Letrinas: Dos y media

La narradora Ana Nicholson Leos (Colima, 1988) ha participado en antologías de relatos en Tierra Adentro, NitroPress y Editorial Agujero de Gusano.

Dos y media
Por Ana Nicholson

Pasó lo mismo del diario. Despierto a las seis AM, con todo. Jalé la muleta. Me preparé una taza y otro tercio de avena, mis seis claras y un huevo entero. Sin azúcar, sin sal. Pongo a hervir el pollo, el brócoli y la proteína. El galón de agua. Después el primer duchazo del día, agua hirviendo y luego fría, para el tono muscular. Me lubriqué y me acomodé la prótesis. Eché todo en la maleta. Antes de salir Axe Cuero, me acomodo el pants para que no se note nada.

            El metro a esa hora va casi vacío, me tocó ir sentado. Llegué tempranito, seis cuarenta y cinco, con la pasión y la actitud. Antes de entrar me como un plátano, para el potasio por nada más 100 calorías.

            Saludé a la Fani que siempre se hace la mamona, pero le cerré el ojo y se puso roja, la muy pícara. Estaba casi vacío, solo habían llegado Yorch que estaba sentado en una de las bicicletas fijas, ya que me vio le empezó a pedalear. También estaba el Chino dándole a la barra.

           ¿Qué tranza mi Kevin? –me saludó el Chino.

           ¿Qué tranza mi exótico? –me dice el Yorch como siempre con sus bromas.

           Hasta que nos haces el honor mi Yorch –le contesto.

           Cámara mi Dos y media, no todos podemos estar iguales de princesos que tú.

           La cábula de siempre. Pero es entre camaradas, nunca se ha pasado. Ese fue día de pierna, bueno de glúteo, cuadrícep y de la pierna buena. Descansé la prótesis, saqué la muleta.

            Le corregí la rutina al Chino. Ese güey cuando recién llegó tenía cuerpo de perro parado y dándole juntos ya está más grande.

            Luego de un rato acompañamos al Yorch a desayunarse una guajolota. Ese güey no se toma en serio nada, ni el gym, ni su cuerpo, cuando es su templo. Le digo:

“Ira Yorch todo lo que quemaste nada más con ese atole ya lo perdiste.” Pero nada más le da risa y se soba la panza. Me contesta sin hacerme caso:

            Oye y te llegan viejas buenas ¿o pura mamá luchona?

           Llega de todo y he ido a despedidas con viejas bien buenas, pero es nomás el baile, carnal, la seducción, la danza. Y le meneo la cadera.

            ¿Y te contratan más porque como estás cojo y así te las coges?

            Ira güey me verás cojo, pero tengo esta piernota que le encanta a tu mamá –y me agarro los huevos.

            Cuando acaba los dos se van cada quien a su trabajo.

Regresé al gym por mi segundo shower y a tomarme mi proteína. Guarde mis cosas, me puse la prótesis, me eché más Axe y me peiné.

            Me fui al turno de la mañana. El letrero de Semental Erotic Gentleman’s Club a esa hora está apagado y la puerta también, pero la gente sabe que ya abrimos.

         Las de la mañana son las que más sueltan lana. En parte es porque algunas todavía vienen tomadas del día anterior.

        En la mañana me toca una coreo con un argentino, se llama Gastón. Dicen que es muy renombrado por allá. Es un mamón. Se quejó de que le pusieran rutina conmigo. Yo sé que le doy asco. Apenas si me voltea a ver a los ojos. Me la pela el puto. Me echo aceite bronceador, tantita base en la cara, me maquillo lo mínimo para verme natural. Gastón como muchos se la jala y se la amarra con una liga para que se le vea más grande cuando baila. Y aún así se hace el digno. La mía ni me cabe bien en la tanga, sin trucos. Adrede me la sacudí fuerte para que me la viera.

            Llegué hasta el club por dos famas: por tenerla de mandingo y por estar carita. Bueno y por la prótesis. No puedo mentir, algunas señoras se espantan cuando me ven. Se portan groseras. Algunas se han llegado hasta a enojar y han ido a reclamar. Pero yo me mantengo positivo, mi filosofía de vida es que todo es cuestión de actitud. Si es necesario darle al doble, trabajarle al doble o hasta al triple para sacar el día, pues lo hago con una sonrisa.

           Nos presentan Jean Pierre El Sencillito y El carita de niño, mejor conocido como El Dos y media. Gastón es mamón pero le da con todo, baila bien. Tenemos una rutina con sillas. Él sale primero, le da una vuelta a la silla, se quita el pantalón, se sienta con la piernas abiertas. Luego salgo yo le doy la vuelta a la silla, me pongo de espaldas, me bajo el pantalón hasta por debajo de la tanga, me empino y me arranco el pantalón. Siempre se escucha un suspiro del susto cuando ven que nomás tengo media pierna, pero casi enseguida se escucha un guau y un grito de emoción.  Seguimos la coreo. Gastón subió a una señora medio mayor al escenario. La sentó en una silla y el Gastón se le sube encima, le rempuja la cabeza hasta su desta, tras tras con la cabeza. La señora gritaba de la risa mientras se lo torteaba, luego la acostó y llegué yo. Hice mi rutina de hacer lagartijas y rejuntársela. La señora olía a que andaba como placa de tráiler y era bien mano larga. Pum pum, le bailé el baile del gusanito sensualón. Cuando se acabó el remix, nos llovieron los billetes.

           Cuando acabamos unos viejitos jotos le pidieron un privado a Gastón. Yo a esas casi no le hago. Lo he llegado a hacer, pero de a mínimo le dobleteo el precio. Si algo he aprendido es que las clientas vienen más por mi personalidad, reconocen bien quién es bueno por su arte que por la reata. Los putos seguido nomás vienen a ver a quién persuaden para mamársela.

           Poco después de eso fue cuando me habló Genoveva llorando a gritos. Ya me imaginaba qué iba a hacer.

        Le pegué al chingado carro, Kevin, y me quieren llevar al Torito. –Sonaba a que ya estaba tomada.

          Y luego está diciendo que el carro está sin verificar y que hoy no circulo. Y dicen, bueno eso ellos dicen, que ya vengo algo tomada pero no me han hecho la prueba ¿así cómo van a saber?

            Sonaba bastante tomada, le dije:

            Geno, respira, respira por la nariz. ¿No te aceptan una de a perro?

         Sí, me aceptaron lo que tenía, pero eso nada más para ganar tiempo. Me están diciendo que puede salirme hasta en veinte mil pesos, Kevin. Yo no tengo nada y lo sabes. No tengo nada y si se entera Óscar me va a matar.

            Le pedí que respirara un poco porque estaba histérica. Genoveva me ha ayudado en todo a pesar de sus problemas. Le gusta mucho la copa y venir al club. Ella antes era secretaria en el Senado, le iba a muy bien, ganaba bien. Cuando venía al club siempre pedía privados conmigo, inclusive cuando estaba bien flaco y todos me trataron de apestado. A veces nos veíamos afuera nada más para platicar o me llevaba de compras. Pero luego el pinche Óscar, un poliquitillo famoso se obsesionó con ella, él igual es más joven, la sacó de trabajar y se casaron. Pero Geno es pura fiesta, no dejó de venir, ni de tomar, pero el cabrón está loco de celos y cuando la descubre se la madrea.

             ¿Pero como veinte mil, Geno? ¿Por qué tanto?

         Sí, veinte mil. Yo ya no sé si están inventando pero dicen que la tarjeta de circulación no es la misma que el folio del coche, me están acusando hasta de que me robé el carro. Ya se lo llevaron a un pinche corralón hasta casi el Estado de México.

            Se soltó a llorar.

            Y luego dicen dañé propiedad de la ciudad con el carro.

            Genoveva, respira ¿Dónde estás?

            Aquí por Metro Allende.

           Deja, ahorita voy, estoy cercas aquí en Zona Rosa. Hay un grupo de clientas, a ver si quieren un show y con lo que tenga te ajusto. Respira, no les digas ya nada. No les grites. Nada más diles que te aguanten una hora. Diles el nombre del Óscar.

            Yo te amo, mi amor.

            Te amo Geno, respira, diles lo que te dije a los oficiales. Ahorita llego.

         Cuando recién llegué al club tenía una prótesis muy sencilla y fue Geno quien me consiguió un financiamiento para esta que es más ligera.

           Pues con una hora encima me puse a chingarle. Le ofrecí a la señora que había subido Gastón un baile y una bebida de cortesía. Pero ya estaba casi dormida porque siguió tomando y sus amigas ya se habían ido. Entonces le pedí a Martita un préstamo de caja chica, me ofreció tres mil. Hice mis cuentas y yo tenía seis mil. Todo lo que he ahorrado lo invertí en el equipo para el gym que voy a  poner. Inclusive Geno me había prestado para comprar equipo. Por eso yo casi ando al día. En eso un joto se me acercó. Era gringo.

            ¿Cuánto cuesta date? –Luego, luego me vio el paquete.

            ¿Es real o sock? ¿Medias? ¿Me da cita?

            No es casa de citas, caballero. –Sentí que se iba a ir, así que le sonreí.

            Me gustan tus dimples. –Me tocó la cara.

           En ese momento con la adrenalina dije chingue su madre. Me la han mamado señoras más feas.

            ¿Quiere un baile y una bebida de cortesía?

            Vamos amigo.

            Desde un inicio en el privado el señor empezó a pasarse de la mano.

            ¿Cuánto por un date, sweetheart? ¿Quince minutos? Solo quince.

            Y me la saqué para que me la mamara.

            Amazing.

            Ya habían pasado unos 15 minutos y le dije.

            A veinte mil.

            ¡¿Veinte mil?!

            Veinte mil o retírese. Me la empecé a esconder, pero luego luego me la empezó a sobar.

          Ok, veinte mil pero you fuck me se bajó el pantalón para que yo se la viera él, la tenía de bebé, rojísima y en forma de huevo.

            Fuck me hard y veinte mil.

            De Metro Insurgentes al centro no se hace tanto, como en 20 minutos llegaba. Más rápido que ir en un taxi. Mi miedo era que Geno se pusiera agresiva con los oficiales o hiciera una imprudencia y llegara Óscar.

            Primero el dinero le dije.

            Tengo cinco mil ahorita.

            ¿Y en el banco?

            Ahorita vamos al ATM. –El cabrón casi me babeaba como perro de lo antojado que estaba. Se la arrimé, se la jalé, le soplé en la oreja. Olía a talco de bebé y tenía mal aliento. Luego él se volteó para hincarse enfrente de mí y mamármela. Cuando vio mi prótesis como que se quiso hacer para atrás. Cerré los ojos y pensé en las chichotas de Geno para que se me parara. En corto lo volteé y se la ensarté. Dio un gritito y empezó a decir.

            Fuck me daddy, fuck me –con una voz de niño chiquito.

            Se vino en cuestión de segundos. Luego me la manoseo y yo le dije.

            Si quieres otra, el dinero primero.

            Le dije al Mike el de la entrada que no dejara que se fuera. Rápido me perfumé y me arreglé lo mejor que pude y ya me salí con el viejito.

            Me dio la mano como si fuera mi novio, pero luego luego le dije:

            Ahorita mismo me das lo que falta del varo o te reviento toda tu puta madre, pinche maricón.

           Se puso tan pálido que me dio miedo que se desmayara. Fuimos a dos cajeros para que pudiera dar los veinte mil. Cuando me los dio le dije que si volvía al club, yo y todos mis camaradas nos lo íbamos a chingar. Decidí mejor irme en taxi y llegué rayando la hora con Geno. Se me echó a los brazos a llorar y le dije:

               Yo me encargo de todo, mi amor.

           Ella se encarga de mí más que mi madre. Y me encargué de todo. Entre amparos, multas, fianzas, el putazo del carro y mordidas se fueron casi quince mil pesos. Se nos hicieron las ocho de la noche. Invité a Geno al club a que se relajara. Mientras ella platicaba con el Mike y los otros compañeros, yo saqué del locker mis alimentos. Malpasarse y no tener disciplina es malo para el metabolismo, lo alenta. Me di el tercer shower del día, me arreglé y le dije a Geno que este baile era nada más para ella.

            Esta coreografía era solo. El DJ me puso una música de circo para que saliera antes de empezar a bailar. Me presentó y salí dando un mortal y caí en la pura de pirata. El público gritó de emoción o de sorpresa. Pedí al DJ que pusiera el remix de canciones latinas sexys porque en esa viene una de reggaetón que le encanta a Geno, la Me enamoré de ti del Aspirante. Lo di todo en el escenario, me encueré hasta más lento, que vieran que no solo es la música del circo, que soy cuerpo, cara y corazón. Y cuando empezó la canción, subí a la Geno.

            No hay mal que dure cien años

            ni tu amor que hace daño

            impedirá que yo tenga un nuevo amor

           Me le juntaba a la entrepierna, le hacía el paso de la víbora, la Geno me veía romántica. Le di un beso apasionado. Las señoras se prendieron y corrieron a meterme billetes a la tanga.

         Cuando se hicieron las once la acompañé a su casa. Quién sabe hasta cuándo la podría volver a ver o cómo la iba a dejar Óscar. Me regresé a mi casa. Llegué a comerme algo de carbohidrato saludable, un camote y una gelatina light. Hice mi rutina de estiramientos, me hinqué a rezar y fui a dormir.

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