Ariel 2017: Todos los ganadores


• La 4ta Compañía, Mejor Película de 2017.• Ariel de Oro para la actriz Isela Vega y la directora de arte Lucero Issac, en reconocimiento a sus trayectorias.• La Ceremonia rindió homenaje a los 70 años de la primera entrega del Ariel. 

La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) entregó este 11 de julio, el Ariel 2017 a lo mejor del cine mexicano. La película ganadora del Ariel de Oro fue La 4ta Compañía, dirigida por Amir Galván y Mitzi Vanessa Arreola.

El Ariel a Mejor Director fue Tatiana Huezo por TempestadEl ciudadano ilustre (Argentina) de Mariano Cohn, y Gastón Duprat; y Una segunda madre (Brasil) de Anna Muylaert fueron premiadas como Mejor Película Iberoamericana.

En total se entregaron 44 Arieles en 27 categorías, 41 de plata y 3 de oro. La 4ta Compañía fue la película más premiada con 10 estatuillas. Durante la Ceremonia, Dolores Heredia presidenta de la AMACC, en su mensaje afirmó, “Tenemos mucho qué contar y de qué reírnos, mucho por inventar y esperar, mucho qué explicarnos. También mucho que defender. Para ello, este gremio nuestro, la comunidad cinematográfica, tan distinguido gremio de la cultura, muy reconocido y querido al exterior, no debería perder la ocasión de cohesionarse. Caminar juntos y buscar juntos respuestas y soluciones a las tantas dificultades y retos que enfrentamos: la producción, la formación de audiencias, la preservación del acervo fílmico -parte esencial de la memoria colectiva, de nuestra identidad- y la justa exhibición de nuestras películas, de todas las películas”.


Ceremonia 
La ceremonia estuvo a cargo de Daniel Giménez Cacho, quien rindió homenaje a la historia del cine mexicano, a través de imágenes que eludían a las grandes actuaciones y momentos de la cinematografía nacional. Fue narrada en vivo por Akiko Iida y Hernán del Riego, en el estilo del teatro benshi japonés, acompañados con música en vivo interpretada por el Ensamble Cine Mudo. “El personaje principal de esta ceremonia fue el mismo cine, es decir, simplemente una pantalla donde dimos un breve recorrido por el fascinante anecdotario del cine de nuestro país, en el que resaltaron los monumentales esfuerzos colectivos generacionales –contra 2 de 4 viento y marea-, para producir cine de calidad, así como para dar continuidad a la Academia”. Comentó Valdés Kuri.

Los resultados de la votación secreta para la elección de los ganadores fueron certificados ante notario público y entregados durante la premiación en sobre sellado y dados a conocer por los presentadores al momento de entregar el premio.


Ariel de Oro 
La Academia reconoció con el Ariel de Oro a la actriz Isela Vega, una de las intérpretes más importantes de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano y a la Directora de Arte Lucero Isaac  considerada como uno de los máximos representantes del cine independiente mexicano. 




Ganadores 
A continuación, la lista de los ganadores en la 59 entrega del Ariel:

PELÍCULA
La 4ª Compañía / Pulsación Creadora Films, Fondo de Inversión y Estímulos al Cine, FIDECINE, Alebrije Cine y Video, Arte Mecánica Producciones, Astronauta Producciones, Sabor para llevar, Renta Imagen, Estudios Churubusco Azteca, Terminal Films, Polar Studio, Metacube Tecnología y Entretenimiento

 Dir. Amir Galván, Mitzi Vanessa Arreola

ACTOR
José Carlos Ruiz / Almacenados 
Adrián Ladrón / La 4ª compañía   

ACTRIZ
Verónica Langer / La caridad

ACTOR DE CUADRO 
Hernán Mendoza / La 4ª compañía  

ACTRIZ DE CUADRO 
Martha Claudia Moreno / Distancias cortas

COACTUACIÓN FEMENINA
Adriana Paz / La caridad

COACTUACIÓN MASCULINA
Hoze Meléndez / Almacenados

CORTOMETRAJE ANIMACIÓN
Los aeronautas / León Fernández

CORTOMETRAJE DOCUMENTAL
Aurelia y Pedro / Omar Robles, José Permar

CORTOMETRAJE FICCIÓN
El ocaso de Juan / Omar Deneb Juárez

DIRECCIÓN
Tatiana Huezo / Tempestad

DISEÑO DE ARTE
Jay Aroesty, Carlos Cosío / La 4ª compañía 

EDICIÓN
Mitzi Vanessa Arreola, Francisco X. Rivera, Camilo Abadía / La 4ª compañía 

EFECTOS ESPECIALES
Luis Eduardo Ambriz / La 4ª compañía 

EFECTOS VISUALES
Ricardo Robles / La 4ª compañía 
FOTOGRAFÍA
Ernesto Pardo / Tempestad

GUIÓN ADAPTADO
David Desola / Almacenados

GUIÓN ORIGINAL
Joaquín del Paso,  Lucy Pawlak / Maquinaria Panamericana

LARGOMETRAJE DOCUMENTAL
Tempestad / Tatiana Huezo

MAQUILLAJE
Carla Tinoco, Alfredo García / La 4ª compañía 

MÚSICA ORIGINAL
Emiliano Motta / El sueño del Mara'akame

ÓPERA PRIMA
El sueño del Mara'akame / Federico Cecchetti

PELÍCULA IBEROAMERICANA
El ciudadano ilustre (Argentina) / Mariano Cohn, Gastón Duprat
Una segunda madre (Brasil) / Anna Muylaert

REVELACIÓN FEMENINA
María Evoli / Tenemos la carne

REVELACIÓN MASCULINA
Paco de la Fuente / El Alien y yo

SONIDO
Javier Umpierrez, Isabel Muñoz, Jaime Baksht, Michelle Couttolenc / La 4ª Compañía
Federico González Jordán, Lena Esquenazi, Carlos Cortés / Tempestad

VESTUARIO
Bertha Romero, José Guadalupe López / La 4ª Compañía

Glenn Miller: el lado ambicioso de las big band


Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |



Tengo que reconocer que, a partir de mi artículo pasado sobre Sarah Vaughan y una playlist fantástica de mi cuñado Hugo en Spotify, me quedé mucho con esta idea de las big band orchestra de los años 30s y 40s, orquestas que definitivamente influenciaron al jazz más comercial y le abrieron las puertas de par en par al swing (sorry Duke Ellington). Me hubiera encantado escribir sobre Count Basie peeeero, reconozco que tengo que ‘empaparme’ mucho, mucho más con su trabajo para hacer un mejor artículo. Pero no se preocupen, ya les estaré hablando de ‘Shiny Stockings’ o de ‘One O'Clock Jump’ muy pronto. Pues bien, uno de los personajes más emblemáticos en la escena de las big band orchestra fue el legendario Glenn Miller, creador nada más y nada menos que de la clásica ‘Moonlight Serenade’ y que con su muy corto paso por la industria, revolucionó e influenció a muchísimos artistas contemporáneos. Sé de buena fuente que a mi abuelito paterno le encantaba Glenn, así que por eso decidí aún más a escribir sobre él.

No sé si a ustedes les pase o no pero, cuando escucho ‘In the Mood’, de manera instantánea me pongo de buen humor, es casi inevitable. Y ojo, ni siquiera es de la autoría de Miller, él se encargó de convertirla en la gran pieza que es y popularizarla a nivel mundial… pero nada más (uy, qué fácil). Lo que me parece realmente increíble es como una sola pieza puede generalizar todo un movimiento musical de una época específica, vamos… si ustedes la escuchan, estoy segura que se remontan a 1940 y ubican perfectamente un escenario con un montón de músicos apachurrados y bien vestidos haciendo sus mejores esfuerzos por sobresalir del resto. Pues sí… así era la cosa.




Alton Glenn Miller, nace en Iowa en 1905; sus primeros pininos en la música fueron al lado de la corneta y la mandolina pero, a final de cuentas se decide por el trombón. Como cualquier músico de los que he hablado, forma su propia banda con amigos de la prepa y, cuando lo inscriben a la universidad y reprueba tres de cinco materias, decide darse por vencido y abandonarla para forjar una carrera musical. Para no hacerles el cuento muy largo, anduvo de músico ‘freelance’ del ’28 al ’37 –más  menos-, tocando en varias bandas, haciéndola de arreglista en varias disqueras, tocando en Broadway, y colaborando con grandes artistas como Bing Crosby etc. Pero, como cualquier idealista/soñador/iluso su tirada era formar su propia big band y con los mejores. Se anima a hacerlo en el ’37 pero con poco (o nada) de éxito, lo cual lo desanima bastante porque ya era alguien con experiencia y con conocimientos amplios en la industria… cuando se desahoga con su amigo Benny Goodman (otra leyenda), éste le recomienda que no se dé por vencido tan fácil y que siguiera haciendo migas con la perseverancia.

Básicamente Glenn hace una reflexión acerca de lo que podría hacer a su banda diferente y que forzosamente tendría que imprimirle un sonido único y que se implantara en la mente de la gente de manera permanente. Su fórmula exitosa –y que es homenajeada hasta nuestros días- surge cuando toda una melodía corría a cargo de un clarinete, un saxofón tenor y la colocación estratégica de trompetas. Suena simple, imitable pero, en realidad no lo era. Ese fue su descubrimiento y su magnífico aporte a la competencia.

Aquí es cuando llegan los contratos, las giras, los discos, su programa de radio de una hora de duración en NBC-Blue, las apariciones en películas como ‘Orchestra Wives’, ‘Sun Valley Serenade’ y no era tan mal actor ehh… medio tieso pero, ¿quién no lo era en esos días? Hahaha. Obvio los éxitos fueron "Pennsylvania 6-5000", "Chattanooga Choo Choo", "A String of Pearls", "At Last", "(I've Got a Gal In) Kalamazoo" (que me encanta la voz y la carita de Tex Beneke), "American Patrol", "Tuxedo Junction", "Elmer's Tune", y "Little Brown Jug", la mayoría con esta misma fórmula pero, con sus respetables variaciones.




La crítica a Miller era constante y en ocasiones, bastante atinada a mi parecer; le reprochaban el hecho de quitarle al jazz su rasgo principal y su razón de ser tan exquisito: la improvisación. Glenn ensayaba y ensayaba y ensayaba hasta que una simple melodía fuera perfecta y de su completo agrado y se enfurecía cuando no lo lograba rápidamente. Eso para muchos, era excesivamente ambicioso y aburrido a la vez. También, criticaban el hecho de que su banda, de al menos unos 20 hombres, fuera completamente ‘blanca’; ni una sola alma negra. Él se defendía diciendo que únicamente tocaba con los mejores pero pues… que no me diga que Charlie Parker no era el mejor en su campo. De todos modos, yo Mónica Castro Lara, catalogo más a Miller en el swing que en el jazz… ¿qué opinan?

Algunos de sus músicos difieren en sus versiones sobre cómo era Glenn en la realidad; algunos afirmaban que era bastante reservado pero buen amigo, unos que era un tremendo hijo de puta que intimidaba a sus músicos mediante puro bullying hasta lograr que lo respetaran mediante el miedo; otros que era un apasionado de lo que hacía y era feliz cada que tocaba y dirigía a su banda; otros, que tenía ataques de ira, otros, que era un tipo súper bonachón. Miller era un ser humano a fin de cuentas y me parece que cualquiera de nosotros tenemos y vivimos con todos esos matices. Se acuerdan de J.K Simmons en ‘Whiplash’ ¿no?

En fin. En plena Segunda Guerra Mundial, Miller decide servir a su patria enlistándose en el ejército (y de paso a toda su orquesta) para participar en la banda de guerra, con el fin de entretener a las tropas en el extranjero y también de modificar un poco lo tradicional de la música en la milicia. Desafortunadamente, a la edad de 40 años y en pleno vuelo hacia Francia, su avión desaparece dejando un montón de mitos y conspiraciones al respecto. Es triste pensar en un final tan terrible para una gran leyenda pero bueno… así pasó con Gardel y con muchos otros, que con sus pocos años en la industria, la revolucionaron de maneras inimaginables. Cuando piensen en el swing coqueto, les recomiendo que piensen y valoren a la ‘Glenn Miller Orchestra’.




La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!

Manifiesto de la tradición y la trascendencia


Por René Padilla Quiroz



Nuestro mundo ha caído en un exceso de comunicación; los medios, la información, la digitalización, han desconectado al ser humano de su realidad en la naturaleza y nos ha desconectado los unos de los otros. 

El parecer ser, impera por encima del ser; las apariencias alimentadas por la industria mercantil, generan necesidades esclavizantes que, promoviendo el ser único a través de su consumo, consiguen la estandarización de los humanos en una réplica exacta del maniquí en el escaparate… en el póster de película o en la cancha deportiva. 

Un consumo desmedido y superficial que no permite la satisfacción de necesidad alguna, al contrario, genera una mayor necesidad. La droga es el consumir lo que se nos diga que necesitamos consumir. 

Cada vez más, los productos salen de lo material; su carga simbólica y representacional opaca su valor de uso, su utilidad o la posibilidad de un verdadero crecimiento o de la verdadera mejora tangible en alguna habilidad o capacidad humana real. La realidad se vive a través de filtros electrónicos que nos desconectan de lo natural y aún más preocupante, el uno del otro. 

La desensibilización ante la violencia y ante la desigualdad, consiguen que las diferencias se conviertan en abismos, alineándonos cada vez más a la desconexión con la realidad los unos con los otros mientras que al mismo tiempo e irónicamente, nos convertimos en la copia el uno del otro. 


Por eso necesitamos: 

1.- Un arte que reconozca la época en la que se está desarrollando, abrazando los avances de la tecnología digital de la que se encuentra rodeado, sin olvidar las enseñanzas de una infancia vivida sin dicha tecnología. 

2.- Necesitamos un arte que no sólo muestre el desequilibrio y la injustica, sino que también actúe para revertirlo. 

3.- Que busque despertar a los espectadores del letargo y que interpele a conectarse los unos con los otros. La promoción de la empatía como el valor que lleve a superar la insensibilidad imperante en una sociedad movida por el consumo sin conciencia. 

4.- Un arte que busque que las diferencias de muchos, sean el patrimonio de todos. 

5.- Un arte que se convierta en el vehículo que transmita las voces de aquellos que han tenido problemas en ser escuchados; que busque la manera de que dicha comunicación, pueda realizarse en sus propios términos y que nosotros debemos aprender. Visitar comunidades con la actitud de aprender, no de enseñar; de apreciar no de descubrir. 

6.- Un arte que reconozca la importancia del arte popular como reflejo de las creencias de una sociedad y las observe sin una postura exotizante, sino que se integre en ellas por medio de la identificación de elementos comunes. 

7.- Un arte que infecte los modos de producción y los procesos mercantiles, promoviendo un consumo pensado, respaldado por una historia que permita al consumidor conocer lo que está comiendo/bebiendo/vistiendo, convirtiendo dicho consumo en una experiencia de mayor profundidad que le aporte más que el simple consumo en sí. 

8.-Un arte que, a través del conocer la historia de alguien más, permita reconocerte en él, su potencial y el tuyo. 

9.-Un arte que se niegue a representar el mole de lata y asista a capturar el proceso de preparación del mole en la sierra. 

10.- Un arte antiguerra, que ataque a la sociedad que promueve dicha guerra, que ataque el consumo indiscriminado y promueva el consumo pensado, autosustentable y consciente. 

Por un arte por la naturaleza y la humanidad (en ese orden); por la empatía y la conexión con el otro; por un arte que inunde los anaqueles de las tiendas con historias



¡QUE VIVA EL MOLE DIGITAL! * 



*Preparado de forma tradicional












































Expectativa vs. Realidad: el caso de ‘Las Chicas del Cable’



Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


Madrid. Años veinte. Flappers. Jazz. Cuatro elementos que hacían de ‘Las Chicas del Cable’ algo demasiado atractivo para ser verdad. Desde que me enteré sobre la primera serie de Netflix en España, obviamente la impaciencia fue desbordante; fue un gran reconforte averiguar quiénes actuarían en ella y la casa productora que tiene de respaldo (BAMBÚ Producciones). Pues déjenme contarles que hace apenas unas semanas terminé por fin de ver la serie y, para no cambiar mucho las cosas en mi vida, la incesable guerra entre la expectativa y la realidad me dejó con un raro –por no decir mal- sabor de boca. Hay varias opciones: si quieren ver la serie y les importan los spoilers, no sigan leyendo; si ya vieron la serie y les gustó, los invito a que continúen leyendo para que puedan hacerse una opinión un poquito más neutral; si les vale madres cualquier opción y si ven la serie o no, pues adelante… sigan leyendo mi reseña.

Empiezo con el primer elemento que mencioné en el párrafo anterior: Madrid. Los que me conocen saben lo mucho que me enamoré de esta ciudad española y mis ganas exorbitantes de querer regresar y vivir ahí por un tiempito (ay ajaaa). Sé lo costoso que es grabar en locaciones al aire libre y por lo tanto, prácticamente toda la escenografía de la serie está hecha en sets de grabación, muy bien ambientados por cierto; toda la decoración es muy a la art deco, típica de la época donde se desarrolla la trama, sin perder uno que otro toque clásico. Los pocos edificios que vemos, como por ejemplo el de ‘Telefónica’ –la compañía de teléfonos donde precisamente trabajan las chicas- son una clara muestra arquitectónica madrileña de inicios del Siglo XX y por lo tanto, podemos ‘ver’ o imaginarnos cómo fueron los primeros años de vida de la Gran Vía. Por esa parte, bien… pero mínimo hubieran grabado un paseíto por El Retiro ¿no creen? Ahora, por otro lado, las historias de las chicas pueblerinas que llegan a la gran capital y lo rápido que tienen que acostumbrarse a su agitada y violenta cotidianidad, no dejan de ser bastaaaante trilladas. Además, déjenme decirles que era una excentricidad ser una mujer de pueblo y saber leer y escribir en pleno 1928, así que… eso no se siente tan real, históricamente hablando.

Lo segundo: Años Veinte. El desarrollo tecnológico de los roaring twenties se ve plasmado en uno de los hilos conductores de la serie: el uso de la telefonía, aunque me parece que pudieron haberle sacado muchísimo más jugo a esta parte; ok sí, el espionaje previo a la República del ’31 o el famoso ‘Rotary’ pero, hasta ahí… ni profundizan en ello ni nada y se siente como si la invención de dicho sistema automático de comunicaciones, hubiera sido creado y fabricado de un día para otro. Nos pudieron presentar mucho más la historia del teléfono en sí, este invento tan, tan revolucionario y su verdadero impacto en una sociedad como la de Madrid, demasiado exclusiva y ajena para el resto de los españoles; pudieron haberlo contado a través de la familiaridad de Lidia/Alba, Carlota, Ángeles y Marga (o sea, las ‘chicas del cable’) con el manejo de este novedoso aparato porque, tenían horas de ser admitidas en la centralita y ya eran todas unas operadoras expertas. Bitch please!

Número tres: Flappers. Uno de los pocos temas que verdaderamente me apasiona son las flappers y por lo tanto, siento que el esfuerzo por plasmar esta filosofía flappera feminista en la serie, igual se quedó un poco corta. Vamos por partes: si bien la revolución feminista de la década de los años 20 se vio reflejada en aspectos mundanos y otros no tan mundanos, creo que las historias de las chicas o dejan mucho que desear y permanecen en los lugares comunes de siempre, o exageran demasiado. Algunos aspectos que sí veo positivos son: reflejar el despertar de la mujer por querer trabajar, no nada más por necesidad, sino verdaderamente por gusto; las pequeñas o grandes libertades que representaban el salir sola a la calle por las noches, maquillarse, ‘vivir’ sola, tener una pareja, estar a solas con él, revelarse ante una familia estricta y con valores considerados antiguos, reflexionar y combatir las injusticias y desigualdades de género, y por último, dejarnos bien en claro que los problemas de hace 89 años, siguen tan vigentes hoy en día que es ridículamente desafortunado y desalentador. 

Ahora vienen los aspectos negativos: si bien la intención de la serie es proponernos a cuatro protagonistas femeninas y compartirnos sus problemas personales y profesionales, en ocasiones se pierde totalmente la relación entre ellas y parece increíble que lleguen a ‘quererse’ tanto y a convertirse en incondicionales cuando claramente ni se conocen ni nada; no hay diálogos o escenas que verdaderamente valgan la pena para resaltar esa amistad tan inesperada y tan estrecha… Otra cosa: sabemos que hubo un despertar sexual muy fuerte y significativo en la época de los años veinte, pero de verdad pongo en tela de juicio que pudieras andar por la vida teniendo tríos con tus compañeros de trabajo, por muy open mind que fueran todas las partes involucradas; dudo que un hombre de clase media, español, con una profesión y un trabajo moderno y bien pagado, estuviera de acuerdo con la bisexualidad de su novia. Sorry!

Y por último: el Jazz. Exactamente… ¿cuál jazz? Me quedé esperando a mi querido jazz y éste JAMÁS llegó. Por lo que he leído, de lo más criticado de la serie ha sido precisamente eso, el soundtrack. Entiendo, respeto e incluso admiro el que hayan querido proponer un leitmotiv súper moderno como parte de la misma reinterpretación de los guionistas a esta maravillosa Era del Jazz, una propuesta que (siento) medio le copiaron al buen Baz Luhrmann y a su versión de ‘The Great Gatsby’ del 2013. Pero no sé… no sé qué tanto estoy de acuerdo con ello; me es difícil ver a flappers y sheiks españoles bailando al ritmo de una canción indie electrónica gringa cuando bien pudieron haber explotado al jazz únicamente con matices diferentes.   
 
Toda la ambientación, desde los deslumbrantes vestuarios, hasta la fotografía, son aspectos que me encantaron de la serie; las chicas, a pesar de vivir en la misma época, logran perfectamente retratar sus personalidades a través de su estilo, de sus modismos, de su tono de voz, etc. Lo mismo para los hombres… qué chulada es ver a Yon González o a los hoyuelos coquetos de Martiño Rivasen serio.

Obviamente Netflix España quiso apostar por una fórmula segura y que gusta mucho a distintos públicos de Latinoamérica: las historias de época, y vaya que ‘BAMBÚ Producciones’ ha acertado de manera muy exitosa con series como ‘Gran Hotel’ y ‘Velvet’. En los últimos dos años, he podido ver muchas series españolas buenísimas, entre las que destaco ‘Isabel’  y las dos anteriores que mencioné; he concluido que talento español, sí hay y mucho. Hay guionistas, directores, productores y actores excelentes y, con base a mi experiencia como espectadora, ‘Las Chicas del Cable’ tenía mucha más tela de dónde cortar y desafortunadamente apostaron únicamente por los lugares comunes, la clásica historia de amor obsesivo sin mucho sentido, llena de intrigas y celos clásicos y re dramáticos. Por ahí leí en un blog español que decía “¿realmente necesitamos una segunda y tercera temporada de ‘Las Chicas del Cable’?”… pues como ando de misericordiosa, le doy un sí a la segunda temporada (que actualmente están filmando) pero, a una tercera… quién sabe. Tendremos que esperar a diciembre para ver si hicieron caso omiso a las críticas o si de verdad se pusieron a chambear y a sacar historias mucho más reales e interesantes.





La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!

Letrinas: Olvido



Los blancos pensamientos de las luces | Por Gabriela Jackman Bolaños |


Olvido



Me olvidé de amar, porque no puedo soportar la propia levedad que llevo dentro, y que mi voz impide divulgar.

Me olvidé de vivir, porque no tiene sentido haber creído cuando ya no importa más.

Me olvidé de soñar, porque si lo hago es un castigo peor que la misma muerte.

Me olvidé de mí, porque estar en este mundo, es lo mismo que un ángel sin alas o un pez sin agua.

Me olvidé de hablar, porque sólo son palabras arrastradas por el viento, murmullos que no entiendo y cada día hieren más.

Me olvidé de sonreír, porque no sirve sin que yo esté bien, sin que sea yo y me pregunte ¿Quién soy? 

Me olvidé de la felicidad, porque la alegría acabada, se encuentra amarrada, en un sitio donde a la gente reír no le hace gracia.



Me olvidé de todo, porque es mejor estar sola, donde nadie me hace daño en el inmenso mar de lo olvidado, donde soy una sombra en un lugar gris y desolado.

Sarah Vaughan: sí… otra reina del jazz



Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


Si no hubiera sido por la diabetes, por ambas piernas amputadas y por literalmente haberse ‘fumado’ la vida, mi adorada Ella Fitzgerald probablemente hubiera cumplido 100 años el pasado 25 de abril pero, la vida no puede estar llena de ‘hubieras’ y cien años es una edad demasiado longeva. El chiste es que hubo varios especiales y conciertos dedicados a esta legendaria y maravillosa artista y me dio un enorme gusto saber que hay muchas personas a las que les gusta escuchar a Ella y reconocer sus aportes al jazz. Luego me puse a pensar que ya escribí sobre ella aquí en Sputnik (muy escuetamente, por cierto) y también sobre Billie Holiday pero, me falta ponerle corona a otra reina del jazz, del soul, pionera del bebop y poseedora de una voz demasiado buena para ser ignorada: Sarah ‘Sassy’ Vaughan. Así que como dirían por ahí, más vale tarde que nunca…



Ya tiene rato que mi ahora oficial cuñado Hugo me regaló un CD de éxitos de la Vaughan y la primer canción que de inmediato captó mi completa atención, fue ‘I've Got a Crush on You’ que tramposamente estoy escuchando y disfrutando en este preciso momento. Qué hermosura de voz, en serio… realmente te hace… sentir. Creo que nunca me había inclinado tanto a escuchar por largas horas a Sarah porque muchas de sus canciones, son también interpretadas por sus colegas contemporáneas y siempre me había ‘casado’ con una u otra versión, pero Sarah me ha demostrado rápidamente que no importa las incontables veces que has escuchado una sola canción, sino las muchas o pocas aportaciones que determinado artista le haga por más similares que puedan llegar a ser.

Como simple paréntesis, cuando me preguntan cuál es la diferencia más notoria entre Ella y Sarah, en realidad no sé muy bien qué contestar… ambas voces son dulces, melodiosas, con excelente dicción, con una potencia incomparable, con el claro don de la improvisación e instantáneamente se adueñan de la canción que sea. Aparte, no sé NA-DA de tecnicismos musicales, así que en vez de compararlas o escoger a una sobre la otra, les propongo que amemos su talento por separado.



Pues bien, Sarah Lois Vaughan nació el 27 de marzo de 1924 en Newark, New Jersey y tuvo una infancia relativamente tranquila; así como otros artistas, su inquietud por la música comienza en la iglesia, cuando en vez de sentarse al lado de su mamá, corría a sentarse junto a la organista. De ahí, vienen clases de piano particulares y puestas en escena en la escuela y en reuniones familiares. Si bien el piano era su aliado, Sarah tenía muchísima inquietud por el canto y cuando abrió la boca, su madre se dio cuenta del enorme talento que tenía su hija, al grado de apoyarla muy a pesar de la negación de su marido a hacerlo.

Mientras sus padres se peleaban por darle cierta libertad o no en la música, Sarah se escapaba para trabajar ilegalmente en bares y clubes nocturnos ya que sólo tenía 15 tiernos añitos; abandona la escuela y cuatro años más tarde, en el mismo ‘Apollo Theater’ donde fue descubierta Fitzgerald, Sarah gana el concurso ‘Amateur Night Concert’ interpretando la canción ‘Body and Soul’. Su premio fue de tan sólo 10 dolaritos, pero en realidad ganaría mucho más que un simple billete. Según contó el mismo Billy Eckstine, la vio por puuuura casualidad en el concurso y de inmediato se sacó de onda porque, como bien dicen todos los magnates musicales (o por lo menos los de buen oído musical), 'nunca había escuchado algo parecido'. Luego luego la jala para formar parte la orquesta de Earl Hines donde él mismo trabajaba y en donde tocaron leyendas como Dizzy Gillespie, Charlie Parker y Bennie Green. ¿Se imaginan eso? ¡¿Realmente se imaginan lo legendario de eso?! Me parece hasta bizarro que todos estos artistas hayan convivido en un periodo de tiempo y que en realidad, no tenían ni idea del tremendo legado que dejarían en el jazz y en la música en general. Sarah era uno más de los chicos y su personalidad tan extrovertida la hizo pasar rápidamente del piano al 'center stage' y darle cara y voz a la big band orquestra de Hines, por eso su apodo 'Sassy'. En 1943, Eckstine se va de la banda para formar la suya y nuevamente se jala a Sarah, a Gillespie y a Parker; pasó poco tiempo para que se les uniera más talento desbordante como Miles Davis, Art Blakey y Dexter Gordon. Pff… ¡qué awesome suena eso! ‘Sass’ era capaz de entender al jazz moderno, de aplicar nuevas armonías, así que por supuesto fue una magnífica revolucionaria.



Acá entre nos, admiro mucho a ‘Sass’ porque supo ser LA cantante muy por encima de sólo ser la mujer entre una banda de hombres; supo ser y darle voz a una minoría que tambaleaba entre una guerra civil y una guerra mundial. Luego de un año, deja la banda de Eckstine –sin rencores ni peleas- para hacer una carrera como solista; es en este periodo que Sarah se refugia bajo el brazo de la Columbia Records e incluso cambia completamente de look: le enderezan los dientes, la hacen bajar de peso, le ponen más cabello y la meten en ceñidos y brillantes vestidos acompañados de las mejores pieles que la hacen ver cómo una verdadera diva. Bueno, lo que sí es que la actitud déspota que tanto caracteriza a una diva, en realidad nunca la tuvo; más que nada hablaba y era media tosca como hombre, maldecía como hombre, amaba ver el béisbol y procrastinar hasta las últimas consecuencias. Eso fue producto de su enorme don de improvisación, y cómo no tenerlo cuando fuiste colega y aprendiz de los mejores; Sarah podía parrandear toda la noche, fumar y tomar todo el día, comer como cerdo minutos antes de salir al escenario y aun así regalarle al público la mejor ‘performance’ de su vida. Entre sus canciones más populares de la época fueron ‘If You Could See Me Now’, ‘Don’t Blame Me’, ‘Everything I Have Is Yours’, ‘It’s Magic’, ‘Nature Boy’, ‘I’m In The Mood For Love’, ‘You’ve Changed’, ‘My Man’, entre otras.

A pesar de la personalidad tan desinhibida de ‘Sass’, al parecer su inseguridad en el escenario fue in crescendo a lo largo de su carrera musical; siempre fue una persona bastante reservada y que compartía cierta información de su vida personal a un círculo muy cerrado de personas. Por ello se sabe que le lastimaban las críticas musicales, dudaba de su talento y de su aspecto físico. Claro, además no ayudó de mucho que tuviera maridos que lo único que hicieron, era aprovecharse de su fama y de su dinero; el buen George Wein –un empresario musical de los buenos- siempre quiso ser su mánager pero Sarah nunca quiso porque forzosamente su novio, amante o esposo de la época, tenía que ser quien administrara su carrera. En palabras del mismo Wein: ‘… she never found the right guy’ y por eso se llega a la conclusión de que nunca logró el estrellato que anhelaba y eso la deprimió bastante los últimos años de su vida.

En realidad, Sarah nunca dejó de trabajar; a pesar de la moda y de los géneros musicales tan distintos en los 60, 70 y 80s, pudo viajar por el mundo, visitando los mejores clubes y teatros de las ciudades más importantes; tampoco tuvo una vida llena de escándalos o de dramas. Desafortunadamente, es el 1990 que muere de un cáncer de pulmón que la había estado atormentando durante casi 1 año y en donde su gente más cercana, se impactaba al ver lo deteriorada que estaba la cantante. Y vaya que estaba joven, se nos fue a la edad de 66 años.


Para finalizar, quisiera contarles que la versión de ‘Misty’ de Sarah me dejó con la piel chinita, literalmente. Si me conocen, sabrán que prácticamente la única versión de esta canción que me gusta, es la de mi buen amigo Johnny Mathis… vaya, ni siquiera la de Sinatra me agrada. Pero Sarah… Sarah me cambió la jugada y gacho; viaja de graves a agudos con una facilidad impresionante, además de aprovechar y ‘exprimir’ cada sílaba que canta. Es una joya musical imperdible, en serio. Hasta pienso que está desbancando a Johnny. Gracias ‘Sassy’ por abrirme los ojos y hacerme un poquito más flexible con mis versiones favoritas, no sólo de jazz o del GASB, sino de canciones románticas oldies en general. 



La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!
 

Paisajismo mexicano


Miguel Ángel Ramírez Martínez | Vía DINKtravelers |

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Actualmente la Ciudad de México ofrece distintas escalas turísticas dignas de ser conocidas sin necesidad de emprender un largo viaje. Al recorrer sus calles, visitar sus edificios y sus museos, nos damos cuenta de que siempre hay cosas nuevas para descubrir. Pero hace algunos años, antes de que la urbe alcanzara su dimensión actual y estuviera conectada por vías rápidas, sólo se podía ir a los límites y subir algunos de sus cerros emprendiendo un largo camino. Pero ese trayecto valía la pena sólo por vivir la experiencia de contemplar la Ciudad desde las alturas.

PAISAJES DE JOSÉ MARÍA VELASCO

En esta ocasión DINKtravelers quiere dar un vistazo al pasado para revivir esa sensación de dos viajeros artistas nacidos en México a finales del siglo XIX. Primero, José María Velasco, paisajista y profesor de la Academia de San Carlos, quien tomaba su lienzo, sus colores y pinceles antes de empezar un viaje que le tomaría todo el día, pasando por sitios como Tlalpan, la villa de Guadalupe y el Centro, para luego subir al cerro de Santa Isabel en busca de la mejor vista de la Ciudad para comenzar con el boceto de un nuevo cuadro. Un ejemplo es El valle de México de 1882, donde podemos observar la espectacular vista y las grandes rocas que envolvían el paisaje, unos indígenas en la parte inferior y, al fondo, algunas líneas que marcan los caminos por los que se entraba a la ciudad, así como los grandes lagos que entonces la rodeaban.

PINTURAS DE GERARDO MURILLO

En segundo lugar tenemos a Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl, quien se sintió fascinado no sólo por las panorámicas de la Ciudad, sino especialmente por sus volcanes. Enamorado del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, fue también testigo del nacimiento del Paricutín en Michoacán. El artista emprendió un viaje que lo llevó a instalarse en dicha ciudad para presenciar la actividad del volcán. Toda esta aventura la dejó retratada en múltiples dibujos y oleos que hoy podemos admirar en el Museo Nacional de Arte, en la Ciudad de México.
Dr. Atl fue también un amante de las alturas, pues le gustaba subirse a los aviones y desde ahí admirar las montañas y las ciudades que sobrevolaba dando vida a sus famosos “aeropaisajes” como el lienzo El Popocatépetl, la Malinche y el Pico de Orizaba en el que inmortalizó al gran volcán de Puebla rodeado de nubes que parecen esponjosas al tacto del viajero curioso, y en el horizonte otras dos grandes montañas que dominan el paisaje.
Así que ya lo sabes, en tu siguiente viaje a la Ciudad de México, planea tu ruta siguiendo los pasos de estos dos grandes pintores y descubre escenarios únicos inmortalizados por el arte.


Escritura de viajes


Ana Torres | Vía DINKtravelers | 


Haz tu diario de viajes siguiendo nuestros consejos y conserva tus mejores memorias para la posteridad.

CÓMO LLEVAR UN DIARIO DE VIAJES

Un diario es una estrategia ideal para conservar tus recuerdos de viaje de una forma más íntima y personalizada, ya que con la escritura ejercitas la reflexión, la imaginación y la memoria. En DINKtravelers y Sputnik somos fans de este magnífico recurso que permite a cada viajero inmortalizar su experiencia y regresar a ella cada vez que necesite nuevas motivaciones para planear una travesía.
Y, ¿cuáles son las cosas que debes tener en cuenta antes de iniciar un diario de viaje? Aquí te dejamos algunos consejos a considerar.
RECOMENDACIONES PARA UN DIARIO DE VIAJE PERFECTO

1.Un compañero distinto de viaje: La mejor manera de no olvidar tu diario de viaje durante la travesía es elegir un formato cómodo y portable, además de ponerle un nombre original y personalizarlo con los colores e imágenes que más te agraden.


2.Tu ruta de viaje: Antes de iniciar a escribir te aconsejamos decidir cuál será el orden que le darás a tu diario. Puedes elegir hacer un recuento diario o semanal de tus aventuras durante las vacaciones o, por ejemplo, si haces un tour por Europa, dedicar un capítulo distinto a cada país. También es muy bueno dividir tu narración por secciones que pueden ir desde gastronomía, museos, shopping, aventura, nuevos amigos y mucho más. Lo importante es que el diario sea tu fiel compañero y al regresar a casa su lectura te remonte de manera fiel a estos días de descanso y descubrimientos.


3.Re-conociendo tu travesía: Un tip para nutrir tus memorias de viaje en lo geográfico y cultural es incluir un mapa donde puedas marcar los sitios visitados. Te recomendamos experimentar con una simbología propia para señalar por qué decidiste visitar cada lugar y calificar tu experiencia ahí. También es muy recomendable incluir la información histórica y turística que tengas de cada sitio, para que tu diario sea la herramienta perfecta para aconsejar a otros viajeros deseosos de descubrir nuevos destinos. Incluye las “paradas obligadas”, datos sobre precios, transporte y comida.


4.Un diario artístico: La manera perfecta de evocar es mediante las imágenes. Es por eso que en tu diario te sugerimos incluir una selección fotográfica de cada lugar visitado. No te limites a explicar a dónde vas o lo que ves, emplea la fotografía para conservar los pequeños detalles; así no sólo recordarás los monumentos visitados sino también el color de las flores de aquel jardín que rodeaba tu hotel, el aspecto delicioso de la comida exótica que probaste en tu primer día o la sonrisa de aquel desconocido que te miraba mientras te maravillabas con los aparadores de las tiendas de artesanías locales.


5.¿Y a ti cómo te pareció?: Si viajas con amigos, con tu pareja o con tu familia, puedes dejar que ellos también aporten algo a tu diario con sus propias vivencias. Si así lo deseas puedes guardar un espacio específico para que compartan sus impresiones de la travesía. Estamos seguros de que al final del día contar con varias perspectivas enriquecerá la tuya y hará de esta experiencia de llevar un diario de viaje una historia común y por ello, mucho más rica.


6.La última página: Una opción interesante para cerrar tu diario de viaje es comparar tus expectativas iniciales con el final de la travesía. Nosotros te recomendamos escribir esta última reflexión cuando hayas vuelto a casa. Desempaca, descansa, organiza tus nuevos souvenirs y entonces sí, abre tu diario recórrelo hoja por hoja y revive esos momentos para entonces valorar las impresiones que te ha dejado ese tiempo vivido y cuáles son tus expectativas futuras para conocer otro país e iniciar un nuevo diario.
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