Letrinas: Minificciones V de Franco García

Franco García (Vacacional, Acapulco). Ha publicado en diveros sitios y revistas literarias. Parte de su obra se ha publicado en antologías de cuentos.


Minificciones IV de Franco García

 

Vacíos existenciales

Vivo a las afueras de Acapulco y en un departamento que se encuentra en el quinceavo piso de un edificio casi en ruinas. En el también habitan ladrones, prostitutas, burros, sapos, violadores, asesinos, secuestradores, madres solteras, obreros. He de confesar que mi departamento está repleto de vacíos existenciales y cada vez ocupan más y más espacios. Un día saldré volando por la ventana.

 

Anarcosugerencias

En el Medical Reality Show, el psiquiatra y psicoanalista Otto Gross recomendó lo más sano para la depresión: anarcobenzodiacepinas y anarcoextremafornicación.

 

Aleluya, aleluya

Cuando esnifo soy un demonio; al despertar, un santo. Y Dios, qué maravilloso es entonces el milagro de la resurrección.

 

Padecimientos

No hay mayor tristeza que ir a la farmacia a comprar antidepresivos y no anticonceptivos.

 

Estirar la mano

No hace mucho, en La Vacacional, Acapulco, murió una mujer afuera del Walmart. De un momento a otro se desvaneció. La temperatura oscilaba entre los 40 o 50 grados Celsius. Era una época infernal en el puerto. Le gente ni se inmutó con su presencia y quedó ahí la mujer, envuelta en el rebozo, de rodillas, con la mano bien estirada, sin saber si solicitaba un apoyo para levantarse o una moneda para hidratarse. 

 

Cuellos negros

No hace mucho, en La Vacacional, Acapulco, vivía un viejo norteamericano en una enorme hacienda, donde cultivaba papaya, mango y algunas hortalizas. Todas las tardes, debajo de una enorme ceiba y después de una ardua jornada, siempre les contaba las mismas historias de los negros gringos a sus trabajadores negros acapulqueños.

—Era todo un deleite ver colgar a los negros rebeldes. Podíamos escucharles tronar el cuello: crac, crac…

Y siempre intervenía el pequeño Julio, hijo del matrimonio de la cocinera y el chofer:

—Igual como les tronó a don Pedro, a don Raúl, a don Esteban, a don Mario y a todos los que no aceptaron sus malos pagos, ¿verdad?

 

Primero muerto

Llegaron con lujo de violencia y a gritos desesperados. Debía más de cincuenta mil millones de pesos al fisco y traían una orden judicial. Desde hacía meses que mi empresa se encontraba en banca rota pero no lo aceptaba. Insistieron una y otra vez con sus amenazas. Me negué a salir. Jamás me separarían de mis deudas. “¡Primero muerto!”, les grité a las autoridades y ordené al sepulturero que no dejara de echar tierra a mi féretro.

 

Fiesta brava

Desde la tribuna, y con micrófono en mano, el político repetía lo mismo cada campaña electoral: “Estimados compañeros: les prometo que no cumpliré nada de lo acordado. Nada. Y a ustedes les consta. ¡Pero vaya fiesta que habrá cuando ganemos, señores! ¡Qué fiesta, verdad de Dios!”. Y aquel pueblo enardecido de justicia no paraba de aplaudir, gritar y silbar por el enorme banquete que se avecinaba.

 

Hartazgo

¡Estoy hasta la madre de que a esta mujer no la amen como es debido!, dijo el corazón y, por fin, detuvo sus latidos.

 

Inundación

Vamos, nena, arráncame los ojos de una vez ahora que me dejas para siempre, porque casi me ahogo todas las noches cuando reposo mi cabeza sobre la almohada.


 

Franco García (Vacacional, Acapulco). Ha publicado en Punto de partida, Punto en línea, Ágora, Opción, Mono, La otra voz, Trinchera, Acapulco Cultura, Minificción, Monolito, Rankia, Palabrerías, Zompantle, Capote, Enpoli, Sputnik, Periódico Poético, Revista Noche Laberinto, Letras y Voces, Irradiación, Campos de Plumas, Revista Pirocromo, Revista Alcantarilla, Revista Hipérbole Frontera, entre otras. Parte de su obra ha aparecido en antologías de minificciones y cuentos.

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