Dungen: vikingos pioneros del revival psicodélico en el rock del siglo XXI

La ola de neo-psicodelia en el rock actual, tiene uno de sus orígenes en el viento septentrional de Estocolmo.

Por Jorge Augusto Pérez Peña


En el 2007, un inexperto Kevin Richard Parker, recopiló algunas de sus grabaciones caseras y las envió a cuatro músicos suecos, solicitándoles que mezclaran las pistas, y produjeran lo que él quería que se convirtiera en un Extended Play. La respuesta enviada por parte de Gustav Ejstes, Reine Fiske, Fredrik Björling, y Mattias Gustavsson al chico australiano, fue tan clara como lacónica: “No, no lo mezclaremos, ¿qué le haríamos? Sólo lánzalo, es increíble así como está”. Un año después, este “increíble” material vio la luz y comenzó la exitosa trayectoria de Tame Impala, el resto de esa historia psicodélica inundada de nominaciones, es del dominio público; sin embargo, queda una cuestión, ¿quiénes eran estos cuatro suecos a los que Kevin Parker incluso mencionó en MySpace como una de sus principales influencias musicales?

Se trata de Dungen, un proyecto de rock progresivo que surgió a finales de la década de los noventa en Estocolmo, Suecia; son considerados héroes anónimos detrás del revival que experimenta la psicodelia en el rock del siglo XXI, tendencia usualmente denominada neo-psicodelia, y de la cual King Gizzard and the Lizard Wizard probablemente sea el mejor referente actual.

Este revival en el rock psicodélico, presente en la escena mundial de nuestros días, tiene uno de sus antecedentes en la experimentación musical que Dungen llevó a cabo desde el eterno invierno de su Europa Septentrional. Sus álbumes conforman un mundo de rock lisérgico invadido brutalmente por el paganismo vikingo del Valhalla, con flautas hechizantes, órganos ritualísticos, tambores galopantes que anuncian la guerra, violines danzando al ritmo del cortejo medieval y referencias a la mitología nórdica, con su inherente magia, brujería y politeísmo. Esta propuesta de rock progresivo acorazado con una arraigada influencia de música folclórica escandinava, vio la luz en 1997, con un trabajo homónimo de cerca de 37 minutos en formato “Demokassett”, que no se editó en otro formato por falta de recursos financieros de la banda, sino hasta el 2001, cuando fue lanzado en vinilo de 12 pulgadas, y posteriormente en CD.

El 23 de abril del mismo año en el que los miembros de Dungen recibieron la grabación del hasta entonces desconocido Kevin Parker, se encontraban cerca de lanzar su cuarto álbum de estudio, titulado Tio Bitar (Diez piezas). Es probable que el trabajo implicado en el posterior lanzamiento del álbum para otros países, y las modestas giras que prepararon para promocionarlo, hayan tenido que ver con la negativa de los suecos para producir lo que sería después el primer EP de Tame Impala.

El álbum que Dungen lanzó, fue motivo de una división de opiniones entre sus seguidores, puesto que fue tildado de meloso, e inconsistente en lo referente a la progresión de sus pistas. En Pitchfork, se llegó a decir incluso que habían perdido su “toque hendrixiano”, y desestimaron la energía impresa en las grabaciones del álbum; sin embargo, para una parte de los admiradores del grupo, la presencia predominante de violines y guitarras acústicas con ritmos pastoriles y folk (escuchar C visar vägen), representó una nueva apuesta estética de la banda que demostró su capacidad para reinventarse sin perder su esencia.

Dicha apuesta estética vino impregnada de una atmósfera rural, similar a la que Led Zeppelin consiguió plasmar en su tercer álbum titulado simplemente Led Zeppelin III, mismo que recibió críticas despiadadas incluso por parte de la revista Rolling Stone, por su marcada tendencia hacia el folk, y el country dejando de lado sonidos más “heavy” que caracterizaron sus dos primeros álbumes.

El caso de Dungen, es similar en muchos aspectos, porque luego de tres álbumes en los que estuvo presente una fuerte influencia del rock psicodélico de finales de los sesenta y principios de los setenta (cosa por la cual fueron alabados por la crítica en un principio), al lanzar Tio Bitar, recibieron una mala recepción de la prensa internacional y entre algunos de sus fans; sin embargo, plasmaron en esas “diez piezas”, que por momentos vuelven a estar cargadas de su acostumbrada psicodelia distorsionada y eléctrico frenetismo, un paisaje profundamente calmo, inundado de violines, harpeleik (cítara de cuerdas), y seljefløyte, (flauta de sauce noruega); instrumentos que engalanaban las danzas regionales organizadas en los pueblos nórdicos de la alta edad media y años precedentes, destinadas a celebrar el inicio de la primavera, ceremonias matrimoniales, o natalicios.


Cabe mencionar que la cultura escandinava de la que toma música Gustav Ejstes para las composiciones de este álbum, tuvo un contacto relativamente tardío con el cristianismo, ya que la cristianización de Suecia y Dinamarca ocurrió hasta aproximadamente el año 829, con la llegada del obispo y misionero, Ascario Amiens, quien fue enviado por orden del rey de los francos, Luis I. La inclusión de música típica de una época sin cristianismo guarda una intención neopagana porque (re)inscribe en el contexto de la modernidad referentes culturales de una sociedad cuyas costumbres resultan divergentes a las que provienen de la católica Europa central y meridional, en cuyas manos corre sangre septentrional derramada por el inquisidor evangelio del medioevo.

A través de arquetipos sonoros, Gustav Ejstes, líder y principal compositor de la banda, consigue plasmar el contexto de la vida rural en los pueblos medievales de lo que ahora es Suecia, pero va más allá de una trabajada estética que refleja el profundo amor que tiene por las raíces de su cultura

En su música, la estética articula un discurso, una crítica al obsesivo progreso de las ciudades industrializadas, y a la destrucción que implican para la naturaleza y comunidades que constituyen una minoría en ese país.

En su amado y odiado cuarto álbum de estudio, Dungen critica el neurótico perfeccionismo ético y estético en la sociedad moderna, y a sus arbitrarias estructuras, principalmente, a la familia. Lo anterior, es característico en otras expresiones artísticas de la península escandinava, como el trabajo audiovisual de Ingmar Bergman, en el cual, la familia y el matrimonio monógamo, son objeto de constante crítica, tal como se puede ver en su miniserie televisiva de los años sesenta, Escenas de un matrimonio.

Esa inmisericorde crítica vikinga dirigida al orden conservador de la sociedad occidental, se encuentra bien plasmada en la letra de la canción que se titula justamente Familj (Familia):“ve a casa y siente cómo los viejos roles te asfixian. Mucho ha pasado, y no cambia nada”. Mientras que en Svart är himlen (negro es el cielo) la letra es casi en su totalidad esta frase: “negro es el cielo para la familia que ha montado su tienda de campaña, pensando en todo lo que amaban más que en la vida misma”. Es posible inferir que con estas palabras equiparan la edificación de urbes productivas cimentadas en la familia monógama, a un campamento familiar que debe ser retirado porque el ambiente en pleno cambio exige que la civilización comience a adoptar nuevos estilos de vida, y con la inclusión de arquetipos sonoros medievales a la producción de Tio Bitar, es decir, sonidos cultivados en la vida del campesino nórdico medieval sin cristianismo, y con una cultura no satanizada del incesto, el conjunto escandinavo logra redondear un mensaje sumamente contracultural y anticapitalista, casi censurable, si no tuviera también esa elegante sutileza del arte.

El rock progresivo de Dungen habla en pro de la vida agro-dependiente, de la (re)espiritualización de la naturaleza y los ancestros (cosa en extremo neopagana), y de la desaparición de la familia monógama junto con el orden social que la circunda, algo un tanto utópico, pero congruente con la heredada ideología hippie del rock psicodélico que desde sus primeras grabaciones han influenciado a los oriundos de Estocolmo. Dicha visión del mundo, es también congruente con la organización social de las culturas tribales que habitaron lo que hoy llamamos Noruega, Dinamarca, Finlandia, y Suecia.

Las disertaciones instrumentales de estos pioneros psicodélicos, trasladan al escucha a un auténtico amanecer campestre, embellecido por la quietud de una fauna diversa y retozante, plena de animales en libertad, viviendo de lo que producen, en medio de una granja sin amo ni esclavo. Es completamente opcional relacionarlo con el marxismo, pero no deja de ser posible por su feroz crítica al capitalismo.

La atmósfera creada en Tio Bitar, es digna de un saltarín baile pagano en círculo, con todos tomados de las manos, ebrios de vida, como entre hobbits de La comarca, celebrando que la guerra que erigió el capitalismo en su búsqueda por el poder absoluto sobre todas las razas, ha llegado a su fin, y que las ornamentadas estructuras de hierro, junto con los monstruosos esclavos que las instalaron en donde antes había naturaleza, ya no existen, y una vez más, todos somos una gran familia. La progresión de sonidos in crescendo, es una forma de representar el ascenso triunfal de costumbres nórdicas de la antigüedad sobre aquellas que consideran obsoletas y ajenas desde su primer contacto en el siglo I.

El mensaje contracultural de la banda está incluso en su nombre, ya que la palabra “Dungen”, traducida al español, significa literalmente, “El abono”. ¿Cuál es el motivo de este peculiar nombre?

En el año 9 d.C., hubo un contacto con occidente más antiguo que el producido por el arribo de Ascario a Escandinavia, pero en ese punto no hubo una llegada del cristianismo, ocurrió cuando tres legiones de romanos dirigidos por Publio Quintillo Varo, intentaron conquistar territorio nórdico, y a pesar de que los cerca de 18 mil romanos perdieron la batalla en la llamada Derrota de Teutoburgo, existió un intercambio cultural importante, en el cual, tribus nórdicas aprendieron algunas técnicas de cultivo de los invasores que terminaron siendo integrados a su comunidad. Cuando el clima invernal empeoró al punto de no poder sacar a sus animales porque morirían por las bajas temperaturas, los habitantes de la antigua escandinavia comenzaron a recolectar el excremento de su ganado y lo utilizaron para fertilizar la tierra, el abono. Un truco de los romanos que les ayudó a generar comunidades agro-dependientes por la aceleración que hubo en el desarrollo de su agricultura. Insertar en su proyecto musical el mensaje de poner en práctica el cultivo de alimentos para autoconsumo, es parte de la crítica que elaboran los miembros de Dungen al estilo de vida consumista de la vida moderna.

Comenzando desde lo más recóndito del underground, Dungen conquistó la cima del gusto de una audiencia exigente y difícil de sorprender, su música desembocó en una invasión vikinga de rock psicodélico que abarcó toda Europa, y que formó olas inmensas de nuevos talentos, que inspirados en el trabajo de este conjunto, buscaron emular diferentes aristas de sus sonidos, pero sobre todo, buscaron (re)insertar en el contexto de la actualidad tanto la ideología hippie, como sus prácticas y costumbres no basadas en el capitalismo. El rock psicodélico es una protesta en contra de los convencionalismos de la sociedad represora, cuyo revival es testimonio de la inmensa cantidad de personas alrededor del mundo que actualmente se identifican con el mensaje del movimiento liberal de los sesentas, y quizás también con el contexto represor de aquel entonces. La rebelde voz del rock and roll siempre tendrá algo que decir sin importar dónde se escuche, ni de dónde provenga.

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