Se escribe diva, se pronuncia Streisand

Por Mónica Castro | Y sí, estoy hablando de la fabulosa Barbra Streisand.

Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara | 


He llegado a mi artículo número nueve y me doy cuenta que, sin planearlo, he escrito acerca de artistas masculinos en el 60% de los casos. Y no porque sea misógina o algo por el estilo (ni tampoco feminista ehh), pero en este artículo pretendo cambiar un poco esa estadística platicándoles acerca de la diva más grande del siglo XX y XXI, y cuya trayectoria artística inspiró a miles de chicas neoyorquinas brindándoles toda la seguridad y confianza en sí mismas para ir a alcanzar sus sueños. Y sí, estoy hablando de la fabulosa Barbra Streisand. Y no crean que lo escribí mal o que fue un error de dedo, no no, ella quiso cambiar su nombre de Barbara a Barbra por cuestiones meramente artísticas.

La primera vez que escuché hablar sobre mi amiga Barbra (somos amigas lejanas, por si andaban con el pendiente), fue cuando tenía unos 8 o 9 años y comenzaba a volverme fan de una serie cómica llamada "La Niñera" que transmitían en cierto canal de televisión abierta. Para todos los que vieron o ven aún de vez en cuando la serie, no me van a poder negar que tanto Fran como su mamá Silvia, estaban seriamente OBSESIONADAS con Streisand, tanto así que la mencionaban a cada rato e incluso en ocasiones, era parte del hilo conductor de algunos capítulos. Afortunadamente varios años después pude comprender bien el por qué y todo de repente tuvo mucha más lógica. También cuando puedan, vean el sketch de Saturday Night Live llamado “Coffee Talk”, protagonizado por Mike Myers y en donde Barbra hace una aparición sorpresa en una de las emisiones. Madonna estaba de invitada y hasta ella se quedó con la boca abierta y en shock. Así de magnánima es la Streisand. 

Barbara Joan Streisand, nace en una familia judía de clase media en pleno Brooklyn y lamentablemente su infancia también tiene ciertos altibajos pero no taaaan extremos como las de mis otros amigos (ustedes ya saben de quiénes hablo). El padre de Streisand fallece unos meses después de haber cumplido ella los dos años y, como era de esperarse en la década de los años cuarenta, su madre tuvo que educar a sus hijos en un ambiente prácticamente de pobreza, tomando trabajos muy mal pagados. Esta serie de desafortunados eventos, tuvieron un gran impacto en Barbra, haciéndola sentir como excluida durante toda su niñez y adolescencia ya que sus amigos y compañeros del colegio, compartían momentos con sus padres y ella, cuando buscaba el consuelo y el cariño de su madre "lo único que recibía era comida". Por lo que he leído e investigado, la relación entre madre e hija siempre, siempre fue algo difícil. Me imagino a Diana Kind -su madre- como el estereotipo que siempre nos han mostrado sobre las mamás judías: medio victimarias, escandalosas, criticonas y medio convencieras. Bueno, el caso es que su madre fue uno de los primeros obstáculos a los que Barbra tuvo que enfrentarse, ya que nunca creyó que su hija podría volverse una estrella debido a su aspecto físico. Si de por sí todos tenemos nuestras propias inseguridades, es una mentada de madre que tu propia madre te las resalte.

A pesar de los problemas que vivía, su principal objetivo era convertirse en una gran actriz; tomaba clases de actuación, salía en las obras de teatro de la escuela y trataba de colarse a algunas presentaciones en teatros locales, pero lo que siempre la caracterizó y por lo que era realmente conocida en el vecindario, era por su voz, por lo que también aprovechó a inscribirse en el coro del colegio. Después tuvo la oportunidad de cantar en un par de bodas y en campamentos de verano, lo que la orilló a grabar unos demos que no le sirvieron para mucho, pero que a final de cuentas convencieron a su madre de apoyar un poco su carrera artística.

Antes de empezar a hablarles de su salto a la fama, quisiera platicarles nada más y nada menos quién era su compañerito de la prepa y del coro, y con el que compartió varias tardes fumando afuera del colegio... Sí... ¡Neil Diamond! ¿Se imaginan? Barbra y Neil, perdiendo el tiempo sin siquiera imaginarse los pedazos de estrellas en los que iban a convertirse. Pasa el tiempo y graban juntos en el 78 la melancólica "You don't bring me flowers" y OBVIO se convierte en un éxito total y rotundo, así, de la noche a la mañana. Si ya la han escuchado ¡aplausos! automáticamente me caen bien. Si aún no la han escuchado y andan en trámites de divorcio o repensando su relación sentimental con alguien, mejor ni la escuchen. Luego no me reclamen por su depresión.


A los 16 años decide probarle a su madre el potencial que tenía y se aventura a vivir sola, aceptando cualquier tipo de trabajo para poder mantenerse. Pero, tal y como era de esperarse, no le fue nada sencillo; no podía pagar las rentas y vivía en los sillones de varios amigos. Incluso a veces regresaba a su casa con todo y que tenía que calarse los regaños de su madre, pero eso sólo le servía para seguir empecinada con sus sueños. Para no hacerles el cuento muy largo, empieza a audicionar en varias producciones de teatro locales y su novio de entonces la anima a entrar a un concurso de talento en el club gay nocturno Manhattan's Greenwich Village en donde interpretó dos canciones y fue ovacionada apasionadamente por todos los asistentes. Me imagino que también de ahí viene el amor y admiración de la comunidad LGBT hacia Barbra. Ella admite haber aprendido mucho de los travestis que conocía en esa época, de su manera de interpretar y adueñarse del escenario, así como poder reírse de sí mismos ante el público. 

Su primer hit en Broadway, donde le cayó el veinte que podía unir sus dos pasiones (el canto y la actuación), se llamó I Can Get It for You Wholesale y fue estrenada en 1962. Ahí no sólo obtuvo el reconocimiento por el que tanto luchó, sino que además conoce a su primer esposo, el actor Elliot Gould, o el papá de Mónica y Ross en “Friends”, como la mayoría lo conocemos y ubicamos. Es en este preciso momento cuando se convierte en la estrella más joven y cotizada de los escenarios. Sí señores, el destino y la perseverancia juegan siempre roles muy importantes en todos los ámbitos de nuestras vidas, ya deberíamos haberlo aprendido.

Bueno, el caso es que comienza una fama desenfrenada de éxito tras éxito en donde protagoniza varios musicales, le ofrecen grabar álbumes con líneas temáticas 100% teatrales y luego llega el éxito internacional de su carrera y la culminación de tantos años de trabajo: la película de “Funny Girl”. Si ustedes me hubieran preguntado hace seis meses qué película tenía ganas de ver, les hubiera contestado una y otra vez que esa, porque además de ser fan de los musicales, había leído buenas reseñas sobre ella y sabía que ese rol de Fanny Brice, había sido crucial en la vida de Barbra, no sólo por darle una característica muy específica de canto, actuación y baile, sino también porque además de ser su primer película, le da el Oscar a Mejor Actriz en el 69, empatando por primera vez en la historia con otra de las grandes actrices del momento: Katharine Hepburn. O sea, tu primer película y ganas un Oscar. Alguien dígale a mi Leo DiCaprio que algo hizo mal… en fin. Afortunadamente ya vi la película (obvio cantando todas las canciones que me sé) y la verdad es que me encantó, excepto un poco por la trama medio misógina pero, en realidad así fue la vida de la actriz Fanny Brice, incluso me atrevo a decir que mucho más trágica. Ese final en donde Streisand interpreta la canción “My man” es verdaderamente extraordinario y sí, hasta lloré. Véanla y les apuesto que se les pone la piel chinita. 



No sé si lo sabían, pero Barbra y otros pocos artistas del mundo del espectáculo, forman parte del exclusivo grupo denominado “EGTO”, cuyas siglas significan EMMY, Golden Globes, Tony y Oscar, todas las principales premiaciones de la televisión, el cine y el teatro y sí, la Streisand ha ganado todos ellos. Su trayectoria no se queda ahí: también ha escrito, producido y dirigido la mayoría de sus películas, de sus álbumes discográficos y recibido muchos otros reconocimientos en distintas áreas. ¡Ah! y aparte de todo, fue un importante ícono de la moda en los años 60, 70 y 80, y es considerada como una de las primeras camaleónicas en cambiar su look rápida y radicalmente, influenciando a toda una generación que la seguía y sigue hasta estas fechas. 

“Evergreen”, “Somewhere”, “Woman in love”, “Funny girl”, “Don’t rain on my parade”, “Memory”, “Papa can you hear me?”, y “People”, no sólo son los éxitos más grandes de Barbra, sino que son canciones que puedo escuchar una y otra y otra vez y que aparte hacen que me den ganas de dejarlo todo e inscribirme a clases de teatro musical. 

La verdad es que, independientemente de todo lo que se diga sobre ella y sus supuestas exigencias y desplantes de diva, sí es de admirarse todo el trabajo que ha hecho esta mujer durante seis décadas para llegar hasta donde se encuentra ahora y con semejantes talentos. Su evolución ha sido constante, palpable y muy atinada; su pérdida al pánico escénico la ha llevado a recibir tremendas ovaciones en cualquier parte del mundo a donde se presenta. Para mí, ella es la “all time diva” y un gran ejemplo de que uno sí puede escoger lo que quiere o lo que no quiere ser en la vida a pesar de tener muchos obstáculos delante. Les dejo una frasesilla que me encanta: 


“I arrived in Hollywood without having my nose fixed, my teeth capped, or my name changed. That is very gratifying to me.”

-Barbra Streisand-


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La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!

  



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