Vaquero del mediodía: buscando al poeta ausente


Cinema Coyote | Por Alejandro Carrillo

@alexiliado


En el año 2008 se perdió el rastro de Samuel Noyola, uno de los poetas más inspirados de su generación de acuerdo con el mismo Octavio Paz, con quien llevó una relación fraternal, hasta la muerte del Nobel. Con el paso de los años la figura de Samuel Noyola se fue perdiendo entre la ansiedad, la depresión y las calles de la colonia Narvarte en la Ciudad de México.

Con la finalidad de esclarecer el caso, pero sobre todo de no olvidar el legado de Samuel Noyola en un país desmemoriado por naturaleza, el realizador Diego Enrique Osorno emprendió desde 2010 una investigación que fue documentando a lo largo de los años con pesquisas policiales, testimonios de amigos y enemigos, trabajo de campo, ciencia forense y hasta clarividencia. El resultado es un largometraje nominado al Ariel que narra la búsqueda infatigable de un poeta, pero sobre todo de un amigo entrañable.

La contracultura es una esencia y Noyola es contracultura. El siglo pasado le dio la espalda y el siglo XXI sería absolutamente intolerante con él.

Vaquero del mediodía es el mote que el infrarrealista Mario Santiago Papasquiaro le asignó a Noyola cuando lo conoció en el famoso Café La Habana, por su peculiar modo de vestir con botas y sombrero. El sobrenombre fue retomado por Diego Enrique Osorno para el documental que reúne todo tipo de personajes entre las calles y cantinas de la Ciudad de México, Monterrey y Nicaragua.

En Vaquero del mediodía (2019) encontramos un trabajo completo y complejo sobre la vida y obra del autor de Tequila con calavera (1993) quien además de poeta fue artista plástico, diseñador y guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional; y que a pesar de su talento y su pluma prodigiosa, libraba una guerra contra sí mismo de la cual no pudo escaparse, aunque al final nos muestre que desaparecer también puede ser un acto poético al no encontrar alternativa.

Vaquero del mediodía (ya disponible en Netflix) es un material necesario y obligatorio para cualquier miembro de la comunidad literaria de nuestro país, y un esfuerzo pertinaz para rememorar a, quizá, uno de los últimos -perdone usted la palabrota- poetas malditos de este agujero llamado México.

El poeta no tiene lugar en la sociedad contemporánea. O nace rico, o se pone a trabajar en la burocracia cultural. Entonces o se suicida o se vuelve un estúpido. S. N.



Si tiene alguna información que pueda llevar al paradero de Samuel Noyola puede comunicarse con su familia a través de www.samuelnoyola.com

Vacunas contra la poesía: narrativa redentora desde Mexicali


La Secretaría de Cultura de Baja California a través del Fondo Editorial "La Rumorosa", ha publicado una nueva antología de cuento como parte de su colección dedicada a difundir las letras y el talento emergente de dicha entidad en materia literaria.

Vacunas contra la poesía reúne cuentos de que intentan salir del estereotipo: no quieren ser literatura del norte ni de la frontera, quieren ser literatura nada más, aunque sean del norte y también de la frontera; quieren ser una literatura que trascienda su circunstancia geopolítica

La escritora Elma Correa fue la encargada de coordinar la antología, producto de un taller literario impartido por la misma autora y que reúne los textos de Zulma Rodríguez, Hiram de la Peña, Karla Michelle Canett, Saúl Martínez, Zeth Arellano y Vladimir Galindo.

Aunque la edición impresa de “Vacunas contra la poesía. Antología de relato corto” está próxima a salir, ya podemos descargar sin costo alguno la versión digital de la obra desde este enlace para leer, disfrutar y difundir el extraordinario trabajo de estos autores fronterizos que llevan al perrito Cheems y a la perrita Laika como estandartes literarios.

Aquí hay seis opciones sobre uno de los motivos literarios que me resulta más entrañable: Laika, esa perrita a la que solo la literatura es capaz de dar otro destino o por lo menos de traer de vuelta un momento que, mientras ocurra la lectura, será imperecedero. —¿Por qué Laika? —Porque yo soy la profe.

Elma Correa

Iván García y Los Yonkis lanzan la canción «Cenicero»


La agrupación poblana de rock “Iván García y Los Yonkis” ha dado a conocer el lanzamiento de “Cenicero”, sencillo que representa el primer adelanto de su nuevo material discográfico titulado “Ciudad Soledad”. La canción estará disponible a través de todas las plataformas digitales y redes sociales de la banda a partir de este 6 de noviembre.

“Cenicero” también se encontrará en YouTube con un videoclip rodado en el Teatro Cholula Ciudad Sagrada de San Pedro Cholula. El sencillo en su formato audiovisual estuvo dirigido por Manuel Duarte de Overclocked Productions.

Por su parte, “Ciudad Soledad” se encumbra como el quinto álbum de estudio de la banda conformada actualmente por Iván García, Carlos Iván Carrillo, Jhu Camero y Alberto Ambriz; y es el trabajo de los difíciles meses de contingencia que todos hemos lidiado durante el año, pero que para la comunidad musical y artística de nuestro país ha representado un duro golpe no sólo en el ámbito social y productivo sino también en su modus vivendi.

Por lo anterior y con la finalidad de hacer frente a la difícil situación, el nuevo disco de “Iván García y Los Yonkis” se lanzará oficialmente el 1 de diciembre de 2020, únicamente en su formato físico, mismo que se podrá adquirir a través de las redes oficiales de la banda con envío a cualquier parte del territorio nacional.

“El álbum musicalmente será un homenaje a nuestros héroes del rock como Bob Dylan, Neil Young, Quique González y Tom Petty, entre otros. Letrística y conceptualmente va con dedicatoria a todos aquellos que se llevó la pandemia, a los que se quedan y a nuestra ciudad que se desoló durante semanas enteras”

Conformado por 13 composiciones de Iván García, “Ciudad Soledad” fue grabado, mezclado y masterizado en Casa Yonki y producido por el propio Carlos Iván Carrillo. El arte del disco corrió a cargo de Israel Díaz “Chk Dsg”; Santa María Récords colaboró en la producción ejecutiva de la nueva placa musical. 

De momento no hay una fecha definida para la publicación del material en las plataformas digitales.

Una de cal: un cuento de Luis Zapata

Ha partido el fascinante escritor, traductor y cineasta Luis Zapata, uno de los autores más prolíficos de la literatura homoerótica mexicana, conocido principalmente por el clásico "El vampiro de la colonia Roma" de 1978.

Compartimos este cuento del narrador guerrerense que incluso se llegó a adaptar en un cortometraje de 1982 dirigido por Edgardo Resendiz.


Una de cal

 Luis Zapata


¿QUE POR qué lo hice? Pues no le sabría decir correctamente el porqué. Nomás fue una necesidad ¿ve? No, no lo veía como algo malo, sino más bien como algo ¿cómo le diré? justo ¿no? algo que tenía que pasar a huevo, perdonando la expresión. Algo que tenía que empezar y seguir creciendo hasta que me detuvieran… pero no sé, a lo mejor otras gentes lo hacen por otros motivos. Es decir, para mí no era importante robar ¿ve? sino sólo emparejar las cosas.

¿Que cómo me decidí? Pues verá ¿Quiere que le cuente desde el principio, o sea lo que estaba haciendo yo antes de eso? Estaba trabajando en una fábrica de aparatos eléctricos ¿quiere que le diga el nombre? ¿no es necesario? Bueno, era un trabajo muy pesado; digo, se suponía que estábamos trabajando ocho horas, pero qué ocho horas; había días en que trabajábamos las veinticuatro horas del día; no le exagero, palabra, ¿qué caso tiene ahora exagerar? Bueno, nos pagaba horas extras, pero era una miseria; de por sí el sueldo era miserable. Como armador ¿ve usted? No era ni el salario mínimo. Yo no sé si la ley esté enterada de eso, pero el caso es que no nos pagaban ni el salario mínimo; aunque, lo que sea de cada quien, el patrón sí era buena gente con nosotros. No nos tenía asegurados, pero, si alguien se enfermaba, él pagaba de su bolsillo las consultas y las medicinas del doctor; inclusive si había que internar a alguien, pues no lo desamparaba ¿no? le daba una ayudadita, aunque, naturalmente, no le pagaba todos los gastos. Pero no era de eso de lo que estaba hablando ¿verdad? Le decía que trabajábamos muchísimas horas y en un ambiente muy aglomerado ¿no? lleno de gentes y el cuarto muy chico y el aire… casi no se podía respirar porque el cuarto no tenía ventanas y hacía mucho calor; pero… ese… bueno, los primeros días si estaba contento, porque ya llevaba mucho tiempo que no trabajaba y iba a buscar trabajo y en ningún lugar me daban ¿no? porque en todas partes le piden que la secundaria, que la preparatoria, que estudios comerciales, la primaria de perdis; yo, pos no había estudiado más que hasta cuarto y no tenía certificado de primaria; digo, eso si quiere usted conseguir un trabajo decente, que deje dinero, porque si no, está el campo ¿no? pero ¿quién cree que se va a ir al campo? No, el que llega aquí, pos como que ya se queda aquí de por vida, ya se acostumbró, ya tiene su familia o su ambiente, digamos. Los amigos, mi familia, pues sí me ayudaban, me daban a veces dinero, pero era vergonzoso ¿no? Digo, para mí.

¿Que cómo fue la primera vez? Pues le digo iba yo saliendo del trabajo y necesitaba dinero porque mi mujer acababa de perder un niño y estaba grave ¿no? de que la llevaran al hospital, y el patrón no me quería prestar porque decía que él sólo se responsabiliza de los accidentes que pasan en el trabajo, que lo demás ya no le… le tocaba; eso era ya nuestro cuento; si podíamos arreglarnos con lo que ganábamos, bien, y si nno, ni modo ¿no?

¿Qué me concrete a los hechos? Pos es que esos son los hechos, señor. Salí del trabajo ese día. Ya era tarde y tuve que caminar porque ya no había camiones e iba caminando por una calle grande y oscura. Estaba un coche estacionado ¿no? una pareja. Yo venía bien cansado, veía todo nublado; no nublado exactamente, pero algo así; como que no podía respirar bien; mareado, no había comido en todo el día, y yo siempre cargo mi navaja porque, allá en el barrio, usted sabe, nunca falta quien le busque a uno bronca. Estaban fajando, muy en lo oscurito, y que le toco en el cristal de la ventana. Él, bien trajeado, elegante, con corbata y todo, y ella, una muñeca, rubia, parecía artista, con sus pestañas  largas y bien pintada; demasiado pintada, diría yo. Se quedaron azorados. Han de haber pensado que era de la Judicial o algo así, digo, en el primer momento, porque ya después de que me vieron bien, ya no. Y que me dice él, el señor: qué quieres. Y yo: deme un cerillo ¿no? y ha de haber sospechado algo porque yo no traía cigarro en la boca ni nada, y que dice: lárgate, no tengo. Tratándome mal ¿no? Le digo: présteme su encendedor, caray, no sea ojete; y cuando le dije ojete se me quedó viendo de una manera muy rara, como enojado; no, más bien yo creo que era miedo; que me dice: no tengo, vete. Y encendió el motor, de seguro para irse ¿no? y que hago como que me voy. Entonces volvió a apagar el coche y quién sabe qué le dijo a la güera: estos quien sabe qué, y me dio más coraje ¿no? que me viera menos. No, pero no fue por eso. Entonces que voy y que agarro una piedra, grandota, deveras, no sé ni cómo me la aguanté, y que se la voy a estrellar en la ventanilla del carro; ni tiempo le di de que la arrancara. Rompió el cristal; le di con tanta fuerza, que hasta a él le pasó a tocar; le empezó a salir mucha sangre de la cabeza. La muchacha estaba rete asustada; él ya no se movía y ella estaba como muerta, sin poderse mover; después me empezó a gritar cosas ¿no? asesino, nomás así, cosas; de los puros nervios ni siquiera pensaba lo que decía o lo que debía de hacer, y que agarro y abro la puerta del carro y le doy tres puñaladas en el pecho a él y ella empezó a gritar pidiendo auxilio, ya no gritándome a mí; peor nadie venía  por la calle.

No, le digo que no sentí nada; digo ¿yo por qué había de odiarlo si no me había hecho nada directamente? Nomás veía como se hundía en su pecho la navaja, mientras ella gritaba, pero yo sin sentir nada. Sentía como que tenía que pasar eso, pues; y a ella no se le ocurrió abrir la portezuela, sino que nomás gritaba, y en ese momento sí pensé. Digo, sentí lástima por ella ¿no? tan bonita, tan güerita. Era muy blanca. Pero dije, o más bien razoné: si la dejo ir, al día siguiente ya estoy sentenciado, si no es que muerto ¿verdad? dependiendo de quién fuera el difunto ¿no? algún influyente o algo así, figúrese. Y ni modo, también a ella le tocó; manoteaba, me arañaba la cara, pero ya ve usted que el hombre es superior a la mujer, y no pudo contra mí. Al ratito estaba ahí los dos muertos, ella todavía movía una mano o un pie, pero ya sin respirar, y ya me iba, cuando me acuerdo de que se me había olvidado lo que quería. El dinero. Me regresé y lo que saqué de su cartera: ochocientos pesos. Yo me imaginaba que iba a traer más, pero no; nomás ochocientos pesos, que de todos modos ni sirvieron porque mi mujer se murió esa misma noche. Mientras yo me cargaba a esos dos, ella se moría, a la misma hora, según me dijeron después; pero sirvieron para pagar parte de los gastos del entierro. Sus papas y unos amigos acompletaron para para la caja y el servicio. Ese día no fui a trabajar, no me sentía con ánimo; no por lo que había hecho, sino por la muerte de mi señora, y mis hijos estuvieron chille y chille todo el día; ahorita ya están con sus abuelos, ellos los están cuidando, y yo ya sin poder hacer nada. Hasta al otro día fui a trabajar. El asunto ya había salido en el periódico y sentí no sé qué. No arrepentimiento, otra cosa. Luego vi que decía que ya andaban tras la pista del asesino y me dio risa. Para mí, las cosas seguían siendo iguales: el mismo trabajo, el mismo trato con los demás hombres que trabajaban allí, todo igual; ya no tenía nada de los ochocientos pesos. Otra cosa que me dio risa fue que en el periódico dijeron que habían robado dos mil quinientos pesos y el radio del coche, figúrese, el radio del coche; yo, con la apuración que tenía de largarme de ahí, iba a estar levándome el radio. De seguro lo agarró otro vivales que pasó por ahí, pues, según dicen, los descubrieron hasta  como a las seis de la mañana; a lo mejor uno mismo de los que hicieron la investigación ¿no cree? Ya después de haber hecho lo mismo varias veces, fíjese qué curioso, a todos los había matado de tres puñaladas en el pecho; digo, yo no las estaba contando en esos momentos, pero así fue. Y, le decía, después de haberlo hecho varias veces, me di cuenta de por qué lo hacía. Era como una especie de venganza ¿no? Como ya le dije, sentía que era algo que tenía que pasar, yo no me sentía criminal, como ponían en los periódicos, ni nada por el estilo… y… este…, algunas de las personas que tuve el gusto, bueno, no el gusto, se oye feo, ¿cómo le diré… la oportunidad; la oportunidad de asesinarlas, eran gentes que salían de un cabaré que quedaba cerca de donde  yo trabajo, o bueno, trabajaba, y siempre pasaba por ahí; gentes que tenían posibilidades económicas ¿no? Yo los veía salir de allí, bien borrachos, bien vestidos, bien contentos y siempre con buenas viejas con pieles y pelucas ¿no? y entonces pensaba que no era dinero, buenas viejas y todo y uno no tuviera nada. Que ellos estaban tirando el dinero que a nosotros nos hacía falta, que ya no encontraban la forma de malgastarlo, y sentía que no tenían derecho de seguir viviendo y entonces los seguía, y lo mismo; de tres puñaladas, como dijeron los periódicos. Sólo las dos primeras veces robé, pero ya después le juro que no toqué un pinche quinto; digo, no iba a ser un vulgar ladrón: solamente estaba haciendo justicia, según yo creo. Y, pues…

¿No quiere que le cuente cómo me agarraron? Tiene razón, ya lo sabe todo el mundo; salió en todos los periódicos, también. También salió todo lo que había robado en todas esas veces, pero no fue cierto; ya ve que los periódicos  inventan cosas para que se vendan más. De veras, yo sólo robé las dos primeras veces.

¿Que si me importa? ¿Qué? ¿Estar aquí? No. En este momento ya no me importa nada. Nada. Me siento como más tranquilo; siento que ya cumplí, en cierta forma, con lo que tenía que hacer. Tampoco me preocupa cuántos años voy a pasar aquí, y además… no sé cómo decirle; como que ya no soy el mismo Rubén de antes ¿sabe? hasta me he vuelto famoso y  esto empareja las cosas. Todos los periódicos han sacado un chorro de veces mi nombre y hasta fotografías. Está bien ¿no cree?

Ándele, sí. Que le vaya bien. Nomás no vaya a aumentarle nada ¿eh?

Letrinas: 6 poemas de Angel Acecam


Silente


Que tu silencio
te bese los labios
con la dulzura
de los anónimos,
que te queme la piel
con un gélido viento invernal,
que te lleve tu amargo sino
al yermo donde habita medusa
entre miel,


¿A que sabe el destierro?
Ocultas tus amantes
en la cara oscura de tu alma
que se precipita al hades,
probaste las migajas que eros
dejaba en tu alcoba
pasada tu muerte
y así saciaste
tu hambre atroz,


hiciste cenizas a los deudos del nirvana
que moraban cerca de tus pupilas
y no fuiste capaz
de llorar tu tragedia,
un torbellino de inocuos demonios
los llevaran al desierto
de tu oprobio para perderlos
eternamente,


diestra mentirosa,
engañas a los ángeles
que se posan en tus cabellos
y les atas las alas con ellos
para entregarlos a los verdugos
que los devoran a prisa,


cosecharas las viandas
del apocalipsis donde
tu soledad hará de colchón
en los insomnios sobrados
de lágrimas ensangrentadas
que llorara tu alma,


y pasada una década
las llevaras al troje
de la casualidad
echando raíces de amargura,
y ahí, se convertirán en semillas
de locuaz tormento,
para ser sembradas en tu cuerpo,


las regaras entre estatuas
y abejas,
con tu llanto inmenso
para agonizar en ese yermo
que será tu cementerio.



Kúñu nuevo


De la nada apareces
entre el bullicio de los muertos
que añoran resucitar,
clandestina imitas
sus plegarias y los haces
participes de tu bondad,


¿De dónde vienes?


Tu primicia es cándido manjar
que entre idolatrías se posa
para amamantar a sus vástagos,
es tragicomedia que sale
a escena apenas pasada
la luz por sus cadenas,


inicia su ritual benigno
para saciar sus deseos
entre llanto y oscuridad,
le llaman con ahínco
y ella responde a su paso
sin tregua,


les dará el regalo o
les negara la dicha
según su sino,
abrirá las ventanas y dejará
pasar la aurora para mostrar
los escombros que volverá a edificar,


y después, cantará embriagada
la canción que hará germinar
el amor o la cólera,
es su menester amasar el tiempo
para dirimir los abrazos con la eternidad
tardía que sorda no le atiende,


y ahí sigue, entre la pira y la noria,
entre las cenizas y el agua, esperando
el milagro que traiga delante la luna o el sol,
esperando, siempre esperando
inicia la vida
y resucitan los muertos,


como testamento sempiterno escrito
con estrellas de tierra, agua y fuego
sacude los tedios del pasado o del hostil futuro,
y así llega presuroso o pausado,
envilecido o enamorado
el génesis inesperado.




Hora equivocada


Esta noche nada late,
no late el viento arrebatado
que arranca las flores del cerezo,
no laten los ladridos de los canes
en la terraza del carnicero,
esta noche nada baila,
no bailan las luces de la plaza
que acostumbran en el quiosco,
tampoco lo hace el viejo reloj
de la iglesia con la música del coro,


esta noche nada canta,
no canta el cucurri posado
en el pino que creció junto a mi casa,
ni las luciérnagas que vuelan alrededor
del camposanto como almas dulces
esta noche nada fluye,
no fluye la sangre de mi vida
que se escurre entre tus pies,
menos la inspiración del hades
que atormenta hasta llegada el alba,


esta noche nada llora,
no llora la mujer que busca a sus hijos
por donde nace el rio, ni el cielo con nubes cargadas
de lágrimas, esta noche nada duerme,
no duermen los párvulos cansados de tanto jugar,
mucho menos los caballos que no dejan de relinchar,
esta noche es diferente a otras, nació al meridiano,
y las aves de granja fueron a su gallinero
los borregos y los rumiantes a sus corrales,
pero la hora miente, es una noche prematura,


no es ensayo del tiempo,
es un dulce momento que atesora mi futuro,
azul cargando a cuestas la oscuridad
sin ser esclavo aun de su veleidad,
la noche se va así nada más y el sol
al meridiano vuelve a despertar,
todos salen de su hogar,
solo han pasado unos minutos quizá
y así, el eclipse se despide
porque en mucho tiempo no volverá.




¿Qué es la muerte?


¿Y qué es la muerte?
sino un polizón
atado al pecho de destino,
un druida que alienta
la vida a consumirse
entre tristezas, risas
y tragos de tequila.


Un bravío astado atravesando
un campo lleno de mirasoles para llegar
a un solitario yermo,
¿Qué es? Sino una milpa de zacate
abrazada por el fuego causado
por una luciérnaga que cayo
precipitada de un sueño.


Como no llamarle en los atroces
momentos que arrebujan los deseos
de echarse a sus brazos fríos, y así
aliviar un alma contrariada,
no es sino el final que el tecolote
canta en la morada del indio
como diría mi madre.


No es sino la inexorable casualidad
que enamoro el tiempo y convirtió
por su amor en testamento eterno,
no es sino la que alivia las penurias
de un terminal enfermo que sonriente
le da la bienvenida como un paliativo
beso que consume su aflicción.


no es sino la visita inesperada
que llega de día, noche o madrugada
a tus vitales para devorarlos,
no es más que un silencio
que se adhiere confundido a
las notas de la soledad
que la acoge al terminar tus días.


No es sino la amante eterna
esperando tus besos tibios
detrás del telón de tu tragicomedia,
y eso es la muerte, todo lo que lleva vida,
lo que sueñan y descubren la luna y el viento
tanta muerte en tantos días, de cementerios
y efímeros suspiros llenos de destrozados egos.




Medusa


Entre los infiernos de mi soledad
sueles esconderte,
apaciguando mis ganas de llamarte
me seduce el olvido
que se cuela entre
demonios,


¿Dónde aprendiste a jugar así?
Siento desfallecer
atado al sino moribundo
que borra Mis huellas
de tu áspera
piel blanca,


tú, miras detrás de satanás
tus sucios deseos convertirse
en mi dolorosa realidad,
¡Moriré! Sonríes tomándolo de la mano
mientras mis querubines tratan de levantarme
de mi lecho mortecino,


¿Escuchaste mis plegarias?
Cientos de bolseritos
tejieron un aposento par mi alma
con musgo y ocochal
para que duerma en la suavidad
de sus complacencias,


asi no llegara al hades
precipitada por tu desamor,
en la aurora los gallos cantaran
mi despedida, como un himno
que suena a lamento de la natural
tierra que hambrienta espera mi cuerpo,


polvo inunda las lágrimas de mis deudos
que ojerosos despiden los recuerdos
que gritan tregua al tiempo,
madera y cristal engalanan
mi despedida al aposento
de mis huesos,


sucios intentos fallidos
por volver a mí el génesis
que late en mi sepultura,
entre ellos habitas
medusa de mi eterna soledad
y te escondes para asesinarme.




Pintora

A Alfonsina Storni



Es preciso disipar la angustia
atorada en mi pecho
desde que te fuiste a colorear el mar,
divina pintora llevaste tus oleos
a la galería eterna,
ahí, dibujaras sus quimeras
que te pertenecieron desde la madrugada
de su primicia,
hasta el ocaso de tu soledad infinita
por un momento,


azul y verde llevas en tus pinceles
listos para dar vida a la suave piel
de tu amante eterno,
celosa no llevas café ni dorado,
aquellos que engalanarían
a su fiel compañera y lo harían
olvidarse de ti,
ella, que gloriosa sabe los secretos
que esconde desde su brillante manto
donde juegan las gaviotas,
hasta su alma en penumbra
que iluminan especies fluorescentes,


ella, a quien con cada ola que llega a la costa
busca besar prometiéndole retornar
esas caricias por la eternidad,
ella, a quien con paciencia le canta
a través de una sirena
esa embrujada melodía
que lo enamorara inevitablemente,
lirios y peces multicolor
son sus mensajeros que te arrebatan
esos dulces sueños de tenerlo solo para ti,


llegado el ocaso como peregrino
sonrojara su rostro y pasado este,
en compañía de la luna llena
subirá hasta tus labios con la marea
y solo ahí podrás besarle,
así, en tertulia hablarle de tus amores,
después, entre reflejos como luciérnagas
te arrojaras a sus brazos
sin importarte que así perecerás.
Pintora;
es preciso disipar esta angustia atorada en mi pecho
y hundirla en el mar.


   

Angel Acecam Cloneoser


 

Angel Acecam Cloneoser (Nicolás Romero, México, Marzo 1985) Es un hito enterrado profundo licenciado en administración, sus textos tratan principalmente de la muerte, la soledad, y el desamor, ha participado con poesía para las revistas, Nocturnario, Monolito, Engarce, Poetómanos, gaZeta, Ibídem, Letrantes, Primera Página, Collhibri, Tintasangre, Perro Negro de la Calle, también para editoriales como Elementum y Letras Rebeldes, así como en fanzines, actualmente cursa la maestría en tecnología educativa.

Letrinas: Una por otra

 

Una por otra

 Por Saulo Aguilar


Ahí en donde tiene su imperio el mar del Caribe…

Leyenda de Chetumal – Carlos Gómez Barrera

 

Poot y sus hombres se hacen pasar por los integrantes de la Banda MS, los originales se encuentran amordazados dentro de un tráiler a las afueras de Chetumal. A media noche los impostores subirán al escenario y tomarán sus posiciones, ubicando los puntos hacia los que deben disparar. Los colaboradores y la familia de Don Félix, jefe del Cártel del Norte, se encuentran entre los asistentes. Cuando el capo dé el brindis de agradecimiento en la fiesta, la banda abrirá fuego contra todos los presentes. La orden es matarlos a todos, menos a la quinceañera.

Los impostores se cambian dentro del camerino y alistan las armas que llevan dentro de los estuches de sus instrumentos. Se mueren de miedo, pero saben que hoy es la mejor oportunidad para aniquilar al Cártel del Norte de una vez por todas. Ser empleados de esos cabrones o instaurar su propia organización aquí en casa: el Cártel del Caribe.

En la mesa de regalos yacen armas de oro con incrustaciones de esmeraldas y turquesas tan brillantes como el mar o la selva. Bolsos, maquillaje, celulares y las llaves de una Hummer color rosa, que se encuentra a un lado para que todos los asistentes puedan presenciar el regalo que Don Félix le ha dado a su hija.  Los meseros sirven caballitos de tequila reservado, vasos con whisky de dieciocho años y latas de Tecate Light por montones. Se sirve cabrito al ataúd, carne asada y barbacoa. Un pedacito del norte en el caribe para hacer que los miembros del cártel se sientan como en casa. Ese lugar que tanto se extraña, ese que dejaron para tenerlo todo aunque fuese lejos de casa. Todo mientras esperan a que las luces se enciendan y la Banda MS se arranque con sus grandes éxitos.

Algunos de sus más leales pistoleros trajeron a toda su familia para presenciar el acto, incluso el gobernador vino con toda su familia desde Cozumel. Cientos de selectos asistentes.

Chiflidos y aplausos animan a la banda a salir cuando se acerca la hora del acto, la cumpleañera se muere de emoción por ver a sus ídolos, ser la envidia de sus amistades y compañeros de la escuela. Los presentes están ansiosos, pero Poot lo está aún más.

Era solo un niño cuando los hombres del Cártel del Norte irrumpieron en la marisquería de sus padres exigiendo el derecho de piso. Lo recuerda bien, porque hasta el sol de hoy repasa el momento todas las noches como quien reza un rosario. Era domingo, el local estaba a reventar, como de costumbre, cuando dos hombres con sombrero texano y botas vaqueras cruzaron desde la entrada hacia el mostrador exigiendo la presencia del dueño. Eran Don Félix y compañía exigiendo ochenta mil pesos al mes. Su padre los corrió a mentadas. No sabía que después secuestrarían a su esposa y a su hija ni que las violarían entre diez hombres para luego descuartizarlas. Solo así entendió que valía más perderlo todo y huyó para jamás volver, tras dejar a su hijo al cuidado de una tía.

El tiempo convirtió a Poot en oficial de la Marina. Llegó a ser vicealmirante. Detuvo decenas de cargamentos. Quemó plantíos en Guerrero, Veracruz y Sinaloa. Se volvió experto en interrogatorios, aplicando los métodos de tortura más eficaces: golpes por todo el cuerpo, toques eléctricos en los genitales, sacarles las muelas sin anestesia, entre otras.

En todos sus años de servicio aprendió que esos hombres no son más que animales sobreviviendo a un infierno que ellos mismos construyeron. Atrapados en el vértigo constante. Seres con la mirada de quien solo tiene dos opciones: vencer o ser vencido. Para aniquilar a los vencedores hay que destruir su legado. Por eso hay que pegarles donde duele, botar su ego como quien tira la estatua de un tirano.

Así engañó a los verdaderos miembros de la Banda MS, con escorts que pusieron pastillas molidas en sus tragos. Luego reclutó a unos cuantos delincuentes chetumaleños con parecido a los integrantes de la banda, todo para convencerlos de que se puede ser algo más que subordinados. Convertirlos en los amos de la zona, hacer que todos conozcan al Cártel del Caribe como esa organización que destruyó por completo a los norteños. No como un asunto de revanchas, sino como un golpe definitivo a la moral de quienes, por décadas, se han sentido superiores.

Odia a los sicarios, pero es una por otra. No hay vuelta atrás.

***

Son las once con cincuenta y cinco minutos. Unas luces azules alumbran medio escenario. Las caras de los impostores aún se resguardan tras un velo de sombra. Los instrumentos se conectan y fingen probar sonido, afinar.  Los aullidos de las niñas y las mujeres se escuchan de fondo. La voz del público corea al unísono el nombre de la agrupación como si fuera una consigna. Todo va de acuerdo al plan.

En la pantalla que se encuentra al fondo del escenario comienzan una presentación con fotografías de la hija de Don Félix. Fotos de sus primeros años, de sus innumerables viajes alrededor del mundo. Se abren los micrófonos, el vocalista falso da las buenas noches e invita a Don Félix a subir al escenario para dar el brindis en compañía de su hija. Éste da rienda suelta a una perorata que resulta un lugar común, una cursilería propia de un briago, hasta pide a los presentes que se pongan de pie y levanten sus copas. Entonces un cuchillo le acaricia el cuello. Comienzan los disparos y Poot toma como rehén a la quinceañera para obligarla a presenciar todo.

El público no entiende que es lo que está pasando. La falsa Banda MS de Poot dispara desde el escenario. En lugar de clarinetes, trombones y trompetas suenan ráfagas de metralla y llueven granadas en lugar de tamborazos. Los presentes caen como si fuesen fichas de dominó.

La quinceañera llora y maldice a los asesinos de su familia. Patalea entre la sangre que derramó su padre. Poot la dejará vivir. Ella despertará más tarde en un hospital privado y a los pocos días será transportada a Miami con sus familiares. Nadie más volverá a saber de ella o de su familia. Nadie vendrá a cobrar venganza.

En otro punto de la ciudad la policía municipal encuentra y libera a los verdaderos miembros de la Banda MS. Antes de tomarles la declaración preguntan a los músicos si pueden tomarse una foto con ellos. Estos acceden.




Saulo Aguilar Bernés  (Chetumal, 1993)

Lic. en Derecho por la Universidad Modelo y maestrante en Creación y Apreciación Literaria por el Instituto de Estudios Universitarios. Autor del libro “Cosas del juego” (Capítulo Siete/Universidad Modelo, 2019) y coordinador de editorial Gazapo. Sus relatos aparecen en revistas como Círculo de Poesía, Blanco Móvil, Tropo a la Uña, Letralia, Efecto Antabús y Materia Escrita. Un par de estos fueron traducidos al polaco y al italiano. Becario del programa “Los signos de rotación” del Festival Interfaz en Mérida, Yucatán (2017).

Festival Emergencia 2020 reúne al talento hidrocálido

 

El Festival Emergencia 2020 de Aguascalientes presentará a algunas de las bandas locales emergentes con mayor proyección los días 23 y 24 de octubre en una edición totalmente virtual.

El Auditorio Pedro de Alba de la Universidad Autónoma de Aguascalientes fungirá como foro de este evento en donde participarán las agrupaciones y proyectos Nativo, Hombre Árbol, Char, Amber, Zoltar, Palé, Álamor y Neon Shades. 

La selección corrió a cargo de un comité especializado de músicos, gestores y promotores culturales; con el firme objetivo de organizar un festival diverso e incluyente en cuanto a propuestas, sonidos y géneros musicales. De esta manera podremos escuchar desde el bosa nova, pasando por la psicodelia y la experimentación, hasta los ritmos más eléctricos y estridentes del synth pop.

El evento forma parte de las actividades del programa #ICAalternativo del Instituto Cultural de Aguascalientes, en colaboración con la agencia ArtCo, el Instituto Aguascalentense para la Juventud, la Universidad Autónoma de Aguascalientes y la Oficina en México de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Además cuenta con el apoyo y la difusión de medios nacionales enfocados a la promoción de la cultura como RockZide, Barbarela Records, Ruido Blanco y por supuesto Revista Sputnik.

Podrás disfrutar del Festival Emergencia 2020 desde la comodidad de tu casa a través de las plataformas digitales de Radio UAA y UAA TV, y también desde las redes sociales del Festival.




«RESACA: relatos rescatados»


La Editorial Agujero de Gusano ha lanzado una nueva antología de relatos cuyas historias giran en torno a ese malestar físico y emocional que sentimos después de haber experimentado una jornada de excesos y/o malas decisiones.

Tras la publicación de La ciudad de los ahorcados (2019), el libro «Resaca: relatos rescatados» es el segundo volumen de cuentos del sello editorial, y reúne una docena de extraordinarias narraciones que nos llevan abruptamente de la risa a la congoja, y que navegan entre botellas de licor, música de todo tipo y un sinfín de guiños a la cultura pop.

Ya sea en las inusitadas barras de los bares fronterizos, en algún barrio bonaerense, en la humedad del Pacífico mexicano o en las insufribles pero insustituibles calles del centro de México, los personajes de estas historias libran todo tipo de resacas y situaciones inelegibles entre la realidad y la ficción.

Autores emergentes, plumas seductoras de la nueva ola de la narrativa nacional e incluso músicos convergen en este centenar de páginas en las que seguramente nos veremos reflejados con alguna situación o figura que nos transportará a ese instante que atesoramos en nuestra memoria por muy vergonzoso, placentero, escatológico o inenarrable que este sea.

«Resaca: relatos rescatados» cuenta con las letras de Elma Correa, Federico Bonasso, Juan Mendoza, Karla Michelle Canett, Óscar Alarcón, Luis Chigo, Alejandro Carrillo, Ana Nicholson, Julio Lino, Jorge Yee, Bárbara González y Carlos Iván Carrillo. Las ilustraciones de portada estuvieron a cargo de Ale Librada Torres Salcedo.

La obra fue posible gracias al apoyo de colaboradores, artistas, autores y tripulación de Revista Sputnik y se puede adquirir en línea a través de este link.


Los borrachos en el Centro Histórico recuerdan en mucho a las calaveras del Tzompantli. Figuran elementos del inframundo, pero son almas vivas deseosas de amor. A esa estirpe pertenezco yo -si me permite decirlo-.

Eusebio Ruvalcaba


RESACA: RELATOS RESCATADOS, Editorial Agujero de Gusano. Primera Edición: Octubre 2020
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