“Amy”: Cuando el cine y la música se encuentran

Asif Kapadia (“Senna”), nos lleva a conocer a la cantante y compositora Amy Winehouse más allá de los reflectores y de la prensa sensacionalista.

Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |


Ahí está ella, grabada en un video familiar casero junto con sus dos mejores amigas, sonríe, saborea despreocupadamente una paleta y entona una melodía, con su voz grave, sin imaginar que la música se convertiría en una de las partes determinantes de su existencia: su alfa y su omega; su vehículo de escape o catarsis; su éxito y su legado. La fama fue un desafortunado agregado, una “hermana bastarda” que envidiaba su talento y  que fue alimentada, primordialmente, por el periodismo amarillista. 

Con una narrativa eficaz, la cual utiliza un buen montaje del found footage, que se vuelve un exquisito elemento que otorga coherencia, buen ritmo y profundidad a su nuevo filme, “Amy”, el director británico de origen indio, Asif Kapadia (“Senna”), nos lleva a conocer a la cantante y compositora Amy Winehouse más allá de los reflectores y de la prensa sensacionalista. Se puede percibir a la fallecida intérprete en sus momentos más ordinarios, dando cuenta de sus anhelos, inseguridades y del amor-codependencia hacia sus dos verdugos.  

Con 8.4 millones de dólares obtenidos en la taquilla estadounidense-canadiense y otros 13 millones de “billetes verdes” provenientes del resto del mundo (más de 5 cortesía del Reino Unido), y al ser reconocido por la Asociación Internacional de Documentalistas (IDA) como de los mejores metrajes de no ficción del presente año, “Amy” se erige como uno de los documentales más exitosos de los últimos años

Kapadia tiene el buen tino de evitar, casi en su totalidad, las “caras parlantes”. De esta manera, se inclina por un relato basado en las voces omnipresentes de los padres, el esposo, los amigos, los managers y los conocidos de la contraalto británica; voces que acompaña con imágenes inéditas o poco conocidas propias de entrevistas, presentaciones menos famosas y conversaciones tras bambalinas de la otrora fan de Tony Bennett.

Es así que “Amy” genera una conexión inmediata con el espectador, debido a que se percibe como un testimonio de vida íntimo, honesto y cotidiano (obvio, su éxito no es algo que le ocurre a cualquiera, pero la gran mayoría sí hemos tenido que lidiar con problemas de familia y traiciones de pareja).

 We only said good-bye with words
I died a hundred times
You go back to her
And I go back to...
I go back to us


Otro plus de la película en comento consiste en la posibilidad de contemplar y comprender mejor el proceso creativo del arte de Winehouse. Esto nos permite descubrir las razones que germinaron las letras poderosas de canciones tales como “Stronger than me”, “Back to black” y “Rehab”, mismas que nos revelan el universo emocional  de la artista inglesa (padres divorciados e indiferentes ante el actuar de su retoño; un progenitor que niega los problemas de adicción de su hija y; un marido oportunista y autodestructivo).

Luego entonces, “Amy” se afianza como una pieza digna e imperdible de verse... y de escucharse. Ella no dijo adiós. Ella no ha muerto cientos de veces. Ella sigue viva y cantando a través de millones. Ella se reencontró consigo misma... y se quedó para siempre entre la fuerza del soul y el prodigio de su voz epidérmica.
       
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