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Sputnik Fanzine #05 para leer y descargar


Celebramos 13 años del Ummagumma Alt Rock Pub, la casa de la contracultura en Aguascalientes con una edición monstruosa de nuestro fanzine. 

Las letras de Antonio León plasmadas en el 'Cuaderno de Courtney Love', los trazos de Oliver Nevarez aka El Queso Prohibido, Barajas: el documental, La ciudad de los suicidas by Los Yonkis y muchas luces calientes por doquier.


Un conejo que corre, salta y patalea: entrevista con Liliana López León


Por Antonio León | Foto: calvox&periche




Liliana López León es una escritora bajacaliforniana que combina su pasión por la narrativa, el urbanismo y las iniciativas de consumo sustentable. Después de una temporada larga como académica, leva anclas para probar otras experiencias. Una de ellas es la de la escritura de poesía, en la que deja ver su forma de establecer una lógica propia, un amor por los pequeños detalles y los corredores llenos de recuerdos. A la distancia de su nuevo domicilio ubicado en algún lugar de Barcelona, desde el que se transporta a todos lados en bicicleta, nos enfrascamos en la siguiente charla.

***

AL: ¿Cómo es la Liliana López que deja de lado la escritura académica para adentrarse en la literatura?

LL: Una Liliana decidida que abraza la ternura, la sensibilidad, el poder de la ficción. En un mundo donde abunda el cinismo, la crueldad, la saturación, creo que es algo valiente. Ahora tengo mayor confianza en la palabra, tanto en la mía como la de mi gremio. Me siento conciliadora, quizá por eso no siento que haya dejado la escritura académica, aunque tenga ya un par de años sin escribir algún ensayo académico. El otro día me invitaron a escribir sobre moda sostenible en la revista de un museo, y dije que sí, vamos a ver si la oferta sigue en pie. Pienso que todo se entrelaza, y que el rigor y esas formas de escritura relacionadas con la ciencia y la producción, a veces se asoman para ayudarme a crear, y procuro domarlas para que no saboteen mi estilo.


Dorothea Lasky dice que la poesía no es un proyecto, hay quien aborda la escritura de poesía como una investigación rigurosa ¿en qué punto te ubicas tú?

Justo he citado a Dorothea Lasky a finales de año porque en eso estoy. Hasta ahora no he hecho ningún proyecto de poesía, todo ha surgido porque necesitaba escribirlo. Suena a lugar común, pero puedo decir que el poema llegaba a mí y era yo quien lo recogía sin buscarlo mucho. Sin embargo, como te decía antes, ahora me ubico en un momento en el que soy más conciliadora, veo posibilidades. Por lo que estoy intentando hacer una especie de proyecto, o prefiero llamarle hilo conductor, de unos poemas sobre los sueños de mis amigas, veremos si logro algo interesante o que resuene.


Anteriormente te conocimos como narradora, ahora inicias una andadura como poeta ¿en qué registro te sientes más plena?

Qué interesante pregunta. Creo que no hay respuesta, sobre todo porque me siento muy plena con ambas formas, solo que de diferente modo, igual que con el ensayo. Podría decir, jugando un poco, que estos géneros son como aspectos de mi persona: la Liliana del ensayo es como la profesora universitaria que he sido; la narradora es la Liliana amiga, que cuenta cosas en voz alta, la que especula situaciones, que se ríe e inventa personajes o escenarios; y Liliana poeta es la que escucha a una voz particular que habla bajito al oído, con voz firme y fluida. Si llegara a escribir una novela, ya te contaré que aspecto tiene esta Liliana.


Este vientre es un conejo de carbón, pero más que carbón, hay otras superficies y querencias entre la luz y la oscuridad. 

Cuando estaba creando el poema que le da título al libro, pensaba en el centro de mi cuerpo como un espacio lleno de movimiento, de energía. Un conejo que corre, salta y patalea, y al ser de carbón también se convierte en fuego. Si lo piensas bien, somos máquinas de vapor, comemos carbohidratos, carbono, y lo transformamos en palabras, sueños, calor.

Es un poemario que, sin planearlo, tiene dualidades, todas provenientes de lo que llamamos mundo natural, pero también de la ciudad y del cuerpo. Hay gratitud y también dolor. El conejo no es un animal que antes me dijera algo particularmente, por eso en el poemario aparecen más los lobos, los gatos, las cigarras, los perros, las aves y ciertas especies de plantas. Sin embargo, es el animal que persistía en mi cabeza cuando tenía estas emociones fluyendo. Luego me di cuenta que el año de su publicación, el 2023, ha sido el año del conejo de agua en el zodiaco chino, y curiosamente, este signo habla de cambios, que para mí, tal cual, ha sido el año de las transformaciones.

En tu libro hay una nostalgia de quien dice adiós continuamente ¿en qué sentido te refleja?

Creo que uno de los aprendizajes más valiosos en mis últimos diez años o más, ha sido aceptar el miedo y el dolor que conlleva decir adiós. Entre viajes, trabajos, ver estudiantes llegar e irse, alejarme o acercarme a personas, a confrontar la muerte de gente querida, he estado diciendo adiós continuamente, y he descubierto para mi sorpresa, que de tanto agitar la mano decir adiós se convierte en un saludo también. Me he desapegado de ideas, de cosas. Esto es en parte la libertad. Eso sí, me sigue costando decir adiós.


Ganaste el Premio Estatal de Literatura de Baja California, en poesía, con este libro. Vives fuera del país desde hace algún tiempo ¿Cómo tomaste esta noticia?, ¿a qué te compromete enlistarte en las fuerzas de la poesía?

Fue una grata sorpresa. La noticia la recibí caminando por la calle, rumbo a mi casa. Aquí era ya medianoche, y en Mexicali aún era de día. Por supuesto que grité, de felicidad. Me sentí un poquito poeta de boina y cigarrillo, porque cuando me dieron la noticia estaba yo recitando un poema de memoria, un poema ajeno. Sentí como que, entre el trabajo, el billete del metro, pensar en la cena, los pies cansados, se infiltraba algo fuerte y poderoso: que soy poeta. No me gusta la palabra poetisa, suena terrible, solo la usaré cuando quede para un chiste.

Después de la noticia, estuve varios días soñando despierta, pensando: un jurado conformado por poetas se tuvo que poner serio, leyeron un montón de libros, y decidieron que el mío era el ganador. Recibí felicitaciones muy cálidas y también mensajes de gente que no conocía. Quiero leer tu libro. Qué afortunada soy, ahora lo recuerdo y me vuelvo a poner contenta.

¡Me encanta lo de “enlistarme en las fuerzas de la poesía”! Me compromete bastante el premio, no como un corset ni nada que se sienta obligatorio. Más bien me da un impulso, el premio es una luz. Aunque tengo que decir, que desde que empecé a escribir poesía de nuevo (porque antes la escribía de niña y de adolescente), supe que había encontrado un refugio permanente como lo digo en la solapa del libro. Un cuento, un ensayo, o cualquier otro texto puede bloquearse o no culminar. Con el poema no me pasa eso, el poema ya nace completo y yo siento que solo voy moldeando su forma.


¿Cuáles son tus proyectos a mediano plazo?

Sigo escribiendo cuentos, cada mes escribo dos o tres. Así he terminado otro libro, que ojalá pueda ver la luz pronto. Estoy creando el poemario sobre los sueños que comenté antes. Hay un libro colectivo cocinándose para este año, pero no puedo decir mucho hasta que esté terminado. Fuera de la literatura estoy trabajando en equipo en un proyecto hermoso sobre cine y bicicletas: vamos a proyectar películas en escuelas, parques y otros espacios públicos de Barcelona, utilizando la energía eléctrica generada al pedalear en bicicletas adaptadas. He hecho la curaduría de películas y cortometrajes y me encanta. La idea es poder replicar el proyecto a cualquier ciudad del mundo.


¿Sueñan las poetas con conejos de carbón?

Soy yo, literal. Es la mejor pregunta que me han hecho. Te quiero, Antonio.

***

NOTA: El libro "Este vientre es un conejo de carbón" Premio Estatal de Literatura de Baja California 2022 está disponible para su lectura en ESTE LINK. Gracias por difundir.

Letrinas: Poemas de Omar Méndez Sámano


Poemas de Omar Méndez Sámano


Zoo ¿lógico?


Sale el aire de un zarpazo

de la cueva del zoológico.

El león no sale.

Salen restos de pelaje,

olores a encierro

que la sabana limpiaría.

El león no sale.

Sale un rugido de la entraña oscura,

la gente aguarda ansiosa.

El león no sale.

Hoy, al igual que ayer,

el león ha decidido que los humanos

vengan a ver a los humanos.

 

  

Al escultor

 

Miguel Ángel,

quita los páramos de mi vientre,

deja zócalos en mi torso.

Moldea esta rodilla

que lo ordinario pone en su mesa

y muerde cada fin de semana.

Muele el polvo de las nueces,

exfolia mis inseguridades.

Confecciona la suavidad

de los buenos días,

mézclalos con mi carne.

Resana mis pies,

hazlos un lugar místico.

Haz de mi cabeza un castillo

que jamás conozca cañones

ni lanzas.

Baja mi mentón

de las cordilleras más remotas,

ponle un camino de jades

a mi frente

y te ruego destiñas

esa maldita mancha de timidez

que siempre vuelve a convertirme

en un inmenso mármol invisible.

 

 

 

Metamorfosis del agua

 

Agua triste engordada en las tinas.

No la ejercitan las jícaras,

ni la lluvia artificial

que los niños lanzaban

con sus botes de plástico.

 

No le veo el rostro

por ninguna parte.

Cuando mucho

una máscara lodosa

que degradó a medias un pocillo.

 

Ya nadie vela por ella,

por su intestino transparente,

por sus capillas de asepsia,

por el sacrificio

de purificar

suciedades ajenas.

 

Pobre agua,

le han quedado,

después de tantas manos lavadas,

los ecos del descuido.

 

Agua triste achacosa en las tinas,

aun con los colores del oprobio

yo te admiro,

pues en el más crítico estado,

en la piltrafa húmeda que queda,

en la inmundicia líquida

que un buey sediento desprecia,

nace la vida de los renacuajos.

 

 

Rolling

 

Detrás de mi pie izquierdo

hay muchos destinos

en el que mi talón no se apoyará.

Seguiré anexando sitios 

qué jamás volveré a frecuentar.

Habrá platillos que me encantarán

mas no tendré la oportunidad de probarlos.

No conoceré lugares lejanos 

que podrían impresionarme.

Uno nunca sabe

si la palmera es para dar sombra

o para desenterrar un tesoro.

Yo llevo mi piel tostada de soles

y una pala por si acaso.

 

 

Plaga


Hay una plaga de mentiras,

a lo lejos puede verse

un grupo de personas

masajeando los oídos de la gente,

drenan la esperanza,

sepultan las lágrimas.

A las mentiras las respiran los naipes

y los elogios.

Hay un porcentaje de mentira

en nuestros ojos,

en nuestros gestos,

en nuestra verdad.

Me pregunto

si mis acciones

no son los retazos de mentira

que otras personas

han ido tirando en estas calles.



Omar Méndez Sámano (1990, Moroléon, Guanajuato). Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ganador del concurso de poesía Reto, Cultura y Arte Moroleón 2013, seleccionado para el XV Congreso Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura 2017 en la categoría de poesía en Xalapa, Veracruz. Fue becario del ISSSTE-Cultura los signos en rotación (círculo de poesía) en San Luis Potosí 2017. Becario del Seminario de Letras Guanajuatenses 2017 y 2021 en la categoría de poesía. Algunos de sus poemas han sido publicados en revistas como Letralia, Vuela palabra, Enpoli, entre otras.

Letrinas: Trinidad



Trinidad

Mar Romo


En el éter de tus caprichos, vida, me envolviste, desde la caricia tenue hasta el éxtasis ardiente, me has roto cuantas veces explotó una estrella y me has dado todos los colores de la luz.

 

Ocultas secretos hoy y yo sin ánimo de desafío ni rostro para culparte.

¿Cuántas veces atestiguaste mi humanidad sin siquiera pronunciar palabra?

¿Cuántas veces mi figura se tornó felina mientras se desgarraba mi piel?

¿Cuántas veces fui un ave y me rompieron las alas?

 

Vida, sórdida adversaria y amiga sagrada, dualidad que da razón al ser,

trinidad absoluta que compone el universo; que la bestialidad del mundo no diluya el fuego,

que jamás olvide porque al dolor me hiciste más fuerte,

y que por cada gota de sangre que corrió por la espada de Teseo, brotaron rosas fragantes y saturadas de color.

 

Han viajado desde lejos miles de guijarros

que creen poder enseñar al océano cuántas formas puede tomar. Ahora entiendo porqué un espectro de luz más vasto vislumbro, todos los colores he visto con cada uno de sus gradientes.

 

Desafías mi paciencia en un mundo lejano a una tormenta azul, mientras me observas desde luces y sombras entrelazadas.

Ofreces a manos llenas y retiras con ventaja, caminas feral con tu sonrisa pícara,

arrastrándome contigo entre tus piernas que son las mías.

 

¿Será que se cansó la bestia de ser feroz?

 

Hasta que mis ojos se sequen por haberlo visto todo,

te amo porque eres la villana y heroína de esta comedia tóxica de mierda

¿Será vida, que eres demasiado arrogante para ofenderte cuando estalle el volcán y la lluvia se convierta en piedra ceniza?

 

Los sueños dejaron de ser placenteros hace tiempo, seguido prefiero permanecer ciega durante las noches.

Al mirar por el balcón, el tiempo es mío, a veces sostengo la esperanza del "será"

Tantas veces he recordado y he preferido quedarme allí por temor al amanecer.

 

Cada día me levanto viendo el fuego que se apaga a mediodía. He dejado de creer en cualquier cosa, casi a un punto nihilista.

Vida mía, en mi linaje el miedo no existe,

porque me he quemado viva y me he ahogado en la inmensidad del mar, sin embargo no quiero preguntarme cuál es el límite para el dolor

porque sé bien cuál es la respuesta y también sé que no la he conocido.


Duele demasiado el cauce de los ríos del magma eterno de un volcán,

cual lágrimas ardientes que queman y surcan la piel moldeando al minotauro de Borges. La bestialidad siempre ha permanecido afuera, te transmutas amorfa para poder sobrevivir.

 

Blandiste tu espada sobre mi séptima luz y me mostraste que la tormenta solo se calma cuando la dejas llover.

 

Miré a los ojos a esa criatura de piel blanca por primera vez, le tuve miedo, pero la enfrenté, me miró como yo habría querido mirarla, fue un honor estar ante su majestad. Su cuerpo destrozado se inclinó ante mí y casi rugiendo me dijo: "¡Eres tungsteno despierta!, no te culpes por no poder estar. Regresa y deja todas las constelaciones que cargas entre los brazos, es de cobardes querer vivir solo de sueños y no llevarlos a la realidad. Eres guerrera y tus armas están hechas para pelear". Ella ocultó de nuevo el plan y sinceramente yo no estaba lista para saberlo. Se enderezó y se fue a bailar entre pequeños girasoles que crecían de la tierra. Bajo la luz de la aurora boreal, la vi por primera vez tan hermosa. En un espejo sin marco, su mirada me encontró y me miró con desdén para invitarme a bailar con ella. Solo cuando bailamos logramos ser la misma.

 

—¿En cuántas piezas has roto la sombra? —Me preguntó burlona. —Aún en medio de la oscuridad, lo que hace ser a la luna y a las estrellas es la luz radiante que reflejan, en las tinieblas infinitas somos la victoria.

—Pero tú también estás rota —exclamé.

—Es el precio de la dualidad y tú como el universo mismo, son producto de ella. 



Mar Romo es una artista visual nacida en Aguascalientes, su técnica se basa en la composición fotográfica digital, en donde toma como herramientas la fotografía, el mate painting y la inteligencia artificial. En sus últimas obras Mar ha fusionado una más de sus pasiones retomando ahora a la literatura como complemento narrativo de sus obras visuales. En esta entrega nos presenta “TRINIDAD” que se compone de la analogía de la fusión de Coyolxauhqui, (Diosa azteca de la luna y la vía láctea), La Reina de las Bestias (de su mitología personal) y ella misma.

Poemas del libro «Cuaderno de Courtney Love», de Antonio León




Poemas del libro 'Cuaderno de Courtney Love'

Por Antonio León | Foto: Hugo Fermé


 

Courtney Love

 

novios rubios y bajitos, callosidades en el talento visible.

los tutores de nadie señalan diversos rasgos, aunque ya

no hacen más comentarios acerca de cuerpos infantiles.

artistas o fantasmas breves de cintura, ella ha dejado el

tema

 

porque nadie espera a niñas que dicen mentiras vistosas

 

mentiras que se vuelven la única opción de ir a espacios

públicos

o la única verdad posible durante la sesión con la doctora

Smitherson

:

ella dice que nadie la obliga a un carajo pero

recuerda Olympia y después dice Aberdeen como decir

cuerpo de agua dulce o mar de galilea

decir una estrella de rock que gime luz

y se interna en los mantos freáticos de la audiencia

 

una de nosotras fue al frente en aquella guerra a patadas

regresó desde el sol de zapatillas Emily −aunque no ilesa

y nos dijo

que al final del arcoíris de leña no había más roadies más

músicos insolentes

más terapias

de conversión

a la heteronorma

más patanes con playeras en que se promueve la muerte

de las ideas

 

cada vez que ella se cuelga la guitarra los barbudos temen

−prefieren torso sudoroso, menos tetas de azafrán o labios

pintados en los que nunca ocurrió

 

cada vez que vuelve a gritar salvaja

se abre la veda del odio,

sitios como Malibú, Londres, Las Vegas o Mexicali

 

salas de ensayo donde aprendió a dejarse ir llevando púas

en lugar de encaje

vestidos de abuela triste de quince años

 

un río de plata cruje en su garganta, pero nadie se oculta en

la lluvia

durante el sexo oral

 

 

 

Polonia

 

nos pusieron en el barco aquella tarde

 

Hermitage se llamaba el barco

 

diario morían personas a bordo

y no había panteones en el mar

o una losa para llorar por fuera

 

yo recuerdo cuando vertían cadáveres al océano

 

aquel sonido

yo lo tengo tan presente

 

podría estar de vacaciones en una alberca

y reconocerme en el sonido de cuerpos

que entran al agua después de morir

 

yo era una niña de ojos verdes

pero recuerdo los pasos de olmo

 

la línea de clavos al fondo de zapatos

que tuvieron dueños distantes

 

y recuerdo los cadáveres del mar

 

las sonrisas en improbable duelo de dulces

traídos de Polonia

 

porque la felicidad es un simulacro de pieles hendidas

por el verano

 

en que el mar me llevó a otra parte

 

 

 

guitarra fácil

 

todos han visto el engaño, pero les gusta

 

no nací guapa de las hebras del río

guapura del cabello

 

¿las has visto?

algunas bailarinas así aterrizan

 

seguir arriba con la coreografía del pelo,

sobre las tablas de la casa de los viejos

sin darle tiempo al padre de largarse

 

como una modelo de cianuro ibérico,

mejoro mi engaño con mejores hombres

 

y aunque tengo cierta edad, sigo en el mundo

de los berrinches y las melodías digeribles

en que no es necesario tañir una vela

o ver hacia el horizonte

 

tampoco es necesario el perfil de guitarrista virtuoso

que pierde el tesoro en un episodio

de quebrazón de brazos en la ensambladora de autos

 

el cabello largo ayuda

las botas con brillantes falsos

:

es la cultura de la juventud.

 

todas las semanas aparecen las mismas revistas

de gente disociada que se muerde las mejillas por dentro

 

pero ya le avisaron su inutilidad si no es hermoso

si no tiene brazos, si no es menor de veintisiete

 

 

  

Antonio León. Maneadero, Baja California. Poeta y cronista. Es editor de poesía en la revista El Septentrión y autor de los libros Busque caballos negros en otra parte (2015) :ríos (2017), Consomé de Piraña (2019) y Drowner (2021). En 2016 fue el ganador del Premio Estatal de Literatura de Baja California, en la categoría de poesía, con el libro El Impala rojo. En 2018 fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en la categoría Creadores con Trayectoria. Actualmente se desarrolla en el ámbito de la promoción de la lectura y promoción cultural universitaria. Es integrante del equipo organizador del encuentro Tiempo de Literatura, en Mexicali. Cuaderno de Courtney Love (y otros poemas), editado por pinos alados ediciones, es su libro más reciente.

Los guitarristas de rock también presentan libros


Por Luis Daniel Pulido


La abuela está en la casa porque he visto su voz hace, primero, de luz que se cuela por la puerta, de trópico tuxtleco, es el crucifijo más alto donde la abuela, enorme, da sombra a sus nietos: siete. Segundo: hace también de espejos, y los espejos, ante la muerte, desbordan soldados que se mueven y hacen grupos de amigos donde cada uno va enumerando recuerdos e historias. Fernando Trejo tiene las propias, y las construye con una de las tradiciones heredadas de su familia: La poesía. Y en esa ruta no codifica, no le importa el misterio, los vericuetos lingüísticos; pareciera que no busca un lugar en una biblioteca prestigiosa, decorar la siesta del más sesudo de los poetas, se salta la verificación científica y arroja los dados desde la revelación religiosa, el cuerpo medio iluminado de los fantasmas, fantasmas queridos que se manifiestan o nunca se han ido.

Desde el título: La abuela está en la casa porque he visto su voz, el poeta se apropia de los hallazgos; es el que llega primero, es el primero que llega también a la otra orilla del espejo y alza la mano en señal de que lo sigan. La casa que habitamos de niños se ilumina desde afuera y los encuentros y los ecos y las correspondencias forjan la bitácora de los viajes emprendidos junto a los fantasmas y su soledad marina. Hay aventuras mínimas, un edificio apostado en la herrumbre y el escombro de una ciudad tomada por mercaderes y que nos ubica en nuestra condición de memoria, donde lo atlántico va del corredor a la cocina, donde los fantasmas son parte de nosotros y se sientan a la mesa.

Fernando Trejo parte y regresa a la familia; y el origen no repara en ambiciosos árboles genealógicos ni en profundas afiliaciones ideológicas, son los objetos y los momentos en que se hicieron presentes, la honda y pesada fragilidad del ser humano. La abuela está en la casa porque ha visto su voz, y la ha visto porque en el silencio se estima la altura de lo que escuchamos, el murmullo de las cortinas, el ladrido de los perros, los libros que se cierran.

La poesía como hecho instintivo y que retumba al interior de la casa vacía: amigos que se jugaron la vida, el ejército de primos que ya no está completo.

Pero los fantasmas danzan cuando crepita la madera y el fuego se mantiene a ras de tierra y el poeta se une a las sombras. Y la abuela desde algún lugar observa.



Luis Daniel Pulido. Ha publicado los libros Pollito Card, UNICACH; También de dolor se derrotan zombis mutantes, Cohuiná Cartonera; Intencionalmente náufrago, Editorial Carámbura; Prohibido degollar patos, Editorial Almada Broders; Nunca sonrías a Optimus Prime, Espejitos de papel Editores, Puerto Rico; El apetito de los ciegos, Editorial Public Pervert; Bruce Wayne y la generación X (un concierto de rock para Chulpan Khamatova), Editorial Popotito 22; Baxter Memories (vida y obra de Víctor Von Doom), Tu Kung Fu no es poderoso (Gran Jefe Apache escribe poemas de fertilidad), Prohibido degollar patos, Porterear, escribir, Tifón Editorial; ¿Qué sé yo de nadie? Editorial Arboleda, San José, Costa Rica.

Letrinas: Mundialista XXII



Mundialista XXII
Izhar León

 

A Leo Messi, argentino; con el número diez en la espalda y el brazalete de capitán, llevó a su selección a ganar la Copa del Mundo; ganó, además, el trofeo al mejor jugador del torneo.

  




Con el rayo, con la fuerza de los galgos hambrientos todas

leguas recorridas de Rosario a Catar,

todas posibles latitudes pintadas de fútbol,
 
todos corazones marcados por los sueños de uno
 
que sueña lo que todos quieren: el amor en tiempos de ceniza.


Pero antes fue el incendio por tres años, la derrota,
 
el olor quemado, su sabor como fuego

estancado años en la lengua del glorioso.

Así se aprende la victoria, su arduo laburo:

tallar madera con las uñas a pesar de la sangre,

trazar con el pie izquierdo trayectorias obsesivas.

La victoria consiste en el repique,

en levantarte de los goles

y los golpes asestados en tu contra.


Difícil camino porque no existe:

¿quién contra los árabes diría la derrota?

Si bien sufrido es el torneo que señala la grandeza,

¿no el dolor, por contraste, acrecienta la victoria?

Cada triunfo de pronto se vuelve irremediable,

un ave envuelta en la destreza de su vuelo

que se posa en la rama de un naranjo:

vuela a la medalla: un sol que se detiene en el rostro del cielo,

levando temperaturas

y sudores a ras de cancha:

ojo que es el mismo de entonces y de ahora, infalible testigo

de los cuerpos yacidos en Malvinas, de la voracidad trasatlántica

que aquellos anglos profesan envilecidos:

¿cuánto sur se llevarán al norte?


¿Cuántas almas apenas retoñando

harán migrar a páramos lejanos?

El sol, estelar estatua,

vio secarse la carne perforada de balazos

que fluía como el Río de la Plata

privatizado quizá por una empresa

puesta a embotellar su agua cristalina

en precios que se elevan

o a utilizarla en el vicio de la soda;

y es que un río es todos los ríos,

todas las venas de celeste sangre

yacidas también abiertas en la tierra,

secándose, como los cuerpos de mis hermanos argentinos

de allá de mil novecientos ochenta y dos.


Y, ¡ay, mamita, qué golazo¡,

que en las canchas de México,

cuatro años después,

se vio al diez argentino tomar el balón

desde su mitad del terreno,

desde esa pobreza ultrajada

que es común en nuestro pueblo,

y dribla en control orientado a uno,

pisa el esférico y baila sobre él

para librarse de otro

y los ingleses no lo alcanzan,

se va a la izquierda, ¡adiós!,

a la derecha, ¡olé!,

un poco más a la derecha

y hasta luego el portero

y le quiebran el tobillo pero no importa


porque ¿a qué sabe un gol

si no al dulce corazón

volviéndose a la boca?


¿Qué es ese movimiento de la red

si no el salto incontenible de la hinchada?

Esos hinchas son los mismos de siempre:

hombres de cada día cuyo despertador suena

a las cinco o seis de la mañana,

que van a la mina, a la oficina,

en fin, que congregan la razón del hambre

y la mirada inocente de los críos

para marcharse al laburo

e iniciar de nuevo esa negra melodía

que componen el quebrantamiento de huesos

y el crepitar de células cerebrales

en una repetición idiota.


Y quizá también alguno de esos hombres,

ojos de sol puestos en la cara,

pueda confundir en la cancha

los botines del año ochenta y seis

con los que ahora también vemos

levantar la Copa del Mundo,

conocer su peso, el de la esperanza

de todos los aficionados,

la sonrisa, el éxtasis de estar vivo,

el paréntesis en medio de la sangre y la escasez

que también es la tarde,

después del colegio y los deberes,

en que los niños salen a jugar al fútbol,

con todas las reglas oficiales

y las inventadas del barrio,

con las alineaciones imperfectas

y el balón y los botines que en el juego

transmutan en los de más alta categoría,

y uno o dos o todos quieren ser Messi

y escriben en la remera, con rotulador indeleble,

su nombre y número específicos.



Izhar León (Tuxtla Gutiérrez, Chis., 2004) estudia en la Universidad Autónoma de Chiapas la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas. Textos suyos se han publicado en la revista digital Carruaje de Pájaros.

Letrinas: Post-Estridentismo



Post-Estridentismo


Alejandro Barrón

 



En Reforma, casi llegando a Bucareli,
hay un teléfono público
-sin auricular / lo han arrancado brutalmente-
con un mensaje escrito muy grande a rotulador:
QUITEN ESTE ESTORBO


¿Quién escucha la radio?
Los habitantes del Panteón de Dolores


¿Quién mira la TV?
Los foros están vacíos, desmantelados
las risas enlatadas duermen su justo
descanso rellenando algún parque de Ciudad Neza
acompañadas por manos huesudas de cadáveres desconocidos
traídos desde los derrumbes de la memoria


Los hilos del telégrafo fueron cortados, amontonados
en la bodega polvorienta de un edificio del Centro
que se derrumbó durante el terremoto del 85,
o que fue demolido después del terremoto del 85,
o que no se derrumbó ni fue demolido, y fue seccionado,
y alberga en sus entrañas un pasaje comercial,
o consultorios, u oficinas, o habitaciones improvisadas para
organilleros, vendedores callejeros de libros y asesinos solitarios


¿Quién escribe cartas?
Maples Arce, Vela y List Arzubide hace mucho tiempo que
ya no andan incendiando las calles


Bolaño y Santiago Papasquiaro, tampoco:
A Papasquiaro lo atropellaron y
a Bolaño le debemos un hígado


En una barda de Copilco alguien escribió:
LA DECADENCIA JAMÁS PASARÁ DE MODA
y luego se tiró de un puente


¿Quién lee los periódicos?
¿Adónde se fueron los voceadores?
manos marchitas manchadas de tinta


De vez en cuando gente anónima deja
ramos de flores a medio marchitar,
a un lado de cualquier carretera solitaria de Sonora,
en memoria de Cesárea Tinajero y de Nellie Campobello


De madrugada la voz del Gallo de Oro
suena en alguna lejana e infecta bodega fronteriza y
retiembla en sus centros la tierra


[La ciudad es otra
la ciudad tiene vida propia
la ciudad sucumbe
muere y renace a diario,
con cada semáforo en verde


El ruido está adentro
viene de abajo
y
explota ruge grita
su algarabía es lavada por la lluvia
el agua moja los cables chamuscados
del vagón del metro inservible
convertido en chatarra por
el último estallido


Sus fantasmas piden una moneda
en cada esquina
para comprarse un café
y un boleto de trolebús
para volver a los sitios
a los que nunca pertenecieron]


El local donde estaba el Café de Nadie
es ahora un restaurante de hamburguesas
que sólo alimenta al monstruo gentrificador


Quetzalcóatl viaja en metro y
en horas pico


Las cenizas de Cantinflas llevan años
fugándose por un orificio de su urna apolillada
dentro de aquella cripta imponente
que nos sobrevivirá a todos;
los bustos de bronce de Pedro Infante y de María Félix
han sido robados o han tratado de ser robados de sus tumbas
para ser vendidos por kilo


La Llorona viaja en el último pesero exhausta
no le da la no-vida para andar apareciéndose
en tantos videos virales


Tanto temblor algún día hará emerger
de sus clandestinas fosas
todas las pirámides
todos los adoratorios
todos los dioses
-todos los cráneos atravesados por obsidiana o arcabuz-
gloriosos habitantes de la vieja ciudad
cuyo corazón
late más fuerte que nunca.


El mole de guajolote hace mucho que se enfrío y
se echó a perder,
pero ahí están las Kekas de Doña Mary,
en República de Brasil esquina con República de Cuba,
que no se rajan.


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Donostia-San Sebastián, abril de 2023

 

 

 

 

 

Alejandro Barrón (Tepic, Nayarit, 1987) es narrador, poeta y editor. Estudió Comunicación. Ha publicado las plaquettes de microrrelatos Patrañas (2014), Desquiciados (2016) y Mozalbetes (2017), así como los libros de narrativa breve Pinche Malena (2016) y Tragedia en cinco actos (2018) e Inventario de máquinas inútiles (2021). Su trabajo narrativo y poético ha sido difundido a través de antologías, revistas, diarios y sitios electrónicos de México, Chile, Perú, Colombia y España, tales como Letralia, Elipsis, Playboy México, Punto en línea (UNAM), Diario Sur de Málaga, Papenfuss, Brevilla, La Vanguardia, Letras de Chile, Plesiosaurio, El Espectador y Estación Poesía (Universidad de Sevilla). Como editor ha creado e impulsado las plataformas editores suicidas y BUCARELI, las cuales están enfocadas en la difusión de autores noveles. En 2018, tras residir más de siete años en la Ciudad de México, decidió mudarse al País Vasco.

«Jauría de ángeles»: letras rabiosas entre la niñez y la resignación



Alejandra Sosa |


Como lumbre llega hasta nuestras manos junto con el sofocante calor, el nuevo título de Editorial Agujero de Gusano, un libro quizá igual de sofocante que el mundo en el que vivimos que nos hace recordar que todo tiempo pasado fue mejor. Todo desde la singular voz de Itzamatul Ikal, joven autor hidrocálido por convicción, aunque nacido en la Ciudad de México, que también forma parte de la antología de poesía hidrocálida: Breviario Pandémico (2021).

Nunca se sabe lo lejos que se está del asombro hasta que se cae en lo profundo de ello. Como si fuera el hilo conductor para tal descenso, Jauría de ángeles disecciona e introduce en la mente del lector textos incómodos, escandalosos, viscerales e infantiles por igual.

El modo en que el autor desnaturaliza el lenguaje desde su cotidianidad, no hace otra cosa más que remontarnos a los grandes poetas y antipoetas que han estado en esta tierra. Decir de otro modo lo mismo es el trabajo del poeta y la virtud para que lo ordinario nos parezca lo más sublime e inconcebible del mundo.

Entre prosa y verso libre, navegamos en una infancia agridulce. Jauría de ángeles más allá de una antología poética, es el registro de una evolución literaria, el desarrollo de una pluma que madura en cada página frente a nuestros ojos, jugando entre la niñez y la resignación.

Jauría de ángeles de Itzamatul Ikal es el segundo volumen de poesía publicado por la editorial independiente Agujero de Gusano, ya disponible en línea con envío a todo México. El arte de la obra corrió a cargo de Erick Cuevas aka Nespy5€. A continuación compartimos algunas líneas incluidas en el poemario.



Itzamatul Ikal

Había encontrado el cadáver de un perro y decidió comerlo. Ese día, por más que sumó 2 + 2 hasta el cansancio, el resultado siempre fue el sufrimiento. Lo engulló crudo y pidió perdón; y juró por el recuerdo de su madre que un día escribiría un libro que lo dijera todo. Amaba a los perros, porque un perro ardiendo siempre es la bandera de Dios. Lo engulló todo y se persignó, no por lo que había hecho, sino por lo que estaba a punto de hacer.

En textos antiguos que ya pocos recuerdan, se afirma que el cadáver de un perro es un sutil signo de victoria. Y él conocía esto desde que su infancia le enseñó el placer.

En estos mismos textos 2 + 2 jamás es igual a 4; probablemente porque un perro es un número más (o una palabra menos).

Es cierto, todo pasa y se niega a sí mismo; la muerte puede no ser la muerte, y un cadáver puede ser un perro



o la misericordia divina.



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