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Letrinas: Esta no es una historia de tribuna


El Reino de las Bestias | Por Mariana Quezada |


Querido Penrose:

He sobrevivido al impacto del transbordador Edén XII en el que viajábamos, de alguna forma tras el paso de tantos despertares a bordo y tantas salidas al exterior de él como técnico de reparación y exploración del equipo F-XXI, mis pulmones se adaptaron a la combustión de metales pesados y gases en el espacio exterior en lugar de oxígeno, el cual siempre se nos dijo era indispensable para nuestra supervivencia. Yo me encontraba fuera de nuestro hogar de metal cuanto todo ocurrió. Tras el impacto del transbordador en aquel agujero negro que te arranco a ti y a todo de este universo, salí volando inconsciente a una estrella roja con una extraña atmósfera donde encontré tus cartas sobre el viaje y tuve a bien leerlas para esperar mi final, igual que el de todo lo demás.


No sé cuántas veces tuve que leer, ni cuanto estuve ahí sentada imaginando tu vida y la mía si nos hubiésemos conocido aún en la Tierra. Te imaginé pelirrojo -porque una mente tan osada para escribir esas cartas, debía tener la apariencia genéticamente menos probable entre la raza humana- de piel blanca y con una barba que te crecería a partir de los dieciocho y una imagen conservadora típica de la sexta década del siglo XX atrapada en el XXI.


Yo sería una joven alocada con algún interés intelectual y tendría la mata teñida de rojo rubí, y haciendo una analogía con mi actual condición en este lugar, me imaginé también sola, aunque aquella chica en vez de encontrarse con estas cartas viejas que me han hecho compañía… se encontraba contigo.


Es probable que por nuestros genios, nos hubiese sido imposible congeniar antes de los diecinueve quizás los veinte, pero estoy segura de que lo haríamos tal vez en una casa de huéspedes donde viviríamos juntos o en una fiesta donde te colgarías con los pies de un saco de box. Se me antoja haberte conocido cuando fuimos jóvenes y haber disfrutado de los clichés de una vida social sin las complicadas reglas del transbordador que se podía disfrutar en la Tierra hacía tanto.


Sin más que el espacio que observar me permití buscarte en él, y te encontré como mi mejor amigo, en un universo donde no eras digno de morir en un periódico amarillista donde aparecen los desdichados con mala suerte, tú mereces permanecer vivo entre la vorágine de este universo y todos los demás que fueron tangentes a ti con solo una caricia caprichosa del destino, ese mismo que no te arranco de mí, sino que te trajo a mi lado para compartir tantas noches de pláticas incesantes en las que me hacías sentir una persona interesante al permitirme saber qué cruzaba por tu mente y preguntarte qué  pasaba por la mía.


Si pudiese imaginarte, habrías sido mi mejor amigo. Y te imagino bajando las escaleras de la casa de tu madre con un pantalón atirantado y la barba bien peinada, bailando en un antro solos tras correr entre la noche y la gente hasta que la banda de rock nos nombrara las estrellas y se convirtiera en un espectador. Nos imagino a ti y a mí entrando juntos a la universidad, haciendo arte en algún medio visual, te imagino viejo y lleno de vida escribiendo aún tus cartas que hubiesen sido leídas por la humanidad entera, imagino que estamos cuando somos niños, cuando somos jóvenes, cuando vivimos solos y cuando encontramos el amor, donde mis hijos te dirán tío y lloraríamos el día de nuestras bodas, como se llora de alegría por un hermano, por un amigo, por alguien como nosotros, que cruzaremos un número infinito de universos para que sea así. Te imagino para asegurarme de que en algún momento del tiempo y el espacio será verdad que existas toda la vida conmigo. Porque habría sido un placer conocerte.


Tomo el papel y lo guardo en mi bolsillo para escribir después. El aire es denso y algo asfixiante levanto la cabeza para ver las estrellas y galaxias que desaparecen en el agujero negro y entran a otra dimensión. Aquí estaré por un tiempo, a mi atmósfera le quedan suficientes nutrientes y aire para imaginarlo todo, para ver algunos universos crearse y desaparecer,  observándolo todo.


Algo flota bajo la ausencia de gravedad a unos cuantos metros sobre mí, me empujó hacia adelante y consigo alcanzar esa llave de entre las cosas que aparecen algunas veces flotando en el universo, la tomo entre mis manos y me imagino que esta llave que en algún momento compartirá conmigo la muerte y vida de muchos universos, que abrió puertas y navego en el espacio… estará ahí, cuando nos volvamos a ver.


         Querido Penrose: Será un placer conocerle


Tomo la libreta de notas técnicas que sobrevivió en mi bolsillo y lanzo las hojas al cielo creando una pieza más que forme parte del tiempo igual que yo.



Esta no es una historia de tribuna. Es la historia de un héroe de la postmodernidad.

Letrinas: SPC

El reino de las bestias | Por Mariana Quezada | 


 
Apenas escucho el sonido chillante y siniestro de lo que parece una melodía que antes solía darme paz. He salido de mi cuerpo de grava y metal, los sonidos caóticos parecen abrumadores. No tengo ojos ni oídos, solo percibo ondas de luz y sonidos que no tienen ningún sentido, hasta que olvido el idioma que me contiene y así mismo a mi propia historia también. Sé que voy a dormir en el reino de la locura y el vacío cuando despierte esta noche del trance, el contexto del sonido altera su frecuencia.

La música se purifica resonando y amplificándose con compasión, se transforma en una voz que me canta afable al oído sobre la forma de una espiral mientras tomo nota de no olvidar cortar unas flores para regalarle al viento en octubre. Su voz se convierte de nuevo en ruido cuando me pierdo en mis pensamientos, en el ruido de un recuerdo dulce, en el recuerdo borroso de mi paso por el mundo de alguien más…

…en nada y luego se apaga.

Me alegra haber explorado el mundo con este aire gallardo tan ácido, me complace haber estado en lo alto y profundo de mis más grandes sueños y mis más terribles pesadillas sólo para darme cuenta que lo único que hacía la diferencia no eran ni el guion ni los colores, siempre había sido también el contexto, porque la náusea no es más que el repudio que se tiene sobre sí mismo; la locura, la cordura, los sueños las mentiras y sobre todo el amor, sólo son algunos conceptos subjetivos que ahora incendian con alevosía los bosques que formaban mis garras y erosionan la tierra de los ríos en mis venas por abundancia o por ausencia.

Cuando se me termine la piel y la sal de las lágrimas secas caiga de mis mejillas con el tiempo, la sensatez se evanecerá igual que tus ojos de anguila que sólo saben mirar cuando no hay luz, igual que la carne de tus manos entre las uñas de tus puños cerrados, igual que con todos esos besos desperdiciados tratando escapar de la fatal coincidencia de mi universo fantasma en el tuyo de azúcar y absenta. Me fumo otro cigarrillo, sé que eventualmente terminare dejándolo igual que a todo lo demás.

El infortunio que causan el amanecer y el anochecer entre la noche y el día no es más que un burdo ejemplo de que en este universo que me he inventado no existe la atemporalidad. Todo tiene su momento y su lugar, igual que tú el tuyo y yo el mío, en el mismo espacio y tiempo pero en diferente dimensión y por supuesto, bajo diferente contexto. Entonces cariño mío ¿Qué eres? ¿Un sueño o una pesadilla? ¿Una realidad o una mentira?


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La Autora:
Bestia que camina por los escarpados senderos de la vida siempre en busca de nuevas metas. Reina de sus propias bestias y de las que se pongan en su camino también. Explosiva, impredecible, indomable. Bióloga en formación, vocal estudiantil de la Sociedad Mexicana de Zoología, anti taurina, siempre a favor de la vida, locutora de radio y conductora de televisión, cantante y escritora, ávida de destapar cada frasco de vida en el estante.

Letrinas: Guiñapos de Libertad



El Reino de las Bestias-
Por Mariana Quezada-


“No se pide la libertad, sino apariencias de libertad. Por tales simulacros el hombre se esfuerza desde siempre. Por lo demás, dado que la libertad no es, como se ha dicho, más que una “sensación” ¿Qué diferencia hay entre “ser” libre y “creerse” libre?”
-Emile Cioran-


Miro al horizonte de engaños donde me perdí y tejo guiñapos con mis recuerdos, disidente me alejé de la moralidad de la jaula de los leones que no eran más que zafios hipócritas. Los fríos desiertos ya oscuros de la ciudad me comen a cada paso, estoy cansada, borracha y sola. Recuerdo todas las preguntas de las cuales nunca tuve una respuesta, y por algún motivo no muy claro, siguen martillando mi cabeza. Parece que escucho la respuesta. Pero no, sólo es el claxon de un carro que pasa junto a mí, seguido de un trueno que me avisa que la lluvia esta por venir.

Y comienzan a caer igual que yo. Las gotas de agua mojan y golpean mi cabeza y mis hombros y luego se resbalan hasta mis caderas. Esta noche no hay amigos, no hay familia, no hay un techo, ni más bebidas. Estoy sola y apenas puedo caminar. Todas las risas pasan por mi cabeza y parecen provenir de algún lugar fuera de mis pensamientos, como música de fondo a las imágenes borrosas que se forman entre mis recuerdos y la poco nítida imagen de la calle donde camino nublada por mis lágrimas.

Y llego al fin al cuarto mugriento y vacío donde he conseguido hospedaje, me espera ya en mi puerta ese perro flaco y golpeado que se convierte en hombre y se abalanza sobre mis piernas débiles por tanto vagar. Es tan débil como yo, aúlla con las pocas fuerzas que le quedan para arrancar de mi esencia las pocas ganas que me quedan de ganar. Le pido entre susurros que nos consumamos en el fuego que danza entre la mordacidad de nuestras palabras, y le muestro hasta donde está dispuesta a llegar la reina de las bestias por arañar el cielo. Nos arrastramos entre las cenizas del piso que dibujan el contorno de nuestros cuerpos bestiales.

Me retuerzo casi al borde de la asfixia antes de salir a la calle, para contener la locura de sus ojos. Sólo en la oscuridad, donde tus inquisitivos pensamientos no alcanzan a vislumbrar lo que realmente anhelo. Las risas hacen eco en mi cabeza, los colores parecen brillantes y el cielo se confunde con la copa de los árboles imaginarios que se forman con las sombras de las nubes tormentosas sobre mi cabeza. Todo parece estar bien... entonces regresa entre mis nubes y trastorna mi sueño... luego con la lluvia, como siempre, se evapora una vez mas...

Se siente cómo corroe el alma, cómo asfixia y apuñala. Tal como si quisiera evitar que respire. Las luces brillan aun tras mis parpados cerrados, y el eco de los golpeteos de las manecillas del reloj al moverse y detenerse cada segundo que pasa se queda entre mis pensamientos hasta que el sol nace y con el muere al fin mi conciencia. Se siente como se vacía el corazón, como se seca en soledad constante. Vacío, nada, eso es todo lo que hay.

En tan sólo un instante se me esfuman los sueños, en tan sólo segundos se desdibuja mi sonrisa, en tan sólo unos pasos pierdo y recupero a consigna mi libertad.

Explota tan rápido como se integra, cada fracción de segundo pierde sentido tras encontrarlo, miente tanto como a la verdad, cada día duerme tan pronto como despierta… cada rostro es mas irreal que el anterior.

Las noches se han vuelto más brillantes que los días, ya no distingo entre los recuerdos, los sueños y la verdad. He perdido la noción de la conciencia, del tiempo, de la diferencia del bien y el mal, de la noche y el día, de lo que es real y lo que no, cada amanecer despierto en una pesadilla más horrible conforme vuelvo a dormir. Nada parece tener un sentido lógico, todo se vacía conforme ese aroma pútrido lo llena. Todo lo que algún día importo a dejado de tener valor.

No me escuchaste, me pediste que eligiera lo imposible, me dijiste que te mirara mientras te arrancabas los ojos. Ahora sólo veo dos cuencos vacíos donde solía pasar los días mirando el mar, cada día tus recuerdos son más parecidos a mentiras. Cada instante te miro en el espejo y resultas más desconocida.

Siempre han de ser tres. Jamás sabrás a quien hablarle.

Es de nuevo esa pesadilla donde corro sin mover los pies,
voy entre bosques de neblina gritando sin que mi boca emita sonido alguno, huyendo de donde jamás he podido escapar.

Ya no sé hasta dónde termina la realidad. Los días se han convertido en monótonas prisiones, las risas en cintas que se repiten a intervalos cortos delimitados por el sonido de las gotas del jugo de tus ojos al chocar contra el piso.

Me arrastro entre las cenizas del cigarro,
Me retuerzo entre la pus de mis ojos cansados,
Me obligo a mirar al frente y a sentirme omnipotente.
¡He luchado por mi libertad y por la convicción de pensar y sentir!

Pero vamos, qué es la libertad, sino el libre albedrío de los corazones necios, la lucha se ha vuelto en poder ejércerlo ante las decisiones convenientes para mi zahareño demonio interior que ha de arrastrarme a los profundos abismos de lo que la gente y las religiones a las que tanto critico llaman bien o mal. No se juzga a un felino por devorar a su presa, ya que ante nuestra ciencia lo llamamos “natural” ¿Por qué juzgar a una bestia humana por defender su identidad?

Basqueas entre las grietas de mi alma mentiras, escupes entre mis muslos tu falsa moral, y lloras sobre mi pecho también por recuperar las alas que dios nunca te dio.

Pasan rápido los días cuando consigo dejar de pensar, pasan lentos los segundos cuando te espero.  Me dijeron que el tiempo era una constante, ahora pienso que no hay nada mas relativo.

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La Autora: Bestia que camina por los escarpados senderos de la vida siempre en busca de nuevas metas. Reina de sus propias bestias y de las que se pongan en su camino también. Explosiva, impredecible, indomable. Bióloga en formación, vocal estudiantil de la Sociedad Mexicana de Zoología, anti taurina, siempre a favor de la vida, locutora de radio y conductora de televisión, cantante y escritora, ávida de destapar cada frasco de vida en el estante. Mariana Quezada una chica con la sagacidad del jaguar, la fuerza del tigre y la mordacidad de un reptil. 

Letrinas: El árbol Rosa


El Reino de las Bestias-
Por Mariana Quezada-
 
En las afueras de mi universo, un gran árbol de flores rosas baila al son del viento, ligero y grácil. Entre el murmullo externo, me resulta apenas audible el sonido de las hojas, las ramas y las no escasas flores al chocar entre sí. Pero ahí esta, plantado sobre el único espacio fértil, susurrando al aire canciones que me reconfortan alejándome de las pisadas de tus zapatos al danzar.

El color rosa de aquel árbol ha terminado por sustituir casi por completo al verde de las hojas. Su tronco se retuerce formando figuras abstractas incitando a la imaginación. Es un árbol que está muy lejos de ser como todos los demás, si recordaras como escuchar te contaría lo mucho que te he visto y te he soñado desde mi pequeña prisión. Pero lo has olvidado, y has llenado tus oídos con cerumen construido por la hiena mundana que te arrastro al deshuesadero de la locura social.

Hay sombra bajo sus ramas, pero nadie lo acompaña, todos gritan y suplican a un dios sin nombre que no los escucha. Bajo sus flores rosas se cobijan risas y lagrimas, amores y desamores, sueños, ilusiones, recuerdos, pasiones muertas, números infinitos y letras desconocidas; el mismo cielo y el infierno forman sus raíces y en sus raíces están nuestros ombligos zurcidos con el hilo plateado de nuestras vidas.

Sentada en la recóndita habitación donde todos zumban sin decir nada, lo miro floreciendo, deseando subir por sus ramas, envolverme entre sus flores y permanecer ahí, invisible, para siempre, para no pensar.

Y él, permanecerá inmutable con el tiempo mientras el vaivén de la vida sigue su curso, mientras sanen mis heridas y me hagan unas nuevas, incluso después de mi, después del tiempo seguirá ahí. Me decido a salir de la oscura habitación y camino hacia el.

Bajo la sombra del gran árbol rosa, estoy en espera del tiempo cobijándome de las inclemencias de la decepción ¿Sería posible quedarme aquí el resto de las horas, el resto de mis días? No, sin embargo dicha posibilidad se transforma en inútiles pensamientos oníricos delimitados por tu fría voz que grita desde lejos mi nombre detrás de mi espalda.

Espero…y el tiempo no llega, parece que me ha olvidado, pareciera que me he quedado sola, pero no. Me rodean decenas de personas que caminan como aves sin alas, aferrados a la tierra, atados a un suelo infértil a los sueños.

El sonar de las flores me llama y me hace pensar en los recuerdos, en todos aquellos que la vida no me arrebató. Luego me uno al flujo de gente que viene y va y me convierto en una de ellos aunque en lo más profundo de mis ser siga yendo en contra. Y comienza la sonata de voces, todas murmurando algo diferente, algo absurdo, algo amorfo... una perfecta cacofonía de voces que chocan y se mezclan volviéndome loca. Me detengo entre el tumulto sin poder dar un paso más y trato de regresar a la segura sombra del gran árbol rosa… pero no llego, me he exiliado y ahora no tengo nada, solo a mi misma y a mis cada día más lejanos anhelos.

Hay un sonido lejano apenas audible, que me recuerda a nuestras voces reunidas. Había un hermoso recuerdo que se ha convertido en un borroso sueño y un amor de cuento que se convirtió en olvido.

* * * * * * * * * * * * * *

Remanencia.

No hay recuerdo, ni pista. Solo furtivos sueños de una vida pasada que jamás pasó, solo besos imaginarios y luces incandescentes que se pierden entre vapor de agua y humo gris, plomo pesado que se quedó en mi piel, amargos y fríos sabores y el sonoro eco de nuestra música que canta letras inteligibles.

Dos cuerdas me abrazan, me aprisionan, me asfixian ¿Son bezos o caricias? La libertad está junto a mí y me observa con reproche. Después de todo yo misma elegí mi propia prisión timada por la momentánea seguridad que esta me confería.

Me destierra, me aleja. Hundo la cara en las garras del tigre y despierto del trance. Me encuentro a mi misma vacía.

Entonces la libertad regresa y me apresa, llena el vacío con luces brillantes y colores pastel; notas melódicas y sueños que tienden a convertirse en verdad. Son como alas de mariposa que se desintegran en el aire.

Unos niños juegan a ser adultos y el viejo brujo con sus amargos brebajes juega a ser un niño, aves sin alas surcan la tierra infértil y las bestias ingobernadas rujen silenciando los gemidos, los guijarros se convierten en espinas y la gente siembra flores falsas que jamás se secan.

La música secuestra mis sentidos y llena mi corazón vacío. Bailo y divago entre colores brillantes y recuerdos distantes, salto a las estrellas donde la luz emana del suelo que piso y los veo a todos retorciéndose con ella también.



La Autora: Bestia que camina por los escarpados senderos de la vida siempre en busca de nuevas metas. Reina de sus propias bestias y de las que se pongan en su camino también. Explosiva, impredecible, indomable. Bióloga en formación, vocal estudiantil de la Sociedad Mexicana de Zoología, anti taurina, siempre a favor de la vida, locutora de radio y conductora de televisión, cantante y escritora, ávida de destapar cada frasco de vida en el estante. Mariana Quezada una chica con la sagacidad del jaguar, la fuerza del tigre y la mordacidad de un reptil.

Letrinas: Espacio


 
Por Mariana Quezada -

No tengo ganas de nada. No quiero salir, no quiero comer, no quiero pensar, no quiero recordarte. Deseo detener el tiempo y todos los procesos del cuerpo el alma y la mente. Es preciso sacarte de mi sistema, dejar de sintetizar cada partícula de ti en mí.

No puedo levantarme, siento que el mundo me aplasta y me asfixia, y de pronto el mundo se convierte en tu cuerpo, me aplastas contra la pared, me enciendes, me congelas y me rompes. Insulso demonio que me miras con promiscuidad desde la catedral de nuestro propio infierno, me hundes y me arrastras, golpeas los despojos de esta alma maltrecha, me sueltas, me dejas, te dejo, te vas, me voy. Te odio un poco más, te importa un poco menos.

Caigo de nuevo en un rincón de mi habitación vacía. Escucho no muy lejos de mí un mórbido sonido apenas audible que me resulta ya poco familiar, tanteo bajo la almohada y encuentro al fin los trozos fríos de un corazón mal amortajado que se retuerce y supura el jugo salino de todas mis lágrimas guardadas, expira, se silencia, se consume entre mis manos y desaparece.

Me tumbo en la cama y trato de no pensar en ti ni una vez más. Ahogo los gritos entre mis manos sin fuerza y dejo fluir las lágrimas que ya no tengo espacio para esconder, me dejo morir, me dejo caer, me rio mientras me quito la piel.

Y entonces aparece él, aquel que llego antes que tú, con sus nuevas promesas y su boca llena de mentiras que le aseguro también volveré a creer, me carga hasta la carretera donde la chica pelirroja de grandes ojos sin brillo se mofa de mí detrás de tu espalda. Sonrío mordaz, y lo lanzo al fondo del acantilado desde donde sube hacia mí el sonido crocante de sus huesos mientras es devorado por todas mis bestias que al instante aguardan también por ti.

Fuimos piezas perdidas de juegos distintos que reclaman ahora por volver cada uno a su tablero. Tú por tu parte has decidido pertenecer a tu juego absurdo de mentiras que juegas a contratiempo y yo he decidido pertenecerme siempre a mí misma y a la libertad de mis propios infiernos. Te equivocaste, nunca quise ser tuya, siempre he querido ser mía. Siempre mía, y a ratos compartirme contigo siendo libre. Todos estamos rotos en mayor o menor grado; algunos afilan sus pedazos, otros los liman y otros los esconden.

Cierro los ojos sintiendo tus manos deslizarse suaves por mi cuello mientras tu boca se aprieta contra la mía, cierro los ojos haciendo del tacto de tus dedos al viento y de tus labios el trueno.

Vapor de agua dije que serías, el problemas es que el vapor se convierte en lluvia y de nuevo en vapor. Tú regresas y vuelves a irte. Descongela una vez más la escarcha de mi piel y consúmete, pero esta vez conviértete en elementos simples de modo que ya no puedas volver. Déjame con el humo pesado y las luces neón que al juntarse forman figuras que me hacen dejar de necesitarte.

Se nos olvida que solo somos jóvenes ávidos por derrochar cheques en blanco con una carita feliz en la firma, solo somos un par de niños queriendo jugar a ser campeones del alcohol y la mala vida. ¿Así que nunca entendiste lo que te pretendía? Ingenuo. Vas por el mundo creyéndote el rey de la basura, cuando no eres más que un pobre diablo escondido en tu falta de cordura.

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