Cinetiketas | Por Jaime López
Al hablar sobre "Rescate implacable" o "A working man", la nueva película protagonizada por Jason Statham, es imprescindible señalar que se trata de una propuesta convencional, que evita tomar riesgos creativos con la finalidad de satisfacer a la audiencia a la que está dirigida.
Coescrita por Silvester Stallone y basada en la novela de Chuck Dixon, la historia se centra en un trabajador de la construcción, que se ve obligado a recordar su pasado militar tras enterarse que la hija de sus jefes ha sido secuestrada por un grupo de tratantes de personas.
Como es de esperarse, el protagonista es presentado como un héroe implacable, que tiene pocos matices en su personalidad. Esto último impide ver a Statham en un registro distinto a otros de sus filmes, por ejemplo, "Snatch" o "Spy".
Así, la obra está repleta de un sinfín de secuencias de acción, en las que el estelar pelea cuerpo a cuerpo con decenas de adversarios sumamente estereotipados y casi siempre sale ileso.
Aunado a lo anterior, el filme de casi dos horas de duración no ofrece algo diferente al avance de dos minutos que fue exhibido en salas o plataformas digitales meses previos.
Ello convierte a "Rescate implacable" es una producción poco novedosa, aburrida y que sólo sirve para hacer lucir a Statham, así como para matar el tiempo si es que el público no tiene nada más importante que hacer.
En cuanto al tema del tráfico de personas, la postura es muy similar a la de la saga estelarizada por Liam Neesom, "Venganza implacable", es decir, superficial y sin darle foco a las víctimas de dicho delito.
Lo importante es ver a Statham repartiendo chingadazos a diestra y siniestra hasta que logre su objetivo de salvar a la hija de sus jefes, interpretada por Arianna Rivas.
Ella es probablemente lo más destacable del filme debido a su frescura y a que se muestra como un ser valiente que, por momentos, logra rescatarse a sí misma. Lástima que su rol quedó a medio gas, sin mayor desarrollo.
En cuanto a David Harbour, el amigo ciego del protagonista, es innegable el carisma del histrión en pantalla grande, pero tiene pocas escenas y su figura solo está de complemento.
Resulta peor el caso de Michael Peña, que da vida al jefe del estelar, pero que luce desangelado y hasta impreciso en sus participaciones. Un desperdicio total.
Finalmente, el realizador, David Ayer, fracasa en consolidar a un nuevo ídolo del género de acción, pues su propuesta parece un reciclaje sin identidad propia, en donde ni siquiera hay secuencias o coreografías inolvidables.