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El Lobo Estepario: perderse para encontrarse (y no morir en el intento)

Náuseas y otras lecturas | Por Sabina Aruña 


Un lobo entre humanos domesticados

Si alguna vez te has sentido como un bicho raro, como alguien que no encaja, como si estuvieras hecho de otra sustancia más densa y triste que el resto de los humanos funcionales que sonríen en la fila del banco... entonces El lobo estepario de Hermann Hesse puede que no solo te entienda, sino que te abrace con una copa de vino en una noche larga y existencial.

Esta novela no es una historia con inicio, nudo y desenlace al estilo Disney. Es más bien como abrir el diario de alguien que se está desmoronando por dentro, pero que tiene la lucidez (y la honestidad brutal) de admitirlo. Harry Haller, el protagonista, no soporta el mundo en el que vive. Lo encuentra superficial, burgués, predecible, y él —con su sensibilidad a flor de piel y su desesperanza crónica— se siente como un lobo atrapado entre humanos domesticados. De ahí el apodo: el lobo estepario. Medio hombre, medio bestia, completamente jodido.


Una rabia silenciosa contra lo normal

Lo que hace especial esta novela es que no trata de "curar" a Harry ni te ofrece fórmulas mágicas. Aquí se habla de depresión de verdad, de la angustia existencial que te deja paralizado en tu sillón viendo cómo todo el mundo sigue su rutina sin preguntarse nada. Hesse pone sobre la mesa el conflicto entre el individuo que piensa y siente demasiado y una sociedad que premia la comodidad y la estabilidad por encima de todo.

"Porque esto es lo que más odiaba, detestaba y maldecía, principalmente en mi fuero interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente."

¡Zas! ¿Cuántos de nosotros no hemos sentido esa rabia silenciosa contra lo "normal"? Contra esa gente que parece tan feliz con su coche nuevo, su casa de interés medio, sus vacaciones en Cancún y sus conversaciones de oficina sobre promociones y seguros médicos. Mientras tanto, tú estás ahí, sintiendo que te estás pudriendo por dentro, que la vida no tiene un sentido claro, que todo es repetición y ruido blanco.


No hay moraleja, hay espejos

A medida que avanzamos en el libro, Harry se encuentra con personajes que, en lugar de sacarlo de su agujero con frases bonitas, lo empujan más adentro... pero para que vea que hay más allá. Hermine, por ejemplo, le muestra un mundo de placer, música, baile, contradicción y posibilidad.

Y luego está el famoso "Teatro Mágico": una especie de viaje simbólico al corazón de su propia mente, donde enfrenta todos sus yoes posibles, sus miedos, sus deseos reprimidos y su necesidad de romperse para comprenderse.

Leer El lobo estepario en momentos de crisis existencial puede ser como mirar a un espejo roto: duele, pero también te muestra partes de ti que nunca habías querido ver. No te da respuestas, pero te hace las preguntas correctas. No te dice "todo va a estar bien", pero te dice "no estás solo en esto".

"Yo no tenía vocación para estar feliz en el mundo. Me faltaba el arte de vivir, el arte de ser feliz."

Simple, directo, demoledor.


¿Y quién era ese tal Hesse?

Hermann Hesse no escribía desde una torre de marfil. Él mismo estuvo roto: perdió seres queridos, sufrió depresiones severas, se alejó de su país, de su familia y hasta de sí mismo. El lobo estepario fue, de hecho, su forma de sobrevivirse. Lo escribió en uno de sus peores momentos personales, como una especie de catarsis literaria.

Y si te quedas con ganas de más, no te detengas ahí: Demian es otra joya que explora la dualidad interior entre lo que mostramos y lo que reprimimos. Siddhartha, por su parte, es ideal si lo que necesitas es tomar aire, pensar en el camino, el ego y el silencio interior, sin caer en el rollo de gurú barato.


Para cerrar (sin moraleja)

Leer a Hesse es como emprender un viaje sin mapa por tu propio laberinto mental. No te promete una salida, pero sí te ofrece compañía. A veces, eso es lo único que necesitas para seguir caminando.

Así que si estás medio roto, no huyas del dolor: ábrele un libro de Hesse y déjalo hablarte. Tal vez no te salve, pero te va a hacer sentir menos raro.

Y eso, créeme, ya es bastante.



Texto: Sabina Aruña. Habla con Cioran como si fuera su tío lejano. Relee a Camus con insomnio y encuentra sentido justo donde nadie más lo ve. Cree que la lucidez es una condena y la escritura, un mal necesario. Vive rodeada de libros subrayados y tazas de café frío.
Obra reseñada: El lobo estepario, de Hermann Hesse

Año de publicación original: 1927
Traducción recomendada: Juan José del Solar, Ediciones Alianza

Letrinas: Un facial no se le niega a nadie



Un facial no se le niega a nadie

Conrado Parraguirre

 

Ese día regresé de noche a casa, y como soy un tipo precarizado, cuando me encuentro en la calle, casi nunca tengo saldo en mi celular. Así que al atravesar el umbral de mi domicilio recibí una notificación bastante inusual. Una vecina me mandó un mensaje: “Hola, buenas tardes”.

Respondí con la cortesía habitual, y pregunté si se le ofrecía algo. La respuesta no tardo en esperar.

“Era para saber si podría hacerte un facial, es gratuito. Si puedes mañana temprano con gusto”.

Ponderé la situación un momento, pues nada es gratis en esta vida, de tal modo que consulté con esta amable persona si era necesario llevar algo en particular y el horario para tal procedimiento. Me dijo que nada, y me propuso un horario de ocho de la mañana; y además me cuestionó si quería que lo hiciéramos en su casa o en la mía. Al final concordamos que en la de ella.

A cierta edad, uno se hace ideas, pues mi vecina es una mujer divorciada, madre soltera, y a criterio propio, bastante atractiva. De cualquier forma, frené el poni de la fantasía, y me dije, bueno, un facial no se le niega nadie.

Al día siguiente me bañé, tomé un poco de café y comí un plátano. Me mentalice un poco, pues interactuar con otros y someterse a cualquier tratamiento requiere algo de voluntad. Llegada la hora me apersone en su residencia con mi rostro atropellado para empezar la labor. Me invitó a pasar y me condujo a su comedor. Sobre la mesa tenía el material para trabajar. Cortésmente me pidió sentarme en una silla que se encontraba justo en el centro de la habitación. Le pregunté si aquello era su nuevo emprendimiento. Rió un poco y explicó que además de su trabajo esto era algo que también hacía.

Prendió un incienso aromático, tomó un pequeño envase con atomizador, y comenzó el procedimiento. “Te voy a aplicar un poco de esto en tu rostro, es hielo seco, cierra bien los ojos y la boca”. Procedí a seguir las indicaciones. Sentí el líquido y una sensación de ardor, comenzó a invadir mi cara. “¿Cómo lo sientes?”. A pesar de la ligera molestia contesté que bien. “Bueno, te voy a poner una crema en tu pelo también”. Se puso detrás mío y comenzó a frotar el cabello con sus manos, intercalándolo con un masajeador anti estrés, de esos que parecen tener patas de araña. En ocasiones también sentía el roce de sus pechos en mi nuca.

Traté de relajarme, pero ella también se notaba un tanto nerviosa. Comenzó a preguntarme sobre mi vida, el trabajo y mis relaciones sentimentales. Y pues yo no tengo novia, ni trabajo, y sospecho que vida tampoco. Tomó el envase del hielo seco de nuevo, y continúo con las mismas indicaciones. El calor se intensificó. “Si sientes malestar o algo, grita, no te detengas, es más si quieres miéntame la madre”. Mientras atravesaba aquel dolor, pensaba, ¡Carajo! ¿es esto parte del proceso?, uno nunca sabe qué clase de perversiones tienen los residentes con quienes te topas en los pasillos.

Tomó el atomizador de nuevo. “Te voy a rociar un poco más”. Al ver que la sustancia empezaba a escurrir sobre mi ropa, me dijo: “A ver, quítate la camisa, te voy a poner un poco en tu cuerpo”.

Estaba aturdido por el escozor y la situación; así que obedecí y me quité la camisa. Me pidió quedarme de pie. Agarró una crema, y comenzó a untarla en mi espalda y mi pecho. ¿Qué está pasando? ¿Estos faciales abarcan más que la cara? me pregunté. En ese momento sacó un tapete de yoga, lo extendió en el piso y me pidió que me recostará boca abajo, para hacerme un masaje en la espalda. Bueno la cosa ya se está poniendo interesante, me dije.

Ahí tumbado comenzó a sobarme desde los hombros hasta mi espalda baja, en el límite del pantalón. De pronto, gritó el nombre de su hijo, para que le pasara unas almohadas. Yo no sabía que él se encontraba en casa. Aquel adolescente, bajó y le dió los objetos para que yo me acomodara mejor en el piso. Un gato, que supongo que también se encontraba arriba, también salió. Mi vecina le dijo a su vástago, “¿no quieres ayudarme también?”. Y ahí estaba yo, con una madre y su retoño amasando mi espalda, mientras un gato maullaba y se paseaba al rededor. ¿Es esto lo que merezco por ser un pobre diablo? Probablemente ¡pero qué carajos!

Entonces mi vecina le indicó a su asistente: “Está muy tenso, truénale la espalda”. Me pidieron incorporarme, y poner mis brazos detrás de la nuca. Tuve la sensación de reconocerme confundido y vulnerable, como con la mirada de aquellos perros desconcertados, a quienes un quiropráctico de mascotas les truena la columna. Después de eso, su hijo se fue, y mi vecina me regresó a la silla. Me puse la camisa, y de nueva cuenta me roció con el hielo líquido. “Ya no te arde, ¿verdad?”. Respondí que no.

Antes de iniciar la sesión había sacado una foto de mi rostro dentro de su casa, ahora quería hacer otra foto fuera de ella. El juego de luces es un truco viejo. Comparó ambas imágenes, del antes y después. “Ya ves, te ves más joven”. Claro que no, pensé. Y pregunté por el precio de la botella. “Ay, no, cómo crees, ésta te la regalo”. Mentira. Más tarde me la pidió de vuelta, con el pretexto de que ese producto ya lo tenía comprometido con otra vecina.

Ese día regresé a casa oliendo rico, sin dolor de espalda, y con el cutis un poco más suave.

Letrinas: Minificciones IV de Franco García




Minificciones IV de Franco García

Guerra y paz

Durante el día mi esposa y yo nos encontramos en guerra, pues desde hace años dejamos de amarnos. Así que los gritos y las ofensas nunca faltan en nuestro hogar. No obstante, todas las noches respetamos nuestro pacto marital: hacer el amor para dormir en paz.


Se busca una mujer

No hace mucho, en La Vacacional, Acapulco, había un niño de la calle que le daba por agarrarle la mano a cualquier mujer que pasaba a su lado para no estar solito.

“Señora, ¿no quiere ser mi mamá?”

“Joven, ¿no quiere ser mi mamá?”

“Amiga, ¿no quiere ser mi mamá?”

Así estuvo hasta la mayoría de edad y se casó con una muchacha. Tiempo después lo abandonó su pareja y le dio por buscar una mamá para su hijito. 

 

Secreto marino

El caracol lleva en su guarida el sonido del mar, y el suplicio de los ahogados.

 

Alimentos

No hace mucho, en Acapulco, había cadáveres por doquier, arrojados a plena luz del día o a mitad de la noche. Nadie los reclamaba porque, al parecer, no tenían dueños. Como es bien sabido, todos iban a parar a las fosas clandestinas, pues en la morgue ya no había espacio suficiente para tantos. Y qué gordos y satisfechos lucían, entonces, los perritos callejeros.


Más vale reír que llorar

Para ella es más fácil reír que llorar. Desde que nos casamos jamás la he visto derramar su llanto (es más, creo que nunca me amó). Si mira a un perro aplastado o un gato electrocutado, ríe; si pierde algo de valor material (celular, anillos, reloj), ríe; si va a un velorio (familia, amigos, compañeros del trabajo), ríe; si me encuentra besando a otra mujer o tirado de borracho en la calle, ríe. Con ella todo es risa; conmigo todo es rabia, vicios, celos y amargura. Incluso cuando estoy por ingresar al quirófano para que me extraigan el tumor de la cabeza y los médicos le han confirmado que es poco probable que vuelva a la vida después de la cirugía, ríe. Así que yo no tengo más opción y me muero de la risa con ella.

 

Dios te ama

Hijo mío: si alguien no te valora, ódiale; si alguien habla mal de ti, pártele la cara; si alguien no te ofrece trabajo, róbale sus pertenencias. Sólo recuerda que yo sí te amo, aunque jamás suelte mis manos de tu cuello.

 

Atención ciudadana

Todos los días escucho teléfonos en mi cabeza, sin importar la hora. Ring-ring-ring. Atiendo las llamadas. Hay voces extrañas, gemidos, lamentos, maldiciones.

Alguien dice: “¡Abajo el capitalismo!”

Otro: “La muerte sabe a Prozac”.

Luego: “¿En serio crees en ese comercial llamado fe?”

Más allá: “Nunca te amó, imbécil”.

Cuelgo.



Franco García (Vacacional, Acapulco). Ha publicado en Punto de partida, Punto en línea, Ágora, Opción, Mono, La otra voz, Trinchera, Acapulco Cultura, Minificción, Monolito, Rankia, Palabrerías, Zompantle, Capote, Enpoli, Sputnik, Periódico Poético, Revista Noche Laberinto, Letras y Voces, Irradiación, Campos de Plumas, Revista Pirocromo, Revista Alcantarilla, Revista Hipérbole Frontera, entre otras. Parte de su obra ha aparecido en antologías de minificciones y cuentos.

«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #06 Ánuar Zúñiga



Host: Jorge Sosa


“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos. 

El sexto y último episodio de la primera temporada de “¿Qué comen lxs poetas?” recibió a Ánuar Zúñiga, el poeta de Ciudad de México, que nos compartió su romance con los hot dogs, su larga relación con el videojuego Fallout y leyó algunos de los poemas que ha escrito recientemente.

Éste es un fragmento de la entrevista con Ánuar que puede escucharse completa en Spotify o Apple Music.


***

Bienvenido, Ánuar, como ya sabes el tema del programa gira alrededor de esta idea de que los poetas se mueren de hambre, de que la poesía es una actividad precaria, marginal dentro del capitalismo. Lo primero que le preguntamos a todxs nuestrxs invitadxs es: ¿qué piensas de esta idea? ¿Los poetas se mueren de hambre? 


Yo creo que no. Creo que de alguna manera siempre encontramos cómo subsistir. Creo que tiene que ver más con tus papás tratando de protegerte de una carrera en la que posiblemente no vayas a ser muy próspero, que de ahí surge la cosa de que los poetas se mueren de hambre.

 


Sabemos que por lo menos no se mueren de hambre. Algo comen. ¿Qué comen lxs poetas? En tu caso, en una selección que obviamente para mí no es nada sorpresiva porque he tenido el privilegio de viajar contigo a muchas partes del país y compartir hoteles, restaurantes y muchísimos puestos callejeros, elegiste hot dogs. Cuéntanos por qué te gustan tanto.


No estoy seguro si es mi primer recuerdo, pero en todo caso es uno de los primeros recuerdos que tengo, y es que cerca de donde yo vivía cuando era niño, había una Comercial Mexicana y en el estacionamiento había un carrito de hot dogs. Entonces siempre que acompañaba a mi abuelo a hacer el súper o a comprar algo, el premio era salir y comer un hot dog en este carrito con una chaparrita. Yo creo que de ahí viene mi fascinación por los jochos. 



El hot dog es una botana interesante, que como todo lo que llamamos comida gringa, es producto en realidad de la migración. El hot dog es un caso extraño porque, según pude leer, es creado en Estados Unidos por un migrante alemán que vendía almejas en la playa, pero llegó un momento en que la gente ya no quería comida fría, quería comida caliente. ¿Tú qué piensas de esta migración? ¿Cómo lo relacionas con tu obra? Porque estoy seguro de que la gran mayoría de la gente que vaya a escuchar esto la conoce, en tu obra sí ocurren frecuentemente estas referencias a la cultura pop con cosas que vienen, entre otros lugares, de Estados Unidos. 


Tengo mucha familia en Texas y tengo mucha familia en Estados Unidos del lado paterno, porque mi abuelo era capataz en un rancho en Texas. Él como mexicano, pues. Pero en algún punto le ofrecieron la nacionalidad y la aceptó. Luego mi papá, en cuanto la pudo rechazar, la rechazó porque era antiimperialista y no le gustaba estar relacionado con la cultura gringa. Pero de todas formas, se permeó bastante en nosotros, en la familia. Mucho de lo que nos tocó a mí y a mis hermanos de niños tenía que ver directamente con la cultura gringa. Veíamos, digo, creo que como cualquier persona que vive en México, televisión gringa. De alguna manera, para nosotros los premios nunca fueron ir a los tacos o ir a las quesadillas, sino era pizza o ir al McDonald's. En fin, como que crecimos con esa cosa muy conectada a lo gringo, muy arraigada desde chavito.



La segunda parte del podcast está dedicada a hablar de algo que el poeta o la poeta invitada consuma que no sea comida. Porque sabemos que uno no se nutre y no se sostiene solamente de la comida. No solamente se puede vivir de hot dogs ni de ensaladas. Y en tu caso, elegiste el videojuego Fallout, del que eres un gran aficionado. Cuéntanos un poquito de tu historia con Fallout.


Fallout ocurre en un universo distópico donde tiene muchos paralelismos con nuestro universo. La divergencia se da porque en el universo de Fallout nunca se inventa el transistor. Exactamente ahí se vuelve un universo paralelo al nuestro, donde ocurren otras cosas. Como no se inventa el transistor, pues toda la tecnología sigue evolucionando a partir del bulbo. Por lo tanto, toda la estética de los juegos de Fallout es retrofuturista. Todo ocurre en el futuro, pero es un futuro como el futuro que imaginaba la cultura occidental en los 50.


Todo a partir de los bulbos, todo con esta estética muy nuclear, como Art Deco, etc. Incluso la música de los juegos es música de la época, es música de Sinatra, de Aretha Franklin, de Dean Martin, Big Band y Jazz y de la época, de los años 30, los 40 y un poquito los 50 también. Hay una guerra nuclear entre China y Estados Unidos. Mientras ocurre esto, está esta compañía que empieza a vender espacios en ciudades subterráneas tipo búnkeres gigantes. Todos los personajes de cada franquicia del juego emergen o tienen algún contacto directo con estos refugios subterráneos. Yo conocí Fallout a partir de Fallout 3, que fue el primero que salió para PlayStation, y lo jugué por primera vez en casa de Rodrigo. Lo que me atrapó desde el segundo uno fue la toma de decisión. Tú diseñas a tu personaje, escoges desde su género, su raza, su edad, su complexión, sus habilidades y luego tienes la posibilidad de tomar decisiones cada paso del camino y cada decisión que tomas, afecta el outcome final del juego y eso a mí me parecía gigante. Terminar una partida larguísima y luego decir: voy a empezar otra pero esta vez voy a tomar este otro tipo de decisión, en fin, las posibilidades narrativas del juego se me hicieron abrumadoras y eso fue lo que me atrapó y desde ahí he sido consumidor de cada secuela Fallout que han sacado hasta el día de hoy.

 


La última parte del podcast trata de que nuestros invitados nos lean algo de lo que escriben. Creo que conozco quizá la totalidad de tu obra. Para mí ha sido algo bonito crecer al lado de autores como tú, como Andrei, como Jorge, y ver cómo cambia. Lo primero que te quiero preguntar es, ¿qué estás escribiendo? 


Justo estoy escribiendo, bueno, terminé de un proyecto que me tomó bastante tiempo, que se trata de personajes de cómic. Y terminé ese proyecto hace poquito, hace unos meses. Últimamente he estado escribiendo, tengo una idea para un proyecto nuevo, que justo tiene que ver con Fallout. Pero ahorita en realidad estoy escribiendo lo que se me ocurre como sin un gran plan. Y lo he estado disfrutando mucho, como que llevaba mucho tiempo escribiendo para cumplir con los pasos de un plan que ya tenía. Y ahorita estoy escribiendo sin ninguna otra meta ulterior que escribir, me la he estado pasando bien. Han estado saliendo poemas que creo que justo van en el camino de este otro proyecto de Fallout en el que estoy pensando a futuro. Pero sí, traje algunos poemas de eso y es lo que he estado haciendo últimamente.



¿Y tu agenda como escritor, tus planes, tu agenda se ha cumplido en el gran esquema de las cosas? 


Sí, yo creo que estoy más lejos en mi carrera de lo que jamás pensé que iba a llegar nunca en mis fantasías más salvajes cuando decidí que quería escribir. Me gusta, he conocido gente increíble y muy interesante. He conocido lugares que seguramente de otra manera no hubiera conocido. He ido a ciudades que jamás estuvo en mis planes conocer y fue una cosa a la que me llevó estar en esto y estar escribiendo y que ciertamente ha enriquecido mi vida muchísimo. Sí, diría que en el gran esquema de las cosas, mi agenda se ha cumplido e incluso ha llegado un poquito más lejos o se ha ido por lugares por donde yo no esperaba. Pero sí, estoy contento con eso.

 


Pues léenos unos poemas para cerrar esta primera temporada ¿Qué comen lxs poetas? 


BIENES INVALUABLES GANADOS EN VIDEOJUEGOS QUE HEREDARÉ A MIS AMIGOS CUANDO MUERA


no volar sino pisar ladrillos suspendidos 


una caída callada y hospital


la capacidad de postergar la fecha durante 200 años


un espejo que muestra cómo te verías 

de haber estudiado administración de empresas


zapatos llenos de arena 


palabras escritas con lodo un veneno 

que provoca olvidar el nombre 

de una canción de los carpenters


WAR NEVER CHANGES


ahora mismo no tengo

trabajo no estoy 

en mi mejor momento 


me gustaría 

nos viéramos de nuevo 

de preferencia en el futuro 

post apocalíptico donde seré 

dueño de un búnker 

subterráneo tabletas

de yodo y una ducha 

química que elimine 

hasta el 85% 

de la radiación residual


HENRY ROLLINS LE DIO LIKE A MI COMENTARIO


antes yo era como usted


:


un niño que va persiguiendo 

un globo y termina en el centro 

de un campo minado


HYDRAULIC PRESS


paso la mitad del día 

mirando videos de aplanadoras


:


aplanadora vs penca de plátanos

aplanadora vs botella de shampú 

aplanadora vs ojos de vidrio

aplanadora vs pilas duracel 


siento que es mi deber

estar del lado de la resistencia


el resultado es casi siempre 

una maraña de alambres o una pasta 

o un montículo de polvo


pero a veces


cuando estoy a punto 

de abandonar la pelea


una lata de fijador

estalla y ennegrece

los bordes de la máquina



GOTHAM 


te metes a un trabajo así porque tienes 

una madre moribunda 

un hijo en el hospital 

una mala racha en los caballos


te metes porque conoces a alguien

que conoce a alguien

porque la ciudad es 

una trampa de oso 

de la que intentas liberarte


te metes porque no logras 

mantenerte al día con las cuentas

porque no sabes 

porque no puedes

hacer otra cosa


porque a veces tienes que arriesgarte 

a que  un hombre adulto 

vestido de murciélago 

emerja de las sombras y te deje

con tres costillas rotas

y un pulmón perforado


***

El resto de la conversación con Ánuar Zúñiga lo puedes escuchar en en Spotify o Apple Music.


Si quieres saber si algún día habrá otro episodio, sigue a @jorge_kfgc en Instagram.


"Entrevista de trabajo", el próximo libro de poemas de Jorge Sosa



¿Apoco si muy triste? Una lloradita y a mandar currículums, porque se viene la factura de la luz, la factura del internet, ya casi no hay nada en el refri. Invéntate un par de habilidades, súbele otro 10% al nivel de inglés, atízale que trabajas bajo presión, que trabajas incluso bajo el agua, que te gusta mucho trabajar en equipo, que aquí vamos a sufrir todos parejo, faltaba más; y dale enviar a esa vacante en Computrabajo con la intención de que no te llamen y si te llaman, que en la entrevista de trabajo puedas responder con honor, con sinceridad, con poesía; que el trabajo es un absurdo.

Más absurdo aún cuando eres poeta, escribidor. El trabajo bien remunerado y la literatura no se llevan. En este mismo espacio nos hemos preguntado “¿Qué comen lxs poetas?”Por eso resulta interesantísima la premisa del próximo poemario del autor Jorge Sosa. 

"Entrevista de trabajo" es el próximo libro de poemas de Jorge Sosa, dividido en cinco partes, cada una con respuestas posibles a preguntas comunes hechas en entrevistas de candidatos en recursos humanos, será editado y publicado por Sindicato Sentimental.

Compartimos un adelanto del poemario y agradecemos al autor y a la editorial la disposición para compartir en Revista Sputnik dicho trabajo, que ya queremos leer por completo.

Sigan sus redes:
Sindicato Sentimental:
Jorge Sosa:


***

(Pregunta: ¿cuál es tu peor defecto?)


1.5

Un auto me persigue.


Perdón,

quiero decir

que se estaciona

cerca del lugar donde me bajo

del transporte público

o afuera del restaurante

donde estoy comiendo.


Mi esposo

me ha señalado

que se trata del modelo y color

más vendidos en el país.


Perdón,

quiero decir

que él piensa

que es mi imaginación.


A veces me acerco

intentando

no llamar la atención,

pero el conductor

enciende el motor

y se aleja de nuevo.


Lo he seguido

varios kilómetros.


Así he llegado a lugares

que nunca hubiera conocido.


Por ejemplo:

un prado bellísimo

detrás de la vieja fábrica de botellas,

en un terreno rodeado

por bardas con grafitis

a favor de la abolición

de la policía.




(Pregunta: ¿cuál es tu peor defecto?)


1:8

Fumé un cigarro

un martes de junio

en la parada del autobús

que me llevaba

de la escuela secundaria a casa.


Era el primero,

aunque mi amigo Iván no lo sabía.

Le aseguré

que ya era un experto.


Compré una cajetilla

de John Player Special,

de color negro

y más grande que las demás.

Pensé que no me la venderían.


Al encenderlo, esperaba

una asfixia súbita

como en el cine

pero el humo recorrió

mi boca, garganta y pulmones,

como una música familiar.


Después vinieron

miles de cigarros más.

pero el primero

lo prendí con los ojos cerrados

esperando que un rayo justiciero

me lo arrebatara de la mano.




(Pregunta: ¿cuánto quieres ganar?)


4:8


(Pregunta: ¿cuál sería tu trabajo ideal?)


5:1

ya nadie quiere leer tontos ****** de pájaros y no los culpo la verdad uno se cansa de

tanta palabra acerca de sus misteriosos vuelos conjuntos de la envidia mezquina por su capacidad de alejarse del suelo a voluntad de las constantes reflexiones acerca de su hábito desconcertante de pararse en cables de luz aunque casi nadie menciona la herencia de sus antepasados dinosaurios y todos sabemos que hasta la belleza cansa lo dice la canción un ***** de pájaros es el equivalente a un tatuaje de taz un error de juventud del que te arrepientes demasiado tarde porque nadie quiere realmente hablar de pájaros y cuando crees que sí en realidad quieres decirle algo a tu ex o a tus papás pero te da miedo y por eso siempre van a hacer falta algunos ****** de pájaros para las personas que necesiten recordar que todos tenemos miedo de hablar con nuestros ex y con nuestros papás aunque los ****** sean malos alguien tiene que hacerlos


***



Jorge Sosa (Ciudad de México, 1981) autor de It was a dark and stormy night (Pitzilein Books), Pony (Sikore en México y Liliputienses en España) y Yoghurt con cenizas (Niño Down en México y Liliputienses en España). Textos suyos aparecen en las recopilaciones “Efectos secundarios” (Ediciones Liliputienses) y “Blickwinkel: momento futuro” (Pitzilein Books y Goethe-Institut Mexiko).

Miembro fundador de Los KFGC desde 2009, un colectivo de arte multimedia que explora diferentes formas de presentar la poesía y sus límites con otras disciplinas, creado bajo la premisa de la muerte del autor y la posibilidad de una escritura conjunta. Durante la trayectoria del colectivo, participó en la creación de los libros “No use las manos”, “Manual de guerrilla táctica para terminar un noviazgo” y “1994”, además del volumen recopilatorio “Palabras que son átomos de un gas venenoso” publicado por Ediciones Liliputienses, que reúne la mayor parte del trabajo poético de los primeros diez años del colectivo; es cocreador de Mapa del Tiempo Perdido, un artefacto que presenta un territorio emocional a través de una topografía hecha con poemas; participó en el proyecto de creación de frases para las camisetas del equipo femenil de futbol amateur “Mininas Ferales”; colaboró en la presentación del acto de spoken word de Los KFGC en diferentes festivales como Caracol Tijuana, Verbo y el Festival del Libro y la Rosa de la UNAM; es coautor de la serie audiovisual de poesía Los Fotocopiadores, producida por Mónera, y guionista en varios de sus capítulos.

Creó el bot de Telegram “Ola Sucia” que conjunta poemas de distintos autores que se replican de manera aleatoria a través de la interacción de los usuarios; recientemente desarrolló un sistema adivinatorio de tarot con su propia obra que permite obtener un poema impreso a través de la elección al azar de un arcano mayor y es el anfitrión del podcast “¿Qué comen lxs poetas?”, realizado en conjunto con Revista Sputnik, en el que entrevista a autores acerca de sus gustos culinarios.
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