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«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #04 Pávido Návido



Host: Jorge Sosa


“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos. 

El cuarto episodio de “¿Qué comen lxs poetas?” recibió al Pávido Návido, el poeta mexiquense que nos habló de los matices de los chilaquiles verdes y compartió con nosotros algo de su libro de poemas más reciente.

Éste es un fragmento de la entrevista con Pávido que puede escucharse completa en Spotify o Apple Music.


***

Como sabes, la idea del programa de “¿Qué comen lxs poetas?” nace de tomar con humor esta idea de  que la poesía no es precisamente un oficio práctico para ganar dinero. ¿Qué piensas tú acerca de esa idea? 


Son un montón de cosas. Yo creo que muchos de los poetas sí vivimos de la palabra y de las formas poéticas de la palabra, no necesariamente de la poesía. Muchos estamos en cuestiones que tienen que ver con redacción y creación de textos, quienes hacen publicidad juegan un montón con la forma poética del lenguaje, ¿no? Con cómo el lenguaje se presta a dobles sentidos, tiene dobles estructuraciones, cómo los sonidos pueden significar distintas cosas y eso es la forma poética del lenguaje. Y muchos poetas pues que vivimos de la poesía en un sentido como ideal, así como que vivimos por ella y es una de las cuestiones que le dan sentido en nuestras vidas, pero no nos mantenemos directamente de la poesía.


Muchos nos mantenemos de trabajar con la palabra, escribir libros de texto, escribir discursos, muchos trabajan en publicidad, otros trabajamos en televisión, pero desde los espacios donde la escritura tiene un total sentido. Como poeta, nunca he ganado nada con mi poesía, nada digamos económico, pecuniario.


Otras satisfacciones muy vagas podría decirte, pero en el sentido literal de morirse de hambre pues en mi caso sí aplicaría, si nada más me dedicara a escribir poesía. Afortunadamente me dedico a otras cosas que igual me gustan mucho, que igual tienen que ver con el ejercicio de la escritura en otras líneas, en otras búsquedas. Pero pues sí no podría yo decir que vivo de la poesía, que pago mi renta, mi súper, mis medicinas de lo que escribo poéticamente. Hace otras cosas en mi vida, pues. 



Estamos muy interesados en saber qué les gusta comer a los poetas y por eso le pedimos a nuestros invitados que nos sugieran un platillo y en tu caso me encantó tu elección. Chilaquiles verdes con pollo de café chino, del que tú tienes una predilección por uno de los cafés Kowloon de la ciudad de México. Yo creo que los he probado en el Kowloon pero que está en Revolución.


No cambian mucho, yo creo que son iguales, nada más que el de ahí de Etiopía me gusta porque, no sé, nunca he entrado a la cocina pero en el salón se ve que es un espacio limpio y, frente a todo lo que podemos pensar de los cafés de chinos, ahí se ve limpio y siempre huele a Fabuloso. Y bueno, los chilaquiles son uno de los platillos que más me gustan. Me gusta que es un platillo que se puede comer en cualquier comida. O sea, no piensas en el ceviche para desayunar, que me encanta pero ahora no lo puedo comer porque no puedo comer mariscos. Pero hay ciertos platillos que piensas para la comida y quizá la cena o quizá nada más para el desayuno. Yo creo que los chilaquiles caen muy bien a cualquier hora. Me gusta que su origen es la cocina de aprovechamiento, aprovechar las tortillas que quedaron del día anterior, lo poco de pollo o de alguna otra proteína que tengas: longaniza, un bistec. Y me gustan en general los de café de chinos pero los de ahí del Kowloon en especial porque están a medio camino entre este chilaquil súper crujiente, que te lo puedes comer y se te rasga el paladar, y el muy aguado ya batido que es como me gusta hacerlo; pero en la calle es muy difícil encontrarlos así porque conforme más tiempo esté la tortilla en la salsa, absorben más la salsa y necesitan más para no verse seco, un mazacote que no es rico. Los chilaquiles de café de chinos como que los dejan unos tres cuatro minutos antes de sacarlos y entonces ya el totopo absorbió suficiente salsa como para tener un punto crocantito pero también aguadito. Ahí les ponen bastante crema que eso me parece que es bien importante, que el chilaquil tenga mucha crema, cebolla, quesito. Y los cafés de chinos son contundentes, no se andan con pichicateces y le ponen también muy buen pollo. No son unos chilaquiles de afuera del metro que le ponen ahí poquito de pollo para que se sepa que tienen pollo pero en realidad es súper poquito. Acá sí tienen bastante, supongo que no es pechuga nada más, le han de echar ahí de todo lo que tengan pero es un muy buen resultado. Siempre los chilaquiles te salvan en un café de chinos que la carta es enorme y que no siempre tienes ganas de la grasota de un arroz frito y unos rollos primavera o cosas rebozadas.


Los chilaquiles te salvan de tus propias elecciones, igual esos días en que uno está agüitado y  tiene hambre pero no tiene ganas de elegir: chilaquiles. Y cuando estás crudo: chilaquiles. Son multiusos, siempre te salvan, siempre quedan bien.


Y ahí creo que el pollo es la mejor opción. Quizá con huevo también pero por ejemplo los que te sirven con milanesa de res o con arrachera es muchísima la carne y no te la acabas y entonces el pollo creo que es una porción contundente pero que te acabas y no terminas pesadísimo.

 

Siempre es difícil decir “ay, qué platillo este elegiría” porque me gustan un montón de cosas y siempre está la tentación de de verse mamonsísimo e ir a decir alguna cosa que he probado en el Pujol o en Rosetta pero pues como dices, algo que sea accesible, algo que cuando terminen de escuchar el podcast digan: se me antojan estos chilaquiles, se lancen a Metro Etiopía, caminen media cuadra y se los pueden echar por una módica cantidad. 



Cuando estaba pensando en este episodio, pensaba mucho en cuando Los KFGC iniciamos el colectivo y empezamos a viajar juntos. En todos los lugares a donde íbamos, buscábamos unos chilaquiles y teníamos un ranking de los mejores. No sé qué opinas tú de esto de poder viajar en México y probar diferentes chilaquiles.


Sí, por ejemplo en Oaxaca que los hacen con salsa de frijol pero la salsa también tiene chile entonces son muy ricos. Yo ahorita recordando, no sé si sean los mejores, pero eran  muy sorprendentes. Hace unos tres o cuatro años fui con un grupo de cuates a un pueblo en la Sierra Sur de Oaxaca, San Pedro Mixtepec, un lugar que está a casi a doce horas de la ciudad de Oaxaca porque hay que tomar primero una carretera, luego esa carretera se vuelve un caminito y luego terracerías, lejísimos. Fuimos a ver unos talleres con los niños y había una señora que nos cocinaba y un día nos cocinó unos chilaquiles que estaban riquísimos y que tenían pedacitos muy muy chiquitos de chicharrón en la salsa. Siempre digo “los voy a hacer, los voy a hacer” y no los he hecho pero eran de salsa roja con pedacitos muy chiquitos de chicharrón que le daban un sabor estupendo. Te pueden salvar en lugares donde no conoces muy bien la gastronomía o no te da mucha confianza. Siempre hay un lugar donde haya chilaquiles, que no necesariamente sea un lugar de cadena, pero siempre hay un lugar donde haya chilaquiles y pides eso con pollo, con  huevito, con carne; como dices, con chorizo si es un lugar donde hacen chorizo chingón, pues ya estás hecho. 



Lo que le pedimos a nuestros invitados siempre es que nos hablen de algo más que les  guste consumir. Yo sé que esto es una gran pasión para ti, me alegro mucho de que lo hayas traído a la mesa: los libros álbumes y me sugeriste empezar la conversación con este libro álbum “Donde viven los monstruos” de Maurice Sendak, pero si quieres empecemos por lo que nos puedes decir de tu acercamiento con los libros álbumes en general. 


De niño tuve algunos y había algunos en estos Libros del Rincón que empezaron a publicarse cuando nosotros íbamos en tercero o cuarto de primaria pero obviamente cuando uno se acerca a estos materiales, no dices “es un libro álbum”. No, es un libro con ilustraciones y en el que como lector te vas dando cuenta cuando eres niño. O sea, no te lo tienen que explicar como yo ahora que doy hasta cursos sobre el asunto, que lo que dice el texto se potencia en las ilustraciones y viceversa. Un poco como cuando estás viendo una película muda y de pronto sale un cuadro con un texto súper breve que le da sentido a lo que acabas de ver y te prepara para lo que viene, una frase, o sea no puede ser algo muy largo porque lo estás viendo en el cine y va corriendo el tiempo, entonces es una frase muy breve.


Eso es el libro álbum, ese concepto del texto acompañando, dándole sentido a una serie de imágenes es el concepto del libro álbum. Otro ejemplo que me gusta poner es el de la ópera que por un lado tienes la música, tienes el texto que va cantado y la puesta en escena. Tú puedes ver la puesta en escena sin escuchar la música y sin escuchar lo que están cantando y ves que algo sucede pero no entiendes completamente lo que sucede, porque necesitas escuchar qué están diciendo pero también necesitas escuchar cuál es el tono, cuál es el ritmo en el que están diciendo lo que están diciendo porque eso le da sentido a los movimientos que tienen los personajes en escena. Así pasa con el libro álbum, tú puedes ver las ilustraciones, deleitarte y quedarte un ratote viendo cada doble página y ver que algo ahí sucede, pero si no tienes el  texto no cierras ese círculo de significado. Eso me gusta mucho porque las niñas y los niños lo van adquiriendo, no me gusta decir naturalmente porque no es natural, pero lo van adquiriendo con la práctica conforme van viendo estos libros y van haciendo una lectura muy profunda de la ilustración y van también analizando el texto. En el primer libro que pasa esto, no porque Maurice Sendak haya dicho “ah, voy a hacer un libro en el que el texto y la ilustración tengan el mismo peso simbólico y bla bla bla”, no, él hizo ahí un libro en el que ilustraba una historia que sucedía y en el que de pronto tenemos páginas sin texto porque no es necesario, porque ya se nos ha dicho lo que se necesita y hay unas páginas en donde el que no haya texto no significa que hay silencio sino que están sucediendo cosas que el texto no puede alcanzar a decir y entonces eso sucede ahí en la ilustración y eso me gusta mucho.


“Donde viven los monstruos” es de 1963, es un género bastante joven pero que ya ha fructificado bastante y bueno, “Donde viven los monstruos” es lindísimo. Este viaje interior que hace el niño y que nosotros podemos ver a través de la ilustración y que si un día haces el ejercicio de leer el texto nada más sin las ilustraciones, vas a ver que hay algo que te falta absolutamente.


Cuando hace uno ese ejercicio al leer un libro con ilustraciones y que no termina de decirnos algo, ese es un libro álbum porque ese faltante de significado está en la ilustración. Y no solo en la ilustración, está en la relación entre la ilustración y el texto.


Es un tipo de libro que le debemos, no solo a Maurice Sendak, sino a muchos este artistas, pero se lo debemos a la publicidad. Varios de los primeros autores de álbum vienen de la publicidad y es que se lo pone a pensar uno y la publicidad, que es horrenda, también es eso. Es una imagen que capta tu atención y un texto que le da sentido a esa imagen y que se va a quedar grabado dentro de ti para que compres Marlboro, donde está el sabor. Que ahorita que te dije esto, te vino a la mente la montaña y los caballos y eso, porque eso es lo que hace ligar una imagen a un texto para que quede que quede en ti. De una manera chingona los álbumes, ¿no? Y además me encanta porque es un acercamiento muy sencillo a las artes plásticas, es como traer un museo al que pueden acceder los niños en dondequiera que haya libros.



Como última parte del  programa, le pedimos a nuestros invitados que nos compartan algo de lo que escriben y en este caso, el Pávido Návido nos trae unos textos de su libro más reciente que se llama “Quise”, que está editado por Alacraña. Es un libro muy bonito, muy personal, muy íntimo, que yo disfruté mucho leyendo y si nos quieres platicar un poquito de él y leernos lo que tú quieras del libro, te lo agradecería.


Es algo que escribí como ejercicio justo de pensar el deseo, ya como adulto, qué hubiera querido que pasara en algunas relaciones o qué quise que pasara. Eso me gusta porque le quise dar la posibilidad al lector de pensar que pasó o no, porque el deseo está, el deseo estuvo pero si se consumó o no, creo que no importa tanto. En este espacio que es este poemario, no importa tanto la consumación del deseo sino cómo el deseo va configurando un momento muy específico de la vida de alguien que es esta voz poética que se puede identificar con un adolescente de cuando nosotros fuimos adolescentes, ¿no? Un montón de chavitos que tuvieron estas experiencias de vivir la homosexualidad en la Ciudad de México de principios de los dos miles. Que han cambiado muchas cosas, otras no. Creo que el libro está lleno de cosas que a lo mejor a los chavitos de ahora les sacan de onda. O sea, este tomarse muy discretamente de la mano en la calle o no hacerlo, esconderse para besarse y para acariciarse. Plasmar esas experiencias ahí partir de esta configuración del deseo, un deseo que está ahí, que estuvo, y que lo de menos es si pasó o no. Por eso todo el tiempo es “Quise…” y se hace ese juego.


Es un libro que escribí hace como dos años, estuve mandándolo a algunos concursos y no ganó porque creo que es un libro muy chilango y que no lo iban a premiar en otros lados. Ahí lo tenía y se lo mandé a Abril en algún momento del año pasado, como si te lo mandara a ti así de cuates de échale un ojo y tal. Y no me contestaba nada. Ella es una persona súper ocupada, muy linda, que siempre siempre tiene respuesta a lo que uno le pregunta, lo que uno le propone, y tiene esta editorial Alacraña pero yo le mandé el libro para que me dijera: me gusta, no me gusta, está horrible. Su opinión fue cuando yo estuve en el hospital el año pasado, casi al punto de no contarla. Un día de los que mi papá iba a verme y me pasaba el celular y yo me ponía a ver los mensajitos de la banda. Tenía un whats de Abril con el PDF de este libro ya formado y como yo no entendía nada en ese momento porque había casi muerto, le pregunté qué es esto, ya abrí el PDF, vi que eran mis textos y le dije, ¿te gustó? Y me contestó, te voy a publicar. En ese momento entendí que lo que me estaba mandando era el libro formado y que en algún momento iba a estar impreso y fue de las cosas que me dieron ánimo, no para curarme porque eso fue totalmente médico, pero para tener cierto sentido. Y decir: ah, pues sí quiero salir de aquí para ver esto en papel y no aquí en un PDF en el que no entiendo nada. Es eso lo que querría decir del libro, y les voy a leer pues ahí saltaditos los textos porque además como dices, puedes leer los textos como poemas separados o como un poema completo un poco largo:

 


Un día quise que fuéramos a ver

a Warhol a Bellas Artes,

el custodio de la sala donde exhibían Silver Clouds

se hartara de escucharnos

nosotros sin avanzar

tomados de la mano

resguardados de la calle y sus miradas,

que me preguntaras por qué eso era arte

si sólo son globos

metálicos, sí,

pero sólo globos flotando en medio de un palacio,

y no decirte nada

ver en tus ojos cierta frustración

pero también la sorpresa

al encontrar globos en un museo,

soltarme con unas frases

de Walter Benjamin

cuando llegáramos

a las latas de Campbells

y a las serigrafías de la Monroe

y que me callaras

o me asustaras

con un rápido beso

del que Mao Zedong

y el circuito cerrado

fueran espectadores.


Que cuando te quisiera enseñar

a bailar salsa, en la oscuridad neón

de ese local en Salto del Agua,

me contaras que la trompeta

marcaba la síncopa

y realmente no te prestara atención

porque más bien intentara

acercarte a mi cuerpo

para seguir el ritmo juntos,

besarte antes de que el travesti

—que había sido Tina Turner

y ahora intentaba encarnar a Whitney Houston—

te guiñara el ojo

señalándote el cuarto de atrás,

que te pusiera nervioso la insinuación,

y no pudieras seguir explicando nada,

sólo atinaras a besarme el cuello

con cierto orgullo y cierta furia,

—vampiro súbito—

para marcar, no el compás,

sino la fuga.

Que llegáramos a la base de microbuses,

dijéramos una letra al azar

camináramos hacia ese andén,

—con todo el ocio de las vacaciones

y nuestros pocos años—

subirnos al microbús

llegar a donde fuera,

e intentar volver por otra ruta,

juntos, eso sí.


***


El resto de la conversación con Pávido Návido lo puedes escuchar en Spotify o Apple Music.


Si quieres saber cuándo sale el próximo episodio, sigue a @jorge_kfgc en Instagram.

«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #01 Antonio León


Host: Jorge Sosa |

“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos.

El primer episodio de “¿Qué comen lxs poetas?” recibió a Antonio León, el poeta de Baja California que compartió su gusto por el ramen y Billie Holiday, además de leer un poema de su libro más reciente “Cuaderno de Courtney Love”.

Éste es un fragmento de la entrevista con Antonio que puede escucharse completa en Spotify y Apple Music.

***

JS: ¿Qué piensas de la idea de que los poetas se mueren de hambre?

AL: Primero tendríamos que decir que en este país, como están las cosas, no morirse de hambre es una suerte, independientemente de a qué te dediques.

Yo soy de una localidad al sur de Ensenada, Baja California, que es un pueblo así bastante de terror donde la mejor fortuna es dedicarse a algo. A mí nunca me dijeron: te vas a morir de hambre si te pones a escribir tus poemitas. A mí lo que mi madre y mis tías me dijeron fue: ah, mira, qué bien, a ti no te van a meter al bote. No como a sus primos. Entonces, pues no sé, creo que lo de no comer nunca estuvo en la mesa. Vamos, no soy de una de estas familias de tradición y abolengo científico o intelectual que de repente dicen: solamente en el mundo de la academia se puede vivir o solamente en el mundo de la ciencia se puede vivir, y ves que los papás tienen una maestría, un postdoctorado y todo. No, en mi caso fue: mira, tú estudia y dedícate a algo y el resto es ganancia. Ya lo de los poemas fue: mira, ahí está. Y en algún momento fue: ah, era en serio.


La primera sección de este programa siempre se va a tratar de un platillo que le guste comer a nuestro invitado y en tu caso, elegiste el ramen.

Me pusiste en aprietos, mi querido Jorge. Me pusiste en aprietos porque tengo gustos bien específicos en cuanto a cosas que me gustan y además como un poco endémicas. Por ejemplo, soy un gran fanático de los tamales pero mayormente son los tamales que hace mi jefa, entonces hay que estar en situación de pueblo pintoresco para comerlos. De repente no soy tan complicado, contigo he ido a comer a este restaurante que está en tu edificio y yo pudiera ir a comer ahí la semana completa, no tengo ningún problema. Pero también está esto otro que es la comida japonesa que me gusta mucho. En la ciudad de la que yo soy, la ciudad cabecera, que es Ensenada, hay una presencia muy fuerte de los japoneses y chinos mayormente, gente que llevó al puerto una cierta forma de hacer preparaciones de mariscos y obviamente la comida de ellos, que se fusionó. En este caso, el ramen a mí me encanta, mayormente pido el tonkutsu que es mi favorito, no pido el picoso porque luego se pasan y le avientan como si se fuera a acabar el mundo.


A mí me gustó mucho tu elección del ramen porque yo siento que mucho de lo que tú haces, mucho de tu trabajo como poeta, no tiene nada de pudor para enlazar referencias de diferentes lugares, productos culturales de otro lado, música, futbol. Uno de tus poemas que me gusta mucho habla de Messi. Veo una exploración de tu mirada en otros lugares, ¿tú sientes que haces mucho eso?

Yo creo que dijiste dos cosas bien interesantes, obviamente esto de ver hacia otros productos de consumo cultural y no nada más de consumo cultural, están los deportes y consumos de otro tipo. Y otra cosa que es que no me da pena, no, yo no tengo ningún problema con hacer referencias directas. Por ahí, en alguno de mis libros, donde sí era como mucho más constante, alguien me decía: para leerlo tengo que estar conectado al buscador. Y entonces, de repente me parece que sacralizamos tanto el poema que la sola necesidad de ir a buscar una referencia ya nos causa problema, ya es como: no, lo tengo que entender todo. Estamos muy casados con entenderlo todo cuando históricamente sabemos que el poema ha sido explorado desde otras latitudes: el sonido, la parte plástica, la grafología, obviamente la sintaxis.

La forma de escribir y producir con el lenguaje no se reduce al significado, no se reduce a: vamos entendiéndolo todo. Entonces no pasa nada si vamos y buscamos, ¿no? Lo hacemos todo el tiempo con otros productos, con el cine, los videoclips, la música.

Yo conozco a gente que conoció hace poquito a Camarón de la Isla, este cantante español, por la Rosalía. Por una parte de una canción que dice: traigo a Camarón en la guantera. Entonces la gente era: ah, ¿cómo?, ¿traía una hielera ahí? Toda una generación nueva lo conoció por esa canción y Camarón es un cantante vital para la cultura del flamenco fusión en España. Entonces, no, yo no tengo ningún problema.

Me pasa algo que me sucede en la vida cotidiana y que creo que es un sentimiento que todos hemos experimentado que es ver algo que te gustaría que una persona o un grupo de personas, tus amigos, estuvieran ahí. Yo siento eso con el poema, yo conozco esto, a lo mejor ustedes no, me gustaría que lo conocieran. Voy a hablar de esta actriz afroamericana de los años 50 porque creo que era gloriosa y porque creo que la máquina de Hollywood la sepultó, como es la maravillosa Miss Dorothy Dandridge, que creo que fue la primera que lo hizo en Hollywood. Y que puedes hacer que funcione en el poema, y si no funciona, pues ahí sigue estando la referencia. Yo creo que el punto clave es que no pasa nada, vamos sacudiéndonos el miedo a no ser un poeta totémico, canónico y que tu oficio sea arder porque en este mundo hay problemas de verdad. En este mundo hay gente que golpea perritos, hay gente que hace cosas terribles. No pasa nada si en un poema tuviste que ir a buscar una cosa a internet, si no te gustó, si es mal poema según tú, no pasa nada.

 

Como una segunda parte de nuestro programa, uno no nada más se alimenta de comida, y le pedí que me ayudara a elegir algo más que fuera parte de su sustento, y eligió a la increíble cantante Billie Holiday de la que tengo que admitir que nunca había escuchado un disco completo seguido, así que me hiciste un gran favor, Antonio.

Qué gusto que te hayas detenido escucharla, es probablemente mi cantante favorita. Yo escucho música de muchos registros, no estoy casado con algo en particular. Soy muy fan de mi Billie Holiday pero también soy muy fan de Madonna o cosas nuevas así como Caroline Polachek que es increíble y hace como cosas de spoken word y de repente te recuerda a cantantes como Kate Bush que también me gusta mucho. Siempre estoy viendo qué está sucediendo pero siempre regreso a Billie Holiday. Me parece que Billie Holiday tiene la cualidad de que cualquier canción la hace sonar bien. Yo creo que si le damos las mañanitas que es una de las canciones que más odio, la podría cantar. Odio las mañanitas y nunca he entendido porque a media canción los convertimos en argentinos, así de “levantate, levantate de mañana”, ¿por qué hablamos así?

Muy bien que la encontraste y que te gustó. El año pasado salió una película en la que se narra el duro momento que ella pasó a causa de una de las canciones de su repertorio, una canción emblemática de su repertorio, que es Strange Fruit en la que ella habla de un linchamiento de afroamericanos y que llega en un momento muy fuerte para todo el discurso de los Estados Unidos que aún soñaban con ser esclavistas. La América blanca que lo veía como una gran pérdida y que tenía grandes problemas para asimilar que eran un pueblo con un pasado así, y cómo todavía seguían segregando a los afroamericanos. La película me parece que es muy muy interesante, la actriz canta los temas con su voz, entonces es una variación también interesante de escuchar. Es un registro muy parecido pero que no se fue con la grabación.


Billie Holiday es una cantante atípica, de repente cambia las notas de las canciones, hay un trabajo formal ahí muy interesante. Algo que leía y que se me hace muy acertado es que Billie Holiday técnicamente inaugura un estilo que ahorita es difícil de diferenciar porque ya muchos intérpretes más lo han retomado pero que no existía.

Sí, bueno, la tradición en la que ella se adscribe de alguna manera tiene que ver uno con los estándares de jazz, dos con esta tradición blusera del sur de Estados Unidos que es hasta un poco spooky, ¿no? De estas canciones de Jimmy Reed, de esas canciones de Robert Johnson que parecen embrujos y en las que se cuentan cosas oscurísimas: violencia, pacto con los espíritus, el diablo te vino a visitar. Es como, ¿qué estaban pensando en el sur galante de Estados Unidos en esa época? Y bueno, también esto que es ya una aportación de Billie que es tomar la influencia de cantantes como Bessie Smith, estas intérpretes que la antecedieron pero que de alguna manera eran mucho más agresivas en el abordaje. La interpretación de Billie es completamente sentida en todo momento, cada sílaba tiene un sentimiento detrás. Es una interpretación que se funde con una cosa que me parece bien importante que es la contención. A ella no le interesa que tú sepas que puede hacer veinte malabares con su voz y que puede alcanzar notas altísimas, a ella lo que le interesa es interpretar, llevar la canción a su terreno, hacerla suya, contártela y la narratividad de la canción. Te desgarra la canción de una manera súper cercana, te está contando algo que te puede pasar a ti. Sus anhelos, sus sueños, los momentos de romance más ligero de algunas canciones como What a little moonlight can do son así completamente, son algo que nos toca directamente y todo eso lo hace con una voz tan vulnerable, tan dulce pero al mismo tiempo con un poder muy especial. Yo ya estoy aquí en un plan muy muy fan, pero para terminar con mi ataque de fan, yo recomiendo mucho su último disco que se llama Lady in Satin. Es un disco de cuando ella ya estaba con problemas muy fuertes con las drogas y su voz lo resiente, su voz ya no era la misma en ese disco, pierde algunos matices muy interesantes pero gana unos tonos graves súper demoledores. Me parece que es un disco escrito desde una parte del sentimiento que no todo el tiempo estamos listos para nombrar. Lady in Satin es un testamento musical de una cantante que ha ido y ha venido del dolor, y ha inaugurado maneras nuevas de dolerse.

 

Como última parte de nuestra de nuestra entrevista, no pude haber soñado un mejor primer invitado para este podcast, te agradezco muchísimo tu tiempo y tu ánimo para esta conversación pero me gustaría mucho saber si nos podrías leer un poema de tu último libro.

Te voy a leer un poema precisamente de Cuaderno de Courtney Love, que es uno de los poemas que no se tratan de Courtney Love. El libro está dividido en dos partes, la primera que es el Cuaderno que son poemas que alguna manera se enlazan con la con la figura de Courtney Love, pero la segunda son poemas sueltos que no tienen que ver gran cosa y el que te voy a leer es un poema de una ocasión en la que yo estaba viendo un documental acerca de la comunidad polaca en la Ciudad en ciudad de México, que en algún momento llegó en una especie de éxodo en plena guerra mundial. Me conmovió mucho lo que una de las señoras contaba y en ese momento me paré a escribir, entonces les voy a leer este poema que se llama Polonia.

***

 

nos pusieron en el barco aquella tarde

 

Hermitage se llamaba el barco

 

diario morían personas a bordo

y no había panteones en el mar

o una losa para llorar por fuera

 

yo recuerdo cuando vertían cadáveres al océano

 

aquel sonido

yo lo tengo tan presente

 

podría estar de vacaciones en una alberca

y reconocerme en el sonido de cuerpos

que entran al agua después de morir

 

yo era una niña de ojos verdes

pero recuerdo los pasos de olmo

 

la línea de clavos al fondo de zapatos

que tuvieron dueños distantes

 

y recuerdo los cadáveres del mar

 

las sonrisas en improbable duelo de dulces

traídos de Polonia

 

porque la felicidad es un simulacro de pieles hendidas

por el verano

 

en que el mar me llevó a otra parte

 

***

El resto de la conversación con Antonio León lo puedes escuchar en Spotify o Apple Music.

Puedes leer más poemas del libro más reciente de Antonio León aquí.

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#Podcast de la semana: El Cerro del Muerto

El Podcast oficial de la Revista Sputnik de Arte & Cultura Musical. 22 de Julio 2014. Música de El Cerro del Muerto, Eventos en Escargot Tapas, Voodoo: House of Blues. Seven Sins, Festival de Canto Operístico, Jazz, Cine y más.



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