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Iván García y Los Yonkis lanzan “Baladas Tristes”, su octava y más ambiciosa producción discográfica



· El álbum doble de 30 canciones explora géneros como el folk, el rock, el country e incluso el regional mexicano.

La banda poblana Iván García y Los Yonkis estrenan este 2025 su octavo material de estudio titulado “Baladas Tristes”, trabajo que contiene 30 tracks conformadas por composiciones de Iván García y arreglos musicales de Los Yonkis. Esta nueva placa producida por Carlos Iván Carrillo y grabada en Casa Yonki, explora géneros como el folk, el rock, el country e incluso llega a experimentar con el regional mexicano.

Baladas Tristes es un álbum de larga duración que se ha cocinado durante tres años y en donde la madurez de la banda es notoria. Recientemente fue lanzado en plataformas “De vez en cuando”, el primer single del disco, junto con el video oficial de la canción, de la cual el periodista musical Juan Carlos Hidalgo expresó: “Uno de los mejores letristas del rock mexicano adelantó el primer sencillo de lo que será un álbum doble en donde conecta con el tipo de canción que ha engrandecido a Nacho Vegas”.

La presentación oficial del disco será el próximo 9 de mayo de 2025 en el foro Gato Calavera de CDMX y contará con la presencia sobre el escenario de importantes figuras del rock nacional y la canción de autor que serán revelados días antes de este concierto que promete ser especial e irrepetible. El cartel de la presentación fue obra del artista visual Roberto Iván González, creador de las populares ilustraciones “Los Románticos Pendejos”. Los boletos de acceso ya están disponibles en taquilla de Gato Calavera y en la plataforma Passline con un costo de 350 pesos.


Previamente al concierto se llevará a cabo una primera etapa de la publicación del disco a través de
Bandcamp, plataforma que ha optado por acordar una retribución más justa con los artistas independientes. Además de ser una alternativa idónea para que los fans irredentos adquieran el álbum antes que cualquier persona y de su eventual llegada al resto de plataformas.

El lanzamiento en Bandcamp está programado para el 1 de mayo del 2025 a las 22:30 horas mediante una "Listening Party" que se llevará a cabo en un foro emblemático de la ciudad de Aguascalientes, pero donde los seguidores desde cualquier parte del mundo podrán conectarse y escuchar todo el disco en una sesión exclusiva en línea donde podremos charlar en vivo con el artista sobre las canciones y comprar el álbum digital.


*En exclusiva para la tripulación de Revista Sputnik: en este LINK puedes precomprar el álbum "Baladas Tristes" de Iván García y Los Yonkis y obtienes 2 pistas ahora (streaming desde la aplicación gratuita de Bandcamp y también disponibles para descargar en alta calidad en formato MP3, FLAC y otros) y el álbum completo cuando sea su lanzamiento.


El fragante aroma britpop de Jardín Verneú

Texto y Fotos: Polo Bautista


Los compositores, productores y multiinstrumentistas oaxaqueños Robért y Danny Van, son unos apasionados de la música desde su tierna infancia. Con The Beatles, la poesía beat y el jazz como sus máximas referencias, los hermanos emprendieron el arduo sendero de la autogestión y la independencia para cristalizar sus respectivas propuestas personales en diferentes sencillos y LP’s. No obstante, actualmente sus esfuerzos confluyen en Jardín Verneú, un flamante proyecto que revive el aroma y la frescura del britpop con el halito clásico del rock. Su EP debut está próximo a lanzarse y algo se habló de eso, aunque en esta entrevista también hubo ocasión de profundizar en otros asuntos como sus primeros pasos, sus trabajos personales, el estudio que manejan, las vicisitudes que enfrentan diariamente y la fragancia de su sonido.

 

¿Cómo fueron sus inicios en la música?

Robért Van: Ese tema es justamente todo un rollo, porque no tenemos familiares directos que sean músicos o se dediquen a cualquier otro arte. Sin embargo, nuestro compromiso es con la música. Nos gusta decir que fue algo con lo que conectamos, algo propio, una búsqueda y principalmente un gusto personal, el cual desarrollamos sobre el camino sin mucha influencia de otras personas. Claro que a nuestros padres les gusta la música, pero generalmente en casa escuchábamos tríos, rondallas, música romántica; aunque el rock lo descubrimos por nosotros mismos. Realmente empezamos oyendo a The Beatles. Cuando tenía cinco años encontré la película Help! (1965), y cambió todo. De pronto quise ser como John Lennon sobre el escenario. El cuarteto de Liverpool nos condujo más tarde a The Rolling Stones y de ahí tiramos del hilo con el cual conocimos a todas esas bandas de los años setenta, ochenta, noventa, etcétera. Por otra parte, nuestros comienzos también fueron un poco raros, porque arrancamos muy chicos en los coros de la iglesia, después participamos en tunas españolas a los siete u ocho años, hasta que a los trece formamos nuestras primeras bandas de rock, que en ese entonces la mayoría eran afines al happy punk. Eso era lo que nos gustaba: beats ágiles, guitarras con overdrive y demás. Años más tarde principiamos un grupo llamado Yesterday, el cual le rinde tributo a The Beatles y justo acaba de cumplir dieciséis años este 2025. En la ciudad de Oaxaca fue el primer grupo tributo beatle y continúa hasta hoy como el único. Hemos tocado en Ciudad de México (CDMX), para distintos festivales y nos ha ido bien con ese proyecto.

Danny Van: Como empezamos muy chicos nuestros papás pensaron que pronto se nos pasaría la inquietud, pero fuimos creciendo y seguíamos en lo mismo, incluso más adentrados. Queríamos hacer nuestra propia música, así que buscamos la forma de grabar ideas y materializarlas, escribir letras y también enfocarnos en todo lo visual. No tuvimos una guía o alguien que nos orientara para que fuéramos a un estudio o siguiéramos los pasos indicados. Por lo que fue una búsqueda y progresivamente descubrimos lo que se tenía que hacer. Nuestros papás vieron que la cosa iba en serio y nosotros les decíamos que queríamos estudiar música, aprender, hacerlo bien. Desde la ejecución, la creación y la esencia. Leímos mucho acerca de las bandas que nos influyeron y todo eso queríamos para nuestros proyectos. Creo que lo hemos ido logrando poco a poco. Yo soy más chico que Robért y tenía siete u ocho años cuando formamos la primera banda. En ese entonces era el baterista. Mi hermano fue quien me incitó a escribir mis propias canciones. Componer, crear y experimentar en el estudio es lo que más disfruto. Además, desde chicos ambos coincidimos mucho y pasa que la gente a veces piensa que somos gemelos. Entonces en el estudio es muy fácil la comunicación que tenemos. Lo que pensó Robért, seguramente yo también ya lo pensé. Considero que desde que iniciamos Jardín Verneú como un grupo de rock, hemos sentado bien las bases y sobre eso intentamos brindarle a la gente sensaciones, colores, experiencias y una identidad muy auténtica.

 

Robért tengo entendido que cursaste tus estudios musicales en Xalapa, mientras que tu hermano Danny permaneció en Oaxaca y se adentró en la producción musical. ¿Cómo fue que decidiste dejar tu hogar? ¿Y de qué manera construyeron sus proyectos estando alejados?

RV: Nuestros papás han tenido que aguantar algunas cosas y otras los han puesto de cabeza, pero hemos ido descubriendo juntos este camino. A mí me tocó abandonar el bachillerato y como te imaginas, a mis padres eso no les cayó en gracia, pero lo hice para estudiar lo que quería. Dejé mi casa con rumbo a Xalapa e ingresé al Centro de Estudios de Jazz (Jazzuv). Permanecí allá unos años, pero para eso tuve prácticamente que escaparme. Cuando se dieron cuenta yo ya estaba en Xalapa y les avisé desde un teléfono público. Un año antes mi mamá me acompañó a la CDMX, porque yo estaba buscando escuelas. A comparación de Oaxaca que era y continúa siendo una escena algo chica, allá conocí muchas bandas y músicos. Entonces ir a la capital fue como una cachetada de realidad y posteriormente en Xalapa, gracias al Festival Internacional Jazzuv que convocaba a músicos de la escena neoyorquina y de otros países, fue que descubrí infinidad de géneros e influencias como la música latina, africana, por supuesto el swing o el cool jazz. Este último nos inspiró para trasladarlo al rock, en eso que llamamos “cool rock”. Admiramos el jazz de los años cincuenta, a Miles Davis e igualmente la literatura beat.

DV: Mientras Robért estaba en Xalapa, yo aún estudiaba la secundaria. Quise salir también, conocer nuevos lugares y descubrir otras músicas, pero era muy difícil para mí y tuve que quedarme en Oaxaca. No obstante, me enfoqué en la producción musical y empecé a grabarme. Probé lo que podía hacer con la computadora y los sonidos nuevos o raros que le extraía. Así compuse mi primer álbum solista y cada que Robért venía de Xalapa por vacaciones o lo que fuera, le enseñaba mi trabajo. A su vez, yo notaba sus progresos como músico y eso me alentaba a mejorar mis habilidades y conocimientos. Cuando Robért regresó definitivamente a Oaxaca, hablamos más en forma de lo que sería Jardín Verneú. Para entonces ya teníamos las condiciones establecidas: experiencia en el estudio, idea clara de cómo hacer sonar eso que teníamos en la cabeza, el mensaje que queríamos transmitir, los colores, los visuales, etcétera. Salíamos a caminar por la calle o los parques y conversábamos. Llegado el momento grabamos y armamos el espectáculo. Hasta la fecha todo ha ido bien, porque creo que la gente conecta y se adhiere a la propuesta de Jardín Verneú. Creemos que nuestra música es real y denota quienes somos. Cada presentación es especial y así hemos conocido a muchas personas.

 

Robért, Paisaje y geometría (2020) es tu disco debut el cual se decanta por un estilo más acústico, con letras intimistas y matices de bossa nova. ¿En qué te inspiraste para hacerlo?

RV: Antes de ese disco compuse muchos temas, pero ese periodo fue más bien una búsqueda identitaria y un proceso. Ir a Xalapa me mostró que había gente con cosas qué decir u ofrecer y que me nutrieron para crear mi música. En el jazz solía manejar compases compuestos, armonías y demás, pero inevitablemente llegué a un punto de saturación. Entre eso y otros asuntos de mi vida personal como el dejar mi casa, la ciudad donde crecí, terminar con relaciones que no me habían hecho bien, más mi búsqueda por saber quién era, me originaron una depresión bastante fuerte y ese disco es prácticamente una crónica de mi sanación. Hubo un tiempo durante mi estancia en la Jazzuv, que mis asuntos escolares marchaban bien, tocaba estándares de jazz y música académica, pero caí en cuenta de que el camino original que me había llevado a la música era tocar, grabar y presentar mi propia música, la cual se estaba desviando con otras cosas. El punto de quiebre vino y decidí regresar a Oaxaca, supuestamente solo por dos meses para después irme a CDMX e integrarme a algún grupo y conocer más, pero terminé por quedarme nuevamente en mi ciudad natal. Durante ese lapso compuse las canciones de Paisaje y geometría y las grabé con Danny. En lugar de meterle compases compuestos o armonías complejas, opté por algo más simple y que estuviera conectado al origen. Entonces decidí hacerlo acústico. Experimenté con grabaciones de sonidos corporales, agua de los ríos, hojas, etcétera. Me metí en un viaje medio hippie, empecé a sanar mi depresión y cuando lo terminé era completamente otra persona. Había cambiado y aprendido.

 

Los últimos sencillos que publicaste son “Abril” (2022), “Zenit” (2023) y “Canción de invierno” (2025). ¿Tienes planeado lanzar un nuevo disco o algún otro sencillo este año?

RV: Tengo compuestos varios discos que me gustaría lanzar, pero sufrimos mucho por los tiempos. Ahora estamos enfocados exclusivamente a la producción de Jardín Verneú, entonces dejamos de lado momentáneamente mi proyecto. De hecho, Danny también tiene preparado su disco para lanzarlo en cuanto sea posible. Como tenemos que trabajar en la mezcla y las producciones de todo nos cuesta trabajo administrarnos. Quisiéramos dividir el trabajo entre diez personas diferentes y poder centrarnos apropiadamente en cada proyecto. Mis discos ya están compuestos, pero obviamente falta grabarlos, producirlos, instrumentarlos y demás. A lo mejor este año lanzo algunas canciones sueltas.

 

Danny, por tu parte debutaste con los sencillos “Portal simulapsis” (2020), “Retro romance” (2021) y el LP con matices electrónicos “Encuentros inusuales” (2021). ¿Qué me puedes decir de estos trabajos?

DV: Mi proyecto es totalmente distinto al de Robért. Justo lo que dices, está más tendido hacia lo electrónico, el pop, el rock y el indie. Yo lo catalogo como música retro futurista. Desde un principio quise darle esa esencia al álbum y a mi proyecto. Tomé referencias de música ochentera que me gusta, pero al mismo tiempo quise darle un toque del porvenir, con sintetizadores y guitarras que remitieran al sonido de esa época, pero trayéndolo a la actualidad. En ese tiempo escuchaba proyectos que tenían álbumes conceptuales: The Beatles con Sgt. Peper’s Lonely Hearts Club Band (1967), Pink Floyd con The Dark Side of the Moon (1973) o The Wall (1979). Entonces, desde niño siempre quise hacer un álbum conceptual. Así concebí mi disco que trata sobre los viajes en el tiempo. Al lanzarlo investigamos si en Oaxaca existía algún trabajo previo de este tipo y nos llevamos la sorpresa de que el mío era el primero. Si bien, las canciones no están estrictamente entrelazadas musicalmente hablando, sí guardan una idéntica esencia y van sobre lo mismo. Por otra parte, en los shows en vivo implemento aspectos teatrales en tres dimensiones que resultan muy atractivos para el público. Hicimos unos vinilos de Encuentros inusuales, con código descargable, portada y todo el arte en colores y efectos RGB-3D, para que pueda apreciarse en plenitud con ayuda de unos lentes 3D, como los que uso al tocar esas canciones. Posteriormente saqué “Nicteria” (2023), que funciona como el puente de mi siguiente álbum “Hologramatic”, del cual solo he lanzado la primera canción con el mismo nombre. Tengo boceteado todo el álbum, pero como comentó mi hermano, estamos actualmente avocados en Jardín Verneú. Ambos discos LP’s forman parte de una trilogía musical que estoy preparando, pero que debo darme espacio y tiempo para terminarla y publicarla.

 

Supongo que este año tienes pensado lanzar algunos sencillos más.

DV: Esa es la idea. Después de sacar el EP de Jardín Verneú, lanzaré temas de mi proyecto personal. Asimismo, voy a programar algunas fechas, tal como hice en 2023, cuando llevamos mi espectáculo a CDMX, Monterrey, Estado de México (Edomex) y por supuesto aquí en Oaxaca. Observamos una muy buena respuesta hacia ese tipo de música. Ocurre que la gente que se adhiere a alguno de nuestros proyectos generalmente termina escuchando el resto de nuestros discos. Hay mucha música y aunque todo es distinto, nos complace ver cómo las personas se vinculan con cada parte.

 


¿Cómo y cuándo nació Jardín Verneú? ¿A qué se refiere su lema: “El nuevo aroma del rock”?

RV: No tenemos una fecha precisa, pero creo que la idea comenzó aproximadamente desde el dos mil quince o dieciséis, cuando todavía estaba en Xalapa. Desde entonces pensábamos en algo con las características que ahora ostenta Jardín Verneú, pero sentíamos que todavía necesitábamos crecer en muchos sentidos para transmitir o plasmar lo que realmente deseábamos. Nos fuimos preparando, trabajamos, generamos conceptos y poco a poco se nutrió el proyecto. Revisamos demos y canciones que ya teníamos. Después empezamos a montarlo y la primera vez que tocamos fue en el 2023, al lado de una banda que vino de CDMX. A partir de ahí, empezamos a presentarnos en vivo y salieron oportunidades de tocar fuera de Oaxaca. Con respecto al lema de la banda, resulta que colaboramos con gente que se dedica a lo visual, el diseño gráfico, el cine y todas las artes en general.

Pero algo importante que queríamos infundirle a Jardín Verneú era una esencia aromática u olfativa. De esa forma llegamos a la conclusión de que queríamos hacer un grupo de rock que fuera similar a una fragancia.

DV: Que oliera a éxtasis de rock.

RV: Me gusta plantearlo como la experiencia de atravesar el pasillo departamental de una perfumería y enseguida percibir ese aroma fresco, el cual incita a la libertad, el momento, el querer comerse al mundo, el sentirse bien con uno mismo y darle sentido a la vida. Que pese a lo que dicten las tendencias uno pueda hallar su propio ritmo y ruido.

 

¿El nombre de la banda encierra alguna connotación especial?

RV: El nombre nació sin un significado y se lo añadimos posteriormente. Verdaderamente queríamos un título que fuera auténtico y propio. Sin embargo, la palabra “jardín”, más que su acepción concreta, lo que visualmente nos gustó fue su grafía, la cual encierra el aura de una banda de rock y de los rockstars.

DV: Es lo que la palabra te provoca. Despierta mucho la imaginación y las percepciones.

RV: Ya teníamos “jardín”, pero quisimos complementarla con algo más. Como siempre nos ha gustado la poesía existencialista, la literatura beat y los poetas malditos, optamos por otra palabra que de solo verla u oírla le añadiera un cariz francés o inglés. “Verneú” salió de un juego de palabras. En ese sentido, también la estética que manejamos en el grupo proviene o se inspira en esta onda beatnik.

 

¿Quiénes más los acompañan en este proyecto?

RV: Danny y yo siempre nos hemos sentido bien trabajando como dupla, pero queríamos que esto fuera una banda de rock, ya que consideramos que se ha perdido gran parte de esa esencia. Por eso está con nosotros nuestro amigo David Tormenta en el bajo y Alfonso Lobera en la batería. Este último es originario de la CDMX y anteriormente tocaba con Los Dee-pers. Alfonso fue un hallazgo, porque nosotros lo conocimos con su banda en la primera presentación de Jardín Verneú y posteriormente coincidimos en otro compromiso dentro del Edomex. En ese entonces realmente no teníamos músicos, por lo que platicamos con él y primero entró como tecladista, para luego pasarse a la batería. David, Danny y yo vivimos en Oaxaca, pero a Alfonso lo vemos cuando tenemos compromisos fuera, como al que acudimos recientemente a Guadalajara.

 

¿Qué dinámica de composición utilizan?

RV: Solemos vernos como una sola persona, porque nos complementamos. Anteriormente mencioné que nos fascina The Beatles y nos gusta pensar que somos una especie de Lennon-McCartney. Es decir, somos un dueto donde a veces no se sabe quién compuso más que el otro, pero que a fin de cuentas tenemos el mismo producto. En mi disco acústico, Danny grabó varias guitarras y percusiones. Igualmente, yo en su disco grabé guitarras, bajos y aporté ideas. Por lo general, cada quien lleva toda la pieza hecha, pero los riffs, la batería y el resto lo vemos en el proceso. Sucede también que a veces yo tengo una melodía y Danny le pone la letra.

DV: Si Robért tiene una idea empezamos a trabajar sobre ella. Lo mismo en mi caso, si yo tengo una canción que considero podría funcionar para Jardín Verneú la abordamos. A veces uno aporta más que el otro, pero sin duda ambos cooperamos para el mismo resultado. Entonces no vemos este asunto como si alguno fuera el compositor principal. Eso sí, Robert canta las canciones que propone y yo las mías, pero siempre intentamos elaborarlas entre los dos. Ahora nos dividimos el trabajo a causa del poco tiempo, ya que no nos abastecemos para hacer todo lo que quisiéramos. Yo me encargo de la mezcla, el audio y las grabaciones. En tanto Robért se ocupa más de los aspectos visuales, las portadas de los sencillos y los videos.

 


Veo el gran esfuerzo y la completa dedicación que le imprimen a sus proyectos. Lanzar y promover todo lo que implica Jardín Verneú desde la independencia o la autogestión es muy complicado. ¿Además de la falta de tiempo qué otros obstáculos tienen que sortear?

RV: Creo que mencionas una parte muy interesante, porque desde el principio y por nuestras circunstancias familiares hemos tenido varias bardas que saltar.  Abrazamos la cultura del “hazlo por ti mismo”, ya que no tuvimos otra opción. Si queríamos producir nuestras ideas no había otra manera más que ir echando a perder algunas cosas y aprender en el camino. Todavía tratamos de observar y crecer junto a otros proyectos que tienen más experiencia. Pese a que requiere bastante dedicación hacer esto, no nos vemos en otra cosa y realmente lo disfrutamos. No contamos con un “Plan B”. Efectivamente, nosotros también tenemos grupos de covers y tocamos todos los fines de semana. Vivimos de la música desde hace años. Lo desconocido a veces supone equivocarse, pero lo importante es hallar nuevamente el camino y no quedarse estancado. No obstante y volvemos al punto, por el momento el inconveniente más grande es el tratar de darnos el tiempo para todos los proyectos que queremos hacer. Otra complicación relativa es el vivir en la ciudad de Oaxaca, pues indudablemente es un estado culturalmente rico y aporta mucho a las tradiciones como la música regional, la Guelaguetza, etcétera. 

Sin embargo el rock está un poco en el subterráneo. El público y la gente que goza con este ámbito está totalmente ajena de las cuestiones gubernamentales. Las oportunidades que hemos tenido de viajar a otras entidades las recibimos de apoyos diferentes o externos, más que de aquí. Es saltar la barrera de lo tradicional. No quiero decir que se quite, sino que se enriquezca con otras tendencias que se hacen desde la electrónica, el rap, el rock, el indie, etcétera. Tenemos suerte de tocar en otros lados y expandirnos.

 

¿Alguna vez han considerado instalarse en CDMX para posicionar mejor su música?

RV: Estamos dispuestos a dirigirnos hacia donde nos lleve el proyecto. Aquí en Oaxaca tenemos nuestro estudio. Yo ya estuve algunas temporadas en CDMX y Xalapa, pero si debemos movernos lo haremos en algún momento.

DV: Otra posibilidad es hacer temporadas fuera de Oaxaca. Ahora estamos ocupados en los nuevos sencillos y en cuanto terminemos queremos seguir girando. Es complicado ya que tenemos aquí las herramientas, los instrumentos y todo. Afuera nos sentimos un poco desarmados, porque solo podemos llevar nuestras mochilas y las guitarras. Por eso queremos terminar este EP y después lo que venga, trasladarnos a donde sea.

 

¿Cuál es el nombre de su estudio y cómo lo armaron?

DV: Cuando comenzamos a registrar los primeros demos hace más de diez años, por ahí de dos mil diez, fue Robért quien descubrió un programa para grabar en multipista.

RV: Al iniciar nuestras composiciones nos tocó esa etapa de cuando las disqueras estaban cuesta abajo. En algún momento yo dude si invertir mi dinero en comprar equipo para grabarme o ir a un estudio. Recuerdo que en un cumpleaños mi mamá me regaló una grabadora de reportero. Grababa alguna cosa, cantaba y tocaba el bajo encima. Entonces, buscando por internet me topé con un programa súper básico de edición de audio. Lo descargué y grabé la batería, el bajo, las guitarras y la voz. Admito que quedó todo feo, pero me sentí muy contento al escucharlo, porque era la primera vez que estaba todo en una pista. Fue como si hubiéramos descubierto el fuego. De hecho, quemé el puerto de mi computadora, porque no sabía que necesitaba una interfaz de audio y conecté directamente los instrumentos.

DV: No conocíamos nada de ese mundo y así iniciamos. Como dije antes, yo me involucré un poco más y en mi cuarto monté un home studio, que en realidad solo era mi computadora, un micro y una interfaz. Pasaron varios años y fuimos aprendiendo a grabarnos mejor. Después pensamos que ya era hora de formalizar el estudio e infundirle un sello propio que identificara todos nuestros proyectos. Invertimos en equipo y logramos formalizarlo hace tres años. Finalmente teníamos un espacio dedicado especialmente a nuestra música. Se llama Van Records Studios.

RV: Una temporada tocamos bastante con muchas bandas de los años sesenta y setenta (La Resurrección, El Gruhpo y Los Beethoven’s), acá en Oaxaca. Nos empezaron a jalar como bajistas o guitarristas y nos fue bien. Tocábamos toda la semana y nuestra paga la invertimos en el equipo. Nos gusta mucho las sonoridades de los instrumentos sesenteros y setenteros. Prácticamente eso es lo que grabamos en Jardín Verneú, lo que le da parte de su identidad sonora.

 

Jardín Verneú tiene tres sencillos lanzados: “Mañana”, “Error” y “Cada día”. ¿Cuál es su próximo sencillo en publicarse?

RV: Desde el año pasado ya casi lo teníamos listo, pero por estar de gira lo aplazamos. En este momento nos encontramos trabajando dos nuevos tracks, más el próximo sencillo y con eso completamos el EP. Adicionalmente en unas semanas estrenaremos el videoclip de “Cada día”. Es una propuesta visual que abraza un redescubrimiento de nuestra mexicanidad y lo divino. Lo vamos a presentar con un show acústico aquí en Oaxaca. Antes de que acabara el año pasado lamentablemente nos quedamos roncos, se nos fue la voz y eso retrasó los planes, pero sirvió para aprovechar el tiempo en el estudio. Lo único que nos falta del siguiente sencillo es grabar unas partes de la voz, pero estamos esperando a que Dany se componga para que pueda cantar. En un mes o mes y medio estará listo e inmediatamente después lanzaremos el EP.

 


¿Qué detalles pueden adelantar sobre el EP debut de Jardín Verneú? ¿Planean una edición en formato físico?

RV: Sigue la línea de lo que se ha escuchado hasta ahora, la misma esencia, guitarras con overdrive, sintetizadores y también cierta influencia de música francesa. Nos recuerda al cine galo de los setenta, en blanco y negro y al género noir. Las letras están inspiradas en la poesía beat, con alusiones celestiales o divinas. Solo podemos adelantar eso, el nombre está encaminado hacia tales temas y una vibra britpop.

DV: Las pocas personas que ya escucharon el próximo sencillo dicen que les ha gustado mucho. Que de todas las canciones de Jardín Verneú, es su favorita y en vivo seguramente irradiará abundante energía. En efecto, estamos considerando lanzarlo también en formato físico, ya que apreciamos el arte que contienen los discos. Escucharlos mientras uno observa el contenido.

 

¿Además del EP qué otros planes tienen para este año?

RV: Con el lanzamiento del videoclip vamos a estrenar nueva mercancía: playeras, posters, etcétera. Durante las giras a veces no podemos llevar mucho, pero vamos a preparar nuevos souvenirs centrados en los lanzamientos. También planeamos salir de gira y presentarnos en donde haya espacio para la nueva música. Igualmente quisiéramos participar en algunos festivales. Buscamos ampliar los escenarios, que la gente conozca nuestra música y lo que pasa en la escena oaxaqueña.



Ummagumma: 14 años siendo el refugio de los solitarios


Por Jonatan Frías |


Durante 14 años el Ummagumma ha sido para mí algo más que el lugar de los encuentros: ha sido refugio, ha sido referencia: ha sido identidad. No voy ahí porque sea el lugar de moda o en el que sirvan los mejores tragos, voy ahí porque lo siento mío, al igual que lo hacen todos los demás que de tanto vernos las caras hemos terminado por conocernos por nombre. Vamos a refugiarnos de las vanguardias y de las modas; vamos a sentarnos a ver cómo abren y cierran lugares mientras este rincón de fachada verde permanece.

Hemos envejecido con él, porque aquellas primeras personas que empezamos a ir desde aquel diciembre de 2010, celebrando que por fin teníamos un lugar en donde escuchar a The Cure, a Bowie, a Bauhaus, a Joy Division, a Depeche Mode, seguimos siendo las mismas personas que estamos ahí. También nosotros nos caemos a pedazos y también a nosotros nos hace falta una modesta restauración. Algo no ha cambiado: el gusto que tenemos por la música todos los que vamos. Serían incontables las veces en que, ya puestos a discutir sobre algún disco, se juntaron más de dos mesas de perfectos desconocidos para determinar de una buena vez y para siempre, quién tenía la razón.

Lejos quedan ya los jueves en que iba yo a sentarme a programar durante algo más de dos horas la misma música que sigo poniendo en mi casa: Radiohead, Sonic Youth, Patti Smith. Llegaba con Vico a la misma mesa donde siempre lo encontramos y pedía una cerveza y un mezcal, conectaba mi vieja computadora azul y nos poníamos a indagar en la memoria no sólo las viejas canciones, si no las distintas versiones que podíamos encontrar de cada una de ellas. Esa historia duró poco más de un año, pues los caminos me llevaron a mudarme a otra ciudad en la que en vano agoté los lugares buscando encontrar un espacio que remplazara al Ummagumma. Eso evidentemente nunca ocurrió.

Regresé y aunque podía pasar temporadas muy largas sin poner un solo pie ahí, algo de paz se respiraba en el ambiente con sólo saber que el Ummagumma seguía en pie y que era cosa de un día cualquiera pasarse por Carranza para poder escuchar, como siempre, las mejores propuestas de música; porque si algo distingue a este lugar en el que la Música es identidad, es que nunca ha traicionado su visión de descubrir, apoyar y promover proyectos de altísima calidad. No son pocas las bandas que hoy dominan la escena indie y alternativa del país que hicieron algunas de sus primeras presentaciones ahí.

Por eso es algo más que el lugar de los encuentros, el refugio de los solitarios, la elección de los que aman la música, la opción incuestionable de los que quieren descubrir nuevas propuestas, el búnker de la resistencia. El Ummagumma cumple 14 años y los que hemos estado ahí desde el inicio, los que hemos sido testigos de sus distintas etapas, sabemos plenamente todo lo que nosotros le debemos. Larga vida al Ummagumma.

El «Sindicato Rupestre»: casa de un movimiento que trasciende


Por Iván Gutiérrez | Fotos: Sindicato Rupestre


En la historia del Movimiento Rupestre ha habido diferentes actores y plataformas que han llevado este legado musical por diferentes rumbos y espacios, pues se trata de un movimiento que ha tenido momentos históricos significativos en las últimas décadas, siendo una corriente contracultural que sigue teniendo gran repercusión e impacto en miles de músicos y oyentes en México.

Entre los participantes quizás más “recientes” de esta vertiente musical se ubica el “Sindicato Rupestre”, un lugar que en la última década se ha convertido en la casa de aficionados y músicos pertenecientes a este movimiento. Decididos en ahondar más sobre los inicios de este espacio y en su rol como promotor de lo rupestre, platicamos con Arturo Gutiérrez Zamora, alias “Simon” Zamora para el barrio. A continuación una charla cuya lectura seguro se disfrutará más con una playlist que incluya a Gerardo Enciso, Rafael Catana, Jaime López, Rockdrigo González y todos esos grandes compositores agrupados bajo el nombre de “Rupestres”. 

 ***

I: ¿Cómo, cuándo y dónde nace el Sindicato Rupestre? Según pude investigar en línea, lo fundan en el 2015 Simon Zamora y Omar Hernández, si bien la tradición rupestre tiene muchos años más detrás, cierto…

S: Siempre me ha gustado el rock mexicano en general, tengo un grupo en Facebook que se llama “Los Discos Fundamentales del Rock Mexicano”, y he colaborado en diferentes revistas y libros desde el punto de vista del coleccionista. En los 80s me gustó sobre todo el movimiento “Rupestre”, estos cantores de estilo folk. Los descubrí cuando murió Rockdrigo González en el temblor del 85 y se hizo de culto, me compré su cassette en El Chopo y empecé a descubrir que había más compositores del estilo, y me gustaron mucho, por las letras, la poesía, era un género que no encajaba mucho con el rock urbano que dominaba por aquellos años o las propuestas de rock mexicano que ya firmaban con compañías más grandes.

Los Rupestres siempre tocaron en lugares pequeños y muy undergrounds, nunca se masificaron, no sabía bien dónde ubicarlos, no podían ponerlos en festivales muy grandes porque como no traían banda la gente no los recibía bien, y tampoco los podían invitar a lugares de cantautores, como las peñas, porque su propuesta era un poco más rockera, estaban como en medio de ambos.

Desde que los descubrí siempre me gustaron los Rupestres. A principios de los dosmiles un amigo tenía un bar ahí en Coyoacán, y por esas fechas fui a ver a Jaime López a un lugar muy pequeño, éramos unas quince personas, yo lo conocía desde los 80s, y en esa ocasión le dije “oye, un amigo tiene un lugar, ¿cuánto nos cobrarías por tocar ahí?”, hablé con mi compa y organizamos así la tocada. A partir de ese concierto conocí gente que me dijo “oye por qué no contactas a Arturo Meza para que venga a tocar”, y me lo encontré en el Alicia tiempo después y lo invité, y también fue a tocar con nosotros, y así empezó a crearse una pequeña red de gente, imprimíamos flyers y los íbamos a pegar a CU y la gente nos llamaba para preguntar por boletos, y de repente se llenaban los eventos.

En aquel tiempo solo el Alicia jalaba a los Rupestres, sobre todo en el aniversario luctuoso de Rockdrigo hacían un evento con todos ellos, pero faltaba un lugar para el movimiento, para los Rupestres y los que no eran del movimiento primigenio pero se fueron uniendo, como Gerardo Enciso, Carlos Arellano, Armando Rosas.

Por ahí del 2013 me habla Carlos Arellano y me dice, voy a estar allá en Ciudad de México con Gerardo Enciso. Con Gerardo nunca habíamos hecho nada, porque como era de Guadalajara ya traerlo estaba cabrón, entonces Carlos me propuso que hiciéramos algo en Coyoacán, le hablé a mi amigo Omar Hernández —a quien conocí en una tocada de Arturo Meza— y le pedí que me ayudara con la logística. Al final fue un evento muy padre porque se llenó, y aparte llegaron al lugar otros músicos como Armando Rosas, Armando Palomas, entonces la gente dijo “éste es el Rincón Rupestre”, y otro amigo dijo “¿por qué no nos ponemos el Rincón Rupestre y hacemos tocadas de este tipo?”, y le dimos para adelante.

En ese colectivo éramos Omar, tres amigos más y yo, y nos lanzamos a hacer el Rincón, en el Bar San Francisco, ahí en Coyoacán. Después tuvimos un par de diferencias con el lugar y nos fuimos a un punto en la Roma, pero no funcionó porque la gente de ahí, cuando vieron que sí había bastante asistencia, ya querían parte del cover (que iba íntegro para el artista). Entonces mejor lo dejamos por la paz.

Tiempo después, en 2015, fui a Sonart, una escuela de música donde mi sobrino tomaba clases, y aunque el lugar se me hizo chico y no cabían mesas, pensé que podía funcionar para algo alternativo, como una fiesta; hablé con Germán (el dueño) y llegamos a buen acuerdo. Le dije entonces a Omar que hiciéramos algo ahí con Iván García con la idea de jalar al público joven, porque necesitábamos recaudar fondos para comprar una bocina, entonces hicimos el primer show con el nombre “Del Rincón para El Rincón”, y a la gente le gustó, se sentía como una reunión de amigos en el patio.

En esa primera tocada tuvimos malentendidos con los otros amigos del Rincón, total que se disolvió el Rincón esa noche. Días después Omar y yo decidimos renombrar el proyecto, y le pusimos el “Sindicato Rupestre”, jugando con la onda sindical, y le pusimos la mano obrera con la guitarra. Poco después nos llamó Enciso, que quería armar algo en Ciudad de México, le comentamos del espacio y dijo “va hay que armarlo”, y estuvo genial porque ese día se llenó y luego llegó Jaime López, se echaron un palomazo, y poco a poco se empezó a posicionar como un lugar donde llegaban de visita los músicos rupestres. 


Platícanos de la tradición rupestre, cómo la podrías describir para quienes no tienen mucho conocimiento sobre esta corriente musical… ¿Cuáles son sus ideales? ¿Quiénes son algunos de sus exponentes? ¿Qué tipo de música es?

Los rupestres son músicos que venían tocando desde principios de los 80s en sus proyectos individuales, músicos como Jaime López, José Cruz (de Real de Catorce), Roberto González, Emilia Almazán, varios músicos que no encontraban en las peñas espacio, que tenían una onda más folk, en sus letras no eran tan románticos clásicos, sino más urbanos, con mucho sentido del humor. Se empiezan entonces a agrupar y a tocar en el Foro Tlalpan, ahí tenían un espacio que se llamaba “Cada quien sus rolas”.

Rafael Catana era de los que procuraba mucho presentarlos entre ellos, “mira él es Arturo Meza, es de Michoacán”, y se juntaban mucho en un café-bar en Tlalpan que se llamaba “El Cometa”, para armar la bohemia, ahí presentaron a Rockdrigo a los demás. Fue algo muy espontáneo, para muchos nunca fue un movimiento, más bien una reunión de amigos, para otros sí fue un movimiento porque tenían ciertas características, leían más o menos la misma literatura, escuchaban a los mismos músicos, tenían una onda social-política parecida.

La foto famosa de Los Rupestres es cuando deciden hacer el Colectivo Rupestre, Rockdrigo escribe un manifiesto con su humor, diciendo cosas como “los Rupestres somos músicos que tocamos con instrumentos de palo”. En esa foto aparecen Fausto Arrellín, Nina Galindo, Eblen Macari, Roberto González, Roberto Ponce, Rafael Catana y Rodrigo González. Algunos como Jaime López no quisieron entrarle de lleno a esa etiqueta de “rupestre” pero eran del mismo grupo. Había también muchos músicos de bandas que eran afines como Botellita de Jerez, Mamá-Z, Cecilia Toussaint y Arpía.

Básicamente el movimiento dura muy poco, porque Rockdrigo llega a Ciudad de México en el 83, y muere en el 85, dos años fue lo que duró ese esplendor. Para algunos, a partir de que muere Rockdrigo es cuando empieza realmente el movimiento, porque es cuando los compositores empiezan a buscar espacios, pero hay diferentes versiones. En “Rupestre: ElDocumental” lo abordan muy bien, con la opinión de varios músicos.  


 

Hablando del rock-folk urbano de los 70s… ¿Rock rupestre y rock urbano es lo mismo?

No… aquí en México, en los 70s, lo más cercano que hubo fue El Pájaro Alberto, que era el cantante de Love Army. Cuando se acabó esa banda, Alberto empezó a hacer sus rolas muy al estilo Dylan, se le considera como el primer Rupestre, el primero que sonaba a rupestre, con rolas en español hechas a guitarra y armónica. Luego hay como un vacío ahí, pasa el Festival de Avándaro, y en principios de los 80s había bandas como El Tri, Dug Dugs, que estaban más en el ryhtm & blues o hasta en el progresivo, pero realmente no había onda rupestre. El rock rrbano son rolas más de la banda, con letras un tanto más sencillas. 


¿Crees que en México se le da el reconocimiento y valor que se merecen a este tipo de cantautores, que trabajan detalle a detalle la canción, que son poetas urbanos de la canción?

No, creo que se le ha dado reconocimiento a cantautores digamos más “clásicos”, dígase Fernando Delgadillo, Alejandro Filio, ellos tienen otro tipo de canción, pero para este tipo de músico, que es más una canción de propuesta, no, no se le ha dado su reconocimiento. De hecho, gente que no está inmersa en lo Rupestre piensa que muchos ya se retiraron, que ya no tocan, lo ven como algo del pasado, pero las redes sociales han ayudado a darle nueva vida.

En México el rock siempre ha sido alternativo, nunca ha sido lo más popular, y si a eso le agregas que es un rock independiente, autogestivo… no hay un gran público para este tipo de canción, nació con esa onda de que no hay un gran público. Yo siempre pongo el ejemplo de Argentina, donde el rock es muy popular, tú vas por la calle o te subes al taxi y están escuchando rock, porque allá el rock sí es música popular, aquí es la banda, el corrido. Es algo cultural. Hay un público, pero no para hacerlo masivo. Aquí hay bandas que alguna vez tuvieron cierto nivel y siguen batallando, a menos de que sean Caifanes, Café Tacuba, que bueno ahora con las redes hay bandas que ya logran conectar con su nicho y llenar sus tocadas.


Cuéntanos un concierto memorable en el Sindicato que te venga a la mente en este momento…

El que más recuerdan todos fue con Trolebús, una banda de aquí de la capital de los años 80s, que precisamente sí estaba entre el rock urbano y el rupestre, porque musicalmente es muy urbana pero las letras son muy rupestres. Sacaron un álbum en el 87 producido por El Mastuerzo. En los 90s “Choluis”, el cantante de Trolebús, se fue a vivir a España y se desintegró la banda, pero siempre quedó como una banda de culto, sacaron varios hits y se quedaron como en la añoranza.

Bueno, era el 2017 y entra un personaje muy importante, Rodrigo de Oyarzabal, él trabajó en Radio Educación muchos años, y se encargó de grabar a todos los rupestres cuando iban a cabina, a Rockdrigo, a Jaime López, a Cecilia, a todos, hay cassettes que hasta ahora siguen rolando en El Chopo, de rupestres que solo tienen grabaciones de las que hizo él.

Va, pues en el 2017 me habla Oyarzabal y me dice “Choluis viene de España, va a estar unos días, ¿por qué no lo invitas al Sindicato a que se eche unas rolas con ustedes?”, y unos días después me habla por teléfono Choluis preguntando por un lugar donde tocar, y le comento del Sindicato, lo invito a hacer un concierto pero me dice que no tiene las rolas preparadas, pero a lo largo de un mes lo vamos platicando, él empieza a invitar a los músicos de Trolebús, y al final terminamos armando un concierto increíble. Muchos descubrieron el Sindicato por ese concierto, había fila para entrar en la calle. Fue Catana, Jaime López, Armando Rosas… el mismo público eran músicos legendarios. Después de ahí Trolebús ha hecho varias tocadas.



«Love You», la vida es buena



Por Gato Arrabalero |

En enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson. De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos sintetizadores o en las guitarras estruendosas.

Los Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.

Para ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y les pidió que salieran «como si fuera 1959», que se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación, pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza, empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y fantasioso de la juventud.

Así como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron, en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You. El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron, en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una respuesta concisa: «Love You». Brian ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7 y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y disfrutar su compañía.

Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.




Cristopher Yael Esquivel Muñoz. Egresado del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, se ha desarrollado principalmente en medios audiovisuales como escritor y director. Ha recibido el apoyo de la convocatoria “Colectivos Culturales Comunitarios 2023”, en su primera emisión para el desarrollo de un documental. Recientemente, su guion cinematográfico “Estrellas” fue beneficiario de uno de los apoyos de R7D para su producción dentro de la convocatoria “Haz + Cine 2023”.

Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas


La música, ese bello arte que nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.

Si de letras finas se trata, los compositores de folk siempre han tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de influencia beatnik inspiradas en un estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.

Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.

Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.  

Bueno, ¿pero por qué estos cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una “sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.


El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—: 

“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.

Gregorio comparte que el lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo, Guanajuato, Morelos y el Estado de México.

“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.

Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.


“Rezo por vos”: un canto a la introspección y a la universalidad



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Y sí, tras una laaaarga ausencia de escritos en mi columna de Sputnik, ¡he vuelto! Y caigo en la cuenta de que, en definitiva, me siento mucho más cómoda escribiendo que entrevistando gente. No sé si tenga algo que ver con sentirme media expuesta o el hecho de tener el síndrome de la impostora aunado al de Sir. Fitzwilliam Darcy, pero nada se compara con la comodidad y seguridad de escribir un texto sin tanta presión (siempre autoimpuesta, por supuesto). Pero bueno, haciendo a un lado mis propias inseguridades, claro que lo disfruté un montón y aprendí muchas cosas en el proceso. Acá esto me suena a sesión de terapia, así que mejor corto, pero no quería desaprovechar el espacio y agradecer de corazón las lindas palabras que me hicieron llegar en estos meses a raíz de las entrevistas en “Cinetiketas” (¡incluso unas re lindas desde Australia!).

 

Pues bien, como en otras ocasiones en que me ausento y regreso de manera intermitente, anduve pensando y repensando (algo que se me da muy bien, obvi) sobre qué quería abordar en este legendario retorno a las letras (legendario para mí, déjenme soñar) y como siempre, cada momento de mi vida pareciera tener un leitmotiv bien específico y justo ahora, suena a puro rock argentino (¿tendrá algo que ver que mis entrevistados hayan sido argentinos? ¿o con la bella conexión que siempre hemos tenido con la Argentina?). Anyway. Me dispongo a contarles un poco acerca de la canción que en estos momentos, invade cada espacio de mi cabeza: “Rezo por vos”, compuesta e interpretada por dos de los músicos más influyentes de la historia del rock argentino, los maravillosos Charly García y Luis Alberto Spinetta. Y no sé bien si es por la letra, la música, la interpretación o el hecho de que es una extensión directa de la mente de este icónico dúo, pero algo hermoso tienen estos más de cuatro minutos que me gustaría compartir con ustedes, ya sea que estén familiarizados con el tremendo temazo o no mucho.




La canción nace en 1985, en un momento clave de la trayectoria, tanto de Charly como de Spinetta. Ambos ya eran figuras reconsolidadas del rock argentino, con una extensa y hermosa discografía a sus espaldas. Charly García, por un lado, ya había conocido y saboreado las mieles del éxito masivo con las bandas “Sui Géneris”, “La Máquina de Hacer Pájaros” y “Serú Girán” en la década de los 70s y continuaba explorando nuevos sonidos, tanto en solitario como en distintas colaboraciones. Por su parte, “El Flaco” era considerado uno de los compositores más talentosos y visionarios del llamado rock nacional, habiendo liderado bandas icónicas como “Almendra” y “Pescado Rabioso”. Es en este contexto que “Rezo por vos” surge como la gran colaboración entre dos artistas que, si bien ya compartían una amistad y admiración mutua, provenían de trayectorias y estilos musicales bastante diferentes. Mientras García se destacaba por su música más directa y vanguardista, Spinetta era conocido por su propuesta más introspectiva y poética.

 

La canción se enmarca digamos que en un momento especial de transición y búsqueda espiritual para ambos artistas; tanto Charly como Spinetta, se encontraban explorando nuevos caminos creativos, lo cual se refleja en la temática y en el tono bastante melancólico, reflexivo y hasta existencialista de “Rezo por vos”.

 

Antes de empezar a analizar un poquito la canción en sí, cabe mencionar que hay tres versiones de ella: la de Charly que aparece en el álbum “Parte de la religión” del ‘87, la del Flaco que encontramos en el álbum “Privé” del ‘86 y la que presentaron juntos en un par de ocasiones, como por ejemplo en el 2009 en el Estadio Vélez Sarsfield. Voy a centrarme más en la primera y en la tercera versión, porque es mucho más fiel al demo que sacaron en un inicio y porque la de Spinetta es MUY Spinetta (siento que hasta merece un artículo aparte). Pero bueno. La canción inicia con un delicado y evocador riff de guitarra eléctrica acompañada de unos golpeteos de batería (probablemente generados en una caja de ritmos), que de inmediato enganchan y nos marcan el ritmo de los siguientes cuatro minutos y cachito. Luego, los teclados y sintetizadores junto con la voz de Charly (por momentos abrumadoramente desgarradora, sobre todo en el puente) se hacen presentes, acompañando y entonando esas letras profundas y emotivas que, en todo momento, transmiten una sensación de vulnerabilidad y espiritualidad (no en vano escogieron ese título, ¿verdad?). De acuerdo con el sitio Letras.com (sí, me pareció una buena fuente y se callan) la letra “[…] refleja un viaje espiritual y emocional, donde la transformación es el tema central en la canción; en su conjunto, es un himno a la resiliencia y la esperanza, a pesar de las adversidades y la soledad”. Y si bien la lírica aborda temas personales y existenciales, creo que la canción trasciende lo individual y se convierte en una reflexión sobre la condición humana en su conjunto, logrando combinar la introspección y a su vez, la universalidad. A lo largo de la canción y hablando en específico de la versión que interpretan ambos, la voz de Spinetta se fusiona con la de Charly, creando una armonía conmovedora que refuerza la intimidad y la conexión entre ambos artistas llegando incluso a generar confusión sobre quién está cantando qué estrofa, lo cual me parece que es una sensación instaurada a propósito. A mí lo que verdaderamente me mata, es el puente, con su: “…y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado”. Uff. Pienso que ahí es donde se abre la canción y florece para entregárnoslo todo y así poder llorar en unísono.

 

“Rezo por vos” se convirtió rápidamente en una de las canciones más emblemáticas del rock argentino. Su profundidad lírica y la colaboración entre dos de los artistas más respetados del género, la convirtieron en un hito de la música nacional argentina.


Y así como yo, seguramente ustedes también se preguntarán por qué no existen más colaboraciones entre Charly y Spinetta siendo justo eso, el gran Charly García y el maravilloso Luis Alberto Spinetta, que pudieron regalarnos discografías enteras de genialidad, irreverencia y argentinidad pura. Pues bien, resulta que durante la grabación y presentación de la canción en el programa de televisión “Cable a Tierra” conducido por Pepe Eliaschev, ocurrió un incidente curioso y contundente. Mientras ambos, hermosamente vestidos (el Flaco tiene unas botitas amarillas sensacionales), estaban al aire presentando el tema, García recibió una llamada informándole que su departamento se estaba incendiando. Para empeorar las cosas, el incendio había sido causado o por un cortocircuito de la videograbadora, que según se dice, casualmente estaba grabando el programa en ese momento o también está la versión de que dejaron todo conectado (amplificadores, cajas de sonido, etc.) previo al programa y se generó un cortocircuito fulminante. Después del incidente, García y Spinetta tuvieron una fuerte discusión, con García molesto por la “actitud paranoica” de Spinetta y es que el Flaco tomaba como presagio la letra “y quemé las cortinas y me encendí de amor” (que incluso decide eliminar en su versión) y al parecer se culpabilizó por el incendio. En un momento de tensión, García llegó a tirarle un cenicero a Spinetta, algo ya clásico en Charly, pero fue la gota que derramó el vaso. Ambos artistas reconocieron que el incidente los había “quemado” y asustado mucho y decidieron no continuar con el álbum que tenían pensado hacer y que tenía varios demos ya medio elaborados.  Además de eso, sus personalidades eran dimensionalmente distintas; Charly siendo Charly, no tenía limitaciones en sus horarios y le hablaba a Luis Alberto descaradamente a las dos de la mañana con ideas y casi con la exigencia de grabar en ese momento. Y Spinetta, por otro lado, padre de familia y con rutinas de trabajo más disciplinadas, básicamente lo mandaba al diablo. El álbum iba a llamarse “Cómo conseguir chicas” y García usaría dicho nombre para un álbum propio un par de años después.

 

Háganse un favor y escuchen todas las versiones, disfrútenlas, llórenlas, compárenlas y satúrense de ellas como ya lo hice yo. Les dejo el videíto de la presentación porque es relindo e interesante ver cómo creaban música emblemática juntos.

Rosas: renovando la trova desde la experimentación sonora



Por Iván Gutiérrez |


Escaparse al bosque, caminar al lado del río, ver el sol filtrarse entre las hojas de los árboles, deslizarse por la quietud del ahora y adentrarse en las ramas profundas de uno mismo. Este viaje introspectivo hacia nuestro propio bosque interior se manifiesta cuando Víctor Rosas toma la guitarra y empieza a cantar. Actor, autor y músico, Rosas es un cancionista de neo-trova, trip-hope, o simplemente pop experimental, cuya propuesta nace a partir del juego y la experimentación dentro del teatro, el performance y las artes escénicas, áreas en las que se había venido desarrollando desde muy joven en Culiacán.

Inspirado por el fado, la bossa nova, el folk, el trip hop y la música experimental en general, así como por la nueva poesía mexicana, este artista sinaloense acaba de liberar su nuevo material “Santo o Remedio”, una mezcla de emociones y géneros musicales que van desde el trip hop, la neo trova y el folk, pasando por la cumbia down beat, el r&b, soul, techno, y la música electrónica, pero sin dejar de lado lo experimental y la búsqueda incesante de su propio estilo en cada propuesta.

Con amplias ganas de conocer más a fondo la propuesta musical de este músico mexicana desarrollamos la siguiente conversación con él acerca de su nuevo álbum.

***


¿Cómo describirías los sonidos de lo que llamas Neo-Trova?

Viene de un género que yo me inventé al momento de tener que ponerle género a mis primeras canciones, que ha ido evolucionando a lo que llamo pop experimental. El trip de la neo-trova viene mucho del movimiento de cantautor, del trovador contemporáneo, hubo un punto en el que hubo un movimiento de “la nueva canción latinoamericana”, por ahí de los 80s, con exponentes como Atahualpa Yupanqui, Amparo Ochoa, que conectaban con músicos como Violeta Parra, Víctor Jara, Gustavo Pena, había un montón de cantautores.

Mi trip está inspirado en ese viaje de la tradición de autor, y de la trova contemporánea. Esta trova que empecé a hacer, tiene que ver con la canción de autor, pero desde una perspectiva más contemporánea, viene de ahí, es una fusión, también le puse trip-hope, porque contiene disidencia y esperanza. Podría resumirlo en que es una trova nueva, con sonidos de otros géneros que he ido incorporando.


Platícanos de tu nuevo álbum “Santo o Remedio”, ¿por qué este nombre?

Es un álbum en el que he estado trabajando tres años. En el camino trabajé con otros artistas, co-escribiendo temas. En ese periodo también estuve haciendo música para teatro con una compañía de Guadalajara: Arrogante Albino; con ellos hicimos una memoria de la disidencia sexual. Originalmente el disco iba a ser un EP, pero terminó siendo un álbum completo, porque superó la duración. Son un total de diez temas, con algunos que fueron saliendo como sencillos.

El álbum es un juego con la música, porque para mí, aunque me preocupo mucho las letras de las canciones, sigue siendo un juego, experimentar con mi persona y con la música, sigue siendo algo muy personal, que parte de vivencias mías y procesos personales.

Santo o Remedio es un viaje entre la trova, la milonga, pero también toques de regional mexicano, tiene trip-hop, R&B, downtempo, es un viaje donde se puede apreciar lo que llamo pop experimental.


Mencionas que este nuevo álbum integra diversos géneros, ¿de dónde sale esta inquietud por hacer un álbum ecléctico?

Viene de ser consecuente. Aunque me siento heredero de lo moderno-trovador, también soy de esta época, en la que se consume todo en chinga y donde hay muchos cruces de géneros. Para mí era importante desprenderse y explorar otros sonidos, no tanto por pertenecer a algún nicho, sino para jugar con mi forma de cantar y escribir. Siempre hago las cosas con la idea de que me terminen de gustar a mí, y que la gente pueda escucharme en los diferentes moods que hay en un espíritu humano.


¿Qué fue lo que más trabajo te costó en este álbum?

Cuando eres independiente y autogestivo, muchas veces no es tan fácil liberar todo de una. Hay que pagar másters, el productor, etcétera; entonces pasó algo de tiempo antes de lanzarlo, porque quería que saliera acompañado de videoclips, y juntar equipos de trabajo para eso es tardado y costoso. Esa es la barrera con la que de repente me topo, hay que hacer shows para juntar varo y seguir produciendo música, pagar renta, etc., la autogestión siempre implica esa barrera. No se me hizo difícil, pero hace que los procesos sean un poco más lentos, pero igual lo disfruté muchísimo.


Cuéntanos de tu nuevo videoclip “Temporal”

Esta canción es el epicentro del álbum, es como volver a la raíz de lo que siempre he hecho, con otras influencias. Es muy especial porque esta idea la imaginé desde que estaba haciendo la canción, un roadtrip con amigos para ir a enterrar un libro en un bosque. Está inspirado en el cine de Michel Gondry, de vibras oníricas, también es un guiño a un videoclip de Björk (varios de sus videos los ha hecho Gondry), que termina con ella encontrando un libro en el bosque.



¿Cuál ha sido tu mayor reto como músico independiente?

Seguir produciendo, creer en mí a través de los años, ha sido un proceso de maduración como persona y como artista, son muy diferente los procesos en cada etapa, el trip de salir a tocar, de valorar lo que hago. El reto ha sido seguir siéndome fiel y buscar espacios para compartir lo que hago sin necesidad de estar peleando un lugar en la escena independiente mexicana, que es basta pero también especial; ha sido eso, seguir haciendo lo que hago con fidelidad.


¿Por qué decides mudarte de Guadalajara a Ciudad de México?

Lo hago en busca de nuevas posibilidades para el proyecto, para conectar con más artistas del indie y del arte en general, tanto artistas visuales, ilustradores, gente de producciones audiovisuales, y tocar en nuevos espacios. Amo Guadalajara y podría vivir toda mi vida allá, pero sentía que ya era una necesidad el migrar para crecer, para seguir conociendo gente, tocar con nuevas personas, y claro buscar acercamientos a nuevos productores, nuevos estudios, grabar nuevas canciones. Hay muchas oportunidades con medios digitales, radio, revistas internacionales, hay mucha movida acá. Vengo con el impulso de crecer.


Planes que nos quieras compartir...

Me voy dentro de unos días al sur de Latinoamérica, a Argentina voy un mes, a realizar un mini-tour y grabar algunas cosas, a inspirarme con los músicos de allá, me gusta mucho la música argentina. Al volver seguiré tocando en México, con el plan de visitar estados de la república desde la autogestión, entre ellos Michoacán, Colima, Chihuahua, Jalisco, Querétaro; con el tour de “Santo o Remedio”, y al final del año espero poder tourear con músicos, estoy tratando de armar un ensamble de músicos para que toquen conmigo en escenario. Toda la información la iremos compartiendo en estos meses.



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