“Esta canción la compuse en el campo, en una época en la que estaba harto de estar en mí mismo, en mi cabeza llena de ansiedad y pensamientos intrusivos que no me dejaban en paz. Recuerdo que salí de la ciudad con la intención de despejarme y reconectar con las montañas, el viento, la naturaleza, que siempre son una fuente de paz, y así nació la canción”, nos comparte Gregorio.
Ay Gregorio! lanza “Out Of My Head, un sencillo para escaparse de uno mismo
«Baladas tristes», un tríptico musical de Iván García y Los Yonkis
Por Sergio Martínez | Foto: FNSM
¿A dónde va?
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) estima que al menos 322 millones de personas en el mundo padecen
tristeza o depresión, un 18 % más que hace una década. Según la ciencia, la opresión
en el pecho, dolor en el corazón, lágrimas y vacío en el estómago, son algunas
sensaciones corporales que reportan los síntomas de la tristeza en el cuerpo
humano.
Decía el poeta como premonición: “hubo una epidemia de tristeza en la ciudad”, pareciera que de ahí vienen 30 canciones que están por publicar Iván García y los Yonkis.
Su octava placa musical llamada Baladas
Tristes es un tour de canciones donde Iván García nos propone verlo
desnudo, vernos a nosotros mismos, ver lo que nos rodea y observar un mundo
donde la vorágine y la velocidad con que vivimos nos hace pasar de largo de
absolutamente todo, hasta de la tristeza que podemos encontrar en una esquina,
en un bar, en un hotel, en un concierto, llevarla de prendedor, o bajo una
noche estrellada.
Publicar un disco con 30
canciones en estos tiempos es un acto de valentía, el proyecto debe ser sólido
y desafiar todas las condiciones del mercado de la música emergente, y lo
principal, desafiar al escucha con una propuesta que no solo lo entretenga, sino
lo cuestione, lo confronte y le haga saber que la tristeza también influye en
la creatividad.
Para quien esto escribe Baladas
Tristes es un tríptico, no solo por las tres decenas de canciones que lo
conforman, sino por los lugares desde donde se sitúan las canciones:
Introspección del cantautor:
Baladas Tristes -que no solo le da nombre al álbum, sino es una declaración de
origen y principios-, La cantaleta, Cuando esté mejor, Perdido, Señor oscuridad,
Muñequitos de Japón, y Hey, bro; entre otras.
Baladas tristes: Despacio
y en silencio, De vez en cuando, Tiquete, Deberías, Mátame, Cinco estrellas, Winona,
Confieso, El sendero de las sombras, No te importó, Acodado y Veneno para
ratas.
Descripción densa: Donde
nadie puede, Baile, La ducha, Cuando la muerte, Estrella de karaoke, Mudarse,
No se irán, Luna, y Ataúd.
Mención aparte merece la rola que
cierra el disco: Mi ciudad, track de más de 8 minutos de duración
que abre con una declaración de amor: Vengo de una hermosa ciudad… con
aires dylanianos, nos describe los amores, andanzas, odios,
preocupaciones y vivencias del autor, no es fácil mantener la tensión narrativa
y que la música que la acompaña sea un mar navegable para el oído, está canción lo logra con creces, nos describe la
ciudad y nos acuna a la vez, …vengo de una triste ciudad, aunque me deprima,
no ve voy a mudar, aquí vine al mundo, aquí me van a enterrar, así que esta
noche brindo por mi ciudad,… cierra la canción.
Este álbum doble cuenta con siete colaboraciones: Cuando esté mejor (feat. Juana Castañeda), Señor Oscuridad (feat. Paulino Monroy), Baile (feat. Pascual Reyes), Estrella de karaoke (feat. Saúl Fimbres), Princesa (feat. Chinoy), Muñequitos de Japón (feat. Bluez Marentes) y Mi ciudad (feat. Niñovan), que le dan una dimensión peculiar al sonido Yonki.
Según la Secretaría de Salud, en
México hay 3.8 millones de personas con depresión o tristeza.
¿De dónde viene la tristeza?
¿A dónde va?
Deberíamos de atacar este
problema de salud, con música, no estaría nada mal que empezáramos a escuchar Baladas
Tristes, porque las canciones y la música siempre serán un tronco donde
sujetarnos, un bálsamo para el alma y un antídoto contra la tristeza.
Todas las canciones escritas por
Iván García.
Producido por Carlos Iván
Carrillo.
Grabado en Casa Yonki.
Arte por: Roberto Iván González
Vázquez
Puebla, México, 2025.
El fragante aroma britpop de Jardín Verneú
Texto y Fotos: Polo Bautista
Los
compositores, productores y multiinstrumentistas oaxaqueños Robért y Danny
Van, son unos apasionados de la música desde su tierna infancia. Con The
Beatles, la poesía beat y el jazz como sus máximas referencias, los hermanos emprendieron
el arduo sendero de la autogestión y la independencia para cristalizar sus
respectivas propuestas personales en diferentes sencillos y LP’s. No obstante,
actualmente sus esfuerzos confluyen en Jardín Verneú, un flamante proyecto que revive
el aroma y la frescura del britpop con el halito clásico del rock. Su EP debut
está próximo a lanzarse y algo se habló de eso, aunque en esta entrevista también
hubo ocasión de profundizar en otros asuntos como sus primeros pasos, sus
trabajos personales, el estudio que manejan, las vicisitudes que enfrentan diariamente
y la fragancia de su sonido.
¿Cómo
fueron sus inicios en la música?
Robért
Van: Ese tema es justamente
todo un rollo, porque no tenemos familiares directos que sean músicos o se
dediquen a cualquier otro arte. Sin embargo, nuestro compromiso es con la
música. Nos gusta decir que fue algo con
lo que conectamos, algo propio, una búsqueda y principalmente un gusto personal,
el cual desarrollamos sobre el camino sin mucha influencia de otras personas. Claro
que a nuestros padres les gusta la música, pero generalmente en casa escuchábamos
tríos, rondallas, música romántica; aunque el rock lo descubrimos por nosotros
mismos. Realmente empezamos oyendo a The Beatles. Cuando tenía cinco años encontré
la película Help! (1965), y cambió todo. De pronto quise ser como
John Lennon sobre el escenario. El cuarteto de Liverpool nos condujo más tarde a
The Rolling Stones y de ahí tiramos del hilo con el cual conocimos a todas esas
bandas de los años setenta, ochenta, noventa, etcétera. Por otra parte, nuestros comienzos también fueron
un poco raros, porque arrancamos muy chicos en los coros de la iglesia, después
participamos en tunas españolas a los siete u ocho años, hasta que a los trece formamos
nuestras primeras bandas de rock, que en ese entonces la mayoría eran afines al
happy punk. Eso era lo que nos gustaba: beats ágiles, guitarras con overdrive
y demás. Años más tarde principiamos un grupo llamado Yesterday, el cual le
rinde tributo a The Beatles y justo acaba de cumplir dieciséis años este 2025.
En la ciudad de Oaxaca fue el primer grupo tributo beatle y continúa
hasta hoy como el único. Hemos tocado en Ciudad de México (CDMX), para distintos
festivales y nos ha ido bien con ese proyecto.
Danny
Van: Como empezamos
muy chicos nuestros papás pensaron que pronto se nos pasaría la inquietud, pero
fuimos creciendo y seguíamos en lo mismo, incluso más adentrados. Queríamos
hacer nuestra propia música, así que buscamos la forma de grabar ideas y
materializarlas, escribir letras y también enfocarnos en todo lo visual. No
tuvimos una guía o alguien que nos orientara para que fuéramos a un estudio o siguiéramos
los pasos indicados. Por lo que fue una búsqueda y progresivamente descubrimos
lo que se tenía que hacer. Nuestros papás vieron que la cosa iba en serio y
nosotros les decíamos que queríamos estudiar música, aprender, hacerlo bien. Desde
la ejecución, la creación y la esencia. Leímos mucho acerca de las bandas que
nos influyeron y todo eso queríamos para nuestros proyectos. Creo que lo hemos
ido logrando poco a poco. Yo soy más chico que Robért y tenía siete u ocho años
cuando formamos la primera banda. En ese entonces era el baterista. Mi hermano
fue quien me incitó a escribir mis propias canciones. Componer, crear y
experimentar en el estudio es lo que más disfruto. Además, desde chicos ambos
coincidimos mucho y pasa que la gente a veces piensa que somos gemelos. Entonces
en el estudio es muy fácil la comunicación que tenemos. Lo que pensó Robért, seguramente
yo también ya lo pensé. Considero que desde que iniciamos Jardín Verneú como un
grupo de rock, hemos sentado bien las bases y sobre eso intentamos brindarle a
la gente sensaciones, colores, experiencias y una identidad muy auténtica.
Robért
tengo entendido que cursaste tus estudios musicales en Xalapa, mientras que tu
hermano Danny permaneció en Oaxaca y se adentró en la producción musical. ¿Cómo
fue que decidiste dejar tu hogar? ¿Y de qué manera construyeron sus proyectos
estando alejados?
RV:
Nuestros papás han
tenido que aguantar algunas cosas y otras los han puesto de cabeza, pero hemos ido
descubriendo juntos este camino. A mí me tocó abandonar el bachillerato y como te
imaginas, a mis padres eso no les cayó en gracia, pero lo hice para estudiar lo
que quería. Dejé mi casa con rumbo a Xalapa e ingresé al Centro de Estudios de
Jazz (Jazzuv). Permanecí allá unos años,
pero para eso tuve prácticamente que escaparme. Cuando se dieron cuenta yo ya
estaba en Xalapa y les avisé desde un teléfono público. Un año antes mi mamá me
acompañó a la CDMX, porque yo estaba buscando escuelas. A comparación de Oaxaca
que era y continúa siendo una escena algo chica, allá conocí muchas bandas y
músicos. Entonces ir a la capital fue como una cachetada de realidad y posteriormente
en Xalapa, gracias al Festival Internacional Jazzuv que convocaba a músicos de la
escena neoyorquina y de otros países, fue que descubrí infinidad de géneros e
influencias como la música latina, africana, por supuesto el swing o el cool
jazz. Este último nos inspiró para trasladarlo al rock, en eso que llamamos “cool
rock”. Admiramos el jazz de los años cincuenta, a Miles Davis e igualmente la literatura
beat.
DV:
Mientras Robért
estaba en Xalapa, yo aún estudiaba la secundaria. Quise salir también, conocer
nuevos lugares y descubrir otras músicas, pero era muy difícil para mí y tuve
que quedarme en Oaxaca. No obstante, me enfoqué en la producción musical y empecé
a grabarme. Probé lo que podía hacer con la computadora y los sonidos nuevos o raros
que le extraía. Así compuse mi primer álbum solista y cada que Robért venía de
Xalapa por vacaciones o lo que fuera, le enseñaba mi trabajo. A su vez, yo notaba
sus progresos como músico y eso me alentaba a mejorar mis habilidades y
conocimientos. Cuando Robért regresó definitivamente a Oaxaca, hablamos más en
forma de lo que sería Jardín Verneú. Para entonces ya teníamos las condiciones establecidas:
experiencia en el estudio, idea clara de cómo hacer sonar eso que teníamos en
la cabeza, el mensaje que queríamos transmitir, los colores, los visuales,
etcétera. Salíamos a caminar por la calle o los parques y conversábamos.
Llegado el momento grabamos y armamos el espectáculo. Hasta la fecha todo ha ido
bien, porque creo que la gente conecta y se adhiere a la propuesta de Jardín
Verneú. Creemos que nuestra música es real y denota quienes somos. Cada
presentación es especial y así hemos conocido a muchas personas.
Robért,
Paisaje y geometría (2020) es tu disco debut el cual se decanta por un
estilo más acústico, con letras intimistas y matices de bossa nova. ¿En qué te
inspiraste para hacerlo?
RV:
Antes de ese disco compuse
muchos temas, pero ese periodo fue más bien una búsqueda identitaria y un
proceso. Ir a Xalapa me mostró que había gente con cosas qué decir u ofrecer y que
me nutrieron para crear mi música. En el jazz solía manejar compases
compuestos, armonías y demás, pero inevitablemente llegué a un punto de
saturación. Entre eso y otros asuntos de mi vida personal como el dejar mi
casa, la ciudad donde crecí, terminar con relaciones que no me habían hecho bien,
más mi búsqueda por saber quién era, me originaron una depresión bastante
fuerte y ese disco es prácticamente una crónica de mi sanación. Hubo un tiempo
durante mi estancia en la Jazzuv, que mis asuntos escolares marchaban bien, tocaba
estándares de jazz y música académica, pero caí en cuenta de que el camino original
que me había llevado a la música era tocar, grabar y presentar mi propia música,
la cual se estaba desviando con otras cosas. El punto de quiebre vino y decidí
regresar a Oaxaca, supuestamente solo por dos meses para después irme a CDMX e
integrarme a algún grupo y conocer más, pero terminé por quedarme nuevamente en
mi ciudad natal. Durante ese lapso compuse las canciones de Paisaje y geometría
y las grabé con Danny. En lugar de meterle compases compuestos o armonías
complejas, opté por algo más simple y que estuviera conectado al origen. Entonces
decidí hacerlo acústico. Experimenté con grabaciones de sonidos corporales, agua
de los ríos, hojas, etcétera. Me metí en un viaje medio hippie, empecé a sanar
mi depresión y cuando lo terminé era completamente otra persona. Había cambiado
y aprendido.
Los
últimos sencillos que publicaste son “Abril” (2022), “Zenit” (2023) y “Canción
de invierno” (2025). ¿Tienes planeado lanzar un nuevo disco o algún otro
sencillo este año?
RV:
Tengo compuestos
varios discos que me gustaría lanzar, pero sufrimos mucho por los tiempos. Ahora
estamos enfocados exclusivamente a la producción de Jardín Verneú, entonces
dejamos de lado momentáneamente mi proyecto. De hecho, Danny también tiene preparado
su disco para lanzarlo en cuanto sea posible. Como tenemos que trabajar en la
mezcla y las producciones de todo nos cuesta trabajo administrarnos. Quisiéramos
dividir el trabajo entre diez personas diferentes y poder centrarnos apropiadamente
en cada proyecto. Mis discos ya están compuestos, pero obviamente falta
grabarlos, producirlos, instrumentarlos y demás. A lo mejor este año lanzo algunas
canciones sueltas.
Danny,
por tu parte debutaste con los sencillos “Portal simulapsis” (2020), “Retro
romance” (2021) y el LP con matices electrónicos “Encuentros inusuales” (2021).
¿Qué me puedes decir de estos trabajos?
DV:
Mi proyecto es
totalmente distinto al de Robért. Justo lo que dices, está más tendido hacia lo
electrónico, el pop, el rock y el indie. Yo lo catalogo como música retro futurista.
Desde un principio quise darle esa esencia al álbum y a mi proyecto. Tomé
referencias de música ochentera que me gusta, pero al mismo tiempo quise darle
un toque del porvenir, con sintetizadores y guitarras que remitieran al sonido de
esa época, pero trayéndolo a la actualidad. En ese tiempo escuchaba proyectos
que tenían álbumes conceptuales: The Beatles con Sgt. Peper’s
Lonely Hearts Club Band (1967), Pink Floyd con The Dark Side of the Moon
(1973) o The Wall (1979). Entonces,
desde niño siempre quise hacer un álbum conceptual. Así concebí mi disco que
trata sobre los viajes en el tiempo. Al lanzarlo investigamos si en Oaxaca existía
algún trabajo previo de este tipo y nos llevamos la sorpresa de que el mío era
el primero. Si bien, las canciones no están estrictamente entrelazadas musicalmente
hablando, sí guardan una idéntica esencia y van sobre lo mismo. Por otra parte,
en los shows en vivo implemento aspectos teatrales en tres dimensiones que
resultan muy atractivos para el público. Hicimos unos vinilos de Encuentros
inusuales, con código descargable, portada y todo el arte en colores y efectos
RGB-3D, para que pueda apreciarse en plenitud con ayuda de unos lentes 3D, como
los que uso al tocar esas canciones. Posteriormente saqué “Nicteria” (2023),
que funciona como el puente de mi siguiente álbum “Hologramatic”, del
cual solo he lanzado la primera canción con el mismo nombre. Tengo boceteado
todo el álbum, pero como comentó mi hermano, estamos actualmente avocados en
Jardín Verneú. Ambos discos LP’s forman parte de una trilogía musical que estoy
preparando, pero que debo darme espacio y tiempo para terminarla y publicarla.
Supongo
que este año tienes pensado lanzar algunos sencillos más.
DV:
Esa es la idea. Después
de sacar el EP de Jardín Verneú, lanzaré temas de mi proyecto personal. Asimismo,
voy a programar algunas fechas, tal como hice en 2023, cuando llevamos mi
espectáculo a CDMX, Monterrey, Estado de México (Edomex) y por supuesto aquí en
Oaxaca. Observamos una muy buena respuesta hacia ese tipo de música. Ocurre que
la gente que se adhiere a alguno de nuestros proyectos generalmente termina
escuchando el resto de nuestros discos. Hay mucha música y aunque todo es
distinto, nos complace ver cómo las personas se vinculan con cada parte.
¿Cómo
y cuándo nació Jardín Verneú? ¿A qué se refiere su lema: “El nuevo aroma del
rock”?
RV: No tenemos una fecha precisa, pero creo que la idea comenzó aproximadamente desde el dos mil quince o dieciséis, cuando todavía estaba en Xalapa. Desde entonces pensábamos en algo con las características que ahora ostenta Jardín Verneú, pero sentíamos que todavía necesitábamos crecer en muchos sentidos para transmitir o plasmar lo que realmente deseábamos. Nos fuimos preparando, trabajamos, generamos conceptos y poco a poco se nutrió el proyecto. Revisamos demos y canciones que ya teníamos. Después empezamos a montarlo y la primera vez que tocamos fue en el 2023, al lado de una banda que vino de CDMX. A partir de ahí, empezamos a presentarnos en vivo y salieron oportunidades de tocar fuera de Oaxaca. Con respecto al lema de la banda, resulta que colaboramos con gente que se dedica a lo visual, el diseño gráfico, el cine y todas las artes en general.
Pero algo importante que queríamos infundirle a Jardín Verneú era una esencia aromática u olfativa. De esa forma llegamos a la conclusión de que queríamos hacer un grupo de rock que fuera similar a una fragancia.
DV:
Que oliera a éxtasis
de rock.
RV:
Me gusta plantearlo como
la experiencia de atravesar el pasillo departamental de una perfumería y
enseguida percibir ese aroma fresco, el cual incita a la libertad, el momento, el
querer comerse al mundo, el sentirse bien con uno mismo y darle sentido a la
vida. Que pese a lo que dicten las tendencias uno pueda hallar su propio ritmo
y ruido.
¿El
nombre de la banda encierra alguna connotación especial?
RV:
El nombre nació sin
un significado y se lo añadimos posteriormente. Verdaderamente queríamos un título
que fuera auténtico y propio. Sin embargo, la palabra “jardín”, más que su
acepción concreta, lo que visualmente nos gustó fue su grafía, la cual encierra
el aura de una banda de rock y de los rockstars.
DV: Es lo que la palabra te provoca. Despierta
mucho la imaginación y las percepciones.
RV: Ya teníamos “jardín”, pero quisimos
complementarla con algo más. Como siempre nos ha gustado la poesía
existencialista, la literatura beat y los poetas malditos, optamos por otra
palabra que de solo verla u oírla le añadiera un cariz francés o inglés.
“Verneú” salió de un juego de palabras. En ese sentido, también la estética que
manejamos en el grupo proviene o se inspira en esta onda beatnik.
¿Quiénes
más los acompañan en este proyecto?
RV:
Danny y yo siempre
nos hemos sentido bien trabajando como dupla, pero queríamos que esto fuera una
banda de rock, ya que consideramos que se ha perdido gran parte de esa esencia.
Por eso está con nosotros nuestro amigo David Tormenta en el bajo y Alfonso Lobera
en la batería. Este último es originario de la CDMX y anteriormente tocaba con
Los Dee-pers. Alfonso fue un hallazgo, porque nosotros lo conocimos con su
banda en la primera presentación de Jardín Verneú y posteriormente coincidimos en
otro compromiso dentro del Edomex. En ese entonces realmente no teníamos
músicos, por lo que platicamos con él y primero entró como tecladista, para
luego pasarse a la batería. David, Danny y yo vivimos en Oaxaca, pero a Alfonso
lo vemos cuando tenemos compromisos fuera, como al que acudimos recientemente a
Guadalajara.
¿Qué
dinámica de composición utilizan?
RV:
Solemos vernos como
una sola persona, porque nos complementamos. Anteriormente mencioné que nos
fascina The Beatles y nos gusta pensar que somos una especie de Lennon-McCartney.
Es decir, somos un dueto donde a veces no se sabe quién compuso más que el
otro, pero que a fin de cuentas tenemos el mismo producto. En mi disco
acústico, Danny grabó varias guitarras y percusiones. Igualmente, yo en su
disco grabé guitarras, bajos y aporté ideas. Por lo general, cada quien lleva toda
la pieza hecha, pero los riffs, la batería y el resto lo vemos en el
proceso. Sucede también que a veces yo tengo una melodía y Danny le pone la letra.
DV: Si Robért tiene una idea empezamos a
trabajar sobre ella. Lo mismo en mi caso, si yo tengo una canción que considero
podría funcionar para Jardín Verneú la abordamos. A veces uno aporta más que el
otro, pero sin duda ambos cooperamos para el mismo resultado. Entonces no vemos
este asunto como si alguno fuera el compositor principal. Eso sí, Robert canta
las canciones que propone y yo las mías, pero siempre intentamos elaborarlas entre
los dos. Ahora nos dividimos el trabajo a causa del poco tiempo, ya que no nos abastecemos
para hacer todo lo que quisiéramos. Yo me encargo de la mezcla, el audio y las
grabaciones. En tanto Robért se ocupa más de los aspectos visuales, las
portadas de los sencillos y los videos.
Veo
el gran esfuerzo y la completa dedicación que le imprimen a sus proyectos.
Lanzar y promover todo lo que implica Jardín Verneú desde la independencia o la
autogestión es muy complicado. ¿Además de la falta de tiempo qué otros
obstáculos tienen que sortear?
RV: Creo que mencionas una parte muy interesante, porque desde el principio y por nuestras circunstancias familiares hemos tenido varias bardas que saltar. Abrazamos la cultura del “hazlo por ti mismo”, ya que no tuvimos otra opción. Si queríamos producir nuestras ideas no había otra manera más que ir echando a perder algunas cosas y aprender en el camino. Todavía tratamos de observar y crecer junto a otros proyectos que tienen más experiencia. Pese a que requiere bastante dedicación hacer esto, no nos vemos en otra cosa y realmente lo disfrutamos. No contamos con un “Plan B”. Efectivamente, nosotros también tenemos grupos de covers y tocamos todos los fines de semana. Vivimos de la música desde hace años. Lo desconocido a veces supone equivocarse, pero lo importante es hallar nuevamente el camino y no quedarse estancado. No obstante y volvemos al punto, por el momento el inconveniente más grande es el tratar de darnos el tiempo para todos los proyectos que queremos hacer. Otra complicación relativa es el vivir en la ciudad de Oaxaca, pues indudablemente es un estado culturalmente rico y aporta mucho a las tradiciones como la música regional, la Guelaguetza, etcétera.
Sin embargo el rock está un poco en el subterráneo. El público y la gente que goza con este ámbito está totalmente ajena de las cuestiones gubernamentales. Las oportunidades que hemos tenido de viajar a otras entidades las recibimos de apoyos diferentes o externos, más que de aquí. Es saltar la barrera de lo tradicional. No quiero decir que se quite, sino que se enriquezca con otras tendencias que se hacen desde la electrónica, el rap, el rock, el indie, etcétera. Tenemos suerte de tocar en otros lados y expandirnos.
¿Alguna
vez han considerado instalarse en CDMX para posicionar mejor su música?
RV:
Estamos dispuestos a
dirigirnos hacia donde nos lleve el proyecto. Aquí en Oaxaca tenemos nuestro
estudio. Yo ya estuve algunas temporadas en CDMX y Xalapa, pero si debemos movernos
lo haremos en algún momento.
DV:
Otra posibilidad es
hacer temporadas fuera de Oaxaca. Ahora estamos ocupados en los nuevos
sencillos y en cuanto terminemos queremos seguir girando. Es complicado ya que
tenemos aquí las herramientas, los instrumentos y todo. Afuera nos sentimos un
poco desarmados, porque solo podemos llevar nuestras mochilas y las guitarras. Por
eso queremos terminar este EP y después lo que venga, trasladarnos a donde sea.
¿Cuál
es el nombre de su estudio y cómo lo armaron?
DV:
Cuando comenzamos a registrar
los primeros demos hace más de diez años, por ahí de dos mil diez, fue Robért
quien descubrió un programa para grabar en multipista.
RV:
Al iniciar nuestras composiciones
nos tocó esa etapa de cuando las disqueras estaban cuesta abajo. En algún
momento yo dude si invertir mi dinero en comprar equipo para grabarme o ir a un
estudio. Recuerdo que en un cumpleaños mi mamá me regaló una grabadora de
reportero. Grababa alguna cosa, cantaba y tocaba el bajo encima. Entonces, buscando
por internet me topé con un programa súper básico de edición de audio. Lo
descargué y grabé la batería, el bajo, las guitarras y la voz. Admito que quedó
todo feo, pero me sentí muy contento al escucharlo, porque era la primera vez
que estaba todo en una pista. Fue como si hubiéramos descubierto el fuego. De
hecho, quemé el puerto de mi computadora, porque no sabía que necesitaba una
interfaz de audio y conecté directamente los instrumentos.
DV:
No conocíamos nada de
ese mundo y así iniciamos. Como dije antes, yo me involucré un poco más y en mi
cuarto monté un home studio, que en realidad solo era mi computadora, un
micro y una interfaz. Pasaron varios años y fuimos aprendiendo a grabarnos
mejor. Después pensamos que ya era hora de formalizar el estudio e infundirle
un sello propio que identificara todos nuestros proyectos. Invertimos en equipo
y logramos formalizarlo hace tres años. Finalmente teníamos un espacio dedicado
especialmente a nuestra música. Se llama Van Records Studios.
RV:
Una temporada tocamos
bastante con muchas bandas de los años sesenta y setenta (La Resurrección, El
Gruhpo y Los Beethoven’s), acá en Oaxaca. Nos empezaron a jalar como bajistas o
guitarristas y nos fue bien. Tocábamos toda la semana y nuestra paga la
invertimos en el equipo. Nos gusta mucho las sonoridades de los instrumentos
sesenteros y setenteros. Prácticamente eso es lo que grabamos en Jardín Verneú,
lo que le da parte de su identidad sonora.
Jardín
Verneú tiene tres sencillos lanzados: “Mañana”, “Error” y “Cada día”. ¿Cuál es su
próximo sencillo en publicarse?
RV:
Desde el año pasado ya
casi lo teníamos listo, pero por estar de gira lo aplazamos. En este momento
nos encontramos trabajando dos nuevos tracks, más el próximo sencillo y
con eso completamos el EP. Adicionalmente en unas semanas estrenaremos el
videoclip de “Cada día”. Es una propuesta visual que abraza un redescubrimiento
de nuestra mexicanidad y lo divino. Lo vamos a presentar con un show
acústico aquí en Oaxaca. Antes de que acabara el año pasado lamentablemente nos
quedamos roncos, se nos fue la voz y eso retrasó los planes, pero sirvió para
aprovechar el tiempo en el estudio. Lo único que nos falta del siguiente
sencillo es grabar unas partes de la voz, pero estamos esperando a que Dany se
componga para que pueda cantar. En un mes o mes y medio estará listo e inmediatamente
después lanzaremos el EP.
¿Qué
detalles pueden adelantar sobre el EP debut de Jardín Verneú? ¿Planean una
edición en formato físico?
RV:
Sigue la línea de lo que
se ha escuchado hasta ahora, la misma esencia, guitarras con overdrive, sintetizadores
y también cierta influencia de música francesa. Nos recuerda al cine galo de
los setenta, en blanco y negro y al género noir. Las letras están
inspiradas en la poesía beat, con alusiones celestiales o divinas. Solo podemos
adelantar eso, el nombre está encaminado hacia tales temas y una vibra britpop.
DV: Las pocas personas que ya escucharon
el próximo sencillo dicen que les ha gustado mucho. Que de todas las canciones
de Jardín Verneú, es su favorita y en vivo seguramente irradiará abundante
energía. En efecto, estamos considerando lanzarlo también en formato físico, ya
que apreciamos el arte que contienen los discos. Escucharlos mientras uno observa
el contenido.
¿Además
del EP qué otros planes tienen para este año?
RV:
Con el lanzamiento
del videoclip vamos a estrenar nueva mercancía: playeras, posters, etcétera.
Durante las giras a veces no podemos llevar mucho, pero vamos a preparar nuevos
souvenirs centrados en los lanzamientos. También planeamos salir de gira
y presentarnos en donde haya espacio para la nueva música. Igualmente
quisiéramos participar en algunos festivales. Buscamos ampliar los escenarios,
que la gente conozca nuestra música y lo que pasa en la escena oaxaqueña.
«Love You», la vida es buena
En
enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día
recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en
aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella
del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o
fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad
de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson.
De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las
estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el
mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos
sintetizadores o en las guitarras estruendosas.
Los
Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material
para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la
mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos
Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas
de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más
fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se
propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus
preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso
el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro
de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.
Para
ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y
cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un
día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran
consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las
Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y
se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The
Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus
antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y
les pidió que salieran «como si fuera 1959», que
se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos
para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una
de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de
ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante
conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las
tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación,
pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y
conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas
del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su
vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro
suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las
diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza,
empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de
cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y
fantasioso de la juventud.
Así
como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los
Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas
encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de
cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en
esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron,
en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera
genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You.
El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la
música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron,
en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo
para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y
pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces
se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en
vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una
respuesta concisa: «Love
You». Brian
ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es
bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de
algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a
estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7
y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le
importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo
único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y
disfrutar su compañía.
Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.
Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas
La música, ese bello arte que
nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones
donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No
pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra
identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que
terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos
angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.
Si de letras finas se trata,
los compositores de folk siempre han
tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos
Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de
influencia beatnik inspiradas en un
estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.
Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.
Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo
abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los
Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con
tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de
nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.
Bueno, ¿pero por qué estos
cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a
que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una
“sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A
tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga
Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas
composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con
Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.
El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—:
“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.
Gregorio comparte que el
lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de
México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició
en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y
que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo,
Guanajuato, Morelos y el Estado de México.
“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.
Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.
Rosas: renovando la trova desde la experimentación sonora
Santo o Remedio es un viaje entre la trova, la milonga, pero también toques de regional mexicano, tiene trip-hop, R&B, downtempo, es un viaje donde se puede apreciar lo que llamo pop experimental.
Dámaris Bojor: folk-pirana de corazón
Por Iván Gutiérrez
Dicen que en el desierto no crecen muchas flores,
pero cualquiera que haya escuchado a Dámaris Bojor cantar seguro dirá todo lo
contrario. Norteña de corazón, esta compositora sonorense ha ido ganándose cada
vez más corazones con sus temas de “folk-pirano”, canciones sobre el amor a la
tierra, emociones profundas y relaciones transformadoras.
En apenas un año de carrera artística Dámaris ha podido presentarse en múltiples festivales y estados de la República, ha sido telonera para Daniel Me Estás Matando, ha viajado fuera del país para compartir sus canciones y se ha posicionado como una voz admirada por los amantes del folk y el regional.
Intrigados por la propuesta musical de esta joven
artista, conversamos con ella sobre sus inicios en el arte plástico, el origen
de su música, su nuevo sencillo “Nube de Paso” y el álbum que se encuentra
grabando y planea lanzar muy pronto. Con ustedes, ¡Dámaris Bojor!
IG: Vi en tus redes sociales que antes te dedicabas
a la pintura y el muralismo, ¿por qué decides pasar del arte plástico a la
música?
DB: Porque estaba harta del mundo de las artes plásticas, y de estar encerrada pintando, o de estar a ocho metros de altura pintando murales. Me esforcé mucho durante años y la verdad no veía los resultados esperados, es un mundo muy difícil el de las artes plásticas. Para llegar al punto en el que te dediques 100% a las artes plásticas está difícil, acá en Hermosillo tienes que hacer mural, yo lo hice por un rato, pero era demasiado extenuante.
Dejé ese mundo porque me estaba deprimiendo, hice una “renuncia silenciosa”, poco a poco fui renunciando, porque no me quería retirar al 100%, y ya en la pandemia di mis últimas patadas de ahogado.
En 2022 empecé a abrazar la idea de un proyecto musical, y ya a principios del 2023 saqué mi primera canción, salió con un videoclip, y me puse a echarle ganas a la música. De ahí comenzaron a salir muchos eventos muy bellos, muchas oportunidades. Ahora, a un año de empezar esta aventura, acabo de firmar con una disquera independiente.
Eso sí, me sirvió mucho estudiar artes plásticas, pero quizás ahí no era, a pesar de echarle tantas ganas. Mucho de lo que aprendí en artes plásticas me ha servido para la música, la parte de conceptualizar, de crear, de aterrizar el proyecto. Hay muchos paralelismos en la parte creativa, así que no se me hizo tan complicado pasar del formato de artista plástico profesional al de músico profesional, tener un portafolio, un currículum, tu statement de artista. Todo el año pasado estuve mandando mi proyecto a diferentes convocatorias, como si fuera mi propia booker, y así se fue abriendo el camino. Mucha gente me ha ayudado, creo que porque ven mi actitud de saber lo que quiero, de manejar un concepto, una propuesta definida, y de moverme en donde se puede.
I: ¿Cómo entiendes la relación entre música e identidad en tus composiciones?
D: Tengo 31 años. Algunas personas piensan que empezar a esta edad es empezar tarde, yo no lo creo, y menos para hablar de identidad, porque muchas veces tú no puedes hablar de identidad a los 20 años. Cuando no te enseñan a valorar tus raíces, tú tienes que investigar y encontrar eso que te da base. Siento que el abrazo a mi identidad tiene que ver con una exploración interna que tuve que pasar, eso me lo dio también la pintura. Hace dos años estuve viajando por la sierra de Sonora, comencé a conocer más mi estado, y ahí me inspiré, en la naturaleza que nos rodea, pues siento que empecé a valorar lo que tenemos.
Estuve en un proyecto de pueblos originarios, donde un sociólogo nos enseñó mucho sobre sus dinámicas y prácticas culturales, y fue mucho cultivarme sobre algo que ignoraba. Me llamó mucho la atención saber más de los ocho pueblos de Sonora, me puse a investigar, y eventualmente hice la canción de “Sonora”. Yo respeto mucho a los pueblos, no tengo nada que ver con ellos, pero con esta canción quise hacer algo que representara al estado incluyéndolos a ellos.
En Sonora está la cultura de la sierra y la cultura del desierto, yo conecto mucho emocionalmente con el bosque y los árboles a pesar de ser persona de desierto, conecto con las historias de rancho, de la naturaleza, es el otro paisaje de Sonora.
I: ¿Por qué escoges el estilo de música folk para
tu música?
D: La música regional es muy amplia, tiene mucha historia, aunque la verdad no conozco el género muy a fondo. Yo al inicio quería hacer música ranchera, hice mis primeras dos canciones y me decían que tocaba folk. Pero yo sentía que no estaba sonando como quería sonar, yo quería hacer música campirana, pero para eso tienes que traer una cultura, conocer los instrumentos, conectar con el género. Entonces tuve mi primer concierto y entendí que me faltaba un requintista que tocara la docerola, eventualmente invité a más personas, y uno de ellos, Alex, le metió el toque campirano, le silbaba arreglos y él los sacaba, luego se juntó eso con el bajeo, la voz y la forma folk de tocar. La gente me preguntaba qué tocábamos, yo decía que regional, que ranchero, y entonces se hizo una mezcla muy genuina, hasta que Alex me dijo jugando “tocas folk-pirano”, como folk con campirano, y así lo bautizamos. Hay mucha influencia de estar aquí al lado de Estados Unidos, es una fusión que se dio de forma muy natural.
I: Platícanos de tu nuevo sencillo “Nube de
Paso”.
D: Nube de Paso se estrenó el 21 de marzo junto con un videoclip, se trata de una canción de amor. Agarré el concepto de una nube como una situación sentimental, una metáfora de una persona que llega a tu vida, te da sombra, eventualmente llueve y luego se va. La quise hacer porque hay muchas canciones sobre no saber soltar relaciones, te enseñan mucho a que te duela, a sufrir por el que se va, pero no te enseñan a cómo recuperarte. Esta canción es del sufrir, pero también de aceptar que la vida sigue.
I: ¿Qué nos puedes adelantar sobre el nuevo álbum que te encuentras grabando?
D: Nube de Paso es justo el primer sencillo del álbum “Folk-pirana”, un álbum con canciones que hablan del paisaje, de amor, de identidad, son historias que se mueven mucho entre la ciudad y el campo, hay también un cover de Miguel y Miguel. Lo está produciendo Iván de la Rioja (Daniel Me Estás Matando) con Inmadurez Records, y pretendemos lanzarlo en verano, van a ser un total de 14 canciones.
I: ¿Cuál ha sido tu mayor reto como artista
independiente?
D: Tomar una buena decisión sobre cómo encaminar mi carrera al siguiente nivel. Creo que la decisión de no firmar con cualquiera fue el reto más grande, el no confiarle a cualquiera mi música, tanto en la producción como en la distribución. Ahora que ya firmamos siento que le irá muy bien a mi proyecto, siento que ahora vienen nuevos retos y más cabrones, pero estoy lista y enfocada para seguir avanzando en la música. Agradezco mucho a toda la gente que me escucha y apoya de muchas maneras, sin ellos nada de esto estaría sucediendo.
Riki: synthpop californiano para bailar entre luces neón
Originaria de los Los Ángeles, California, Riki es una compositora que debutó en 2020 con su álbum homónimo, una propuesta de synth-pop-new wave que incluye ocho canciones de tintes melancólicos, melódicos, surreales y sintetizadores. Tras la cálida recepción del público y una amplia participación en conciertos y festivales por Estados Unidos, Riki lanza su segundo álbum “Gold” en 2021, presentando nuevamente ocho canciones que fusionan la angustia privada con la emoción de un himno, en un sonido que hace eco de bandas como Saâda Bonaire, Strawberry Switchblade, Bryan Ferry y Bananarama.
Hace un par de semanas tuvimos la oportunidad de escuchar en vivo a esta gran artista, quien nos deslumbró con su actuación en las instalaciones de Richards Goat Tavern & Tea Room. No desperdiciamos la grata coincidencia y siguiendo nuestra curiosidad periodística decidimos entrevistar a esta cantante, quien nos contó más detalles sobre sus álbumes, su trayectoria musical y los planes que tiene para este 2024. A continuación la conversación con Riki.
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Iván: Escuché que estuviste en Tijuana hace poco, en un concierto con Boy Harsher, ¿disfrutaste tocar al otro lado de la frontera?
Riki: Sí la verdad fue un gran show, había mucha energía, la gente respondió increíble, me dejaron un sentimiento buenísimo, muy excitante.