Decálogo de una modernidad líquida

Pirotecnia Verbal | Por Tuto Flórez |

(Reseñando a Zygmunt Bauman)


1. Aquello que caracteriza la sociedad moderna, es ante todo, la disolución de los sólidos, lo cual se convierte en su rasgo más definitorio, por lo tanto, la disolución de los sólidos ha adquirido un nuevo significado tras el advenimiento de la modernidad.

2. Lo líquido en tanto que estado de la materia, su naturaleza, especificidades y forma de ser, es la metáfora más acertada para dar cuenta de aquello que se denomina modernidad.

3. Lo que se configura tras el tránsito hacia una nueva historia de la modernidad en la base de la sociedad es, una racionalidad instrumental, donde la economía pasa a desempeñar un rol determinante.

4. En el contexto de la modernidad líquida, más que hablar de unos dispositivos de poder, se debe es comprender que aquello que impera, es una reasignación y redistribución de los poderes de disolución.

5. Aquello que determina el tránsito hacia una modernidad líquida, esto es fluida, es el punto de separación entre las categorías (antes inseparables) de espacio y el tiempo.

6. La extraterritorialidad en el contexto geopolítico, se levanta como una condición necesaria para el flujo de los poderes globales, dentro de la modernidad líquida.

7. En términos de control y ejercicio político, aquello que define la modernidad líquida, respecto de los individuos y las sociedades, es el reconocimiento de que la mayoría (grupos, colectivos, individuos) siendo sedentaria, es dominada o gobernada por una élite que es nómada y extraterritorial (Bauman, p. 18).

8. En el ámbito económico, aquello que genera las ganancias, es la velocidad de circulación, envejecimiento, desgaste y reemplazo, en suma es la obsolescencia programada.

9. La libertad no es genuina dentro de la modernidad líquida, sino más bien aquello que experimenta el individuo, es una suerte de conformismo, que le impulsa a figurarse una libertad subjetiva, donde prima la coerción social, como fuerza emancipadora.

10. La sociedad del siglo XXI, no supone el fin de la modernidad como muchos autores reclaman o inclusive el fin de la historia, implica más bien, un modo diferente entre modernidades, esto es, la sociedad del siglo XXI, es moderna de manera diferente a la de la sociedad que ingresó en el siglo XX.


El planteamiento del autor Bauman en relación con la modernidad liquida como descripción metafórica del estado de hechos o del estado de cosas, en que se halla inmersa la sociedad actual, supone ante todo una comprensión muy particular de cómo es que se ha configurado la sociedad actual y por ende cuáles son sus características, su estructura, su forma y razón de ser, pero también implica observar y notar como por ende; siendo el individuo parte fundante de dicha sociedad, ha devenido en una especie de autómata, cuya capacidad de juicio crítico no se ha suspendido, sino simplemente se a transformado.


El hombre del siglo XXI, ha sacrificado su libertad genuina, por el confort, por la seguridad del conformismo o rebaño y ha aceptado de buena manera una especie de resignificacion de su sentido, donde lo que prima es el consumo por el consumo, la perdida de la individualidad y la generación de una cultura humana que está sujeta a reciclaje, debido a las velocidades desbordantes con las que se mueve y se configura la sociedad moderna, es decir, tanto el ser humano, como los colectivos, han devenido en una especie de formas homogenizadas y escurridiza, tal cual lo hacen los líquidos, los cuales no quieren saber nada más allá de la simple inmediatez e instantaneidad irreflexiva. El autor presenta más bien un cuadro decadente de la sociedad, aun cuando ello no sea explicito, es claro, que se ha producido una distorsión del sentido y naturaleza misma, de la vida, dando total prelación, a la economía de mercado o si se quiere, a la flas ilusión de libertad amparados en falsas certezas el deleite de una libertad subjetiva, que es continuamente reforzada sólo por la experimentación de propósitos comunes impuesto o autoimpuesto y tan transitorios como efímeros.

En suma el autor indica que vivimos tiempos en los que se ha enaltecido de forma exacerbada lo efímero, para rechazar todo aquello que sea durable y suponga como tal cierto sustento o más aun una estabilidad.

También hoy más que nunca, señala Bauman, nos hemos convertido en esclavos de nuestros propios inventos, dando como resultado una desconexión real de nosotros mismos para con nuestro semejantes, nos hallamos sumidos en la indiferencia y las más cruda inmediatez irreflexiva donde apenas si queda tiempo para pensar o para algo que no sea consumir y trabajar, nos sentimos más livianos, nos sentimos integrados a eso que otros llaman la aldea global, pero es más como una prisión cómoda que se maneja a través del entretenimiento, que una verdadera comunidad. Como dice el cantautor argentino Fito Páez, en su canción "Al lado del camino"; nos hallamos en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos; habrá que declararse incompetentes en todas las materias del mercado.

Referencia bibliográfica: Bauman, Z. (2003). Modernidad Liquida. Editorial Fondo de Cultura Económica. Argentina.


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El autor: Tuto Flórez, nacido en el departamento de Santander, en la caótica y convulsionada, pero hermosa tierra del suramericano país llamado Colombia. Melómano consumado, amante del rock, de la música hecha con sentido, sobre todo de los años noventa y la cultura underground. Cinéfilo por convicción. Crecí entre los textos, de Henry Miller, Charles Bukowski, Allan Stewart Königsberg más conocido como Woody Allen, H. P: Lovecraft y Allen Ginsberg. @tuto201333

La Sal de la Tierra

Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |

Había pasado ya mucho tiempo desde que una película no activaba en mí, de manera grata, esa capacidad de asombro que sentía cuando era niño; ese maravillarme cada vez que iba a una sala de cine, apagaban las luces y comenzaba a correr el rollo cinematográfico, de principio a fin. El más reciente documental de Wim Wenders, codirigido junto con Juliano Ribeiro Salgado, “La sal de la Tierra”, fue lo que me produjo ese deja vu  emocional. 

Lo anterior se sustenta en que, además de percibirse el buen oficio de Wenders para relatar una historia (el realizador alemán se incluye como un narrador semipresente), el espectador fácilmente puede quedar perplejo ante las imágenes que su vista, cerebro y espíritu contemplan a través del  largometraje documental que rinde tributo al fotógrafo sociodocumentalista Sebastián Salgado, artista brasileño muy reconocido a nivel internacional quien, igualmente, se ha caracterizado por ser un activista a favor de la naturaleza y la humanización del individuo.

“La sal de la Tierra” satisface los sentidos pero también el alma. Hace de las fotografías fijas un hermoso collage de historias en movimiento que cobran vida tanto por la profundidad de campo de los emplazamientos de cámara utilizados por el propio Sebastián Salgado –quien tiene 4 décadas de trayectoria- como por los lúcidos recuerdos de éste mismo; recuerdos que adquieren una honestidad epidérmica. La idea de Wenders de colocar a Sebastián Salgado tan cercano a la cámara (en un plano cerrado) y con una especie de telepromter, en el cual se exhiben cada una de sus fotografías, dan como resultado un virtuoso cine íntimo.

"La Sal de la Tierra" es un trabajo maravilloso a nivel técnico, narrativo, argumental y emocional. Forma y fondo van de la mano para crear una película que hace del séptimo arte más que un vehículo de entretenimiento, dando paso a la denuncia y crítica social reflexiva. Asimismo, Sebastián Salgado se muestra como un protagonista y narrador fuerte. La música y el sonido también sorprenden por su elevada calidad y aportación a lo que se está viendo, lo cual es, finalmente, un tour de force a los recuerdos de un hombre que no ha perdido su capacidad de asombro ante el mundo y la naturaleza que lo rodea, de alguien que no solamente "toma" fotografías, sino que vive intensamente cada una de ellas. 

No oyes ladrar a los perros (Juan Rulfo)



El 16 de mayo de 1917 nació Juan Rulfo, creador de un universo rural inconfundible, donde plasmó no sólo las peculiaridades de la idiosincrasia mexicana, sino también el drama profundo de la condición humana. Compartimos uno de sus cuentos icónicos.


Juan Rulfo
(México, 1918-1986)

No oyes ladrar a los perros
(El Llano en llamas, 1953)


        —Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte.
        —No se ve nada.
        —Ya debemos estar cerca.
        —Sí, pero no se oye nada.
        —Mira bien.
        —No se ve nada.
        —Pobre de ti, Ignacio.
        La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras, disminuyendo y creciendo según avanzaba por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante.
        La luna venía saliendo de la tierra, como una llamarada redonda.
        —Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. Tú que llevas las orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros. Acuérdate que nos dijeron que Tonaya estaba detrasito del monte. Y desde qué horas que hemos dejado el monte. Acuérdate, Ignacio.
        —Sí, pero no veo rastro de nada.
        —Me estoy cansando.
        —Bájame.
        El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces.
        —¿Cómo te sientes?
        —Mal.
        Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos parecía tener frío. Temblaba. Sabía cuándo le agarraba a su hijo el temblor por las sacudidas que le daba, y porque los pies se le encajaban en los ijares como espuelas. Luego las manos del hijo, que traía trabadas en su pescuezo, le zarandeaban la cabeza como si fuera una sonaja. Él apretaba los dientes para no morderse la lengua y cuando acababa aquello le preguntaba:
        —¿Te duele mucho?
        —Algo —contestaba él.
        Primero le había dicho: "Apéame aquí... Déjame aquí... Vete tú solo. Yo te alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco." Se lo había dicho como cincuenta veces. Ahora ni siquiera eso decía. Allí estaba la luna. Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada que les llenaba de luz los ojos y que estiraba y oscurecía más su sombra sobre la tierra.
        —No veo ya por dónde voy —decía él.
        Pero nadie le contestaba.
        E1 otro iba allá arriba, todo iluminado por la luna, con su cara descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y él acá abajo.
        —¿Me oíste, Ignacio? Te digo que no veo bien.
        Y el otro se quedaba callado.
        Siguió caminando, a tropezones. Encogía el cuerpo y luego se enderezaba para volver a tropezar de nuevo.
        —Este no es ningún camino. Nos dijeron que detrás del cerro estaba Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye ningún ruido que nos diga que está cerca. ¿Por qué no quieres decirme qué ves, tú que vas allá arriba, Ignacio?
        —Bájame, padre.
        —¿Te sientes mal?
        —Sí
        —Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te cuide. Dicen que allí hay un doctor. Yo te llevaré con él. Te he traído cargando desde hace horas y no te dejaré tirado aquí para que acaben contigo quienes sean.
        Se tambaleó un poco. Dio dos o tres pasos de lado y volvió a enderezarse.
        —Te llevaré a Tonaya.
        —Bájame.
        Su voz se hizo quedita, apenas murmurada:
        —Quiero acostarme un rato.
        —Duérmete allí arriba. Al cabo te llevo bien agarrado.
        La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del viejo, mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar de frente, ya que no podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo.
        —Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría si yo lo hubiera dejado tirado allí, donde lo encontré, y no lo hubiera recogido para llevarlo a que lo curen, como estoy haciéndolo. Es ella la que me da ánimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo más que puras dificultades, puras mortificaciones, puras vergüenzas.
        Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y sobre el sudor seco, volvía a sudar.
        —Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le alivien esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no me importa. Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal de eso... Porque para mí usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre que usted tiene de mí. La parte que a mí me tocaba la he maldecido. He dicho: “¡Que se le pudra en los riñones la sangre que yo le di!” Lo dije desde que supe que usted andaba trajinando por los caminos, viviendo del robo y matando gente... Y gente buena. Y si no, allí esta mi compadre Tranquilino. El que lo bautizó a usted. El que le dio su nombre. A él también le tocó la mala suerte de encontrarse con usted. Desde entonces dije: “Ese no puede ser mi hijo.”
        —Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo desde allá arriba, porque yo me siento sordo.
        —No veo nada.
        —Peor para ti, Ignacio.
        —Tengo sed.
        —¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Lo que pasa es que ya es muy noche y han de haber apagado la luz en el pueblo. Pero al menos debías de oír si ladran los perros. Haz por oír.
        —Dame agua.
        —Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque la hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie me ayudaría a subirte otra vez y yo solo no puedo.
        —Tengo mucha sed y mucho sueño.
        —Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces.
        Despertabas con hambre y comías para volver a dormirte. Y tu madre te daba agua, porque ya te habías acabado la leche de ella. No tenías llenadero. Y eras muy rabioso. Nunca pensé que con el tiempo se te fuera a subir aquella rabia a la cabeza... Pero así fue. Tu madre, que descanse en paz, quería que te criaras fuerte. Creía que cuando tú crecieras irías a ser su sostén. No te tuvo más que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas.
        Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolo de un lado para otro. Y le pareció que la cabeza; allá arriba, se sacudía como si sollozara.
        Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas.
        —¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, ¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal. Parece que en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad. ¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué pasó con sus amigos? Los mataron a todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien hubieran podido decir: “No tenemos a quién darle nuestra lástima”. ¿Pero usted, Ignacio?


        Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejaván, se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo hubieran descoyuntado.
        Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros.
        —¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.

La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes a escena en mayo y junio

 
Este viernes 15 de mayo, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes abre la segunda temporada del año en la que tocará "obras colosales" de autores como Tchaikovski, Rachmaninov y Schubert. 

La temporada de siete conciertos cerrará con una gala especial de tres presentaciones en donde la OSA en conjunto con el Coro de Ópera del Instituto Cultural de Aguascalientes interpretarán la obra maestra de Carl Orff: Camina Burana.

Cabe señalar que se ha puesto a disposición del público un abono para asistir a toda la temporada, incluyendo el gran cierre por $350 pesos. Conoce el programa completo en este enlace.

Un poco de ABC del Jazz

Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


“If you have to ask what jazz is, you’ll never know”
-Louis Armstrong-

Les confieso que cuando comencé esta maravillosa sección de música en Sputnik, no logré imaginar lo mucho que me encariñaría con ella y que, realmente sin pensarlo demasiado, la encaminé hacia uno de los temas que más me han impactado en la vida: el jazz. Ello me ha permitido enamorarme y asombrarme con cada dato que leo y con cada pieza que escucho. Si por gustarme la música y los artistas que escucho la gente decide llamarme anticuada, ¡pues que así sea hoy y siempre! He dicho. Por eso también me encanta el nombre que escogí para mi sección. Así que espero seguir escribiendo sobre las grandes leyendas del jazz, pero también comenzaré a re direccionar mi sección hacia otra música y otros artistas, para así platicarles sobre mis otras obsesiones musicales post la Era del Jazz. Eso será en otros artículos, se los prometo. 

Y bueno, una vez más el destino interfiere de manera increíblemente positiva en este artículo. Hace un par de meses, llegó a mis santas manos el libro “Guía incompleta del Jazz” del maravilloso caricaturista mexicano Eduardo del Río, mejor conocido como “Rius” y déjenme decirles que es una verdadera chulada. Imposible no leerlo completo desde la primera sentada; el libro nos transporta al mundo del jazz de una manera que sólo el gran “Rius” puede hacerlo: a través de excelentes ilustraciones, relatos históricos y cómicos, datos interesantísimos y una línea del tiempo muy fácil de comprender. En pocas palabras, es EL libro para todos aquellos amantes del jazz y que queremos conocer su historia. Recuerden que yo apenas comienzo a hacer mis “pininos” en este tema, así que indudablemente me enamoré del libro y quisiera compartirles a grandes rasgos el contenido de éste.

El libro comienza explicándonos que el jazz es una música predominantemente negra, creada obviamente por negros influenciados por todo tipo de ritmos africanos. Dichos negros (siento que ya dije mucho la palabra “negros” y en verdad no quisiera sentirme tan racista como lo estoy sintiendo) llegaron a Estados Unidos como esclavos y a fines del Siglo XIX, gracias a la guerra, surgen cantos de trabajo –esclavitud- y música militar cuyos principales instrumentos se volvieron esenciales para el jazz: la trompeta, el clarinete y el tambor occidental. Único punto a favor de la guerra. Y todo lo anterior se desencadena en la considerada cuna del jazz: Nueva Orleans. Es en este maravilloso lugar donde se forman bandas de música de negros (otra vez con el “negros”) que le dan vida a la ciudad tocando en actos políticos, entierros, bailes, fiestas y por supuesto, en los famosísimos burdeles. Cito textualmente: “[…] sin exagerar, puede decirse que el jazz nació de madre prostituta y padres curas y militares”.  Hasta se me enchina la piel de sólo leerlo, qué nacimiento tan extravagante y qué magnífica frase.

Pronto nació el llamado “estilo Nueva Orleans” y grandes músicos comenzaron a darle vida al jazz como King Oliver, Jelly Roll Morton y por supuesto Louis Armstrong, sin embargo en 1917 con la Primera Guerra Mundial, el gobierno convirtió a Nueva Orleans en base naval y adiós bares, adiós prostíbulos, adiós salones de baile y adiós jazz. Todos se tuvieron que transportar a otra parte: Chicago y Nueva York. Y es en 1920 cuando se da la famosa “Prohibición” en donde los que no bebían ni una gota, pronto se volvieron alcohólicos y en donde los bares clandestinos eran la orden del día. Aquí surge la llamada “escuela de Harlem” con artistas como Duke Ellington y Nat King Cole. ¿Ya ven? Sí sé un poquito del tema.

Este extraordinario libro, también nos habla de los pianistas, trompetistas, saxofonistas y gargantas más representativos del jazz (incluidas mi par consentido de amigas Ella y Billie), así como de la evolución musical del mismo y quiénes fueron los encargados de ello. También contiene un importante e interesante diccionario junto con un árbol genealógico y una lista excepcional de 50 obras maestras del jazz recomendadas por el mismísimo “Rius”. En fin. Podría pasarme toda la tarde transcribiendo este maravilloso libro, pero la verdad es que prefiero meterles el gusanito y animarlos a que lo compren, es una verdadera joya y no se van a arrepentir. Es más, si quieren regalarme otro, no hay problema, podría tener una amplia colección del mismo libro y viviría como la excéntrica mujer con miles de copias de “Guía incompleta del jazz”. 


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La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!

 

Eric Clapton se despide de B.B. King con estas palabras



El británico expresó su tristeza por la muerte de la leyenda del blues en un video de Facebook; Clapton agradeció a King por el apoyo y la inspiración que le dio durante su vida.


LONDRES (AFP) — El guitarrista de blues y rock británico Eric Clapton rindió el viernes homenaje a su "querido amigo" y mentor B.B. King tras la muerte de la leyenda del blues a los 89 años.

"Sólo quiero expresar mi tristeza y dar las gracias a mi querido amigo B.B. King", dijo Clapton en un corto video publicado en su página de Facebook

"Quiero darle las gracias por toda la inspiración y el aliento que me dio como intérprete a lo largo de los años". 

"No quedan muchos que toquen de la forma pura en que lo hizo B.B.", dijo en el video, que rápidamente atrajo casi un millón de visitas. 

El exguitarrista de Cream, de 70 años, dijo que su amigo fue un "faro para todos nosotros", los amantes del blues. 

Clapton animó a quienes no están familiarizados con la obra de King a que escuchen su álbum de 1964 "B.B. King Live at the Regal", precisando que ahí y agregó que es "donde empezó para mí como guitarrista joven". 

Clapton firmó junto a King el álbum "Riding with the King", en el año 2000.

http://www.mcquain.com/lespaul/favorites/BB%20King/BBKing-Clapton.jpg

La Revolución de los Alcatraces: siembra insumisa de la fértil cosecha feminista


Cinetiketas | Por Waldo Nandú | 



A través de una narrativa fluida, con buen ritmo, precisa y con una fotografía que resalta y cautiva, el largometraje documental “La Revolución de los Alcatraces”, de la realizadora argentino-mexicana, Luciana Kaplan, nos adentra en la historia de la activista social, política y feminista de origen oaxaqueño, Eufrosina Cruz Mendoza, quien saltó a la fama internacional en el año 2007, al haber ganado la Presidencia Municipal de su comunidad pero sin habérsele permitido ejercer dicho cargo, anulándose y desconociéndose su victoria, con base en el sistema conocido como de “usos y costumbres”, sistema normativo y de organización política, social y cultural internos de los pueblos originarios de Oaxaca, el cual posee fuertes pulsaciones machistas, así como misóginas dinámicas. 


Kaplan nos muestra al círculo íntimo de Eufrosina; las conductas, experiencias y pensamientos de los integrantes del mismo, lo cual fuertemente moldeó, desde temprana edad, el carácter aguerrido, la actitud no conformista y la forma de vida de contribución a la colectividad de “La China”, mote con el cual Eufrosina también es conocida y apreciada. Igualmente, exhibe el trabajo constante, las labores de concientización y activación, de búsqueda del ejercicio y disfrute de sus derechos, que Cruz Mendoza lleva a cabo, desde hace tiempo, en distintas comunidades de la región a la cual pertenece la suya, a pesar de la desconfianza y apatía iniciales de algunos de sus paisanos; no obstante las trabas, envidias, difamaciones y agresiones en su contra, provenientes principalmente de hombres, ya sea por motivos políticos o socioculturales.


El documental en cuestión NO es una biografía cansina, edulcorada o acrítica de la protagonista. Tampoco se trata de un panfleto en su favor o en contra de todos los hombres o costumbres del estado del país con mayor número de municipios y de ordenamientos jurídicos de autodeterminación indígena. Constituye también una interesante y accesible investigación sociológica; un retrato ni frívolo ni pretencioso, a partir de una de sus flores más olvidadas, arrinconada en terrenos sumamente hostiles, del campo mexicano de los derechos humanos, la equidad y la democracia verdadera, de abajo. 

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Un acierto más de la obra en turno de Luciana Kaplan, el cual también le ayuda a no convertirse en una oda insultante a Eufrosina, es presentar, sin manipulaciones, sin juicios personales o intervenciones, “al natural”, los testimonios y versiones de los adversarios y no simpatizantes de “La China”. 


A pesar de lo anterior, considero que la documentalista estuvo muy cerca de abusar del recurso de enseñarnos las difíciles condiciones, las agrestes circunstancias, de distinta naturaleza, que rodean -desde su nacimiento- a varias Eufrosinas. Asimismo, pienso que estableció con Cruz Mendoza un nivel de relación que no le permitió cuestionarle totalmente, de manera adecuada, profunda, asuntos como su incursión en la política institucional, como legisladora local, vía el Partido Acción Nacional (PAN), el cual es un instituto político de derechas, cuya historia acredita minimización y desprecio condenables para con los pueblos indígenas y las mujeres. 


Por otra parte, el sonido no es una de las virtudes de “Eufrosina's Revolution”, título en inglés del documental en análisis, porque en diversos momentos, sin ser los más cruciales, casi no se perciben, o de plano no se logran entender, ciertos diálogos o declaraciones. De esta forma, por desgracia, el sonido sigue siendo el marcado talón de Aquiles de muchas producciones cinematográficas mexicanas, ya sean estás de ficción o documentales. 


¿Puede servir de inspiración, no sólo a mujeres, la historia de Eufrosina? Sí. 


¿El documental de Kaplan contribuye a ello, así como a recordar, o conocer por primera vez, según sea el caso, sin alarmas maniqueas, la situación de abandono y explotación, de abuso y discriminación, de larga duración, que padecen los indígenas, más si son mujeres? También. 


Por eso es recomendable observarla, debatirla, distribuirla masivamente y, sobre todo, emprender, o continuar, con las revoluciones personales y comunitarias que, más temprano que tarde, derroquen definitivamente a las tradiciones, políticas e instituciones contrarias a la dignidad y felicidad de las mujeres.


Compartimos la entrevista realizada por Cinetiketas a Luciana Kaplan, directora de La Revolución de los Alcatraces.

El hedor del progreso

 Opinión Espacial | Jaime López Blanco |


Salgo en búsqueda del personaje central de nuestro nuevo proyecto documental. Solamente conozco su nombre, su apellido y la colonia en la cual vive (Balcones del Sur), pero ignoro la dirección exacta y algún teléfono para localizarlo, ya que esos datos los he extraviado. Aun así, estoy decidido a encontrarlo.

Para esto, debo abordar la nueva línea del Metrobús en Puebla; el pasaje es gratis, todavía. Unas señoras me indican que, para llegar a Balcones, debo bajar en Independencia y de ahí abordar una alimentadora. Subo en la estación que se encuentra por el Mercado de Sabores. Más de 100 personas nos encontramos viajando en una misma unidad. El calor se encierra y los olores también. Lo bueno es que ese día me tocó bañarme y me unté desodorante. Lo malo es que la memoria olfativa me hace recordar un hedor que no percibía desde hace 9 años, aproximadamente, cuando trabajaba como botarga dentro del show de un payaso proveniente de Tonanzintla. En ese entonces, las botargas en las que me metía olían a sudor viejo, sin lavar desde hace mucho tiempo. Ese mismo olor me recordó mi estancia en la nueva línea del RUTA.

Las niñas y los niños son los más contentos de que los empujen, a diestra y siniestra, en cada parada del Metrobús. En las estaciones con mayor número de gente, el chofer se espera de 25 a 30 segundos para activar sus alarmas rojas y ruidosas con las que avisa que ya va a cerrar sus compuertas; en las estaciones con poca gente, se detiene de 15 a 20 segundos. Durante mi trayecto, observo el Club de Golf Campestre y vienen a mí mente las siguientes preguntas: ¿Por qué el gobierno se ha empeñado en “vender” al pueblo el concepto de que el progreso está en el cemento, mientras que los dueños del capital reservan las extensas áreas verdes para la recreación y esparcimiento de ellos y de los suyos? ¿El derecho a disfrutar de los árboles y la naturaleza es sólo para los que pueden pagarlo?

Más adelante en el recorrido, el slogan “Tu defensa en el Congreso” me hace darme cuenta de uno de los eternos candidatos a diputados del Partido Nueva Alianza, Roberto Ruiz Esparza, ex futbolista que sigue recurriendo a sus antiguos éxitos como deportista para que enajenados del fútbol soccer le otorguen su sufragio. Bajo en la estación equivocada, debido a que me voy con la “finta” de que la estación Independencia es la que se ubica cerca del mercado del mismo nombre. No es cierto. Esa estación se llama Tarascos. Vuelvo a abordar el RUTA línea 2 y por fin encuentro la estación indicada. Espero la alimentadora que se dirige a Balcones vía la Prolongación de la 3 A Sur.

Unos chavitos se “trepan” al microbús solo para ahorrar dos cuadras de caminata. Visten unos pantalones sucios y rotos pero disfrutan de su juego. Intentan bajar por atrás; su estatura no les permite alcanzar el timbre, ni siquiera cuando quieren brincar. Se ríen y uno de ellos se baja primero por adelante. El otro chavito se me queda viendo, suelta una pequeña risa y me dice: “¿Cómo ves, ya se bajó antes?” Se voltea, se baja por la puerta del chofer y alcanza a su amigo.

Posteriormente, escucho la plática entre un joven, que viaja con su esposa y su pequeña bebé, y un tipo que recién acaba de abordar el transporte. El primero le pregunta al segundo sobre un conocido en común. Luego hablan de su trabajo; el de la esposa e hija se dedica a la albañilería. Me doy cuenta, por la charla, que Balcones del Sur es un lugar donde mucha gente se dedica a la construcción y a ser albañiles. En medio de su conversación, sale a la luz el asunto de tener hijos en este país. El que va solo exclama: “Está cabrón”, para luego contar a su amigo que él va por el tercero, que nace en octubre. Me digo a mí mismo, ¿porqué si está tan cabrón, siguen reproduciendo esclavos y esclavas para este sistema de gobierno y vida en el que existimos? Volteo a ver a la bebé del otro sujeto y espero que ella no sea una esclava más en este país.

Balcones del Sur es un mundo. Como ya lo señalé, varias familias se dedican a la albañilería. Pregunto en varios lados por el señor que quiero encontrar pero nadie lo conoce. No tengo éxito. No encuentro al personaje al que iba decidido a hallar. Lo que sí encuentro es una road movie real de una parte marginada de Puebla en la cual, a lo lejos, veo una camioneta perifoneando el nombre de la candidata del PRI-Verde, Graciela Palomares, quien, en la red social Twitter, se hace llamar @GracePalomares; quizá porque Graciela no suena tan nice como Grace. Ojalá alguno (a) de los candidato(a)s del Distrito 11, al cual pertenece la zona en cuestión, vinieran trepados en las camionetas de publicidad, a pleno rayo del sol, para que así se dieran cuenta de las condiciones en que se encuentran abandonadas las colonias del sur. Soy ingenuo. Suspiro. Tengo que regresar a mi punto de partida, echar reversa. Emprendo mi retorno. Siempre en reversa, como muchas cosas en nuestro México.
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