‘El Chapo’ de Netflix retrata las tropelías de Peña y Calderón

La serie hace una radiografía del poder político y la vida pública de México.
Cinema Coyote | Por Alex Carrillo 


Hace unos días Netflix liberó los trece capítulos de lo que será la tercera y última temporada de El Chapo, serie que narra el camino que siguió Joaquín Guzmán Loera para convertirse en el narcotraficante más poderoso del continente.

Más allá del entretenimiento que pudiera brindar la producción al adentrarnos en el submundo criminal del narco mexicano, como ya lo han hecho infinidad de series, telenovelas y películas; la verdadera aportación de El Chapo se encuentra precisamente en la radiografía que hace del poder político y de ciertos episodios de la vida pública del país.

Si no has visto la serie y piensas hacerlo, deberías dejar de leer aquí.




¿Política-ficción?

Aunque en la segunda temporada de El Chapo se revela de manera un tanto superficial que la campaña de Felipe Calderón fue financiada en parte por el Cartel de Sinaloa para evitar que ya sabes quién llegara a la presidencia; en esta última entrega se hacen más que evidentes los nexos del crimen organizado con el gobierno federal.

Si bien es cierto que la serie hace especial hincapié en que muchos de los sucesos y personajes han sido creados de manera ficticia para crear un efecto de mayor dramatismo, no hay que ser un genio para reconocer el contexto real de diversas situaciones.

Para empezar una de las principales hipótesis de la serie es el pacto tácito entre EPN y El Chapo para llegar a la presidencia a cambio de inmunidad. El día de la elección el Cartel de Sinaloa operó a favor del PRI (PTI en la serie) para que su candidato Enrique Peña (Esteban Prieto en la serie) ganara de forma masiva en la zona del triángulo dorado (Chihuahua-Durango-Sinaloa).

Ante el escenario de la derrota, la figura de Felipe Calderón habría llegado a un acuerdo con el PRI para evitar nuevamente la llegada de la izquierda y con ello evitar también un posible juicio político por las miles de víctimas de su guerra contra el narco.

Hay referencias directas al uso de tarjetas Monex que repartió el PRI durante la elección y se alude a personajes como "La Gaviota" ("La Paloma" en la serie) y al innombrable Carlos Salinas de Gortari, personaje omnipresente a lo largo de las tres temporadas, orquestador de todo espectro político de la trama.

La serie toca puntos de las diversas crisis del gobierno de Peña Nieto, como el escándalo de la Casa Blanca y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, hasta llegar al descenlace situado en la última gran fuga de Joaquín Guzmán Loera, suceso que desembocaría en su recaptura y final extradición a los Estados Unidos.

En términos generales El Chapo vale la pena como producto de entretenimiento y cuenta con actuaciones destacadas de histriones con larga carrera en el medio. También ayuda a comprender un poco de la vida pública -y criminal- de México en las últimas décadas, desde los zapatos de los carteles y los grandes capos de la droga en México.

¿Política-ficción?

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