Celebremos la literatura en Mexicali


Por Lola Ancira | 


El encuentro Tiempo de Literatura 2019, coordinado por la escritora Elma Correa (autora del libro de cuentos Que parezca un accidente [Nitro/Press, 2018]) y un equipo que incluye a los también escritores y gestores culturales Samantha Luna, Antonio León, Zeth Arellano, Karla Michelle Canett e Ivonne Prieto en colaboración con instituciones educativas y culturales como la UABC, el Cetys Universidad y el ICBC, se realizará los próximos 24, 25 y 26 de octubre en Mexicali, Baja California.

Más de noventa escritores y creadores de diferentes estados de la república se reunirán para presentar sus obras, leer, charlar y debatir. Otra de las particularidades del encuentro es que convoca a un gran número de mujeres, esfuerzo que suma a la visibilización de la creación femenina.

Entre las narradoras están Gabriela Damián, escritora y periodista que ganó recientemente el premio internacional de ciencia ficción James Tiptree Jr.; Valeria Dimanche, cuentista y gestora cultural; Bibiana Camacho, escritora, editora, bailarina y encuadernadora cuya novela Tras las huellas de mi olvido (Almadía, 2010) recibió mención honorífica en el Premio Primera Novela Juan Rulfo 2007 y fue finalista del Premio Antonin Artaud 2010, y su libro de cuento más reciente es Jaulas vacías (Almadía, 2019); Iliana Vargas, narradora y ensayista, autora de los libros de cuento Joni Munn y otras alteraciones del psicosoma (FETA, 2012) y Habitantes del aire caníbal (Editorial Resistencia, 2017), y editora el dossier «Femina Incognita» en la revista digital Vozed.

Miguel Lupián es un prolífico autor cuya temática principal es lo fantástico, publicó este año el libro de minificciones Anímula. Historias diminutas soñadas por Madame Vulpes (BUAP, 2019). Óscar Alarcón es autor de Polimastia (BUAP, 2008) y de los libros de entrevistas Veintiuno, Charlas con 20 escritores (Nitro Press/BUAP, 2012), Veintitrés y Uno, Charlas con 23 escritoras (Nitro Press/Secretaría de Turismo y Cultura de Puebla, 2018), además de promover la lectura entre jóvenes. Mariño González es músico y autor de la novela Fútbol (FETA, 2010) y de los libros de cuentos Vietnam (Arlequín/UdeG, 2005) y Pésimas personas (Arlequín, 2014).

Zeth Arellano es cuentista, su obra ha sido publicada en varias antologías, una de ellas Lados B 2018 (Nitro/Press), y obtuvo el primer lugar en narrativa del VIII Certamen Literario Ricardo León en Galapagar, de España. César Tejeda ha publicado las novelas Épica de bolsillo para un joven de clase media (Planeta, 2012) y Mi abuelo y el dictador (Caballo de Troya, 2017). Néstor Robles se especializa en la literatura de horror y ciencia ficción, y publicó el libro de cuento Réquiem por Tijuana (Paraíso Perdido, 2017).

Liliana Pedroza ganó el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri 2009, ha publicado los libros de cuento Vida en otra parte (Ficticia, 2009) y Aquello que nos resta (FETA, 2009), así como Historia secreta del cuento mexicano (UANL, 2018), registro que reúne la bibliografía de más de quinientas escritoras mexicanas. Ana Fuente es autora del libro de cuento Chicharrón de oso y algunos cuentos del fracaso (FETA, 2018), y este año obtuvo el premio Dolores Castro en narrativa con La ley Campoamor.

Mauricio Bares ha publicado varios libros, entre ellos Posthumano, finalista del Premio Anagrama de Ensayo, y su novela Anónimo fue también finalista del Premio Herralde de Novela. Dirige la editorial independiente Nitro/Press desde hace más de dos décadas. Laura Baeza ganó en 2017 el Premio Nacional de Cuento Breve Julio Torri con Ensayo de orquesta (FETA, 2017), y el Premio Nacional de Narrativa Gerardo Cornejo con Época de cerezos, próxima novedad de Editorial Paraíso Perdido.

Tiempo de Literatura 2019 es un espacio de inclusión cuya invitada más joven es Natalia Serrano Flores (Mexicali, 2008), quien ha obtenido diversos reconocimientos en concursos de cuento y dibujo. Recientemente ganó el XXIII Concurso Internacional de Dibujo Infantil “Este es mi México: ídolos y figuras de México”, con una obra sobre Guillermo del Toro.

Samantha Luna, Karla Michelle Canett, Javier Fernández, Ingrid Bringas y Olivia Teroba son otros de los narradores que coincidirán en TL2019, donde tendré el placer de participar con la presentación de mi libro de cuento El vals de los monstruos (FETA, 2018).

Al igual que en años anteriores, este encuentro brindará la oportunidad de crear vínculos y diálogos tanto entre los participantes como con los asistentes, y ésta será una oportunidad única para conocer la obra y el trabajo recientes de un número importante de autores contemporáneos.

Incluso los perdedores tienen suerte

Music in a coma | Por Carlos Iván Carrillo |


De mi niñez tengo pocos recuerdos claros; viajes, fiestas y eventos que mis padres usan como referentes para contar esa época de mi vida, no tengo la menor idea de si sucedieron o no. Lo que recuerdo de manera perspicaz son los domingos en compañía de mi padre, el único día de la semana que pasaba con él, pues claro de lunes a viernes su trabajo era pesado en la industria automotriz y viernes y sábado se subía al bus como cualquier persona sensata. Los domingos empezaban con una visita a una plazuela burguesa muy afamada en Puebla, de esas que —como dice Carlitos Arellano— a veces te matan la personalidad; íbamos ahí porque era el único lugar de la ciudad con un Mixup y comprabamos varios discos de rocanrol para después sonarlos a lo largo del día en el automóvil mientras recorríamos toda la ciudad, de aquí para allá, a lavar el carro, comprar la despensa o rolar por el centro.

De esas adquisiciones que se realizaron por años, recuerdo con cariño bastantes álbumes que hoy en día son parte fundamental de mi melomanía y que definieron mis gustos musicales; Dire Straits, Stevie Ray Vaughan, Spencer Davis, Creedence, Johnny Cash, The Byrds, Clapton, pero el más importante fue definitivamente “Full Moon Fever” de Tom Petty.

El primer disco solista del hijo de Gainesville, Florida, producido por Jeff Lynne (ELO), Mike Campbell y el mismo Petty, fue mi primer aproximación a su música y recuerdo que me fui de nalgas en cuanto escuché “Runnin’ Down a Dream” mientras mi jefe me contaba que mi tío Pollo le había chingado ese cassette que el tío La Tripa había grabado para él.

Este disco lanzado en 1989 lo escuché por semanas sin parar; mientras mis compañeros de secundaria estrenaban sus primeros iPods con canciones de Sin Bandera o Reik, yo escuchaba una y otra vez el rolón “Yer So Bad” en mi reproductor MP3 chino tipo USB al que solo le cabían 15 tracks. El discazo que fue número 3 en el Billboard de ese año y que cuenta también con la colaboración de George Harrison, Roy Orbison y Del Shannon es la mejor opción para adentrarse por primera vez en el mundo tompettiano, sin duda.




Mi segunda y definitiva aproximación a Thomas fue en febrero del 2008, cuando los Heartbreakers rompen madres en el medio tiempo del Super Bowl XLII. Mis tíos y primos nos reunimos en la sala de mi casa para ver el mencionado evento deportivo sin saber de la participación de la banda y sin mucho conocimiento ni gusto por el futbol americano, sino como un pretexto para armar una buena pedita. Un corazón gigante siendo atravesado por la silueta de una Flying V dentro del Estadio de la Universidad de Phoenix fue el escenario donde bastaron cuatro canciones para volarme la cabeza y volver a Mike Campbell uno de mis más grandes héroes de la guitarra, tocando una Starplayer TV de Duesenberg (guitarra alemana signature de Mike que anda rondando los 55 mil pesos mexicanos y muy complicada de conseguir).

Ese año no paré de escuchar toda la discografía de Tom y la banda, clavándome con algunos discos muy puntuales que a la fecha son mis favoritos “Wildflowers” (producido por el gran Rick Rubin), “Southern Accents” y el deprimente “Echo” que son álbumes finos de principio a fin; aunque si tuviera que elegir mis canciones predilectas serían “Rebels”, “Square One” y “Time To Move On”.



El 30 aniversario de Bob Dylan terminó por convencerme de que los Heartbreakers era quizá la más grande banda de rocanrol cuando interpretan “Rainy Day Women #12 & 35” y la majestuosa “License To Kill” que si no la han escuchado, háganlo ya.

Bob  siempre tuvo mucho respeto y admiración por la banda, tanto que en 1986 les propone hacer una gira llamada “True Confessions Tour”  por Nueva Zelanda, Australia, Japón, Estados Unidos y Canadá, donde los Heartbreakers serían además la banda que tocara con él. Pueden echarle ojo a uno de estos conciertos que se grabó en Sidney y se publicó en VHS llamado “Hard to Handle”, ahora lo encuentran en su plataforma favorita de video streaming.

Como músico, el análisis que realizo de Tom Petty & The Heartbreakers es sencillo, sonaban como una banda de rock & roll debe sonar: perfecto, todo suena en su lugar. El armario de Tom y Mike está lleno de cualquier cantidad y tipo de guitarras; sin embargo tienen el acierto de saber cuándo y cómo usar cada una para lograr ese sonido de rock elegante, en estudio y en vivo, aunque sus favoritas y el sonido característico de la banda se logró gracias a las rickenbacker, telecaster y firebird.

En mayo de este año se estrenó un documental en memoria de Tom Petty que es dirigido por Andrew Slater y hosteado por Jakob Dylan (hijo de Robert y líder de The Wallflowers) en el que Jakob, junto a Beck y Regina Spektor forman una banda para un concierto y la grabación de rolas de las bandas más importantes del movimiento folk rock de los años sesentas que se desarrolla en el Laurel Canyon de Los Angeles, California. Además de entrevistar personajes como Eric Clapton, Roger McGuinn, Jackson Browne y David Crosby, también hace aparición Tom y explica las influencias del sonido de los Heartbreakers, basado claro en una rickenbacker.

El filme “Echo In The Canyon” no tiene desperdicio, sin embargo es difícil de encontrar y los subtítulos al español no existen pero ni hacen falta (lo encuentras en PopCorn Time).

El lunes 2 de octubre de 2017 nos enteramos de la muerte de Petty y fue inevitable llorar, parafraseando a Sergio Martínez, Tom Petty es parte de mi familia y de mi vida; mucho más que algunas personas con las que en verdad tengo un vínculo sanguíneo. El tipo que tuvo todo el sonido del rocanrol, la inteligencia lírica del folk y la actitud más punk de los años setentas. Hasta los perdedores tenemos héroes.

Para el viernes 6 ya había convocado a mi primo César y nos vimos en mi estudio de grabación para agarrar una tremenda peda de dos días escuchando toda la discografía y videos de los Heartbreakers, incluso en algún momento de sagacidad —o no— decidimos escribir y enviar un texto de condolencia a Annakim Petty, hija de Thomas. Evidentemente, en la resaca eliminamos el mensaje enviado en una especie de autoengaño que permite hacerte el pendejo pensando que no enviaste nada, pero el mensaje se entregó, obviamente sin respuesta. A partir de ese día decretamos el homenaje anual para sonar la obra del poeta de Gainesville al calor de unos rones y en caída libre y celebrar la suerte que tuvimos de vivir en sus épocas. Éste año tendrá su tercera edición el viernes 4 en el mismo lugar. “Hello CD listeners” si has llegado a este punto del texto, estás invitado. Nos toca hacerlo vivir por siempre.


Luces calientes

Por Sergio Martínez

Los chicos buscan el camino en medio de tanta bronca, lo encuentran en la música, el baile, la murga; se la bancan en un país donde los que gobiernan, con sus políticas económicas y sociales les ha negado un lugar. El barrio es el epicentro de todo, cuna y sello de identidad. El rock generado ahí es factor de autenticidad y cohesión social. Los jóvenes adoptan un espíritu roquero desde sus circunstancias, no tienen otra para hacerle frente a la precariedad. La música los conecta con su entorno, circunstancias y sus pares; la música será el elemento que haga cruzar las vidas de Alejandra, Martín, Silueta, Pani, Gastón, Lara, los mellizos Bicego y Tati, entre otros personajes.

Luces calientes (Walter Lezcano, Corrientes 1979) está basada en un hecho verídico: El incendio provocado por unas bengalas en el local República Cromañón, ubicado en el barrio de Balvanera, donde, el 30 de diciembre de 2004 durante un concierto de la banda de rock Callejeros, fallecieron 194 personas y resultaron heridos más de 1400 asistentes.

La historia se desarrolla en diferentes partidos del gran Buenos Aires, y básicamente la localidad de San Francisco Solano, mezcla la realidad con la ficción, el relato tiene referencias al rock argentino, al inglés, la cultura y la sociedad argentina de las décadas de 1990 y 2000; la historia la van desarrollando los diferentes personajes que hacen referencia a hechos, comportamientos, lugares y acciones de otros protagonistas; narrativamente es un rompecabezas que invita al lector a armarlo para completar la historia.

La novela está dividida en dos partes, en la primera, por medio de un testimonio coral de diversos personajes, el autor va narrando la vida de los protagonistas antes y después del incidente, tomando como hilo conductor la historia de Martín y Alejandra. Él queda enganchado de ella, aunque ella no busca ni quiere exclusividad amorosa con él. La segunda parte es el diario de rehabilitación de Martín, se divide en dos capítulos, está escrito en formato de cuaderno clínico-confesional, donde narra los sentimientos en azul y los recuerdos en rojo. Ahí se reafirma la personalidad del chico, unas veces muy pila y otras completamente en el hoyo. A partir del robo de unos discos que cree contiene música, Martín se enrolla en el videocine porno, se enamora de una de las estrellas de ese género y se va olvidando de Alejandra en medida que se relaciona con Rocío, a la que le confiesa su secreto mejor guardado. Esa confidencia cambiará la vida de Martín.

Con una prosa ágil, vertiginosa y directa, Lezcano nos da cuenta de una tragedia a la que le extrajo belleza literaria.


Los extraterrestres de Spielberg invaden el 11-S

Por Sebastián Marín |



A Spielberg siempre le gustó hacer películas de marcianos. Pero atrás quedó E.T diciendo casa y señalando con el dedito luminoso. Habría que decirles a esos chicos que lo ayudaron a volver a su planeta que no sean estúpidos, que lo caguen a patadas al bicho ese y lo entreguen a las autoridades, porque viendo La guerra de los mundos de 2005 se hace evidente: el marciano más amigable y simpático del mundo, E.T, era un infiltrado extremista que veinticinco años después iba a venir a reventar todo.

Durante los años de La Guerra Fría, en el cine de Hollywood estos siempre representaron a los soviéticos. Ese miedo a una invasión o una guerra nuclear latente, cuyo punto álgido tuvo la década del 50, puso de moda las películas de invasiones extraterrestres con naves espaciales con sonido de Family Game. Pero ya está, la Unión Soviética colapsó hace rato y ya no son enemigos porque compran y venden y libre mercado y etc. Ahora los malos son los terroristas musulmanes, esos que les reventaron las torres el 11 de septiembre del 2001. Y cuatro años después, La guerra de los mundos de Spielberg está ahí para convertir a los extraterrestres de comunistas a terroristas musulmanes. 

El protagonista de la historia es Tom Cruise, un obrero divorciado con dos hijos – Dakota Fanning y otro que ni me gasté en buscarlo en Wikipedia- y una exesposa embarazada de su actual pareja. Lo que para un musulmán extremista sería la fiel representación de la decadencia de occidente, digo por eso de separarse, embarazarse y que el marido todavía no la haya matado a piedrazos junto con un par de vecinos. 

Todo empieza con una tormenta bastante rara y unos rayos que, indiferente al refrán de que los rayos no caen dos veces en el mismo lugar, caen no dos sino veintiséis veces. Tom Cruise obrero va hasta donde cayeron. Ninguno de sus vecinos ni las personas con las que se cruza sabe lo que está pasando. El paralelismo con los primeros momentos después del ataque que reventaron las torres es evidente. Algo natural en el cielo como los aviones comerciales se compartan de manera extraña. Y si uno ve un poco los noticieros de ese momento, descubre que al principio ningún periodista tenía idea que estaba pasando. 

Cuando obrero Tom Cruise llega al lugar donde cayeron los rayos, un agujero en medio del asfalto, hay amontonamiento de gente. Nadie se muestra asustado, más bien están desconcertados, desconcertados igual que las personas que andaban por New York cuando se estrellaron los aviones contra las torres. Y como pasó ese día, después de un rato se derrumba todo. Pero lo que no pasó el 11 de septiembre y sí pasa en la película, es que del agujero sale una máquina que estuvo ahí, bajo tierra, esperando con paciencia el momento justo para atacar. ¿Y cuándo sale cuál es el edifico que se derrumba primero? Una iglesia cristiana. Sí, falta que diga Alá. 

La máquina tiene un rayo que desintegra a las personas y las vuelve polvo. Otra vez hay que volver a las imágenes de la caída de las torres. El polvo era la diva del momento. Todo era gente corriendo, polvo ensuciando y escombros aplastando. Era así el 11 de septiembre y también es así en el ataque de los marcianos de Spielberg.



Tom logra escapar de la ciudad junto con sus hijos y se va con destino a Boston para buscar a la madre. Salen con un auto mientras las maquinas siguen tirando rayos. Y ahí, en ese momento, Dakota Fanning pregunta: ¿Son terroristas? Y yo me pregunto después que Dakota: ¿Era necesario, Steven? A esta altura me parece que ya nos dimos cuenta todos de la metáfora. 

Además, de lo que también nos damos cuenta es de que los rayos de los marcianos no solamente destruyen edificios y desintegran personas, también destruyen y desintegran a la sociedad. Todo es un caos, es el sálvese quien pueda. Y en un momento es tan sálvese quien pueda que mientras atraviesan una multitud, unos intentan robarle el auto, y se lo roban, y entonces Tom saca un arma, y otro tipo saca un arma también y mueren varios por no saber compartir. 

Pero no hay rayo, por más destructor que sea, que pueda contra el ejército de Estados Unidos. En la escena siguiente, bajó la suave y melosa voz de Sinatra desde unos parlantes, vemos a la misma multitud caminando con tranquilidad mientras unos marines les indican que circulen y una vieja dice que ya tienen suficiente sangre y no necesitan más donaciones. La misma gente que se mató por un auto ahora dona sangre para salvar a otros. ¿Un milagro navideño? No, porque no es navidad y tampoco es un milagro: son los militares haciéndose cargo de una emergencia nacional. 

A los marcianos los mata una bacteria no sé si de la gripe o algo así, pero al primero que vemos morir los mata un militar, un militar con apoyo de los civiles, que es lo que tienen que hacer los civiles, apoyar a su ejército y poner una banderita en el patio y no quejarse mucho si un hijo muere en la guerra. En la escena, a Tom lo captura una de las máquinas y lo mete en una jaula llena de gente. Cada tanto agarra uno, lo mete por algo que la verdad, aunque no quiero decirlo parece un culo, lo tritura y con su sangre hace unas raíces que van cubriendo todo Estados Unidos. Cuando llega el turno de Tom para ser triturado, este tiene un montón de granadas, un militar lo agarra de las piernas para que no se lo lleven mientras le grita a los demás, todos civiles, que lo ayuden. Tiren de mí, dice. Y lo ayudan, y el resultado de todos esos civiles apoyando a un militar es la destrucción de una de esas naves marcianas. 

Al final, Tom llega a Boston y ve que las raíces de los marcianos están secas, y no las ve en cualquier lado, sino encima de una estatua de un soldado de la Guerra de Independencia. Desde ahí van secándose y llegan hasta las maquinas que van muriendo una a una. Las raíces militares norteamericanas, ese pasado heroico hace imposible que unos pobres marcianos con unos rayitos que desintegran y una planificación de más de cien años puedan conquistar Estados Unidos. 

Otra vez ha fallado la invasión extraterrestre. Y solo queda preguntarse de que manera volverán en el futuro, convertidos en que ideología o de que nacionalidad. Porque algo es seguro, pueden cambiar de forma, de idioma, de cultura o pintar de otro color las naves, pero lo que nunca van a cambiar a pesar de todos los fracasos es esa fijación ya patológica de invadir a los norteamericanos.

Coda a Diario íntimo de un Guacarróquer: no pinches mames AVG


Por Sergio Martínez

Yo tenía 10 años cuando la botellita empezaba a echar tamborazos y guitarrazos, ocho años más tarde aprendería ese piche lenguaje que me cagó los destos por más de 100 páginas en las que creía que no decías ni madres. No te adornes, te hubiera dicho el buen Par, en un relámpago de lucidez.

Abuelita de Batman, lo más fácil es autoentrevistarse vía alter ego, e inventarse un libro dentro de un libro, quesque tu diario, el que divides en tres partes, en la primera te presentas como Armiados Güeva Vil y medio nos cuentas que pex con tu vida de chamaco, el encuentro con la música y cómo marcaría tu vida en el futuro, en la segunda parte deliras, nos cuentas el cancunazo de la Maquinita y cómo tirabas baba hasta por el tercer ojo, por una tal Maine; chupas, mamas o arremangas pensabas decirle, en un parpadeo llega el Maspuerco y te da baje, aunque terminas entrándole al gangbang. No escatimas detalles, ¿querías presumir o que se nos antojara? y en la tercera parteagarras, a tu ídolo el Parménides García Saldaña de hilo conductor. Sí ahuevo, sabías desde ahí, que lo tuyo era escribir, aunque no supieras como. Se la mamas completa cuando descubres que te habla en tu idioma, pero lo odias cuando denuesta a tu Lennon… vaya mamada la tuya, amas y odias por el mismo motivo, grotesco y escatológico, como casi todo el lenguaje de tu libro.

De la chingada las tocadas en los hoyos fun-kids, pero no había de otra, ustedes arriba las sufrían, nosotros abajo las gozábamos, a ustedes los estafaba el organizador, a nosotros nos caía la chota por traer el pelo largo y usar tenis Panam, y a correr en putiza para evitar caer en la julia… era lo que había… qué tiempos aquellos de Durazo y administrar la abundancia… valió madre todo porque López Portillo no era perro para defender el peso. Aunque la crisis y corrupción venía de más lejos.

Qué cagado que saliste en telerisa, pero más de la mierda volverte personaje de reparto de comedia en Alcanzar una estrella, aaaaah no te restires del capuchón con tu premio: Eres, juar, juar, juar Simón Siminazo dixit. No, no, no, mames, se me olvidaba: esas apariciones en Estrellas de los Ochentas, creo era Tatiana la conductora, o era Gloria Calzada… en tu libro no lo dices, pero recuerdo el pedo en que metiste a René Casados cuando los invitaron a XETU y le tratabas de explicar al putín ese, que ustedes tocaban guacarock, ¡todo lo naco es chido!… y el putín sin entender las espuelas en los tenis…  donde si me chingaste y me invadió la puta envidia fue cuando te vi en el estadio Azteca de variedad al medio tiempo en un juego de futbol; no mames pájaro madrugador, estar en la cancha y no tocar las pelotas: ahueso te metí un gol.

No hay desperdicio en tu diario, el abrazo huérfano que no le diste al Rockdrigo, el Flamita y su camioneta la chata, recorriendo el país de norte a sur en viceversa y al revés; el sub Marcos desde el sureste seduciendo con capucha… Chancris la puta, la maquinita de Pachuca, la fiesta y obra de teatro con Angeliquita Vale, las muertes del Apache, y ese tour misterioso, mágico, musical por Almoloya, sus círculos del infierno y su bazofia viviente… si wey, ¿quién no querría ver a los capos de capos en vivo, en directo y a todo calor?, ¡chicheñor!

No me digas que viviste el halconazo desde la voca tres burro blanco, que regenteabas Rokcotitlán, bueno aportabas tu mano de obra barata; que te vieron la cara de pendejo tus alumnos churro en mano y Divina-Coatlicue, la que tiene su falda de serpientes, te curó a lengüetazos la pirinola, el cuerpo y el corazón… ¿por qué wey? ¿Por qué después de tanto vivido tú de lo tuyo, de tanto debraye tú de lo tuyo? Caíste en la red y vía un dogal protestaste muy tú, de lo tuyo, cegando tu vida por una piche denuncia anónima. ¡No pinches mames Armando, no pinches mames!

Leonardo Ortizgris, entre "¿Conoces a Tomás?" y Chile

Cinetiketas | Por Jaime López 


Su voz transmite mucha armonía y tranquilidad. Quizá ello se deba a que su carrera está pasando por uno de sus mejores momentos, pues su presencia está siendo muy recurrente en el celuloide nacional, lo cual le ha dado la oportunidad de trabajar en otras latitudes del mundo. Es Leonardo Ortizgris, reciente ganador del premio Ariel como mejor coactuación masculina, quien este 26 de julio regresa a las pantallas del país con el filme "¿Conoces a Tomás?". 

Entrevistado por este reportero, Ortizgris platicó sobre uno de los motivos por los que aceptó participar en la ópera prima de María Torres, la cual aborda el tema del autismo. Igualmente, comentó algunos detalles del proyecto que está grabando en Chile.

Respecto al primer punto, el otrora coprotagonista de "Museo" señaló que "¿Conoces a Tomás?" lo atrajo por la manera en la que está contada su historia. 

“Me llamó muchísimo la atención como estaba tratado el tema del autismo en este contexto familiar, en una narrativa que no es una película aleccionadora ni moralina como suelen serlo cuando se habla de alguna persona que tiene una característica personal", acotó.

Detalló que su personaje ("Leo") es un músico incomprendido, el cual está pasando por una etapa de muchas dudas, pues no sabe si continuar su quehacer como artista o dedicarse a la vida laboral convencional con tal de tener una seguridad financiera.


Por otro lado, Ortizgris dijo sentirse contento por haber trabajado con un grupo de actrices y actores jóvenes que están dejando huella en la industria fílmica nacional de la actualidad, por ejemplo, María Evoli ("Tenemos la carne") y Hoze Meléndez ("Almacenados"), quienes también han sido reconocidos con el Ariel. 

"Está bueno ser parte de esta generación de actrices y actores, estamos pasando por un buen momento en nuestro lenguaje cinematográfico", comentó. 

Con relación a su proyecto en Chile, relató que se trata de una cinta basada en la única novela escrita por Pedro Lemebel, "Tengo miedo, torero". Para quienes no conocen el texto en cuestión, éste narra una historia de amor en el marco de la dictadura militar de Augusto Pinochet. 

"El guion es maravilloso (...) Mi personaje es muy interesante en el sentido de esta pasión y entrega que siente por la revolución en este Chile completamente reprimido por el régimen pinochetista", señaló. 

Con "Tengo miedo, torero", Ortizgriz vuelve a trabajar con Alfredo Castro ("Desde allá), uno de los actores más reconocidos del denominado nuevo continente y con quien había filmado algunas escenas en "Museo". 

En otro orden de ideas, el actor mexicano adelantó que para noviembre estrenará otra película de la mano de Matías Meyer, director de "Yo", y destacó que el cine mexicano es una industria consolidada, con diversas narrativas a nivel comercial y autoral. Finalmente, fue modesto al considerar que vive un buen momento laboral, pero que no se duerme en sus laureles.

"Yo lo veo como una gran ola, estoy ahí parado en la tabla y en algún momento hay que nadarle a buscar otra (...) Que dure lo que tenga que durar, dormirme en mis laureles no me queda, me aburro y me apago, mejor así, como he estado haciendo las cosas", concluyó.




“El muñeco diabólico”, ¿un refrito innecesario?

Cinetiketas | Por Jaime López 


La octava cinta sobre el juguete más terrorífico del celuloide mundial, "Chucky", no es una decepción, a pesar de su convencional trailer y de no tener la bendición de su creador y guionista original, el estadounidense Don Mancini.

Cabe recordar que el también productor del seriado "Hannibal" manifestó su molestia al enterarse de que la casa productora del primer filme sobre el muñeco diabólico (la Metro-Goldwyn-Mayer) preparaba un "reboot" del mismo, sin importarle que los estudios Universal ya dieron luz verde a una miniserie que también tendrá como protagonista al villano de cabello rojizo y overol azul.

Ahora sin la pluma de Mancini, la "Child's Play 2019" (por su título en inglés) revitaliza el tratamiento del origen de "Chucky", otorgándole una narrativa muy al estilo de la nueva versión cinematográfica de "Eso" o el programa estrella de Netflix, "Stranger Things", es decir, con un equipo de adolescentes al rescate.

¿El resultado? Un vehículo de entretenimiento aceptable que, si bien no destaca por su originalidad, logra engachar a las nuevas generaciones gracias a su buen ritmo, así como por su velada crítica al lado oscuro del Internet de las cosas. Además, rinde un digno tributo a varios de los elementos exhibidos en la primera cinta. 

De manera más detallada, "Child's Play 2019" respeta varias de las reglas del subgénero "slasher", ese que tiene como protagonista a un asesino serial, el cual comete sus crímenes con cuchillos o artefactos similares. En este sentido, la aparición de los adultos es mínima y las acciones de "Chucky" obedecen a la humillación o rechazo de los que ha sido objeto.


Por su parte, las dosis de sangre mostradas a lo largo de la historia son las adecuadas para los amantes del género, pues no se sienten excesivas o metidas a calzador. 

Igualmente, el humor irónico exhibido en las secuelas de "Chucky" también es preservado, aunque de manera más mesurada (ojo a la secuencia en la que una sexagenaria afroestadounidense recibe un peculiar regalo). 

Finalmente, los efectos especiales generados con un bajo presupuesto y mediante animatronics también son dignos de resaltarse, pues evidencian el profesionalismo vertido por el equipo de trabajo comandado por el realizador noruego, Lars Klevberg

Y qué decir del doblaje en inglés de Mark Hamill, el "Luke Skywalker" de "Star Wars", que se encarga de interpretar a "Chucky". Sus matices de voz dan cuenta de lo divertido que se la pasó en el rodaje, sobre todo cuando canta la melodía característica de su personaje, un plus a un producto que no tiene otra intención más que la de hacer pasar a la audiencia un rato divertido.

Sobre la literatura de Armando Ramírez

Crónicas a Contracorriente | Por Lino


Por ahí se ven unos cuantos librillos del maistro, los cuales han sido un desmadre encontrarlos porque las pinches librerías no los vuelve a pedir y las editoriales no los vuelven a reeditar, por lo cual hay muchos libros ya inencontrables como "Crónica de los Chorrocientos mil días del Barrio de Tepito: en donde se ve, cómo obrero, ratero, prostituta, boxeador u comerciantes, juegan a las pipis y gañas, o sea, en donde todos juntos comeremos chi-cha-rrón", "La casa de los ajolotes", "Me llaman la chata Aguayo" -que presumo, lo pude encontrar arrumbado en una librería de Donceles-, "Tepito" -libro que de churro encontré en una librería de acá y que dice el maistro que fue un libro que le encargó el presidente Putillo, para conocer la vida del Barrio de Tepito y por el cual cobró una lanita allá mero en Gobernación-, "Bye, Bye Tenochtitlan", "El regreso de Chin Chin el Teporocho en la venganza de los jinetes justicieros" -que es un libro muy chingón porque lo hizo con ilustraciones de los pintores del Arte Acá-, "Sostenes San Jasmeo" y otros más que por el momento no recuerdo.


"No me importó escribir Chin Chin así, pero yo veo que a gente "muy culta" le importa. Para ellos escribir bien, hacer literatura, es acentuar bien, en lugar de ver si es un reto literario el domesticar una lengua o un habla popular y hacerla literaria, sin concesiones, sin acudir a la perceptiva o a las reglas gramaticales, o sea la sintaxis. Pues yo oigo hablar a la gente y no habla correctamente y se entiende. La función de una lengua es comunicar, no es aprenderse las reglas del buen decir o el buen escribir, entonces, un escritor traiciona su identidad cultural si obedece a las reglas a las cuales no corresponde su concepto de vida. Si yo hubiera estudiado en la UNAM, hubiera aprendido todo eso y entonces hablaría de la gente del barrio desde un punto de vista superior, aparentemente, pero si me niego a eso, entonces sigo conservando, de alguna manera, mi visión de la vida de cómo es el barrio, entonces cuento como un tepiteño, como uno de barrio, no como un profesor de literatura que salió de Tepito y cuenta. Entonces, yo siento que ese es un reto muy padre, pero no creo que lo entiendan y yo tampoco lo voy a decir. (...) 


La neta ojalá se animen a leer los libros del maistro porque son una chingonería de narración y un testimonio chido de la vida en el barrio. De esta onda pueden leer: "Quinceañera", "Noche de Califas"; más o menos "Pu", que es una novela súper fatalista y cruda, la cual no está escrita en la onda del barrio pero sí de los chavos de barrio cotorreando en los cines;"¡Pantaletas!"; "La tepiteada", hecha más o menos a la onda de La Ilíada, donde los chavos de los barrios de la Ciudad de México -La Merced, Tepito, La Candelaria y las colonias del Centro- se encuentran con las huestes de los dioses, de los encumbrados, de los ricos y los ojetes que habitan en Palacio Nacional; por supuesto, el ya aclamado y famoso "Chin Chin el teporocho" es inevitable. Por otro lado también pueden leer su trilogía política que consta de "El presidente entoloachado", una onda que cuenta las aventuras y peripecias de El Botudo Fito Quesadilla, Presidente de la República Tanpendecuerense que llegó a ser el primer Presidente que sacó al Pirrín de la silla y que entoloachado por su vieja, una tal María Jesusa, pasó a delegar sus decisiones a esta vieja rata y corrupta -ah chingaos, ¿pos apoco no les suena? ; "La Chachalaca, el Pelele y el Legítimo"; y ya por último, parodiando aquel cuento bien mamalón de Pitorrosas, digo... Monterroso:"Y cuando despertó, el Prinosaurio todavía estaba allí". Ay nanita la ranita. Y Bueno, ya por último -de este escrito y de la producción del Ramírez-, recientito: "Fantasmas", una crónica chingona de la Ciudad de México y su Centro Histórico: libro lleno de referencias históricas interesantes y cotorras, que tiene como contrapunto una historia nostálgica de los años mozos del maistro. Pues échenle un ojito a tan chingonsita literatura. Total, como dice el señor que aquí nos incumbe: ¡qué tanto es tantitito!




Y ya pa’ que se den un quemón, les dejo parte de una entrevista que le pude sacar al maistro hace un rato:

“Un día el editor de Grijalbo dice con "Y cuando despertó el Prinosaurio todavía estaba ahí": -oyes, Armando, pero esto no se entiende, esta frase-, le digo sí se entiende, léela bien, léela con los puntos y las comas como está. Pero es que como leen con frases, de acuerdo a su ortodoxia no entendía; entonces yo le dije: bueno, vamos a hacer una cosa: ¿la quieres leer o la leo en voz alta? y me dice: -no, tú léela- y yo órale, fíjate bien, lo voy a leer de acuerdo a como está la coma y comencé a leer y me dice: -estás haciendo trampa, estás haciendo trampa- y le digo ¿ya ves que sí se entiende? Pero no estamos acostumbrados a leer así. O sea, si dejo de puntuar es que a lo mejor se está hablando de corridito, por ejemplo, como el monólogo de Bloom, de sesenta u ochenta páginas, que no lleva ningún punto ni una coma: así es como el pensamiento fluye, es el famoso monólogo interior, pero estos bueyes creen que todo eso nunca lo he aprendido y entonces dicen: "esto está mal hecho". Ahí te das cuenta de que hay mucha gente que no ha leído (...)

“El problema, creo, es que lo leen descuidadamente porque me ningunean y entonces dicen "éste no puede tener ideas literarias ni una propuesta literaria porque no sabe nada de eso", dices ¡pinche gente pendeja!, ¿qué no se darán cuenta que después de cuarenta años ya me he leído todo y he vivido a un nivel mucho más alto que todos en conocimiento? Yo he conocido a presidentes, he tenido acceso a lugares que muchísima gente no ha tenido chance, he visto pinturas, arquitectura, personas, he escuchado; ¡que me lean! Te digo que me están contratando y me dicen "maestro, queremos su punto de vista de la calle, de lo que es la vida en la calle, no lo académico, no la gente que lee" y digo ¡puta!, este güey me sigue viendo así. No vas a luchar contra él. Ya cuando me conocen ya es otra cosa."


Esto se acabó... Tan tán.
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