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«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #06 Ánuar Zúñiga



Host: Jorge Sosa


“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos. 

El sexto y último episodio de la primera temporada de “¿Qué comen lxs poetas?” recibió a Ánuar Zúñiga, el poeta de Ciudad de México, que nos compartió su romance con los hot dogs, su larga relación con el videojuego Fallout y leyó algunos de los poemas que ha escrito recientemente.

Éste es un fragmento de la entrevista con Ánuar que puede escucharse completa en Spotify o Apple Music.


***

Bienvenido, Ánuar, como ya sabes el tema del programa gira alrededor de esta idea de que los poetas se mueren de hambre, de que la poesía es una actividad precaria, marginal dentro del capitalismo. Lo primero que le preguntamos a todxs nuestrxs invitadxs es: ¿qué piensas de esta idea? ¿Los poetas se mueren de hambre? 


Yo creo que no. Creo que de alguna manera siempre encontramos cómo subsistir. Creo que tiene que ver más con tus papás tratando de protegerte de una carrera en la que posiblemente no vayas a ser muy próspero, que de ahí surge la cosa de que los poetas se mueren de hambre.

 


Sabemos que por lo menos no se mueren de hambre. Algo comen. ¿Qué comen lxs poetas? En tu caso, en una selección que obviamente para mí no es nada sorpresiva porque he tenido el privilegio de viajar contigo a muchas partes del país y compartir hoteles, restaurantes y muchísimos puestos callejeros, elegiste hot dogs. Cuéntanos por qué te gustan tanto.


No estoy seguro si es mi primer recuerdo, pero en todo caso es uno de los primeros recuerdos que tengo, y es que cerca de donde yo vivía cuando era niño, había una Comercial Mexicana y en el estacionamiento había un carrito de hot dogs. Entonces siempre que acompañaba a mi abuelo a hacer el súper o a comprar algo, el premio era salir y comer un hot dog en este carrito con una chaparrita. Yo creo que de ahí viene mi fascinación por los jochos. 



El hot dog es una botana interesante, que como todo lo que llamamos comida gringa, es producto en realidad de la migración. El hot dog es un caso extraño porque, según pude leer, es creado en Estados Unidos por un migrante alemán que vendía almejas en la playa, pero llegó un momento en que la gente ya no quería comida fría, quería comida caliente. ¿Tú qué piensas de esta migración? ¿Cómo lo relacionas con tu obra? Porque estoy seguro de que la gran mayoría de la gente que vaya a escuchar esto la conoce, en tu obra sí ocurren frecuentemente estas referencias a la cultura pop con cosas que vienen, entre otros lugares, de Estados Unidos. 


Tengo mucha familia en Texas y tengo mucha familia en Estados Unidos del lado paterno, porque mi abuelo era capataz en un rancho en Texas. Él como mexicano, pues. Pero en algún punto le ofrecieron la nacionalidad y la aceptó. Luego mi papá, en cuanto la pudo rechazar, la rechazó porque era antiimperialista y no le gustaba estar relacionado con la cultura gringa. Pero de todas formas, se permeó bastante en nosotros, en la familia. Mucho de lo que nos tocó a mí y a mis hermanos de niños tenía que ver directamente con la cultura gringa. Veíamos, digo, creo que como cualquier persona que vive en México, televisión gringa. De alguna manera, para nosotros los premios nunca fueron ir a los tacos o ir a las quesadillas, sino era pizza o ir al McDonald's. En fin, como que crecimos con esa cosa muy conectada a lo gringo, muy arraigada desde chavito.



La segunda parte del podcast está dedicada a hablar de algo que el poeta o la poeta invitada consuma que no sea comida. Porque sabemos que uno no se nutre y no se sostiene solamente de la comida. No solamente se puede vivir de hot dogs ni de ensaladas. Y en tu caso, elegiste el videojuego Fallout, del que eres un gran aficionado. Cuéntanos un poquito de tu historia con Fallout.


Fallout ocurre en un universo distópico donde tiene muchos paralelismos con nuestro universo. La divergencia se da porque en el universo de Fallout nunca se inventa el transistor. Exactamente ahí se vuelve un universo paralelo al nuestro, donde ocurren otras cosas. Como no se inventa el transistor, pues toda la tecnología sigue evolucionando a partir del bulbo. Por lo tanto, toda la estética de los juegos de Fallout es retrofuturista. Todo ocurre en el futuro, pero es un futuro como el futuro que imaginaba la cultura occidental en los 50.


Todo a partir de los bulbos, todo con esta estética muy nuclear, como Art Deco, etc. Incluso la música de los juegos es música de la época, es música de Sinatra, de Aretha Franklin, de Dean Martin, Big Band y Jazz y de la época, de los años 30, los 40 y un poquito los 50 también. Hay una guerra nuclear entre China y Estados Unidos. Mientras ocurre esto, está esta compañía que empieza a vender espacios en ciudades subterráneas tipo búnkeres gigantes. Todos los personajes de cada franquicia del juego emergen o tienen algún contacto directo con estos refugios subterráneos. Yo conocí Fallout a partir de Fallout 3, que fue el primero que salió para PlayStation, y lo jugué por primera vez en casa de Rodrigo. Lo que me atrapó desde el segundo uno fue la toma de decisión. Tú diseñas a tu personaje, escoges desde su género, su raza, su edad, su complexión, sus habilidades y luego tienes la posibilidad de tomar decisiones cada paso del camino y cada decisión que tomas, afecta el outcome final del juego y eso a mí me parecía gigante. Terminar una partida larguísima y luego decir: voy a empezar otra pero esta vez voy a tomar este otro tipo de decisión, en fin, las posibilidades narrativas del juego se me hicieron abrumadoras y eso fue lo que me atrapó y desde ahí he sido consumidor de cada secuela Fallout que han sacado hasta el día de hoy.

 


La última parte del podcast trata de que nuestros invitados nos lean algo de lo que escriben. Creo que conozco quizá la totalidad de tu obra. Para mí ha sido algo bonito crecer al lado de autores como tú, como Andrei, como Jorge, y ver cómo cambia. Lo primero que te quiero preguntar es, ¿qué estás escribiendo? 


Justo estoy escribiendo, bueno, terminé de un proyecto que me tomó bastante tiempo, que se trata de personajes de cómic. Y terminé ese proyecto hace poquito, hace unos meses. Últimamente he estado escribiendo, tengo una idea para un proyecto nuevo, que justo tiene que ver con Fallout. Pero ahorita en realidad estoy escribiendo lo que se me ocurre como sin un gran plan. Y lo he estado disfrutando mucho, como que llevaba mucho tiempo escribiendo para cumplir con los pasos de un plan que ya tenía. Y ahorita estoy escribiendo sin ninguna otra meta ulterior que escribir, me la he estado pasando bien. Han estado saliendo poemas que creo que justo van en el camino de este otro proyecto de Fallout en el que estoy pensando a futuro. Pero sí, traje algunos poemas de eso y es lo que he estado haciendo últimamente.



¿Y tu agenda como escritor, tus planes, tu agenda se ha cumplido en el gran esquema de las cosas? 


Sí, yo creo que estoy más lejos en mi carrera de lo que jamás pensé que iba a llegar nunca en mis fantasías más salvajes cuando decidí que quería escribir. Me gusta, he conocido gente increíble y muy interesante. He conocido lugares que seguramente de otra manera no hubiera conocido. He ido a ciudades que jamás estuvo en mis planes conocer y fue una cosa a la que me llevó estar en esto y estar escribiendo y que ciertamente ha enriquecido mi vida muchísimo. Sí, diría que en el gran esquema de las cosas, mi agenda se ha cumplido e incluso ha llegado un poquito más lejos o se ha ido por lugares por donde yo no esperaba. Pero sí, estoy contento con eso.

 


Pues léenos unos poemas para cerrar esta primera temporada ¿Qué comen lxs poetas? 


BIENES INVALUABLES GANADOS EN VIDEOJUEGOS QUE HEREDARÉ A MIS AMIGOS CUANDO MUERA


no volar sino pisar ladrillos suspendidos 


una caída callada y hospital


la capacidad de postergar la fecha durante 200 años


un espejo que muestra cómo te verías 

de haber estudiado administración de empresas


zapatos llenos de arena 


palabras escritas con lodo un veneno 

que provoca olvidar el nombre 

de una canción de los carpenters


WAR NEVER CHANGES


ahora mismo no tengo

trabajo no estoy 

en mi mejor momento 


me gustaría 

nos viéramos de nuevo 

de preferencia en el futuro 

post apocalíptico donde seré 

dueño de un búnker 

subterráneo tabletas

de yodo y una ducha 

química que elimine 

hasta el 85% 

de la radiación residual


HENRY ROLLINS LE DIO LIKE A MI COMENTARIO


antes yo era como usted


:


un niño que va persiguiendo 

un globo y termina en el centro 

de un campo minado


HYDRAULIC PRESS


paso la mitad del día 

mirando videos de aplanadoras


:


aplanadora vs penca de plátanos

aplanadora vs botella de shampú 

aplanadora vs ojos de vidrio

aplanadora vs pilas duracel 


siento que es mi deber

estar del lado de la resistencia


el resultado es casi siempre 

una maraña de alambres o una pasta 

o un montículo de polvo


pero a veces


cuando estoy a punto 

de abandonar la pelea


una lata de fijador

estalla y ennegrece

los bordes de la máquina



GOTHAM 


te metes a un trabajo así porque tienes 

una madre moribunda 

un hijo en el hospital 

una mala racha en los caballos


te metes porque conoces a alguien

que conoce a alguien

porque la ciudad es 

una trampa de oso 

de la que intentas liberarte


te metes porque no logras 

mantenerte al día con las cuentas

porque no sabes 

porque no puedes

hacer otra cosa


porque a veces tienes que arriesgarte 

a que  un hombre adulto 

vestido de murciélago 

emerja de las sombras y te deje

con tres costillas rotas

y un pulmón perforado


***

El resto de la conversación con Ánuar Zúñiga lo puedes escuchar en en Spotify o Apple Music.


Si quieres saber si algún día habrá otro episodio, sigue a @jorge_kfgc en Instagram.


"Entrevista de trabajo", el próximo libro de poemas de Jorge Sosa



¿Apoco si muy triste? Una lloradita y a mandar currículums, porque se viene la factura de la luz, la factura del internet, ya casi no hay nada en el refri. Invéntate un par de habilidades, súbele otro 10% al nivel de inglés, atízale que trabajas bajo presión, que trabajas incluso bajo el agua, que te gusta mucho trabajar en equipo, que aquí vamos a sufrir todos parejo, faltaba más; y dale enviar a esa vacante en Computrabajo con la intención de que no te llamen y si te llaman, que en la entrevista de trabajo puedas responder con honor, con sinceridad, con poesía; que el trabajo es un absurdo.

Más absurdo aún cuando eres poeta, escribidor. El trabajo bien remunerado y la literatura no se llevan. En este mismo espacio nos hemos preguntado “¿Qué comen lxs poetas?”Por eso resulta interesantísima la premisa del próximo poemario del autor Jorge Sosa. 

"Entrevista de trabajo" es el próximo libro de poemas de Jorge Sosa, dividido en cinco partes, cada una con respuestas posibles a preguntas comunes hechas en entrevistas de candidatos en recursos humanos, será editado y publicado por Sindicato Sentimental.

Compartimos un adelanto del poemario y agradecemos al autor y a la editorial la disposición para compartir en Revista Sputnik dicho trabajo, que ya queremos leer por completo.

Sigan sus redes:
Sindicato Sentimental:
Jorge Sosa:


***

(Pregunta: ¿cuál es tu peor defecto?)


1.5

Un auto me persigue.


Perdón,

quiero decir

que se estaciona

cerca del lugar donde me bajo

del transporte público

o afuera del restaurante

donde estoy comiendo.


Mi esposo

me ha señalado

que se trata del modelo y color

más vendidos en el país.


Perdón,

quiero decir

que él piensa

que es mi imaginación.


A veces me acerco

intentando

no llamar la atención,

pero el conductor

enciende el motor

y se aleja de nuevo.


Lo he seguido

varios kilómetros.


Así he llegado a lugares

que nunca hubiera conocido.


Por ejemplo:

un prado bellísimo

detrás de la vieja fábrica de botellas,

en un terreno rodeado

por bardas con grafitis

a favor de la abolición

de la policía.




(Pregunta: ¿cuál es tu peor defecto?)


1:8

Fumé un cigarro

un martes de junio

en la parada del autobús

que me llevaba

de la escuela secundaria a casa.


Era el primero,

aunque mi amigo Iván no lo sabía.

Le aseguré

que ya era un experto.


Compré una cajetilla

de John Player Special,

de color negro

y más grande que las demás.

Pensé que no me la venderían.


Al encenderlo, esperaba

una asfixia súbita

como en el cine

pero el humo recorrió

mi boca, garganta y pulmones,

como una música familiar.


Después vinieron

miles de cigarros más.

pero el primero

lo prendí con los ojos cerrados

esperando que un rayo justiciero

me lo arrebatara de la mano.




(Pregunta: ¿cuánto quieres ganar?)


4:8


(Pregunta: ¿cuál sería tu trabajo ideal?)


5:1

ya nadie quiere leer tontos ****** de pájaros y no los culpo la verdad uno se cansa de

tanta palabra acerca de sus misteriosos vuelos conjuntos de la envidia mezquina por su capacidad de alejarse del suelo a voluntad de las constantes reflexiones acerca de su hábito desconcertante de pararse en cables de luz aunque casi nadie menciona la herencia de sus antepasados dinosaurios y todos sabemos que hasta la belleza cansa lo dice la canción un ***** de pájaros es el equivalente a un tatuaje de taz un error de juventud del que te arrepientes demasiado tarde porque nadie quiere realmente hablar de pájaros y cuando crees que sí en realidad quieres decirle algo a tu ex o a tus papás pero te da miedo y por eso siempre van a hacer falta algunos ****** de pájaros para las personas que necesiten recordar que todos tenemos miedo de hablar con nuestros ex y con nuestros papás aunque los ****** sean malos alguien tiene que hacerlos


***



Jorge Sosa (Ciudad de México, 1981) autor de It was a dark and stormy night (Pitzilein Books), Pony (Sikore en México y Liliputienses en España) y Yoghurt con cenizas (Niño Down en México y Liliputienses en España). Textos suyos aparecen en las recopilaciones “Efectos secundarios” (Ediciones Liliputienses) y “Blickwinkel: momento futuro” (Pitzilein Books y Goethe-Institut Mexiko).

Miembro fundador de Los KFGC desde 2009, un colectivo de arte multimedia que explora diferentes formas de presentar la poesía y sus límites con otras disciplinas, creado bajo la premisa de la muerte del autor y la posibilidad de una escritura conjunta. Durante la trayectoria del colectivo, participó en la creación de los libros “No use las manos”, “Manual de guerrilla táctica para terminar un noviazgo” y “1994”, además del volumen recopilatorio “Palabras que son átomos de un gas venenoso” publicado por Ediciones Liliputienses, que reúne la mayor parte del trabajo poético de los primeros diez años del colectivo; es cocreador de Mapa del Tiempo Perdido, un artefacto que presenta un territorio emocional a través de una topografía hecha con poemas; participó en el proyecto de creación de frases para las camisetas del equipo femenil de futbol amateur “Mininas Ferales”; colaboró en la presentación del acto de spoken word de Los KFGC en diferentes festivales como Caracol Tijuana, Verbo y el Festival del Libro y la Rosa de la UNAM; es coautor de la serie audiovisual de poesía Los Fotocopiadores, producida por Mónera, y guionista en varios de sus capítulos.

Creó el bot de Telegram “Ola Sucia” que conjunta poemas de distintos autores que se replican de manera aleatoria a través de la interacción de los usuarios; recientemente desarrolló un sistema adivinatorio de tarot con su propia obra que permite obtener un poema impreso a través de la elección al azar de un arcano mayor y es el anfitrión del podcast “¿Qué comen lxs poetas?”, realizado en conjunto con Revista Sputnik, en el que entrevista a autores acerca de sus gustos culinarios.

La vista fascinante en la obra de Jean Rustin


Por Samanta Galán Villa | 


Hace cuatro años que decidí emprender un viaje por un espacio desconocido. Por la tierra de nadie a la que nunca quise entrar porque la vista hacia el propio cuerpo no fue una enseñanza que recibiera en mi educación de infancia. Al contrario, el cuerpo era algo así como una suerte de castigo o de objeto de deseo del que se debía permanecer al margen.

En un intento por sacudir esto de mi sistema de creencias, comencé la práctica de pararme frente a un espejo de cuerpo entero, desnuda. Conocí cada pliegue, lunar y zona oscura de mi piel. De a poco logré acostumbrarme a mi apreciación, pero había algo que no terminaba de encajar. Una pieza faltante.

Cuando supe de la existencia de La noche sexual (Funambulista, 2014) de Pascal Quignard, caí en cuenta que esa sensación de añoranza o de búsqueda interminable era La imagen que falta en el alma. Algo que, en mi propio entendimiento, tiene que ver con El otro. La otredad que sin duda termina siendo el eslabón que une la existencia propia a la totalidad.

Quignard habla de la desnudez oscura, del acto sexual que da origen a la experiencia de vida individual, al cuerpo, a la luz. Hojeando sus páginas plagadas de pinturas, grabados y mitos que aluden directamente a sus sentencias sobre la sexualidad y el origen, encontré la imagen de Tres personajes, de Jean Rustin.

Verla me dejó como seguramente ha dejado a la mayoría de los admiradores de su obra: Con la sensación de que la que está siendo observada soy yo. Que de forma instantánea me convierto en testigo de algo que debería permanecer oculto, en secreto. Busqué todo lo que pude respecto al propio Jean Rustin y su obra, encontrando poco en español. Lo que se sabe a ciencia cierta es que Rustin tuvo dos etapas significativas en su labor artística.

La primera marcada por pinturas coloridas y agradables, bastante alegres. Su fama logró llevarlo a una exposición en el Museo de Arte Moderno de París en 1971. Fue ahí que Rustin se dio cuenta de que aquello no era lo que quería plasmar, que era momento de arriesgarse por lo que en verdad quería decir no sólo de él mismo, sino de la condición humana.

Rustin se dedica a pintar figuras decadentes, la gran mayoría desnudas. Espacios grises y austeros con uno, dos o tres personajes mostrando sus genitales de manera intencionada e incluso desafiante. Y lo que sin duda no puede pasar desapercibido, es esa mirada inquisitiva en sus rostros. Como si dijeran: Míranos, mírate a ti mismo a través de nosotros. Mira la escena oculta. Mira cómo tu ceguera desaparece con la luz de este sol negro.

Entonces nos volvemos partícipes y cómplices de una escena sexual que no tiene nada de erótica. No hay movimiento, no hay calor. Da la impresión de que esos cuerpos fantasmales se hubieran petrificado en el tiempo en una actividad meramente biológica, pero que está, que es. Y los ojos, la vista de estos seres tan solos y tristes, se vuelve a cada uno de los observantes para perpetuar su existencia.

Roberto Calasso en Las bodas de Cadmo y Armonía (Anagrama, 1990), explica cómo la Core se vuelve Perséfone sólo hasta que es vista por Hades. Cuando el dios del inframundo sube a raptar a la muchacha, ésta deja de serlo para tomar identidad, para ser lo que estaba destinada a ser.

De igual forma, parece que los personajes de Rustin son mensajeros de un destino ineludible: La transformación corporal, la soledad, el ansia de existir a través de la mirada del otro.

Dice Pascal Quignard que las verdaderas imágenes son siempre las de los sueños y Rustin lleva esta máxima a un territorio onírico, a una suerte de pesadilla que nos hunde en las zonas más remotas de nuestro interior, donde habitan la incomodidad, el espanto, la angustia. Ahí las emociones toman un nuevo matiz, con algo de esperanza, con la calidez que da reconocerte a ti en otro espacio, en otro cuerpo, en la mirada de una mujer que abre las piernas en el lienzo de Rustin para que puedas observar LO QUE ES. Sin filtros, escenas descarnadas, crudas, como puede serlo la misma realidad.

En una entrevista realizada por Manuel Toledo para BBC Mundo, se le pregunta al pintor si sus personajes son locos o enfermos mentales, a lo que Jean Rustin responde con la seguridad de un santo:

No. Somos tú y yo.

Es pensando en todo esto que sigo afirmando que la experiencia vital no termina donde acaba nuestra piel, sino que se extiende a todo a aquello que nos refleja y comunica. Con las pulsaciones del otro que irremediablemente terminan regresándome al espacio virgen que menos conocí en mi vida, como dijo Temperley. A ese espacio infinito que es mi cuerpo.


Samanta Galán Villa (Moroleón, Guanajuato,1991) textos suyos se publicaron en medios como la Revista Pez Banana, Revista Estrépito, Sputnik, Neotraba, Monolito, Low-fi ardentía y en el periódico oaxaqueño El Imparcial.  Recientemente se publicó su primer libro de cuentos 'Amorfismos' (2022), con editorial La Tinta del Silencio.

Ummagumma: 14 años siendo el refugio de los solitarios


Por Jonatan Frías |


Durante 14 años el Ummagumma ha sido para mí algo más que el lugar de los encuentros: ha sido refugio, ha sido referencia: ha sido identidad. No voy ahí porque sea el lugar de moda o en el que sirvan los mejores tragos, voy ahí porque lo siento mío, al igual que lo hacen todos los demás que de tanto vernos las caras hemos terminado por conocernos por nombre. Vamos a refugiarnos de las vanguardias y de las modas; vamos a sentarnos a ver cómo abren y cierran lugares mientras este rincón de fachada verde permanece.

Hemos envejecido con él, porque aquellas primeras personas que empezamos a ir desde aquel diciembre de 2010, celebrando que por fin teníamos un lugar en donde escuchar a The Cure, a Bowie, a Bauhaus, a Joy Division, a Depeche Mode, seguimos siendo las mismas personas que estamos ahí. También nosotros nos caemos a pedazos y también a nosotros nos hace falta una modesta restauración. Algo no ha cambiado: el gusto que tenemos por la música todos los que vamos. Serían incontables las veces en que, ya puestos a discutir sobre algún disco, se juntaron más de dos mesas de perfectos desconocidos para determinar de una buena vez y para siempre, quién tenía la razón.

Lejos quedan ya los jueves en que iba yo a sentarme a programar durante algo más de dos horas la misma música que sigo poniendo en mi casa: Radiohead, Sonic Youth, Patti Smith. Llegaba con Vico a la misma mesa donde siempre lo encontramos y pedía una cerveza y un mezcal, conectaba mi vieja computadora azul y nos poníamos a indagar en la memoria no sólo las viejas canciones, si no las distintas versiones que podíamos encontrar de cada una de ellas. Esa historia duró poco más de un año, pues los caminos me llevaron a mudarme a otra ciudad en la que en vano agoté los lugares buscando encontrar un espacio que remplazara al Ummagumma. Eso evidentemente nunca ocurrió.

Regresé y aunque podía pasar temporadas muy largas sin poner un solo pie ahí, algo de paz se respiraba en el ambiente con sólo saber que el Ummagumma seguía en pie y que era cosa de un día cualquiera pasarse por Carranza para poder escuchar, como siempre, las mejores propuestas de música; porque si algo distingue a este lugar en el que la Música es identidad, es que nunca ha traicionado su visión de descubrir, apoyar y promover proyectos de altísima calidad. No son pocas las bandas que hoy dominan la escena indie y alternativa del país que hicieron algunas de sus primeras presentaciones ahí.

Por eso es algo más que el lugar de los encuentros, el refugio de los solitarios, la elección de los que aman la música, la opción incuestionable de los que quieren descubrir nuevas propuestas, el búnker de la resistencia. El Ummagumma cumple 14 años y los que hemos estado ahí desde el inicio, los que hemos sido testigos de sus distintas etapas, sabemos plenamente todo lo que nosotros le debemos. Larga vida al Ummagumma.

Letrinas: Misterio anatómico


Misterio anatómico

Eli Lomelí

Me encontraste tarde, dijo. ¿Tú crees que sea posible? Conocer a alguien y que te diga que es tarde, pero tú no sepas bien para qué. Intenté mostrarme convencido, fingir que la entendía. Le di un par de sorbos a la cerveza y me hice el interesante asintiendo cada vez que ella decía alguna incoherencia. Por momentos mi mente se iba. Carajo, cómo me costó darle continuidad a la plática. Respondía frases cortas para que no fuera tan evidente y le daba la razón en preguntas elaboradas. Eso no me costó mucho, la verdad. Ella es de esas personas que preguntan, te ven a los ojos y esperan un rato, pero ya tienen la respuesta en la mente y solo necesitan que alguien les diga que, en efecto, son brillantes y todo lo que escupen es nada menos que la verdad. ¿Será cosa de mujeres? Me daba un poco de ternura que dejara su labial en la boca de la botella y luego se impregnara en mis labios también. Hasta ese momento nuestros únicos besos eran a través del vidrio. Fui un caballero, supe esperar. Si pensaba que era guapa le decía que era guapa, así, sin más, sin pensarlo, como les gusta. Eso es típico de toda la gente, ¿no? Digo, no me molestaría que de pronto alguien me dijera que me veo bien, en especial si me siento como la mierda. Sobrio me siento como la mierda, por eso prefiero mi versión en un bar, disfrutando con una mujer hermosa, con las ideas parpadeando, mezclándose hasta que no quede rastro de una sola que valga la pena: el cielo. Últimamente es muy triste pensar, ¿no? Como que uno piensa mucho sobre algo en específico y empieza a verle lo malo. Te deprime. Qué deprimente todo. ¿Sigues escuchando? Ah, ¿con la chica? Pues nos fuimos a un motel. ¿Conoces el Motel-Itto? Me partí de risa cuando dijo que iríamos ahí. Fui con más ganas. Una de mis virtudes es que, aunque tome, no me vuelvo inservible. En cuanto llegamos a la habitación me tiró a la cama, me bajó los pantalones y luego la metió en su boca. No te miento, me sentí intimidado por la rapidez, no sé, como si no lo hubiera consentido. Ya sé, qué tontería, fue sexo rápido, olvídalo, lo estaba disfrutando. Cerré los ojos y toqué su cabello. Ella se deshizo de mis manos sin sacar la boca, sin mirar. Noté que le molestó. Quería estar seguro y volví a poner las manos en su cabeza, pero ella las volvió a quitar. Intenté tocarle una teta, pero también retiró mi mano, entonces me pareció raro. No quería que le tocara nada. Le pregunté qué pasaba y ella siguió en lo suyo como si mi pene tuviera un imán. Pensé que literalmente quería comérselo. Me asusté y se lo retiré. Ella me llamó idiota, me dijo que no sabía disfrutar y que si lo hubiera sabido no se habría arriesgado. No sabía a qué se arriesgaba. No sabía si tal vez yo también me estaba arriesgando. Se sentó en la orilla de la cama para buscar sus botas. Yo ni siquiera sabía qué decir, seguía con la bragueta desabrochada simplemente mirándola sin entender nada. De pronto empezó a llorar. Lloraba con ganas, como cuando explotas. Le dije que podía usar mis zapatos, pero era broma, solo se me ocurrió para que dejara de llorar. Esa broma lo cambió todo. ¿Sigues escuchando? Ah. Se quitó el cabello y me miró a los ojos. No se quitó el cabello moqueado de la cara de manera tierna, se lo quitó por completo, estaba usando una peluca rubia y larga. La tiró al piso, luego se metió la mano por debajo de la blusa y sacó relleno del brasier, un par de esponjas redondas. No lo podía creer. Ella estaba teniendo una crisis o algo. De llorar pasó a reírse y a decir que nunca se vería como una mujer por más que lo intentara. Me sentí mal. No sé, la estábamos pasando bien y después pensaba que la pobre se iba a romper. A saber qué iba a hacer yo con una chica rota durante las cinco horas restantes. Me acerqué a ella, me senté ahí a un lado y me subí el zíper. Puse mi mano encima de la suya y le dije que si no quería hacer nada estaba bien, pero que no me importaba la calvicie. Le saqué una carcajada. No recuerdo mucho lo demás porque no seguimos con el tema, ambos estábamos cansados. Nos acomodamos en la cama y así dormimos, abrazados. En la mañana ya no estaba. Te lo juro, ni rastro. Me dejó una nota en el celular, fue lo primero que apareció cuando prendí la pantalla. Que la encontré tarde, decía, que debía volver al mundo real. Una mierda. No sé en dónde me había dejado a mí después de tanto empeño y con las ideas intactas.



Eli Lomelí. Mexicali, Baja California. Maestra y bibliotecaria. Estudió en la Facultad de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Baja California. Cuando descubrió su gusto por los cuentos tomó talleres y un diplomado en escritura creativa. Disfruta ver dormir a su gata mientras piensa en sus pendientes.

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