Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez
Calificado como el álbum número 69 de los 250 mejores en la historia del rock en español por la revista Alborde, Volumen 1, Caifanes o también llamado El disco negro, es un vaivén entre las experimentaciones de un disco de rock-punk junto a una cantidad enorme de ritmos que no esperaríamos que estuvieran incluidos en un álbum así.
Canciones icónicas como Perdí mi ojo de venado, La negra Tomasa, Viento y Mátenme porque me muero, son ejemplo de estas experimentaciones musicales que se encarnan entre sonidos desconocidos y dilataciones subterráneas de temáticas inconexas.
Interpretado por el cuarteto original de Saúl Hernández, Alfonso André, Diego Herrera y Sabo Romo, el Volumen 1 es uno de los álbumes más icónicos para las generaciones de los 90’s y que trazó el camino de Caifanes por la historia de la música en español.
En
principio, como una recopilación de canciones que la banda ya tenía un tiempo
tocando de forma independiente, durante este periodo donde el rock se daba
entre toquines clandestinos y reuniones que cualquier adulto de ese entonces
hubiera dicho: ¡Esos son lugares de mala
muerte!
Cuéntame tu vida, el cuarto track del
disco, podría ser otro ejemplo de lo que lo hace tan especial, que sin
necesidad de ser conceptual, aborda temáticas que para la música podrían ser
ajenas. En el seguimiento de una persona que nos habla desde su desesperación,
aspecto que desde la literatura podría parecerse a una narración de Cortázar,
podemos ser incluidos en la música y no solo como un ente que escucha las
canciones, sino uno que participa de forma activa en él al darle un sentido a
las letras.
Ahora, si
bien escuchamos el álbum solo en su calidad musical, sin buscar significados
profundos y dar una revisión a su composición, muchas de las canciones pueden
cumplir con esas expectativas, de sonar bien por sí solas. Gritar por dentro en
un camión mientras cantamos “¡PERDÍ MI
OJO DE VENADO!” es uno de esos
pequeños placeres que la música como cualquier forma de arte, puede traernos en
el día, en este caso, en medio del ritmo rock y combinaciones de sonidos
sintéticos que le dan al disco el aura tan oscura y atrayente que lo
caracteriza, justamente, como una maldición de escuchar el álbum muchas veces
sin que pierda esa sensación, maldición que se renueva con un cierre magistral
con Nada, una pieza que parece
combinar todos los aspectos mencionados en esta reseña.
En
definitiva, un disco bastante completo y que en lo personal considero el
segundo mejor de la banda. Recomendado para cantar a todo pulmón, para mirar el
techo después de un día largo, pero sobre todo, para bailar con una escoba al
gritar “ESTOY TAN ENAMORADO DE MI NEGRA
PRECIOSA”.