Tócala de nuevo, Patxi

Cortejamos la ruina y resucitamos el punk desde la obra del escritor Patxi Irurzun, referente y juglar del submundo literario.

Cortejando la ruina | Por Juan Mendoza


En la Vox Populi se dice que hay dos cosas que no se pueden ocultar: el amor y el dinero.

Yo incluiría una tercera: el hábito de la lectura.

Y es que cuando alguien lo adquiere, me refiero al “hábito”, es imposible que no se note desde el primer minuto. Aunque para los analfabetas funcionales pasa desapercibido, hay muchos rasgos que delatan a una persona que resulte un buen lector. Entre éstos especímenes se guardan ciertos secretos que no se busca ventilar, no porque contengan la resolución de vetustos misterios; es sólo que sacarlos a la luz conllevará una serie de sátiras y burlas, y, en el mejor de los casos, una mirada vacua del interlocutor que denota que no entiendo una palabra de lo que estás hablando. Uno de esos secretos es que cuando adquieres el hábito, de inmediato te das cuenta de dos cosas: 1. Que nunca vas a estar solo y 2) que vas a conocer mucho de la intimidad del escritor a través de sus personajes.

Patxi Irurzun es un escritor español que nació en Pamplona en 1969. Ha escrito y colaborado en más de 50 libros y lo conocí gracias a la World Wide Web. Durante la década de los dosmiles, antes de tener una hija y antes de casarme, tenía por hobby una actividad que encontraba bastante atractiva: desvelarme buscando cosas raras en el internet. Y es que soy un ente creado y nacido en los ochenta, esa generación que tuvo que arreglárselas para investigar cuál era aquella canción que escuchaste una vez en el radio (y eso te podía llevar bastante tiempo) y que, algunos años después podías descargarla con tan sólo tarareársela a una aplicación. Los buscadores de la red (antes que naciera las redes sociales y “el algoritmo”) se convirtieron en mis mejores amigos, esos que te traen a tu casa el nuevo descubrimiento literario o musical. Que mira que en la vida fuera de la WWW es difícil encontrar esos amigos.

Y en esas infructuosas búsquedas fue que di con el blog de José Ángel Barrueco (escritor de Zamora, España, nacido en 1972), “Escrito en el viento”, que no sólo recomendaba libros y películas de envergadura subterránea, sino que mandaba links a blogs hermanados y a los trabajos underground donde había colaborado. Uno de ellos, una antología de cuentos inspirados en Bukowski llamado Hank Over (que década y media después no he podido conseguir). Uno de los participantes era el mismísimo Patxi, del que se desprendía una liga a una novela negra y punk presentada en entregas en el blog llamado como el libro La Virgen Puta. De la cual dejó el link por si alguno se interesa en leerla.

En ella verán las aventuras de Felicín, un punk treintón venido a menos enamorado del rock radical vasco y cuyo aporte a la humanidad es la creación de un fanzine llamado Borraska, que se ve inmiscuido en una práctica siniestra de un hospital, la hija de un millonario y mucha música de rock duro. Cada entrada al blog es un capítulo que se acompaña con una ilustración de Carlos Azarraga y una canción punkarra que pone el soundtrack de la novela. Comencé a leer por curiosidad y fue recibir una patada en mis adormecidas gónadas a las 3 am:

El estiércol hace crecer siempre más fuerte la cosecha

(Marc Legasse)

Pensé en ello cuando vi aquellas dos moscas follando sobre la barra del bar: tenía treinta años y estaba solo y aburrido. Todo había ido a la vez tan deprisa y tan despacio... A los quince ya no creía en nada. Por eso me hice punk. Desde entonces había estado borracho. Un mal rollo cuando tienes que caminar sobre el filo de la navaja. La mayoría de mis colegas, por ejemplo, habían perdido el equilibrio y se habían descuartizado: las drogas, la priva, el suicidio... Una vida salvaje. Mentira. Aburrida, mediocre. Una vida como cualquier otra. A estas alturas de la historia todos caminamos por el filo de la navaja. Mirar para adelante tampoco me ayudaba. Tenía treinta años y además de estar solo y aburrido llevaba el pelo teñido de color azul ¿Qué podía esperar yo de la vida?
Corroboré, entonces, esa sentencia que aventó Frank Zappa: “la cultura oficial llega a ti, el underground tienes que buscarlo tú”. Quizá ni lo dijo Zappa, pero ya me entiendes.

Me di cuenta que había llegado a una novela que difícilmente iba a conseguir en el Sanborns de Satélite o en la Gandhi de Bellas Artes. Y que me iba a gustar pero sobre todo iba a ser una maldita influencia. Así fue. No tarde nada en guardar el enlace y en descargarme todas las canciones contenidas. Ahí, la neta, es que conocí a Barricada, Tijuana in Blue y a M.C.D vía su rola No más punkis muertos.

Conseguir los libros enlistados de Patxi resultaba muy difícil. O muy caro. Así que dejé la adquisición de ellos a la suerte del futuro. Después, cuando se dio el boom del Facebook, busqué a Patxi y lo amigué. Me dio mucha ilusión que aceptará mi solicitud, pero no sabía qué decirle o como iniciar una conversación. Años después, mi amigaza Norma Yamilé Cuéllar, una de las escritoras más densas de Monterrey, me contaría que ella participó en aquel proyecto de Hank Over, que originalmente nació como fanzine, colaborando con un cuento bukowskiano llamado Mole.

Algunos años después, cuando con Alfonso Morcillo hicimos un especial del rock radical vasco en el NoMuyPunx (la estación de radio en la que somos locutores nomás porque no queremos hacer un blog o un fanzine) invité a Irurzun a escuchar la transmisión. La escuchó, me mando mensajes, le gustó. Compartimos impresiones, me hizo recomendaciones. Lo convoqué a ser invitado al programa. Dijo muy emocionado que estaba de acuerdo y que quedaría muy bien porque para la fecha propuesta (febrero 2021) saldría en edición mexicana su más reciente novela, Tratado de Hortografía (una novela del rock radical vasco que ya iba por la segunda reimpresión en España. Un par de semanas antes del programa, me enteré que quien sacaría esa novela en México sería la editorial indie chilanga, “Resonancia” que comanda Pedro Escobar, a quien conocí cuando me invitó a participar en una antología de cuentos inspirados en la radio, (Gracias por Escuchar) donde participan personajazos de la talla de Alex González Castillo y Conchi Moya o Isaí Moreno, tanto de México como España. Casualmente no tenía quien hablara de radio por internet y me apunté para contar dos o tres experiencias del NoMuyPunx.

Conocer y hablar con Patxi Irurzun por Jitis Meet para el programa fue algo muy chingón. Pero leer esta novela fue bastante más chido. Escrita en modo de diario, Patxi rescata las mejores historias del rock radical vasco a través del narrador (del que no conocemos el nombre) otrora guitarrista del grupo “Los Tampones”. Nos cuenta las desventuras de un punk cincuentón que tiene que lidiar con dos hijos adolescentes, una próxima pandemia, su labor como bibliotecario, el estancamiento literario al haber publicado más de 20 novelas pero ninguna editorial le edita en pasta dura, el autosabotaje. Pero a través del personaje también rescata anécdotas de Las Vulpes, de La Polla Records, de Iosu y Juanma de Eskorbuto; historias que nos recuerdan también la del mismo Patxi, aun cuando él mismo sea otro personaje de la trama. Gusto me dio descubrir que Felicín, ese punkarra de espíritu beligerante de su primer novela, también tiene un cameo. Más gusto me dio cuando Pedro Escobar me invitó a escribir una presentación para la tercera de forros de la edición mexicana. Junto a Alejandro González Castillo, la mencionada Norma Yamille y Mixar López. Una contundente y certera patada a la entrepierna de la nostalgia que abofetea una gran verdad: El punk ha muerto, el punk ha resucitado.

No termino de asimilar la contundencia de la novela (y créanme cuando les digo que a éstas alturas del partida es bien difícil que encuentre emotiva una novela) cuando me entero que hace pocos días salió la segunda parte: “Chucherías Herodes. Una guía de turista de Jamerdana” donde regresa el alter ego de Patxi con su diario a seguir pateando cráneos. Ahora inmerso en una pandemia, una cuarentena y el intento de conectar con sus hijos, por lo que hacen una versión trap del único éxito de Los Tampones: Estamos contra las reglas. Estoy seguro que ésta segunda parte, tal cual la primera, nos recordará que el paso del tiempo es inevitable, las canas y los dolores de huesos llegan sin poder evadirlos, pero el espíritu punkarra no se difumina, no se acaba, que el punk se muere y gracias a estos libros, el punk ha resucitado.

Alabemos a Patxi.

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