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Letrinas: Sirenas


Primera Posición | Por Liliana Esparza|


Sirenas 


Hay sirenas entre nosotros. Diosas marinas insaciables de pasión que desde hace tiempo tienen piernas y salieron de su casa con el capricho de bailar. Danzan por el mundo al ritmo de percusiones polinesias, gritan de alegría en lenguas desconocidas y cuentan con sus manos las historias de la sal.

El amor, la poesía, el champagne, los espejos, los halagos, las caricias y Chanel Nº 5, placeres terrenales que las doman y las mantienen tranquilas olvidándose del mar. Viven de bailar y florecen con la música, víctimas dispuestas del ritmo giran sus caderas con la misma fuerza con la que las olas golpean la costa en las noches de tormenta.

En sus ojos encuentras la pasión con que la marea cumple todas las noches los caprichos de la luna y en su sonrisa la dulzura de los besos entre la costa y la espuma.

Traen a las olas consigo, viven en las melenas salvajes que les llegan hasta la cintura y que dejan libres para que jueguen con el viento. Tienen la piel dorada, llena de besos de sol, perfumada con encanto, con estrellas, con corales y calor.


Irresistibles, caprichosas, inteligentes, vulnerables, peligrosas. ¡Qué placer encontrarlas, qué difícil mantenerlas! Se saben observadas, disfrutan de hacer que todo aquel que las vea agradezca por haber nacido para después, malvadas recordarles que son inalcanzables.

Prisioneras voluntarias de la danza olvidaron que algún día fueron del mar, sin saber por qué, de la arena recolectan caracoles quizás ellos las llaman, quizás ya deben regresar.


________________________________________________________________________________  La Autora: Enamorada del mar, amante de la danza y adicta a los helados. Sueño despierta, bailo sin darme cuenta, aprendo Ori Tahiti, uso labial rojo y estoy siempre despeinada.

Letrinas: Me encanta el aroma de los salones de danza


Primera Posición | Por Liliana Esparza |


Me encanta el aroma de los salones de danza. Huelen a madera, a brea y a los leotardos nuevos de las bailarinas, al piano, al pianista y las melodías que te sabes de memoria.

Huelen a los calcetines blancos y rosas de las niñas de pre-ballet, a las zapatillas de punta Gaynor Minden recién estrenadas de las niñas de tercero, a la diamantina de los tutús de los ensayos generales y a los diez metros de tela rosa de las faldas para folklore. 

Están impregnados del perfume de mi maestra favorita y de la crema de manos de la que siempre me grita, del esmalte de uñas que se usa para que las mallas no se rompan más y de los polvos de sulfatiazol para secar las ampollas.

Tienen el aroma de las lágrimas de un cisne que quiere volver ver a su príncipe, del sudor de veinte ratoncitos que quieren atacar a Clara cada navidad y de la sangre de una princesa que durmió en un sueño profundo.

Con cada inhalación se llenan mis pulmones de las figuras perfectas que bailarines antes de mí tuvieron que sostener hasta ya no poder más, de la desesperación de las maestras por no ver lo que quieren y de las secuencias que olvidan los alumnos.

El aire está hecho de la desilusión de haber ejecutado un paso a la perfección en vano porque nadie lo vio, de brazos en primera posición y en tercera, de los suspiros enamorados que llegan al terminar cada ejercicio y de todas las coreografías ofrecidas a la luna.

Me encanta el aroma de los salones de danza porque tienen partículas de los sueños de las niñitas que hacen sus primeros relevés, de la pasión de los bailarines experimentados, de la frustración de los últimos de la clase, de los recuerdos de todos que dan sentido a las interpretaciones y de la confianza entre los que bailan en pareja.

Con el oxígeno se mezclan los reflejos engañosos del espejo que no dejan comer galletas, ni tomar refresco, ni terminar ningún alimento, la urgencia de las alumnas por abrazar a su maestra al llegar a clase y la desilusión al saber que ya es hora de regresar a casa.

El cabello salvaje de las bailarinas de danza polinesia y la pasión de los bailarines de flamenco llenan el ambiente de un aire apasionado que contagia a todo el que ponga un pie en el salón.

Me encanta el aroma de los salones de danza, porque no olvidan nunca todo lo que llevan dentro y llenan de vida al artista con una sola inhalación.



La Autora: Enamorada del mar, amante de la danza y adicta a los helados. Sueño despierta, bailo sin darme cuenta, aprendo Ori Tahiti, uso labial rojo y estoy siempre despeinada.
 

Letrinas: Bailar contigo





Primera Posición-
Por Liliana Esparza-


Mi ropa interior favorita ¿para qué? seguridad, mi pequeño vestido negro ¿cuáles tacones? los strappy sandals ¿china o lacia? china obvio, mucho rímel, lipstick rojo, Chanel No. 5, las joyas de mi mamá; ya es la hora, no llegas, dos minutos, el timbre, ¡Bum bum bum! tranquila, respira. Abro la puerta, tus ojos, sonríes, respiras ‘¡Qué guapa!’ sonrío, ‘¿nos vamos?’ eres todo un caballero ¡No seas todo un caballero! El camino más corto, llegamos, ‘¿qué canción es?’ tequila, tu mano sobre la mía, mi canción favorita ¿Cómo respirar? ¡¿Cómo bailar?! ¿Los peces también olvidan cómo nadar cuando pones tus ojos sobre ellos? Comienzas a bailar, mi cuerpo y yo somos uno otra vez ¡This is it! Agudizo mis sentidos, que no se me escape nada, que no se me olvide nada, bailo, bailamos, cerca, más cerca, el mismo ritmo y ya somos uno, ‘eres perfecta’, no puedo ni hablar, más tequila ¿por qué seré tan bajita? Una canción lenta, ‘larga vida al DJ’, tu mirada en la mía, soy un libro abierto, no hay nada para mí en este momento más que tú, no hay nada para ti en este momento más que yo, no me veas así ¡No me veas así! Mi piel contra la tuya, ¿Son esos mis latidos? ¿Son los tuyos? ¡Son los nuestros! Soy yo, pero soy contigo, nací para esto, ¿puedes sentirlo? ¿Por qué las canciones son tan cortas? ¡Qué ritmo tan travieso!


Ahora no tengo miedo de nada y tengo miedo de todo, pierdo el control de mí, pierdes el control de ti ¿Quién tiene el control? la música nos capturó de nuevo, quiero estar aquí por siempre, quiero estar así por siempre, viviendo verbos que sólo se conjugan contigo y conmigo, las comisuras de tus labios ¿Estás pensando lo mismo? ¿Estás sintiendo lo mismo? nos miran, es nuestra magia que inunda el lugar, olvídalos a ellos, vívenos a nosotros, nuestras sonrisas encontradas, mi cuerpo entre tus brazos ¡Viviré aquí por siempre! Dejaré que tu cuerpo me siga gritando, me dices tanto y hablas tan poco, ¡Qué lujo tan grande conversar con tu piel! La música se cansa ¿Por qué? ¡Aún tengo tanto que contarte! “Gracias”, suspiros emocionados y el camino más largo a mi casa, ¡Qué difícil caminar después de bailar contigo!

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La Autora: Enamorada del mar, amante de la danza y adicta a los helados. 
Sueño despierta, bailo sin darme cuenta, aprendo Ori Tahiti, uso labial rojo y estoy siempre despeinada. 

Letrinas: El placer de un esclavo




Primera Posición-
Por Liliana Esparza-


Con ambos pies en el escenario y el primer acorde inicia a escribir una historia usando su cuerpo a manera de tinta. Entrega todo cuanto tiene, sin que te des cuenta te envuelve con sus movimientos y pierdes el control de tus emociones para volar con las suyas.

Fuiste seducido y nace en tu interior un carnaval de emociones extranjeras que festejan el triunfo de un artista que en un juego macabro entró por tus pupilas despertando tus demás sentidos haciéndote su esclavo.

¡Qué placer tan grande vivir por un momento a capricho de quien baila! Llorar, reír, amar, ser manipulado a su antojo y vibrar con los diamantes invisibles expulsados de sus poros, todo sin sentir ni por un segundo su piel contra la tuya. Te hizo suyo y en cualquier momento puede cambiarte la jugada, volverse malévolo y volverte a ti también, o volverse un ángel, y volverte a ti también. Qué afortunados nosotros espectadores que por un suspiro olvidamos quiénes somos para ser en ellos.

Cuanta frialdad de su parte en cocinar por meses manjares para el corazón cargados de electricidad –cuyo origen está muy lejos de las leyes físicas- que no sólo nos tumban a sus pies y nos desnudan el alma, sino que nos hacen agradecerles por ser las víctimas de su malicia.

Volcanes enormes se despiertan si por acto divino cruzas mirada con tu seductor, ahora están conectados con un hilito dorado que mide milésimas de segundo pero que te hace parte de su historia, ubicándote en algún lugar de su traviesa mente, es obvio que tu fuiste testigo de su paso por la Tierra, pero ahora él también es testigo del tuyo.

Ni el sudor, ni el color de sus mejillas, ni lo agitado de sus respiraciones convierten a ese dios en un mortal, porque las bengalas de su actuación vivirán eternamente en tu memoria y en la de todas las almas que dan testimonio de su existencia mostrando al mundo la estela de su arte a futuras generaciones.

Cuando el milagro concluye despedimos a los dioses de la danza con la muestra más limpia de admiración que tenemos y lloramos por un sentimiento que no tiene nombre recobrando la pertenencia de nuestras emociones, esperando la oportunidad para perderla de nuevo.


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La Autora: Enamorada del mar, amante de la danza y adicta a los helados. Sueño despierta, bailo sin darme cuenta, aprendo Ori Tahiti, uso labial rojo y estoy siempre despeinada. 

Letrinas: Todos sabemos y merecemos bailar


Primera Posición-
Por Liliana Esparza-


“Yo no sé bailar” es una frase que he escuchado decir miles de veces, tanto por hombres como por mujeres y nunca sé que responder, y es que “yo no sé bailar” me parece que es hermana de “yo no sé dormir”. El hombre ha bailado desde tiempos primitivos como forma de comunicación y ahora la danza es utilizada para tantas cosas que para mí se ha convertido en una necesidad fisiológica como comer y dormir.

Estoy segura de que todo el mundo sabe bailar, sólo que quizás hay personas que aún no lo descubren o si ya lo descubrieron no lo quieren compartir. Claro, no estoy diciendo que todos tengan dentro un Rudolph Nureyev -porque para eso se necesitan tiempo, disciplina y muchísimas cosas más- pero sí puedo asegurar que todos tenemos ritmo y nuestros cuerpos lo saben.

Y he aquí la razón por la que todos sabemos bailar: Lo único que requieres para bailar es tu cuerpo ¡ni siquiera música! Porque la música está en ti, en los latidos de tu corazón, en la sangre que bombea mandando ritmo a todo tu cuerpo, la música son tú y tu alma, tu cuerpo es el instrumento, y lo único que tienes que hacer para bailar es dejarte llevar.

Por eso se que todos tenemos ritmo, el problema es que no todos se dejan llevar, porque anteponemos la mente y la razón al momento de bailar cuando quién quiere interactuar es el alma, y es que la danza se siente, no se piensa. Ya veo a muchos bailarines pensando en la técnica pero comprobé que primero debes sentir antes de pensar cuando aprendí a hacer 'Pirouettes'.

En clase de ballet, la maestra nos explicó con detalle dónde debía ir cada parte del cuerpo a la hora de girar y yo estaba tan preocupada pensando en la posición del cuerpo que cuando llegó mi turno, sólo logré hacer la postura que ella pedía, sí, todo mi cuerpo estaba donde debía pero no había girado. Después de muchos intentos fallidos logré desconectar mi mente y dejé que mi cuerpo hiciera lo suyo y voilà! Allí estaba mi Pirouette, lo único que debía hacer era sentir y dejarme llevar.

Independientemente de lo que se vaya a bailar lo esencial es silenciar la mente para darle oportunidad al alma de tocar al mundo, no importa si bailas en el antro, en la duela o en tu cocina, lo verdaderamente primordial está en dejarse ir para perderte a ti mismo cediendo ante el ritmo y al mismo tiempo encontrarte dentro de él, porque es en ese preciso momento en que recuerdas que estás vivo.

 


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La Autora: Enamorada del mar, amante de la danza y adicta a los helados. Sueño despierta, bailo sin darme cuenta, aprendo Ori Tahiti, uso labial rojo y estoy siempre despeinada.


 
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