Duke Ellington: la personificación del jazz


Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |

Compositor, pianista, líder de una de las mejor orquestas, merecedor de innumerables reconocimientos y hasta apodado "duque". Todo eso y más fue Edward Kennedy Ellington, el hombre que para muchos es el encargado de personificar la palabra “jazz”, desde los roaring twenties hasta la fecha. Y es que no deja de asombrar cómo, su evolución musical, es evidente en sus cincuenta años de trabajo en los que compuso entre tres y cinco mil piezas. Una verdadera leyenda.


Me permito confesar que, hasta hace más o menos un año, no tenía ni idea de quién era Duke Ellington –a pesar de mi recurrente obsesión por la Era del Jazz-, hasta que una exalumna me lo presentó (Sibo, si estás leyendo esto, ¡muchas gracias!). Y es que ojo, no soy una experta en jazz ni mucho menos, me gusta como a cualquier amateur, pero nadie me quita el enorme gusto de investigar sobre él y enamorarme poco a poco con cada pieza que escucho y ese placer de descubrir por primera vez la riqueza auditiva que nos regala Duke Ellington, fue francamente incomparable. En serio, les apuesto lo que quieran a que no podrán dejar de escuchar “In a sentimental mood” junto a John Coltrane, una y otra vez. No en vano es la primera canción que aparece de Duke en Spotify.


A la edad de quince años escribe su primera canción y tan sólo cuatro años más tarde, decide profesionalizar su carrera musical, codeándose en los grandes bares de Broadway con su banda “The Washingtonians”, que pasó de ser un sexteto a una orquesta de quince músicos. Y fue en el “Cotton Club”, uno de los bares más exclusivos, donde obtuvo mucha más fama al enlazar sus presentaciones en vivo a una estación de radio; los que no podían entrar al bar, podían deleitarse con su música desde la comodidad de sus hogares. Es en esta época cuando comienza su legado musical y personal: graba un sinfín de canciones, conoce y se alía con excelentes músicos, se enamora, se casa y se va de gira por Europa.


Y bueno, a pesar que haber tenido una muy buena racha durante veinte años, los vestigios de la Segunda Guerra Mundial, lo afectaron bastante. Los gustos musicales de la gente, se centraban más en cantantes solistas como Frank Sinatra en vez de las grandes orquestas. Duke perdió a varios de sus músicos al tener que enlistarse en el ejército y no le queda de otra: tiene que seguir componiendo y presentándose a muy bajo costo, tratando de no caer en el ya tan comercial swing de inicio de los años cuarenta, diciendo que “el jazz es música, el swing es negocio”. Ligeramente contradictoria su declaración, ya que él escribió la tan famosa “It don’t mean a thing if you ain’t got that swing”, ¿no creen? Pero bueno, a Duke se le perdona TODO.


A pesar de las vicisitudes, el éxito de Duke continuó creciendo hasta sus últimos días. Su amor por la música fue tan grande que escribe su propia autobiografía “Music is my mistress” y es publicada en 1976, dos años después de su partida. Se dice por ahí, que sus últimas palabras fueron: “Music is how I live, why I live and how I will be remembered”, tan dramáticas como algunas de sus canciones. Mi querida amiga Ella Fitzgerald, que grabó el disco “The Duke Ellington Song book” y colaboró con él en otras ocasiones, marcó al 24 de mayo del ’74, como “un día muy triste… un genio ha muerto” y efectivamente lo fue.

Escuchar canciones como “Chloe”, “Solitude”, “The star-crossed lovers” y “Take the A Train”, nos pueden dar una idea muy general del jazz clásico estadounidense.

Y claro, la historia de Duke Ellington, es la historia del jazz en sí.

La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!
 

100 de los mejores cuentos de la literatura universal (todos para llevar)


Encontramos este tesoro en la red y queremos compartirlo con ustedes para que ustedes lo compartan con otros y así por los siglos de los siglos. De nada y gracias a Área Autónoma por el detalle.

  1. A la deriva – Horacio Quiroga
  2. Aceite de perro – Ambrose Bierce
  3. Algunas peculiaridades de los ojos – Philip K. Dick
  4. Ante la ley – Franz Kafka
  5. Bartleby el escribiente – Herman Melville
  6. Bola de sebo – Guy de Mauppassant
  7. Casa tomada – Julio Cortázar
  8. Cómo se salvó Wang Fo – Marguerite Yourcenar
  9. Continuidad de los parques – Julio Cortázar
  10. Corazones solitarios – Rubem Fonseca
  11. Dejar a Matilde – Alberto Moravia
  12. Diles que no me maten – Juan Rulfo
  13. El ahogado más hermoso del mundo – Gabriel García Márquez
  14. El Aleph – Jorges Luis Borges
  15. El almohadón de plumas – Horacio Quiroga
  16. El artista del trapecio – Franz Kafka
  17. El banquete – Julio Ramón Ribeyro
  18. El barril amontillado – Edgar Allan Poe
  19. El capote – Nikolai Gogol
  20. El color que cayó del espacio – H.P. Lovecraft
  21. El corazón delator – Edgar Allan Poe
  22. El cuentista – Saki
  23. El cumpleaños de la infanta – Oscar Wilde
  24. El destino de un hombre - Mijail Sholojov
  25. El día no restituido – Giovanni Papini
  26. El diamante tan grande como el Ritz – Francis Scott Fitzgerald
  27. El episodio de Kugelmass – Woody Allen
  28. El escarabajo de oro – Edgar Allan Poe
  29. El extraño caso de Benjamin Button – Francis Scott Fitzgerald
  30. El fantasma de Canterville – Oscar Wilde
  31. El gato negro – Edgar Allan Poe
  32. El gigante egoísta – Oscar Wilde
  33. El golpe de gracia – Ambrose Bierce
  34. El guardagujas – Juan José Arreola
  35. El horla – Guy de Maupassannt
  36. El inmortal – Jorge Luis Borges
  37. El jorobadito – Roberto Arlt
  38. El nadador – John Cheever
  39. El perseguidor – Julio Cortázar
  40. El pirata de la costa – Francis Scott Fitzgerald
  41. El pozo y el péndulo – Edgar Allan Poe
  42. El príncipe feliz – Oscar Wilde
  43. El rastro de tu sangre en la nieve – Gabriel García Márquez
  44. El regalo de los reyes magos – O. Henry
  45. El ruido del trueno – Ray Bradbury
  46. El traje nuevo del emperador – Hans Christian Andersen
  47. En el bosque – Ryonuosuke Akutakawa
  48. En memoria de Paulina – Adolfo Bioy Casares
  49. Encender una hoguera – Jack London
  50. Enoch Soames – Max Beerbohm
  51. Esa mujer – Rodolfo Walsh
  52. Exilio – Edmond Hamilton
  53. Funes el memorioso – Jorge Luis Borges
  54. Harrison Bergeron – Kurt Vonnegut
  55. La caída de la casa de Usher – Edgar Allan Poe
  56. La capa – Dino Buzzati
  57. La casa inundada – Felisberto Hernández
  58. La colonia penitenciaria – Franz Kafka
  59. La condena – Franz Kafka
  60. La dama del perrito – Anton Chejov
  61. La gallina degollada – Horacio Quiroga
  62. La ley del talión – Yasutaka Tsutsui
  63. La llamada de Cthulhu – H.P. Lovecraft
  64. La lluvia de fuego – Leopoldo Lugones
  65. La lotería – Shirley Jackson
  66. La metamorfosis – Franz Kafka
  67. La noche boca arriba – Julio Cortázar
  68. La pata de mono – W.W. Jacobs
  69. La perla – Yukio Mishima
  70. La primera nevada – Julio Ramón Ribeyro
  71. La tempestad de nieve – Alexander Puchkin
  72. La tristeza – Anton Chejov
  73. La última pregunta – Isaac Asimov
  74. Las babas del diablo – Julio Cortázar
  75. Las nieves del Kilimajaro – Ernest Hemingway
  76. Las ruinas circulares – Jorge Luis Borges
  77. Los asesinatos de la Rue Morgue – Edgar Allan Poe
  78. Los asesinos – Ernest Hemigway
  79. Los muertos – James Joyce
  80. Los nueve billones de nombre de dios – Arthur C. Clarke
  81. Macario – Juan Rulfo
  82. Margarita o el poder de Farmacopea – Adolfo Bioy Casares
  83. Markheim – Robert Louis Stevenson
  84. Mecánica popular – Raymond Carver
  85. Misa de gallo – J.M. Machado de Assis
  86. Mr. Taylor – Augusto Monterroso
  87. No hay camino al paraiso – Charles Bukowski
  88. No oyes ladrar los perros – Juan Rulfo
  89. Parábola del trueque – Juan José Arreola
  90. Paseo nocturno – Rubem Fonseca
  91. Regreso a Babilonia – Francis Scott Fitzgerald
  92. Solo vine a hablar por teléfono – Gabriel García Márquez
  93. Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril – Haruki Murakami
  94. Tlön, Uqbar, Orbis Tertius – Jorge Luis Borges
  95. Tobermory – Saki
  96. Un día perfecto para el pez plátano – J.D. Salinger
  97. Un marido sin vocación – Enrique Jardiel Poncela
  98. Una rosa para Emilia – William Faulkner
  99. Vecinos – Raymond Carver
  100. Vendrán lluvias suaves – Ray Bradbury

Video: Música compuesta especialmente para gatos (mira cómo les gusta)


  • Un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison muestra que, si bien los gatos ignoran nuestra música, son muy sensibles a la "música", escrita especialmente para ellos.
  • Los gatos se comportaron significativamente más positivos hacia la música gato que hacia la música clásica.
 
Un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison muestra que, si bien los gatos ignoran nuestra música, son muy sensibles a la "música", escrita especialmente para ellos. El estudio ha sido publicado en Applied Animal Behaviour Science.

"En realidad no estamos replicando sonidos de gato", dice el autor principal Charles Snowdon, profesor emérito de psicología. "Estamos tratando de crear música con un tono y tempo que llame la atención de los gatos."

El primer paso en la creación de música gato es "evaluar la música en el contexto del sistema sensorial del animal," dice. Los gatos, por ejemplo, vocalizan una octava más alta que las personas, "Así que es vital obtener ese nivel. Entonces tratamos de crear una música con un ritmo atractivo para los gatos. "Una muestra se basa en el ritmo del ronroneo, el otro en el sonido de succión durante la lactancia".

En las pruebas, Snowdon y la exestudiante de pregrado en la UWM (ahora de doctorado en la Universidad de Binghamton) Megan Savage, llevaron un ordenador portátil y dos altavoces a los hogares de 47 gatos y reprodujeron cuatro muestras de sonido: dos de música clásica, y dos "canciones para gato", creadas por el compositor de la Universidad de Maryland David Teie.

La música comenzó después de un período de silencio, y se observó el comportamiento del gato. Al ronroneo, caminar hacia el altavoz y frotándose contra éste se les adjudicó respuesta positiva, mientras que el silbido, arqueo de espalda y piel levantada fueron considerados negativos, informa la Universidad de Wisconsin-Madison en un comunicado.

Los gatos se comportaron significativamente más positivos hacia la música gato que hacia la música clásica. Comenzaron la respuesta positiva después de un promedio de 110 segundos, en comparación con 171 segundos para la música humana. Las respuestas lentas reflejan la situación, dice Snowdon. "Algunos de ellos necesitaron despertar y prestar atención a lo que estaba pasando, y algunos estaban fuera de la habitación cuando empezamos la prueba".

Los gatos mostraron casi el mismo número de respuestas de aversión a cada tipo de música.

Los estudios del efecto en animales de la música humana han producido resultados contradictorios, y un estudio influyente supuestamente demostró que los animales no aprecian la música.

Snowdon dice que el trabajo de campo se hizo bajo premisas equivocadas. Uno de ellos es el problema de frecuencia: Los animales escuchan diferentes rangos que nosotros. Los investigadores que reprodujeron música de Mozart a ratas en Japón demostraron que los animales estaban ignorando las frecuencias inferiores a 4000 hercios, lo que significa que la mayor parte de la música humana es irrelevante para ellos.
El segundo error es que toda la música clásica empleada era calmada, cuando de hecho puede estimular o enojar.



La importancia de ser Rita Guerrero


Por Juan Carlos Zamudio |

 
La ausencia de Rita Guerrero dentro de la escena nacional se sigue resintiendo, y no es para menos. Hasta ahora ese espíritu revolucionario e idealista que la caracterizó durante toda su vida no ha podido ser igualado. Rita murió el 11 de marzo de 2011 a los 46 años, a causa de una férrea batalla contra el cáncer de mama; la única lucha que perdió. 

Rita Guerrero fue mucho más que la vocalista y co-compositora de la banda Santa Sabina. Fue una artista multifacética, hambrienta por expresarse. Desde los 10 años ingresó al Taller Infantil de Música del Departamento de Bellas Artes y, de ahí en adelante, su vida giró alrededor de la música.

Estudió piano en la Escuela de Música de Guadalajara, aunque por rebeldía abandonó esta faceta. Aparentemente, la música circulaba por su sangre, ya que su padre fue trompetista y su abuelo clarinetista. A pesar de tener 10 hermanos, Rita logró formar su propio camino y trascender en la historia.

Con Santa Sabina grabó cuatro discos de estudio y dos en vivo. El grupo logró trascender a la historia del rock nacional, hasta que finalmente en 2004 sus integrantes se separaron. A pesar de ello, su carrera artística no terminó ahí, ya que siguió impulsando proyectos de música como Ensamble Galileo y el Jardín de las delicias.

Rita Guerrero sigue vigente. Ella es un símbolo de la lucha implacable por alcanzar los sueños. Como su nombre lo dice, Rita fue una Guerrera en todos los sentidos: Desde que decidió a los 19 años venir sola a la Ciudad de México a estudiar actuación, hasta cuando brindó su apoyo al EZLN. 

Por eso y por la maravilla de su voz de la que nos hemos perdido: Rita Guerrero, te extrañamos. 

Vía Chilango




Los “Ojos Grandes” de Tim Burton


Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |


A pesar de que los más recientes trabajos, en live action, del director y productor estadounidense, Tim Burton,  como “Dark Shadows” (2012) ó “Alice in Wonderland” (2010), han dejado poco satisfechos a sus más fervientes seguidores y nada a algunos de los críticos especializados del séptimo arte, es innegable la capacidad de Burton para seducirnos con sus peculiares historias cargadas de excéntricas personalidades y atmósferas góticas. Ahora, con “Big Eyes”, nos hace tomar un respiro del extravagante estilo que lo caracteriza, para presentarnos un argumento - en apariencia - mucho más sencillo, pero no por ello menos sombrío.

“Big Eyes” relata la historia verídica de Margaret Keane, interpretada por la actriz Amy Adams, quien es una retratista que se distingue por realizar pinturas sobre niñas, niños o animales, a los cuales les dibuja en sus rostros unos ojos grandes. Margaret abandona un matrimonio fallido, yéndose con su hija, para reconstruir su vida; encontrándose en el camino con un carismático hombre, vendedor de arte, que la seduce y la convence para hacerse pasar como el autor de sus obras.

Hay que agradecerle a Tim Burton el intento por alejarse de los elementos que lo estaban convirtiendo en un cineasta redundante o repetitivo. Para comenzar, se aparta de sus actores fetiches (Johnny Depp y Helena Bonham Carter), incorporando como protagonistas de su relato a dos actores de gran calibre histriónico como lo son Amy Adams y Christoph Waltz. La primera me parece una actriz excepcional que transmite la inseguridad, timidez y abnegación de su personaje, lo cual se refleja en el tono de voz tan pausado y el silencio que le impregna a su rol, sobre todo cuando le preguntan cosas sobre su arte. De hecho, pienso que Adams debió haber estar nominada al Oscar 2015 como mejor actriz protagónica. Referente a Waltz, percibo algunos ecos del encanto y exabruptos de su “Hans Landa” de “Inglorius Basterds”, pero cumple como el antagonista de la cinta de Burton, ya que se contrapone a la actitud timorata del rol interpretado por Adams.

En cuanto al sello Burtoniano; se puede encontrar un poco del mismo en detalles sutiles como la dirección de arte o diseño de producción, así como también en secuencias como en la que Margaret Keane se encuentra dentro de un supermercado o en la que se mira de frente al espejo, pero, muy probablemente, la escena que mejor rescata el humor enrarecido de Burton es aquella que se centra en una parte del juicio del personaje de Waltz, parte en la cual funge como su propio interrogador.

Quizá se sienta un poco limitada la dirección de Tim Burton; en parte por el moderado presupuesto con el que cuenta la película (10 mdd), en parte por la presión de los productores, pero se agradece el resultado, ya que se aprecia un Tim más contenido y más humano, amén de una narrativa y estética menos superficial ó llena de incongruencias y argumentos flojos como los que formaron las columnas vertebrales de sus anteriores proyectos. Además, cabe la existencia de un discurso, no tan obvio, en contra de la falsedad artística y a favor de la originalidad y derechos de autor de los artistas, de aquellos que en verdad quieren crear un arte que eleve el espíritu humano y no que solamente lo complazca (basándonos en uno de los mejores diálogos de “Big Eyes”). Recomendable, más en comparación con muchas películas tan chaqueteras y poco auténticas que deprimen el espíritu humano y que, por desgracia, actualmente se exhiben copiosamente en las distintos complejos cinematográficos.

                 

Poesía: This modern love


Por R. Israel Miranda |

THIS MODERN LOVE 
 
I

Siempre inventabas cosas malévolamente fascinantes,
hacías casi todo para demostrar AMOR
excepto decir te amo.
Estabas convencida de que al verbalizarlo (al amor),
se le delimitaba, se le arruinaba.

–¿Cómo pretendes hablar de algo
que ni siquiera puedes describir?– decías.
–¿Cómo te atreves a pronunciar siquiera
algo que ignoras absolutamente qué es?
Odio a la gente que va por la vida diciendo te amo como si repartiera volantes de centro comercial. Como si al decirlo, sus podridos corazones volvieran a latir con fuerza. Como si al mencionarlo pudieran tenerlo o retenerlo, como si nadie supiera que hace mucho se les escapó y ni cuenta se dieron.
No cariño, el día que yo te diga que TE AMO
sabrás a qué me refiero.

Tenías razón.

II

La lluvia nos sorprendió a tres calles de mi casa,
llevabas un vestido ligero
y yo las mismas botas gastadas de siempre. Corrimos.

Te detuviste a girar bajo un arcoiris,
lucías tan odiosamente encantadora
que tuve ganas de estrellar tu sonrisa contra el suelo.

Esa fue la primera vez que te dije te amo
y lloré y lamenté no haberlo hecho antes.
Secaste con tus manos el agua de mi rostro
y me besaste.

III

Uno piensa constantemente en las primeras veces
(el primer cigarro, la primera novia,
la primera borrachera, el primer toque),
algunas hasta se planean con rigor casi científico
(el primer pretexto para llegar tarde a casa,
el primer acostón).
Es normal.

Pero rara vez uno se detiene a pensar en las últimas veces.
Ejemplo:

IV

Llegamos a casa empapados, te desnudaste.
Yo hice lo mismo.
Cogimos en el suelo,
te subiste en mí.
Yo me congelaba.
Sentía cómo mi cabeza y mi espalda
se restregaban en el piso,
sentía tus uñas rasgándome los hombros.

Escuchaba mi cadera golpeando contra el suelo
cada vez más rápido,
cada vez más profundo,
cada vez más lejos.

–¡TE AMO!– dijiste mientras clavabas tus manos
en mi pecho.

Jamás volvimos a estar juntos.

V

Es más raro (aún) pensar en las primeras veces
que fueron las últimas.



El Autor: Israel Miranda ha escrito algunos libros de poesía: Polaroids, Muro de silencio, El monstruo de arriba de la cama y Porno para perdedores y otros sucios hábitos; además de uno de narrativa: Palabras de Sabiduría. Además de escribidor, 'El Miranda' es músico, diseñador, maestro y filósofo.

Joe Cocker y los años maravillosos

El Banquete de los Pordioseros | Por Rodolfo Popoca Perches

Creo que yo estaba en la transición de la adolescencia a la edad adulta, no sé, tendría unos 17 o 18 años, fue entonces cuando vi por primera vez aquella serie de televisión llamada “The Wonder Years” (Los Años Maravillosos), estoy seguro que la recuerdas, se convirtió muy pronto en mi serie de televisión favorita. Es la historia de Kevin Arnold, el protagonista de la serie, y todo su entorno, su familia, su fastidioso hermano Wayne, su hermana que ya tenía edad de portar flores en el cabello y hacer el símbolo del amor y la paz, su amigo e incondicional cómplice llamado Paul, y su novia Winnie Cooper, su escuela, sus maestros, en fin, todo esto enfocado desde la perspectiva de finales de los años 60 y principios de los años 70 con todo lo que esto representa, y claro, lo que representa entre otras cosas, es que necesariamente la banda sonora de la serie en cuestión es el rock, finalmente este es el aderezo indispensable para todo lo que sucedía en el hemisferio occidental durante estas dos décadas. Si se habla de la guerra de Vietnam, de la brecha generacional, de las modas, de lo que se te ocurra, el rock es el principal ingrediente, digamos que le es connatural a este período de la historia.

Recuerdo aquel capítulo en donde el hermano mayor de Winnie muere en la guerra de Vietnam y Kevin la acompaña a los columpios en el bosque Harper, ella se recargó en su hombro y lloró, recuerdo que Kevin vestía una chamarra del equipo de foot ball americano Los Jets de Nueva York, una chamarra que solía usar con mucha frecuencia, los dos eran apenas unos niños y el fondo musical de aquella dramática pero tierna escena era la canción tradicional inglesa “Scarborough Fair” en la maravillosa versión que hacen Simon & Garfunkel. En Los Años Maravillosos escuché otras buenas canciones que sazonaban con un toque delicioso esta serie de televisión, como “Crimson & Clover” de Tommy James & the Shondells. Pero lo que verdaderamente identificaba esta serie era la canción que se usaba como rúbrica de entrada y salida, la canción era “With a little help from my friends” original de Lennon & McCartney pero en la muy convincente versión de Joe Cocker, en donde por cierto, participa el que más tarde sería el eje central de Led Zeppelin, me refiero al guitarrista Jimmy Page. La versión contiene todo ese impresionante sabor de blues que el cantante británico le supo imprimir, el mismo McCartney dijo en alguna ocasión que le gustaba más la versión de Cocker que la original de The Beatles contenida en el inconmensurable “Sgt Peppers”.

Bien, pues todo esto que te cuento es para recordar a este áspero y desaliñado cantante inglés, que por cierto, recibió la Orden del Imperio Británico en una ceremonia en el palacio de Buckingham en el año 2008 por sus servicios a la música. Yo me enteré tarde de su muerte, alguien me lo comentó y yo me quedé sorprendido, no sé si por el hecho en sí que para quienes amamos el rock y lo entendemos como una forma de vida, es una noticia impactante, o por haberme enterado dos o tres semanas después de que esto ocurrió. Joe Cocker murió el 14 de diciembre de 2014, hace casi dos meses, y claro, le debo un Banquete y no me gusta deber, así que sirvo a la mesa el menú condimentado con la acidez musical de otro de los blancos que se han ganado con toda justicia el derecho de cantar el blues.

Escuché a Joe Cocker con esa versión de la canción de The Beatles cuando se presentó con ella en el Festival de Woodstock. Vi la película cuando el festival cumplió 20 años de haberse realizado, es decir, en 1989 en un café que ya no existe, por lo que me permito mencionarlo, se llamaba La Caverna y estaba en la calle Madero. La decoración de este lugar consistía en posters colgados en las paredes con diferentes grupos de rock, recuerdo uno de Bad Company, varios de Yes, de The Beatles, los Doors, Creedence, Grateful Dead, Kiss, en fin, y era una especie de centro ceremonial para quien esto escribe y varios de mis amigos, a todos, por supuesto nos fascinaba el rock. Cuando Woodstock cumplió 20 años el café La Caverna proyecto en tres diferentes sesiones la película documental completa del Festival de Woodstock, “Tres días de música, paz y amor”. Uno de los que más me impresionaron fue Joe Cocker, parado en el escenario simulando tener entre sus manos una guitarra, retorciéndose como reptil parado con sus botas azules con estrellas blancas, el cabello descuidado que volaba caprichosamente como consecuencia del viento, sus patillas que le cubrían media mejilla. Cantaba esa canción, esa que lo hizo popular, “Con una pequeña ayuda de mis amigos”, seguramente cantó muchas más, pero en el documental sólo se registra ésta. Joe Cocker tiene buenas canciones, pero una de las mejores cosas que hizo fue hacer unos covers impresionantes de canciones principalmente de The Beatles, aunque también la música de Bob Dylan le dio buenos resultados.

La verdad es que me llegó profundo, me pegó con tubo, me impactó Joe Cocker con esa presentación ante más o menos medio millón de hippies reunidos en la granja de Bethel en el estado de Nueva York, desde entonces Joe Cocker se convirtió en uno de mis cantantes favoritos. Como ya lo comenté líneas arriba, Cocker murió el pasado 14 de diciembre de 2014 en su casa de Crawford, Colorado, en Estados Unidos víctima de un cáncer de pulmón, descanse en paz.

rodolfo_popoca@hotmail.com

La Novena de Beethoven, algunas curiosidades



La novena sinfonía de Beethoven compuesta en Re Menor, es la última que el compositor escribió antes de morir. Fue completada en 1824 y es considerada por el mundo entero como uno de sus trabajos más grandiosos, por no decir una de las mejores piezas musicales jamás escritas; el hecho de que el compositor estuviera casi totalmente sordo mientras la componía sólo fortalece la imagen del genio musical que fue Beethoven. A continuación algunas curiosidades de la obra:


(Para escuchar el cuarto movimiento que es el más reconocido, adelantar hasta el minuto 44.)


* La sinfonía es el primer ejemplo de un compositor utilizando voces, por lo tanto haciendola una sinfonía coral cantada por 4 solistas y un pequeño coro.

* La letra cantada durante el famoso movimiento final forma parte del poema “An die Freude” o “Oda a la alegría” escrito por Friedrich Schiller amigo de Beethoven, quien pensó por muchos años usarlo en una composicion suya cosa que finalmente logró en la novena. La letra del poema traducida al español la puedes ver por acá.

* La sinfonía contiene algunas piezas que Beethoven ya había completado con anterioridad y eran trabajos completos en su propio derecho. Por ejemplo la Fantasía Coral Opus. 80 que es un concierto para piano, tiene coro y voces solas cuando se aproxima al final para formar el climax, la melodía recuerda mucho a la que sería la final en la novena. El tema del scherzo es una fuga primero compuesta en 1815.

* Introducir las voces en el movimiento final le causó muchas dificultades a Beethoven ya que la idea era encontrar la forma apropiada de introducir la Oda de Schiller, esta parte de la obra fue revisada constantemente hasta que logró sentirse satisfecho con el resultado final.

* La Novena Sinfonía se estrenó en Vienna el 7 de Mayo de 1824, siendo la primera aparición en escenario del compositor después de 12 años la sala estaba llena. Aunque la presentación fue dirigida oficialmente por Michael Umlauf, Beethoven compartió el escenario con él. Sin embargo dos años antes Umlauf había visto al compositor intentar conducir un ensayo de su opera “Fidelio” y había sido un desastre. Así que esta vez habló con los cantantes y músicos para que ignoraran al casi totalmente sordo Beethoven. Al principio de cada parte Beethoven que se sentaba cerca del escenario daba los tiempos, pasando las paginas de las partituras y golpeando para una orquesta que no podía escuchar.

Basado en el testimonio de personas que estuvieron presentes se sabe que la sinfonía no se ensayó bien (solo hubo dos ensayos previos), sin embargo la premiere fue un gran éxito. El violinista Josef Böhm recordó: “Beethoven dirigió la pieza él mismo; se paró frente a todos nosotros gesticulando furiosamente. Algunas veces se encogía al suelo, muchas otras se levantaba como si quisiera tocar todos los instrumentos y cantar por todo el coro.”

* Algunos testimonios varían, pero cuando la obra terminó y la audiencia aplaudía, Beethoven se había quedado varios tiempos atrás por lo que seguía dirigiendo, entonces la contralto Caroline Unger caminó hasta él y lo hizo voltearse para aceptar la ovación de la audiencia.

*La obra sorprendió tanto que hubo 5 ovaciones de pié durante el tiempo de su interpretación, la gente estaba absorta viendo con respeto y admiración la gigantesca creación del genio, aplaudiendo al final de cada movimiento. La gente lanzaba pañuelos y sombreros con sus manos levantadas para que Beethoven que no podía escuchar el aplauso pudiera al menos ver los gestos de ovación.

A muchos músicos de la época no les gustaba el movimiento final como a Giuseppe Verdi quien se quejó de la parte vocal escribiendo en una carta: “…Los primeros tres movimientos son maravillosos, todo termina muy mal en el ultimo.” Muchos otros pensaron que agregar las vocales eran excentricidades de un viejo sordo.

* Durante la guerra fría y la división de Berlín, la sinfonía fue utilizada como el himno de Alemania del Este entre 1956 y 1968.


* La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes estará interpretando la Novena Sinfonía de Beethoven los días 13 y 15 de marzo en el Teatro Aguascalientes. Más información aquí.




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