"Arillo de hombre muerto", el cine como herramienta para generar empatía

Filmada en un exquisito blanco y negro, el primer acierto de "Arillo de hombre muerto" es su protagonista, Adriana Paz, quien da vida a "Dalia".


Cinetiketas | Jaime López


Con "Arillo de hombre muerto", el cineasta Alejandro Gerber busca hacer una crítica a todos los sectores sociales que revictimizan a familiares de personas desaparecidas y no localizadas, ya sea de manera intencional o mediante la indiferencia.

Asimismo, trata de retratar el oportunismo y amarillismo practicados por algunos creadores artísticos, cuando abordan solo por pose la problemática en cuestión, la cual ha ido en aumento en todo el país, sobre todo en los últimos 19 años.

Filmada en un exquisito blanco y negro, el primer acierto de "Arillo de hombre muerto" es su protagonista, Adriana Paz, quien da vida a "Dalia", una conductora de metro que una noche regresa a casa solo para descubrir que su esposo ha desaparecido. 

El personaje en cuestión es una víctima de las circunstancias, que debe de lidiar con la hostilidad de su entorno laboral, la burocracia mexicana y los señalamientos de su suegra.

Aunado a esto, noche a noche, camina presurosa por el miedo de ser atacada, en algún punto del tramo existente entre el cajón de estacionamiento que habitualmente usa y la puerta de su maltrecho hogar.

Así, "Dalia" es la representación de esas mujeres que la sociedad exige que tengan un comportamiento o una vida ejemplares, a pesar de la adversidad en la que se encuentran inmersas.

Paz demuestra oficio en su interpretación, pues de manera natural transita por distintas emociones: angustia, rabia, inseguridad, fortaleza, orgullo maternal, duda, resiliencia y determinación.

Además, aprendió a conducir las unidades del sistema subterráneo de transporte colectivo, el cual juega un papel clave en la historia, lo que sin lugar a dudas es una prueba irrefutable de su compromiso actoral.

Por otro lado, "Arillo de hombre muerto" reúne nuevamente a la primer mexicana en ganar el festival de Cannes, dentro de la categoría de actuación, con Noé Hernández, su coestelar en la bien calificada "La Tirisia".

El intérprete referido personifica al interés sentimental de "Dalia", ese que está dispuesto a acompañarla en la búsqueda de su marido, pero que por momentos también resulta una presión extra para la vida de aquella. 

Acerca de los logros técnicos, la fotografía de Hatuey Viveros hace que el ojo de la audiencia no quiera perder de vista ningún detalle captado en su formato blanco y negro. 

A eso se suma su habilidad para filmar en el metro de la Ciudad de México, con cámara al hombro y muy al estilo de los documentalistas profesionales. Es oportuno señalar que grabar en ese tipo de transporte es sumamente difícil para cualquier producción, entre otras cuestiones, por los múltiples permisos gubernamentales que se requieren conseguir.

Por último, la película evoca los dramas sociales de Ken Loach, sobre todo, en su arranque y en las escenas donde existen críticas sutiles contra el actuar de las autoridades. 

Spoiler: "Arillo de hombre muerto" cierra con la mirada de la protagonista rompiendo la cuarta pared, viendo al espectador con el afán de que no invisibilice o sea indiferente a su lucha. Se trata de una secuencia magistral, en la que se resume genialmente gran parte del discurso del realizador de este filme.




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