritar.
     La nave estaba anclándose a la estación intermediaria, Richard se puso el lanzallamas en la espalda con la correa que tenía y flotó de nuevo hasta su silla, la silla en donde le gustaba imaginar que era un rey en el espacio, quien decidiese si algo moría o algo vivía.
     Y sin dejar de pensar en la criatura, recordó sus propios pensamientos, la recordó gritando, oliendo a podrido.
     La nave se ancló completamente a la estación intermediaria, Richard fue directamente hasta la compuerta que lo llevaba al pasillo de descompresión, después salió al pasillo principal, pero todos los remordimientos que pudo tener se desvanecieron cuando entró al pasillo principal, donde los cargamentos de oxígeno lo esperaban como cajas apiladas y con un diseño casi excéntrico, pudo ver que todo el lobby de la estación estaba humeando, había muchas personas cuyos cuerpos estaban ennegrecidos, y había manchas negras por todo el pasillo y lobby.
     Pensó en la criatura, pensó cómo había entrado en su nave. Pensó en sí mismo y en el fuego.
     Pudo recordar en el sonido que hacía el gusano mientras las llamas lo tragaban.
     Pudo escucharlo gritar.

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