El hedor del progreso

Tengo que regresar a mi punto de partida, echar reversa. Emprendo mi retorno. Siempre en reversa, como muchas cosas en nuestro México.
 Opinión Espacial | Jaime López Blanco |


Salgo en búsqueda del personaje central de nuestro nuevo proyecto documental. Solamente conozco su nombre, su apellido y la colonia en la cual vive (Balcones del Sur), pero ignoro la dirección exacta y algún teléfono para localizarlo, ya que esos datos los he extraviado. Aun así, estoy decidido a encontrarlo.

Para esto, debo abordar la nueva línea del Metrobús en Puebla; el pasaje es gratis, todavía. Unas señoras me indican que, para llegar a Balcones, debo bajar en Independencia y de ahí abordar una alimentadora. Subo en la estación que se encuentra por el Mercado de Sabores. Más de 100 personas nos encontramos viajando en una misma unidad. El calor se encierra y los olores también. Lo bueno es que ese día me tocó bañarme y me unté desodorante. Lo malo es que la memoria olfativa me hace recordar un hedor que no percibía desde hace 9 años, aproximadamente, cuando trabajaba como botarga dentro del show de un payaso proveniente de Tonanzintla. En ese entonces, las botargas en las que me metía olían a sudor viejo, sin lavar desde hace mucho tiempo. Ese mismo olor me recordó mi estancia en la nueva línea del RUTA.

Las niñas y los niños son los más contentos de que los empujen, a diestra y siniestra, en cada parada del Metrobús. En las estaciones con mayor número de gente, el chofer se espera de 25 a 30 segundos para activar sus alarmas rojas y ruidosas con las que avisa que ya va a cerrar sus compuertas; en las estaciones con poca gente, se detiene de 15 a 20 segundos. Durante mi trayecto, observo el Club de Golf Campestre y vienen a mí mente las siguientes preguntas: ¿Por qué el gobierno se ha empeñado en “vender” al pueblo el concepto de que el progreso está en el cemento, mientras que los dueños del capital reservan las extensas áreas verdes para la recreación y esparcimiento de ellos y de los suyos? ¿El derecho a disfrutar de los árboles y la naturaleza es sólo para los que pueden pagarlo?

Más adelante en el recorrido, el slogan “Tu defensa en el Congreso” me hace darme cuenta de uno de los eternos candidatos a diputados del Partido Nueva Alianza, Roberto Ruiz Esparza, ex futbolista que sigue recurriendo a sus antiguos éxitos como deportista para que enajenados del fútbol soccer le otorguen su sufragio. Bajo en la estación equivocada, debido a que me voy con la “finta” de que la estación Independencia es la que se ubica cerca del mercado del mismo nombre. No es cierto. Esa estación se llama Tarascos. Vuelvo a abordar el RUTA línea 2 y por fin encuentro la estación indicada. Espero la alimentadora que se dirige a Balcones vía la Prolongación de la 3 A Sur.

Unos chavitos se “trepan” al microbús solo para ahorrar dos cuadras de caminata. Visten unos pantalones sucios y rotos pero disfrutan de su juego. Intentan bajar por atrás; su estatura no les permite alcanzar el timbre, ni siquiera cuando quieren brincar. Se ríen y uno de ellos se baja primero por adelante. El otro chavito se me queda viendo, suelta una pequeña risa y me dice: “¿Cómo ves, ya se bajó antes?” Se voltea, se baja por la puerta del chofer y alcanza a su amigo.

Posteriormente, escucho la plática entre un joven, que viaja con su esposa y su pequeña bebé, y un tipo que recién acaba de abordar el transporte. El primero le pregunta al segundo sobre un conocido en común. Luego hablan de su trabajo; el de la esposa e hija se dedica a la albañilería. Me doy cuenta, por la charla, que Balcones del Sur es un lugar donde mucha gente se dedica a la construcción y a ser albañiles. En medio de su conversación, sale a la luz el asunto de tener hijos en este país. El que va solo exclama: “Está cabrón”, para luego contar a su amigo que él va por el tercero, que nace en octubre. Me digo a mí mismo, ¿porqué si está tan cabrón, siguen reproduciendo esclavos y esclavas para este sistema de gobierno y vida en el que existimos? Volteo a ver a la bebé del otro sujeto y espero que ella no sea una esclava más en este país.

Balcones del Sur es un mundo. Como ya lo señalé, varias familias se dedican a la albañilería. Pregunto en varios lados por el señor que quiero encontrar pero nadie lo conoce. No tengo éxito. No encuentro al personaje al que iba decidido a hallar. Lo que sí encuentro es una road movie real de una parte marginada de Puebla en la cual, a lo lejos, veo una camioneta perifoneando el nombre de la candidata del PRI-Verde, Graciela Palomares, quien, en la red social Twitter, se hace llamar @GracePalomares; quizá porque Graciela no suena tan nice como Grace. Ojalá alguno (a) de los candidato(a)s del Distrito 11, al cual pertenece la zona en cuestión, vinieran trepados en las camionetas de publicidad, a pleno rayo del sol, para que así se dieran cuenta de las condiciones en que se encuentran abandonadas las colonias del sur. Soy ingenuo. Suspiro. Tengo que regresar a mi punto de partida, echar reversa. Emprendo mi retorno. Siempre en reversa, como muchas cosas en nuestro México.
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