Cinetiketas | Jaime López
Para las y los analistas más exigentes, hacer una película sobre las desapariciones y crimen organizado en México, contada desde la visión de un cineasta francés, se vuelve una especie de apropiación y burla culturales.
Lo anterior es parte de las reacciones que ha generado "En busca de Emilia Pérez", la obra más reciente del realizador galo, Jacques Audiard, la cual inauguró el Festival Internacional de Cine de Morelia de este año, después de haber obtenido en Cannes los premios del Jurado y a Mejor Actriz.
Si bien es cierto que el filme en cuestión cae en un enfoque simple y reduccionista sobre la violencia en el territorio mexicano, también lo es que cuenta con distintas virtudes artísticas que justifican su buena acogida en distintos países.
Para empezar, se trata de un musical inesperado, que sigue la historia de un poderoso líder del narcotráfico, cuyo mayor sueño es retirarse para convertirse en mujer.
Esa línea argumental la distingue de otras cintas similares, pues la dota de una originalidad innegable y propicia un debate interesante sobre la identidad género.
Si a eso se le añade que la protagonista es Karla Sofía Gascón, primer mujer trans en ganar Cannes, el discurso de la obra, acerca de buscar una vida libre, se torna realmente auténtico.
Además, nadie puede negar que el trabajo de la actriz es profesional desde su primera secuencia en la pantalla grande, pues muestra un empoderamiento a flor de piel, pero también una vulnerabilidad conforme avanza la trama.
Su "Emilia Pérez" tiene que asumir las consecuencias de sus decisiones y, a la par, experimentar situaciones inéditas como volver a enamorarse, tratar de corregir sus errores o aprender a soltar el pasado.
Por otra parte, el resto del elenco demuestra su virtuosismo para cantar y actuar, en especial, Zoe Saldaña y Adriana Paz, quienes también se hicieron acreedoras al galardón de Mejor Actriz en Cannes 2024.
Ambas tienen bajo su cargo roles complejos e inolvidables, que transitan entre el dolor y la esperanza. La primera como una abogada que defiende a criminales de poca monta, pero que halla cierta paz al conocer a "Emilia Pérez". Y la segunda, cautivando con su dulce "Epifanía" a la audiencia y la crítica.
Eso sí, la incursión de Selena Gómez en el casting es lo más cuestionable de la película, pues su pronunciación del español es irritante y desentona con la ejecución de sus colegas.
En cuanto al aspecto técnico, la propuesta de Audiard goza de grandes coreografías y una brillante edición de sonido, misma que es reflejo del asombro del francés respecto a distintos peculiares sonidos de la cotidianidad mexicana.
Así, en la escena inicial, se vuelve una protagonista indiscutible la famosa grabación de "se compran colchones tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que vendan".
Igualmente, el diseño de arte y la fotografía son excepcionales, pues la Ciudad de México se recrea correctamente en un estudio de Europa.
En resumen, "Emilia Pérez" es un alucinante montaje audiovisual que reflexiona sobre la identidad autopercibida, cuyo punto negativo principal es usar maniqueamente la tragedia en algunas de sus secuencias.