«Un lugar seguro» de Olivia Teroba

La prosa de la autora en 10 ensayos personales.


Les presentamos una reseña sobre el primer libro de Olivia Teroba, ‘Un lugar seguro’, publicado por Paraíso Perdido. El libro se va a presentar este jueves 6 de febrero en la ciudad de Puebla en Musa Cultura Visual, a las 7 pm.


Por Rosalba Mackenzie | Fotos cortesía de Paraíso Perdido


Dice Gornick que "en la no ficción, el escritor sólo tiene el 'yo' para trabajar. [que] el escritor debe buscar en sí mismo al otro para crear movimiento y lograr una dinámica. (…) las piezas se acomodan sólo cuando el narrador no está involucrado en una confesión, sino en una especie de auto-investigación que dará movimiento, propósito y tensión dramática." Y también que, en un buen ensayo, "el lector debe creer que el narrador está diciendo la verdad."




La prosa de Olivia cumple con todo eso: a lo largo de 10 ensayos personales, nos habla de quién es, dónde creció, en qué ha creído y cómo se han transformado sus certezas. Parte de una anécdota sencilla: la relación con su hermano menor, quien acaba de mudarse a vivir con ella ahora que por fin se había adaptado a vivir sola. Este relato nos pone en su contexto, nos explica dónde está parada al comenzar a escribir el libro. La seguimos por sus visitas a Tlaxcala, donde está su casa materna, sus abuelos, parte de su identidad; por sus visitas al psicólogo, al psiquiatra y sus acercamientos a la medicina oriental; por su relación con los hongos y los bosques y el horror de la violencia; por sus viajes a Sudamérica donde reflexiona sobre ser mujer y la amistad entre mujeres; por su lectura de la obra de Elena Garro (quizá mi capítulo preferido) que conjuga en relación a lo que la autora vivió. Al llegar al último ensayo es claro que nos habla otra Olivia, alguien que ha transformado su relación consigo y con su entorno mediante una escritura a la que cuestiona todo el tiempo, una escritura introspectiva, honesta, sensible.

Yo le creo no sólo por cómo lo dice o por el proceso que la llevó a decirlo —sobre el que también abunda—, sino porque es transparente y empática. Y esto último es muy valioso, porque nos hace cómplices de esa voz que va tomando fuerza y evolucionando página tras página. No es que termine con verdades tajantes, sino que la persona que nos habla cuestiona desde nuevos lugares. 




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