Una semblanza de Gabriel García Márquez






Después de ser candidato durante cuatro años consecutivos al premio Nobel, el 21 de octubre de 1982 la academia sueca de letras otorgó a Gabriel García Márquez, periodista y escritor de origen colombiano radicado en México desde 1961, el premio Nobel de literatura: “por sus novelas e historias cortas en las que la fantasía y la realidad se combinan en un mundo rico de imaginación, reflejando la vida y los conflictos de un continente”.  Esta fue la culminación de una vida dedicada a la creación literaria, recorriendo un arduo y sinuoso camino iniciado en la zona bananera del caribe colombiano. El anterior escritor latinoamericano en recibir el Nobel de literatura había sido el poeta chileno Pablo Neruda en 1971. 


Viviendo en la ciudad de México, durante 18 meses de intenso esfuerzo creativo, en los años 1965 y 1966 García Márquez había escrito su novela “Cien años de soledad”, considerada por los críticos y sus lectores su primera obra maestra. Cuenta García Márquez que cuando envió el original de la novela a la Editorial Sudamericana en Buenos Aires, al llegar a la oficina de correos, el empleado pesó el paquete y Gabriel descubrió que no le alcanzaba para cubrir el porte completo. En ese momento decidió dividir la novela en dos partes. Días más tarde, pudo enviar la segunda parte. 


Esto nos da cuenta de la difícil situación económica que atravesaban García Márquez y su familia mientras escribía la novela que lo lanzaría a la fama mundial y lo consagraría como escritor de enorme talento literario. “Cien años de soledad” fue publicada en junio de 1967, y su éxito fue inmediato. Gabriel García Márquez ya había cumplido 40 años de edad. Esta es una advertencia para los jóvenes que piensan que el éxito en la vida está a la vuelta de la esquina.


En tres años se vendieron medio millón de copias, y fue traducida a 24 idiomas. Actualmente, las ventas de la novela superan los 50 millones de ejemplares, y se ha traducido a más de 40 idiomas.
   

Todo mundo recuerda el primer enunciado de “Cien años de soledad”: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.” 


Pero pocos recuerdan el último enunciado de la novela: ”Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o de los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Buendía acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.”


Gabriel García Márquez nació en Aracataca, Colombia, cerca del mar Caribe y de la desembocadura del Río Magdalena, el 6 de marzo de 1927. Sus padres fueron Gabriel Eligio García Martinez y Luisa Santiaga Márquez Iguaran. Gabriel fue el primero de 11 hermanos. Gabriel Eligio era telegrafista cuando conoció a Luisa Santiaga, el padre de ella se opuso a que su hija se casara con un hombre pobre y la envió lejos para separarla del pretendiente, pero éste se mantenía en contacto con ella por el telégrafo. 


Años después, en la ciudad de México, en una cena con su amigo Álvaro Mutis, éste le comenta que tenía una idea para escribir una novela de amor sobre una pareja que en su juventud, por diversas razones, no puede mantener la relación y se separan. Cada uno hace su vida por su cuenta, pero ya ancianos los dos se reencuentran y es entonces que reanudan la relación amorosa suspendida por tanto tiempo y se unen hasta la muerte. 


Después de un tiempo, García Márquez le pregunta a Álvaro si pudo avanzar sobre su novela y Mutis le contesta que no había logrado cuajar la idea. Entonces, García Márquez le pregunta si puede tomarla para uno de sus libros. Álvaro le dice que adelante, escriba su novela. Gabriel toma ésta idea, junto con la historia de sus padres, para escribir “El amor en los tiempos del cólera” publicada en 1985.


Los primeros 8 años de su vida los pasó con sus abuelos maternos porque sus padres se cambiaron a Sucre, donde su padre ejercía el oficio de farmacéutico. El abuelo le hacía leer un diccionario con ilustraciones palabra por palabra, como si fuera un libro común. Cuando murió el abuelo, el niño se fue a Sucre, con sus padres; y empezó su educación secundaria en el colegio jesuita San José, en Barranquilla, un puerto en el Caribe donde desemboca el rio Magdalena.


En 1947, siguiendo el deseo de sus padres, se traslada a Bogotá para ingresar en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Es ahí donde empieza a leer todo lo que le cae en las manos. La primera obra que le causa una impresión profunda es “La Metamorfosis” de Franz Kafka. El primer enunciado de la novela es: “Cuando Gregorio Samsa se despertó después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. Cuando leyó esto, Gabriel se dijo a sí mismo: Si alguien es capaz de escribir algo así, entonces es posible escribir cualquier cosa.


En abril del año siguiente, es asesinado el político liberal Jorge Eliecer Gaitán y se inicia un periodo de revuelta social conocida como el Bogotazo, que produjo, extraoficialmente, más de 3 mil muertos. La universidad es cerrada y García Márquez se traslada a Cartagena para seguir sus estudios universitarios.


Viviendo en condiciones precarias en Cartagena, Gabriel enferma de pulmonía y se traslada a la casa de sus padres para curarse. Durante su convalecencia, envía un mensaje a sus amigos en Bogotá Alvaro Cepeda, Ramón Vinyes y Germán Vargas, pidiéndoles que le manden algo para leer mientras se recupera. Cada uno de sus amigos prepara una caja de libros y las entregan a uno de los hermanos de Gabriel que se encarga de hacérselas llegar.


Las cajas contenían lo principal de la novela contemporánea norteamericana y europea: Mientras agonizo, Luz de agosto y El Villorio de William Faulkner, Manhattan Transfer y otras novelas de John Dos Passos, Contrapunto y Mi tío Spencer de Aldous Huxley, El camino del tabaco de Erskin Caldwell, La señora Dalloway de Virginia Wolf.


A la orilla del rio entre los árboles y tirado en una hamaca, Gabriel se dedicó a desmenuzar cada relato y cada novela hasta desentrañar los múltiples y complejos mecanismos del arte de la narrativa. En líneas generales, García Márquez aprendió la técnica para escribir novelas. Inspirado por “Mientras agonizo” pudo escribir su primera novela “La hojarasca”, los recuerdos de su infancia y la historia de Macondo-Aracataca, el pueblo donde nació.
    


En 1950, envía la novela a la editorial Losada en Buenos Aires, para su publicación. Sufre una decepción muy grande cuando recibe una carta del español Guillermo de Torre, agente editorial de Losada, donde después de reconocerle un cierto toque poético, lo descalifica como novelista negándole un futuro como escritor y recomendándole que se dedicara a otra cosa. Mucho tiempo después, Gabriel García Márquez reconocería que de no haber sido por su intensa e indeclinable vocación de escritor, hubiera abandonado para siempre la literatura.


Mucho se ha escrito y discutido acerca de las influencias literarias en la obra de García Márquez. En diversas ocasiones, él mismo declaró que después de haber leído a William Faulkner, entendió que debía dedicar su vida a escribir. Los temas predominantes en la obra de Faulkner son la tradición del sur norteamericano, el caos contemporáneo y el destino del hombre.


En 1963, cuando todavía no había empezado a escribir “Cien años de soledad”, Ernesto Volkening nacido en Bélgica pero avecindado en Colombia dedicado a la crítica literaria, escribe un artículo en el que analiza el paralelismo de la obra del ya consagrado Faulkner con la obra del incipiente escritor García Márquez. Volkening analiza la influencia de Faulkner en “El Coronel no tiene quien le escriba” y “Los funerales de la mamá grande”. Señala las similitudes del norte caribeño colombiano donde está Macondo, con el sur profundo norteamericano donde transcurren las novelas de Faulkner. El ensayista uruguayo Emir Rodríguez Monegal  señala: “Si se estudia la influencia de Faulkner en García Márquez es porque el narrador colombiano ha sido capaz de hacer algo más que repetir a su maestro.


Una de las novelas de Faulkner que más influyó en la obra de García Márquez es “El sonido y la furia”. El título está tomado del famoso acto quinto, escena quinta de “Macbeth” de William Shakespeare, acerca de lo absurdo y efímero de la existencia. El colombiano utiliza el procedimiento de desarrollar, en desorden cronológico, varios hilos narrativos; y dos o tres personajes describen una misma escena con visiones diferentes. Tanto Faulkner como García Márquez recurren a la técnica del monólogo interior, es decir, dejan que el subconsciente fluya y se exprese libremente. La misma técnica utilizada por James Joyce y Virginia Wolf.


En su novela “Ulises”, James Joyce intenta registrar lo que un hombre dice, ve y piensa; y lo que ese decir, ver y pensar causa en el subconsciente. Virginia Wolf propone: Registremos los pensamientos como vayan cayendo en la mente, sin importar la aparente anarquía o incoherencia de los mismos. El producto de todo esto es lo que se ha dado en llamar “el fluir del subconsciente” o “el monólogo interior”.


Por ejemplo, como es típico en Faulkner, en “El amor en los tiempos del cólera” García Márquez empieza su relato en un momento próximo al final de la novela. Para García Márquez el primer enunciado de una novela es de fundamental importancia: “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. El argumento de la novela se resuelve en un solo día, un domingo de Pentecostés. Por la mañana, apenas clareando el día el doctor Juvenal Urbino de 84 años, uno de los tres protagonistas de la historia acude a la casa de su amigo y rival en el ajedrez, el fugitivo haitiano inválido y fotógrafo de niños Jeremiah de Saint Amour que se ha quitado la vida con cianuro en un sahumerio de oro. Dispensa la autopsia, extiende el certificado de defunción y ordena que sea enterrado ese mismo día. Cuando regresa a su casa para el desayuno con su esposa Fermina Daza de 70 años, la segunda protagonista, se entera que el loro, mascota de la familia apreciada por sus habilidades, se ha escapado porque inadvertidamente le han crecido las alas y puede volar.


Después del mediodía la pareja asiste a una fiesta para celebrar las bodas de plata de un matrimonio amigo y por la tarde, al regresar a su casa la servidumbre le informa que el loro ha regresado y está en una rama del mango en el patio trasero de la casa. El doctor se acerca al árbol y le dice: “Eres un sinvergüenza” mientras intenta alcanzarlo; pero el loro se aleja caminando sobre la misma rama y le responde: ”Más sinvergüenza eres tú, doctor”. El doctor sube por una escalera pequeña recargada en el árbol y cuando atrapa al loro, la escalera resbala y Fermina Daza apenas tiene tiempo de despedirse de su esposo que muere por la caída.


Durante el velorio aparece el tercer protagonista de la historia, Florentino Ariza de 76 años, director de una empresa comercial de barcos de vapor que recorren el rio Magdalena, y primer novio de Fermina Daza en su lejana juventud. Con diligencia y discreción atiende las necesidades del velorio. Acarrea de su casa las sillas faltantes y suministra el brandy para la concurrencia que se ha trasladado de la fiesta al velorio. Cuando el loro regresa, antes de empezar con sus impertinencias, Florentino lo atrapa y lo encierra en un cuarto.


Juvenal Urbino y Jeremiah de Saint Amour quedan enterrados bajo la sombra del mismo árbol, el doctor dentro del cementerio en suelo sagrado, y el fotógrafo fuera del mismo como corresponde a los suicidas; solo los separa una barda. Al final del sepelio, Florentino es el último en irse y cuando se despide le dice a Fermina: “He esperado ésta ocasión durante más de medio siglo para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre”. Indignada porque el cuerpo de su esposo todavía está caliente, le contesta: “Lárgate y no te dejes ver en los años que te queden de vida, que espero sean muy pocos.”


Todo esto ocurre en un domingo de Pentecostés y en las primeras páginas de la novela. Después, durante más de trescientas páginas García Márquez se dedica a contar una de las historias de amor más sensacionales de todos los tiempos. García Márquez decía: “Cuan equivocados están los hombres que piensan que ya no pueden enamorarse porque han llegado a la vejez, cuando en realidad los hombres empiezan a envejecer cuando dejan de enamorarse”.


En 1948 y 1949 escribió para El Universal de Cartagena. De 1950 a 1952, con el seudónimo de Septimus, en homenaje a uno de los personajes de Virginia Wolf; escribió una columna llamada “La jirafa” para El Heraldo de Barranquilla. A petición de su amigo Álvaro Mutis, en 1954 se fue a Bogotá para trabajar en El Espectador como periodista y crítico de cine. Al año siguiente publica un reportaje, en 14 partes, sobre el naufragio de un destructor colombiano y contradice la versión oficial del gobierno del dictador Gustavo Rojas Pinilla. Gabriel García Márquez, por razones de seguridad, tiene que salir de Colombia y es enviado a París como corresponsal de El Espectador.


García Márquez llega a París en julio de 1955. Dos meses antes había publicado su primera novela “La hojarasca”. En esta novela menciona por primera vez el lugar mítico llamado “Macondo”, una recreación literaria de su natal Aracataca. Se hospeda en el hotel de Flandre, un pequeño edificio en ruinas administrado por el matrimonio Lacroix.


El 6 de enero de 1956, El Espectador deja de circular por órdenes del dictador Rojas Pinilla, Gabriel se queda sin trabajo, y empieza una época más de privaciones. Durante 7 meses pasó hambres y no podía pagar el alquiler de su cuarto. El matrimonio Lacroix le permite quedarse pero tiene que cambiarse a un cuarto en la azotea, la parte más fría y donde sólo hay un baño para 17 cuartos. García Márquez sobrevivió con la ayuda de sus amigos, recolectando botellas y periódicos que vendía a los recicladores del Barrio Latino; y cantando boleros, vallenatos y rancheras mexicanas en un bar llamado L´Escale. En esos meses en París escribió “El coronel no tiene quien le escriba” y “La mala hora”.


Por esas fechas llegó su amigo Plinio Apuleyo Mendoza a quien conoció en Bogotá en sus tiempos de estudiante; y quien después escribiría sobre García Márquez en “El olor de la guayaba”.  En el verano de 1957 Plinio Apuleyo compró un viejo Renault y decidieron viajar, junto con Soledad, hermana de Plinio Apuleyo, a Alemania Oriental. Gabriel cuenta: ”Tuvimos una terrible impresión porque era muy triste la situación de los alemanes del lado oriental, controlado por la Unión Soviética. Un alemán de Heidelberg nos invitó a su casa y nos contó del férreo control sobre la población, del autoritarismo y de la falta absoluta de libertad”. Meses después Gabriel y Plinio Apuleyo viajaron a la Unión Soviética para ver de cerca el experimento socialista soviético. Quedaron decepcionados de lo que ocurría en la Unión Soviética, pero a pesar de ello, García Márquez siempre mantuvo su posición de izquierda. En 1960, tras el triunfo de la revolución cubana, García Márquez viaja a Cuba y se incorpora a la agencia de noticias Prensa Latina. Es entonces que se hace amigo del comandante Fidel Castro y de Ernesto Guevara “el Che”.



En el año 2007, después de una fiesta ofrecida por la esposa del presidente colombiano Álvaro Uribe en Cartagena de Indias, camino a su casa, García Márquez confesaría a su amigo Juan Gossain que no escribiría más. -Pero Gabo, le contestó el periodista-, ¿Cómo está esa vaina de que no vas a escribir más? Si nos estás debiendo al menos dos tomos más de tus memorias. Eran por lo menos tres tomos los que nos habías prometido. En las primeras páginas de su autobiografía “Vivir para contarla”, publicada en 2002 había dicho que ese libro era el primero de tres. 
 

- No va a haber ni dos ni tres ni nada- contestó García Márquez. Ya no me acuerdo de nada, y yo, como todos los escritores, vivo de la memoria. Y la memoria, Juan, ya me abandonó. Durante dos horas de la madrugada, recorriendo las estrechas calles de Cartagena de Indias, García Márquez confesó a su amigo: -Así las cosas. Ya no me acuerdo de nada y esto es muy doloroso para mí porque creo que aún tengo varias cosas que contar.- ¿Sabes por qué me hubiera gustado escribir el segundo volumen de mis memorias?


-¿Por qué, Gabo?- Preguntó Juan. -Por una razón fundamental. Por contar mi participación en los sucesos políticos de América Latina. Hay cosas que la gente no sabe. Unas maravillas de historias. -¿Cómo cuáles?- Como la que me pasó con los sandinistas, el presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez y el general Omar Torrijos.-¿Qué te pasó?- Le preguntó Gossain. Y entonces García Márquez le cuenta su aventura ocurrida a principios de 1979, cuando los sandinistas le pidieron su ayuda, en su lucha para derrocar al dictador Anastasio Somoza.


Otra de sus importantes participaciones en la política de América Latina fue su intermediación con el presidente Bill Clinton. Fidel Castro su amigo personal muy cercano desde la llegada de éste al poder en Cuba, se había enterado que García Márquez estaría en la universidad de Princeton, en Nueva Jersey, para hacer un taller de literatura en mayo de 1998; y le pidió que se entrevistara con Clinton para darle una información secreta sobre un plan terrorista en contra de Estados Unidos, que la inteligencia cubana acababa de descubrir. 


Esta es otra de las historias que García Márquez ya no pudo contarnos. Paradójicamente, en “Cien años de soledad” el escritor describe la peste del olvido sufrida por los habitantes de Macondo. Para recordar los nombres de las cosas, José Arcadio Buendía tuvo que colocar letreros, explicando su uso, en las cosas más cotidianas de la vida. Esta fue una de las tantas premoniciones que García Márquez tuvo durante su vida. 


El domingo 2 de julio de 1961, el mismo día en que se publicaba en los periódicos de todo el mundo la muerte del escritor norteamericano Ernest Hemingway, Gabriel García Márquez llegó a la ciudad de México, procedente de Nueva York, donde había trabajado para la agencia cubana de noticias “Prensa Latina”; con 20 dólares en el bolsillo, acompañado de su esposa Mercedes Barcha y de su primer hijo, invitado por su amigo, el escritor colombiano Álvaro Mutis. Poco después, Gabriel decidió quedarse a vivir en México. Un día llegó Alvaro y le aventó un libro diciéndole: “Toma, lee esto”. Cuenta Gabriel que leyó y releyó hasta la madrugada el libro que le había dejado Mutis, quedando profundamente impresionado. El libro era “Pedro Paramo” de Juan Rulfo.


Gabriel García Márquez solía decir: “Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor”. Murió en la ciudad de México el 17 de abril de 2014, víctima del cáncer que padecía desde 1999.  La noticia se esparció por todo el mundo y la consternación llegó a todos los estratos sociales. En el hotel de Flandre, donde hay un monumento a García Márquez, los parisinos llegaron a entregarle ofrendas florales. El presidente colombiano decretó luto nacional por tres días y en México, en Bellas Artes, se le rindió un homenaje con flores amarillas, las preferidas de Gabo.


Como dice Julio Scherer García, llegó el tiempo de llorar a García Márquez; pero también llegó el tiempo, para aquellos que no lo han leído, en especial los jóvenes, de acercarse a sus obras, de disfrutar de la maestría narrativa y del espléndido e impecable manejo del idioma español de este extraordinario escritor latinoamericano. Leer sus libros es el mejor homenaje que se le puede hacer a Gabriel García Márquez.


En todas partes de éste mundo injusto y desigual que nos tocó vivir, hay aristócratas, burgueses, millonarios, clases medias; pero sobre todo, hay una  inmensa mayoría de seres humanos, los desheredados de la tierra a los que despectivamente se les llama la prole. De esto, Gabriel García Márquez tuvo conciencia plena porque de ahí salió. Aunque García Márquez declaró no ser comunista ni pertenecer a partido político alguno, siempre mantuvo una posición política liberal, progresista y socialista; y solía decir con el sentido del humor que siempre tuvo: “Si el saber no es un derecho, seguro será un izquierdo”.


La clase aristocrática y burguesa colombiana jamás le perdonó a Gabriel García Márquez que habiendo salido de la pobreza absoluta, con su talento y persistencia, hubiera podido llegar tan lejos. Los conservadores colombianos no pudieron soportar que García Márquez fuera amigo de Fidel Castro y de la revolución cubana; y que prefiriera vivir en México, en lugar de haber regresado a Colombia para escribir la parte sustancial de su obra literaria que le permitió, sin abusar de nadie ni explotar a nadie, hacer mucho dinero vendiendo sus maravillosos libros, escritos con su talento y su propio y único esfuerzo. En el último párrafo de su discurso de aceptación del premio Nobel en Estocolmo, Gabriel García Márquez escribió:


Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en éste lugar: Me niego a aceptar el fin del hombre. No me sentiría digno de estar en éste sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a aceptar hace 32 años es ahora nada más que una posibilidad científica. Ante ésta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad, tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.




La importancia de llamarse Ernesto Cardenal

"Esta será mi venganza: Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso y leas estas líneas que el autor escribió para ti y tú no lo sepas"


Poeta, escultor y sacerdote jesuita revolucionario; Ernesto Cardenal nació en Nicaragua en 1925 y llegó a nuestro país cuando tenía 18 años para estudiar en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Mundialmente reconocido por su carácter combativo y por sus poemas a Claudia.

El político y también traductor, estuvo algunos años en nuestro país antes de continuar sus estudios en Nueva York y Europa. En 1950 se hizo guerrillero y regresó a Nicaragua para luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza, en donde se desarrolló como artista. Volvería años más tarde a México para enclaustarse en un monasterio benedictino de Cuernavaca, Morelos, lugar que lo forjó como uno de los principales defensores de la teología de la liberación, doctrina religiosa que antepone la realidad de los más pobres como el desafío primordial de la iglesia.

“México es mi segunda patria y no tengo muchas. Sólo dos. Nicaragua y México es la segunda”.


“El amor a la belleza, me llevo al amor a dios y eso me llevó a la revolución, y ahora desarrolló mi vocación de poeta, pero una cosa es importante, México me hizo revolucionario”


Como tantos poetas de la época, Cardenal viajó a Chile para entrevistarse con el presidente Salvador Allende y la Unidad Popular. Durante los años setenta colaboró en su país de manera muy activa con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y fue nombrado ministro de cultura el mismo día que fue derrocada la dictadura de Somoza. De hecho fue criticado severamente por la Iglesia y el Vaticano, específicamente por Juan Pablo II, quien le recriminó formar parte del gobierno revolucionario y difundir pensamientos comunistas, y en 1984 lo suspendió del ministerio "debido a su militancia política" en el FSLN.

En los últimos años, el escritor de más de treinta libros y otros tantos ensayos, centró su interés en el tema científico, "la expresión de la creación en la ciencia. Leo muchos textos de divulgación científica. Leo desde biología, antropología, etnología, física, astronomía. Me apasiona mucho, desde el cosmos y las galaxias, hasta los peces y mariposas. Para mi todo ello es también poesía, ciencia poética".

"La poesía es un arma y es revolución. La poesía es el lenguaje que nos hizo humanos y sirve para ayudar a combatir la desigualdad, la injusticia y todo el mal de la tierra”. La violencia que se vive hoy en México “es horrible”

El 17 de febrero de 2019 se dio a conocer una carta del Papa Francisco a Ernesto Cardenal informándole del levantamiento de la suspensión a divinis impuesta por Juan Pablo II. Murió el 1 de marzo de 2020 a los 95 años en Managua, Nicaragua. Un enamorado de la revolución en toda la extensión de la palabra.


      EPIGRAMA


Al perderte yo a ti,

tú y yo hemos perdido:


yo, porque tú eras

lo que yo más amaba,


y tú, porque yo era

el que te amaba más.


Pero de nosotros dos,

tú pierdes más que yo:


porque yo podré

amar a otras
como te amaba a ti,


pero a ti nadie te amará

como te amaba yo.


Muchachas que algún día

leaís emocionadas estos versos

Y soñéis con un poeta

Sabed que yo los hice

para una como vosotras

y que fue en vano.

Se cumplen 77 años de la emersión del Paricutín


Del purépecha Parhíkutini, que significa "lugar al otro lado", el Paricutín emergió de la tierra en 1943, advertido en el poblado de San Juan Paranguaricutiro por un habitante que vio brotar humo de una grieta en medio de un maizal y con el paso del tiempo dejó de ser un montículo para adquirir esa imponente forma que jamás podrá pasar inadvertida. 

Las amplias cicatrices que dejó el nacimiento del Paricutín hace 77 años son recordatorio de cuán contingente es nuestro lugar en el mundo. Dos poblados completos desaparecieron bajo la lava que cubrió más de 2500 hectáreas, quedando la iglesia de San Juan Paragaricutiro como única estructura sobreviviente, reforzando desde entonces la noción del fenómeno como un mensaje místico. 



El equipo de Timelapse México se dio a la tarea de explorar este volcán que un día removió las entrañas de la tierra para asombrar por la complejidad de su estructura, hoy por hoy, es el único volcán nacido en el siglo XX del que se tenga registro preciso de la fecha y hora en que vio la luz.




Intervalos - PARHÍKUTINI from Timelapse Mexico on Vimeo.


Créditos:
Timelapse México
Fotografiado por Luis Fernando Pacheco, Carlos Cuesy, Nicolás Gutiérrez y Julián Stubbs
Editado por Julián Stubbs
Música: Orphée de Jóhann Jóhannsson
Producido por Nicolás Gutiérrez y Julián Stubbs

«A veces el amor es un cactus» de Andrea Muriel

Les presentamos una reseña sobre el primer libro de Andrea Muriel, ‘A veces el amor es un cactus’, publicado por Osa Menor. El libro se va a presentar este jueves 6 de febrero en la Ciudad de Puebla en Musa Cultura Visual, a las 8 pm.


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César Bringas
Fotos Mónica Garrido / Osa Menor

Cristina Rivera Garza dice que el amor es aquello que no sabemos que pasó sino hasta que pasó, entonces se convierte en lo anterior. Ya no recuerdo quién me dijo que la felicidad y el amor son como un ovni, todos hemos oído historias sobre ellos, o conocido a alguien que conocía a alguien que conocía a alguien que fue testigo, pero nadie de nuestro circulo cercano ha visto uno. Martha Mega dice que no existen los poemas de amor y desamor, son poemas de ardidas. Todo un nuevo campo en la poética.

Durante mucho tiempo yo escribí poemas de ardidas, yo era una de ellas, más cerca de la zarza ardiendo en el monte que a una persona. Si no me ataca la tristeza, y es un buen día podría decir incluso que yo fundé el género, antes de que Martha le pusiera nombre. Luego lo dejé, y hui, y bajé del monte, apagué mi llama e hice otras cosas, una de ellas ha sido tomar la prosa y dejar el verso.

En A veces el amor es un cactus, Andrea Muriel toma la estafeta de todos los que una vez fuimos incendio, para recordarnos que el amor y el desamor se parecen más de lo que creemos, y que un buen día también desaparecen. Aunque no nos demos cuenta. Aunque nos demos cuenta. El amor, ya lo dice la canción y lo reafirma Muriel, es una ilusión/ de tu pensamiento/ que te hace hacer cosas/ así funciona el corazón.


Más allá de las frases trilladas o el lugar común, en su libro, Muriel utiliza recursos de la poesía más contemporánea, como las redes sociales, para huir de la formalidad y no caer lo más pesado del amor/desamor como podría ser lamernos las heridas siempre con las mismas fórmulas. Haciendo uso de la imagen del cactus como alegoría del amor, nos cuenta la historia de una pareja que no sabe cuando muere la planta y cuando el sentimiento, es difícil saber ambas cosas, aunque las estemos viviendo y aunque haya bibliografía en abundancia para saberlo, a veces necesitamos recurrir a Google para confirmarlo. Debo confesar que después de leer el libro de Muriel quise ponerme a escribir. Que un libro te dé ganas de escribir es quizá como un anuncio de comida que te da hambre.



Últimamente siento que la poesía es más una biografía de la ética personal, antes que de las emociones o de los hechos, la poesía como un sistema de pensamiento, que ayude a explicar de manera más concisa el mundo. El amor, creo, es la última antigüedad que nos llegó del siglo XIX, más o menos intacto, por lo tanto pertenece al mundo, aunque sus causas y consecuencias pertenezcan más al ambiente sobrenatural y la poesía siempre nos ayudará a entender cuando se vuelva anterior.

«Un lugar seguro» de Olivia Teroba



Les presentamos una reseña sobre el primer libro de Olivia Teroba, ‘Un lugar seguro’, publicado por Paraíso Perdido. El libro se va a presentar este jueves 6 de febrero en la ciudad de Puebla en Musa Cultura Visual, a las 7 pm.


Por Rosalba Mackenzie | Fotos cortesía de Paraíso Perdido


Dice Gornick que "en la no ficción, el escritor sólo tiene el 'yo' para trabajar. [que] el escritor debe buscar en sí mismo al otro para crear movimiento y lograr una dinámica. (…) las piezas se acomodan sólo cuando el narrador no está involucrado en una confesión, sino en una especie de auto-investigación que dará movimiento, propósito y tensión dramática." Y también que, en un buen ensayo, "el lector debe creer que el narrador está diciendo la verdad."




La prosa de Olivia cumple con todo eso: a lo largo de 10 ensayos personales, nos habla de quién es, dónde creció, en qué ha creído y cómo se han transformado sus certezas. Parte de una anécdota sencilla: la relación con su hermano menor, quien acaba de mudarse a vivir con ella ahora que por fin se había adaptado a vivir sola. Este relato nos pone en su contexto, nos explica dónde está parada al comenzar a escribir el libro. La seguimos por sus visitas a Tlaxcala, donde está su casa materna, sus abuelos, parte de su identidad; por sus visitas al psicólogo, al psiquiatra y sus acercamientos a la medicina oriental; por su relación con los hongos y los bosques y el horror de la violencia; por sus viajes a Sudamérica donde reflexiona sobre ser mujer y la amistad entre mujeres; por su lectura de la obra de Elena Garro (quizá mi capítulo preferido) que conjuga en relación a lo que la autora vivió. Al llegar al último ensayo es claro que nos habla otra Olivia, alguien que ha transformado su relación consigo y con su entorno mediante una escritura a la que cuestiona todo el tiempo, una escritura introspectiva, honesta, sensible.

Yo le creo no sólo por cómo lo dice o por el proceso que la llevó a decirlo —sobre el que también abunda—, sino porque es transparente y empática. Y esto último es muy valioso, porque nos hace cómplices de esa voz que va tomando fuerza y evolucionando página tras página. No es que termine con verdades tajantes, sino que la persona que nos habla cuestiona desde nuevos lugares. 




Un rol con La Trola y su nuevo material «Inmortal»


La banda poblana de rocanrol "La Trola" ha anunciado el lanzamiento de su segundo material, titulado "Inmortal", que en palabras de los integrantes es una creación su propio entorno, "por muy hostil que este parezca".


“Saludos desde el Mictlán, desde las barricadas de esta ciudad, de unos parecidos a un maldito animal que no soportan más las insignias del oficial, porque todos los gobiernos se las gastan igual, somos testigos de que este mundo fue parido desde el infierno". 


Tras un lustro de la publicación de su primer álbum (La Trola, 2014), la agrupación regresó al estudio de grabación para entregar un disco que pretende llevarnos a dar un rol junto a un personaje autodenominado Inmortal, quien, valiéndose de dichos como "lo que no te mata te hace más fuerte", empieza a abusar de lo que algunos llamarían buena suerte, pero más bien se da cuenta de que todo es parte del mismo sistema, que no quiere matarle y cuelga de su teta.



Y es que La Trola, y la banda que nos escucha, somos eso: gran parte de la sociedad y clase chambeadora somos inmortales (incluso los que han colgado los Panam y se les han puesto sobre ellos las coronas heladas), pues hemos de aguantar las jornadas laborales impuestas de ocho horas (pero si dobleteas, ganas más, no seas güey), jubilarnos hasta los casi 70 añicos sin más pensión que la retribución que te dé un cliente de la comercial por empacarle su despensa, o sobrevivir con los salarios de mierda que asignan nuestros políticos (de izquierda o de derecha) enajenados siempre por el poder.


Podremos escuchar "Inmortal" de La Trola a partir de este 1 de febrero en las principales plataformas musicales y en formato físico en la presentación oficial del disco el próximo 14 de marzo en el Foro Hilvana de la Ciudad de México.

Coronavirus: películas para ver durante de la pandemia

Cinema Coyote | Por Alejandro Carrillo 


El coronavirus o la neumonía de Wuhan ha desatado una alerta sanitaria a nivel global que mantiene en cuarentena a más de 40 millones de personas en distintas ciudades alrededor del mundo.


Recientemente la Organización Mundial de la Salud anunció que la epidemia ya es una emergencia internacional.


ACTUALIZACIÓN: La OMS declara oficialmente la pandemia. El número total de casos globales ha superado los 118 mil.


El virus ya ha cobrado la vida de cientos de personas en China y se calcula que al cierre de esta edición haya cerca de 8 mil casos de contagio. Es muy probable que el problema atraviese nuestras fronteras, y aunque -de momento- el riesgo de contagio es relativamente bajo, no podemos dejar de pensar en todas esas historias apocalípticas que nos ha regalado el celuloide sobre pandemias y zombis. 

El argumento todos lo conocemos, es aterrador y uno de nuestros favoritos: en un país lejano y exótico brota una enfermedad que no tiene cura y se propaga con gran facilidad, rebasando todos los esfuerzos por contenerla y exterminando sin control a gran parte de la población, mientras los protagonistas luchan por sobrevivir y encontrar la cura del virus. 

En tanto la realidad supera la ficción, te dejamos algunas películas que deberías ver antes de la pandemia. No olvides vacunarte, usar tapabocas y evitar ser mordido en los próximos días... o meses.



10. Tren a Busán (2016)

Una de las películas surcoreanas más taquilleras de la historia. Un virus se desata en aquel país asiático justo cuando un padre y su hija toman un tren con destino a Busan. Atemorizados los pasajeros ven cómo en el exterior los zombis atacan a las personas. Naturalmente uno de los infectados logró abordar el convoy de alguna manera.





9. La amenaza de Andrómeda (1971)

Película basada en la novela homónima de 1969, escrita por escrita por Michael Crichton. Tras la caída de un satélite en Piedmont, Nuevo México, se libera un germen de origen extraterrestre que acaba práticamente con toda la población de la ciudad, salvo dos personas. Un grupo de científicos tendrán la encomienda de frenar a "Andromeda" antes de que sea demasiado tarde. 

Un clásico de la ciencia-ficción y una de las primeras producciones en abordar la temática de los virus mortales.






8. Planet Terror (2007)


Dirigida por Robert Rodríguez. Una pareja de médicos descubren que el ejército es el culpable de esparcir un gas sobre la ciudad que infecta a las personas convirtiéndolos en horribles zombis hambrientos de carne humana. Un grupo de personas intentarán hacer frente a los infectados, salvar sus vidas y llegar al único lugar seguro sobre el planeta: Tulum, México.

Quizá esta película no debería estar en esta lista, pero meh, nos encanta. Además cuenta con las actuaciones de Rose McGowan, Josh Brolin, Fergie, Bruce Willis y hasta Quentin Tarantino. Un filme de culto sin lugar a dudas.





7. Niños del hombre (2006)

La historia es una distopía de 2027 situada en el Reino Unido. La humanidad ha perdido la capacidad de reproducirse debido a una pandemia de gripe sucedida 18 años atrás. La inminente extinción de la raza humana tiene al mundo sumergido en un caos y el gobierno de la Gran Bretaña, uno de los pocos países medianamente organizados, ha impuesto una dura política contra los inmigrantes. Una de esas refugiadas está embarazada del que podría ser el primer ser humano nacido en décadas y tendrá que encontrar la manera de sobrevivir. 

Tremendo filme dirigido por Alfonso Cuarón, obtuvo tres nominaciones de la Academia (guion adaptado, fotografía y montaje).




6. Ceguera (2008)

Adaptación cinematográfica de la obra de José Saramago, "Ensayo sobre la ceguera", dirigida por Fernando Meirelles y protagonizada por Julianne Moore, Mark Ruffalo y Gael García. 

Súbitamente la población de una ciudad queda completamente ciega, lo que supone el colapso de las estructuras sociales y el sistema político. La única persona no afectada por la epidemia intentará organizar a los ciegos para sobrevivir.




5. Doce Monos (1995)

Filme de culto en donde Bruce Willis es un recluso que vive en un mundo postapocalíptico azotado por una devastadora epidemia que obliga a la humanidad a vivir bajo tierra debido a un terrible virus liberado por una organización terrorista conocida como el Ejército de los Doce Monos.

Ante los fallidos intentos para encontrar la cura, los expertos determinan que la única salida es enviar a Bruce Willis al pasado para prevenir la epidemia y cambiar la historia del mundo. Joyita.







4. El fin de los tiempos (2007)


Mark Wahlberg protagoniza esta interesante película en donde aparentemente un agente bioquímico ambiental está orillando a los habitantes del área de Nueva York y la costa este a cometer suicidio de manera repentina. Los ciudadanos intentarán huir de las grandes metrópolis a lugares más inhóspitos para ponerse a salvo pero pocos lo lograrán.




3. Soy Leyenda (2007)

Una de las cintas más populares de los últimos tiempos, narra la historia del virólogo Robert Neville (Will Smith), sobreviviente de una pandemia propagada por el virus del sarampión modificado genéticamente con la finalidad de curar el cáncer.

De manera inesperada todo sale mal y el virus sufre una mutación provocando que personas y animales infectados se conviertan en una especie de zombis-vampiros. El protagonista y su perro intentarán sobrevivir, ayudar a otros supervivientes y encontrar un antídoto al mismo tiempo. La película está basada en el libro homónimo de Richard Matheson, publicado en 1954.

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2. 28 días después (2003)

Conocida en América Latina como "Exterminio", fue una de las primeras películas cuyos zombis tienen su origen en un virus de laboratorio y no en el regreso de la muerte. El director Danny Boyle nos regala esta película obligada para los amantes del género en donde un grupo de ambientalistas liberan a monos cautivos en un centro de investigación sin saber que los animales son portadores de un virus letal e incurable. Quedan pocos sobrevivientes que deben buscar la manera de ponerse a salvo y lejos de los zombis.





1. Contagio (2011)

El versátil director Steven Soderbergh y un gran elenco (Matt Damon, Jude Law, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Gwyneth Paltrow, Bryan Cranston) plasman en esta historia de la manera más realista y perturbadora, la propagación repentina de una enfermedad viral que surge en Asia y que se extiende rápidamente a todos los rincones del mundo, causando millones de muertes, mientras los gobiernos, incapaces de poder controlar la situación, dejan en manos de la medicina la última esperanza para encontrar una vacuna. Para lograrlo, los protagonistas deberán seguir los pasos del paciente cero hasta encontrar el origen de la infección (sí, es un animal), mientras miles de personas mueren cada minuto. Ficción incómoda para los tiempos modernos. 

Una calle de la ciudad, llamada ‘Ponent 29’

Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


Una vez que Alex Carrillo –nuestro editor- me comenta cuáles son los hilos conductores de esta primera antología (la muerte y la ciudad), comenzó a retumbar en mi cabeza una historia bastante peculiar y terrorífica que escuché cuando tuve la oportunidad de estar en Catalunya hace un par de años y que me llevó, casi de manera obsesiva (obsesión que por supuesto rayaba en morbo), a buscar toda clase de información que existiera en torno a ella.

El cuento que abordo en ‘Ponent, 29’ se inspira en hechos reales de la vida de Teresita Guitart, una niña secuestrada en la Barcelona de 1912, que siendo adulta vive asediada por su propia tragedia personal al inicio de la ola de violencia y opresión desencadenada por la dictadura franquista, uno de los hechos más desafortunados en la historia contemporánea española.

Con ‘Ponent, 29’,  busco que esta ansiedad que provoca leer historias de hace un siglo, sacudan porque nos enfrentan al mito de la gran ciudad, en este caso Barcelona, una ciudad próspera, cosmopolita, dinámica y que sigue siendo así, pero que se encuentra, como muchas otras, anclada a su propia violencia estructural espectacularizada, y que, además, arrastra los traumas de su pasado. Bajo esta premisa, las narrativas de mi cuento son funestas: se cierran círculos auto-narrativos y al mismo tiempo se van abriendo otros que no se sabe si terminarán en una tragedia aún más grande. Es decir, nosotros, construidos por los hechos de nuestra historia personal, somos reclamados por un destino colectivo más grande, quizá intempestivo, que nos impide, en la cotidianidad, poder vislumbrar qué día despertaremos con un Franco en el poder.

Así, ciudad y persona son una misma. La historia personal de cada uno de nosotros es a su vez la historia de la ciudad en la que se vive, y así como uno tiene muchas etapas en la vida (uno muere y renace simbólicamente interminables veces en una sola vida), la ciudad también. Por eso, la narrativa propia junto con la narrativa de la ciudad, se interpelan, se funden en una sola, y se hacen historia. Aquellos que me conocen bien saben de lo mucho que me apasiona la historia y que soy una fiel creyente de que la creación literaria nos ayuda a rellenar todos esos espacios vacíos que tiene la llamada ‘historia oficial’.

A su vez, ‘Ponent 29’, es un homenaje a esas identidades que nos da la ciudad: el lenguaje, la forma de percibir el mundo, la forma de llorar, de besar una cruz, de prepararnos una tila, etc, entonces, las identidades son moldeadas y forjadas por lo que la ciudad es. Pero también, mi cuento es un homenaje a esa Barcelona que siempre ha luchado por la identidad arrebatada, como la de muchos pueblos, porque aunque nos parezca muy lejana, España, como México, no es una sola. Quise hablar de eso porque lo sentí propio cuando estuve ahí.

La historia de Teresita que escribí para ‘La Ciudad de los Ahorcados’ tiene prácticamente 100 años, y ahora, un siglo después, inevitablemente me surge la pregunta: ¿qué tipo de tragedias nos atraviesan actualmente en esta infinita tensión ciudad-personas?




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