“Los Adioses”, feminismo y desamor en diversas bocanadas

“Los adioses”: Así se denomina el retrato de Rosario Castellanos que ha llegado a nuestras salas de cine.
Cinetiketas | Por Jaime López | 


Nuevamente, dos mujeres ocupan el centro de atención de Natalia Beristáin, prodigiosa realizadora que hace seis años se ganó el respeto de la crítica con su película debut titulada “No quiero dormir sola” (un retrato íntimo y semibiográfico sobre su abuela). La diferencia es que ahora sus protagonistas tienen el mismo cuerpo y comparten las mismas pasiones. 

Dicho cuerpo corresponde a la joven, así como a la madura, Rosario Castellanos, pionera del feminismo contemporáneo en México, y una de las mentes más fértiles que ha tenido la literatura nacional, capaz de armar un poema irónico y mordaz sobre la cocina. 

De ese modo, las imágenes de la idealista estudiante de Filosofía y Letras se van combinando con los vaivenes emocionales padecidos por la autora de “El eterno femenino”, esto como consecuencia de la tóxica relación que mantuvo con Ricardo Guerra, el epítome del macho mexicano, a quien Castellanos llamaba cariñosamente “mi niño Guerra”.



“Los adioses”. Así se denomina el retrato que, respetuosa y sensiblemente, le construyó la egresada del CCC a ese ícono de las luchas feministas. Retrato que echa mano del imaginario Castellanos para establecer su propio argumento y secuencias visuales. Una pieza que ensalza el arte de la poeta mexicana, mismo que pone al servicio de los diálogos. 

Mientras que los portentosos encuadres creados por la fotógrafa Dariela Ludlow, que incluyen un sinfín de cigarros consumidos, contribuyen a que las y los espectadores descubran las inseguridades de la ilustre escritora, una que ya no es tan conocida entre las nuevas generaciones. 

Lo anterior (exhibir los miedos de Castellanos) tiene como propósito primordial el desmitificar a ese gran emblema de la cultura azteca, según palabras de su propia realizadora: 

“A veces, las películas basadas en personajes reales acaban por mitificarlos y despojarlos de características humanas. ¿Cómo evitar eso?”. 

En ese sentido, “Los adioses” resulta sumamente oportuna, porque demuestra las contradicciones que tienen los espíritus más prodigiosos, pero también la manera en la que el machismo se infiltra en todos los estratos sociales, sin “respetar” niveles de estudio o preparación académica.



Bocanadas de amor y desamor, en donde el dolor y júbilo pueden inhalarse conjuntamente. Esto y más son “Los adioses”, una atípica "biopic" en la cual Karina Gidi se apodera completamente de la pantalla y del personaje, sin caer en la imitación. 

Una propuesta que, sin buscarlo de manera premeditada, propiciará una nueva revisión a la vida y obra de esa gran impulsora de las comunidades indígenas del país, que no sea exclusiva de los estudiantes o amantes de la filosofía o de las letras. 

El principal reto que tuvieron quienes realizaron dicha película fue recordar que no estaban filmando un documental, así como el de darle matices a una de las figuras claves de la historia nacional, comentó Beristain. 

El producto final (ejecutado con un innegable y enorme profesionalismo) es prueba fehaciente de que superaron esos retos. Ni más ni menos.

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