Galeano y el fútbol a sol y sombra

Hincha de Nacional de Montevideo, amor que compartió junto a su compatriota y escritor Mario Benedetti, Galeano fue registrando con sus textos, cuentos y relatos la evidencia de una relación que muchos intelectuales y deportistas consideran imposible: fútbol y literatura.

Autodefinido como un "mendigo del fútbol, el escritor uruguayo pudo plasmar con palabras el sentimiento irracional de los aficionados al balón, dándole una voz a los millones de hinchas que cada semana se entregan a unos colores, un escudo, un club o selección.

 "No tengo nada de original porque, como se sabe, en mi país las maternidades hacen un ruido infernal porque todos los bebés se asoman al mundo entre las piernas de la madre gritando gol. Yo también grité gol para no ser menos y como todos quise ser jugador de fútbol".
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Por José Luis Hurtado | Antes de que caducaran los años 90, José Manuel García, un maestro de Marca de la época de la niebla cigarrera por encima de los teclados, un tipo de los que utilizaba palabras de las que yo desconocía su significado (sigo igual), me dio un pase al hueco: 'Quillo, ¿tú no conoces un libro de fútbol de Eduardo Galeano?'. Me aclaró que se llamaba 'El fútbol a sol y sombra'. Mi respuesta la pueden adivinar, propia de quien creía que fútbol y libros vivían en separación de bienes.

A pesar de que en aquella época vivíamos con el pico del bonocopa (2x1) asomando por el bolsillo trasero del pantalón, tardé poco en acercarme a 'La Casa del libro' para pasar por taquilla. Me trajeron el ejemplar, de un color que sólo se asemejaba al de la Holanda de Cruyff, y lo metí en la mochila tras hacer una pared con la librera.

Empecé el libro con la ilusión del ignorante. Y a mucha honra. La ignorancia precede a la curiosidad, y ésta debe ser eterna. De repente inicié un viaje fabuloso. El sofá se convirtió en una tribuna de preferencia.
Aquellas piezas, cortas y certeras, transportaban al lector, en un banquete inolvidable, de Peñarol a Nacional, de Cruyff a Maradona, de Di Stéfano a Pelé, del Azteca al Monumental, de la tribuna a la caseta, de la hierba al despacho, de la chilena a la gambeta.

No era un libro. Era una enciclopedia, una guía, un manual de autoayuda, una joyita localizable siempre en una estantería. En cualquier tarde ramplona, de las de empate a cero y lluvia en la calle, siempre había un párrafo que recuperar, como se recurre al mejor suplente para que te salve de un despido. Si un domingo algún atrevido dibujaba una chilena, se miraba cómo era aquello que escribía Galeano sobre el inventor del escorzo.   

Él enseñó a construir el fútbol con otras palabras. Su influencia ha sido tanta que si hubiera cobrado derechos de autor se podría haber comprado Wembley. Galeano se ha muerto un lunes, jornada de prórroga, el día en el que se completan las clasificaciones. Por mi parte, ahí queda usted, de líder de las páginas futboleras. Sin más. GRACIAS.

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Fútbol a sol y a sombra
Por Eduardo Galeano

La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.

El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.


El jugador

Corre, jadeando, por la orilla. A un lado lo esperan los cielos de la gloria; al otro, los abismos de la ruina. El barrio lo envidia: el jugador profesional se ha salvado de la fábrica o de la oficina, le pagan por divertirse, se sacó la lotería. Y aunque tenga que sudar como una regadera, sin derecho a cansarse ni a equivocarse, él sale en los diarios y en la tele, las radios dicen su nombre, las mujeres suspiran por él y los niños quieren imitarlo. Pero él, que había empezado jugando por el placer de jugar, en las calles de tierra de los suburbios, ahora juega en los estadios por el deber de trabajar y tiene la obligación de ganar o ganar. Los empresarios lo compran, lo venden, los prestan; y él se deja llevar a cambio de la promesa de más fama y dinero. Cuanto más éxito tiene, y más dinero gana, más preso está. Sometido a disciplina militar, sufre cada día el castigo de los entrenamientos feroces y se somete a los bombardeos de analgésicos y las infiltraciones de cortisona que olvidan el dolor y mienten la salud. Y en las vísperas de los partidos importantes, lo encierran en un campo de concentración donde cumple trabajos forzados, come comidas bobas, se emborracha con agua y duerme solo. En los otros oficios humanos, el ocaso llega con la vejez, pero el jugador de fútbol puede ser viejo a los treinta años. Los músculos se cansan temprano:- Éste no hace un gol ni con la cancha en bajada.- ¿Éste? Ni aunque le aten las manos al arquero. O antes de los treinta, si un pelotazo lo desmaya de mala manera, o la mala suerte le revienta un músculo, o una patada le rompe un hueso de esos que no tienen arreglo. Y algún mal día el jugador descubre que se ha jugado la vida a una sola baraja y que el dinero se ha volado y la fama también. La fama, señora fugaz, no le ha dejado ni una cartita de consuelo.

El arquero

También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es uno solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores. Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace. Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos. Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición.


El ídolo

Y un buen día la diosa del viento besa el pie del hombre, el maltratado, el despreciado pie, y de ese beso nace el ídolo del fútbol. Nace en una cuna de paja y choza de lata y viene al mundo abrazado a una pelota. Desde que aprende a caminar, sabe jugar. En sus años tempranos alegra los potreros, juega que te juega en los andurriales de los suburbios hasta que cae la noche y ya no se ve la pelota, y en sus años mozos vuela y hace volar en los estadios. Sus artes malabares convocan multitudes, domingo tras domingo, de victoria en victoria, de ovación en ovación. La pelota lo busca, lo reconoce, lo necesita. En el pecho de su pie, ella descansa y se hamaca. Él le saca lustre y la hace hablar, y en esa charla de dos conversan millones de mudos. Los nadies, los condenados a ser por siempre nadies, pueden sentirse álguienes por un rato, por obra y gracia de esos pases devueltos al toque, esas gambetas que dibujan zetas en el césped, esos golazos de taquito o de chilena: cuando juega él, el cuadro tiene doce jugadores.- ¿Doce? ¡Quince tiene! ¡Veinte! La pelota ríe, radiante, en el aire. Él baja, la duerme, la piropea, la baila, y viendo esas cosas jamás vistas sus adoradores sienten piedad por sus nietos aún no nacidos, que no las verán. Pero el ídolo es ídolo por un rato nomás, humana eternidad, cosa de nada; y cuando al pie de oro le llega la hora de la mala pata, la estrella ha concluido su viaje desde el fulgor hasta el apagón. Está ese cuerpo con más remiendos que traje de payaso, y ya el acróbata es un paralítico, el artista una bestia:-¡Con la herradura no! La fuente de la felicidad pública se convierte en el pararrayos del público rencor:- ¡Momia! A veces el ídolo no cae entero. Y a veces, cuando se rompe, la gente le devora los pedazos.


El Hincha

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio. Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno. Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos. Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música. Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.

El fanático

El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua. El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar. En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido.

El gol
 
El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna. Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles: 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos. Ahora, los once jugadores se pasan todo el partido colgados del travesaño, dedicados a evitar los goles y sin tiempo para hacerlos. El entusiasmo que se desata cada vez que la bala blanca sacude la red puede parecer misterio o locura, pero hay que tener en cuenta que el milagro se da poco. El gol, aunque sea un golecito, resulta siempre gooooooooooooooooooooooool en la garganta de los relatores de radio, un do de pecho capaz de dejar a Caruso mudo para siempre, y la multitud delira y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire.
 
 
El director técnico

Antes existía el entrenador, y nadie le prestaba mayor atención. El entrenador murió, calladito la boca, cuando el juego dejó de ser juego y el fútbol profesional necesitó una tecnocracia del orden. Entonces nació el director técnico, con la misión de evitar la improvisación, controlar la libertad y elevar al máximo el rendimiento de los jugadores, obligados a convertirse en disciplinados atletas. El entrenador decía: Vamos a jugar. El técnico dice: Vamos a trabajar. Ahora se habla en números. El viaje desde la osadía hacia el miedo, historia del fútbol en el siglo veinte, es un tránsito desde el 2-3-5 hacia el 5-4-1. pasando por el 4-3-3 y el 4-4-2. Cualquier profano es capaz de traducir eso, con un poco de ayuda, pero después, no hay quien pueda. A partir de allí, el director técnico desarrolla fórmulas misteriosas como la sagrada concepción de Jesús, y con ellas elabora esquemas tácticos más indescifrables que la Santísima Trinidad. Del viejo pizarrón a las pantallas electrónicas; ahora las jugadas magistrales se dibujan en una computadora y se enseñan en video. Esas perfecciones rara vez se ven, después, en los partidos que la televisión transmite. Más bien la televisión se complace exhibiendo la crispación en el rostro del técnico, y lo muestra mordiéndose los puños o gritando orientaciones que darían vuelta al partido si alguien pudiera entenderlas. Los periodistas lo acribillan en la conferencia de prensa, cuando el encuentro termina. El técnico jamás cuenta el secreto de sus victorias, aunque formula admirables explicaciones de sus derrotas: Las instrucciones eran claras, pero no fueron escuchadas, dice, cuando el equipo pierde por goleada ante un cuadrito de morondanga. O ratifica la confianza en sí mismo, hablando en tercera persona más o menos así: «Los reveses sufridos no empañan la conquista de una claridad conceptual que el técnico ha caracterizado como una síntesis de muchos sacrificios necesarios para llegar a la eficacia». La maquinaria del espectáculo tritura todo, todo dura poco, y el director técnico es tan desechable como cualquier otro producto de la sociedad de consumo. Hoy el público le grita:¡No te mueras nunca! Y el Domingo que viene lo invita a morirse. El cree que el fútbol es una ciencia y la cancha un laboratorio, pero los dirigentes y la hinchada no sólo le exigen la genialidad de Einstein y la sutileza de Freud, sino también la capacidad milagrera de la Virgen de Lourdes y el aguante de Gandhi.

El lenguaje de los doctores del Fútbol

Vamos a sintetizar nuestro punto de vista, formulando una primera aproximación a la problemática táctica, técnica y física del cotejo que se ha disputado esta tarde en el campo del Unidos Venceremos Fútbol Club, sin caer en simplificaciones incompatibles con un tema que sin duda nos está exigiendo análisis más profundo y detallado y sin incurrir en ambigüedades que han sido, son y serán ajenas a nuestra prédica de toda una vida al servicio de la afición deportiva. Nos resultaría cómodo eludir nuestra responsabilidad atribuyendo el revés del once locatario a la discreta performance de sus jugadores, pero la excesiva lentitud que indudablemente mostraron en la jornada de hoy a la hora de devolucionar cada esférico recepcionado no justifica de ninguna manera, entiéndase bien, señoras y señores, de ninguna manera, semejante descalificación generalizada y por lo tanto injusta. No, no y no. El conformismo no es nuestro estilo, como bien saben quienes nos han seguido a lo largo de nuestra trayectoria de tantos años, aquí en nuestro querido país y en los escenarios del deporte internacional e incluso mundial, donde hemos sido convocados a cumplir nuestra modesta función. Así que vamos a decirlo con todas las letras, como es nuestra costumbre: el éxito no ha coronado la potencialidad orgánica del esquema de juego de este esforzado equipo porque lisa y llanamente sigue siendo incapaz de canalizar adecuadamente sus expectativas de una mayor proyección ofensiva hacia el ámbito de la valla rival. Ya lo decíamos el Domingo próximo pasado y así lo afirmamos hoy, con la frente alta y sin pelos en la lengua, porque siempre hemos llamado al pan pan y al vino vino y continuaremos denunciando la verdad, aunque a muchos les duela, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.

Obdulio

Yo era chiquilín y futbolero, y como todos los uruguayos estaba prendido a la radio, escuchando la final de la Copa del Mundo. Cuando la voz de Carlos Solé me transmitió la triste noticia del gol brasileño, se me cayó el alma al piso. Entonces recurrí al más poderoso de mis amigos. Prometí a Dios una cantidad de sacrificios a cambió de que Él se apareciera en Maracaná y diera vuelta el partido. Nunca conseguí recordar las muchas cosas que había prometido, y por eso nunca pude cumplirlas. Además, la victoria de Uruguay ante la mayor multitud jamás reunida en un partido de fútbol había sido sin duda un milagro, pero el milagro había sido más bien obra de un mortal de carne y hueso llamado Obdulio Varela. Obdulio había enfriado el partido, cuando se nos venía encima la avalancha, y después se había echado el cuadro entero al hombro y a puro coraje había empujado contra viento y marea. Al fin de aquella jornada, los periodistas acosaron al héroe. Y él no se golpeó el pecho proclamando que somos los mejores y no hay quien pueda con la garra charrúa: -Fue casualidad- murmuró Obdulio, meneando la cabeza. Y cuando quisieron fotografiarlo, se puso de espaldas. Pasó esa noche bebiendo cerveza, de bar en bar, abrazado a los vencidos, en los mostradores de Río de Janeiro. Los brasileños lloraban. Nadie lo reconoció. Al día siguiente, huyó del gentío que lo esperaba en el aeropuerto de Montevideo, donde su nombre brillaba en un enorme letrero luminoso. En medio de la euforia, se escabulló disfrazado de Humphrey Bogart, con un sombrero metido hasta la nariz y un impermeable de solapas levantadas. En recompensa por la hazaña, los dirigentes del fútbol uruguayo se otorgaron a sí mismos medallas de oro. A los jugadores les dieron medallas de plata y algún dinero. El premio que recibió Obdulio le alcanzó para comprar un Ford del año 31, que fue robado a la semana.
 
 
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Los anteriores textos forman parte del libro "El fútbol a sol y sombra" que Eduardo Galeano escribió como homenaje al deporte más popular del mundo en 1995. Puedes leerlo completo en este enlace.


Los Insólitos Peces Gato



Cinetiketas |  Jaime López Blanco |

Recomendación en Video (ó el Cine Chiquito)


Hace un año, por estas fechas precisamente, algunos cines de nuestro país exhibían una curiosa cinta mexicana que llamó de inmediato mi atención por tratarse de una ópera prima y por estar dirigida por una joven realizadora. El título de aquella cinta era aún más curioso: “Los insólitos peces gato”. El filme no fue un suceso de taquilla pero sí fue considerado por gran parte de la crítica como de lo mejor del cine mexicano  del 2014. Aunque para algunos parecía ser una historia un tanto cursi, para el que suscribe esto, fue una pequeña joya que destacó por su frescura, espontaneidad y honestidad con que trataba un tema acerca de la familia, las relaciones humanas y la amistad; sobre todo, presentando un argumento con tintes biográficos y situaciones verídicas que le habían ocurrido a la propia directora del filme en cuestión.

Hoy recupero, para Revista Sputnik, gran parte de lo que escribí en ese entonces, dentro de un portal de noticias que ya no existe más por problemas con su sustentabilidad en éste efímero mundo de los espacios digitales en el que vivimos. Lo hago porque considero a la película del título de la presente columna, una buena recomendación en video que revisar en estos tiempos; además de que se trata de una oportunidad para checar un ejemplo de lo que se puede hacer, de forma correcta, en nuestra eternamente incipiente industria fílmica mexicana, para poder trascender en los tiempos, formatos y espacios. Agradezco, de antemano, la atención del respetable:   

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De unos cereales morados apartados a unas Ruffles con queso y un vocho amarillo compartidos. De la soledad individual a las soledades aglomeradas en familia. De la naturalidad de una peculiar historia de amor fraternal a la sobriedad de una cuidada ópera prima. Así es como podría definir en una primera instancia la esencia del largometraje realizado por Claudia Sainte-Luce, el cual se denomina “Los insólitos peces gato”.

Se trata de un drama con momentos de comedia cuya historia indaga en las vicisitudes de la muerte, el amor y la enfermedad, todos estos elementos integrantes y catalizadores inevitables de la vida misma. El guión fluye de manera eficaz porque nos propone un relato basado en acontecimientos reales que le ocurrieron a la directora y lo hace sin caer en rebuscamientos de diálogos o hasta de encuadres. Tanto el espectador como el cinéfilo promedio podrán percibir de inmediato la autenticidad de la narración porque se trata de una película epidérmica. Ojo con un plano secuencia en el que se adentra al espectador al núcleo de la familia de uno de los personajes de forma natural y poderosa.

Hay emotividad pero sin caer en los maniqueísmos; existen situaciones y diálogos cómicos pero sin rayar en lo ridículo o utilizar los gags de tres pesos. Como una de las palabras que conforman su título, la película de Sainte-Luce luce asombrosa o insólita por tratarse de una historia sencilla, cálida e introspectiva que se desmarca de los temas de violencia y excesos hartamente tratados dentro del cine mexicano. No alardea ni se desborda, simplemente se observa y se experimenta. 

¿Quién no ha pasado por esa emoción de encontrar un pedazo de hogar en el corazón de extraños que te adoptan sin cuestionamientos o señalamientos?

En cuanto a las interpretaciones, Ximena Ayala aborda su personaje con delicadeza y encanto, transmite esa dedicación y dulzura que su Claudia requiere y también apoya la actuación de sus compañeros sin querer trascender o lucirse con su rol protagónico. Lisa Owen luce espectacular, no porque grite o patalee con la interpretación de una madre moribunda, sino porque a pesar de la situación terrible que vive su personaje, se trata de un ser que emana amor y tranquilidad en cada secuencia que interviene; a su Martha le sobran las sonrisas y la generosidad para poder ayudar a una extraña y todavía darse tiempo para convivir con su propia familia. El resto del elenco también es insólitamente destacable: cada actor o actriz tienen una secuencia para lucirse y desempeñar sus roles a la altura de la historia.

“Insólitos peces gato”, un futuro promisorio para una realizadora de nombre Claudia y apellido Sainte-Luce.

Un testimonio de vida que cautiva, enamora y emociona. De la vivencia y alma de una escritora a la consolidación de una joven directora. De las entrañas de un ente silencioso a las imágenes de un relato sustancioso. De la vida/muerte de aquellas personas que entran en nuestra cotidianidad al legado o  enseñanza de su innegable humanidad.

Sobre el 'Opio' de Rafael Chaparro

 Venga y le cuento | Por Tuto Flórez |


Opio: “Sustancia estupefaciente, amarga y de olor fuerte, que resulta de la desecación del jugo que se extrae de las cabezas de adormideras verdes.”


Opio en las nubes es el título que el escritor colombiano Rafael Chaparro Madiedo le da a su obra publicada en 1993, este libro es el reflejo de una sociedad de los años 80 en la capital de Colombia.  Obra narrada con una fascinante descripción analógica que sumerge al lector en una ciudad de olores, sabores y sentimientos. Esta obra, casi permite que la percepción sea tan aguda hasta el punto de entender la obra literaria como un diario de cada uno de los personajes que la cuenta. Como obra literaria que mantiene una estrecha cercanía entre el lector y el narrador de la historia, el propio nombre opio, definido por la real academia española como “Sustancia estupefaciente, amarga y de olor fuerte, que resulta de la desecación del jugo que se extrae de las cabezas de adormideras verdes.”, nos invita a pensar un libro que posiblemente hable de acontecimientos que puedan ser de alguna manera estupefacientes, amargos y de olor fuerte.

El capítulo Helga, la ardiente bestia de las nieves, es sin duda alguna, muestra de la poca importancia, en su mayoría, que se le da a el tiempo espacial y temporal dentro de la historia narrativa del libro, desde el inicio con “Era lunes. O tal vez martes, no puedo precisarlo.” Se entiende como el personaje que cuenta esta historia no es consiente del día de la semana en el que se encuentra, pero que está dispuesto a contar algo que para él tiene más importancia, le da prioridad a los recuerdos, olores y hasta a las palabras exactas que se le venían a la mente. Es tal vez de bastante atractivo este hecho debido a que en la época en la cual nos encontramos ahora, es de mayor importancia el lugar y momento en el cual se desarrollan los hechos que el momento mismo en esencia. Acaso no planeamos los momentos felices en las vacaciones a otro país como Australia o Estados Unidos, sabemos el día la hora y el lugar en el cual tendremos la felicidad. Pero en este libro ese lugar, día y hora no tienen fecha de vencimiento alguna.

Tal vez el hecho de la representación en personajes jóvenes hace que la historia se sienta más duradera en el momento, de disfrutar la vida en el aquí y el ahora sin preocuparse de los prejuicios sociales. Más preocupados por los sentimientos pero no mucho por el futuro de sus vidas, se hace evidente en frases de inconformidad tales como “esto es mucha mierda”. Frases que evocan tras una lectura más detallada, a una sociedad de música rock, el sexo y porque no, la derrota como forma de vida. El alcohol y las drogas como alternativa a la vida que realmente vivían, denota una sociedad de tal vez muchas problemáticas, pero a un mismo tiempo sugiere una forma de representar el disfrute en el momento que muy posiblemente se vuelva recuerdo.

Y eran aquellos recuerdos que se volvían más rutinarios los que nos cuenta en la historia; el hecho de ir al puerto los domingos a ver los barcos blancos no parecería tener trasfondo; pero es lo que acompaña a esos días domingo lo que realmente hace que este recuerdo tome sentido. La rutina, la compañía y el “olor a hojas secas que tenía la ciudad” parecían contrastar perfectamente con el hecho de que “Amarilla […] no soportaba los domingos sin alcohol”. El simple hecho de hacer que un domingo sea símbolo de desahogo de lo que sería un olor a tristeza reflejado en el cielo y en los atardeceres, hace que el hecho de tomar todos los domingos tenga un significado más allá del simple hecho de tomar, tomar seria entonces, el recurso para hacer más llevaderos esos días tristes y grises. 


Tal como si se tratase de un cortometraje la historia se cuenta sin pausa, se ve la rapidez de la historia, o tal vez la pausa en los detalles que el lector le quiera apropiar al texto. Es notable como la falta de signos de puntuación emerge en gran manera al lector, a su interpretación, creando una interacción entre las palabras que salen desde la boca de la persona que narra la historia hasta la imagen que nos hacemos en nuestras cabezas. La falta de pausas puede ser o símbolo de un momento que transcurre rápidamente, o un efecto colateral del alto grado de embriagues que tiene quien escribe; como sea que se maneje la idea se trata ante todo, de una interpretación abierta que el lector puede hacer al texto. 

Esta pirotecnia verbal se entremezcla en cada uno de los momentos de la obra, en cada capítulo, que aunque no parece guardar conexión nos remonta gradualmente hacia un hilo conductor común, el del vértigo que produce la velocidad, velocidad al pensar, hilvanar ideas, armar frases y volver a expresar, esa pirotecnia, se presenta en la construcción de Helga, mujer bella y bellaca que sin ser el centro de esta historia de ese capítulo, remite un recuerdo, que nos transporta hacia una descripción, que emana de un olor, y de nuevo el autor y el lector se funden en un solo acto, cuando se desvanecen las fronteras entre lo leído, el contenido, quien ha escrito y quien hace el ejercicio de leer mismo, como es entonces que Helga se transforma en  la ardiente bestia de las nieves, suposiciones es todo lo que nos queda para señalar y tratar de interpretar posibles soluciones a tan extraña pregunta, Helga es ardiente por su naturaleza, Helga evoca solo una imagen, es una fotografía, es una mujer de revista o de portada según la fecha, es solo parte del imaginario erótico de los tres personajes en el capítulo, por ello mismo es ardiente, pues los remite hacia la figura femenina, les permite explorar la sutileza de la mujer desde sus curvas, de sus protuberancias y su cadencia así sea sólo imaginaria; Helga es solo un nombre para una figura, pero también habla de nieves tal vez por la región de la que procede la revista o tal vez, porque se entremezcla con otros recuerdos y otros olores, tal vez con los del personaje de vainilla, aquella chica que hace pensar y divagar al protagonista, aquella chica que siempre pide helado de ron con pasas, que acaso a los helados también no se les suele decir nieve que a lo mejor el mismo Chaparro, como creador de este mundo literario no puedo escribir vainilla la que siempre pide nieves en lugar de helado, como quiera que sea este juego ideonómico, esta ductilidad semántica nos remite a autores como Gonzalo Arango o Andrés Caicedo, si podemos especular, la obra de Rafael Chaparro, es más cerca al llamado movimiento nadaista en Colombia o la  generación beat de Estados Unidos con Jack Kerouac, William Burroughs, Allen Ginsberg o el propio Charles Bukowski, y como no habríamos de asociar a dichos autores con la obra de Chaparro, con este capítulo de Helga, si se condensa justamente la vertiginosidad del pensamiento, la celeridad en la percepción, que se sale de los estándar, de los llamados parámetros de la escritura convencional, decir nadaísmo o decir generación beat, es casi expresar lo mismo, pero en diferentes latitudes, el Norte y el Sur se encuentran en una amalgama literaria, en la que surge a flote una escritura muy particular.

La forma de ver, sentir y expresar la ciudad en este tipo de literatura me recuerda a la pirotecnia verbal que en su época hizo el propio Andrés Caicedo en su obra Cali-Calabozo, que mejor que resaltar un pequeño fragmento del cuento titulado Infección, que compone la obra de Caicedo en mención, cita:
“Odio la Avenida Sexta por creer encontrar en ella la bienhechora importancia de la verdadera personalidad. Odio el club campestre por ser a la vez un lugar estúpido, artificial e hipócrita. Odio el teatro Calima por estar siempre los sábados llenos de gente conocida. Odio al muchacho contento que pasa al lado, perdió al fin del año cinco materias, pero eso no le importa, porque su amiga se dejó besar en su propia cama. Odio a todos los maricas por estúpidos en toda la extensión de la palabra. Odio a mis maestros y sus intachables hipocresías. Odio las malditas horas de estudios por conseguir una buena nota. Odio a todos aquellos que se cagan en la juventud todos los días). [1]

Se trata en los propios términos de los personajes del capítulo de Helga, la ardiente bestia de las nieves, de “Palabras acuáticas, liquidas y Húmedas” Pág. 60.
Palabras que por su naturaleza dan cuenta de cómo, cita:  

“LOS OLORES SON ESE TEJIDO INVISIBLE QUE CONECTA TODOS LOS RECUERDOS Y LOS DÍAS”. [2]





[1] Tomado de: Cali Calabozo, de Andrés Caicedo Estela, Editorial Norma. 2003. Hipertexto, disponible en http://books.google.com.co/books?id=YPp8LVycD8UC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

[2] Tomado de: Opio en Las Nubes. Rafal Chaparro Madiedo. Pág. 62.
Disponible en: http://www.slideshare.net/LuisaRueda2/opio-en-las-nubes-13166026

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El autor: Tuto Flórez, nacido en el departamento de Santander, en la caótica y convulsionada, pero hermosa tierra del suramericano país llamado Colombia. Melómano consumado, amante del rock, de la música hecha con sentido, sobre todo de los años noventa y la cultura underground. Cinéfilo por convicción. Crecí entre los textos, de Henry Miller, Charles Bukowski, Allan Stewart Königsberg más conocido como Woody Allen, H. P: Lovecraft y Allen Ginsberg. tuto201333

Seguiremos esperando a Superman


Por Rocío Hernández Carrillo |


¿Cuántas veces has escuchado alguna variante de la frase “Estudia para ser alguien en la vida”? Al menos yo, sí he crecido con muchas frases de este tipo pero, ¿y si te dijeran que muchas de las escuelas en realidad son fábricas de fracaso donde sólo un bajo porcentaje de los egresados están capacitados para iniciar una licenciatura?


“Waiting for Superman” es un documental dirigido por Davis Guggenheim (ganador del Óscar por Una verdad inconveniente) y nos habla sobre la baja calidad de la educación pública en los Estados Unidos, donde nos plantea los principales factores que la tienen estancada y las estrategias que se han llevado a cabo para levantarla. Nos da cifras bastante duras y el panorama de la educación a través de las historias paralelas de cinco niños prometedores que en un futuro se enfrentarán a los obstáculos del sistema educativo de su país.


El documental tiene muchos puntos importantes, el principal es que en Estados Unidos la escuela pública está fallando mucho a pesar de todas las políticas que se han implementado para mejorarla, nos presenta a algunos personajes que se han propuesto cambiar esta situación, todos ellos tienen algo en común, son vencidos por el sistema que pretenden derrocar; entre sus principales enemigos se encuentran los sindicatos que a veces, en vez de ayudar, parecen ser un grave problema social.


Este peligroso sistema de educación tiene a los niños estadounidenses en los puestos más bajos en las estadísticas de matemáticas y ciencias de los países desarrollados. Este sistema ha convertido a las escuelas públicas en fábricas de desertores, que a pesar del constante aumento en el gasto educativo, no parece que vaya a cambiar, pues sólo un bajo porcentaje de estos niños demuestra tener habilidades en matemáticas. Los lugares con menos recursos de Estados Unidos tienen las cifras más altas en deserción, la mayoría son chicos sin aspiraciones ni metas, son muy pocos los que logran terminar la preparatoria y ni hablar de los que llegan a la universidad, tristemente la mayoría de los que no pudieron acceder a una licenciatura terminan en la correccional.


También nos muestra qué son las charter schools, escuelas públicas que tienen un alto nivel educativo donde ingresar es muy difícil por la larga fila de solicitantes. Para elegir a los de nuevo ingreso someten a los aspirantes a un sorteo, que en mi opinión es un tanto inhumano, ya que tener educación de calidad no debería ser cuestión de suerte. Cualquiera podría pensar que el documental está en contra de la escuela pública, pero no creo que sea así; simplemente es una realidad que enfrentan muchos países. La educación privada muchas veces nos ofrece mayores oportunidades para nuestro futuro porque el número de escuelas públicas de calidad es muy pequeño, o al menos así sucede en México y Estados Unidos, aunque no en todos los niveles educativos.


Hay muchas personas interesadas en cambiar esta situación; profesores preocupados por sus alumnos, padres preocupados por sus hijos, alumnos preocupados por su futuro, pero también esta preocupación es fugaz; un día pensamos que todo está mal, que el sistema debe cambiar y al siguiente somos nosotros mismos los actores principales de la película “La educación que merecemos” producida por “El sistema que nos quiere idiotas films” y dirigida por “nuestra flojera infinita”.


El sistema educativo estadounidense tiene muchas cosas en común con las fallas del sistema educativo mexicano, con la diferencia de que nuestro país está en los puestos bajos de la lista de países en vías de desarrollo. Cambiar las cosas no depende sólo de profesores y estudiantes, es un asunto de gobierno, directivos, padres y alumnos, todos deben actuar con decisiones firmes y asumiendo las obligaciones que les corresponde, cada uno debe asumir su papel y sólo así se logrará un cambio.


Pero mientras, cada uno puede hacer lo suyo y sobresalir ante los demás, pues el rezago educativo seguirá ahí, destruyendo naciones y creando personas mediocres. Porque nadie hará nada por nosotros, ni siquiera Superman.

Charles Baudelaire y su jardín maldito

Obra gráfica de Fiona Morrison para Las flores del mal (Vaso Roto).

 

 Charles Baudelaire, el máximo exponente del simbolismo


Hace 194 años nació Charles- Pierre Baudelaire, considerado como uno de los máximos exponentes del simbolismo e iniciador de la poesía moderna, Hijo del ex sacerdote Joseph –Francois Buadelaire y Caroline Dufayis, nació en París el 9 de abril de 1821, su padre falleció el 10 de febrero de 1827 y su madre se casó al año siguiente con el militar Jacques Aupick; Baudelaire nunca aceptó a su padrasto como figura paterna y tuvo conflicto familiares con él, durante su infancia y adolescencia.

En el año de 1831, se trasladó junto con su familia a Lyon y en 1832 ingresó al Colegio Real, donde estudio hasta el año de 1836, año en que regresaron a París donde continuó sus estudios en el Liceo Louis-le- Grand y fue expulsado por indisciplina en el año de 1839 , más tarde se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de París, y se introdujo en la vida bohemia, conociendo autores como G de Nerval y H. De Balzac y poetas jóvenes del Barrio Latino, durante esa época conoció a Sarah Louchette, una prostituta que se convirtió en su fuente de inspiración para algunos de sus poemas , y la misma que le contagió de sífilis enfermedad que años más tarde acabaría con su vida.

Aupick su padre adoptivo, se encontraba descontento con la vida liberal y a menudo libertina que llevaba el joven Baudelaire, lo envió a un largo viaje con el objeto de alejarlo de sus nuevos hábitos y embarcó el 9 de junio de 1841 rumbo a la India, pero luego de una escala en la isla Mauricio, regresó a Francia, se instaló de nuevo en la capital y volvió a sus antiguas costumbres desordenadas. Siguió frecuentando los círculos literarios y artísticos y escandalizó a todo París con sus relaciones con Jeanne Duval, la hermosa mulata que le inspiraría algunas de sus más brillantes y controvertidas poesías.

Como ya era mayor de edad, reclamó la herencia paterna, pero su vida de dandy le hizo dilapidar la mitad de su herencia, lo que indujo a sus padres a convocar un consejo de familia para imponerle un tutor judicial que controlara sus bienes. El 21 de septiembre de 1844 la familia designó un notario para administrar su patrimonio y le asignó una pequeña renta mensual, situación que profundizó sus conflictos familiares.

A principios de 1845 empezó a consumir hachís y se dedicó a la crítica de arte, publicando Le Salon de 1845, un ensayo elogioso sobre la obra de pintores como Delacroix y Manet, entonces todavía muy discutidos. Ante los primeros síntomas de la sífilis y en medio de una fuerte crisis afectiva, intentó suicidarse el 30 de junio de ese año.

En el año de 1846 publicó Le Salon y colaboró en revistas con artículos y poemas. Buena muestra de su trabajo como crítico son sus Curiosidades estéticas, recopilación póstuma de sus apreciaciones acerca de los salones, al igual que El arte romántico (1868), obra que reunió todos sus trabajos de crítica literaria.

Además fue pionero en el campo de la crítica musical, donde destaca sobre todo la opinión favorable que le mereció la obra de Wagner, que consideraba como la síntesis de un arte nuevo. En literatura, los autores Hoffmann y Edgar Allan Poe, del que realizó numerosas traducciones (todavía las únicas existentes en francés), alcanzaban, también según Baudelaire, esta síntesis vanguardista; la misma que persiguió él mismo en La Fanfarlo (1847), su única novela, y en sus múltiples esbozos de obras teatrales.

Para el año de 1856 el 30 de diciembre Baudelaire había vendido al editor Poulet-Malassis un conjunto de Poemas, bajo el título “Las flores del mal” poemas que trabajo minuciosamente durante ocho años y que marcaron un hito en la poesía francesa, el poemario se presentó hasta el 25 de junio de 1857 y provocó escándalo entre algunos críticos. Gustave Bourdin, en la edición de Le Figaro del 5 de julio, lo consideró un libro “lleno de monstruosidades”, y once días después la justicia ordenó el secuestro de la edición y el proceso al autor y al editor, quienes el 20 de agosto comparecieron ante la Sala Sexta del Tribunal del Sena bajo el cargo de «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres». Sin embargo, ni la orden de suprimir seis de los poemas del volumen ni la multa de trescientos francos que le fue impuesta impidieron la reedición de la obra en 1861. En esta nueva versión aparecieron, además, unos treinta y cinco textos inéditos.

Las flores del mal está dividido en seis secciones: Spleen e Ideal, Cuadros parisienses, El vino, Flores del mal, Rebeldía y La muerte, donde le autor muestra el riguroso dibujo de un poema que ilustrase la historia de un alma en sus sucesivas manifestaciones.

Baudelaire pronunció una serie de conferencias en Bélgica (1864), adonde viajó con la intención de publicar sus obras completas, aunque el proyecto naufragó muy pronto por falta de editor, lo que lo desanimó sensiblemente en los meses siguientes. La sífilis que padecía le causó un primer conato de parálisis (1865), y los síntomas de afasia y hemiplejía, que arrastraría hasta su muerte, aparecieron con violencia en marzo de 1866, cuando sufrió un ataque en la iglesia de Saint Loup de Namur, donde se le trasladado urgentemente a una clínica de París, y permaneció sin habla pero lúcido hasta su fallecimiento. Charles Baudelaire es considerado el padre, o, mejor dicho, el gran profeta, de la poesía moderna. (Vía Siempre!)



La gracia y el abismo

La primera edición de 'Las flores del mal' de Baudelaire en 1857, ocasionó un proceso judicial que acabó en condena y escándalo
 
Algunos hechos marcaron para siempre la vida de Baudelaire (1821-1867) y, sin duda, contribuyeron a que forjara una visión sombría de la existencia que, a su vez, penetró en todos los intersticios de su poesía. Se quedó huérfano de padre a los 6 años y, a partir de entonces, estableció una profunda e intensa relación con su madre que duró hasta que esta decidió casarse de nuevo. Este hecho supuso para él el fin del idilio, cuyo causante fue su padrastro, al que vio, sin duda, como el peor ladrón, el intruso más intolerable, el más bárbaro Atila que arrasó con su infancia dorada e irrecuperable.

A partir de aquí empieza el descalabro, la mala vida, el lujo inmoderado, los burdeles oscuros, la bohemia de altura, el dandismo más exaltado y la poesía más original, descarnada, profunda y anhelante que quepa imaginar. Se puede decir que de esa grieta existencial incurable nació el remedio doloroso de su poesía, que empezó a escribir pronto, “con paciencia y con furia”, y a la que le puso distintos títulos —Las Lesbianas, Los limbos— hasta de que acabara siendo Las flores del mal.

La primera edición tuvo lugar en 1857, con el consiguiente proceso judicial que acabó en condena y escándalo. Baudelaire tuvo que quitar seis poemas de su libro en la reedición de 1861, entre ellos el magnífico Mujeres condenadas (es decir, lesbianas), por no hablar del portentoso Una mártir, que termina de una manera tan escabrosa que, sin duda, tuvo que horrorizar a los jueces que lo condenaron. Estos poemas excluidos reaparecieron en la edición de 1866, hecha en Bruselas por el gran escudero del poeta, su editor Auguste Poulet-Malassis. A esta edición le siguió la de 1868, ya póstuma y con nuevos añadidos a los que ya se habían producido en la 2ª edición, la de 1861.

La traducción y la edición que celebramos ahora se apoya en esas dos ediciones, la del 61 y la del 68. El diseño como tal es rompedor, atrevido, fantasioso y recuerda a una caja multicolor, con los bordes (el canto) rojos, en cuyo interior se encuentra ¡ese regalo, esa joya!, los poemas gloriosos de Baudelaire. El diseñador es Quim Díaz y la fotógrafa, Fiona Morrison, autora de las fotos que entrelazan la figura mayéstatica y dandística de Baudelaire, junto con unas floraciones multicolores que expanden la mirada del poeta a ¿sus paraísos artificiales?

Y luego está la traducción del citado Manuel J. Santayana, que ha apostado por la métrica y la rima más estrictas. Para calibrar esa audaz opción —llenas de peligros— hay que mirar los resultados y los resultados son excelentes, con muchos aciertos brillantes, con un respeto escrupuloso por el sentido del original, con muy pocas cabriolas —o ninguna— que lo desfiguren en favor de las geniales ocurrencias del traductor de turno.

Su patrón métrico básico es el alejandrino, siguiendo al alejandrino francés, pero también usa el endecasílabo, el heptasílabo, el eneasílabo, siempre según la pauta marcada por el original. A este estricto rigor métrico se suman las rimas, siempre consonantes, con una disposición que calca la del poema baudelairiano. El esfuerzo es, sin duda, titánico y los resultados son regularmente buenos, sin los temibles ripios al acecho, o esas otras componendas ridículas que, para facilitar la rima, se convierten en horrísonas patochadas, que afectan tanto al sonido como al sentido. Poemas fabulosos como Moesta et Errabunda (Tristes y errantes), La campana quebrada, Paisaje, Las viejecitas, A una que pasaba o El cisne —entre otros— están fenomenalmente traducidos y suenan muy bien cuando se leen en voz alta.

A veces resuena Rubén Darío, o a cualquiera de sus discípulos hispanos, como en este fragmento del poema La Belleza: “Yo reino en el azur, esfinge postergada;/mi blancura es de cisne y mi corazón, nieve;/porque enreda las líneas, odio lo que se mueve/y no río jamás y no lloro por nada”. Otras, sin más, se oye, en español —¡milagro de las buenas traducciones!—, esa voz baudelairiana del desgarro moderno, como ocurre en el maravilloso A una que pasaba: “Un fulgor…¡y la noche! Fugitiva beldad,/cuyo mirar me ha hecho nacer una vez más,/¿no te veré ya nunca, sino en la Eternidad?"/Lejos de aquí! ¡Muy tarde! ¡Quién sabe si jamás!/Pues tú ignoras mi rumbo, yo no sé adónde irías,/¡tú, a quien yo hubiera amado, oh tú, que lo sabías!”.

Cada época debe traducir a los grandes de otras lenguas para sentirse viva. Este Baudelaire vive a lo grande en español. ¡Bienvenido sea!

Ángel Rupérez. Escritor y crítico literario.

A 126 años de Gabriela Mistral

 
Hace 126 años nacía en Vicuña, Provincia de Elqui, Región de Coquimbo (Chile), Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, mujer que pasaría a la historia de las letras bajo el seudónimo de Gabriela Mistral, única latinoamericana premiada con el Premio Nobel de Literatura, galardón con el que fue distinguida en 1945, el mismo año en el que el mundo ponía el punto final a seis años de la barbarie que supuso la II Segunda Guerra Mundial.


Gabriela Mistral tomó su nombre artístico de sus dos grande pasiones: la naturaleza y la poesía. Ella misma contó que nació de la admiración que sentía por el autor de Mireya, Federico Mistral. También por el viento, el mistral, que azotaba los campos y barría las nubes al sur de Francia, tal y como recoge Francisco Fernández del Riego en un artículo publicado en las páginas de La Voz.


Gabriela Mistral fue la hija de un profesor, que a pesar de haber abandonado el hogar cuando ella solo tenía tres años, Mistral lo defendió, e incluso confesó que unos versos que encontró en un «papelito» firmados por él despertaron su «pasión poética».



En 1904 Gabriela Mistral empezó a trabajar como profesora en la Escuela de la Compañía Baja en La Serena y a publicar artículos, en calidad de colaboradora, en los diario locales El Coquimbo y La Voz de Elqui. Cuatro años más tarde se dedicó a la enseñanza en La Cantera, y después, en Los Cerrillos.

En 1914 logró su primer premio con Sonetos de la Muerte, que conquistó al jurado de los Juegos Florales, fecha desde la que empezó a utilizar el seudónimo de Gabriela Mistral. Tres años más tarde Gabriela Mistral ya aparece dentro de Selva Chilena, la antología poética de Chile más importante hasta la fecha, aunque bajo el nombre de Lucila Godoy. Parece que la última vez que empleó el mismo. Desde entonces, no paró de conseguir galardones en el mundo de las letras.

La condición humilde de su familia le privó de haber estudiado magisterio, pero mediante una convalidación de sus conocimientos logró el título oficial de Profesora de Estado, y por tanto, la capacidad para dar clases en nivel de secundaria. Trasladada a Santiago, y oposición mediante, logró el puesto de directora del Liceo Nº 6 de la capital del país, aunque parece que no fue bien recibida por su «falta de estudios».

En 1923 fue contratada por el Gobierno de México para formar parte de un equipo que sentó las bases para una reforma universitaria en el país, modelo que medio siglo más tarde permanece vigente. Viajó por Europa y Estados Unidos interesándose por los distintos sistemas educativos. A su regreso a Chile, Gabriela Mistral tuvo que salir del país apresuradamente debido a la tensa e inestable situación política que se vivía. A partir de 1933 fue cónsul de su país en distintas ciudades, tanto europeas como de América Latina. También en Nueva York, en donde mantuvo una estrecha relación con la escritora estadounidense Doris Dana.


Gabriela Mistral falleció en 1957 a los 67 años. En su testamento ordenó que todo el dinero recaudado por las ventas de sus obras en América Latina debía destinarse a los niños más desfavorecidos de Montegrande, y la recaudación de las ventas en el resto del Mundo, en beneficio de los niños pobres del resto del país.


Desde junio de 1981 la imagen de Gabriela Mistral aparece en los billetes de 5.000 pesos chilenos. Este martes Google le dedica el doodle a la escritora chilena más celebrada de la historia. Y hasta el momento, la única que ha logrado el Nóbel de Literatura en lengua castellana.  (Vía La Voz de Galicia)

 

Dame la mano y danzaremos...



«Dame la mano y danzaremos, 
dame la mano y me amarás. 
Como una sola flor seremos, 
como una flor, y nada más. . .
El mismo verso cantaremos, 
al mismo paso bailarás. 
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza, 
pero tu nombre olvidarás, 
porque seremos una danza 
en la colina y nada más...»

Festival Internacional de Cine de la UNAM llega a Aguascalientes





Desde su primera edición en 2011, el Festival Internacional de Cine UNAM se ha distinguido por incluir en su programación películas que normalmente se encuentran fuera del circuito comercial. Alrededor del 95% de los trabajos que se proyectan —documental, ficción e híbridos— no cuentan con el apoyo de una distribuidora en México. Por tanto, el Festival no sólo funciona como una importante ventana de exhibición en el país para películas independientes, sino como un espacio abierto a la investigación y exploración académica del cine.


Aunque quizá lo que principalmente distingue al FICUNAM de otros festivales de cine en México es el minucioso cuidado que tienen los programadores al realizar la selección de los trabajos, pues ésta no se respalda únicamente por su categoría, es decir, por ser documentales o cortometrajes, sino que favorece el corte autoral independiente, además de la propuesta narrativa y los modelos de producción de cada pieza.



La Gira FICUNAM es un ciclo itinerante de cine conformado por películas representativas de la programación del Festival Internacional de Cine de la UNAM. A través de la Gira, el festival lleva lo mejor de su programación a otros estados de la república.


Para Aguascalientes, la selección incluye largometrajes y cortometrajes que estuvieron participando en la quinta edición del festival, realizada precisamente en este año 2015, dentro de diferentes secciones como: Competencia internacional, Ahora México, Aciertos. Encuentros de escuelas de cine, y El porvenir.


Algunos de los filmes que se proyectarán fueron galardonados dentro del festival, como es el caso de “Cuento proletario de invierno” que obtuvo el Premio del Público, “La corte” fue acreedora de Mención Especial en la sección Competencia Internacional, “El regreso del muerto” que ganó el premio Puma México, y “La despedida” que fue distinguido como Mejor cortometraje.



Programa del 6 al 10 y del 13 al 17 de abril
Universidad Autónoma de Aguascalientes -Auditorio Dr. Pedro de Alba.
Funciones: 5:00 y 7:00 p.m.
Acceso sin costo






101 años de Octavio Paz, 101 frases



Para celebrar 101 años del nacimiento de Octavio Paz, te presentamos 101 frases que describen la vida del escritor mexicano, desde su infancia, sus amores, y su curiosidad por la chingada y la "inmortalidad" que le dieron el premio Nobel de literatura.


La familia

1. Mis palabras, al hablar de la casa, se agrietan. Cuartos y cuartos habitados sólo por sus fantasmas, sólo por el rencor de los mayores habitados. Familias, criaderos de alacranes: como a los perros dan con la pitanza vidrio molido, nos alimentan con sus odios y la ambición dudosa de ser alguien. (Poema Pasado en claro)

2. En Mixcoac, pueblo de labios quemados, sólo la higuera señalaba los cambios del año. La higuera, seis meses vestida de un sonoro vestido verde y los otros seis carbonizada ruina del sol de verano. (en el poema La higuera incluído en Águila o sol, Paz hace referencia al pueblo donde vivió su niñez en la Ciudad de México)

3. Mi madre, niña de mil años, madre del mundo, huérfana de mí, abnegada, feroz, obtusa, providente, jilguera, perra, hormiga, jabalina, carta de amor con faltas de lenguaje, mi madre: pan que yo cortaba con su propio cuchillo cada día. (Poema Pasado en claro)

4. Del vómito a la sed, atado al potro del alcohol, mi padre iba y venía entre las llamas. Por los durmientes y los rieles de una estación de moscas y de polvo una tarde juntamos sus pedazos. (Entre los recuerdos que plasma Paz en Pasado en claro no podía faltar la muerte de su padre quien sufría de alcoholismo)

5. Mi abuelo, al tomar el café, me habla de Juárez y de Porfirio, los zuavos y los plateados. Y el mantel olía a pólvora. Mi padre, al tomar la copa, me habla de Zapata y de Villa, Soto y Gama y los Flores Magón. Y el mantel olía a pólvora. (Poema Interminencia del oeste. Octavio Paz era nieto de Irineo Paz, periodista muy cercano al gobierno de Porfirio Díaz)


La escencia del mexicano en Paz

En 1950, Octavio Paz publicó su ensayo El laberinto de la soledad en el que se adentra al pensamiento y la identidad del mexicano, y que a través de los años continúa siendo un referente en las obras del escritor: 
6. Un poeta me dijo algo muy divertido: que yo había escrito una elegante mentada de madre contra los mexicanos (en Vuelta a El laberinto de la soledad).

7. Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor que es hambre de vida es anhelo de muerte.

8. El mexicano puede doblarse, humillarse, "agacharse" pero no "rajarse", esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad.

9. Su inferioridad (de la mujer mexicana) es constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que jamás cicatriza.

10. La imagen del padre se bifurca en la dualidad de patriarca y de macho. El patriarca protege, es bueno, poderoso, sabio. El macho es el hombre terrible, el chingón, el padre que se ha ido, que ha abandonado a la mujer e hijos. La imagen de la autoridad mexicana se inspira en estos dos extremos: el Señor Presidente y el Caudillo.

11.
 Toda la historia de México desde la Conquista hasta la Revolución puede verse como una búsqueda de nosotros mismos, deformados o enmascarados, con instituciones extrañas y de una forma que nos exprese.

12. La mexicanidad es una manera de no ser nosotros mismos, una reiterada manera de ser y vivir otra cosa.

13. La muerte mexicana es el espejo de la vida de los mexicanos. Ante ambas el mexicano se cierra, las ignora.

14. Los campesinos son cultos aunque sean analfabetos. Tienen un pasado, una tradición, unas imágenes (en Vuelta a El laberinto de la soledad).

15. En México el poder es más codiciado que la riqueza. Si es usted millonario, le será difícil —casi imposible— pasar de los negocios a la política. En cambio puede usted pasar de la política a los negocios.

16. Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. 

17. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de la victoria nos conmueve la entereza ante la adversidad.

18. El cristianismo condena al mundo; el indio sólo concibe la salvación personal como parte de la del Cosmos y de la sociedad.


Sobre la chingada…

19. ¡Viva México, hijos de la Chingada! Verdadero grito de guerra, cargado de una electricidad particular, esta frase es un reto y una afirmación, un disparo dirigido contra un enemigo imaginario, y una explosión en el aire.

20. El que chinga jamás lo hace con el consentimiento de la chingada.

21. Es un verbo masculino, activo, cruel: pica, hiere, desgarra, mancha … lo chingado es lo pasivo, lo inerte, lo abierto.

22. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.

23. El Macho es el gran Chingón. Una palabra resume la agresividad, impasibilidad, invulnerabilidad, uso descarnado de la violencia…


Un poeta

24. Insiste, vencedora/ porque tan sólo existo porque existes, / y mi boca y mi lengua  se formaron / para decir tan sólo tu existencia. (Un poema de Paz dedicado a La poesía)

25. Antes sólo la muerte me había parecido tan rotunda tan totalmente ella misma, quizá porque en lo que llamamos vida hay siempre trozos y partículas de no-vida (en el poema Trabajos del poeta de Águila o sol)

26. La nube preñada de palabras viene dócil y sombría, a suspenderse sobre mi cabeza, balanceándose, mugiendo como un animal herido.

27. Lo más fácil es escribir una palabra. A veces los fragmentos siguen viviendo con vida frenética, feroz, monosilábica.

28. Vómito de palabras, purgación del idioma infecto, comido y recomido por unos dientes cariados, basca donde nadan trozos de todos los alimentos que nos dieron en la escuela y de todos los que, solos o en compañía, hemos masticado desde hace siglos.

29. Abolida la distancia entre el hombre y la cosa, nombrar es crear, e imaginar, nacer (en Un poeta de Águila o sol)

30. En las aguas heladas del cálculo egoísta, eso es la sociedad, por eso el amor y la poesía son marginales (en Vuelta a El laberinto de la soledad).

31. El escritor debe soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos marginales es más una condenación que una bendición.

32. Para mí la poesía y el pensamiento son un sistema de vasos comunicantes. La fuente de ambos es mi vida; escribo sobre lo que he vivido y vivo (en La llama doble).

33. La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje devastado por el insomnio (en La llama doble).

34. La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal.

35. Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro.

36. Escribí poemas, no poesía, porque se puede discutir interminablemente sobre la segunda mientras que no es difícil convenir en el significado de la palabra poema: un objeto hecho de palabras, destinado a contener y secretar una substancia impalpable, reacia a las definiciones, llamada poesía (en La otra voz).

37. El acto mediante el cual el hombre se funda y revela a sí mismo es la poesía (en El arco y la lira).

38. La concepción de la poesía como magia implica una estética activa; quiero decir que el arte deja de ser exclusivamente representación y contemplación: también es intervención sobre la realidad. Si el arte es un espejo del mundo, ese espejo es mágico: lo cambia (en La casa de la presencia).

39. El árido mundo actual, el infierno circular, es el espejo del hombre cercenado de su facultad poetizante. Se ha cerrado todo contacto con esos vastos territorios de la realidad que se rehúsan a la medida y a la cantidad, con todo aquello que es cualidad pura, irreductible a género y especie: la substancia misma de la vida (en El arco y la lira).

40. El hombre quiere ser uno con sus creaciones, reunirse consigo mismo y con sus semejantes: ser el mundo sin cesar de ser él mismo. Nuestra poesía es conciencia de la separación y tentativa por reunir lo que fue separado.

41. La recitación poética es una fiesta: una comunión. Y lo que se reparte y recrea en ella es la imagen (El arco y la lira).

42. El poeta, el escritor, es el olmo que sí da peras (escribió Paz en el ensayo sobre Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe).

43. Un autor no leído es un autor víctima de la peor censura: la de la indiferencia. Es una censura más efectiva que la del índice eclesiástico.

44. Golpean mis pechos tus fantasmas, despiertas a mi tacto, hielas mi frente, abres mis ojos (La poesía)


Un hombre político… y el partido único

45. Lo que a mí me parece inaceptable es que un escritor o un intelectual se someta a un partido o a una iglesia (en Vuelta a El laberinto de la soledad).

46. (En México bajo el régimen del PRI) Ha habido violencia estatal y violencia popular, pero nada parecido al terrorismo ideológico del nazismo y el bolchevismo.

47. Los presidentes mexicanos son dictadores constitucionales, no caudillos.

48. Las revoluciones son las encarnaciones modernas del mito del regreso a la edad de oro.

49. El progreso ha poblado la historia de las maravillas y los monstruos de la técnica pero ha deshabitado la vida de los hombres. Nos ha dado más cosas, no más ser (en Postdata de El laberinto de la soledad).

50. Ni el temple del pueblo mexicano es revolucionario ni lo son las condiciones históricas del país. Nadie quiere una revolución sino una reforma: acabar con el régimen de excepción iniciado por el PNR hace 40 años. (en Vuelta a El laberinto de la soledad)

51. Una reacción exagerada o excesiva delata, en cualquier organismo vivo, miedo e inseguridad; y la esclerosis no sólo es signo de vejez sino de incapacidad para cambiar (escribe Paz sobre la matanza de estudiantes en Tlatelolco ordenada por el gobierno mexicano en 1968 en Postdata de El laberinto de la soledad).

52. La enajenación consiste, fundamentalmente, en ser otro dentro de uno mismo. Esa enajenaciones el fondo de la naturaleza humana y no de la sociedad de clases. (en La vuelta a El laberinto de la soledad Octavio Paz reitera su posición lejana a la ideologías como el marxismo)

53. Nadie puede entender a México si omite al PRI.

54. Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio.

55. Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados.

56. La arquitectura es el testigo insobornable de una sociedad… las pirámides y templos mesoamericanos; las iglesias, conventos y palacios novohispanos; la chabacana y pesada arquitectura —megalomanía estatal y espíritu de lucro de la burguesía mexicana— del siglo XX.

57. Una sociedad sin imágenes es una sociedad puritana. Una sociedad opresora del cuerpo y de la imaginación.

58. Nuestro irreflexivo culto al progreso y los avances mismos de nuestra lucha por dominar a la naturaleza se han convertido en una carrera suicida (Aseguró el poeta mexicano al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1990).

59. Defender a la naturaleza es defender a los hombres.


Un Octavio Paz "cósmico" que habla de la muerte y el tiempo

60. Prometo ser breve —aunque desde que el tiempo es elástico, me temo que van a escucharme por unos 180 muy largos segundos. (La figura del tiempo no podía quedar fuera del discuroso de Paz al recibir el Nobel de Literatura)

61. Al cabo de tantos años de vivir… aunque siento que no he vivido nunca, que he sido vivido por el tiempo, ese tiempo desdeñoso e implacable que jamás se ha detenido, que jamás me ha hecho una seña, que siempre me ha ignorado (en poema Antes de dormir de Águila o sol).

62. Así yo: no tengo nada que decirle al tiempo. Y él tampoco tiene nada que decirme.

63. La definición del hombre como un ser que trabaja debe cambiarse por la del hombre como un ser que desea (en Postdata de El laberinto de la soledad).

64. El sentimiento de soledad, nostalgia de un cuerpo del que fuimos arrancados, es nostalgia de espacio … ese espacio no es otro que el centro del mundo, el "ombligo" del universo. (El laberinto de la soledad)

65. Mejor ser lapidado en las plazas que dar vuelta a la noria que exprime la sustancia de la vida, cambia la eternidad en horas huecas, los minutos en cárceles, el tiempo en monedas de cobre y mierda abstracta (en poema Piedra del Sol).

66. Puerta del ser: abre tu ser, despierta/aprende a ser también, labra tu cara/trabaja tus facciones, ten un rostro/para mirar mi rostro y que te mire/para mirar la vida hasta la muerte. (en Piedra del Sol)

67. Dios existe. Y si no existe debería existir. Existe en cada uno de nosotros, como aspiración, como necesidad y, también como último fondo, intocable de nuestro ser.

68. La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida. Toda esa abigarrada confusión de actos, omisiones, arrepentimientos y tentativas —obras y sobras— que es cada vida, encuentran en la muerte, ya que no sentido o explicación, fin. (El Laberinto de la soledad)

69. Los bichos de la tierra, entre las piedras, bajo la luz idéntica, eran piedras (en poema El pájaro).

70. La manifestación más pura e inmediata del tiempo es el ahora. El tiempo es lo que está pasando: la actualidad. (Paz sobre los simbolistas en Cuadrivio)

71. Perder nuestro nombre es como perder nuestra sombra; ser sólo nuestro nombre es reducirnos a ser sombra.

72. Es grande el cielo/y arriba siembran mundos/Imperturbable/prosigue en tanta noche/el grillo berbiquí (el poema que el escritor mexicano leyó en su discurso de recepción del Nobel en 1990).

73. El mito es un pasado que también es un futuro. Pues la región temporal en donde acaecen los mitos no es el ayer irreparable y finito de todo acto humano, sino un pasado cargado de posibilidades, susceptible de actualizarse (en El arco y la lira).

74. Cola de pavo real el universo entero/miríadas de ojos/en otros ojos reflejados/modulaciones reverberaciones de un ojo único/un solitario sol oculto/tras su manto de transparencias/su marea de maravillas. (Vrindaban, un poema lleno de elementos de la India donde Paz fue embajador de México en la década de 1960)

75. El hombre no es solamente fruto de la historia y de las fuerzas que la mueven … El hombre, me parece, no está en la historia: es historia (El laberinto de la soledad)

76. Todo es presencia, todos los siglos son este presente (el lema que se lee en la moneda conmemorativa que el gobierno mexicano emitió en 2010 en honor a Octavio Paz)

77. El hombre es un desterrado del fluir cósmico y de sí mismo (en El arco y la lira).

78. La memoria no es lo que recordamos, sino lo que nos recuerda. La memoria es un presente que nunca acaba de pasar.

79. El Nobel no es un pasaporte a la inmortalidad. La relativa inmortalidad de las obras literarias y artísticas la da la calidad (las palabras de Paz cuando supo que había ganado el premio Nobel de literatura en 1990)


El sexo, el amor y el erotismo

80. Mis primeros poemas fueron poemas de amor y desde entonces este tema aparece constantemente en mi poesía (entre sus últimas obras, Octavio Paz dedicó un ensayo sobre el amor con La llama doble)

81. El homosexualismo masculino es tolerado, a condición de que se trate de una violación del agente pasivo (la violencia en la sexualidad del mexicano es otro de los puntos que el poeta toca en El laberinto de la soledad).

82. Yo creo que la actitud del creador frente al lenguaje debe ser la actitud del enamorado. Una actitud de fidelidad, y, al mismo tiempo, de falta de respeto al objeto amado. Veneración y transgresión (en Vuelta a "El laberinto de la soledad").

83. Los dos se desnudaron y se besaron/porque las desnudeces enlazadas/saltan el tiempo y son invulnerables/nada las toca, vuelven al principio (en Piedra del Sol).

84. Voy por tu cuerpo como por el mundo/tu vientre es una plaza soleada/tus pechos dos iglesias donde oficia/la sangre sus misterios paralelos.

85. El mundo nace cuando dos se besan

86. (El amor) no es un remedio físico, no es una vacuna: es un paradigma, un ideal de vida fundado en la libertad y en la entrega (Paz veía al amor como la cura a una pandemia como el sida en La llama doble).

87. Aunque el amor sigue siendo el tema de los poetas y novelistas del siglo XX, está herido en su centro: la noción de persona.

88. Para reinventar al amor como pedía el poeta, tenemos que inventar de otra vez al hombre.

89. El amor es una de las respuestas que el hombre ha inventado para mirar de frente a la muerte.

90. (El amor) No nos regala la eternidad sino la vivacidad, ese minuto en el que se entreabren las puertas del tiempo y del espacio: aquí es allá y ahora es siempre.

91. El erotismo es un ritmo: uno de sus acordes es separación, el otro es regreso, vuelta a la naturaleza reconciliada.

92. El sexo es la raíz, el erotismo es el tallo, el amor es la flor. ¿Y el fruto? Los frutos del amor son intangibles. Éste es uno de sus enigmas.

93. El estratega desea alcanzar la victoria, el poeta componer un himno de insuperable belleza, el ceramista fabricar ánforas perfectas, el comerciante acumular bienes y dinero. ¿Y qué desea el amante? Busca la belleza, la hermosura humana.  

94. El amor nace de un flechazo; la amistad del intercambio frecuente y prolongado. El amor es instantáneo; la amistad requiere tiempo.

95. En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación.


…Y sus amores

96. El pájaro caído/entre la calle Montalambert y la de Bac/es una muchacha/detenida/sobre un precipicio de miradas (en el poema Viento entero, Paz rememora el momento en que conoció a su esposa Marie José Tramini en estas calles parisinas).

97. El temor que nos sobrecoge es un temblor sagrado. Un hombre ama a una mujer y la besa: de ese beso nace el mundo (antes de conocer a Tramini, el poeta mexicano estuvo enamorado de la escritora Elena Garro a quien dedicaba estas palabras que después formaron parte de Piedra del Sol).

Sus contemporáneos

98. (Alfonso) Reyes fue fiel al lenguaje y en este aspecto fue admirable. Claro que el hombre tuvo debilidades morales. Quizá fue demasiado obsequioso con los poderosos.

99.El arte público de México es un arte estatal, hinchado como un atleta de circo.

100. Musito el nombre de Pablo Neruda y me digo: lo admiraste, lo quisiste y lo combatiste. Fue tu enemigo más querido (Neruda y Paz se conocieron durante la Guerra Civil española, aunque después por cuestiones ideológicas se distanciaron). (Vía CNNMéxico)

101. ...

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