Letrinas: El árbol Rosa


El Reino de las Bestias-
Por Mariana Quezada-
 
En las afueras de mi universo, un gran árbol de flores rosas baila al son del viento, ligero y grácil. Entre el murmullo externo, me resulta apenas audible el sonido de las hojas, las ramas y las no escasas flores al chocar entre sí. Pero ahí esta, plantado sobre el único espacio fértil, susurrando al aire canciones que me reconfortan alejándome de las pisadas de tus zapatos al danzar.

El color rosa de aquel árbol ha terminado por sustituir casi por completo al verde de las hojas. Su tronco se retuerce formando figuras abstractas incitando a la imaginación. Es un árbol que está muy lejos de ser como todos los demás, si recordaras como escuchar te contaría lo mucho que te he visto y te he soñado desde mi pequeña prisión. Pero lo has olvidado, y has llenado tus oídos con cerumen construido por la hiena mundana que te arrastro al deshuesadero de la locura social.

Hay sombra bajo sus ramas, pero nadie lo acompaña, todos gritan y suplican a un dios sin nombre que no los escucha. Bajo sus flores rosas se cobijan risas y lagrimas, amores y desamores, sueños, ilusiones, recuerdos, pasiones muertas, números infinitos y letras desconocidas; el mismo cielo y el infierno forman sus raíces y en sus raíces están nuestros ombligos zurcidos con el hilo plateado de nuestras vidas.

Sentada en la recóndita habitación donde todos zumban sin decir nada, lo miro floreciendo, deseando subir por sus ramas, envolverme entre sus flores y permanecer ahí, invisible, para siempre, para no pensar.

Y él, permanecerá inmutable con el tiempo mientras el vaivén de la vida sigue su curso, mientras sanen mis heridas y me hagan unas nuevas, incluso después de mi, después del tiempo seguirá ahí. Me decido a salir de la oscura habitación y camino hacia el.

Bajo la sombra del gran árbol rosa, estoy en espera del tiempo cobijándome de las inclemencias de la decepción ¿Sería posible quedarme aquí el resto de las horas, el resto de mis días? No, sin embargo dicha posibilidad se transforma en inútiles pensamientos oníricos delimitados por tu fría voz que grita desde lejos mi nombre detrás de mi espalda.

Espero…y el tiempo no llega, parece que me ha olvidado, pareciera que me he quedado sola, pero no. Me rodean decenas de personas que caminan como aves sin alas, aferrados a la tierra, atados a un suelo infértil a los sueños.

El sonar de las flores me llama y me hace pensar en los recuerdos, en todos aquellos que la vida no me arrebató. Luego me uno al flujo de gente que viene y va y me convierto en una de ellos aunque en lo más profundo de mis ser siga yendo en contra. Y comienza la sonata de voces, todas murmurando algo diferente, algo absurdo, algo amorfo... una perfecta cacofonía de voces que chocan y se mezclan volviéndome loca. Me detengo entre el tumulto sin poder dar un paso más y trato de regresar a la segura sombra del gran árbol rosa… pero no llego, me he exiliado y ahora no tengo nada, solo a mi misma y a mis cada día más lejanos anhelos.

Hay un sonido lejano apenas audible, que me recuerda a nuestras voces reunidas. Había un hermoso recuerdo que se ha convertido en un borroso sueño y un amor de cuento que se convirtió en olvido.

* * * * * * * * * * * * * *

Remanencia.

No hay recuerdo, ni pista. Solo furtivos sueños de una vida pasada que jamás pasó, solo besos imaginarios y luces incandescentes que se pierden entre vapor de agua y humo gris, plomo pesado que se quedó en mi piel, amargos y fríos sabores y el sonoro eco de nuestra música que canta letras inteligibles.

Dos cuerdas me abrazan, me aprisionan, me asfixian ¿Son bezos o caricias? La libertad está junto a mí y me observa con reproche. Después de todo yo misma elegí mi propia prisión timada por la momentánea seguridad que esta me confería.

Me destierra, me aleja. Hundo la cara en las garras del tigre y despierto del trance. Me encuentro a mi misma vacía.

Entonces la libertad regresa y me apresa, llena el vacío con luces brillantes y colores pastel; notas melódicas y sueños que tienden a convertirse en verdad. Son como alas de mariposa que se desintegran en el aire.

Unos niños juegan a ser adultos y el viejo brujo con sus amargos brebajes juega a ser un niño, aves sin alas surcan la tierra infértil y las bestias ingobernadas rujen silenciando los gemidos, los guijarros se convierten en espinas y la gente siembra flores falsas que jamás se secan.

La música secuestra mis sentidos y llena mi corazón vacío. Bailo y divago entre colores brillantes y recuerdos distantes, salto a las estrellas donde la luz emana del suelo que piso y los veo a todos retorciéndose con ella también.



La Autora: Bestia que camina por los escarpados senderos de la vida siempre en busca de nuevas metas. Reina de sus propias bestias y de las que se pongan en su camino también. Explosiva, impredecible, indomable. Bióloga en formación, vocal estudiantil de la Sociedad Mexicana de Zoología, anti taurina, siempre a favor de la vida, locutora de radio y conductora de televisión, cantante y escritora, ávida de destapar cada frasco de vida en el estante. Mariana Quezada una chica con la sagacidad del jaguar, la fuerza del tigre y la mordacidad de un reptil.
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