Letrinas: La repetición sonora de un cigarro al caer

Después de tres años de recitar como bobo palabras a personas desconocidas que no te harán caso; asiste al parque, recita las palabras a las 23:25 del día 9 de cualquier mes.




Dedicado a todas las personas con estilo 


Regala el cigarro a El Fumador. Haz que se vea con estilo. Mira el constante movimiento de inhalar y exhalar, mira la placentera cara de la inhalación y disfruta la larga retirada de la exhalación. Escúchalo mientras te explica porque se siente como un dragón al estar fumando. Atento a la mirada que regala al sexo opuesto con su pequeña arma homicida en sus labios. Observa cómo se deteriora con el tiempo. Observa cómo pierden el brillo sus ojos. Enfoca tu vista atentamente a su sonrisa mientras despliega el labio inferior del superior y así muestra el color del vespertino sol. No dejes de visitarlo en el hospital. Consuela a sus familiares. Comparte a los tristes afligidos imágenes de lo bien que se veía con ese cigarro en su boca. Recita una despedida en la iglesia donde se posiciona el hombre en la caja con su elegante smokin, su peinado perfecto, la sonrisa elegante de todo un caballero, los ojos cerrados de una persona en reposo y con la sonrisa que burla a la muerte. Al hombre en la caja agrégale una cigarro en la bolsilla de la camisa para que se vaya con su amor de toda la vida. 
 
Dentro de un mes con tres días, asiste a: escuelas, fábricas, compañías, tiendas, centros comerciales, etcétera. Haz que la gente vea el sufrimiento que te consume, haz que la gente te haga sentir patético platicando tu estúpida historia sobre cómo ayudaste a tu amigo a conseguir morir por el amor de su vida -qué tragedia-. 
 
Después de tres años de recitar como bobo palabras a personas desconocidas que no te harán caso; asiste al parque, recita las palabras a las 23:25 del día 9 de cualquier mes, una noche que se encuentre con cielo atiborrado de estrellas que se encuentre en un modo, digamos... felices, una luna amarilla que denote la inmortalidad pura. Toma el asiento de fierro que se encuentra enfrente de los columpios -de preferencia rojos- y permite que poco a poco las luciérnagas se posen alrededor tuyo, mientras aparentan ser cigarros encendidos que se apagan y prenden como si fueran un corazón latiendo y por último... llora... llora y llora hasta que se forme un charco en tus zapatos de talla ocho, color negro, de piel sintética. Traza una hoja de color verde chíngame-la-vista hasta que quede lo mas parecido a un barco, posiciona el barco de papel en el charco y permite que flote sobre tus lágrimas. 
 
Regresa a la normalidad, como eras antes de morir tu amigo. 
 
 
*Repite lo mismo con tu próximo amigo fumador
 
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