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Letrinas: El traje de Jorge Campos



El traje de Jorge Campos
Por Amialba García Altamirano


Yo quería el traje de Jorge Campos. Dos piezas, rosa con rombos amarillos, el de la “Suerte”, sin olvidar el amarillo con rayones lilas, pues también con ese uniforme, el portero acapulqueño atrapó tremendos goles. Soñaba despierto en el recreo, cuando me tiraron un pelotazo duro a la cabeza. El aturdimiento seguido de estrellitas. Mi cara palpitó por el chingadazo. El golpe se lo debía a “Raulito”, un pinchi niño con dientes separados, pelo mantecoso y trasero de rinoceronte. Le gustaba quitarme lo que trajera. Llevaba pizzerolas, una botana redonda con sabor a pizza, aunque de pizza no tuvieran nada. Apenas reaccioné del pelotazo, una mano gorda me arrebató la bolsita. Me quedé con algo del polvillo rojo en la lengua, lo que alcancé a lamer.  Yo era un niño chaparro, como todos supongo, sólo que haber sido llamado el “Champi”, por chiquito y cabezón, no era nada agradable. Le rogaba a mi madre que me midiera con frecuencia y con tal de crecer unos milímetros: comí caldo de verduras, tomé aceite de bacalao, hasta me estiré colgado de la puerta. Nada funcionaba, y era lógico, en aquel entonces, todavía no daba el estirón. Antes de ir a casa, pasé por la tienda de don Chuy. El traje de Campos se columpiaba con el viento, la luz de tarde hacía brillar a los rombos. Pregunté el precio, el señor me dirigió una mirada seca a través de unos lentes gruesos.

—Niño, ya sabes, setenta pesos de los nuevos. Y no, no doy fiado.

—Le juro que sí se los pago. Mire, me dan tres pesos por semana, y si ayudo a lavar el carro, me dan dos extra.

—Niño, son setenta pesos, si no, dele por donde vino.

 Llegué a casa, la hallé sola con la hierba crecida a un lado. Las cortinas empolvadas dejaban pasar algunos leves destellos. Adentro era un horno oscuro. Al fondo, el cuarto de mis padres, cerrado. Prohibido entrar en su ausencia. Lo hacía de todas formas, sentado en la cama alta y amplia, pensaba en toda clase de monstruos. Aquellos seres entraban al patio y desde ahí pegados a la ventana nos espiaban: Gente sin rostro, bestias de muchos ojos. Fisgoneé en el closet. Cientos de camisas, calcetines, ropa interior del tamaño de las sábanas. Olí los cigarros de papá, sin filtro, una patada de tabaco intenso. Me puse los aretes de broche, los tacones de mamá. Me dio hambre. Por lo general preparaba huevos con cátsup. Mamá no llegaría antes de las seis o siete de la tarde. Me senté frente al televisor. Para mi mala suerte, papá entró justo cuando prendí la tele (un cajón con pantalla abultada y un trapecio gordo detrás). La luz se abría desde el centro, poco a poco se iluminaba. Papá cabeceó, lo cual no era buena señal.

—Balta, ¿Por qué chingados no estudias? ¡Contesta!, no me quieras ver la cara de pendejo.

—Sí apa, sí estudio —tomé distancia, me puse atrás del sofá.

—No es cierto, no haces nada.

            Se fue agarrado a la pared, dejó una estela de alcohol tras de sí. Por fortuna se encerró en el cuarto. Levanté mi plato, me fui a hacer tonto en el fregadero en lo que se acostaba. Mi cumpleaños no era sino hasta el próximo marzo, en Navidad no me regalarían el uniforme, además quería un carro eléctrico, que tampoco iban a comprarme. Tenía un balón que no debía botar adentro, nada más porque probé tirar un túnel. La idea era fintear al oponente, mi rival era un recogedor sucio, indiferente a nuestro juego. Pateé fuerte con la derecha, la pelota voló encima del arco de manguera, tiré la virgen del altar. Cayó rota del pecho. Mamá con los pelos levantados me corrió afuera. “Hay de ti que vuelvas a jugar adentro, o te poncho la chingada pelota”. En la calle me daba vergüenza hacer los trucos más básicos. En mi mente el traje me haría ver profesional, así los plebes de la cuadra quedarían apantallados. Regresé a la sala. Busqué el programa de las tortugas ninja. Lo pasaban en el canal cinco, le di varias vueltas a la perilla plateada, lo sintonicé. A esa hora transmitieron Scooby-Doo. El tipo flaco con barba rala, me caía gordo. Ni siquiera el perro me gustaba. Le cambié al canal doce. Dieron una telenovela, un hombre vestido de charro besaba a una mujer con los hombros descubiertos. La idea me dio asco; dejé el canal. La telenovela se fue volando, antes de que cambiara, apareció Jacobo con su cara seca, más funesto que de costumbre: Anunció el atentado. Le habían disparado a Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI a la presidencia de la república. Me paré encima del asiento, caminé por la sala un rato. En eso llegó mamá con dos bolsas de mandado. Preguntó por mi padre, “ahí está dormido”, le dije. Las entrevistas en el noticiero continuaron, Jacobo Zabludovsky con un mapa azul de fondo, habló en el teléfono con reporteros, le informaron el estado del licenciado, las balas, una en la cabeza, otra en el estómago. El pánico de la gente, los gritos, las señoras despeinadas con el maquillaje chorreado, los hombres que iban a codazos y a empujones.

Mamá masticó un pedazo de tortilla, todavía con la boca llena, habló:

—Ese pinchi pelón lo mandó a matar.

—Pero amá, dicen que fue uno del montón.

            —Ni madres, no les creas nada, hijo.

Repitieron el video durante una hora o más: Colosio vestido de blanco, abrazado a una señora que se le pegó como chicle. Era el candidato del triunfo, la gente lo alababa, lo seguía. Cientos de personas rodearon a Colosio, quien era llevado a la salida. Una salida mortal en su caso. Grabaron el momento en que el revólver apuntó a su cabeza. De inmediato se formó un remolino, la gente alrededor gritaba, los reporteros sostuvieron la cámara, mientras los agresores eran golpeados a puños y a patadas, la sangre les cubría el rostro. Cargaron al candidato entre varios, la cabeza por delante pegoteada de sangre. Le siguieron tres horas de espera en el hospital. Murió. Apagamos el televisor, la luz se encogió de vuelta. Fui a la cama con esa imagen; el arma encañonada en la sien, la sangre espesa en la frente, la muerte trágica de un famoso. Me revolví en las sábanas, pensé en mi propia muerte.

En la escuela no hablaron de otra cosa. Los niños hicieron como que estaban en “lomas taurinas”, rodearon a Camilo, un niño al que se le pintaba un bigote delgadito, pero de color bien negro. Él era el supuesto “Colosio” al cual le dispararon hasta con metralla. La maestra con el borrador en la mano nos calló a todos. Raúl con sus manos regordetas me jaló la trusa.

—Callado, ¿Traes dinero, Champi?

—Ni diez centavos.

—A la salida nos vemos, pinchi Champiñón. —Me empujó al pasar.

Casi nunca llevé dinero a la escuela, lo guardaba en un cochinito azul en mi cuarto. Cada centavo, cada peso y cada bendito billete iba a mi alcancía, si es que no lo gastaba antes en la tienda. Sufría una adicción por los gansitos y la coca cola. Pero hacía sacrificios para comprar el uniforme. A la salida, Raúl me empujó con todo y mochila. Me derrumbé como edificio viejo sobre la banqueta, los niños alrededor eran monos extasiados, incitándonos a pelear. Yo quise levantarme, pero el peso de los libros pareció superior al mío. Raúl me asentó una patada en los huevos, me retorcí con la boca abierta. El grandulón de dientes separados me esculcó la mochila. Al muy pendejo, le causó gracia que tuviera estampitas de los pumas. Yo sentía que el aire se me acababa, mientras el gordo sacó de mi mochila, un Bubbaloo de fresa.

Pasé a la tienda de don Chuy. Los balones de futbol colgaban de la pared, el lugar repleto de guantes, gorras y camisas. Al verme, el vendedor se recargó en el mostrador, se limpió el sudor de su frente grasosa, me paró antes de que yo hablara.

            —Ya lo vendí.

—¿Qué cosa? 

—El uniforme de Campos, se vendió está mañana.

—¿Y el amarillo con rayas lilas?

—Ese lo vendí ayer. Voy a pedir más, pero se va a tardar. Si quieres, tengo la blanca de los Pumas, la del dorsal 9.

Salí de la tienda, no le dije adiós ni nada. Corrí varias cuadras hasta boquear como pez en la banqueta. Me recargué junto a un muro rayado. A pleno sol, una lagartija verde descansaba en la acera. Sentí el mal, la deseé muerta. Agarré una piedra del tamaño de mi mano, se la arrojé con fuerza. La lagartija se erizó, se fue a esconder entre la maleza de un lote baldío. Al llegar a casa, encontré a mi padre sobrio. Veía una película en blanco y negro. En cuanto crucé la puerta, me ordenó que le trajera sus sandalias, fui por ellas, las dejé a sus pies. Le pedí unos pesos, negó con la cabeza, estás loco me dijo, pura sacadera de dinero. Abrí el refrigerador, a pesar del arroz y los frijoles, me pareció vacío. Me paré junto al televisor, le pedí para una torta, volvió a negar con la cabeza, se agarró el cinto:

—Balta, no estés chingando.

Me encerré en el cuarto. Al rato escuché que fue a acostarse, otra siesta. Si no era trabajo, era cansancio, si no estaba cansado, estaba borracho, o las dos. Oí sus ronquidos desde mi recámara. Un rencor ácido me trepó al pecho. Acostado en la cama, probé también conciliar el sueño, pero resultó imposible con esos rugidos de león eléctrico. Tocaron la puerta, me asomé por la ventana. Dos hombres: usaban botas, sombrero y cinto piteado. Supuse que eran amigos de papá. Una oportunidad del cielo para molestarlo. Así lo hice, sólo no de la forma que hubiese querido. Abrí el cancel, los invité a pasar como buen anfitrión, luego caminé a la habitación de mis padres. Papá se despertó con un mechón sobre su frente, habló con los ojos hinchados, a medio cerrar.

            —No estoy, diles que no estoy. —Ordenó.

Dejé entrar a dos sombrerudos a plena luz del día. En mi defensa: parecían hombres de trabajo, morenos de tanto sol, uno de barba densa, el otro de patillas pobladas. No hubo tiempo de reaccionar, al darme la vuelta, ya estaban adentro. Sacaron un arma negra y otra color plata. Levantaron a mi padre a patadas, lo encañonaron frente a mis ojos. Me aguanté lo más que pude, según yo no iba a patalear, tampoco iba a llorar. Pasados cinco minutos, ya había hecho las dos cosas. Papá agachó la mirada, le temblaba todo, la boca, los brazos, el labio. Parecía ratón acorralado. Se dedicaron a remover cajas y bolsas, sacaron ollas de la cocina, latas y cucharas. En los cuartos voltearon los colchones, tiraron el buró, vaciaron closets. Hicieron una labor de huracán. El de la barba le asentó puñetazos a papá en las costillas. Hay que reconocer, papá no se quejó, aguantó a puje y puje los golpes. Lo llevaron a otra habitación, mientras el de las patillas me vigilaba. A los diez años, sabía de la muerte y como venía por los viejos enfermos, los locos y los desalmados, a veces un accidente, un camión a la hora equivocada, quedarse pegado a un enchufe o morir ahogado. Peor aún, sabía cómo mataron al candidato. Fijé los ojos en las manchas del piso, me quedé quieto, si acaso respiraba. Los hombres preguntaron por joyas y dinero. Revolvieron hasta los cacharros del patio, obviamente, no encontraron perlas o rubíes en la casa. Lo que hallaron fue una paca de pesos, envuelta en un calcetín. Los ahorros de mamá. No conformes con eso, el de las patillas con cara de perro acaballado, sacó las cajas de mi closet, movió la ropa y encontró debajo de todo eso, mi alcancía.

Mamá gritó al entrar a la casa. Los asaltantes ya no estaban, tuvo suerte de perder el asalto. Papá se veía como tomate pasado. Mi madre fue por hielo, se lo puso en la quijada, en las costillas. Gritó mi nombre, me le aparecí por la espalda, “aquí estoy”, le dije. Más tarde cenamos frijoles de la olla, mamá preguntó si los asaltantes eran conocidos, si se habrían equivocado de casa, porque era evidente que no éramos ricos, si regresarían y en dado caso, ¿cómo iba a proteger la casa?, papá le dio su versión, pero después de un rato, la dejó hablar sin decir gran cosa. Incómodo en la silla, se sostenía con una mano de costado. Ambos, sin hablar más del asunto, decidieron ir a dormir temprano. Yo esa noche desperté en medio de una pesadilla. Los hombres entraban al patio, sacudían el candado, sus brazos elásticos atravesaban la protección. Las noches se alargaron para mí.

Al día siguiente, dejé un plato de avena mosquearse en la mesa. Camino a la escuela la gente me pareció muda, los árboles sin color. Tocaron el timbre, tomé asiento en mi lugar, un mesabanco metálico a medio salón. Saqué el cuaderno, dibujé espirales sin pensar en nada, sólo quería verlos surgir y morir por mi mano. La voz de la maestra se oía lejana. Estuve concentrado, hasta que Raúl arrojó papelitos mojados en mi nuca. Me quité cada uno en silencio; tracé un rombo. El gordo debió pararse al notar que no reaccioné. Se plantó como un cerro frente a Remigio, el niño que se sentaba en medio de los dos. Remigio agarró sus cosas, oí que con la prisa tiró la calculadora. Le cedió el asiento. Una vez que metió su trasero gordo en la banca, sacó una pluma roja y escribió sobre mi espalda: “Champiñon” sin acento. Me encogí de hombros, le di un vistazo. Tapé mi cara e hice como que lloraba. Es probable que Raúl con el pecho inflado, se diera la vuelta. Yo sentí un trancazo de calor en la cara. Apreté un lápiz con la punta recién afilada, fui tras él sin pestañear o pensar las consecuencias. Alcé el lápiz como una lanza, se lo clavé en el hombro. Torció la espalda de dolor. Lo alcancé a pepenar del pelo seboso, azoté su cara en el mesabanco, rebotó igual que un balón. Me pegué a él como una garrapata, cerré mis piernas sobre la mole. Jaloneé con la izquierda el cuello de la camisa. Solté derechazos en la cabeza, en la oreja, donde cayera. Dio vueltas conmigo encima. Atontado por el ataque, sacudía los brazos gordos al aire; no logró que lo soltara, con trabajos la maestra me jaló del torso. Los niños arriba de las sillas celebraron, dieron chiflidos y aplausos. Lloré camino a la dirección, castigado y sin dinero, nunca podría comprar el uniforme de Campos.



Amialba García Altamirano. Nació en Mazatlán Sinaloa, México. Ha participado en distintos talleres literarios, estudió psicología clínica y actualmente, además de atender una familia, se dedica a escribir cuentos cortos en su mayoría.

"Déjame estar contigo", entre el primer amor y un homenaje a la #CDMX



Cinetiketas |  Jaime López


Inscrita en el género o subgénero de la comedia romántica juvenil, "Déjame estar contigo" es el segundo y nuevo largometraje del ganador del premio Ariel, Isaac Cherem, responsable de esa joya llamada "Leona".

Con una historia escrita por Fernanda Eguiarte, guionista de las series "Ana" y "La flor más bella", el filme estrenado en pantallas mexicanas el 30 de enero resulta un retrato ágil y fresco del primer amor, así como una oda a la Ciudad de México.

Es ahí en donde "Déjame estar contigo" tiene el primer punto a su favor, pues se siente el entendimiento o la conexión entre la creadora del libreto y el realizador.

De hecho, Cherem ha expresado en algunas entrevistas que se identificó y quedó fascinado con la historia desde la primera lectura, pues aborda varios tópicos que le interesan genuinamente.

Uno de ellos es la Ciudad de México y la manera en que está conformada por una amplia diversidad de familias y personalidades.

Eso último se refleja de manera orgánica en el metraje, que comienza con Aksel Gómez, el protagonista masculino que da vida a "Bruno", siendo deportado de tierras estadounidenses.

Por azar, el joven de 18 años se cruza con "Lucía", una aspirante a veterinaria, que ama la vida y la capital del país, pero la cual tiene sus días contados por un problema de salud.

Sin caer en dramas innecesarios o exagerados y evitando las situaciones caricaturizadas, Cherem conduce la película con mano firme y segura y, de paso, aborda asuntos como las familias homoparentales y el crecimiento personal.

Un factor que es imprescindible para dotar a "Déjame estar contigo" de credibilidad y jovialidad es la elección de sus estelares, el ya mencionado Aksel Gómez, quien hace su debut en el séptimo arte, y Andrea Sutton, que, a su corta edad, ya ha participado en varias películas.

Ambos hacen recordar a la audiencia la experiencia del primer amor, ese que se mete en las entrañas y la razón, y que nos hace soñar despiertos.

En cuanto a las locaciones, Cherem dijo a esta casa editorial que evitó grabar secuencias en lugares turísticos de la Ciudad de México a fin de tener una obra auténtica.

Lo anterior se agradece como espectador, porque justamente el día a día de los capitalinos suele transcurrir entre el transporte público, las taquerías y los trabajos "Godínez".

Por otro lado, el creativo vuelve a hacer énfasis en las dinámicas familiares para desarrollar a sus personajes centrales, los cuales son apoyados por un sólido reparto con amplia experiencia en la industria mexicana: Mónica del Carmen, Silvia Navarro, Johana Murillo y Regina Blandón.

Acerca del soundtrack de la cinta, Cherem reveló que combinó éxitos de su generación con bandas actuales o contemporáneas, que son sumamente escuchadas por las juventudes.

Al final, su nueva producción es dinámica y ampliamente recomendable, porque, además de entretener, tiene momentos de diversión y una que otra frase que harán suspirar a más de una persona.



#Aguascalientes | Lanzan taller gratuito de poesía para crear, aprender y generar comunidad


Taller gratuito de poesía: un espacio para crear, aprender y generar comunidad


El Taller Comunidad de Escritura Libre abre su convocatoria a todas las personas interesadas en explorar su creatividad a través de la escritura de poesía. Este espacio fomenta el aprendizaje, el intercambio y la construcción colectiva de conocimiento.

El taller no tiene costo y está diseñado para quienes desean compartir sus textos, recibir retroalimentación y fortalecer su voz literaria en un ambiente horizontal y seguro.

Objetivos del taller

El taller busca promover la escritura como una práctica de exploración personal y colectiva. Algunos de sus principales objetivos incluyen:

      Fomentar la escritura como herramienta de expresión y autoconocimiento.

      Crear un ambiente inclusivo, sin jerarquías, donde todas las voces sean escuchadas.

      Brindar análisis crítico de textos propios y ajenos para fortalecer la capacidad de retroalimentación.

      Explorar la literatura no solo como un producto final, sino como un proceso continuo de conocimiento.

      Impulsar la identidad literaria de cada participante dentro de su propio contexto cotidiano.

      Generar redes de apoyo y crecimiento mutuo entre las y los asistentes.

¿Quiénes pueden participar?

El taller está dirigido a personas mayores de 16 años, sin importar su nivel de experiencia en la escritura. Se convoca a quienes deseen mejorar sus habilidades, compartir sus textos y formar parte de una comunidad creativa.

Metodología y forma de trabajo

Las sesiones del taller se desarrollan de manera presencial y con un enfoque participativo. La coordinación facilita la interacción y la integración de todos los asistentes mediante:

 Discusión y análisis de textos creados por los participantes.

  Lecturas sugeridas para ampliar el conocimiento literario y estimular nuevas referencias.

  Ejercicios de escritura creativa, dinámicos y colectivos.

●  Un ambiente seguro y de respeto, donde se prohíbe la grabación de sesiones sin consentimiento expreso.


Fechas, horarios y sede

Las sesiones se llevarán a cabo todos los viernes de 20:00 a 22:00 h en Casa Muluk, ubicada en Pedro Parga #206, en el centro de la ciudad. A partir de 07 de febrero de 2025.

Cada sesión se estructura en tres partes:

1. Lectura y análisis

Se presentan textos de diversos autores para reflexionar sobre estilos, estructuras y temáticas.

2. Presentación e intercambio

Los participantes comparten sus textos y reciben retroalimentación en un ambiente de respeto y crecimiento mutuo.

3. Cierre y reflexión

Se proponen ejercicios para la siguiente sesión y se consolidan los aprendizajes del día.

Coordinación y acompañamiento

La coordinación del taller juega un papel activo y facilitador. Más que dirigir las sesiones, fomenta el intercambio, la inclusión y el estímulo creativo.

El enfoque del taller se centra en el aprendizaje y crecimiento, no en la evaluación. Cada participante encontrará apoyo en su proceso de escritura.

Construcción de comunidad

Más allá de la escritura, este taller busca construir un espacio de confianza y compañerismo. A través de la lectura y el diálogo, los asistentes podrán conocerse mejor y establecer lazos creativos.

La invitación está abierta para quienes deseen escribir, leer y compartir experiencias en un entorno participativo e inclusivo.

Información adicional

El taller es convocado por:

      Arlette Luévano

      Diego Reyes

Para más información, acude a Casa Muluk o comunícate con los coordinadores al número 2282105438. ¡Únete a esta experiencia de escritura libre y colectiva! 

Corina: una reflexión sobre la empatía y la integridad



Cinetiketas | Jaime López


El respeto a la integridad artística, la empatía por la gente diferente y la superación de los miedos personales, son parte de los temas abordados en "Corina", la ópera prima de Urzula Barba Hopfner, que también es el primer estreno fílmico mexicano de este año.

Grabada en Guadalajara, la obra en cuestión fue presentada el pasado 7 de enero en la capital del país con una gran respuesta por parte de los medios de comunicación.

En su guion, también se habla sobre las correcciones que constantemente realizan los seres humanos en sus existencias.

Cabe recordar que la protagonista es una correctora de estilo que tiene que salir de su comodidad después de cometer un error en la editorial en donde trabaja.

Protagonizada por Naian González Norvind, "Corina" se centra en una joven de 28 años que lleva dos décadas recorriendo la misma cuadra por un trauma que desarrolló desde la infancia.

Sin embargo, la vida le tiene deparada una disyuntiva moral y ética, que la obliga a cruzar sus fronteras o limitantes imaginarias, así como dejar atrás su rutinas, esas que le brindaban cierta seguridad.

Con algunas secuencias de comedia, "Corina" goza de un buen ritmo narrativo debido a la experiencia de su realizadora en el área de edición. Además, tiene una oportuna paleta de colores fotográfica y un gran dirección de arte que nos transporta al año 2000.

A lo anterior, se suma una de las voces en off más afables de los últimos tiempos, que encaja correctamente con el tono de fábula que la directora quiere transmitir a la audiencia.

De acuerdo con lo expresado por el equipo de "Corina", la cinta tuvo que ser rodada en apenas cuatro semanas, lo que significó un enorme reto.

Sin embargo, Urzula Barba destacó que hubo un trabajo amoroso por parte del elenco, así como de la producción, que le ayudó a cumplir con las metas de la filmación.

En tanto, Nain González Norvind estuvo de acuerdo en que la película no sólo muestra acertadamente parte de los síntomas de una persona que tiene fobia a los espacios abiertos, sino que, además, logra transmitir la idea de que el mundo está harto de visiones pesimistas.

"Corina" obtuvo cuatro galardones, incluyendo Mejor guion y Mejor actriz, en la Gran Fiesta de Cine Mexicano en Jalisco, y está disponible desde el 9 de enero en 350 complejos a nivel nacional, incluyendo estados como Puebla y Aguascalientes.

A decir de sus creadores, su historia está contada con una perspectiva diferente que se robará el corazón de la audiencia mexicana.



"Flow" o cómo se nos metió un gato negro en los ojos



Cinetiketas | Por Jaime López



Sin diálogos y repleta de múltiples sinbolismos, "Flow" es una de las películas más redondas y brillantes que actualmente se puede disfrutar en la cartelera comercial de México.

Así, sin meterla en ninguna categoria, porque aunque se trata de una animación, su guion y elementos artísticos la hacen trascender más allá de un género.

Producida en Letonia y dirigida por Gints Zilbalodis, la historia inicia con su protagonista felino viéndose reflejado en un charco y, posteriormente, tratando de encontrar alimento.

Su rutina se caracteriza por descansar en una peculiar morada, ubicada en una loma de gran altitud, y el agobio de ser perseguido por otras especies, en este caso, un grupo de perros.

Sin embargo, su existencia dará un giro de 180 grados cuando el mundo en el que vive comienza a colapsarse a causa de una inundación, que en el guion no tiene explicación alguna como varios de los hechos que ocurren sobre la faz de la tierra.

De tener una vida cómoda y segura, el felino comienza a tomar consciencia de su supervivencia e irá conformando un grupo de amigos tan disímiles entre sí, entre ellos, uno de los caninos que antes lo perseguía y un capibara dormilón y discreto.

A ellos se suma un lémur de cola anillada, fanático de coleccionar chácharas aparentemente inservibles, pero que él percibe como un gran tesoro, y un ave que probablemente es el mejor personaje secundario del filme.

Ello en virtud de que retrata la empatía hacia los diferentes, a pesar de que sus actos la llevan a pagar un costo muy alto: ser exiliada de su manada. En este sentido, "Flow" expresa y transmite muchas emociones con sus imágenes concatenadas y sin la presencia de humanos o animales parlantes.

Todos los elementos en la cinta van fluyendo como la vida misma: la tensión a la que se enfrentan los personajes, los momentos de alegría y la camaradería.

Por otra parte, el guion destaca porque evita las obviedades y es una analogía de la convivencia sin prejuicios que debería existir en el universo, así como de la amalgama de emociones que hay en nosotros: resiliencia, aprendizaje y miedo al cambio.

Eso último está muy presente en la mirada del estelar, en especial, al principio de la obra, pero va modificándose a raíz de que debe de "fluir" para mantenerse vivo.

Coescrita por el realizador y Matīss Kaža, "Flow" es una de la dos obras favoritas para llevarse el Oscar a Mejor Película animada de 2024 y no es para menos, pues su narrativa es magistral de principio a fin, al grado que se convertirá en un clásico contemporáneo al paso de los años.


"Un lago" plantea una reflexión sobre las relaciones humanas y el poliamor



Cinetiketas | Por Jaime López


Desde el pasado 23 de enero, más de 30 pantallas del país proyectan "Un lago", la ópera prima de Rafael Martínez, que aborda distintos tópicos, entre ellos, la crisis creativa y el poliamor.

En cuanto al primer tema, el realizador narra la historia de "Richi", un hombre de 30 años que padece un bloqueo al tratar de escribir su nueva producción.

Con el objetivo de hacer fluir sus pensamientos, decide pasar un rato en la casa de su progenitor, ubicada alrededor de la Laguna de Tequesquitengo, en el estado de Morelos.

Sin embargo, el tiempo se le escapa entre su falta de inspiración, autopruebas de natación e ingerir bebidas alcohólicas con sus conocidos, hasta que se topa con "Dani", una joven de 24 años con la que empieza a ilusionarse.

En entrevista, Rafael Martínez dijo a este reportero que "Un lago" retrata temas que involucran a las nuevas generaciones, así como las barreras que uno se pone frente a dichos temas.

Estuvo de acuerdo que la Laguna de Tequesquitengo es una analogía de las emociones que va teniendo el protagonista a lo largo de la trama, pues conforma avanza esta, tiene que definir si acepta o no tener sexo grupal con tal de conectar con la chica que le gusta.

"El lago es el gran símbolo de la película; quizás narre un poco más el mensaje de la película, que las mismas situaciones o conversaciones", manifestó.

Martínez hizo énfasis que "Un lago" genera identificación en la audiencia por los asuntos actuales que aborda, pues expresó que vivimos en un mundo frenético en el que hay diversas presiones al alcance de los celulares.

En otro orden de ideas, detalló que su ópera prima se escribió en enero del 2021 y se filmó tres meses después de esa fecha, aprovechando la agenda libre de todas las personas involucradas.

Por cuestiones de presupuesto y seguridad sanitaria, el creador mexicano señaló que, desde la concepción del guion, el Lago de Tequesquitengo siempre fue la única opción para grabar.

Invitó a la gente a conocer su propuesta, la cual definió como una alternativa al cine comercial que acapara la exhibición fílmica y como un trabajo de autor hecho con mucho cariño y esfuerzo.

Para quien suscribe este texto, "Un lago" es una obra de ritmo regular, que goza de un mejor trabajo fotográfico en las escenas nocturnas.

En cuanto a su trama, el guión mejora a partir de la aparición de "Dani", interpretada por Camila Acosta, que pondrá en jaque el universo emocional de "Richi", así como el de distintos espectadores.

En ese sentido, las personas más liberales verán en su rol a una chica libre, que no "futurea", sino que trata de disfrutar su día a día y su periodo de asueto. Mientras que los seres más propensos a la monogamia podrían enojarse con sus actitudes hacia su par masculino. Cuestión de enfoques.




"La cocina": estridente mirada sobre el sueño americano; Briones, deslumbrante


Cinetiketas | Por Jaime López


Con poco tiempo de exhibición en cines comerciales, "La cocina" fue uno de los filmes mexicanos más llamativos del 2024, debido a su propuesta estilística y la apabullante actuación de su protagonista masculino: Raúl Briones.

Dirigida y escrita por Alonso Ruizpalacios, basada en la obra teatral de Arnold Wesker, la cinta comienza con una trepidante edición y trabajo de fotografía, que muestran a "Estela", una migrante mexicana, llegando a la ciudad de Nueva York en busca de una mejor oportunidad laboral.

El realizador aprovecha el desconcierto de la joven que recién arriba a un lugar con una cultura ajena a la suya, para retratar el choque de idiomas y costumbres.

Pero "Estela" es también el pretexto de Ruizpalacios para jugar con la cámara y las imágenes, cortesía de Juan Pablo Ramírez, las cuales evocan el impacto y confusión iniciales que experimentan nuestros paisanos emigrantes.

Asimismo, sirve como gancho para adentrarse en una serie de trepidantes planos secuencia, que ocurren al interior de un establecimiento, en el cual se congregan trabajadores originarios de distintos países.

"La cocina" es una analogía del actual Estados Unidos, en donde decenas de extranjeros llegan bajo la promesa del "sueño americano", pero terminan en una realidad pesadillesca, en la que deben someterse a jornadas inhumanas para sobrevivir el día a día.

Es justamente en ese microcosmos donde Raúl Briones, ganador del premio Ariel, se luce como "Pedro", un cocinero a punto de la ebullición, que por momentos es dueño de grandes disertaciones filosóficas sobre la condición humana, pero que en otros se constituye en un ejemplo claro de podredumbre emocional, propia del más rancio machismo.

Si bien es cierto que el cuarto largometraje de Ruizpalacios tiene momentos imperfectos, también lo es que no deja de asombrar a la audiencia por su audacia y riesgos narrativos.

Por otro lado, en medio del bullicio que padece el personaje principal, se asoma "Julia", una camarera estadounidense interpretada por Rooney Mara, que representa la esperanza y paz en el filme en cuestión, también exhibido en el más reciente Festival de Cine de Berlín.

Algunas voces mencionan que "La cocina" es ensombrecida por sus momentos de teatralidad, en especial, hacia la recta final del montaje. Sin embargo, se trata de una propuesta que no deja indiferente a la audiencia y que remarca una denuncia social hecha a través del arte.



"Pedro Páramo", de Rodrigo Prieto, cuando la película no destroza al libro


Cinetiketas | Por Jaime López



Regularmente, las adaptaciones fílmicas de joyas literarias suelen decepcionar a quienes amaron la obra original. No es el caso de "Pedro Páramo", la ópera prima del prestigiado cinefotógrafo mexicano, Rodrigo Prieto.

Sin ninguna intención de arruinar la experiencia de verla, la versión del nominado al Oscar comienza de la misma manera que la novela escrita por Juan Rulfo, con esa icónica frase expresada por el personaje de "Juan Preciado".

Así, desde el comienzo de la cinta, Prieto demuestra porque es uno de los mejores retratistas, no sólo del territorio nacional, sino del mundo, en donde ha sido galardonado su buen ojo en festivales como los de Venecia o San Sebastián

Con encuadres elegantes y meticulosos, el creativo traslada el universo onírico plasmado por la pluma de Rulfo, entrelazando la realidad y fantasía de los protagonistas.

Eso implica que las personas que no han leído la novela puedan confundirse con la narrativa del filme, porque Prieto es sumamente fiel a la propuesta original.

Cabe recordar que, en su debut, la novela de "Pedro Páramo" fue rechazada e incomprendida, porque Rulfo rompió con los tiempos y espacios tradicionales de la época, es decir, no contó la historia de forma lineal.

Prieto hace lo mismo, pero en imágenes, y respetando los diálogos primigénitos, es decir, conservando las frases, palabras y modismos de la década de los cincuenta del siglo pasado.

Eso último dejará complacida a la fanaticada de Rulfo, en especial, a la que sentía temor por la visión del fotógrafo de "Un embrujo", "Barbie", "Los asesinos de la luna" y "Brokeback mountain".

De ese modo, Prieto captura la esencia de "Comala", ese pueblo venido a menos, no solamente gracias a su excelsa fotografía, sino también por sus oportunos diseño de arte y efectos visuales. Ojo a las secuencias en las que "Juan Preciado" conoce a la pareja de hermanos que caen en incesto o cuando trata de huir de la comunidad en la que vivió su madre.

Sin temor a equivocarme, esas son las mejores escenas de la cinta, en donde el realizador da muestra de su madurez visual, así como de su talento en la dirección.

Acerca del elenco, probablemente no todos los perfiles coincidan con la manera en que las y los lectores se imaginaban a los personajes de la novela.

No obstante, Manuel García-Rulfo da en el clavo con las características de "Pedro Páramo", ese hijo de la Revolución Mexicana menospreciado por sus progenitores, que se transformó en un cruel cacique, el cual no conocía la sonrisa.

En tanto, Dolores Heredia, Ilse Salas y Giovana Zacarías resaltan por su entrega al interpretar cabalmente a "Eduviges", "Susana" y "Dorotea", respectivamente, tres mujeres marcadas por el dolor y los fantasmas de su pasado.

Considerado un clásico de la literatura hispanoamericana, el "Pedro Páramo" de Prieto sale avante gracias a su epidérmico cariño hacia el material original.



Ummagumma: 14 años siendo el refugio de los solitarios


Por Jonatan Frías |


Durante 14 años el Ummagumma ha sido para mí algo más que el lugar de los encuentros: ha sido refugio, ha sido referencia: ha sido identidad. No voy ahí porque sea el lugar de moda o en el que sirvan los mejores tragos, voy ahí porque lo siento mío, al igual que lo hacen todos los demás que de tanto vernos las caras hemos terminado por conocernos por nombre. Vamos a refugiarnos de las vanguardias y de las modas; vamos a sentarnos a ver cómo abren y cierran lugares mientras este rincón de fachada verde permanece.

Hemos envejecido con él, porque aquellas primeras personas que empezamos a ir desde aquel diciembre de 2010, celebrando que por fin teníamos un lugar en donde escuchar a The Cure, a Bowie, a Bauhaus, a Joy Division, a Depeche Mode, seguimos siendo las mismas personas que estamos ahí. También nosotros nos caemos a pedazos y también a nosotros nos hace falta una modesta restauración. Algo no ha cambiado: el gusto que tenemos por la música todos los que vamos. Serían incontables las veces en que, ya puestos a discutir sobre algún disco, se juntaron más de dos mesas de perfectos desconocidos para determinar de una buena vez y para siempre, quién tenía la razón.

Lejos quedan ya los jueves en que iba yo a sentarme a programar durante algo más de dos horas la misma música que sigo poniendo en mi casa: Radiohead, Sonic Youth, Patti Smith. Llegaba con Vico a la misma mesa donde siempre lo encontramos y pedía una cerveza y un mezcal, conectaba mi vieja computadora azul y nos poníamos a indagar en la memoria no sólo las viejas canciones, si no las distintas versiones que podíamos encontrar de cada una de ellas. Esa historia duró poco más de un año, pues los caminos me llevaron a mudarme a otra ciudad en la que en vano agoté los lugares buscando encontrar un espacio que remplazara al Ummagumma. Eso evidentemente nunca ocurrió.

Regresé y aunque podía pasar temporadas muy largas sin poner un solo pie ahí, algo de paz se respiraba en el ambiente con sólo saber que el Ummagumma seguía en pie y que era cosa de un día cualquiera pasarse por Carranza para poder escuchar, como siempre, las mejores propuestas de música; porque si algo distingue a este lugar en el que la Música es identidad, es que nunca ha traicionado su visión de descubrir, apoyar y promover proyectos de altísima calidad. No son pocas las bandas que hoy dominan la escena indie y alternativa del país que hicieron algunas de sus primeras presentaciones ahí.

Por eso es algo más que el lugar de los encuentros, el refugio de los solitarios, la elección de los que aman la música, la opción incuestionable de los que quieren descubrir nuevas propuestas, el búnker de la resistencia. El Ummagumma cumple 14 años y los que hemos estado ahí desde el inicio, los que hemos sido testigos de sus distintas etapas, sabemos plenamente todo lo que nosotros le debemos. Larga vida al Ummagumma.

Nos quitan lo que más necesitamos: “Dinero y Amor”. Una carta de amor y despedida al legendario stream de Blender

Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |

 

Me fascina que mi último artículo del 2024 en Sputnik sea una carta de amor y despedida a un stream argentino que rellenó cada uno de los huequitos de mi corazón (generados por mil y un cosas que sucedieron en el año). Me hace tremenda ilusión imaginar/pensar/manifestar que les chiques de “Dinero y Amor” puedan llegar a leer este texto en algún momento de la vida y decirles en un par de líneas, lo mucho que se les quiere y se les va a extrañar, y a la vez, tirarles todas las flores que se merecen, al mismo tiempo en que intentaré reivindicar un poquito al programa de la nota que hace un par de semanas publicó una “mina” medio resentida que estuvo presente en uno de los episodios (precisamente en el “Chiclegate”) y se atrevió a criticar hasta el chillido agudito maravilloso y clásico de la –según ella– “botonera humana” Cata, productora del programa. Cata, en tiempos de ringtones, tu chillido hubiera sido un hitazo. Pues bien, embárquense conmigo a un texto meloso, lleno de melancolía, recuerdos y puro amor.

El programa inició en marzo, pero mi historia con DyA empieza a principios de abril, después de que vi el inolvidable discurso de aceptación en los Premios Platino de Andy Chango que ganó por su interpretación de Charly García en la serie de Fito Páez “El amor después del amor”, discurso que me pareció hermoso e irreverente, tal y como lo es Andy. Rápido me obsesioné con el tipo y empecé a buscar sus entrevistas, videos, artículos e ingresé como paciente de la “Clínica Chango”, espacio que tuvo en Futurock, radio argentina por internet. Les juro que nunca había escuchado semejante grado de honestidad y desacato, y me vi escuchándolo en todas partes mientras hacía cualquier cosa. Aprendí tanto de Andy, que ya me siento capaz de escribir su biografía oficial. Luego, siguiendo esa misma línea obsesiva (obsesiva saludable, eh), llegué a algo llamado “Dinero y Amor” de un canal de YouTube llamado Blender y el resto es historia. Al principio no había captado que Andy era parte de la conducción del programa y tras ver varios videos de sus icónicas columnas, entendí que Andy era conductor los días lunes, martes y miércoles y que se ausentaba los jueves y viernes por motivos personales. Decido echarme los programas completos y de inmediato me explota la cabeza. Me vuelvo FANÁTICA de todo el programa: la dinámica (no sólo que existe entre los conductores, sino entre los productores y los creadores de contenido), los temas que abordan, las entrevistas, los invitados musicales, absolutamente T O D O, y rápidamente comprendí que eran las dos horas que necesitaba al día para reír, aprender, descontracturarme y desconectarme un poquito de mi propia realidad.

Como ya he mencionado en varios de mis artículos aquí en mi columna de Sputnik, hay una relación o más bien, una conexión muy hermosa y singular que tenemos mi familia y yo con la Argentina. Mi hermana y mi cuñado vivieron tres años en Buenos Aires e indudablemente les cambió todita la vida, sin embargo, creo que nunca llegué a interiorizar y apreciar la argentinidad tanto como lo hago ahora. Este año, también me unió al territorio rioplatense, un proyectito llamado “La Sociedad de la Nieve” que por si no lo saben, fue protagonizada por actores y actrices uruguayos y argentinos. Tuve la audacia de entrevistar a dos de ellos a inicios y mitades de este año y por lo tanto puedo decir que oficialmente el 2024 es mi año más argentino a la fecha y que dicho vínculo, es algo que descubrí y construí de manera propia, y eso es algo que me encanta y de lo cual estoy muy agradecida.  No bastó que el rock nacional argentino fuera mi leitmotiv en estos últimos meses, sino que fue “Dinero y Amor” el verdadero soundtrack del año, la columna vertebral de ese amor y esa admiración que siento por lo auténticamente argentino en un año durísimo para ellos. Así que obviamente tengo una enorme necesidad de escribir sobre este extraordinario programa y de las increíbles personas que lo realizaron a lo largo de nueve meses (todo un embarazo, people) y que revolucionó mi manera de ver y consumir canales de streaming (cosa que nunca hacía y dudo que ahora que termina el programa, siga haciendo).


Marcos Aramburu

La cabeza del programa. El tipo que puede estar cagándose de risa un minuto y al otro está pidiendo orden y que “regresen/terminen la columna”. Tremendamente inteligente, carismático y reflexivo, ama cada vértice de la argentinidad. Se ha desempeñado como guionista, escritor, productor y locutor de distintos programas de radio e incluso uno de TV. Tiene la educación radiofónica de antaño mezclada con un estilo moderno y auténtico; se nota y se agradece. Cuando grita, es porque está cayendo en los abismos de la desesperación o porque está en un estado de felicidad plena, aunque normalmente su manera de expresarse es notablemente tranquila (jamás perdió el estilo incluso estando frente a sus ídolos e ídolas); si bien conoce a muchas personalidades argentinas, se conduce con bastante sencillez. Siempre con preguntas interesantes para sus invitados, se notaba el esfuerzo invertido para prepararse, ya sea viendo videos y/o leyendo sobre la persona a entrevistar lo cual enriquecía las charlas. No sé cómo lo hace, pero el capo sabe perfectamente cómo intercalar el humor con un análisis profundo, resignificando cualquier plática sin sentido que surgiera en el programa. Ama y defiende a Tomi a pesar de que Tomi es… Tomi. Tal vez acá en México se le conozca más por ser el jinglero por excelencia, pero lo que logró e hizo en DyA no tiene nombre. Dueño de un par de hoyuelos maravillosos, Marcos sabe cómo expresarse y conducirse durante las dos horitas del programa, a pesar del cansancio, el aburrimiento y el hartazgo. Mis momentos favoritos: cuando se desesperaba en la “Sección de Investigación” (al punto de matarla/cancelarla), cuando se desesperó terriblemente con una uruguaya que habló para asistir a los XV de Evitta (porque se hacía la boluda y no sabía qué significaba elegir la segunda opción) y Marcos abiertamente le colgó el teléfono y dijo que le habían cagado el fin de semana, sus muy preparados “Momentos de Apreciación” (en especial el de Fernando Peña y Cris Miró). Me encanta cómo cambia su risa cuando hay algún invitado, lo mucho que cuida a Andy, cómo molestaba a “la enana” de Evitta, el esfuerzo descomunal por seguir la estructura del programa y darle su merecida atención y dimensión a cada sección; la naturalidad cuando cuenta sus historias personales (mi favorita por siempre es la cita funesta que tuvo en tiempos de COVID donde salió con el cabello pintado de rosa en contra de su voluntad). No tiene reparos en decir lo poco constante que es con sus proyectos personales, el desinterés que le causan ciertas cosas o temas, lo mucho que le gustan las plantas y sus gatos. Siempre supo separarse de su personalidad jinglera en Gelatina. Escribió “Las Ceremonias”, cuatro crónicas que cuentan las vivencias de personas que usan diferentes sustancias psicoactivas que tengo unas tremendas ganas de leer. Se destaca lo bien trabajada que tiene su voz y sus ganas de hacer algún doblaje de manera profesional. Tuvo un sinfín de momentos hermosos en el programa, como cuando en vivo le marcaron al profesor que le dijo que tenía talento para la radio, en pleno día del locutor. El grito que di cuando se confirmó su noviazgo con la maravillosa Ofelia Fernández, no se me olvidará nunca y es de esas relaciones en que no sabes si tenerle envidia a Ofelia o a Marcos.


Evitta Luna

Ustedes no lo saben, pero yo tengo una relación re íntima con Evi, mi uruguaya favorita. Es actriz de teatro y su fama se disparó en tiempos de pandemia haciendo TikToks. Evi es la representación del desmadre. Tremendamente disléxica (aunque no lo es), cambiaba los apellidos y los nombres de las personas (hasta de su jefe) constantemente. Es divertida, extrovertida, auténtica, creativa. Siempre dice cosas “bien breves”. Su sección “Evitta Curiosa” era una radiografía de su esencia. Armaba sus columnas, aunque improvisara mucho sobre la marcha, y cuando le tocó conducir el programa por ausencias de Marcos, a pesar de su nerviosismo SIEMPRE se la bancó con resultados excelentes; preparaba las entrevistas y hacía intervenciones que desataban las risas de los invitados. Citaba constantemente a Gabriel Calderón (profesor de actuación) e inventaba voces y personajes, algo que creo que le heredó a Marquitos. Jamás tuvo reparos en decir que no se bañaba seguido, pero que al menos las axilas y la “pepona” sí. Siempre con looks re facheros, Evitta es la personificación de la sensibilidad. Ama a su madre, a sus hermanos (que tiene un montón); los chistes recurrentes fueron el abandono de su padre, que creció en un barrio peligroso de Montevideo llamado Piedras Blancas y que de pequeña veía videos de Yuya y al no tener dinero, se hacía contour con Nesquik (sí, tal y como lo leyeron). Siempre bailando, siempre sonriente, siempre tierna, siempre loquita. Amamos a Evitta aun cuando nos abandonó a finales de septiembre para irse a filmar una serie a Uruguay. La reparación histórica que tuvo nuestra uruguaya con su fiesta de XV fue de los mejores momentos que existen en internet. Su relación con Tomi, a principios misteriosa, fue top. La química entre ambos es palpable y le causó varios dolores de cabeza a Marcos. Sus momentos de más seriedad era en la sección de Alex Kohan, donde tenía intervenciones interesantes y muy aterrizadas. El personaje de Kevin y su clásico “casshhhiiiate” fue legendario y vaya que le vamos a extrañar.

 

Elisa Sánchez

Eli arribó a DyA en octubre para sustituir la ausencia de Evitta y llegó con toda la actitud capricorniana maravillosa a dejar una huella imborrable en el programa. La inteligencia de Eli es incomparable. Dueña de una poderosísima voz (en lo literal y en lo figurativo), llegó para descontracturarse un poco. Se caracteriza por una combinación de rasgos que reflejan su pragmatismo, responsabilidad y profundidad emocional. Y a pesar de que pocas veces se le vio cómoda en la apertura de nubes del programa (te re entiendo Eli yo tampoco sabría improvisar y disociarme como lo hacen ellos) supo rápidamente adaptarse a la dinámica de locura de los chicos y fluir con ellos. Adoro cómo se tapa la cara cada que se muere de la risa, amo su sección de “Mapapis Progres” (donde escuchamos testimonios de hijos con educaciones progres que me dejaban con la boca en el suelo), amo sus historias personales (lo de la Navidad con su familia cheta fue re gracioso) y amo la dinámica fraterna con Tomi, cuando lo trata de exponer sin exponerlo, de molestarlo, de picarle un poco la cresta. Eli me recuerda a mi hermana Elo (y no, no nada más por la similitud de sus nombres), sino por ese lado medio maternal y cuidador que tuvo con el grupo, además de lucir una perfecta cabellera canosa y ondulada. Se nota lo mucho que ama cocinar, lo buena que es en ello, lo mucho que ama a Cosmo (su perro), su obsesión adolescente con los BSB y sus intervenciones siempre acertadas con Alex Kohan. Está de menos decir lo guapa que es (sí Eli, te hemos cachado arreglándote a cámara), y lo buena amiga que es, en especial con Marcos. Eli llegó a ser ese bálsamo de estructura para el programa, aunque nunca logró su propuesta de comenzar puntualmente a las 7 (a mí también me jodía un poco Eli, pero bue…). Me hubiera gustado verla intervenir más en las entrevistas, pero como buena capricorniana, es preferible ser reservada y escuchar. Mi momento favorito con Eli, fue cuando no tuvo reparos en contar lo mala que es ahorrando, lo increíblemente gastalona que es y que, entre mudanza y mudanza, se encontró dos mil dólares que seguramente había ahorrado con alguna finalidad y en vez de ser previsora, agarró ese dinero y se compró unos tickets para Perú. ¡Venga, Eli! Que yo soy peor que tú y se sintió tan bien escucharlo de otra voz.

 

Tomas Quintín Palma

 “Déjala pasar”. A Tomi es fácil y difícil de describir. Es la personificación del desastre, el humor y la disociación, y al mismo tiempo, un tipo tremendamente sensible, amoroso y tierno. Tomi es el comic relief del programa. Si había una línea que seguir, él se encargaba de ir para el lado contrario. Un clásico rosarino que precisamente, no dejaba de enlazar absolutamente todo con su amada Rosario. Hijo de payasos (literal), Tomi creció con el ímpetu de sobresalir y dejar huella. Escritor, cómico, entrevistador, actor, creador de contenido, Quintín es toda una personalidad multifacética. Intuitivo, carismático, gracioso, imprudente, borracho y ocurrente, siempre se le notaron las pocas ganas de trabajar y a la vez lo increíblemente feliz y cómodo que estaba en el programa. Sus caras siempre lo delataban en los momentos de seriedad y en los de desmadre, sazonados por esa risa particular que tiene. Autor del hitazo “Llanura” y su clásico “VA-MOS” cuando daban la bienvenida a un entrevistado/a, Tomi es un ser especial y se nota lo mucho que quiere a su gente (aunque siempre nos hubiera gustado ver más su afecto por Evitta, pero a pesar de todo, es alguien que valora la privacidad me imagino). ¿Sus obsesiones? Las redes sociales, la IA, Rosario (como ya lo dije), una birra. Acaba de publicarse su libro “Irse en la espuma” y ruego porque podamos encontrarlo algún día en México porque todo mundo habla de lo maravilloso que es. Sus historias personales, dada su profunda conexión con sus raíces familiares, también dieron mucho sabor al programa. La gran dualidad de Tomi es que sabe combinar el humor con momentos de drama y ternura. Amaba sus momentos de berrinche, cuando algún detonador lo hacía levantarse de la mesa e irse un rato. Su sección “Famosos que no son porteños” estaba siempre llena de videos que, bajo su percepción, eran mucho más fabulosos de lo que en realidad eran.

 

Andy Chango

 ¿Cómo empezar a describir a Andy Chango? Otro ser sensible, amoroso, tierno envuelto en un empaque de desenfreno total. Creo que jamás había conocido a alguien como Andy, lo cual lo hace un ser único para mí. Cantante, compositor y conductor, Andrés Fejerman es conocido por su personalidad carismática y su estilo provocador y desafiante. A menudo se burla de sí mismo y de los distintos sucesos que han marcado su vida, lo que le permite conectar con nosotros de manera más real y única. La audacia y el nivel de serenidad con que dice las cosas más atrevidas, irreverentes e ingeniosas es simplemente hermoso de ver y escuchar. Nunca pierde su lado crítico, eso sí. Amo cuando habla abiertamente sobre sus experiencias con la salud mental y con las drogas, enfatizando la importancia de abordar dichos temas sin tabúes. Amo cuando nos habla abiertamente de cómo fue/es la relación con su familia y sus historias de infancia y adolescencia el plena dictadura. Amo lo buen padre que es y lo mucho que ADORA a su hija Martina; su relación es excepcionalmente especial. Andy, como yo, sufre del Síndrome del Impostor y en una ocasión cuando Marcos estaba en las Europas y Evitta y Tomi estaban atrapados en el Buquebus, el Dr. Chango tuvo que bancárselas y dirigir el programa con la ayuda de Martina, a quien llamó media hora antes para que lo auxiliara. Ese, sin lugar a duda, ha sido de mis episodios favoritos y pude ver en vivo cómo, a pesar del nervio, la inseguridad, las ganas de autosabotearse, logró hacerlo genial. Jamás nos importó las veces en que repetía sus historias, Andy se ha ganado ese derecho. A lo largo de 9 meses, fuimos testigos de cómo floreció la amistad y complicidad con Marcos, la hermandad ya bien instalada con Tomi, lo protector y paternal que era con Evitta y lo mucho que admira a Eli. Tengo hermosos recuerdos de Andy, pero sus canciones improvisadas siempre fueron lo top de lo top. “AYER PEQUÉ… AYER BESÉ A UN ROCKERO”. Espero que el Dr. Chango ya no se masturbe con libros de medicina como en su adolescencia (sí, esa fue una de sus últimas intervenciones más legendarias).

 

Alex Kohan

Por motivos meramente económicos, tuve que abandonar mi terapia desde el año pasado, pero la columna de todos los jueves de la psicoanalista Alexandra Kohan, era una especie de reemplazo a ese espacio que tanto me hace falta. Profunda, inteligente, directa, crítica, reflexiva y con un humor ácido y peculiar, Alex fue parte de la esencia de DyA. Se nota el compromiso que tiene con el psicoanálisis y lo buena que es en ello. No saben cuántas veces compartí su columna “Dejamos Acá” con mi hermana y mi cuñado, y lo intensas que se volvieron nuestras discusiones y pláticas alrededor de ellas. Mis eternas favoritas, fueron las que hablaron sobre la amistad, la reciprocidad, las redes sociales, el aburrimiento, la empatía y el duelo. Y a pesar de la constante disociación e imprudencia de Tomi para con Alex, nunca supimos cuánto cobraba.

 

Como ya he mencionado ochocientas veces en este texto, hubo entrevistas realmente legendarias, como la de Liniers, la de Rita Cortese, la de Mauricio Kartún, pero hubo una en particular que me estremeció todita la primera vez que la vi, y lloré. Sí, sí, lloré. Lloré y comprendí cosas de mí que ni siquiera había descubierto en mis años de terapia y fue como ponerle un curita a tanto dolor y empezar a sanar y comprender un montón de cosas, e hizo que me abrazara un poquito más fuerte. La entrevista al escritor y editor Hernán Casciari. ¡No saben qué pedazo de entrevista! Por favor VEÁNLA y lloren conmigo.


Tras este sentido resumen/homenaje, hoy me despido con el corazón en la mano de un stream que se convirtió en un rincón especial de mi vida, en ese espacio que me acompañaba mientras trabajaba o hacía el aseo de mi casa. Ese momentito de alegría y apapacho que se volvió parte fundamental de mi cotidianidad. A lo largo de sus episodios, disfrutamos de grandes invitados que compartieron sus historias y experiencias, llenando cada transmisión de risas y reflexiones profundas. Cada momento fue una celebración de la argentinidad, un viaje a través de su cultura, sus tradiciones y la calidez e inteligencia de su gente, algo que siempre he admirado y reconocido de este hermoso país sudamericano. Este espacio no solo nos entretuvo, sino que también nos unió a todos los que andábamos creando ruido en el chat, generando momentos inolvidables que atesoraré siempre. Nunca fue un programa más del montón, nunca fue solo la joda y el buen rato. Quédense satisfechos/as del esfuerzo colectivo y descomunal que hicieron para construir semejante legado. Gracias, gracias, gracias por cada instante compartido, gente de “Dinero y Amor”. Se les extrañará más de lo que se imaginan.


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