Tan sólo ayer: The Carpenters

Llevo días escuchando las canciones de los siblings y puedo decirles que THE CARPENTERS GIVE ME LIFE


Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Considero con cierta fidelidad que de vez en cuando, nos gusta lo cursi… o bueno, no tanto lo cursi, pero sí lo romántico en términos musicales. ¡Y está bien! creo que es perfectamente necesario y hasta “saludable” admitirlo, porque el escuchar un poco de todo, indudablemente nos hace seres más integrales. Para mí, son más interesantes las personas que gustan y aprecian varios géneros musicales, a alguien que solamente se encasilla en uno (porque de que los hay, los hay). En verdad me gustan muchos tipos de bandas, cantantes y géneros diferentes, aunque creo que ya he dejado bien en claro cuáles son mis tendencias musicales después de 16 artículos… Dicho todo lo anterior, les platico que tiene ya un par de semanas que, por alguna razón, tengo pegada (pegadísima) la canción “Touch me when we’re dancing” y rectifico, por obvias razones, que los Carpenters eran bastaaaaaante románticos y me encanta. Siempre que hablo acerca de los hermanos más melosos de la balada pop estadounidense de los años 70, me encuentro diciendo cosas como: “qué pena, tenía una voz increíble, el hermano no se daba cuenta o qué, se veía muy demacrada, tenía sólo 32 años” etc. ¡Basta de lamentaciones Moniquita! Obviamente la muerte de Karen fue una verdadera tragedia pero los Carpenters, fueron mucho más que eso, así que llegó el momento de enaltecer sus éxitos y sus muchas cualidades auditivas, aunque claro, es imposible no hablar del elefante en la habitación. 



No sé si a ustedes le ha pasado pero yo, cuando pienso en mujeres bateristas, inmediatamente ubico a la bella Cindy Blackman, que estuvo de gira y colaboró con Lenny Kravitz durante un par de años (portadora de un afro espectacular), pero nunca, nunca se me había venido a la mente que Karen Carpenter fue también una gran baterista y que en realidad, su primer acercamiento con la música, fue a través de este increíble instrumento. Le tengo un poquitín de envidia porque siempre he dicho que, de tocar algún instrumento, escogería la batería sin dudarlo ni un segundo, pero como no tengo ninguna habilidad musical -más que el simple hecho de apreciarla-, pues me quedaré con las ganas de hacerlo. Regresando al tema de Karen, déjenme decirles que amaba tocar la batería y en los primeros álbumes del dúo, era ella quien dirigía el ritmo de cada canción, bajo la dirección de su perfeccionista hermano Richard. Éste, tocaba el piano, el teclado, producía y escribía muchas de las canciones que hicieron famosos a los Carpenters, así como cantar los coros tan característicos de sus canciones. Muchas personas en el mundo de la música, admiten y dan crédito a las enormes habilidades de Richard como arreglista y compositor, siendo uno de los mejores de su época; supo perfectamente cómo dar toques creativos e innovadores a cada canción, como una especie de predicción musical para años posteriores.



Voy a contarles algo de la biografía de este par de siblings, pero antes, déjenme inspirarme con alguna de sus hermosas canciones. El otro día, cuando platicaba con mi hermana sobre los Carpenters y por qué los había escogido para escribir el presente artículo, nos dimos cuenta que en realidad no tenemos una fecha exacta de nuestro primer acercamiento con su música o de por qué nos gustan tanto; tengo perfectamente registrado cuándo empecé a escuchar a Carole King, a Neil Diamond o a Johnny Mathis, pero no tengo en registro específico de los Carpenters. Platicábamos que "Close to you" (uno de sus más grandes éxitos), está incluida dentro de muchos CDs recopilatorios de la época, tipo “Páginas del Pasado” y así, y probablemente es la primer canción que escuchamos del dúo. Después recordamos que por ahí del año 2001, mi hermana Elo decidió comprar un CD con sus mejores éxitos y con toda honestidad puedo decirles que, de tanto escucharlo, se rayó horrible y murió. Pero bueno, digamos que murió en plena batalla y con honores. Y bueno, después de este comentario random, estoy escuchando “I Won’t Last A Day Without You” y estoy cantando con harto sentimiento “… when there’s no getting over that rainbow…”




Ahora sí: la historia de los Carpenters comienza en 1946 en Connecticut, cuando Richard nace un 15 de octubre y Karen lo hace cuatro años después, un 2 de marzo. Sus padres, Harold y Agnes, trataron de inculcarles el amor por la música desde edades muy tempranas; a pesar de no ser papás muy cariñosos, ser muy estrictos y aumentarles sus inseguridades (luego ahondaré en ello), quisieron “lo mejor para sus hijos”. Ambos trabajaban dobles turnos con el fin de poder pagarles clases de piano, de batería y hasta de canto. Es en 1963 cuando la pareja decide mudar a la familia a un suburbio en Los Ángeles para estar más cerca del mundo del entretenimiento y la música; mientras tanto, nunca dejó de sonar música en la casa de los Carpenters. La verdad es que no sé si es de esos casos en donde el amor por la música es innato e inculcado por simple pasión o más bien, como una especie de obligación para que los hijos trabajen en ello y se vuelvan famosos. He leído cosas muy fuertes acerca de la mamá Carpenter, así que me inclinaré un poco por la segunda opción. Se dice que los hermanos eran muy diferentes, pero que en realidad el cariño y la admiración entre ellos, era sincera; mientras Richard se la pasaba en el sótano de su casa escuchando música e imitándola en su piano, Karen era mucho más extrovertida y le gustaba hacer deporte y nuevos amigos. Se le ha tachado en más de una ocasión de marimacha, por cómo vestía y actuaba de niña, además de gustarle un instrumento para hombres: la batería. O sea, no inventen… ¡Ah! Y por supuesto, todo aquel que la conocía opinaba que era una linda y feliz “chubby girl”. Así les gusta etiquetarnos a las mujeres, desde siempre. 



Durante su etapa adolescente, los hermanos pulieron sus dones musicales y formaron un trío de jazz junto a un amigo de Richard, Wes Jacobs; en 1966, el trío ganó la “Battle of the Bands” del Hollywood Bowl y de inmediato fueron contratados por la disquera RCA Records, pero el gusto les duró muy poco. Tras grabar varios covers, la disquera decidió dejarlos ir. Big mistake… Big… HUGE! como diría Julia Roberts en “Pretty Woman”. Después de dicho despido, los hermanos siguieron trabajando y grabando demos en una búsqueda inalcanzable por encontrar su “sonido”; decidieron dejar a un lado el jazz y se dejaron influenciar por la música y los ritmos de grupos como “The Beach Boys” y “The Mamma’s and the Pappa’s”, encontrando su zona de confort, en armonías más poperas. Fue entonces que uno de los dueños de la disquera A&M Records, Herb Alpert, escuchó la voz de Karen y le llamó mucho la atención, tanto así que decidió contratarlos en 1969. Su primer álbum Offering prácticamente no tuvo éxito, pero contiene uno que otro de los éxitos del dúo, como el cover que hicieron de “Ticket to ride”




Tras los mediocres resultados de dicho álbum, mucha gente de la disquera trató de convencer a Alpert de que los despidiera, pero él decidió darles una segunda oportunidad, no sé si por buena onda o porque obviamente era un vidente enmascarado. El caso es que el destino se encargó de ponerles en las manos la canción “(They long to be) Close to you”, originalmente de Burt Bacharach, y Richard hizo arreglos tan espectaculares, que en la actualidad nadie recuerda cómo era la canción antes de los Carpenters. Rápidamente el single comenzó a escalar todas las listas de popularidad y a demandarse en todas las estaciones de radio, por lo que la presión para grabar otro éxito era muy grande. Tenemos que agradecerle al “Crocker National Bank” por el segundo single exitoso del dúo y una de mis canciones favoritas de los Carpenters: “We’ve Only Just Begun”. Sí, algo muuuuy random, pero muy cierto; un dato que no sabía y que francamente no me esperaba. Pues resulta que la canción surge de un jingle que se escribió para un spot publicitario del banco (que aparte ya ni existe); me llevé una ligera decepción al darme cuenta que prácticamente la canción es igual al jingle. Digo, obviamente tiene más letra, más música y la hermosa voz de Karen, lo cual ya es mucha ventaja. Richard vio el anuncio y de inmediato quiso grabar la canción entera, contactó a la gente que tenía que contactar y pagó los derechos que tenía que pagar y voilá, el segundo éxito de los Carpenters recién salía del horno y era ya una sensación nacional. Lo grave era que el dúo tenía ya dos canciones en las listas de popularidad y no tenían un álbum grabado, por lo que se pusieron a trabajar un montón y en agosto de 1970 sacan el disco “Close to you”, que actualmente es considerado como uno de los mejores 500 álbumes en la historia de la música. Tenía canciones originales y unos cuantos covers. 



Después de ese grandioso álbum, siguieron otros 8 antes de la muerte de Karen. Imagínense ¡8 discos en tan sólo 13 años! y, como era de esperarse, vinieron los conciertos, las giras, las entrevistas, las reseñas, las invitaciones a programas de televisión y radio y también, las críticas durísimas. La cuestión es esta (y se las voy a platicar de manera muy rápida y light): durante la década de los años 70s, Estados Unidos específicamente, vivió una etapa muy decisiva en términos políticos, sociales, económicos, culturales y por supuesto, musicales. Tan sólo basta con revivir el festival de Woodstock en el 69 para darnos cuenta que los Carpenters no encajan en lo absoluto con artistas como Janis Joplin, Carlos Santana, Neil Young o el legendario Jimmy Hendrix. El rock estaba en su auge y las canciones melosas y romanticonas, no resonaban por ningún lado. Artistas, músicos, productores y ejecutivos de la música en dicha época, mencionan que el hecho de que te gustaran los Carpenters y lo dijeras abiertamente, te hacía de inmediato un conservador teto. Los Carpenters eran políticamente correctos y ello les ganó el desprecio de mucha gente de su edad. Obviamente eran exitosos, porque vendían discos, agotaban entradas a sus conciertos, etc. pero la mayoría de sus fans, eran fans de clóset. Tan simple como eso. Eran los últimos años de la Guerra de Vietnam y no era posible que simpatizaras con una canción como “For all we know”, por ejemplo. Además, uno de los hechos que le añadió más leña al fuego, fue cuando Nixon los invitó a presentarse en una cena de la Casa Blanca en el 72 y ellos accedieron. El desprecio a los hermanos no fue total, ni para siempre, ni mucho menos afectó sus carreras a nivel nacional e internacional, pero sí los dejaron debajo de la lupa por mucho tiempo. Aquí en México, la aceptación del dúo fue inmediata y abierta, nada de “me da pena” o cosas por el estilo.



Llevo días escuchando las canciones de los siblings y puedo decirles que THE CARPENTERS GIVE ME LIFE. ¡En serio! Puedo escucharlas y escucharlas y escucharlas, y nada más no me canso (la que sí se cansó creo que es mi mamá hahaha, pero no se preocupen, también es fan y no de clóset ehh). Me sé la letra de prácticamente toooodas sus canciones, aunque me falta repasar algunas. Les prometo aprendérmelas lo más rápido posible. Mis favoritas son: “Yesterday Once More”, “I Need To Be In Love” (que solía ser la favorita de Karen), obvio “We've Only Just Begun”, “This Masquerade”, “Superstar”, “Rainy Days and Mondays”, “Top of The World”, “Only Yesterday”, “All You Got from Love Is a Love Song”, “Hurting each other”, “Goodbye to love”, “Solitaire”, “Please Mister Postman” (cuyo video chafa grabaron en Disneylandia), “Sing a Song” y “Merry Christmas Darling”. O sea, TODAS… creo. ¡Ah! Y también las que mencioné párrafos arriba, por supuesto. 



Pasó en los Carpenters lo que le pasa en la mayoría de las bandas y que mencioné precisamente en mi artículo anterior acerca de Frankie Valli: el cantante se convierte en el centro de atención y el resto del grupo, pasa a un segundo plano. Karen empezó como la baterista del grupo de su hermano, hasta que éste la convenció de cantar algunos coros y el talento era más que evidente; su dulce y melodiosa voz era un don innato y rápidamente Richard quiso explotarlo al máximo. Las canciones que escribía y componía, estaban perfectamente estructuradas para el tono de voz de Karen, potenciándola en todo momento. En los primeros años de fama, Karen no quiso despegarse de su tan amada batería, cantando y tocando al mismo tiempo, pero comenzaron las apariciones en televisión y/o en conciertos, y la gente quería verla enfrente, donde pudieran ubicarla, lo que en mi opinión ayudó en gran medida a desarrollar su enfermedad. Karen convenció a los productores de las giras que podía cantar y tocar algunas canciones desde la batería, para luego cantar las baladas más exitosas frente al resto del grupo. Ese trato se mantuvo tan sólo un par de años, hasta que su condición física le impidió seguir haciéndolo. Richard, que en realidad era la mente maestra detrás del dúo, fue tachado de ser solamente el pianista de los Carpenters; todo, TODO el mérito era para Karen y casi nada para él. Yo creo que a cualquier ser humano, puede molestarle esta situación, es más que comprensivo ¿no creen? Él trató de disimular un poco su enojo pero a mi parecer, dicho malestar se ha vuelto muy evidente en las entrevistas que ha ofrecido en años recientes. Richard se me hace una persona bastante pesada… no sé… como mamón y hasta medio sobrado. Algunas de sus declaraciones y expresiones, me dan a entender que hay un rencor bastante evidente hacia Karen; trato de no juzgar pero pues… 



Karen Carpenter murió el 4 de febrero de 1983, en casa de sus padres mientras se cambiaba de ropa en el vestidor de su cuarto. La causa de su muerte fue un letal infarto al corazón, causado por la ingesta de un jarabe de ipecac, utilizado para inducir el vómito en casos extremos de envenenamiento o sobredosis. La realidad es que todos sabemos que la verdadera causa de su muerte, fue la década de anorexia nerviosa que trastornó por completo la vida de la cantante. En los años 70, hubo un desplazamiento importante de lo estético y la imagen, sobre lo saludable; lamentablemente Karen fue una de las precursoras de dicho fenómeno. Siempre se le consideró como una chica “gordita”, simpática, tierna, amable, divertida y extrovertida, pero gordita a fin y al cabo. Cuando la fama del dúo comenzó y Karen se veía en fotografías o videos de entrevistas, se odiaba por completo (lo que nos pasa a muchas cuando nos sacan una foto, la vemos de inmediato y gritamos “salí fatal, ¡bórrala!”), y el hecho de tener que estar hasta al frente en los escenarios, era una terrible presión para ella; detestaba su figura de reloj de arena.



Buscando siempre la aprobación de su hermano y de su madre, les preguntaba si se veía muy gorda o no, o si ellos pensaban que debería bajar unos cuantos kilos. Si la respuesta de su familia hubiera sido la contraria, probablemente la historia sería muy diferente. De inmediato, Karen contrató a un entrenador personal que la acompañaba durante las giras, pero el ejercicio sólo hizo que aumentara masa muscular, por lo que rápidamente despidió al entrenador y comenzó una dieta extremadamente rígida impuesta por ella misma. Tenía varios trucos para no comer y que nadie se diera cuenta, como ofrecer de su platillo a muchas personas de manera insistente hasta que se lo terminaran o hablar demasiado durante la hora de comida y esparcir los alimentos en todo el plato, meneándolos de un lado a otro. El uso de laxantes era común en Karen, llegando a tomar 90 pastillas de Dulcolax por noche… POR NOCHE. Richard insiste hasta la fecha que su hermana no pudo haber utilizado el vómito como medio para adelgazar, porque obviamente estropearía sus cuerdas vocales, pero amigos cercanos a la cantante admiten que sí lo hacía. Su peso más bajo, llegó a ser de 37 kilos y lo ocultaba utilizando capas y capas de ropa; se ponía un vestido largo y encima un chaleco y encima un blazer y encima una chamarra y así sucesivamente. La verdad es que algunos de sus atuendos ¡son horribles! precisamente por dicha situación. Obviamente su rendimiento fue deteriorando exponencialmente y estuvo varias veces internada debido a crisis nerviosas y de agotamiento, llegando a cancelar muchos conciertos en Europa; la gente a su alrededor se daba cuenta de lo que pasaba, pero no podían hacer nada ya que la familia de Karen (especialmente su madre) no dejaba que nadie se metiera en los asuntos que “sólo le incumbe a la familia resolver”. 



Para muchos, la gota que derramó el vaso fue su casamiento con Thomas James Burris a mediados de 1980, un descarado hijo de p… que sabía perfectamente lo que hacía. Divorciado, con un hijo de 18 años y una supuesta fortuna, convenció a la cantante de casarse con él tan sólo meses después de haberse conocido. El anhelo de Karen por convertirse en madre era tan grande, que aceptó a este patán que, un día antes de la boda, le confesó que años atrás se había realizado una vasectomía. Karen quiso cancelarlo todo pero ¿quién creen que fue la que se lo impidió y le dijo que se lo tenía que bancar? Obvio: la madre. El matrimonio fue un infierno total, orillando a Karen a llevar al extremo su enfermedad. El tipo le quitó todo el dinero que pudo en cuestión de meses. Mientras todo esto pasaba, su hermano entró a rehabilitación debido a una fuerte adicción a los quaaludes; Karen no quiso perder tiempo y grabó un disco como solista que fue fuertemente criticado por su hermano, al grado en que él mismo prohibió el lanzamiento de dicho material al alegar que era demasiado sexual y no favorecía la voz de Karen para nada. Por último, el favoritismo de la madre era totalmente hacia Richard; muchos amigos de Karen insisten hasta la fecha que lo único que ella buscaba era el cariño y el reconocimiento de su madre, que jamás obtuvo, ni siquiera en las sesiones de terapia familiar a las que asistían para “apoyarla” durante su tratamiento psicológico. La madre fue su peor y más severa crítica pero eso sí, la linda sonrisa de Karen fue la misma cuando pesaba 37 kilos que cuando pesaba 63.



Es desgarrador investigar la historia de Karen y darte cuenta que millones de personas pasan por lo mismo día tras día y sobre todo, deducir que nosotros somos nuestros propios verdugos y quienes nos encargamos de acrecentar nuestros demonios. Si en los 70s nadie hablaba o sabía acerca de la anorexia nerviosa, la enorme cobertura mediática y amarillista que tuvo su funeral y hechos posteriores, sirvieron un poco para que se pusiera el tema sobre la mesa. El mundo perdió a una maravillosa artista, pero también perdió a una amiga, a una colega, a una hija, a una hermana y a un buen ser humano. Juro que estoy escuchando otra vez “I Won’t Last a Day Without You” y bueno… vaya que sí me pone sentimental. Los Carpenters siempre formarán parte de mi repertorio favorito; disfruto mucho escuchar su música y sé que no soy la única en el mundo que lo hace. Ése es el verdadero legado de los grandes artistas: que a pesar de tener historias trágicas que muchas veces eclipsan sus trabajos, podemos oír de vez en cuando una canción y olvidarnos de todo. Me quedo con el romanticismo e ingenuidad de este par de hermanos talentosos que supieron posicionar su música y sus sueños a pesar de tener muchas cosas en contra. Siempre le agradezco a los artistas de los que escribo como si pudieran leerlo algún día, y esta vez no será la excepción: gracias por tanto, Carpenters.

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La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!

 
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