Montaña rusa sin emociones o "Avengers: Age of Ultron"

 Cinetiketas | Por Jaime López Blanco | 


La secuela fílmica que reúne, nuevamente, a varios de los personajes favoritos del universo Marvel, “Avengers: Age of Ultron”, dirigida otra vez por Joss Whedon, funciona como un espectáculo de acción y de efectos visuales continuo, pero nada más. Carece de la emoción natural  y de la buena química entre los personajes de la primera producción. Mucho menos consigue tornarse oscura como varias de las bien logradas segundas partes de sagas de superhéroes que, últimamente, han destacado en el firmamento hollywoodense, tales como “The Dark Knight”, de Christopher Nolan; “X2: X-Men  United”, de Bryan Singer; o “Spider-Man 2”, de Sam Raimi.

  
La principal falla radica en su guión, plagado de constantes escenas de pelea, con el fin de sobreexplotar los apartados técnicos de la película, pero dejando de lado la evolución de la historia y de casi todos los personajes que aparecen en pantalla. Robert Downey Jr., como “Iron Man”, luce ya encasillado y acorralado por la habitual y predecible arrogancia que rige a su rol; Chris Evans y Chris Hemsworth evidencian sus limitaciones histriónicas al sólo aportar, sin sorpresas, su consabida galanura a los personajes de “Capitán América” y “Thor”. Únicamente logran destacar las interpretaciones de Mark Ruffalo y Scarlett Johansson, gracias a las escenas de flirteo entre “The Hulk” y la agente “Natasha Romanoff”. Eso sí, a diferencia de la primera “Avengers”, se otorga más importancia a Jeremy Renner con su “Hawkeye”, lo cual hace que salga bien librado de esta cinta, misma que bien pudo reducirse a menos minutos, tanto en papel como en celuloide.

Las destrucciones de coches, edificios, monumentos, etc., se encuentran al por mayor, cayendo en la acción vacía y gratuita de sagas como “Transformers”, de la que se imita, enfatizándolo, el discurso ideológico de la hegemonía/supremacía estadounidense, presentándose como los únicos salvadores sensatos del universo. La realidad es que los motivos de los superhéroes de Marvel son inverosímiles y rayan en la mojigatería.


“Avengers: Age of Ultron” es la reproducción de la peor esencia de los blockbusters hollywoodenses: poca sustancia, mucha pirotecnia, escaso entretenimiento y un argumento simplón y predecible. 

De lo nuevo, se rescata la presencia de la actriz Elizabeth Olsen como “Scarlet Witch”, ya que otorga cierta sensibilidad a su drama personal; además, resaltan las caracterizaciones de James Spader y Paul Bettany como “Ultron” y “Vision”, respectivamente. El que falla, a juicio de quien suscribe esto, es Aaron Taylor-Johnson como “Quicksilver”, uno de los “modificados”, quien luce desangelado y grisáceo en comparación al “Quicksilver” de “X-Men: Days of Future Past”. Existe una escena simpática, en la cual casi todo el equipo  “Avengers” intenta levantar el martillo de “Thor”, pero sólo es un gag que funciona de forma aislada, ya que no aporta nada relevante a la trama principal.

“Avengers: Age of Ultron” es la reproducción de la peor esencia de los blockbusters hollywoodenses: poca sustancia, mucha pirotecnia, escaso entretenimiento y un argumento simplón y predecible, el cual permite anticipar que a “Los vengadores” se les verá pelear en conjunto (para la emoción de los más fanáticos); de forma individual (para el lucimiento de las supuestas habilidades de cada héroe); que en medio tendrán una que otra derrota (para extender la cinta); pero que, al final, los buenos triunfarán sobre los malos (para la complacencia del espectador promedio).

  
¿Dónde quedan entonces los discursos, diálogos, acerca de titiriteros y títeres, que tanto pregona “Ultron” o esa línea crítica que lanza el villano del filme sobre los invasores estadounidenses? Supongo que en la sala de edición, o desde la revisión y desarrollo del guión, intervenido por los productores de la película, evitando así que se incluyera algo que, sin duda, hubiera dotado a la obra en cuestión de mayor oscuridad y, por lo tanto, de mayor profundidad. Lo peor de todo esta producción desafortunada consiste en que son contados los momentos en que la acción logra conectar con nuestro niño interior, porque tanta escena de pelea y efecto visual hostiga, provocando que la montaña rusa de emociones prometida quede en una simple lomita cuesta abajo.          

Max Rojas, el poeta del caos

El poeta Juan Máximo Rojas Proenza, mejor conocido como Max Rojas, murió la semana pasada -el viernes 24 de abril- en su casa de la ciudad de México, a los 74 años de edad.

Nacido en la capital del país, en 1940, el también promotor cultural se distinguió por mantenerse en la periferia de la poesía mexicana, aunque, debido a la fuerza y cuidado de su obra, logró ser reconocido por un público amplio.

En una semblanza del autor, realizada por Iván Cruz Osorio, se destaca que Rojas estuvo siempre lejano a las grandes editoriales y que sus libros se publicaron en sellos independientes, con tirajes cortos y distribución casi inexistente.

“A contracorriente de cualquier modelo de marketing, la obra de Max Rojas ha sido puesta en la arena principal de la poesía mexicana por una legión de lectores y escritores jóvenes, no como una simple moda, sino como un trabajo consciente de crítica y relectura”, se apunta en dicho perfil.

Max Rojas realizó estudios de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue director del Instituto del Derecho de Asilo-Museo Casa de León Trotsky durante 1994-1998 y Presidente del Fomento Cultural en Iztapalapa A. C., entre 1998 y2004.

Es autor de los libros de poesía: El turno del aullante, Ser en la sombra y Cuerpos, los cuales, según la editorial Malpaís ediciones, lo constituyeron como una de las figuras de mayor influencia en la poesía mexicana reciente.

Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del FONCA en los periodos 2005-2008 y 2010-2013. Obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer 2009 para obra publicada, por el libro Cuerpos uno: Memoria de los cuerpos.

Sus más recientes trabajos poéticos publicado son Cuerpos, editado por Conaculta en 2011, y Poemas inéditos, Malpaís, en 2013. (Vía La Jornada)


A continuación compartimos una de las semblanzas más acertadas del autor, escrita hace algún tiempo por la también escritora mexicana Mónica Gameros.

Por Mónica Gameros |

Lo verdaderamente animal que me sostiene
está dolido.

Max Rojas

Max Rojas es un hombre del tiempo en caos. Constructores de la Nación Zapoteca, y políticos exiliados de Cuba, de ascendencia española, opositores al dictador Machado, a Batista y a Franco, son las raíces de Max, quien nace en nuestro país en 1940 y crece rodeado de artistas rebeldes socialistas.

No es de extrañar que este hombre haya sido comunista, poeta de culto desde su primer libro "El Turno del Aullante" y un vago que ha ido por las calles y los barrios de Iztapalapa para promover la cultura toda su vida.

Alguna vez director de la Casa de Cultura Trotsky, es fumador empedernido, promotor cultural, rebelde de los de a de veras y aún así, Max Rojas se hizo poeta en completa y absoluta soledad. Su cercanía a José Revueltas, Efraín Huerta, León Felipe, Juan Rijano y Emilio Prados entre muchos otros, le llevó a la vida noctámbula frente a las teclas, ¿cómo sería de otra forma?, si las horas del día estaban dedicadas a la difusión de la cultura…

El Turno del Aullante, libro que hoy nos ocupa, fue publicado por primera vez en 1973 con sólo 100 ejemplares de una plaquete que se gestó lentamente desde 1958.

El Turno del Aullante es un clásico de la poesía mexicana, a pesar de su limitado tiraje, a pesar de su poca difusión en medios, a pesar de la esquemática cultura mexicana que prefiere televidentes a lectores, espectadores y no creadores, pasivos neandertales mediáticos.

Max dice “me convertí en poeta de culto porque edité El Turno del Aullante en plaquete y lo regalé a unos cuantos, nadie sabía que era poeta y eso se convirtió en el detonante de una fama pre postuma de la que viví hasta que escribí "Cuerpos"… llegó a ser uno de los libros más fotocopiados en México”.

Se cosecha lo que se siembra, infancia es destino o llámele como quiera. Cuando se habla de un artista, un creador, un inventor de historias hechas poesía como lo es Max, surge la pregunta: Qué detona la bomba literaria de alguien que escribe de esta manera que hiere, que nos transporta por el vacío, la oscuridad, la muerte, la locura, la soledad que lo quema todo:

Tal vez sea la historia de la familia atacada por la represión, el terrorismo de la dictadura, las consecuencias de la segunda guerra mundial, el mundo bipolar, las bombas atómicas, el capitalismo devorándolo todo, las publicaciones clandestinas para juntar fondos para el activismo, sus pasos por encima de tierra, húmedas fábricas, rocas en vez de caminos, cloacas & ciudades perdidas.


Tal vez sea su natural espíritu rebelde, medio anarquista, medio ermitaño, su vida trazada por su Max solitario, un hombre que fue perdiendo su vida colectiva debido a su decepción por la incredulidad y la apatía en la que hemos caído todos. Pero momento, no se equivoquen, porque Max Rojas no es un misántropo, hoy es el poeta de mayor reconocimiento entre escritores y poetas de todas las generaciones, es Premio de Poesía Iberoamericana Calos Pellicer por su libro inicial de Cuerpos, es un filósofo que comparte su tiempo libre con cualquiera que tenga la osadía de plasmar sus demonios con letras, grabar sus palabras en pliego, dejar su voz en el eco abismal que nos rodea.




Max es un vago, un revoltoso, un humanista, un poeta de culto publicado por editores independientes, un poeta poco publicado en papel, muy fotocopiado, mucho muy leído en internet, es un poeta suicida que busca la muerte en un poste por adicción de adrenalina, es un joven al que le ganó el tiempo.

El tiempo siempre el maldito tiempo
presuroso e imparable,
me ha permitido conocer a Max, acercarme al escritor,
tomar tequila con el solitario, leerlo sin duda alguna,
me ha tocado la suerte de escuchar sus versos con su ronca voz,
con el jaguar que mantiene vivo a Max.

Su letra oscura recoge los vocablos de los de abajo y los convierte en arte. Quién dijo que la poesía pertenece a los excelsos, a los académicos, a los intelectualoides bien entendidos de los “secretos que guarda la poesía”, no conocen a Max y se han perdido en el vasto campo de la poesía bonita y artificiosa que hace de la belleza una droga destructiva

Si no tienen el libro El Turno del Aullante llévenlo con ustedes, porque tendrán la oportunidad de viajar al inframundo con este oráculo que lo sabe y lo ve todo, si ya lo tienen, vuelvan a llevarlo en sus bolsas porque este libro es una edición de autor, una cosa de colección, un libro que vale más de lo que ha costado en su producción, es una caja de Pandora que les llevará por las oscuras calles de la memoria de Max y tendrán en sus bibliotecas a un poeta clásico, un oráculo que desde sus años de juventud ya nos responde a cualquiera de las posibles preguntas que surgen en el transcurso de una vida: la rabia, el amor, el orgullo, la desazón, la soledad como efecto secundario del amor.

I
Lo furioso, lo verdaderamente animal
que me sostiene, lo que me guarda en pie
con el rencor crecido, esto como de hueso,
como de dientes que me muerden
después de haber mascado el polvo,
esto de sangre, esto de grito ahorcado
como un aullido en la garganta,
esto como un muro, como un sollozo
largo de noche sin hogueras, lo animal,
lo verdaderamente bronco que me duele en los ojos.
Dije que el mar es algo así como esa diaria muerte
de mi cuerpo. Hoy me sale lo bronco
y me revuelvo, hoy me sale lo herido
y me desgarro –perdón por esta forma
de amargura, pero es que hoy
de muy dentro me sale lo animal desbocado,
la verdadera furia que me empuja:
esto de maldecir espinas por la boca
lo formalmente triste
lo exactamente amargo como el llanto.
Max Rojas, El Turno del aullante


El "Carmín Tropical" de Rigoberto Perezcano


Cinetiketas | Por Jaime López Blanco | 


Un enlace telefónico es el medio elegido para que Rigoberto Perezcano, realizador de cine mexicano, platique con este espacio sobre su más reciente cinta, la cual se llama “Carmín Tropical”, nominada a 10 premios Ariel en su 57va. edición.  “Carmín Tropical” centra su argumento en el regreso de Mabel, un travesti de Oaxaca, a su pueblo de origen, con el objetivo de encontrar al asesino de su amiga Daniela. 


El filme en cuestión opta por las categorías de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Coactuación Masculina, Mejor Guión Original, Mejor Sonido, Mejor Maquillaje, Mejor Fotografía, Mejor Vestuario, Mejor Edición y Mejor Música Original. Viene avalado por el premio al Mejor Largometraje de Ficción en el reciente Festival de Morelia.


Rigoberto Perezcano comenta que está contento con las nominaciones, pero también señala que “los premios no te dicen nada, nada más son un indicador de por dónde debes ir y saber que estás haciendo bien las cosas… No te hacen un buen o un mal cineasta”. A su vez, Perezcano cuenta que “Carmín Tropical” estaba pensada como su ópera prima, pero que, por diversas razones, se vino abajo, llegando a sus manos el proyecto de “Norteado”, cinta con la cual, en ese entonces, también obtuvo 10 nominaciones al Ariel.


Referente a “Carmín Tropical”, su realizador relata que lo más difícil fue enfrentarse al género de suspenso, al género negro, “un tipo de cine al que, no solamente los cineastas mexicanos, sino los cineastas en general, le tienen miedo porque tiene sus propias reglas y eso implica demasiado trabajo”. 


Igualmente, Rigoberto Perezcano charló sobre la elección de sus actores; del equipo de trabajo que lo acompañó detrás de las cámaras y; de realizar un trabajo al que calificó de “sólido y divertido”. A pesar de su buena aceptación en Morelia, y sus recientes nominaciones al Ariel, “Carmín Tropical” no tiene una fecha exacta de estreno comercial en nuestro país. 


Compartimos con ustedes la entrevista para Cinetiketas y el tráiler de la película.


 

Se llevará a cabo el "Vecindad Kalavera Fest" de Aguascalientes



A lo largo de los años, la escena musical hidrocálida ha dado númerosas bandas de las cuales Aguascalientes se siente orgulloso, en el transcurso de los años, La Vecindad del Rock ha brindado sus cuartos para proveer de lugares para ensayar a un gran número de bandas.


Las Komadres, Undersound, Folsom, 4Niken, El Cerro del Muerto, Los Muertos Sospechosos; son algunas de las bandas que se vienen a la mente cuando se escucha el nombre de "La Vecindad del Rock”. Por más de 20 años este lugar ha visto nacer y madurar a varias propuestas musicales de la escena underground hidrocálida.


El recinto ubicado en la Calle Guadalupe en plena zona centro ha abierto anteriormente sus puertas para la realización de un par de festivales con bandas locales, pero en aquellas ocasiones con mano ajena al movimiento musical, siendo así la propuesta de esta índole relegada a segundo plano.


Con la intención de fomentar el talento hidrocálido y en retribución a los espacios que ha brindado el lugar durante tantos años, músicos y promotores de La Vecindad del Rock han anunciado el Primer “Vecindad Kalavera Fest”, que contará con la participación de bandas meramente locales e independientes, así como colectivos de artistas dedicados a la poesía y el arte.



Las agrupaciones confirmadas para el festival son: Koktel Kalavera, Pueblo Bravo, El Coko, Todos somos muertos, La Polla Enmaskarada, Stormchaser, Pippen Percussion, Choice of Revenge, The 50-50, Tonayan’s Punk y Colectivo Tierra.


Cosmic girl

 Pirotecnia Verbal | Por Tuto Flórez |


(Monólogo en paralelo)


Robaré el título, no puedo robarme su aliento, tampoco su alma, pero al menos al tener su título, en cierta forma llegaré a poseer una parte preciada de aquello que llaman espíritu, así es, tendré un pedacito de cielo como trocitos de su ser.

¿Que por qué me fije en ella? No lo sé, la verdad es que no lo sé, sólo vagaba entre mundos, mares y vastos océanos de eternidad, de absoluta nada, de tedio total, me condujeron hasta ese lugar, pueden creerlo, de entre tantas posibilidades, terminé frente a un estúpido pc, en una insulsa red social y justo allí frente a mis viejos y cansados ojos apareció ella; una figura mágica, evanescente, a simple vista, difícil de sujetar, mujer bella y bellaca, de ojos oscuros que miran profundo, siendo oblicua su mirada y estática su imagen, comencé a recrearla en mi mente, traté de figurarme su aroma, imposible, traté de recrear su cadencia al caminar, también fue en vano… entre más me concentraba en la imagen que tenía frente a la pantalla, mayor brillo adquiriría, parecía generar cierto tipo de movimiento, me asuste un poco, sentía como si estuviese experimentado los efectos de un LSD endógeno, que amenazaba con extenderse  por todo el cerebro.

Una angustia extrema, se apoderó de mi cuerpo, porque no podía descifrarla, porque no podía ir mas allá de una simple foto que era incapaz de contener su belleza, no nos separa la distancia, no me separan seis grados de su estela, realmente creo que en este punto ella lo ignora, pero a lo mejor realmente es sólo eso, ha olvidado su génesis cósmica, no recuerda cómo vine a parar a este lugar, poderosa afrodita, simple y sencilla, aun cuando luce austera es imposible ocultar su poderosa fuerza y la magnitud de una belleza que no pertenece a este mundo insulso, a este remedo de otras tierras, ¿qué haré ahora contigo?


Contaré los minutos y dejaré que el universo nos coloque de nuevo en el camino correcto, que el tiempo se despliegue para acercarme a ti de nuevo, de momento sólo me resta agradecer tu presencia, gracias por aparecer de nuevo; de forma simple diré: encontré a la que me gusta, encontré a una mujer que no se asusta, resulta encantadora con su forma humana, sólo espero robar su atención, que me mire y sonría de nuevo. Gracias, Cosmic Girl.


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El autor: Tuto Flórez, nacido en el departamento de Santander, en la caótica y convulsionada, pero hermosa tierra del suramericano país llamado Colombia. Melómano consumado, amante del rock, de la música hecha con sentido, sobre todo de los años noventa y la cultura underground. Cinéfilo por convicción. Crecí entre los textos, de Henry Miller, Charles Bukowski, Allan Stewart Königsberg más conocido como Woody Allen, H. P: Lovecraft y Allen Ginsberg. @tuto201333

Letrinas: El príncipe de las equivocaciones

 Por Eusebio Ruvalcaba |

 

Cuento 

 

El príncipe de las equivocaciones

 

 

Vivo con poco dinero. Poco es lo que necesito. A veces pienso que todos necesitamos poco, pero nos hacen creer que necesitamos carretadas. Y por esa razón nos devastamos. Nos quebramos por dentro. Siempre para tener más. Y más. Lo que he tenido por carretadas es equivocaciones. Me equivoqué en el modo de educar a mis hijos. Me equivoqué en el modo de sobrellevar mi matrimonio. Y ahí sí no había de otra con semejante bruja que me casé. Pero ahí no terminan mis equivocaciones. Desde luego que no. Me equivoqué en la carrera que elegí. Soy ingeniero civil. Alguna vez tuve la opción de radicar en el extranjero y preferí quedarme en este país. Otra equivocación. Si hiciera un recuento, no terminaría.
 
         Y ahora mismo estoy a punto de cometer una más.

         Soy el príncipe de las equivocaciones. Así me pueden decir. Me va bien.

         Estoy solo en casa. En cualquier momento va a sonar el timbre. Es Rosalba. La criada. La tengo que hacer mía. Llevo semanas esperando este momento. Se me antoja muchísimo. La espío siempre que hace el aseo. Si se agacha, se me para cabrón. Cuando sirve la comida, escudriño sus pechos. Por supuesto que no puede andar escotada. Mi esposa brincaría. O peor, la correría. Con la escoba con la que Rosalba barre. Mi esposa es una bruja. Y Rosalba una diosa. Pero en el fondo sé que sí. Que tiene ganas de mostrarme sus tetas. Se ve que las tiene grandes. Enormes. Me encantaría sacárselas por encima de la blusa, que se quedaran atoradas en el brasier, y mamárselas. Es de lo que tiene ganas. Como yo. Ni modo. Tiene novio. Lo primero que voy a hacer es prohibírselo. Viene por ella. Todos los días. Huevón de mierda. La espera enfrente. Recargado en el árbol. Ella sale de minifalda. Se la pone cuando se va. Aquí en la casa no podría andar de minifalda. Mi esposa protestaría. Hay dos hombres aquí en la casa y no quiero tener problemas, le diría. Pero más miedo le daría por mi hijo Bruno. Cabrón. Está guapo y es seductor. De 19 años. Su novia cursa la universidad con él. Se me olvida la carrera. Hay tantas carreras nuevas. Ni siquiera dejan que los jóvenes piensen dos veces qué carrera seguir. Los manipulan para que elijan una carrera que a la larga ni siquiera resulta de su agrado. Nada nuevo bajo el sol. Pero la bruja de mi mujer estaría sobre Rosalba si se imaginara cualquier cosa.

         Ya sonó. El timbre está sonando.

         Me tomaré mi tiempo. Si le abro en forma inmediata se va a dar su importancia. Lo primero es hacerse del rogar. Eso es digno. Así conquisté a la bruja de mi esposa. La procuraba muchísimo, ya saben: atenciones, regalitos, sorpresas. Y de pronto le daba una desconocida. Cuando percibía yo que ya se sentía demasiado segura, la dejaba plantada. Se me olvidada alguna fecha para ella significativa. Le decía Irma en vez de Susana. Lo que fuera. Y las cosas me salían. En lugar de enojarse, su cariño —ya de por sí empalagoso— crecía hasta ser más alto que un volcán. Más ígneo. Más puro. A mí eso me daba risa. Saber que la tenía en las manos me conmovía hasta el hartazgo.

         Una vez más el timbre.

         Me tardaré un par de minutos. Le diré que estaba en el baño. Apenas entre, le pondré la mano en su culito. Capaz que se voltea y me da una cachetada. O quizás sonría y me ofrezca sus labios. El dilema está abierto. Si yo he notado cierta coquetería. Cierto jalón. Como si quisiera y no. Es natural. Le tiene miedo a la bruja. Si supiera. Haremos las cosas de tal modo que jamás se dé cuenta la vieja. Nada hay más fácil que engañar a tu mujer. Son tan vanidosas que se la viven en la estupidez.

         Allá voy.



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El Autor: Nacido en la ciudad de Guadalajara en 1951, Eusebio Ruvalcaba se ha dedicado a escuchar música. Cabal y rotundamente. Pese a que ha publicado ciertos títulos (Un hilito de sangre, Pocos son los elegidos perros del mal, Una cerveza de nombre derrota, El frágil latido del corazón de un hombre…), pese a que se gana la vida coordinando talleres de creación literaria y escribiendo en diarios y revistas, él dice que vino al mundo a escuchar música. Y a hablar sobre música. Y a escribir sobre música.

Cinetiketas: La Tirisia




Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |


La primera secuencia es intrigante. Una joven mujer, que más tarde descubriremos que se llama Ángeles, contempla detenidamente una bolsa de plástico atorada en la parte alta de un cactus; la bolsa intenta escapar de la trampa en la que está metida, pero las espinas de la planta no la dejan irse, quieren retenerla allí en contra de su voluntad, el lapso que sea necesario. Ángeles observa la escena, con mucha cautela, quizá porque se siente identificada con la imagen que está presenciando. Se trata de una  mujer lozana, embarazada, atrapada entre sus circunstancias y una comunidad donde el tiempo parece no avanzar en ningún sentido.


A este primer cuadro se irá agregando otro retrato femenino, el de Cheva, una mujer adulta que vive con sus dos hijos, espera el nacimiento de un tercero y tiene un marido ausente, en un pueblo que no ofrece buenas oportunidades de trabajo para casi nadie. Un cuadro que no es nada ajeno a la cotidianidad de miles de familias, pobres y marginadas, que conforman este extraño país llamado México.


Tangencialmente, descubriremos las historias de Silvestre, Canelita y la madre de Ángeles. Todos ellos, de alguna u otra manera, refuerzan los conceptos machistas que, tristemente, constituyen una gran penosa parte de nuestra cultura e identidad nacionales; asimismo, irán complementando la radiografía de una sociedad sumergida en la enfermedad.


Y es que a pesar de que el argumento de “La Tirisia”, segundo largometraje de Jorge Pérez Solano, centra su título en una superstición netamente mexicana, la cual habla sobre la ausencia del alma o de la presencia de inmensa tristeza, en este caso, en un par de mujeres a las cuales se les orilla a abandonar a sus hijos para complacer a los hombres del hogar, pareciendo que sólo se enfoca en historias individuales específicas, lo cierto es que también estamos ante la revisión de la historia colectiva de un país tirisiento, hundido entre los ecos de la pobreza; la discriminación sexual; ciertos usos y costumbres dañinos de las comunidades; la violencia y doble moral de instituciones como el ejército; la indiferencia de los políticos; el olvido y; las falacias de las utopías.  


Esto es lo que se le agradece a cintas como la de Pérez Solano, el hecho de poseer un guión donde aparentemente no ocurre nada pero que, simbólicamente, es una rica y dinámica antología, la cual encierra múltiples significados y alegorías que evidencian una historia pensada y armada de manera concienzuda e inteligente. Amén de un ritmo pausado en la narrativa que logra transmitir esa pesadez del tiempo y del trabajo en un pueblo rural que se ha convertido en un fantasma más del sistema, sin sustancia propia y sin espíritu.   


La fotografía de César Gutiérrez, además, aporta ese aire de provincia a lugares que difícilmente podríamos ver como protagonistas en diversas historias transmitidas por la televisión, medio en el cual se centralizan y urbanizan los argumentos, dejando como un simple relleno a las comunidades rurales. Acá se podrá sentir la austeridad material de las casas de las protagonistas; la mexicanidad de los esporádicos visitantes ambulantes; la seca rutina de las familias que trabajan en las salineras o; los primeros planos de los rostros de mujeres dando a luz en sus propios hogares sin ninguna asistencia médica.  


¿Qué decir de las actuaciones? Adriana Paz es fascinante en esa introspección de una madre muerta por dentro, que sufre la ausencia de uno de sus hijos. Gustavo Sánchez Parra cumple, con apenas unos cuantos diálogos, al darle vida a ese hombre machista que no deja de soñar despierto cuando mira hacia el cielo. Mercedes Hernández erige sutilmente la conducta femenina de la discriminación hacia las integrantes de su propio género. Gabriela Cartol sorprende con la naturalidad, frescura y tenue interpretación con la que construye a su Ángeles, papel que podría marcar un antes y después en su carrera actoral. Y Noé Hernández es exquisito como Canelita, ya que demuestra su encanto y sus dotes cómicos, mostrando una personalidad totalmente opuesta a la de su anterior trabajo, en Miss Bala.    

     
“La Tirisia” viene avalada por distintos reconocimientos como el obtenido en el Festival Internacional  de Cine de Tesalónica, Grecia; ser la  única  película mexicana  seleccionada  dentro de  la 58va. Muestra  Internacional de Cine en México y; sus  seis recientes  nominaciones al premio Ariel de este año,  pero, sobre todo, por  mostrar  y hacer universal  la fisonomía  agonizante de  una  nación que deambula  entre  el rezago,  la clandestinidad y  los sueños rotos de una vida mejor. 

                   

Letrinas: Ñosue

Por Mónica Castro Lara |
 
 
Ñosue

 
Me despierto súbitamente y con una angustia que francamente he experimentado pocas veces. Miro a mi alrededor y mi cuarto esta tan pacífico y desordenado como cuando me fui a dormir. Hace un calor de la chingada, probablemente eso hace que me ponga a soñar incoherencias. Pero la verdad es que estoy sintiendo horrible... fue un sueño de esos que te ponen a pensar si fue un sueño o no. Lo sentí tan real que en verdad me angustio. Empiezo a acordarme de su cara, la de mi papá, el accidente. Todo. Agarro mi celular y busco en internet el significado de mi sueño, a ver qué demonios puede ser, pero no encuentro más que estupideces que no me ayudan a resolver nada. Me fijo en la hora y son las 3:12 am.


Decido ir al baño a ver si así se me pasa el susto y para variar mi hermano agarró mis chanclas y quién sabe dónde carajo puedan estar. Cuando voy caminando por su cuarto, me aseguro de que está ahí y me detengo a oír sus ronquidos; al parecer está más cansada de lo normal porque es raro que ronque así. Entro rápido al baño y lo único que quiero es secarme este pinche sudor de la cara y del cuello, así que me los lavo con uno de esos geles de baño que tanto le gustan, para mí todos huelen igual pero me guío por los colores y escojo uno rojo. Alzo la mirada al espejo y la veo en mi rostro. Me quedo contemplando sus facciones y me digo en voz alta:


-“Para de mamar tantito Marcos, no te pongas de cursi”.


Me echo una orinada rápida y decido no jalar para no despertarla, dándole chance a que me regañe mañana y me diga una vez más lo puerco que soy.


Regreso a mi cuarto y la cama está asquerosamente caliente, pero ni modo. Me gana el sueño y después de un buen rato me despierta con su habitual pellizco pero me da tiempo de agarrarle la mano y besársela, lo cual obviamente hace que mi mamá me mire feo y me pregunte qué me pasa. En mi sueño no podía concebir mi vida sin ella y veo que en la realidad tampoco.
 
 
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La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!
 
 
 
 

Poesía: La nostalgia es un perro negro

Por R. Israel Miranda |

LA NOSTALGIA ES UN PERRO NEGRO


I

¿de dónde proviene esa punción
esa molestia
ese cosquilleo desesperante que brota
precisamente
cuando se nos viene abajo un amor tan intenso?

¿dónde habita ese dolor
esa desesperanza de largas madrugadas sin sueño?

si cada célula fue incinerada por sus labios
si cada esquina de nuestro cuerpo
aún conserva rastros de su paso desbocado
¿cómo arrancar esa sensación
si es casi imposible determinar
el punto exacto del cual emana?

ahora las noches están fracturadas
y la nostalgia
es un perro negro
dando vueltas alrededor de la cama
y nuestro aliento intranquilo refleja
el vértigo y la certeza
de lo irrevocable

sabemos el desenlace
(siempre lo hemos sabido)
pero no queremos admitirlo
no queremos aceptar
que lo hemos perdido (casi) todo

que hemos sido lanzados al vacío

II

¿de dónde proviene esa punción que nos derrumba
que nos astilla el corazón
y nos despeña hacia una penumbra
que nunca termina?

en verdad que no lo sé
pero sigo buscando
sigo escarbando
y la nostalgia
es un perro negro
dando vueltas alrededor de mi cama
se mete en mis sueños
se apodera de mis ansias

y no soy más que un niño asustado
esperando lo inevitable

ya no me contengo

me arrojo a una penumbra hosca
inacabable

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Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'El Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo. 

Zappa, el hombre de utopía

El Banquete de los Pordioseros | Por Rodolfo Popoca Perches


No es la primera ocasión que le dedico un Banquete al gran Frank Zappa, y si Dios lo permite, tampoco será ésta la última, cualquier cosa que se diga de él, cualquier estudio o análisis crítico que se haga de su música, siempre dejará un hueco que habrá que llenar posteriormente y la tinta derramada en su honor nunca será suficiente.

Decir que Frank Zappa es uno de los mejores músicos en la inagotable y siempre inconclusa historia del rock es un lugar común, es caer en el facilismo siempre injusto con los grandes creadores de cualquiera de las diferentes disciplinas del arte.

Sin embargo, no podemos ni debemos rehuir al comentario, efectivamente, él es uno de los mejores y más importantes músicos, pero no sólo del rock, sino de toda la historia de la música en el siglo XX. En realidad, para Frank Zappa la música no es el fin, sólo el medio para otros fines. La música es el vehículo ideal para la expresión de todas sus inquietudes políticas, sociales, culturales, filosóficas. La música es su pretexto, su justificación, su infalible medio de expresión y lleva ese medio de expresión hasta sus últimas y más radicales consecuencias. Y es que sí, de verdad, Zappa es un genio, no sé si lo podamos llamar virtuoso, pero sin duda es un genio, es uno de los músicos más creativos, ambiciosos e inteligentes, y uno de los críticos más punzantes y aguijoneantes que registra el rock.

Más allá de sus inconmensurables solos de guitarra impregnados de la más pura y viva esencia del blues, más allá de sus sublimes y majestuosas composiciones, ya sea para The Mothers of Invention o para sus ensambles, Moderno e Intercontemporáneo, para quienes ha creado algunas de las más exigentes obra de la música contemporánea, está su contundente e irónica visión de la sociedad, ese implacable comentario crítico ridiculizando a la sociedad en la que nació y creció. Nadie más severo que Frank Zappa para señalar con dedo acusador el “American Way of Life”. Se refugia en la creación artística, esa es su inviolable trinchera y desde ahí lanza sus dardos punzantes.

Pero aunque la crítica social y política sea el motor móvil de su propuesta, resulta exquisito concentrarnos en su música. Sus “Mothers of Invention” es una de las más sólidas escuelas de la escena internacional del rock. Sin duda junto a la Corte del Rey Carmesí de Robert Fripp y los Bluesbreakers de John Mayall, las Madres de la Invención de Zappa es una de las asociaciones musicales más solventes en el rock. 


Sus facultades como guitarrista virtuoso son incuestionables, de hecho, en alguna ocasión, la crítica musical de su país afirmó que de haberse concentrado más en la ejecución de la guitarra que en el contenido de sus composiciones, se le podría considerar definitivamente, como uno de los grandes guitarristas en el rock. Tampoco dentro de este género no acepta clasificaciones y por naturaleza renuncia a todo intento de etiquetar su música: rock progresivo, rock duro, rock ácido, ponerle un nombre resulta estéril y hasta ridículo, así que es más sano superar esta terrible tentación, la de ponerle un nombre a la obra creativa de Frank Zappa.

Dentro del terreno de la música contemporánea ha realizado verdaderas obras maestras, como su producción “The Yellow Shark” presentado en concierto con la orquesta de cámara The Modern Ensemble, o la obra The Perfect Stranger con el ensamble InterContemporain dirigido por el maestro Pierre Boulez, uno de los más reconocidos directores de orquesta especializados en la música contemporánea, pero su trabajo creativo va más allá incluso de la música, ha trabajado como director de cine y de videoclips, también es reconocido por diseñar portadas de discos y, en la producción discográfica, es responsable del trabajo realizado en los casi cien discos que grabó con sus Madres de la Invención, además de todos sus proyectos solistas, entre los que se incluye sus trabajos realizados dentro del contexto de la música clásica, contemporánea, jazz, blues, rock, e incluso se sumergió en las insondables profundidades de la música concreta. De hecho, entre algunas de sus más evidentes influencias, están, además de lo que el rock pudo ofrecerle, músicos como Edgar Varése, yo creo que este es el pilar más sólido sobre el cual Zappa desarrolló todo su trabajo creativo. Lo más sorprendente de todo este asunto, es que Frank Zappa no tiene una formación musical académica, es autodidacta y resulta incomprensible cómo es que sin el conocimiento erudito de la música pudo edificar estas estructuras musicales tan impresionantes.

Algunas de sus más representativas producciones son, entre otras -ya dijimos que en su catálogo hay casi cien grabaciones únicamente con sus Madres de la Invención, además de sus producciones solistas- “Freak Out, su primer disco y con esta extraordinaria producción inaugura su fértil y sorprendente carrera. “Chunga’s Revenge”, “Apostrophe”, “Over-Nite Sensation”, una serie de seis grabaciones en concierto llamada: “You can do that on stage anymore”, “Lumpy Gravy”, “We’re only in it for the Money”, “Just another Band from L.A.”, “Zoot Allures”, Actos I, II y III de “Joe’s Garage”, “The Man from Utopia”, “Does Humor Belong in Music?”, “Frank Zappa Meets the Mother of Prevention”, “Shut up and Play yer guitar”, en fin, estas son sólo algunas, quizás las que más me gustan, pero sin duda, tú tendrás otra lista igualmente convincente, la música de Frank Zappa es inagotable.

Frank Zappa nació el 21 de diciembre de 1940, murió el 4 de diciembre de 1993. Es el hombre que creyó en las utopías, y claro, uno de los músicos más creativos en la música del Siglo XX.



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