La Revolución de los Alcatraces: siembra insumisa de la fértil cosecha feminista

Cinetiketas | Entrevista con Luciana Kaplan, realizadora del documental “La Revolución de los Alcatraces”.

Cinetiketas | Por Waldo Nandú | 



A través de una narrativa fluida, con buen ritmo, precisa y con una fotografía que resalta y cautiva, el largometraje documental “La Revolución de los Alcatraces”, de la realizadora argentino-mexicana, Luciana Kaplan, nos adentra en la historia de la activista social, política y feminista de origen oaxaqueño, Eufrosina Cruz Mendoza, quien saltó a la fama internacional en el año 2007, al haber ganado la Presidencia Municipal de su comunidad pero sin habérsele permitido ejercer dicho cargo, anulándose y desconociéndose su victoria, con base en el sistema conocido como de “usos y costumbres”, sistema normativo y de organización política, social y cultural internos de los pueblos originarios de Oaxaca, el cual posee fuertes pulsaciones machistas, así como misóginas dinámicas. 


Kaplan nos muestra al círculo íntimo de Eufrosina; las conductas, experiencias y pensamientos de los integrantes del mismo, lo cual fuertemente moldeó, desde temprana edad, el carácter aguerrido, la actitud no conformista y la forma de vida de contribución a la colectividad de “La China”, mote con el cual Eufrosina también es conocida y apreciada. Igualmente, exhibe el trabajo constante, las labores de concientización y activación, de búsqueda del ejercicio y disfrute de sus derechos, que Cruz Mendoza lleva a cabo, desde hace tiempo, en distintas comunidades de la región a la cual pertenece la suya, a pesar de la desconfianza y apatía iniciales de algunos de sus paisanos; no obstante las trabas, envidias, difamaciones y agresiones en su contra, provenientes principalmente de hombres, ya sea por motivos políticos o socioculturales.


El documental en cuestión NO es una biografía cansina, edulcorada o acrítica de la protagonista. Tampoco se trata de un panfleto en su favor o en contra de todos los hombres o costumbres del estado del país con mayor número de municipios y de ordenamientos jurídicos de autodeterminación indígena. Constituye también una interesante y accesible investigación sociológica; un retrato ni frívolo ni pretencioso, a partir de una de sus flores más olvidadas, arrinconada en terrenos sumamente hostiles, del campo mexicano de los derechos humanos, la equidad y la democracia verdadera, de abajo. 

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Un acierto más de la obra en turno de Luciana Kaplan, el cual también le ayuda a no convertirse en una oda insultante a Eufrosina, es presentar, sin manipulaciones, sin juicios personales o intervenciones, “al natural”, los testimonios y versiones de los adversarios y no simpatizantes de “La China”. 


A pesar de lo anterior, considero que la documentalista estuvo muy cerca de abusar del recurso de enseñarnos las difíciles condiciones, las agrestes circunstancias, de distinta naturaleza, que rodean -desde su nacimiento- a varias Eufrosinas. Asimismo, pienso que estableció con Cruz Mendoza un nivel de relación que no le permitió cuestionarle totalmente, de manera adecuada, profunda, asuntos como su incursión en la política institucional, como legisladora local, vía el Partido Acción Nacional (PAN), el cual es un instituto político de derechas, cuya historia acredita minimización y desprecio condenables para con los pueblos indígenas y las mujeres. 


Por otra parte, el sonido no es una de las virtudes de “Eufrosina's Revolution”, título en inglés del documental en análisis, porque en diversos momentos, sin ser los más cruciales, casi no se perciben, o de plano no se logran entender, ciertos diálogos o declaraciones. De esta forma, por desgracia, el sonido sigue siendo el marcado talón de Aquiles de muchas producciones cinematográficas mexicanas, ya sean estás de ficción o documentales. 


¿Puede servir de inspiración, no sólo a mujeres, la historia de Eufrosina? Sí. 


¿El documental de Kaplan contribuye a ello, así como a recordar, o conocer por primera vez, según sea el caso, sin alarmas maniqueas, la situación de abandono y explotación, de abuso y discriminación, de larga duración, que padecen los indígenas, más si son mujeres? También. 


Por eso es recomendable observarla, debatirla, distribuirla masivamente y, sobre todo, emprender, o continuar, con las revoluciones personales y comunitarias que, más temprano que tarde, derroquen definitivamente a las tradiciones, políticas e instituciones contrarias a la dignidad y felicidad de las mujeres.


Compartimos la entrevista realizada por Cinetiketas a Luciana Kaplan, directora de La Revolución de los Alcatraces.

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