Mi cosa favorita de ser amigo de Antonio León

Selección y texto de presentación: Ánuar Zúñiga Naime
Foto: Elma Correa

 

Mi cosa favorita de ser amigo de Antonio León es la facilidad con la que convierte una salida a comer tacos en un evento de gala, una excursión al oxxo en un desfile, una visita al karaoke en un baile de máscaras; y los poemas en que habla de gremlins y monitos de videojuego.

Mi otra cosa favorita de ser amigo de Antonio León es su capacidad de reírse de las cosas más tristes y los poemas donde la adolescencia se extiende como una carretera que atraviesa el desierto.

Mi otra cosa favorita de ser amigo de Antonio León son las salidas a visitar edificios viejos, iglesias, casas venidas a menos donde vivieron poetas a quienes todo les importaba mucho o muy poco y robarnos las puertas. También los poemas donde Ben Affleck es el protagonista que fracasa inevitablemente.

Mi otra cosa favorita de ser amigo de Antonio León es que tiene el súper poder de transformar los eventos culturales en fiestas con mariachi y uñas negras y rímel corrido. Y también los poemas, por supuesto.

Ánuar Zúñiga Naime

 

 

detergente

 

pequeñas canciones de la comida

los humanos son hormigas sin ensortijar

 

si se reúnen

se llamarán amigos

pero también van a ignorar las pláticas

en que se habla

de la belleza

y dirán que es estúpida la belleza

:

en películas antiguas se lavan manteles con detergente

los tendederos que doblan la vista

parecen autocinemas silvestres

 

y en la última función

se aparecen fantasmas que prefieren los exteriores

:

mi madre tuvo alergia a las manos rajadas del Ariel

no hay un mantel que cubra

los guantes de carne molida

 

la belleza será

entonces

un recibo por algún servicio que se pueda comprobar

un amanecer en que pudimos hablar de otros asuntos

 

si se edita una antología de manos antiguas

en marcos que ostentan molduras

cubiertas por hoja de oro

aparecerá

un mantel

 

 

 

Érica Vexler

 

Desde niño fui de diamantina prensador de cielos canos

 

quería alcanzar velocidades de superhéroe en una serie

del canal seis

 

ir en avión privado, transmisiones en vivo la televisión

horario vespertino: su santidad la Mama, Erica Vexler

y Valentina Alazraki justo a tiempo para la homilía del te

 

de espaldas a la pared trece años, redondos y sin soltar

los maestros madrugaban para arengar estupideces en el

tiempo libre nos prohibían movernos en exteriores por

las armas químicas, patines en línea, camisa manchester

 

es que decían guerra del golfo, luego líneas verdes como

rayos de esmeralda

 

de espaldas a la pared encerronas de fantasía, la ascendencia queer

el rímel de todos los Robert Smith del nuevo rock patrio.

 

Que no digan:

temprana muy temprana la huida en tacones, la venida en tinieblas,

la mojarrita en caldo al borde de ninguna parte si de todas formas

nos vamos a morir en esta guerra o en otra.

 

Por disposición oficial del fin del mundo

prohibido fallecer antes de salir del closet.

 

Aviones se aproximan en la guerra televisada

George Bush madre contra Madame Hussein este es un ataque nuclear

repito

nuclear.

 

 

 

Galerón

 

mis amigos y yo

nos encerrábamos a odiarlo todo al fondo de un galerón

pocos muchachos en aquel espacio para flotar sin antena

 

las reglas eran simples

:

podíamos tocarnos siendo machos cabríos

pero sin desear de verdad

 

cuando alguien latía más fuerte

era pasado por tierra o por un mar de puños

como pasar un bacalao eviscerado a otra era

 

calientes desde la sangre en oquedades y naves industriales

incluso cuartos fríos que transmutaban en salas de calderas

 

al regresar a clase

yo era el único que recordaba el incidente

 

yerto en la afonía del aula

sudaba por el lápiz

imaginaba la tarde floja de las piernas

 

fiebre reumática la tarde

con menores de edad que se comían el cuello unos a otros

 

todo lo recordaba

 

 

mamars poética

 

este es mi poema de ir a la mierda en bobsled

en la olimpiada del cambio climático

o en la prueba de salto con pértiga en campo minado

junto a pacientes con el cielo negro

chicos de cabeza rota a punta de mimos

lo escribo

      en madrugadas de poco sueño

      en sillas voladoras de la feria municipal

con ideas que robé en foros de opinión

acerca del cine porno

entre políticos de izquierda y derecha

       al recortarles el odio como saliva de uso

       vuelan pavesas negras en la habitación

*

este es mi poema de quedarme en cama

en el voguing imaginario de las gordas

durante los paseos familiares

al campo

*

lo escribí desde la época de la vieja casa de madera

en que mi padre guardaba una pistola

hasta que un día entró un ladrón

a llevarse las cajas de balas

los bienes tangibles de la balística

toman el rumbo del mejor de sus alumnos

el arma es ahora un hueco vítreo

en casas vacacionales de extranjeros

fantasma de hierro con erecciones amartilladas

*

conté mi primera mentira hace treinta años

en un patio en que había juguetes

palabras que deseaban terminar

su ministerio de estrabismo

en el gatillo blando de las cosas

*

una vez saqué el arma del escondite paterno

que parecía un ataúd de lana en color marrón

bajé la bragueta al rayado del cañón

y me la puse en la boca

       la impotencia hace fila

       varias veces

       en la ruta de plástico

       de los juguetes nuevos

puja hacia arriba su arado de anodinos perros

este es mi poema del frío en el rostro

        cuando se atora una bala

 

  

Antonio León (Ensenada, Baja California) escribe poesía y crónica. Los poemas que aparecen en esta selección se extraen de los libros :ríos (cetys Universidad), Drowner (Secretaria de Cultura de Baja California), Consomé de piraña (Carruaje de pájaros / Instituto Sinaloense de Cultura) y publicaciones electrónicas.

Tren al norte



Por Juan Mendoza

Presentación de 'Tren Suburbano' de Aldo Rosales.

Librería Bonilla. Jueves 11 de Agosto.

 

Abriré con una aclaración que inicia, más bien, parafraseando algo que le escuché a una escritora infumable que, en apariencia, dedica más tiempo a ser infumable a propósito en redes sociales de escritores más competentes para obtener likes que a escribir. Alguna vez dijo que le cagaban las presentaciones porque sólo eran “una fiesta donde el autor invita a sus amigos para hablar bien de su libro”.

No es que la sentencia sea errónea, incluso estoy totalmente de acuerdo. Lo que no entiendo es el porqué de la molestia. Claro que debe ser una fiesta, pues estamos celebrando un acontecimiento importante y obviamente el escritor invitará a sus amigos. De pendejo invita a un enemigo que se haya dedicado a leer minuciosamente el texto sólo para destrozarlo, arruinar las ventas y, de paso, su reputación literaria. Mucho menos a un desconocido que, probablemente ni lea el libro y se dedique a recomendar otros textos y otros autores, incluso los suyos propios, antes que el presentado. Ha pasado. Quiero dar este punto por importante porque Aldo es mi amigo, mi gran amigo, pero no es por eso que estoy en esta mesa para hablar de Tren Suburbano. Al menos, no sólo por eso.

Antes de conocer a Aldo, conocí sus libros. Un editor y amigo en común, Nahum Torres me recomendó Los Panes y los Pescados. Después otro profe, escritor, editor y amigo en común, Óscar Alarcón, me hizo llegar la colección de libros que edita la BUAP, Extra(e)ditados, donde venía Sombra-Reflejo. Cuando terminé la lectura de ambos, me había afanado en conseguir Entre cuatro esquinas y Linde faz. Cuando por fin tuve de frente a Aldo y brindamos con cerveza y fue a mi casa a celebrar mi cumpleaños (dos veces), yo ya lo había considerado como un gran narrador y, también como un gran cronista. Por eso me siento doblemente honrado de su invitación: 1) porque es mi amigo y los logros de los amigos se deben de celebrar como propios y 2) porque me entusiasmó de sobremanera la lectura de estas crónicas que yo esperaba con mucho afán. Siendo ambos del EdoMex, y recordando un cuento/crónica en Linde Faz de un gimnasio en Cuautitlán, sabía que era sólo esperar un poco para tener la fortuna de tener un libro dedicado a Cuautitlán, a Tlalnepantla, a Tultitlán, La Quebrada, esa línea que avanza y traspasa el tren suburbano.

En el prólogo Benjamín Morales de NoFM nos relata cómo y dónde conoció a Aldo y las impresiones que le causaron sus textos leídos en el taller de la Pirámide. Cuenta cómo se encontraron años después y cómo fue que le solicitó hacer un libro de crónicas. Aldo contestó que no sabía lo que era una crónica, y entonces le pidió que escribiera de lo que viera. Agradecí esa absoluta sinceridad que sale de la boca de uno de los mejores escritores y cronistas contemporáneos. Lo digo sin falsa alabanza, es una característica que subraya el talento y la habilidad de Aldo por construir historias, llámenla crónica, cuento, novela, relato, lo que sea. Una habilidad que se desarrolla y se pule y se trabaja, pero es difícil adquirirla. No se aprende. En clases, talleres y cursos aprendes muchas otras cosas necesarias y vitales para el ejercicio de la literatura, pero no puedes aprender a escribir porque nadie te puede enseñar a ser escritor, a tener la habilidad de atrapar a un lector con un texto. Esa habilidad la descubrí en Aldo, y su franqueza brutal de no andar exigiendo reflectores y mejor dedicarse a escribir, afortunadamente para nosotros los lectores

Como habitante del Estado de México y pasador frecuente de esa frontera invisible entre el EdoMex y la CDMX, leo con emoción las crónicas de Aldo, porque relatan muchos lugares que conozco: viaja en los mismos vagones que yo, mira a la ventana y observa el mismo paisaje. Me siento identificado. El Tren Suburbano da perfecto título a este compilado de crónicas. Estos vagones que transgreden la frontera y facilitan la llegada de miles de personas también nos recuerdan que la condición humana retratada en las crónicas no es condicionante ni depende de una situación geográfica. El viajero del Tren Suburbano transpone kilómetros tras de sí para darse cuenta que la condición humana, es la misma en el destino. Pareciera que viaja con él, que también compra una tarjeta, abona saldo para un “viaje largo” y llega al mismo lugar, a todos los lugares, de donde parece nunca haber salido.

En el Estado de México no todo es atraco en combis, no todos se llaman Brayan (sí un montón, pero no todos), no todo es Ecatepec o Toluca, mucho menos Mordor y no todo es un Establo. Aldo lo sabe bien y va más profundo, desentierra los huesos de las historias. Porque sabe que la miseria del alma es como éstos huesos: al final todos, y en todos lados, terminan por parecerse.

Compartiré un par de párrafos que me parecieron contundentes para aterrizar de lo que hablo:

“El Hombre parece asustarse. Quizá en otras ocasiones le han recriminado por tomar algo que, si bien en principio no es suyo, podría pertenecerlo porque a nadie sirve: sólo a él: como los pepenadores, los trabajadores de limpia, los que recogen latas y plástico y también los escritores, que recogen lo que los demás consideran basura y le encuentran un uso, un último uso. Ya sea palabras, latas, fierros; el aire (uno de esos oficios es inútil. No diré cuál).” 

La Letra que Divide el Mundo

 

“Mañana vendrán por el perro, por eso no le he puesto nombre. Porque un nombre borra el anonimato. Por eso los perros callejeros deben llamarse así: Perros callejeros. Por eso los niños de la calle deben llamarse sólo así, niños de la calle. Un nombre tiene vida, los números no.”

Usted no lo va a creer.

 

Como ven, Aldo es un atinado observador de la presunta cotidianidad y encuentra la manera de pulir una historia y regalárnosla. Sabe que ya no es suya, mucho menos el impacto. He confesado más de una vez que me ha dado mucho entusiasmo la lectura de este libro, pero también me dio tristeza, es imposible no pensar en qué fue de aquel niño que se queda solo al cuidado de sus hermanos mientras su madre sale a trabajar y que estuvo dispuesto a regalarle un perrito. De aquel pepenador que no pudo zafar una varilla, de los presos, de los inmigrantes, de todas las personas variopintas que pasan por estas páginas, de las ferias, de los puentes, de las calles que siempre están arreglando. No puedes evitar pensar en ellas y suspirar con cierto remordimiento, con melancolía y tristeza infinita.

Hay también la crónica que te saca una sonrisa, cuando te identificas, cuando reconoces la calle, los puestos del mercado, las ocurrencias. Ya lo dije y lo repito: esa brutal honestidad es una característica que personalmente agradezco, porque además de todo, la lectura de Tren Suburbano me hace sentir que estoy destapando una caguama que vamos a compartir en vasos de plástico, sentados en una banqueta de alguna calle de Cuautitlán, con una grabadora de pilas en volumen bajito, y mientras se rolan una cajetilla de cigarros le pedimos a Aldo Rosales nos cuente cómo le fue el día de hoy que se lanzó al Faro Indios Verdes… entonces enciende un cigarro, le da un largo trago a la cerveza toma aire y…

… Y es aquí donde termino de hablar para invitarlos a leer el libro, para agradecer a Aldo por haber escrito Tren Suburbano, a Malpaís por publicarlo, a la Librería Bonilla por abrir  el espacio y a ustedes por escucharnos y, más importante, por buscar el libro, por leerlo, por darle vida y continuidad a las letras de Aldo Rosales.

Pulsos y Ambulantito: documentales para todas las edades en la Gira Ambulante 2022




Ambulante continúa develando avances de la programación de la Gira 2022. Recientemente se anunció la selección de Pulsos y Ambulantito, secciones que por una parte contemplan producciones mexicanas y por otra, una selección de cine animado dedicado a las infancias.

Este año Pulsos reúne quince películas, diez largometrajes y cinco cortometrajes con temas y estilos que evidencian la producción actual en nuestro país. El 50% de la programación de la sección fue seleccionada a través de una convocatoria abierta. Destacan los filmes provenientes del sureste, que revelan cosmovisiones indígenas y afro. Como contrapunto, varios trabajos nos transportan a diferentes rincones del territorio norte.

Entre las temáticas abordadas tienen una presencia central el mundo rural, las comunidades tradicionales, los desastres naturales, la migración, las búsquedas personales y los lazos familiares, la memoria y lo onírico.

En palabras de Antonio Zirión, programador de Ambulante: “La selección de películas que este año conforman Pulsos es resultado de largos procesos de descentralización, de formación y de desarrollo de cinematografías regionales en diversos territorios de nuestro país. Al mismo tiempo es reflejo de la gran diversidad étnica y lingüística, y de los diálogos interculturales que se suscitan en el México contemporáneo. En cada película encontramos un tipo de cine muy propio, con raíces e identidades bien firmes, pero que al mismo tiempo dialoga con los estilos y las tendencias actuales de la producción documental a nivel mundial”.

Participan en la sección los siguientes títulos:


● Nos hicieron noche | Dir. Antonio Hernández | México | 2021
● Comala | Dir. Gian Cassini | México | 2021
● Noche blanca | Dirs. Tania Ximena Ruiz y Yollotl Gómez Alvarado | México | 2021
● Luz viaje oscuro | Dirs. Tin Dirdamal y Eva Cadena | México, Vietnam | 2021
● Vaychiletik | Dir. Juan Javier Pérez | México | 2021
● Junk'olal | Dirs. Fabiola Manyari y Diego Moreno Garza | México | 2022
● Mamá | Dir. Xun Sero | México | 2022
● Las colonias | Dir. Luis Lazalde | México | 2022
● Temporada de campo | Dir. Isabel Vaca| México | 2021
● Mi casa está en otra parte | Dirs. Carlos Hagerman y Jorge Villalobos | México | 2022

Programa de cortos:

● Hacia la niebla | Dir. Ricardo del Conde | México | 2021
● Piedra | Dir. Salvador Martínez | México | 2021
● Entre ellas | Dir. Roxane Florin | México | 2020
● Boca de Culebra | Dir. Adriana Otero Puerto | México | 2020
● La fuga | Dir. Kani Lapuerta | México | 2021




Destaca la presencia de dos estrenos mundiales: Junk'olal de Fabiola Manyari y Diego Moreno Garza, que relata la historia de desplazo de la comunidad maya chuj tras el genocidio en Guatemala en los años ochenta y Las colonias de Luis Lazalde, retrato de una comunidad menonita en el norte de México que ve amenazadas sus tradiciones ancestrales. La sección también incluye el documental Nos hicieron noche, que mediante la tradición oral narra los sucesos desencadenados después del paso del ciclón Dolores por el pueblo de Charco Redondo en Oaxaca, en 1974. La película recibió la Beca Afro de Ambulante con la Fundación W.K. Kellogg, un esfuerzo de la organización para impulsar y fortalecer nuevas narrativas en torno a la población afromexicana del país.

En los próximos días se darán a conocer otras secciones de la programación que incluyen más títulos de producción mexicana. Entre ellas, Coordenadas agrupará largometrajes y programas de cortometrajes exclusivos para cada estado, que abordan problemáticas y manifestaciones culturales regionales. Con esta sección se propicia un espacio de encuentro entre espectadores y creadores con preocupaciones locales compartidas para intercambiar experiencias y saberes.

Ambulantito

Ambulantito, una de las secciones más entrañables de la Gira de Documentales, vuelve en esta edición con tres programas de cortometrajes dirigidos a las infancias, un largometraje y una función musicalizada especial en la Ciudad de México.

En palabras de Lucía Cavalchini, programadora: “Ambulantito nos hace descubrir el mundo con nuevos ojos, afina nuestros sentidos y nos abre un universo de combinaciones inesperadas para jugar y descubrir el mundo que habitamos. Es el país de Nunca Jamás al que todes queremos viajar”.


Con más de treinta títulos, alrededor del 60% de la programación de Ambulantito fue seleccionada a partir de una convocatoria abierta a principios de año. Estos son los programas que conforman la sección:

Programa 1. Hacernos juntas

Construir juntas experiencias de comunidad, jugar en grupo, compartir recuerdos, ayudarse y construir alianzas porque juntas la vida suena mejor, se vive mejor, e irrumpe la alegría. Esta selección nos empuja a la colectividad, a la colaboración, a las familias (también las improvisadas) como un espacio de paz y seguridad donde el recuerdo dispara increíbles imágenes.

Programa 2. A ritmo de la fantasía

Un homenaje al poder de la música, las melodías, al canto y las voces. Pero también a los elementos naturales, sus ritmos y su poder de evocación.

Programa 3. Cosmofolia

¿Dónde se esconden los secretos del mundo natural? ¿Cómo los escuchamos? ¿Cómo nos habla la naturaleza? Si prestamos atención al espacio que nos rodea, a las pequeñas manifestaciones vitales, podemos construir un mundo más justo, habitable y lento. Podemos inventar un nuevo cosmos. Cosmofolia es este espacio invisible que existe dentro de cada uno de nosotros de naturaleza exuberante, escucha atenta y ritmos vitales.

Programa 4. Buenos días, mundo (largometraje)

● Buenos días mundo | Dir. Anne-Lise Koehler, Éric Serre | Francia | 2019


¡Oídos a la vista! Musicalización en vivo en CDMX

Con una selección de cortometrajes de animación del multipremiado artista mexicano Raúl “Robin” Morales, ofreceremos en CDMX una función musicalizada en vivo por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Naucalpan; un viaje a través de la música y el cine para descubrir nuevas combinaciones para vivir las historias. El evento, para grandes y pequeños, tendrá lugar el 3 de septiembre a las 12:00 y 14:00 hrs en la Biblioteca Vasconcelos.

Ambulante Gira de Documentales viajará a cinco estados entre el 31 de agosto y el 9 de octubre de 2022: Ciudad de México (del 31 de agosto al 4 de septiembre), Michoacán (del 7 al 11 de septiembre), Aguascalientes (del 21 al 25 de septiembre), Chihuahua (del 28 de septiembre al 2 de octubre) y Veracruz (del 5 al 9 de octubre). De manera paralela al recorrido territorial de la Gira y retomando el formato híbrido, la programación también estará disponible de manera digital para usuarios y usuarias en toda la república mexicana a través de www.ambulante.org. La programación es mayoritariamente gratuita.

Finalmente, parte de la programación de la Gira 2022 estará disponible en televisoras nacionales como Canal Once y Canal 22, así como en televisoras locales.

Letrinas: Minificciones II de Franco García



Minificciones II
Por Franco García



El apestado

Su mal aliento ahuyentaba a las personas. La fetidez de sus palabras semejaba al de un cadáver. Nadie tenía interés en escucharlo. El saber que ella amaba a otro hombre ocasionó que se le pudriera el corazón.


Somos hermosos

La conocí en el antro y bebía a solas en la barra. Me acerqué para invitarla a bailar y aceptó. Disfrutamos del ambiente hasta que nos marchamos a su departamento. Al llegar me llevó a su recámara, se desnudó y descubrí que no tenía senos. ¿Verdad que soy hermosa?, me preguntó y miré su rostro empapado de lágrimas. Entonces me bajé el pantalón y descubrió que sólo me colgaba una delgada sonda. Somos hermosos, le dije y la abracé como se abraza a un recién nacido.


Femme fatale

Al parecer le gustan tiernitos, dijo el detective. Se aprovecha de esos muchachos románticos, urgidos y rechazados. Siempre demostrando que se encuentra a su alcance. Y mira que engañarlos con sus falsas caricias y, después, castrarlos sin piedad alguna. Vaya que estas nuevas muñecas inflables de sexo automático son peligrosas.


Regalo de aniversario

—Qué buen sabor tiene este platillo, eh, cielo —dijo el esposo. Y pese a que está frío no pierde su esencia.

—Así es el platillo, mi vida —dijo la esposa. Es tu regalo de aniversario.

Celebraban cincuenta años de casados y ella se había encargado de preparar la cena.

—Gracias, amor. De verdad que es delicioso. Jamás lo había probado. ¿Cuál es la receta?

—Una especial. Y lo es por estar conmigo en las malas, en las buenas y por tu fidelidad.

—Vamos, cariño —dijo el esposo y esbozó una ligera sonrisa.

—Vuelvo con ella —dijo la esposa y se levantó para ir a la cocina.

Al cabo de unos minutos, la esposa apareció con una charola de plata y la colocó sobre el comedor. Contenía un frasco de veneno y las fotografías de su esposo con su amante.


Confrontación de razones

El corazón decía que la amara, el cerebro que no le convenía y el sexo que ignorara a ambos y gozara.


Nueva etapa

Por salud mental la terapeuta le aconsejó que se deshiciera de todo aquello que le recordara a su expareja e iniciara una nueva etapa. Al llegar a su casa acarició el lado izquierdo de su pecho y se clavó una navaja.


Toc toc

Un hombre toca la puerta. Una mujer abre. Él dice: “Estoy aquí para hacerle el amor y amarla toda la vida”. Ella dice: “¡Está loco! No lo conozco”. Y él: “Ni yo a usted, pero ni el amor ni el sexo se buscan, simplemente llegan”.


Hombre de palabra

Le prometió amor eterno mas no fidelidad sexual. Sus más de treinta hijos se sienten orgullosos de tal proeza.


El sueño de Sísifo

Todas las noches Sísifo vuelve a su mismo sueño: amar a la mujer que nunca le corresponderá.


Actitud positiva

A veces tengo la necesidad de llorar a todas horas. Mi psiquiatra dice que se debe a mi depresión y ansiedad. Afortunadamente tengo a la mano Rivotril y Prozac. Ánimo, vaqueros, la vida es bella.


El evangelio según san Juan Escutia

Antes de lanzarse del castillo de Chapultepec, el niño Juan Escutia dijo a sus discípulos: “Bienaventurados aquellos que se masacran a diario por una bandera política, porque de ellos será el Reino de los Olvidados”.


Infanticidio

Lo siento, señor juez, pero mi sueño infantil de ser un rockstar no me dejaba en paz. Tenía que madurar y trabajar para asegurar mi pensión.


Claro despertar

Dejad de soñar lo imposible, camaradas, dijo el cheguevarista. El sueldo es irresistible.


Libres

Cuando por fin se habían librado de las cadenas de las opresión, tanta paz los aturdía.


Mrs. Cool

Aún conservo la cabeza de mi padre en el congelador. De vez en cuando la extraigo para lavarla y no se dañe. Siempre se consideró un gran emprendedor y se sentía orgulloso de los resultados en la empresa. Su última voluntad fue que lo decapitaran, por aquello de mantener frescas sus ideas.


Día de Muertos

—Ay hijo, qué joven eras. Apenas un niño cuando te atropellaron.

—Lo sé, papá.

—Siempre estaré a tu lado, campeón. No olvides recurrir a tu regalo cuando lo necesites.

—Claro que no, papá. Ya es hora de retirarme. Me dio gusto que vinieras a mi tumba. Gracias por las revistas y películas pornográficas.


Actor

Le gustaba imitar a su padre desde niño. Su talento era innato y sublime. “Será un gran actor cuando sea mayor”, decía la madre, orgullosa. Al cumplir dieciocho años se lanzó del mismo edificio donde se suicidó su padre.


Lazos de fuego

Una casa en penumbra, una vela encendida se agita al centro de una mesa de madera. Un anciano se encuentra sentado frente a ella y bebe de a sorbos una botella de mezcal. No aparta la mirada de cada movimiento de la llama y recuerda a su esposa e hija quemadas en un accidente automovilístico que sufrieron hace años. “Mierda”, dice y da un trago a la botella. De pronto algo en su corazón lo paraliza y se desploma sobre la mesa. Una casa arde en medio de la noche.


De generación en generación

—Hijo, será mejor que te vayas a la cama.

—Sí, papá.

—Mañana saldremos a pescar temprano. Algún día serás un gran pescador como yo.

—¡Pero no quiero ir, no me gusta! Mi sueño es ser futbolista.

—¡Es una orden! Tienes que aprender a hacerlo. Si llego a morir tú te encargarás de cuidar a tu madre y a tus hermanos.

—Está bien. ¿Y el abuelo?

—¿Él qué?

—Si él también te obligó a hacerlo.

—¿A pescar?

—No, a ser padre.


Vengador anónimo

Seguiré matando más prójimos, Dios, en nombre de la paz y el orden. Porque nunca falta un hijo de puta en cada esquina y a ti te consta. De ahora en adelante con un tiro me bastará, como una palabra tuya para sanar mi alma.


Franco García (Guerrero, 1987). Economista por la UNAM. Ha publicado en Punto de partida, Ágora, Opción, Mono, La otra voz, Trinchera, Acapulco cultura, Minificción, Monolito, Rankia, Zompantle, Palabrerías, Capote, Enpoli, entre otras. Parte de su obra ha aparecido en antologías de minificciones y cuentos.

Letrinas: Inferno



Inferno
Germán Cejudo



Renunciaste al mal. Es tu bautizo. Fuiste bendecido y tu cabeza fue sumergida en agua bendita. Aniquilaron el pecado original como tú la aniquilaste a ella.

No tienes tiempo de pensar en el pasado porque el pasado no existe y nunca ha existido. Eres un asesino y un cobarde, malnacido psicópata de mierda. Te regodeas con el llanto de la gente mientras sonríes cínicamente.

Recuerdas el momento en que quitaste una vida y eso te da algo parecido al placer y a la felicidad. Pero también recuerda que el pasado no existe, ya te lo dije.

Lloraste cuando el sacerdote te secaba y tu madrina te sostenía con delicadeza. Tu familia hacía sonidos que provoca la ternura mientras tu llanto se expandía con un eco en la iglesia medio vacía. No recuerdas ese momento porque quemaste las fotografías.

¿Qué queda de ti? Flotas en el espacio-tiempo, lejos de todo, adentro de la burbuja que te lleva al centro donde viven la furia y la tristeza, como dos núcleos que se pelean por atraer el sentido de tu vida.

¿Alguna vez piensas en ella? Intenta recordar la sonrisa que ponía cuando estabas en sus brazos y tus miedos se esfumaban y la calma te invadía. Convierte su felicidad en tu martirio, que su belleza se transmute en el horror y el vacío que te espera porque es lo único que hay en el infierno.

Vive aterrado en ese sueño eterno y, cuando pienses que has despertado, date cuenta que estás en un sueño dentro de otro peor que el anterior.

Que una profunda ansiedad y un imperante terror te invadan y apaguen tu risa como se apagó la risa de tu madre cuando la mataste.

Letrinas: Primavera en Tanzania



Primavera en Tanzania
Isaac Gasca Mata

Llegué a Tanzania a bordo de un avión procedente de Roma. Aunque parezca mentira, en pleno siglo XXI solo hay una conexión directa entre aerolíneas latinoamericanas con aeropuertos africanos, y ese vuelo obviamente tiene un costo muy elevado. El colonialismo sigue vigente: Europa continúa considerándose el centro del mundo. O eso es lo que los viajeros notamos en cualquier aeropuerto del orbe. De Latinoamérica a África se debe hacer una o dos escalas en suelo europeo, no importa que eso represente un rodeo inútil o un retraso de horas. El poder económico exige que así sea, quizá con la intención de remarcar su influencia. Que los pasajeros duerman en el piso de las terminales les tiene sin cuidado. El poder se ejerce o se pierde. Por lo tanto, el viaje es largo, difícil, por momentos se torna insoportable. No obstante, para llegar al parque nacional del Serengueti aterrizar en el aeropuerto del Kilimanjaro es apenas el primer paso de los muchos que se tienen que dar.

Al bajar del avión un mozo se acercó para ayudarme con el equipaje.

Sir, I was waiting for you –expresó con una sonrisa deslumbrante.

El calor continental arreciaba. Descendí de la aeronave en medio de una tórrida primavera que me abrasó con sus 45°C. En suelo africano el ambiente está sobrecargado con una bruma de vapores y sudores tanto vegetales como humanos. Además, los moscardones insistían en atormentarme la piel con sus molestos aguijones. Son un fastidio. Sin perder un segundo indiqué a mi ayudante que nos fuéramos cuanto antes a cualquier lugar climatizado artificialmente.

Cinco minutos después abordé un autobús sin techo, pintado con franjas blancas y negras, como las cebras. Era un autobús viejo pero funcional donde nos acomodamos treinta turistas con nuestras respectivas maletas. El grupo estaba conformado en su mayoría por europeos, aunque también viajaba un matrimonio chino y un deportista chileno. Agotaríamos cinco horas de viaje antes de llegar a la reserva natural del Serengueti. En el último asiento identifiqué a una hermosa joven de ojos claros que me sonrió con simpatía. Me acomodé a su lado.

Buenos días -la saludé al tiempo que limpiaba mi sudor-, es una lástima que el autobús no tenga refrigeración. ¡Nos estamos sofocando!

La joven murmuró una respuesta ambigua e inmediatamente después vació de un trago su botella de agua.

Mi chiamo Luciana.

Empezamos una charla insustancial acerca de todo; las palabras típicas que comparten dos desconocidos en su presentación durante un safari africano. Ya saben: el animal favorito, la tierra roja, el lugar de origen. Mientras Luciana y yo comentábamos lo que nos parecía indispensable para abrir el camino que nos conduciría a beber una copa en el hotel, la sabana africana se extendía por todos lados, inundando de colores brillantes el horizonte. Un espectáculo hermoso, cautivador, que predispuso a mi compañera a la nostalgia.

Como buen lector de novelas de viaje donde los autores relatan no pocas veces que los grandes animales se encuentran en el corazón de África, me sorprendió observar a ambos lados del camino manadas de cebras pastando en compañía de ñus, una familia de elefantes levantando polvo con sus patas gruesas y tres o cuatro jirafas que no perdían detalle de nuestro autobús mientras masticaban las ramas de un árbol de acacia.

–Esto solo es la carretera. Lo mejor lo verán mañana -señaló el guía-Me llamo Makonnen Doudou. ¿Saben lo que significa Serengueti?

–No.

Es una palabra de origen masái que quiere decir “lugar donde la tierra no termina nunca”, es una planicie infinita. Pero para disfrutarla aguardaremos hasta mañana. Ahora nos dirigimos al hotel de su reservación. Allá los espera una opípara comida para que repongan fuerzas. También hay duchas y bungalows para descansar de las penurias del viaje. A media noche el hotel les ofrecerá una cena para que convivan y se conozcan. ¡Bienvenidos al corazón de África!

Yo ansiaba admirar a los animales en ese mismo momento, pero comprendí que mi deseo era una imprudencia.

Las luces rojas del atardecer dibujaban sombras fantásticas en el horizonte, como danzas elaboradas por espíritus camuflados en el paisaje. A lo lejos el rugido de un león agregó un elemento auditivo al magnifico momento. África es mágica, increíble.

Apenas teníamos tiempo suficiente para llegar al hotel. La noche es peligrosa en la sabana. No solo por la cacería impredecible de los carnívoros; sino por las bandas de cazadores furtivos que no se tocan el corazón para matar. “Ellos no dejan testigos”, leí en una pancarta del aeropuerto.

Espero que lleguemos pronto pronunció Luciana, visiblemente cansada.

Una hiena emitió una carcajada desde la oscuridad. 

  II

El Hotel Löwe era un pequeño paraíso climatizado en medio de la ardiente sabana. Contaba con todas las comodidades de los cinco estrellas, pero no pertenecía a ninguna cadena. Un matrimonio alemán era dueño del espacio y de varios cientos de hectáreas a su alrededor. El albergue tenía dos jardines, una alberca, una sala de coctel, despachos, y bungalows suficientes para las treinta personas que pasaríamos ahí una íntima velada. 

La noche transcurrió tal como lo esperaba. Luciana y yo, luego de bañarnos y reposar dos horas en nuestros respectivos bungalows, nos encontramos en el lobby. Nos sirvieron champaña y una orquesta en vivo deleitó nuestro oído con el vals Moonlinght serenade, de Glenn Miller. La luz era tenue, el licor suave, la mujer hermosa y la noche inmejorable. Deslicé mis manos por la cintura de la italiana. Era un momento perfecto, un instante para recordar toda la vida…

–¿Bailamos?

La luna lucía enorme, como el ojo amarillo de un gigantesco felino.

Nos besamos al ritmo de la cadencia de esa magnífica melodía. Y luego bailamos otras tres, lentamente, predisponiéndonos al placer.

–Vamos a mi bungalow para estar más cómodos -sugirió la romana-. Mañana veremos leones, guepardos, antílopes, pero esta noche será solo para nosotros...

III

–Sugiero que vistan ropa clara, muy ligera, de telas livianas. El calor a medio día es sofocante advirtió Makonnen Doudou, nuestro guía.

Abandonamos el hotel antes del amanecer.

–Lamento no tener la tez negra -susurré a Luciana-, la melanina característica de la piel africana tolera mucho mejor los rayos del sol.

Nuestro autobús salió con rumbo al norte. Los obturadores de las cámaras fotográficas no cesaban de disparar. Capturamos la imagen de un leopardo refrescándose en las ramas de un árbol. También vimos una familia de jabalíes, y dos guepardos devorando una pequeña gacela muerta. Nos perdimos la persecución, llegamos tarde por escasos minutos. Sin embargo, ver a esos felinos comer fue motivo de sorpresa y estupefacción. Más adelante observamos los grupos migratorios de cebras y ñus pastando a pesar de la amenaza de una jauría de hienas que aguardaban el momento de atacar. Antes de las dos de la tarde contemplamos muchos de los animales prototípicos de África. A excepción de rinocerontes y elefantes, pues tales especies no se veían por ninguna parte.

No se preocupen, amigos. Mañana será otro día. A primera hora los llevaré a donde cazan los leones, visitaremos la ribera del río Mara, donde con suerte verán a los cocodrilos devorar una presa. A los hipopótamos los admiraremos de lejos pues son peligrosos asesinos de gente. ¿Sabían que es el animal que mata más personas en todo el mundo? Son extremadamente ágiles, aunque sus figuras gordas indiquen lo contrario. No se confíen. Son territoriales, les disgusta que invadan sus dominios. En fin, mañana presenciaremos todo eso… por el momento deléitense con la inmensidad de la planicie sin fin. Pueden bajar del vehículo y caminar, pero recuerden no alejarse demasiado del autobús. Tienen una hora para comer sus alimentos. Después regresaremos al hotel para evitar que la noche nos atrape en el trayecto. Es una medida preventiva. En estas tierras debemos ser prudentes y velar por la seguridad de nuestros huéspedes.

IV

Encontramos a los cazadores furtivos a dos kilómetros del hotel, en un sendero apartado del camino principal, de muy difícil acceso pero que era paso obligado para nuestro autobús. Ellos eran cinco. Casi todos menores de quince años, a excepción del jefe quien a juzgar por la fisonomía de su cara rondaba los veinte. El grupo de individuos conformaba una estampa grotesca pues a su lado se observaban cuatro colmillos recién cercenados. Dos cadáveres de elefantes, inmensos e imponentes a pesar de la muerte, yacían descuartizados

Los cazadores subieron los colmillos a su jeep, evidentemente urgidos por escapar. Nosotros aguantamos la respiración. “Ellos no dejan testigos”, recordé la pancarta. Luciana apretó mi brazo con fuerza. Mientras todo ocurría, noté que los elefantes tenían los ojos destrozados, como si los hubieran picado con lanzas hasta molerlos dentro de las cuencas. Una visión aterradora que manchará con sangre mis pesadillas, la recordaré toda la vida.

–Guarden silencio. No intenten nada -pronuncia Makonnen asustado-. Conductor, retroceda. Ellos pretenden irse, haga espacio. Es imperativa la retirada.

Los africanos nos observan con sus grandes ojos amarillos. Dirigen hacia nosotros temibles miradas. Portan escopetas que no dudarán en utilizar si les damos una excusa para apretar el gatillo. Luciana coge mi mano, yo me aferro a la suya con tanto miedo que no me percato de la orina que escurre por mis piernas. “Staremo bene, vedrai”. Mis palabras no me convencen, pero ojalá a ella sirvan de consuelo. Los cazadores parecen dispuestos a retirarse. Pero una francesa les regala el motivo para desbordar su odio. ¡La mujer fotografía a la partida de cazadores en una selfie que nos costará la vida! El flash de la cámara impacta los ojos amarillos con la misma intensidad que un disparo. Ellos simplemente repelen lo que consideran un ataque…

Los balazos perforan la carcasa del autobús como una lluvia de fuego. Afuera un león ruge: es África demostrando su milenario poder contra seres que no nacieron aquí.


***


Mi nombre es Idrisa Doudou. Soy originario de Kenia. Escapé de mi villa por la enfermedad que atormenta a mi pueblo. La peor plaga, la más cruel y contagiosa: el hambre. Los medios occidentales divulgan que en África hay enfermedades mortíferas incluso en el aire. El SIDA, el ébola, la fiebre de Lassa y el cólera, entre otras, aquejan a la población continental desde hace muchos siglos, dicen. Pero estas plagas no tienen comparación con la peor de todas: el hambre, un falaz regalo de los hombres blancos.

Antes de que llegaran nosotros teníamos una economía, un comercio, una forma de intercambiar bienes y servicios que durante milenios benefició a nuestras comunidades. Prueba de ello son los vestigios culturales que quedan, lo que los colonialistas europeos nos dejaron luego de explotar el continente: las tribus de los Masái y los Zulú son ejemplos de que la antigua organización funcionaba. Pero llegaron los blancos y a sangre y fuego devastaron en apenas un siglo lo que nos costará milenios reponer.

Vinieron con sus armas de fuego, con sus enfermedades venéreas y su insaciable afán de arrebatar nuestras riquezas. Ellos explotaron las minas de oro, de carbón y de diamantes. Explotaron nuestros campos y fundaron plantaciones, granjas, ranchos donde criaron su ganado sin importarles que el nuestro muriera degollado por sus perros. También se llevaron leones, guepardos y hienas para abarrotar sus circos, sus zoológicos, sus museos. A los elefantes y rinos les arrancaron el marfil para completar su saqueo. África para ellos fue un continente abundante de todo. La maldad de los colonialistas no conoció límites y como sus armas aseguraban impunidad a sus actos de barbarie, empezaron a secuestrar a nuestras mujeres, a nuestros hijos, a nosotros, los guerreros, nos vendieron como esclavos para hacerse servir por nuestros descendientes “por los siglos de los siglos”, como acostumbran repetir.

Nuestra piel negra, hermosa y útil, pues repele la luz del sol, fue convertida en un estigma, un símbolo de maldad. Para ellos “lo negro” era “lo malo”. En su discurso nuestro continente era malo. Ellos eran los “civilizados”, los que traían las “buenas costumbres”, la “legítima religión”, “el estereotipo de belleza” y nos obligaron a aprender su doctrina mediante la violencia. A cambio de eso nos dejaron miseria, hambre, desigualdad y un horizonte de expectativas que nos esclavizó a sus vicios.  

Los blancos fundaron ciudades en el corazón de sus centros de explotación. Nairobi es ejemplo de ello. Construyeron líneas de ferrocarril para que su brazo rapaz se extendiera a través de los valles y montañas. Su ambición no conoce fin. No obstante, una vez que nos dejaron muertos de hambre, cristianamente nos endilgaron armas de fuego para enseñarnos el fratricidio. Además, nos golpean una y otra vez con su yugo monetario. A pesar de todo lo anterior tienen el descaro de declarar que África es un continente enfermo, retrasado, poco civilizado. Lo que ocurre es que los europeos se llevaron el oro y nos dejaron su mierda.

Soy cazador furtivo. Me dedico a asesinar animales, elefantes en su mayoría, para alimentar a mi pueblo. Me duele hacerlo. Me arrepiento antes de consumar la cacería. Pero ¿qué puedo hacer para evitarlo? No hay opción. Nunca la hubo. Es la muerte de los animales o la de mis hijos por inanición.

Los contrabandistas blancos nos pagan una miseria por los colmillos. Ellos incrementan las ganancias vendiéndolos en Europa por cantidades exorbitantes de dinero. Ese es el ciclo de su hipocresía, de su doble moral. Así inicia. Para el mundo “civilizado” los tipos como yo somos monstruos desalmados que asesinan elefantes indefensos. En parte tienen razón, ningún animal debiera morir para convertirse en ornato de un estúpido. Pero lo que resulta fastidioso es que esos mismos individuos se maravillan con el material, lo compran, lo admiran, lo consideran un elemento decorativo que da estatus, lujo, dignidad. Ellos solo ven el colmillo trabajado en forma de un tablero de ajedrez, un bastón, o una irónica figurilla de elefante. Nosotros, “los negros”, “los malos”, vemos la agonía del animal que se retuerce y gime mientras deja de existir. Es horrible, triste, desolador. Pero no hay opción. Solo aquellos que se han visto obligados a tragar gusanos directamente de la tierra o tragar mierda de mono seca para no morir de hambre sabrán que no hay opción, que esos hijos de puta nos la quitaron cuando se llevaron todo. A pesar de eso sus hijos rubios tienen el cinismo de declarar que “les robaron su infancia”. ¡Ja ja ja!

II

Un trato compasivo para los elefantes es matarlos con disparos que penetren sus ojos. Esos animales poseen cráneos muy duros, huesos muy fuertes, impenetrables en ciertas zonas, que muchas veces retrasan su muerte provocándoles una larga y dolorosa agonía. He sido testigo de cómo cazadores inexpertos fallan el tiro y obligan al paquidermo a sufrir por horas con el cerebro medio molido pero funcional. Otros, acostumbrados a la crueldad, cometen infamias adrede contra los indefensos mamíferos: les disparan en la barriga o en la boca, a sabiendas que así no los matarán, que esos no son puntos vitales. Solo se quieren divertir, tomar revancha contra el mundo que los hizo así. Pero yo no. Y los cazadores que están a mi cargo lo hacen tal como les indico. Son chicos de catorce y quince años, motivados por sus hambrientas familias a llevar cuanto antes algo de dinero para subsistir sin importar el riesgo que implica ser cazador furtivo.

Mi modo de operar es sencillo: abordamos un jeep para perseguir a esos majestuosos animales, cerciorándonos de no dejar huella de los neumáticos para evitar a los guardabosques. En Tanzania está penado con la muerte realizar lo que nosotros consumamos cada dos meses. Una vez que encontramos a los elefantes idóneos, siempre son dos o tres, nos dedicamos a esperar el momento propicio con nuestros binoculares bien puestos. A una distancia considerable, pues el elefante es una bestia muy grande y fuerte, provocamos al animal para que nos mire de frente. Por lo general el paquidermo intenta embestirnos pero nosotros somos inteligentes y tenemos fina puntería. En el momento oportuno vaciamos nuestros rifles en los ojos de la bestia para hacer de su cerebro un puré sanguinolento. El animal exhala un último barrito de dolor antes de desvanecerse sobre un charco de su propia sangre, tan grande como un manantial. Entonces nos disponemos a abrir la piel de su rostro con afilados cuchillos y extraemos sin ninguna contemplación los colmillos: nuestro tesoro, la esperanza de nuestro pueblo. A veces cortamos algo de carne para comerla, pero otras veces no podemos pues la guardia forestal siempre anda tras nuestra pista y debemos huir lo más pronto posible.

Pido disculpas al animal después de asesinarlo. Con lágrimas en los ojos le destrozo la trompa con mi punta de acero. Deseo que no sufra tanto, que su muerte sea veloz. “Perdóname por lo que te hice”. Beso su frente.

¡Maldito ciclo del contrabando, de la hipocresía y la doble moral! No habría oferta si no hubiera demanda y no habría demanda si no existiera un mercado especializado en satisfacer “gustos exigentes”. Tampoco habría hambre en África ni elefantes muertos si nos dejaran trabajar las tierras que nos arrebataron y que no podemos aprovechar.    

III

A veces ocurren imprevistos, malas coincidencias. A veces encontramos grupos de turistas. Tratamos de evitarlos, pero predecir sus rutas está fuera de nuestras manos. Si guardaran silencio o pasaran de largo de buena gana los dejaríamos marcharse en paz. Pero la mayoría de veces no ocurre así. Horrorizados por los colmillos sangrantes que transportamos en el jeep, los turistas nos insultan, nos increpan, y, lo que es fatal para ellos, nos toman fotografías para denunciarnos ante las corruptas autoridades africanas quienes de atraparnos nos confiscarían el marfil para revenderlo en el mercado negro horas después de ultimarnos con un disparo en la sien. “Ellos no dejan testigos”, advierte la propaganda que difunde nuestros crímenes contra los elefantes. Pero las autoridades tampoco los dejan. Si atrapan a un cazador furtivo le disparan en la cabeza y abandonan su cuerpo para que se pudra al aire libre. Un festín para las hienas y los buitres.

Y aquí entra de nuevo la doble moral de los blancos, pues son ellos quienes obligan, bajo presión internacional, a las autoridades africanas a imputar este tipo de penas. Porque si un hombre de raza negra asesina a un elefante para que su familia no muera de hambre lo llaman “cazador”, “criminal”, “furtivo”. Pero si un rey ibérico u otro blanco con mucho dinero viene a África y mata uno o dos elefantes con el absurdo propósito de colgar su cabeza en una pared de trofeos lo denominan “caza deportiva”, “hobby de millonarios”. Este mundo es injusto. Los blancos interpretan las leyes a su conveniencia. Y nuestra única defensa contra esa inequidad es no dejar testigos, como advierte la pancarta. 

IV

No fue una masacre como la describen los medios occidentales. Al menos no de la magnitud de las hecatombes que provoca la hambruna en el centro de África. No murieron todos los turistas. Dejamos con vida a algunos. En primer lugar porque se agotaron las balas y en segundo porque nuestros cuchillos perdieron filo luego de utilizarlos para cortar la dura piel de los paquidermos.

Esta vez los turistas conformaban un grupo pequeño; solo un autobús. En otras ocasiones hemos tenido que cargarnos a tres vehículos para no comprometer nuestra identidad. Estoy seguro que no querían fotografiarnos, que no pretendían cometer esa tontería. Recuerdo que su autobús retrocedía para evitar el conflicto. Pero una rubia nos pidió una sonrisa mientras posaba para una selfie que mandó a todos al infierno… Contratacamos. Vaciamos sin piedad nuestras escopetas contra su autobús. Los gritos no se dejaron esperar. La sangre brotaba a torrentes de las heridas y las voces no paraban de sollozar. A lo lejos se escuchó el temible rugido de un león como un coro de aliento.

Es la diosa Asase Yaa que apoya nuestra hazaña. Esto es solo una prueba de lo que ellos han hecho con nosotros durante siglos de injusto sometimiento.

Así empezó la noche su recorrido por el cielo. Nuestros corazones de guerreros de la sabana latían al unísono como tambores de guerra dispuestos a la redención, los leones rugían, las hienas reían y mientras los turistas morían mi hermano Makonnen Doudou levantaba los hombros y simulaba preocuparse por lo que en realidad disfrutaba: el equilibrio de la balanza que se inclina una vez al sur por cada tres mil al norte. 



Isaac Gasca Mata (Puebla, 1990). Licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y pasante en la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la misma casa de estudios. Ha presentado sus cuentos en diversos foros a nivel nacional como la FIL Guadalajara. Ganó algunos premios literarios en su ciudad natal y en Monterrey. Como investigador participó en foros internacionales entre los que destaca el “Coloquio estudiantil sobre identidades en América Latina”, celebrado en Ciudad de México y en Bogotá, Colombia. Algunos de sus textos aparecen en revistas como Círculo de Poesía, Armas y Letras, Oficio y Monolito. En 2016 realizó una estancia en Texas, Estados Unidos de América, para compartir estrategias educativas con docentes del área de lenguaje. En el 2018 participó en el “II Encuentro Latido Latino, región LATAM”, de la red global Teach For All, realizado en Lima, Perú. Es autor de los libros Yo, el maldito (BUAP, 2022), Guerra y Rabia (Vortoj, 2021), El libro de las personas invisibles (Ariadna, 2020), Tristes ratas solas en una ciudad amarga (UANL, 2019) e Ignacio Padilla; el discurso de los espejos (BUAP, 2016). Fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla, en el rubro poesía, año 2019. Laboró en escuelas públicas y privadas de Monterrey, Nuevo León, y Los Cabos, Baja California Sur.

Ambulante 2022: películas de más de 15 países conforman la sección de documental internacional 'Intersecciones'




Desde las complejidades de ser una influencer adolescente en Berlín hasta la historia de amor de dos vulcanólogos que recorrieron el mundo, los documentales internacionales de la Gira Ambulante 2022 garantizan una emocionante travesía.

Ucrania, Irán, Noruega, Dinamarca, Irlanda, Chile, Argentina, Panamá y Estados Unidos son algunos de los territorios que conforman esta sección del festival, cuya decimoséptima edición arranca el 31 de agosto en la Ciudad de México. En palabras de Itzel Martínez del Cañizo, directora de Programación:

“Intersecciones es una vibrante sección para disfrutar de la riqueza y elasticidad del cine documental contemporáneo. El recorrido, que recupera la escucha de cineastas de muy diversos países, nos enseña que el impacto del cine radica en su capacidad para sorprendernos formalmente y de conmovernos emocionalmente; y nos demuestra que la experiencia estética es una poderosa forma de acción política que nos mueve y transforma”.

Este año en Intersecciones destaca el uso de material de archivo para ilustrar relatos íntimos de memorias colectivas; desde historias familiares, tragedias carcelarias, registros de guerra, hasta el imaginario fílmico sobre la luna. Nos sacuden también filmes críticos sobre el impacto que han ejercido los medios, tanto en la objetivación de las mujeres en el cine, como en las nuevas influencers adolescentes. Se develan pasiones por el valor estético de los objetos y los misterios del espacio, así como sorprendentes formas de vivir el amor, ya sea de madres en reclusión o de científicos que desentrañan los maravillosos misterios de los volcanes.


 
Participan en la sección los siguientes títulos:

Para su tranquilidad, haga su propio museo | Dirs. Pilar Moreno, Ana Endara | Panamá | 2021
● Radiografía de una familia | Dir. Firouzeh Khosrovani | Irán, Suiza, Noruega | 2020
● El cielo está rojo | Dir. Francina Carbonell | Chile | 2020
● A la luna | Dir. Tadhg O'Sullivan | Irlanda | 2020
● 107 madres | Dir. Péter Kerekes | Eslovaquia, República Checa, Ucrania | 2021
● Manipulación: sexo-cámara-poder | Dir. Nina Menkes | Estados Unidos | 2022
● Pandilla de chicas | Dir. Susanne Regina Meures | Suiza | 2022
● Luminum | Dir. Maximiliano Schonfeld | Argentina | 2022
Fuego de amor | Dir. Sara Dosa | Estados Unidos, Canadá | 2022
Una casa hecha de astillas | Dir. Simon Lereng Wilmont | Dinamarca | 2022
Gira tu cuerpo hacia el sol | Dir. Aliona van der Horst | Países Bajos | 2021

Resaltan títulos como Manipulación: sexo-cámara-poder de Nina Menkes, documental de reciente participación en Sundance Film Festival y en la edicion 2022 de la Berlinale, el cual deconstruye las muchas formas en que el cine de Hollywood ha creado jerarquías entre género, raza y clase, estableciendo un vínculo entre el lenguaje cinematográfico hegemónico y la misoginia. También destaca Fuego de amor, que cuenta la historia de Katia y Maurice Krafft, dos científicos franceses que dedicaron su vida a capturar las imágenes más espectaculares de volcanes alrededor del mundo. La función inaugural de la Gira de Documentales 2022 será el 31 de agosto en el Teatro Esperanza Iris con la participación de YACHT, banda protagonista del documental El acento de la computadoraEl evento contempla la proyección de la película acompañada de un concierto. La entrada es gratuita y el aforo limitado.



Ambulante Gira de Documentales viajará a cinco estados entre el 31 de agosto y el 9 de octubre de 2022: Ciudad de México (del 31 de agosto al 4 de septiembre), Michoacán (del 7 al 11 de septiembre), Aguascalientes (del 21 al 25 de septiembre), Chihuahua (del 28 de septiembre al 2 de octubre) y Veracruz (del 5 al 9 de octubre). De manera paralela al recorrido territorial de la Gira y retomando el formato híbrido, la programación también estará disponible de manera digital para usuarios y usuarias en toda la república mexicana a través de www.ambulante.org. Finalmente y respondiendo al mismo esfuerzo de expandir el festival en diversas plataformas, parte de la programación de la Gira 2022 estará disponible en televisoras nacionales como Canal Once y Canal 22, así como en televisoras locales.



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