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El fragante aroma britpop de Jardín Verneú

Texto y Fotos: Polo Bautista


Los compositores, productores y multiinstrumentistas oaxaqueños Robért y Danny Van, son unos apasionados de la música desde su tierna infancia. Con The Beatles, la poesía beat y el jazz como sus máximas referencias, los hermanos emprendieron el arduo sendero de la autogestión y la independencia para cristalizar sus respectivas propuestas personales en diferentes sencillos y LP’s. No obstante, actualmente sus esfuerzos confluyen en Jardín Verneú, un flamante proyecto que revive el aroma y la frescura del britpop con el halito clásico del rock. Su EP debut está próximo a lanzarse y algo se habló de eso, aunque en esta entrevista también hubo ocasión de profundizar en otros asuntos como sus primeros pasos, sus trabajos personales, el estudio que manejan, las vicisitudes que enfrentan diariamente y la fragancia de su sonido.

 

¿Cómo fueron sus inicios en la música?

Robért Van: Ese tema es justamente todo un rollo, porque no tenemos familiares directos que sean músicos o se dediquen a cualquier otro arte. Sin embargo, nuestro compromiso es con la música. Nos gusta decir que fue algo con lo que conectamos, algo propio, una búsqueda y principalmente un gusto personal, el cual desarrollamos sobre el camino sin mucha influencia de otras personas. Claro que a nuestros padres les gusta la música, pero generalmente en casa escuchábamos tríos, rondallas, música romántica; aunque el rock lo descubrimos por nosotros mismos. Realmente empezamos oyendo a The Beatles. Cuando tenía cinco años encontré la película Help! (1965), y cambió todo. De pronto quise ser como John Lennon sobre el escenario. El cuarteto de Liverpool nos condujo más tarde a The Rolling Stones y de ahí tiramos del hilo con el cual conocimos a todas esas bandas de los años setenta, ochenta, noventa, etcétera. Por otra parte, nuestros comienzos también fueron un poco raros, porque arrancamos muy chicos en los coros de la iglesia, después participamos en tunas españolas a los siete u ocho años, hasta que a los trece formamos nuestras primeras bandas de rock, que en ese entonces la mayoría eran afines al happy punk. Eso era lo que nos gustaba: beats ágiles, guitarras con overdrive y demás. Años más tarde principiamos un grupo llamado Yesterday, el cual le rinde tributo a The Beatles y justo acaba de cumplir dieciséis años este 2025. En la ciudad de Oaxaca fue el primer grupo tributo beatle y continúa hasta hoy como el único. Hemos tocado en Ciudad de México (CDMX), para distintos festivales y nos ha ido bien con ese proyecto.

Danny Van: Como empezamos muy chicos nuestros papás pensaron que pronto se nos pasaría la inquietud, pero fuimos creciendo y seguíamos en lo mismo, incluso más adentrados. Queríamos hacer nuestra propia música, así que buscamos la forma de grabar ideas y materializarlas, escribir letras y también enfocarnos en todo lo visual. No tuvimos una guía o alguien que nos orientara para que fuéramos a un estudio o siguiéramos los pasos indicados. Por lo que fue una búsqueda y progresivamente descubrimos lo que se tenía que hacer. Nuestros papás vieron que la cosa iba en serio y nosotros les decíamos que queríamos estudiar música, aprender, hacerlo bien. Desde la ejecución, la creación y la esencia. Leímos mucho acerca de las bandas que nos influyeron y todo eso queríamos para nuestros proyectos. Creo que lo hemos ido logrando poco a poco. Yo soy más chico que Robért y tenía siete u ocho años cuando formamos la primera banda. En ese entonces era el baterista. Mi hermano fue quien me incitó a escribir mis propias canciones. Componer, crear y experimentar en el estudio es lo que más disfruto. Además, desde chicos ambos coincidimos mucho y pasa que la gente a veces piensa que somos gemelos. Entonces en el estudio es muy fácil la comunicación que tenemos. Lo que pensó Robért, seguramente yo también ya lo pensé. Considero que desde que iniciamos Jardín Verneú como un grupo de rock, hemos sentado bien las bases y sobre eso intentamos brindarle a la gente sensaciones, colores, experiencias y una identidad muy auténtica.

 

Robért tengo entendido que cursaste tus estudios musicales en Xalapa, mientras que tu hermano Danny permaneció en Oaxaca y se adentró en la producción musical. ¿Cómo fue que decidiste dejar tu hogar? ¿Y de qué manera construyeron sus proyectos estando alejados?

RV: Nuestros papás han tenido que aguantar algunas cosas y otras los han puesto de cabeza, pero hemos ido descubriendo juntos este camino. A mí me tocó abandonar el bachillerato y como te imaginas, a mis padres eso no les cayó en gracia, pero lo hice para estudiar lo que quería. Dejé mi casa con rumbo a Xalapa e ingresé al Centro de Estudios de Jazz (Jazzuv). Permanecí allá unos años, pero para eso tuve prácticamente que escaparme. Cuando se dieron cuenta yo ya estaba en Xalapa y les avisé desde un teléfono público. Un año antes mi mamá me acompañó a la CDMX, porque yo estaba buscando escuelas. A comparación de Oaxaca que era y continúa siendo una escena algo chica, allá conocí muchas bandas y músicos. Entonces ir a la capital fue como una cachetada de realidad y posteriormente en Xalapa, gracias al Festival Internacional Jazzuv que convocaba a músicos de la escena neoyorquina y de otros países, fue que descubrí infinidad de géneros e influencias como la música latina, africana, por supuesto el swing o el cool jazz. Este último nos inspiró para trasladarlo al rock, en eso que llamamos “cool rock”. Admiramos el jazz de los años cincuenta, a Miles Davis e igualmente la literatura beat.

DV: Mientras Robért estaba en Xalapa, yo aún estudiaba la secundaria. Quise salir también, conocer nuevos lugares y descubrir otras músicas, pero era muy difícil para mí y tuve que quedarme en Oaxaca. No obstante, me enfoqué en la producción musical y empecé a grabarme. Probé lo que podía hacer con la computadora y los sonidos nuevos o raros que le extraía. Así compuse mi primer álbum solista y cada que Robért venía de Xalapa por vacaciones o lo que fuera, le enseñaba mi trabajo. A su vez, yo notaba sus progresos como músico y eso me alentaba a mejorar mis habilidades y conocimientos. Cuando Robért regresó definitivamente a Oaxaca, hablamos más en forma de lo que sería Jardín Verneú. Para entonces ya teníamos las condiciones establecidas: experiencia en el estudio, idea clara de cómo hacer sonar eso que teníamos en la cabeza, el mensaje que queríamos transmitir, los colores, los visuales, etcétera. Salíamos a caminar por la calle o los parques y conversábamos. Llegado el momento grabamos y armamos el espectáculo. Hasta la fecha todo ha ido bien, porque creo que la gente conecta y se adhiere a la propuesta de Jardín Verneú. Creemos que nuestra música es real y denota quienes somos. Cada presentación es especial y así hemos conocido a muchas personas.

 

Robért, Paisaje y geometría (2020) es tu disco debut el cual se decanta por un estilo más acústico, con letras intimistas y matices de bossa nova. ¿En qué te inspiraste para hacerlo?

RV: Antes de ese disco compuse muchos temas, pero ese periodo fue más bien una búsqueda identitaria y un proceso. Ir a Xalapa me mostró que había gente con cosas qué decir u ofrecer y que me nutrieron para crear mi música. En el jazz solía manejar compases compuestos, armonías y demás, pero inevitablemente llegué a un punto de saturación. Entre eso y otros asuntos de mi vida personal como el dejar mi casa, la ciudad donde crecí, terminar con relaciones que no me habían hecho bien, más mi búsqueda por saber quién era, me originaron una depresión bastante fuerte y ese disco es prácticamente una crónica de mi sanación. Hubo un tiempo durante mi estancia en la Jazzuv, que mis asuntos escolares marchaban bien, tocaba estándares de jazz y música académica, pero caí en cuenta de que el camino original que me había llevado a la música era tocar, grabar y presentar mi propia música, la cual se estaba desviando con otras cosas. El punto de quiebre vino y decidí regresar a Oaxaca, supuestamente solo por dos meses para después irme a CDMX e integrarme a algún grupo y conocer más, pero terminé por quedarme nuevamente en mi ciudad natal. Durante ese lapso compuse las canciones de Paisaje y geometría y las grabé con Danny. En lugar de meterle compases compuestos o armonías complejas, opté por algo más simple y que estuviera conectado al origen. Entonces decidí hacerlo acústico. Experimenté con grabaciones de sonidos corporales, agua de los ríos, hojas, etcétera. Me metí en un viaje medio hippie, empecé a sanar mi depresión y cuando lo terminé era completamente otra persona. Había cambiado y aprendido.

 

Los últimos sencillos que publicaste son “Abril” (2022), “Zenit” (2023) y “Canción de invierno” (2025). ¿Tienes planeado lanzar un nuevo disco o algún otro sencillo este año?

RV: Tengo compuestos varios discos que me gustaría lanzar, pero sufrimos mucho por los tiempos. Ahora estamos enfocados exclusivamente a la producción de Jardín Verneú, entonces dejamos de lado momentáneamente mi proyecto. De hecho, Danny también tiene preparado su disco para lanzarlo en cuanto sea posible. Como tenemos que trabajar en la mezcla y las producciones de todo nos cuesta trabajo administrarnos. Quisiéramos dividir el trabajo entre diez personas diferentes y poder centrarnos apropiadamente en cada proyecto. Mis discos ya están compuestos, pero obviamente falta grabarlos, producirlos, instrumentarlos y demás. A lo mejor este año lanzo algunas canciones sueltas.

 

Danny, por tu parte debutaste con los sencillos “Portal simulapsis” (2020), “Retro romance” (2021) y el LP con matices electrónicos “Encuentros inusuales” (2021). ¿Qué me puedes decir de estos trabajos?

DV: Mi proyecto es totalmente distinto al de Robért. Justo lo que dices, está más tendido hacia lo electrónico, el pop, el rock y el indie. Yo lo catalogo como música retro futurista. Desde un principio quise darle esa esencia al álbum y a mi proyecto. Tomé referencias de música ochentera que me gusta, pero al mismo tiempo quise darle un toque del porvenir, con sintetizadores y guitarras que remitieran al sonido de esa época, pero trayéndolo a la actualidad. En ese tiempo escuchaba proyectos que tenían álbumes conceptuales: The Beatles con Sgt. Peper’s Lonely Hearts Club Band (1967), Pink Floyd con The Dark Side of the Moon (1973) o The Wall (1979). Entonces, desde niño siempre quise hacer un álbum conceptual. Así concebí mi disco que trata sobre los viajes en el tiempo. Al lanzarlo investigamos si en Oaxaca existía algún trabajo previo de este tipo y nos llevamos la sorpresa de que el mío era el primero. Si bien, las canciones no están estrictamente entrelazadas musicalmente hablando, sí guardan una idéntica esencia y van sobre lo mismo. Por otra parte, en los shows en vivo implemento aspectos teatrales en tres dimensiones que resultan muy atractivos para el público. Hicimos unos vinilos de Encuentros inusuales, con código descargable, portada y todo el arte en colores y efectos RGB-3D, para que pueda apreciarse en plenitud con ayuda de unos lentes 3D, como los que uso al tocar esas canciones. Posteriormente saqué “Nicteria” (2023), que funciona como el puente de mi siguiente álbum “Hologramatic”, del cual solo he lanzado la primera canción con el mismo nombre. Tengo boceteado todo el álbum, pero como comentó mi hermano, estamos actualmente avocados en Jardín Verneú. Ambos discos LP’s forman parte de una trilogía musical que estoy preparando, pero que debo darme espacio y tiempo para terminarla y publicarla.

 

Supongo que este año tienes pensado lanzar algunos sencillos más.

DV: Esa es la idea. Después de sacar el EP de Jardín Verneú, lanzaré temas de mi proyecto personal. Asimismo, voy a programar algunas fechas, tal como hice en 2023, cuando llevamos mi espectáculo a CDMX, Monterrey, Estado de México (Edomex) y por supuesto aquí en Oaxaca. Observamos una muy buena respuesta hacia ese tipo de música. Ocurre que la gente que se adhiere a alguno de nuestros proyectos generalmente termina escuchando el resto de nuestros discos. Hay mucha música y aunque todo es distinto, nos complace ver cómo las personas se vinculan con cada parte.

 


¿Cómo y cuándo nació Jardín Verneú? ¿A qué se refiere su lema: “El nuevo aroma del rock”?

RV: No tenemos una fecha precisa, pero creo que la idea comenzó aproximadamente desde el dos mil quince o dieciséis, cuando todavía estaba en Xalapa. Desde entonces pensábamos en algo con las características que ahora ostenta Jardín Verneú, pero sentíamos que todavía necesitábamos crecer en muchos sentidos para transmitir o plasmar lo que realmente deseábamos. Nos fuimos preparando, trabajamos, generamos conceptos y poco a poco se nutrió el proyecto. Revisamos demos y canciones que ya teníamos. Después empezamos a montarlo y la primera vez que tocamos fue en el 2023, al lado de una banda que vino de CDMX. A partir de ahí, empezamos a presentarnos en vivo y salieron oportunidades de tocar fuera de Oaxaca. Con respecto al lema de la banda, resulta que colaboramos con gente que se dedica a lo visual, el diseño gráfico, el cine y todas las artes en general.

Pero algo importante que queríamos infundirle a Jardín Verneú era una esencia aromática u olfativa. De esa forma llegamos a la conclusión de que queríamos hacer un grupo de rock que fuera similar a una fragancia.

DV: Que oliera a éxtasis de rock.

RV: Me gusta plantearlo como la experiencia de atravesar el pasillo departamental de una perfumería y enseguida percibir ese aroma fresco, el cual incita a la libertad, el momento, el querer comerse al mundo, el sentirse bien con uno mismo y darle sentido a la vida. Que pese a lo que dicten las tendencias uno pueda hallar su propio ritmo y ruido.

 

¿El nombre de la banda encierra alguna connotación especial?

RV: El nombre nació sin un significado y se lo añadimos posteriormente. Verdaderamente queríamos un título que fuera auténtico y propio. Sin embargo, la palabra “jardín”, más que su acepción concreta, lo que visualmente nos gustó fue su grafía, la cual encierra el aura de una banda de rock y de los rockstars.

DV: Es lo que la palabra te provoca. Despierta mucho la imaginación y las percepciones.

RV: Ya teníamos “jardín”, pero quisimos complementarla con algo más. Como siempre nos ha gustado la poesía existencialista, la literatura beat y los poetas malditos, optamos por otra palabra que de solo verla u oírla le añadiera un cariz francés o inglés. “Verneú” salió de un juego de palabras. En ese sentido, también la estética que manejamos en el grupo proviene o se inspira en esta onda beatnik.

 

¿Quiénes más los acompañan en este proyecto?

RV: Danny y yo siempre nos hemos sentido bien trabajando como dupla, pero queríamos que esto fuera una banda de rock, ya que consideramos que se ha perdido gran parte de esa esencia. Por eso está con nosotros nuestro amigo David Tormenta en el bajo y Alfonso Lobera en la batería. Este último es originario de la CDMX y anteriormente tocaba con Los Dee-pers. Alfonso fue un hallazgo, porque nosotros lo conocimos con su banda en la primera presentación de Jardín Verneú y posteriormente coincidimos en otro compromiso dentro del Edomex. En ese entonces realmente no teníamos músicos, por lo que platicamos con él y primero entró como tecladista, para luego pasarse a la batería. David, Danny y yo vivimos en Oaxaca, pero a Alfonso lo vemos cuando tenemos compromisos fuera, como al que acudimos recientemente a Guadalajara.

 

¿Qué dinámica de composición utilizan?

RV: Solemos vernos como una sola persona, porque nos complementamos. Anteriormente mencioné que nos fascina The Beatles y nos gusta pensar que somos una especie de Lennon-McCartney. Es decir, somos un dueto donde a veces no se sabe quién compuso más que el otro, pero que a fin de cuentas tenemos el mismo producto. En mi disco acústico, Danny grabó varias guitarras y percusiones. Igualmente, yo en su disco grabé guitarras, bajos y aporté ideas. Por lo general, cada quien lleva toda la pieza hecha, pero los riffs, la batería y el resto lo vemos en el proceso. Sucede también que a veces yo tengo una melodía y Danny le pone la letra.

DV: Si Robért tiene una idea empezamos a trabajar sobre ella. Lo mismo en mi caso, si yo tengo una canción que considero podría funcionar para Jardín Verneú la abordamos. A veces uno aporta más que el otro, pero sin duda ambos cooperamos para el mismo resultado. Entonces no vemos este asunto como si alguno fuera el compositor principal. Eso sí, Robert canta las canciones que propone y yo las mías, pero siempre intentamos elaborarlas entre los dos. Ahora nos dividimos el trabajo a causa del poco tiempo, ya que no nos abastecemos para hacer todo lo que quisiéramos. Yo me encargo de la mezcla, el audio y las grabaciones. En tanto Robért se ocupa más de los aspectos visuales, las portadas de los sencillos y los videos.

 


Veo el gran esfuerzo y la completa dedicación que le imprimen a sus proyectos. Lanzar y promover todo lo que implica Jardín Verneú desde la independencia o la autogestión es muy complicado. ¿Además de la falta de tiempo qué otros obstáculos tienen que sortear?

RV: Creo que mencionas una parte muy interesante, porque desde el principio y por nuestras circunstancias familiares hemos tenido varias bardas que saltar.  Abrazamos la cultura del “hazlo por ti mismo”, ya que no tuvimos otra opción. Si queríamos producir nuestras ideas no había otra manera más que ir echando a perder algunas cosas y aprender en el camino. Todavía tratamos de observar y crecer junto a otros proyectos que tienen más experiencia. Pese a que requiere bastante dedicación hacer esto, no nos vemos en otra cosa y realmente lo disfrutamos. No contamos con un “Plan B”. Efectivamente, nosotros también tenemos grupos de covers y tocamos todos los fines de semana. Vivimos de la música desde hace años. Lo desconocido a veces supone equivocarse, pero lo importante es hallar nuevamente el camino y no quedarse estancado. No obstante y volvemos al punto, por el momento el inconveniente más grande es el tratar de darnos el tiempo para todos los proyectos que queremos hacer. Otra complicación relativa es el vivir en la ciudad de Oaxaca, pues indudablemente es un estado culturalmente rico y aporta mucho a las tradiciones como la música regional, la Guelaguetza, etcétera. 

Sin embargo el rock está un poco en el subterráneo. El público y la gente que goza con este ámbito está totalmente ajena de las cuestiones gubernamentales. Las oportunidades que hemos tenido de viajar a otras entidades las recibimos de apoyos diferentes o externos, más que de aquí. Es saltar la barrera de lo tradicional. No quiero decir que se quite, sino que se enriquezca con otras tendencias que se hacen desde la electrónica, el rap, el rock, el indie, etcétera. Tenemos suerte de tocar en otros lados y expandirnos.

 

¿Alguna vez han considerado instalarse en CDMX para posicionar mejor su música?

RV: Estamos dispuestos a dirigirnos hacia donde nos lleve el proyecto. Aquí en Oaxaca tenemos nuestro estudio. Yo ya estuve algunas temporadas en CDMX y Xalapa, pero si debemos movernos lo haremos en algún momento.

DV: Otra posibilidad es hacer temporadas fuera de Oaxaca. Ahora estamos ocupados en los nuevos sencillos y en cuanto terminemos queremos seguir girando. Es complicado ya que tenemos aquí las herramientas, los instrumentos y todo. Afuera nos sentimos un poco desarmados, porque solo podemos llevar nuestras mochilas y las guitarras. Por eso queremos terminar este EP y después lo que venga, trasladarnos a donde sea.

 

¿Cuál es el nombre de su estudio y cómo lo armaron?

DV: Cuando comenzamos a registrar los primeros demos hace más de diez años, por ahí de dos mil diez, fue Robért quien descubrió un programa para grabar en multipista.

RV: Al iniciar nuestras composiciones nos tocó esa etapa de cuando las disqueras estaban cuesta abajo. En algún momento yo dude si invertir mi dinero en comprar equipo para grabarme o ir a un estudio. Recuerdo que en un cumpleaños mi mamá me regaló una grabadora de reportero. Grababa alguna cosa, cantaba y tocaba el bajo encima. Entonces, buscando por internet me topé con un programa súper básico de edición de audio. Lo descargué y grabé la batería, el bajo, las guitarras y la voz. Admito que quedó todo feo, pero me sentí muy contento al escucharlo, porque era la primera vez que estaba todo en una pista. Fue como si hubiéramos descubierto el fuego. De hecho, quemé el puerto de mi computadora, porque no sabía que necesitaba una interfaz de audio y conecté directamente los instrumentos.

DV: No conocíamos nada de ese mundo y así iniciamos. Como dije antes, yo me involucré un poco más y en mi cuarto monté un home studio, que en realidad solo era mi computadora, un micro y una interfaz. Pasaron varios años y fuimos aprendiendo a grabarnos mejor. Después pensamos que ya era hora de formalizar el estudio e infundirle un sello propio que identificara todos nuestros proyectos. Invertimos en equipo y logramos formalizarlo hace tres años. Finalmente teníamos un espacio dedicado especialmente a nuestra música. Se llama Van Records Studios.

RV: Una temporada tocamos bastante con muchas bandas de los años sesenta y setenta (La Resurrección, El Gruhpo y Los Beethoven’s), acá en Oaxaca. Nos empezaron a jalar como bajistas o guitarristas y nos fue bien. Tocábamos toda la semana y nuestra paga la invertimos en el equipo. Nos gusta mucho las sonoridades de los instrumentos sesenteros y setenteros. Prácticamente eso es lo que grabamos en Jardín Verneú, lo que le da parte de su identidad sonora.

 

Jardín Verneú tiene tres sencillos lanzados: “Mañana”, “Error” y “Cada día”. ¿Cuál es su próximo sencillo en publicarse?

RV: Desde el año pasado ya casi lo teníamos listo, pero por estar de gira lo aplazamos. En este momento nos encontramos trabajando dos nuevos tracks, más el próximo sencillo y con eso completamos el EP. Adicionalmente en unas semanas estrenaremos el videoclip de “Cada día”. Es una propuesta visual que abraza un redescubrimiento de nuestra mexicanidad y lo divino. Lo vamos a presentar con un show acústico aquí en Oaxaca. Antes de que acabara el año pasado lamentablemente nos quedamos roncos, se nos fue la voz y eso retrasó los planes, pero sirvió para aprovechar el tiempo en el estudio. Lo único que nos falta del siguiente sencillo es grabar unas partes de la voz, pero estamos esperando a que Dany se componga para que pueda cantar. En un mes o mes y medio estará listo e inmediatamente después lanzaremos el EP.

 


¿Qué detalles pueden adelantar sobre el EP debut de Jardín Verneú? ¿Planean una edición en formato físico?

RV: Sigue la línea de lo que se ha escuchado hasta ahora, la misma esencia, guitarras con overdrive, sintetizadores y también cierta influencia de música francesa. Nos recuerda al cine galo de los setenta, en blanco y negro y al género noir. Las letras están inspiradas en la poesía beat, con alusiones celestiales o divinas. Solo podemos adelantar eso, el nombre está encaminado hacia tales temas y una vibra britpop.

DV: Las pocas personas que ya escucharon el próximo sencillo dicen que les ha gustado mucho. Que de todas las canciones de Jardín Verneú, es su favorita y en vivo seguramente irradiará abundante energía. En efecto, estamos considerando lanzarlo también en formato físico, ya que apreciamos el arte que contienen los discos. Escucharlos mientras uno observa el contenido.

 

¿Además del EP qué otros planes tienen para este año?

RV: Con el lanzamiento del videoclip vamos a estrenar nueva mercancía: playeras, posters, etcétera. Durante las giras a veces no podemos llevar mucho, pero vamos a preparar nuevos souvenirs centrados en los lanzamientos. También planeamos salir de gira y presentarnos en donde haya espacio para la nueva música. Igualmente quisiéramos participar en algunos festivales. Buscamos ampliar los escenarios, que la gente conozca nuestra música y lo que pasa en la escena oaxaqueña.



«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #06 Ánuar Zúñiga



Host: Jorge Sosa


“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos. 

El sexto y último episodio de la primera temporada de “¿Qué comen lxs poetas?” recibió a Ánuar Zúñiga, el poeta de Ciudad de México, que nos compartió su romance con los hot dogs, su larga relación con el videojuego Fallout y leyó algunos de los poemas que ha escrito recientemente.

Éste es un fragmento de la entrevista con Ánuar que puede escucharse completa en Spotify o Apple Music.


***

Bienvenido, Ánuar, como ya sabes el tema del programa gira alrededor de esta idea de que los poetas se mueren de hambre, de que la poesía es una actividad precaria, marginal dentro del capitalismo. Lo primero que le preguntamos a todxs nuestrxs invitadxs es: ¿qué piensas de esta idea? ¿Los poetas se mueren de hambre? 


Yo creo que no. Creo que de alguna manera siempre encontramos cómo subsistir. Creo que tiene que ver más con tus papás tratando de protegerte de una carrera en la que posiblemente no vayas a ser muy próspero, que de ahí surge la cosa de que los poetas se mueren de hambre.

 


Sabemos que por lo menos no se mueren de hambre. Algo comen. ¿Qué comen lxs poetas? En tu caso, en una selección que obviamente para mí no es nada sorpresiva porque he tenido el privilegio de viajar contigo a muchas partes del país y compartir hoteles, restaurantes y muchísimos puestos callejeros, elegiste hot dogs. Cuéntanos por qué te gustan tanto.


No estoy seguro si es mi primer recuerdo, pero en todo caso es uno de los primeros recuerdos que tengo, y es que cerca de donde yo vivía cuando era niño, había una Comercial Mexicana y en el estacionamiento había un carrito de hot dogs. Entonces siempre que acompañaba a mi abuelo a hacer el súper o a comprar algo, el premio era salir y comer un hot dog en este carrito con una chaparrita. Yo creo que de ahí viene mi fascinación por los jochos. 



El hot dog es una botana interesante, que como todo lo que llamamos comida gringa, es producto en realidad de la migración. El hot dog es un caso extraño porque, según pude leer, es creado en Estados Unidos por un migrante alemán que vendía almejas en la playa, pero llegó un momento en que la gente ya no quería comida fría, quería comida caliente. ¿Tú qué piensas de esta migración? ¿Cómo lo relacionas con tu obra? Porque estoy seguro de que la gran mayoría de la gente que vaya a escuchar esto la conoce, en tu obra sí ocurren frecuentemente estas referencias a la cultura pop con cosas que vienen, entre otros lugares, de Estados Unidos. 


Tengo mucha familia en Texas y tengo mucha familia en Estados Unidos del lado paterno, porque mi abuelo era capataz en un rancho en Texas. Él como mexicano, pues. Pero en algún punto le ofrecieron la nacionalidad y la aceptó. Luego mi papá, en cuanto la pudo rechazar, la rechazó porque era antiimperialista y no le gustaba estar relacionado con la cultura gringa. Pero de todas formas, se permeó bastante en nosotros, en la familia. Mucho de lo que nos tocó a mí y a mis hermanos de niños tenía que ver directamente con la cultura gringa. Veíamos, digo, creo que como cualquier persona que vive en México, televisión gringa. De alguna manera, para nosotros los premios nunca fueron ir a los tacos o ir a las quesadillas, sino era pizza o ir al McDonald's. En fin, como que crecimos con esa cosa muy conectada a lo gringo, muy arraigada desde chavito.



La segunda parte del podcast está dedicada a hablar de algo que el poeta o la poeta invitada consuma que no sea comida. Porque sabemos que uno no se nutre y no se sostiene solamente de la comida. No solamente se puede vivir de hot dogs ni de ensaladas. Y en tu caso, elegiste el videojuego Fallout, del que eres un gran aficionado. Cuéntanos un poquito de tu historia con Fallout.


Fallout ocurre en un universo distópico donde tiene muchos paralelismos con nuestro universo. La divergencia se da porque en el universo de Fallout nunca se inventa el transistor. Exactamente ahí se vuelve un universo paralelo al nuestro, donde ocurren otras cosas. Como no se inventa el transistor, pues toda la tecnología sigue evolucionando a partir del bulbo. Por lo tanto, toda la estética de los juegos de Fallout es retrofuturista. Todo ocurre en el futuro, pero es un futuro como el futuro que imaginaba la cultura occidental en los 50.


Todo a partir de los bulbos, todo con esta estética muy nuclear, como Art Deco, etc. Incluso la música de los juegos es música de la época, es música de Sinatra, de Aretha Franklin, de Dean Martin, Big Band y Jazz y de la época, de los años 30, los 40 y un poquito los 50 también. Hay una guerra nuclear entre China y Estados Unidos. Mientras ocurre esto, está esta compañía que empieza a vender espacios en ciudades subterráneas tipo búnkeres gigantes. Todos los personajes de cada franquicia del juego emergen o tienen algún contacto directo con estos refugios subterráneos. Yo conocí Fallout a partir de Fallout 3, que fue el primero que salió para PlayStation, y lo jugué por primera vez en casa de Rodrigo. Lo que me atrapó desde el segundo uno fue la toma de decisión. Tú diseñas a tu personaje, escoges desde su género, su raza, su edad, su complexión, sus habilidades y luego tienes la posibilidad de tomar decisiones cada paso del camino y cada decisión que tomas, afecta el outcome final del juego y eso a mí me parecía gigante. Terminar una partida larguísima y luego decir: voy a empezar otra pero esta vez voy a tomar este otro tipo de decisión, en fin, las posibilidades narrativas del juego se me hicieron abrumadoras y eso fue lo que me atrapó y desde ahí he sido consumidor de cada secuela Fallout que han sacado hasta el día de hoy.

 


La última parte del podcast trata de que nuestros invitados nos lean algo de lo que escriben. Creo que conozco quizá la totalidad de tu obra. Para mí ha sido algo bonito crecer al lado de autores como tú, como Andrei, como Jorge, y ver cómo cambia. Lo primero que te quiero preguntar es, ¿qué estás escribiendo? 


Justo estoy escribiendo, bueno, terminé de un proyecto que me tomó bastante tiempo, que se trata de personajes de cómic. Y terminé ese proyecto hace poquito, hace unos meses. Últimamente he estado escribiendo, tengo una idea para un proyecto nuevo, que justo tiene que ver con Fallout. Pero ahorita en realidad estoy escribiendo lo que se me ocurre como sin un gran plan. Y lo he estado disfrutando mucho, como que llevaba mucho tiempo escribiendo para cumplir con los pasos de un plan que ya tenía. Y ahorita estoy escribiendo sin ninguna otra meta ulterior que escribir, me la he estado pasando bien. Han estado saliendo poemas que creo que justo van en el camino de este otro proyecto de Fallout en el que estoy pensando a futuro. Pero sí, traje algunos poemas de eso y es lo que he estado haciendo últimamente.



¿Y tu agenda como escritor, tus planes, tu agenda se ha cumplido en el gran esquema de las cosas? 


Sí, yo creo que estoy más lejos en mi carrera de lo que jamás pensé que iba a llegar nunca en mis fantasías más salvajes cuando decidí que quería escribir. Me gusta, he conocido gente increíble y muy interesante. He conocido lugares que seguramente de otra manera no hubiera conocido. He ido a ciudades que jamás estuvo en mis planes conocer y fue una cosa a la que me llevó estar en esto y estar escribiendo y que ciertamente ha enriquecido mi vida muchísimo. Sí, diría que en el gran esquema de las cosas, mi agenda se ha cumplido e incluso ha llegado un poquito más lejos o se ha ido por lugares por donde yo no esperaba. Pero sí, estoy contento con eso.

 


Pues léenos unos poemas para cerrar esta primera temporada ¿Qué comen lxs poetas? 


BIENES INVALUABLES GANADOS EN VIDEOJUEGOS QUE HEREDARÉ A MIS AMIGOS CUANDO MUERA


no volar sino pisar ladrillos suspendidos 


una caída callada y hospital


la capacidad de postergar la fecha durante 200 años


un espejo que muestra cómo te verías 

de haber estudiado administración de empresas


zapatos llenos de arena 


palabras escritas con lodo un veneno 

que provoca olvidar el nombre 

de una canción de los carpenters


WAR NEVER CHANGES


ahora mismo no tengo

trabajo no estoy 

en mi mejor momento 


me gustaría 

nos viéramos de nuevo 

de preferencia en el futuro 

post apocalíptico donde seré 

dueño de un búnker 

subterráneo tabletas

de yodo y una ducha 

química que elimine 

hasta el 85% 

de la radiación residual


HENRY ROLLINS LE DIO LIKE A MI COMENTARIO


antes yo era como usted


:


un niño que va persiguiendo 

un globo y termina en el centro 

de un campo minado


HYDRAULIC PRESS


paso la mitad del día 

mirando videos de aplanadoras


:


aplanadora vs penca de plátanos

aplanadora vs botella de shampú 

aplanadora vs ojos de vidrio

aplanadora vs pilas duracel 


siento que es mi deber

estar del lado de la resistencia


el resultado es casi siempre 

una maraña de alambres o una pasta 

o un montículo de polvo


pero a veces


cuando estoy a punto 

de abandonar la pelea


una lata de fijador

estalla y ennegrece

los bordes de la máquina



GOTHAM 


te metes a un trabajo así porque tienes 

una madre moribunda 

un hijo en el hospital 

una mala racha en los caballos


te metes porque conoces a alguien

que conoce a alguien

porque la ciudad es 

una trampa de oso 

de la que intentas liberarte


te metes porque no logras 

mantenerte al día con las cuentas

porque no sabes 

porque no puedes

hacer otra cosa


porque a veces tienes que arriesgarte 

a que  un hombre adulto 

vestido de murciélago 

emerja de las sombras y te deje

con tres costillas rotas

y un pulmón perforado


***

El resto de la conversación con Ánuar Zúñiga lo puedes escuchar en en Spotify o Apple Music.


Si quieres saber si algún día habrá otro episodio, sigue a @jorge_kfgc en Instagram.


Nos quitan lo que más necesitamos: “Dinero y Amor”. Una carta de amor y despedida al legendario stream de Blender

Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |

 

Me fascina que mi último artículo del 2024 en Sputnik sea una carta de amor y despedida a un stream argentino que rellenó cada uno de los huequitos de mi corazón (generados por mil y un cosas que sucedieron en el año). Me hace tremenda ilusión imaginar/pensar/manifestar que les chiques de “Dinero y Amor” puedan llegar a leer este texto en algún momento de la vida y decirles en un par de líneas, lo mucho que se les quiere y se les va a extrañar, y a la vez, tirarles todas las flores que se merecen, al mismo tiempo en que intentaré reivindicar un poquito al programa de la nota que hace un par de semanas publicó una “mina” medio resentida que estuvo presente en uno de los episodios (precisamente en el “Chiclegate”) y se atrevió a criticar hasta el chillido agudito maravilloso y clásico de la –según ella– “botonera humana” Cata, productora del programa. Cata, en tiempos de ringtones, tu chillido hubiera sido un hitazo. Pues bien, embárquense conmigo a un texto meloso, lleno de melancolía, recuerdos y puro amor.

El programa inició en marzo, pero mi historia con DyA empieza a principios de abril, después de que vi el inolvidable discurso de aceptación en los Premios Platino de Andy Chango que ganó por su interpretación de Charly García en la serie de Fito Páez “El amor después del amor”, discurso que me pareció hermoso e irreverente, tal y como lo es Andy. Rápido me obsesioné con el tipo y empecé a buscar sus entrevistas, videos, artículos e ingresé como paciente de la “Clínica Chango”, espacio que tuvo en Futurock, radio argentina por internet. Les juro que nunca había escuchado semejante grado de honestidad y desacato, y me vi escuchándolo en todas partes mientras hacía cualquier cosa. Aprendí tanto de Andy, que ya me siento capaz de escribir su biografía oficial. Luego, siguiendo esa misma línea obsesiva (obsesiva saludable, eh), llegué a algo llamado “Dinero y Amor” de un canal de YouTube llamado Blender y el resto es historia. Al principio no había captado que Andy era parte de la conducción del programa y tras ver varios videos de sus icónicas columnas, entendí que Andy era conductor los días lunes, martes y miércoles y que se ausentaba los jueves y viernes por motivos personales. Decido echarme los programas completos y de inmediato me explota la cabeza. Me vuelvo FANÁTICA de todo el programa: la dinámica (no sólo que existe entre los conductores, sino entre los productores y los creadores de contenido), los temas que abordan, las entrevistas, los invitados musicales, absolutamente T O D O, y rápidamente comprendí que eran las dos horas que necesitaba al día para reír, aprender, descontracturarme y desconectarme un poquito de mi propia realidad.

Como ya he mencionado en varios de mis artículos aquí en mi columna de Sputnik, hay una relación o más bien, una conexión muy hermosa y singular que tenemos mi familia y yo con la Argentina. Mi hermana y mi cuñado vivieron tres años en Buenos Aires e indudablemente les cambió todita la vida, sin embargo, creo que nunca llegué a interiorizar y apreciar la argentinidad tanto como lo hago ahora. Este año, también me unió al territorio rioplatense, un proyectito llamado “La Sociedad de la Nieve” que por si no lo saben, fue protagonizada por actores y actrices uruguayos y argentinos. Tuve la audacia de entrevistar a dos de ellos a inicios y mitades de este año y por lo tanto puedo decir que oficialmente el 2024 es mi año más argentino a la fecha y que dicho vínculo, es algo que descubrí y construí de manera propia, y eso es algo que me encanta y de lo cual estoy muy agradecida.  No bastó que el rock nacional argentino fuera mi leitmotiv en estos últimos meses, sino que fue “Dinero y Amor” el verdadero soundtrack del año, la columna vertebral de ese amor y esa admiración que siento por lo auténticamente argentino en un año durísimo para ellos. Así que obviamente tengo una enorme necesidad de escribir sobre este extraordinario programa y de las increíbles personas que lo realizaron a lo largo de nueve meses (todo un embarazo, people) y que revolucionó mi manera de ver y consumir canales de streaming (cosa que nunca hacía y dudo que ahora que termina el programa, siga haciendo).


Marcos Aramburu

La cabeza del programa. El tipo que puede estar cagándose de risa un minuto y al otro está pidiendo orden y que “regresen/terminen la columna”. Tremendamente inteligente, carismático y reflexivo, ama cada vértice de la argentinidad. Se ha desempeñado como guionista, escritor, productor y locutor de distintos programas de radio e incluso uno de TV. Tiene la educación radiofónica de antaño mezclada con un estilo moderno y auténtico; se nota y se agradece. Cuando grita, es porque está cayendo en los abismos de la desesperación o porque está en un estado de felicidad plena, aunque normalmente su manera de expresarse es notablemente tranquila (jamás perdió el estilo incluso estando frente a sus ídolos e ídolas); si bien conoce a muchas personalidades argentinas, se conduce con bastante sencillez. Siempre con preguntas interesantes para sus invitados, se notaba el esfuerzo invertido para prepararse, ya sea viendo videos y/o leyendo sobre la persona a entrevistar lo cual enriquecía las charlas. No sé cómo lo hace, pero el capo sabe perfectamente cómo intercalar el humor con un análisis profundo, resignificando cualquier plática sin sentido que surgiera en el programa. Ama y defiende a Tomi a pesar de que Tomi es… Tomi. Tal vez acá en México se le conozca más por ser el jinglero por excelencia, pero lo que logró e hizo en DyA no tiene nombre. Dueño de un par de hoyuelos maravillosos, Marcos sabe cómo expresarse y conducirse durante las dos horitas del programa, a pesar del cansancio, el aburrimiento y el hartazgo. Mis momentos favoritos: cuando se desesperaba en la “Sección de Investigación” (al punto de matarla/cancelarla), cuando se desesperó terriblemente con una uruguaya que habló para asistir a los XV de Evitta (porque se hacía la boluda y no sabía qué significaba elegir la segunda opción) y Marcos abiertamente le colgó el teléfono y dijo que le habían cagado el fin de semana, sus muy preparados “Momentos de Apreciación” (en especial el de Fernando Peña y Cris Miró). Me encanta cómo cambia su risa cuando hay algún invitado, lo mucho que cuida a Andy, cómo molestaba a “la enana” de Evitta, el esfuerzo descomunal por seguir la estructura del programa y darle su merecida atención y dimensión a cada sección; la naturalidad cuando cuenta sus historias personales (mi favorita por siempre es la cita funesta que tuvo en tiempos de COVID donde salió con el cabello pintado de rosa en contra de su voluntad). No tiene reparos en decir lo poco constante que es con sus proyectos personales, el desinterés que le causan ciertas cosas o temas, lo mucho que le gustan las plantas y sus gatos. Siempre supo separarse de su personalidad jinglera en Gelatina. Escribió “Las Ceremonias”, cuatro crónicas que cuentan las vivencias de personas que usan diferentes sustancias psicoactivas que tengo unas tremendas ganas de leer. Se destaca lo bien trabajada que tiene su voz y sus ganas de hacer algún doblaje de manera profesional. Tuvo un sinfín de momentos hermosos en el programa, como cuando en vivo le marcaron al profesor que le dijo que tenía talento para la radio, en pleno día del locutor. El grito que di cuando se confirmó su noviazgo con la maravillosa Ofelia Fernández, no se me olvidará nunca y es de esas relaciones en que no sabes si tenerle envidia a Ofelia o a Marcos.


Evitta Luna

Ustedes no lo saben, pero yo tengo una relación re íntima con Evi, mi uruguaya favorita. Es actriz de teatro y su fama se disparó en tiempos de pandemia haciendo TikToks. Evi es la representación del desmadre. Tremendamente disléxica (aunque no lo es), cambiaba los apellidos y los nombres de las personas (hasta de su jefe) constantemente. Es divertida, extrovertida, auténtica, creativa. Siempre dice cosas “bien breves”. Su sección “Evitta Curiosa” era una radiografía de su esencia. Armaba sus columnas, aunque improvisara mucho sobre la marcha, y cuando le tocó conducir el programa por ausencias de Marcos, a pesar de su nerviosismo SIEMPRE se la bancó con resultados excelentes; preparaba las entrevistas y hacía intervenciones que desataban las risas de los invitados. Citaba constantemente a Gabriel Calderón (profesor de actuación) e inventaba voces y personajes, algo que creo que le heredó a Marquitos. Jamás tuvo reparos en decir que no se bañaba seguido, pero que al menos las axilas y la “pepona” sí. Siempre con looks re facheros, Evitta es la personificación de la sensibilidad. Ama a su madre, a sus hermanos (que tiene un montón); los chistes recurrentes fueron el abandono de su padre, que creció en un barrio peligroso de Montevideo llamado Piedras Blancas y que de pequeña veía videos de Yuya y al no tener dinero, se hacía contour con Nesquik (sí, tal y como lo leyeron). Siempre bailando, siempre sonriente, siempre tierna, siempre loquita. Amamos a Evitta aun cuando nos abandonó a finales de septiembre para irse a filmar una serie a Uruguay. La reparación histórica que tuvo nuestra uruguaya con su fiesta de XV fue de los mejores momentos que existen en internet. Su relación con Tomi, a principios misteriosa, fue top. La química entre ambos es palpable y le causó varios dolores de cabeza a Marcos. Sus momentos de más seriedad era en la sección de Alex Kohan, donde tenía intervenciones interesantes y muy aterrizadas. El personaje de Kevin y su clásico “casshhhiiiate” fue legendario y vaya que le vamos a extrañar.

 

Elisa Sánchez

Eli arribó a DyA en octubre para sustituir la ausencia de Evitta y llegó con toda la actitud capricorniana maravillosa a dejar una huella imborrable en el programa. La inteligencia de Eli es incomparable. Dueña de una poderosísima voz (en lo literal y en lo figurativo), llegó para descontracturarse un poco. Se caracteriza por una combinación de rasgos que reflejan su pragmatismo, responsabilidad y profundidad emocional. Y a pesar de que pocas veces se le vio cómoda en la apertura de nubes del programa (te re entiendo Eli yo tampoco sabría improvisar y disociarme como lo hacen ellos) supo rápidamente adaptarse a la dinámica de locura de los chicos y fluir con ellos. Adoro cómo se tapa la cara cada que se muere de la risa, amo su sección de “Mapapis Progres” (donde escuchamos testimonios de hijos con educaciones progres que me dejaban con la boca en el suelo), amo sus historias personales (lo de la Navidad con su familia cheta fue re gracioso) y amo la dinámica fraterna con Tomi, cuando lo trata de exponer sin exponerlo, de molestarlo, de picarle un poco la cresta. Eli me recuerda a mi hermana Elo (y no, no nada más por la similitud de sus nombres), sino por ese lado medio maternal y cuidador que tuvo con el grupo, además de lucir una perfecta cabellera canosa y ondulada. Se nota lo mucho que ama cocinar, lo buena que es en ello, lo mucho que ama a Cosmo (su perro), su obsesión adolescente con los BSB y sus intervenciones siempre acertadas con Alex Kohan. Está de menos decir lo guapa que es (sí Eli, te hemos cachado arreglándote a cámara), y lo buena amiga que es, en especial con Marcos. Eli llegó a ser ese bálsamo de estructura para el programa, aunque nunca logró su propuesta de comenzar puntualmente a las 7 (a mí también me jodía un poco Eli, pero bue…). Me hubiera gustado verla intervenir más en las entrevistas, pero como buena capricorniana, es preferible ser reservada y escuchar. Mi momento favorito con Eli, fue cuando no tuvo reparos en contar lo mala que es ahorrando, lo increíblemente gastalona que es y que, entre mudanza y mudanza, se encontró dos mil dólares que seguramente había ahorrado con alguna finalidad y en vez de ser previsora, agarró ese dinero y se compró unos tickets para Perú. ¡Venga, Eli! Que yo soy peor que tú y se sintió tan bien escucharlo de otra voz.

 

Tomas Quintín Palma

 “Déjala pasar”. A Tomi es fácil y difícil de describir. Es la personificación del desastre, el humor y la disociación, y al mismo tiempo, un tipo tremendamente sensible, amoroso y tierno. Tomi es el comic relief del programa. Si había una línea que seguir, él se encargaba de ir para el lado contrario. Un clásico rosarino que precisamente, no dejaba de enlazar absolutamente todo con su amada Rosario. Hijo de payasos (literal), Tomi creció con el ímpetu de sobresalir y dejar huella. Escritor, cómico, entrevistador, actor, creador de contenido, Quintín es toda una personalidad multifacética. Intuitivo, carismático, gracioso, imprudente, borracho y ocurrente, siempre se le notaron las pocas ganas de trabajar y a la vez lo increíblemente feliz y cómodo que estaba en el programa. Sus caras siempre lo delataban en los momentos de seriedad y en los de desmadre, sazonados por esa risa particular que tiene. Autor del hitazo “Llanura” y su clásico “VA-MOS” cuando daban la bienvenida a un entrevistado/a, Tomi es un ser especial y se nota lo mucho que quiere a su gente (aunque siempre nos hubiera gustado ver más su afecto por Evitta, pero a pesar de todo, es alguien que valora la privacidad me imagino). ¿Sus obsesiones? Las redes sociales, la IA, Rosario (como ya lo dije), una birra. Acaba de publicarse su libro “Irse en la espuma” y ruego porque podamos encontrarlo algún día en México porque todo mundo habla de lo maravilloso que es. Sus historias personales, dada su profunda conexión con sus raíces familiares, también dieron mucho sabor al programa. La gran dualidad de Tomi es que sabe combinar el humor con momentos de drama y ternura. Amaba sus momentos de berrinche, cuando algún detonador lo hacía levantarse de la mesa e irse un rato. Su sección “Famosos que no son porteños” estaba siempre llena de videos que, bajo su percepción, eran mucho más fabulosos de lo que en realidad eran.

 

Andy Chango

 ¿Cómo empezar a describir a Andy Chango? Otro ser sensible, amoroso, tierno envuelto en un empaque de desenfreno total. Creo que jamás había conocido a alguien como Andy, lo cual lo hace un ser único para mí. Cantante, compositor y conductor, Andrés Fejerman es conocido por su personalidad carismática y su estilo provocador y desafiante. A menudo se burla de sí mismo y de los distintos sucesos que han marcado su vida, lo que le permite conectar con nosotros de manera más real y única. La audacia y el nivel de serenidad con que dice las cosas más atrevidas, irreverentes e ingeniosas es simplemente hermoso de ver y escuchar. Nunca pierde su lado crítico, eso sí. Amo cuando habla abiertamente sobre sus experiencias con la salud mental y con las drogas, enfatizando la importancia de abordar dichos temas sin tabúes. Amo cuando nos habla abiertamente de cómo fue/es la relación con su familia y sus historias de infancia y adolescencia el plena dictadura. Amo lo buen padre que es y lo mucho que ADORA a su hija Martina; su relación es excepcionalmente especial. Andy, como yo, sufre del Síndrome del Impostor y en una ocasión cuando Marcos estaba en las Europas y Evitta y Tomi estaban atrapados en el Buquebus, el Dr. Chango tuvo que bancárselas y dirigir el programa con la ayuda de Martina, a quien llamó media hora antes para que lo auxiliara. Ese, sin lugar a duda, ha sido de mis episodios favoritos y pude ver en vivo cómo, a pesar del nervio, la inseguridad, las ganas de autosabotearse, logró hacerlo genial. Jamás nos importó las veces en que repetía sus historias, Andy se ha ganado ese derecho. A lo largo de 9 meses, fuimos testigos de cómo floreció la amistad y complicidad con Marcos, la hermandad ya bien instalada con Tomi, lo protector y paternal que era con Evitta y lo mucho que admira a Eli. Tengo hermosos recuerdos de Andy, pero sus canciones improvisadas siempre fueron lo top de lo top. “AYER PEQUÉ… AYER BESÉ A UN ROCKERO”. Espero que el Dr. Chango ya no se masturbe con libros de medicina como en su adolescencia (sí, esa fue una de sus últimas intervenciones más legendarias).

 

Alex Kohan

Por motivos meramente económicos, tuve que abandonar mi terapia desde el año pasado, pero la columna de todos los jueves de la psicoanalista Alexandra Kohan, era una especie de reemplazo a ese espacio que tanto me hace falta. Profunda, inteligente, directa, crítica, reflexiva y con un humor ácido y peculiar, Alex fue parte de la esencia de DyA. Se nota el compromiso que tiene con el psicoanálisis y lo buena que es en ello. No saben cuántas veces compartí su columna “Dejamos Acá” con mi hermana y mi cuñado, y lo intensas que se volvieron nuestras discusiones y pláticas alrededor de ellas. Mis eternas favoritas, fueron las que hablaron sobre la amistad, la reciprocidad, las redes sociales, el aburrimiento, la empatía y el duelo. Y a pesar de la constante disociación e imprudencia de Tomi para con Alex, nunca supimos cuánto cobraba.

 

Como ya he mencionado ochocientas veces en este texto, hubo entrevistas realmente legendarias, como la de Liniers, la de Rita Cortese, la de Mauricio Kartún, pero hubo una en particular que me estremeció todita la primera vez que la vi, y lloré. Sí, sí, lloré. Lloré y comprendí cosas de mí que ni siquiera había descubierto en mis años de terapia y fue como ponerle un curita a tanto dolor y empezar a sanar y comprender un montón de cosas, e hizo que me abrazara un poquito más fuerte. La entrevista al escritor y editor Hernán Casciari. ¡No saben qué pedazo de entrevista! Por favor VEÁNLA y lloren conmigo.


Tras este sentido resumen/homenaje, hoy me despido con el corazón en la mano de un stream que se convirtió en un rincón especial de mi vida, en ese espacio que me acompañaba mientras trabajaba o hacía el aseo de mi casa. Ese momentito de alegría y apapacho que se volvió parte fundamental de mi cotidianidad. A lo largo de sus episodios, disfrutamos de grandes invitados que compartieron sus historias y experiencias, llenando cada transmisión de risas y reflexiones profundas. Cada momento fue una celebración de la argentinidad, un viaje a través de su cultura, sus tradiciones y la calidez e inteligencia de su gente, algo que siempre he admirado y reconocido de este hermoso país sudamericano. Este espacio no solo nos entretuvo, sino que también nos unió a todos los que andábamos creando ruido en el chat, generando momentos inolvidables que atesoraré siempre. Nunca fue un programa más del montón, nunca fue solo la joda y el buen rato. Quédense satisfechos/as del esfuerzo colectivo y descomunal que hicieron para construir semejante legado. Gracias, gracias, gracias por cada instante compartido, gente de “Dinero y Amor”. Se les extrañará más de lo que se imaginan.


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