La Sal de la Tierra

"La Sal de la Tierra" es un trabajo maravilloso a nivel técnico, narrativo, argumental y emocional.
Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |

Había pasado ya mucho tiempo desde que una película no activaba en mí, de manera grata, esa capacidad de asombro que sentía cuando era niño; ese maravillarme cada vez que iba a una sala de cine, apagaban las luces y comenzaba a correr el rollo cinematográfico, de principio a fin. El más reciente documental de Wim Wenders, codirigido junto con Juliano Ribeiro Salgado, “La sal de la Tierra”, fue lo que me produjo ese deja vu  emocional. 

Lo anterior se sustenta en que, además de percibirse el buen oficio de Wenders para relatar una historia (el realizador alemán se incluye como un narrador semipresente), el espectador fácilmente puede quedar perplejo ante las imágenes que su vista, cerebro y espíritu contemplan a través del  largometraje documental que rinde tributo al fotógrafo sociodocumentalista Sebastián Salgado, artista brasileño muy reconocido a nivel internacional quien, igualmente, se ha caracterizado por ser un activista a favor de la naturaleza y la humanización del individuo.

“La sal de la Tierra” satisface los sentidos pero también el alma. Hace de las fotografías fijas un hermoso collage de historias en movimiento que cobran vida tanto por la profundidad de campo de los emplazamientos de cámara utilizados por el propio Sebastián Salgado –quien tiene 4 décadas de trayectoria- como por los lúcidos recuerdos de éste mismo; recuerdos que adquieren una honestidad epidérmica. La idea de Wenders de colocar a Sebastián Salgado tan cercano a la cámara (en un plano cerrado) y con una especie de telepromter, en el cual se exhiben cada una de sus fotografías, dan como resultado un virtuoso cine íntimo.

"La Sal de la Tierra" es un trabajo maravilloso a nivel técnico, narrativo, argumental y emocional. Forma y fondo van de la mano para crear una película que hace del séptimo arte más que un vehículo de entretenimiento, dando paso a la denuncia y crítica social reflexiva. Asimismo, Sebastián Salgado se muestra como un protagonista y narrador fuerte. La música y el sonido también sorprenden por su elevada calidad y aportación a lo que se está viendo, lo cual es, finalmente, un tour de force a los recuerdos de un hombre que no ha perdido su capacidad de asombro ante el mundo y la naturaleza que lo rodea, de alguien que no solamente "toma" fotografías, sino que vive intensamente cada una de ellas. 

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