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Los Bitchos: psicodelia y cumbia femenina



Por Diego Vázquez | 


Los Bitchos son el combo de la cumbia femenina. Let the Festivities Begin! es una oda a la cumbia psicodélica de los setenta, navega entre el surf y la chicha peruana; es una banda sonora al pasado. Una amalgama de influencias que se conjugan para ser concretadas en once temas.

Dicho en otras palabras, es un remolino de música retro. Los Bitchos nos acercan a la música tradicional de la guaracha, gracias al talento del cuarteto femenino, proveniente de cuatro latitudes (Suecia, Australia, Turquía y Uruguay).

Este combo gestado en Londres en 2017, donde Serra Petale (guitarra), Agustina Ruiz (keytar), Josefine Jonsson (bajo) y Nic Crawshaw (batería) dan vida a este ecléctico proyecto, que además cuenta con piezas instrumentales, aquí la voz sale sobrando.

Estas mujeres retomaron la influencia de Los Mirlos, estandarte de la cumbia peruana así como de música colombiana. En esta propuesta las banderas son anecdóticas y las fronteras son traspasadas por la música. Los Bitchos hacen bailar a los ingleses y al mundo.


Este LP producido por Alex Kapranos de Franz Ferdinand en los Gallery Studios (Londres) da cuenta de los mejores temas de cumbia amazónica que se pudiera quedar estancada en la cabeza. Let The Festivities Begin!, el álbum debut del cuarteto pancontinental, es un trabajo tanto para el oyente experimentado de cumbia como para el melómano que rara vez disfruta de algo instrumental, es el disco para comenzar la fiesta. El material es editado por City Slang Records, compañía discográfica alemana que se enfoca al indie rock.

De los once cortes que están presentes en el disco debut de estas chicas destacan “Pista (Fresh Start), donde el rasgueo de cuerda de guitarra para hacer sonar al ritmo de cumbia y surf predomina; y “Tropico”, en donde la cumbia es la protagonista.

“Change of Heart” evoca a los mismísimos dioses ancestrales de la cumbia amazónica del Perú. Invocación pura. Estas son tres de las canciones que más sobresalen en dicha producción. Un álbum en el que Los Bitchos saben mezclar sonidos de otras latitudes para plasmarlos en canciones. Let The Festivities Begin! guarda once canciones o mejor dicho colecciones de música latinoamericana

Beirut: un combo de tradiciones, cultura y viajes sonoros por el mundo

Por Diego Vázquez |


Zach Condon es el nombre de pila del artista oriundo de Santa Fe, Nuevo México: Beirut; quien desde el 2006 ha gestado nueve materiales, entre discos cortos y LP's.

La conexión que existe en su música es multicultural, abarca desde el folk hasta el barroco. No en vano el músico de 35 años adoptó Beirut en honor a la capital de Líbano, por su encuentro.

En cada uno de sus álbumes, Beirut incursiona con algún género, este multi-instrumentista no escatima en ritmos e incluso se ha nutrido de sonidos de México, como fue el caso de su álbum March of the Zapotec and Real People Holland, un disco doble influenciado por música de Oaxaca, donde el mismo Condon visitó nuestro país para apropiárselo en este álbum.

Una muestra de que para Beirut no existen fronteras, mientras se trate de proceso creativo sonoro. Su música es un combo de tradiciones, culturas y viajes, de los cuales el músico se queda con algo.

El talentoso Zach Condon, dejó pasar dos años desde la salida de su material Gallipoli (2019), ese disco donde prolifera el folk con aires balcánicos en el que, a lo largo de doce temas, hace un recorrido geográfico sonoro.  Gallipoli pone un pie en el pop y en el neofolk contemporáneo.


Después de ese celebrado material, Beirut, ha vuelto con un interesante álbum recopilatorio: Artifacts (Pompeii Records, 2022), una extraordinaria obra, a manera de compendio, de homenaje por estos 16 años de trayectoria. Si pudiéramos hacer un largometraje de su vida este sería el soundtrack perfecto.

El material está divido en cuatro partes, este se resume a trabajos iniciales y lados B. Conformado por 26 canciones, Beirut desempolvó canciones para guardarlas en este disco. Es un viaje al pasado, a las emociones y al tiempo. Artifacts es un trazo de evolución, casi dos décadas de contar historias.

Un álbum que da muestra de que las influencias y viajes por el mundo, sean la musa para este compositor. También da detalle de que los instrumentos no son enemigos, son aliados. Sintetizadores, cajas de ritmo, instrumentos de cuerda y demás elementos se combinan para crear su estilo.

Artifacts es un álbum memorable que todo apasionado de la nostalgia melódica debe tener. Sin duda, el tema más notable y quizá más añorado y recordado será Elephant Gun, canción que da nombre al EP editado en 2007 y que es un estandarte para el folk rock indie de mitad de milenio.

En The Long Island Sound, las trompetas se hacen sonar en este mítico tema del álbum Gulag Orkestar (2006), o que decir de Trasatlantique, que remonta a una noche de viaje en barco recorriendo el mundo.

Estas y otras canciones más alberga este disco que añora, sin duda, lo mejor de la discografía del cantante Zach Condon y los excelentes músicos que conforman Beirut.

Fother Muckers: Justo y Necesario



Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |



Segundo álbum de la banda lanzado en 2008, después de No soy uno, con doce tracks y una duración total de 41:45; marcó un antes y un después para el trabajo de los Fother Muckers. Justo y necesario, significó un cambio considerable tanto por la composición de la banda como el lanzamiento de la discográfica impulsada por el vocalista, Cristóbal Briceño.

Sello Cazador, discográfica que hasta ahora ha impulsado la carrera de 19 bandas -en su mayoría chilenas- de rock alternativo, dejando siempre características muy reconocibles entre cada participación; se encargó de la producción y distribución del álbum, dando a Cristóbal Briceño un papel protagonista como compositor, guitarrista y vocalista de la banda, concluyendo con once tracks a su nombre y la excepción de Simón Sánchez -bajista y segunda voz- componiendo La tercera vía.

Con la banda fundada en 2004 en la Pontificia Universidad de Chile, su camino por la música realmente empezó hasta 2005, con algunas presentaciones en bares y festivales capitalinos, armando una base de fans muy sólida y leal a la carrera de la banda. Fue hasta 2006 cuando se lanza su primer EP homónimo con seis temas, incluyendo algunos en su siguiente trabajo de 2007, No soy uno.

Durante los primeros cuatro años en medio de idas y venidas de bateristas en la banda, para la producción de Justo y necesario, tanto Martín del Real como Gonzalo Nuñez, asumieron el rol hasta principios de 2008, cuando Cristian Soto los releva. El cambio es poco notorio, al entender que el desarrollo musical de cada integrante se dio en conjunto y que no existía tanta disparidad creativa entre Real y Nuñez.

Con el cambio de nombre de la banda hasta 2011, hubo poco material para identificar una línea general en su trabajo y sin embargo, Justo y necesario, como un trabajo más pulido de la banda, funciona muy bien como una carta de presentación; una banda de rock alternativo que habla sobre lo cotidiano. Desde 2022 donde hablamos del encuentro de dos amantes, hasta el hambre de explorar en un joven de veinte años en Explorador.

Viaje de regreso, el mismo lado, justo y necesario, no tienen ningún desperdicio de instrumentalización. Como un equilibrio bien logrado entre lo que se escucha y lo que se entiende. Uno de mis favoritos personales sin duda.

Tranquility Base Hotel & Casino: psicodelia en la alfombra

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |


Probablemente al mencionar a Arctic Monkeys se nos venga a la mente el año 2013 cuando popularizaron su música con su álbum AM, pero mucho antes, la banda ya contaba con canciones icónicas y con experimentaciones interesantes que dieron forma a lo que encontraríamos en su disco del 2018; Tranquility base hotel & casino, funciona con una ruptura entre lo que la banda británica ofreció en AM, sin perder la calidad con la que llegaron a la fama mundial.

En medio de sonidos psicodélicos y glam, rondando ritmos pop y rock, cada una de las once canciones que conforman el álbum, destacan por sí solas en una línea muy dispersa pero bien definida. Grabado en muchos estudios entre Los Ángeles, París y Londres, el disco fue lanzado bajo el sello de la discográfica independiente Domino Records. Inmiscuido entre la expectativa, la recepción al público general fue muy dividida y no es difícil adivinar el porqué.

Todas las canciones destacan por sí solas, porque todas son muy distintas entre sí; se pueden reconocer los instrumentos -o efectos en ellos- recurrentes, pero su uso tan cambiante hace de cada canción una experiencia que, de no estar abierto al cambio tan brusco entre AM y este disco, puede resultar confuso y hasta tedioso. Esto sobre todo, en canciones como Batphone donde es notable el papel de instrumentos poco frecuentes en el rock alternativo como lo sería el piano o una línea dominante de bajos.

Sin embargo, de principio a fin, el disco es un viaje entre la música de los 60’s y la modernidad que da ese efecto de una nostalgia futura, o la de una voz sincrónica; la voz de Alex Turner como casi total protagonista de las canciones, las melodías complejas y hasta indecisas de las guitarras, bajos que siguen su propio ritmo, hacen alusión a ritmos como el blues o el jazz, pero es el uso de sintetizadores, de guitarras barítono, lap steel, hace que las variaciones de acordes sean suavizadas y hasta resueltas en las líneas de las estrofas y coro.

El disco retoma mucho de la esencia de su propia portada, recuperando mucho de lo que podríamos sentir en una parada breve en un hotel alejado -cuyo nombre es una referencia al lanzamiento del Apollo 11 en 1969. Pensamientos sueltos, amores ocultos, desengaños y un músico que habla consigo en el piano del bar como lo encontramos en One point of perspective.
 

“Ciudad Soledad” abre sus puertas al público en vivo



En diciembre de 2020 Iván García y Los Yonkis lanzaron su quinto disco de estudio llamado Ciudad Soledad. Trabajo que contiene 13 tracks conformados por letras de Iván García y arreglos musicales de Los Yonkis. Esta nueva placa producida por Carlos Iván Carrillo y grabada en Casa Yonki, condensa referencias estilísticas a Bob Dylan, Johnny Cash, Tom Petty, Neil Young, Bruce Springsteen, y Quique González, rolas repletas de referencias contemporáneas y musicales que nos invitan a desentrañar el ruido de fondo para encontrar una propuesta musical desde Puebla.


Ciudad Soledad es un álbum que se publicó en tiempos de pandemia por lo cual, a lo largo de este año, no pudo presentarse con la ceremonia correspondiente y a como nos tiene acostumbrados la banda poblana. La cita para la esperada presentación oficial del disco será el 21 de enero de 2022 en el foro Beat 803 en la ciudad de Puebla. Los invitados serán la banda poblana Té de Brujas, así como la cantautora Bluez Marentes desde Monterrey, Nuevo León. 


Los Yonkis, banda integrada actualmente por Iván García, Carlos Iván Carrillo, Beto Montes, Héctor Arenas y Rafa Ortíz; apuestan por esta presentación en la que se podrá disfrutar de todas las canciones del álbum en su versión en vivo, así como canciones tradicionales de producciones anteriores que el público poblano conoce bien.

Aunque en la dinámica actual de la industria los álbumes han sido sustituidos por sencillos, Los Yonkis, congruentes con su alma vieja apuestan por una obra completa integrada por 13 tracks. En palabras del escritor hidrocálido Sergio Martínez: “con este disco la banda poblana nos regala en sus canciones una ucronía musical y un coctel de steampunk sonoro que pretende hacernos llevadero un año de mierda. Quizá estas rolas nos ayuden a transitar por una pandemia que nos ha arrebatado a familiares y amigos”.


Los boletos de acceso para la presentación están disponibles ya desde la plataforma Boletia y tienen un costo de preventa de $100 pesos y el día en taquilla $150. Adquierelos aquí: https://cutt.ly/fUv3Yg6




Imperfecto extraño: retratos de la muerte


Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |

Noviembre es un mes particular para los mexicanos. Vemos tumbas, hablamos de muertos y los llamamos durante las noches del primer y segundo día del mes. La música que se produce aquí tampoco queda exenta de llenarse de temáticas tan rigurosas como lo es la muerte. Enjambre, una banda zacatecana de rock alternativo, presenta en su disco Imperfecto extraño, el ejemplo más contundente de cómo es que la mexicanidad afronta este tipo de temas entre letras melancólicas y memorias cinematográficas que se apilan en la música que escuchamos.

Lanzado en 2017 por Universal Music México, es el sexto álbum de la banda con una duración de 40 minutos en doce canciones, todas con líneas melódicas muy similares entre sí, brincando entre lo rock y lo electrónico de una canción a otra, pero todo seguido de la temática circundante; la memoria y la muerte.


El futuro, Tercer tipo, Detéstame, En tu día, Luces de periferia y Vida en el espejo, son las que denotan ese sentimiento con más claridad, en voz del vocalista Luis Humberto Navejas. Canciones como Nudo, Y la esperanza, Amanéceme y Desenlace, son el soporte rítmico e instrumental, donde la letra de la canción se pule con los efectos de sintetizadores y guitarras eléctricas.

El disco puede parecer lento, e incluso no es considerado el mejor de la banda, pero su riqueza recae en la forma en que podemos disfrutar del disco desde dos vistas, la lírica y la musical. Además de reconocer aspectos que bien podrían encajar en álbumes anteriores como lo sería Daltónico o El segundo es felino, lo que hace del disco una continuación lejana de los primeros trabajos de la banda, asignando este tono narrativo presente en soundtracks de películas.

Una gran elección si uno decide entrar en el género del rock alternativo, y mucho más para esta época del año, donde si la estación no nos desata lo nostálgico, lo hará la música que escuchamos al recobrar los recuerdos que el paso del tiempo deja sobre nosotros, dejando entre el principio y final de año, la imagen de un Imperfecto extraño que se mira una y otra vez con las canciones de este disco de fondo.

Happier than ever: el registro de cambios

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |

Pasaron tres años desde el lanzamiento de When we all fall asleep, where do we go?, un gran álbum introductorio para la carrera de cantante de Billie Eilish y para su hermano Finneas O’Connell. Éxitos como Bury a friend o Bad Guy, dejaron expectativas altas para el resto de su obra musical; Happier than ever, como un álbum que retoma algunos elementos de su predecesor y le suma muchos otros más personales, es una buena continuación a lo logrado con su primer disco, pero que causa un extraño efecto en su primera impresión.

Lanzado el 30 de julio de este año, en medio de una pandemia global y sin la posibilidad de tener una gira mundial, hizo uso de uno de los servicios de distribución de plataformas como Spotify, y si bien este tipo de formas de distribución no es nueva, es curioso ver cómo la producción de contenido se amolda a las nuevas realidades. Respecto a si es la mejor forma de distribución o no, no es un tema que nos compete tratar aquí.

Dentro del lanzamiento en Spotify, podíamos disfrutar de tres versiones -no muy distintas una de la otra- del mismo disco. Uno con las anotaciones de Billie Eilish en algunas canciones, otro organizado de distinta forma al disco base -por llamarlo de alguna forma-, y el disco tal cual podemos encontrarlo en el formato físico.

Además, a inicios de septiembre, el disco contó con una película -semianimada- distribuida por la plataforma de Disney +; Happier than ever: a love letter to Los Angeles, es un concierto inmersivo muy parecido a lo que podría ser un MTV Unplugged de la artista, acompañada de la filarmónica de Los Angeles -que hacen un trabajo magnífico al interpretar música que aparentemente no tendría nada que ver con lo que hacen habitualmente.

Hablando sobre el contenido del disco, las primeras ocho canciones sirven como una recapitulación de ritmos y estilos de lo que ya conocíamos de Billie Eilish, tanteando con un espléndido trabajo de producción y melodías muy silenciosas pero cautivadoras tanto en letra como en compás rítmico. Canciones como Oxytocin, Billie Bossanova, I didn’t change my number o GOLDWING, tanto en el concierto acompañado como por sí solas, juegan con el sonido estéreo, el volumen y los bajos que contrastan con la voz de Billie. Además, la mayoría de estas canciones hablan del crecimiento que ha tenido la artista desde aquel lejano 2016 cuando lanzaba Ocean Eyes. Habla un poco del cómo se siente desde la fama tan acelerada que obtuvo y se abre a temáticas más generales como la atracción y su propia experiencia en ello.

Las ocho canciones restantes podrían funcionar como otro álbum, desde una catarsis en el interludio de Not my responsability y Overheated, siguiendo por pensamientos sueltos que llevan a su conclusión en Male fantasy. Temas un poco más pesados como el acoso social, la muerte, la superación personal y la asimilación van dejando su huella entre ritmos más pop y pocas experimentaciones como las de las primeras ocho canciones.

En general, un disco que representa algo de lo que se puede lograr con artistas con libertad creativa y de distribución, tal vez un precedente para que cada vez más discos sean presentados por entero de forma digital antes que física. En lo personal, recomendaría el concierto de Disney +, pues muchas de las canciones adquieren una profundidad armoniosa mucho más grande siendo interpretadas por la filarmónica, como el caso de mi favorita personal: Billie Bossanova. En resumen, si bien, la segunda parte del disco puede parecer extraña, vale la pena darle una oportunidad de brillar por separado a lo que ya conocíamos en When we all fall to asleep, where do we go? Y si es que solo buscamos algo ya conocido, el disco también cumple con ello, y de una gran forma.

¿Por qué es tan importante el último álbum de Tony Bennett y Lady Gaga?

Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


A mi querido tío Raúl, ávido lector de Revista Sputnik

A inicios de año, como si este 2021 no fuera lo suficientemente funesto, nuestro querido Tony Bennett anunciaba al mundo a través de una entrevista con la AARP Magazine, que padece Alzheimer desde 2016, una noticia durísima para todos sus fanáticos. A pesar de que previo a la pandemia aún hacía conciertos y tenía una vida pública relativamente activa, parece ser que la enfermedad, lamentablemente, ha ido avanzando sin prisa, pero sin pausa. En dicha entrevista su tercera esposa, Susan Crow, narra cómo Tony mostraba ya ciertos síntomas previo a su diagnóstico, como olvidar los nombres de los miembros de la banda, esconder partituras o listas dentro del piano y olvidar el lugar donde se encontraba trabajando. El cantante sabía que algo no andaba bien y en su chequeo, los resultados fueron desgarradores. Sin embargo, sorprendentemente Bennett continuó trabajando y hoy nos encontramos a horas de poder disfrutar su último álbum colaborativo.


Tras siete intensas décadas de trabajo en la música y en el medio del espectáculo, la familia de Tony Bennett anunció hace un par de meses que “Love For Sale” es su sexagésimo primer álbum y con él, su retiro definitivo de los escenarios. Pero, dentro de toda esta tristeza, nos queda la satisfacción de saber que lo hizo al lado de una de sus grandes amigas, la siempre extraordinaria Lady Gaga. El álbum es un tributo a Cole Porter (muy querido y conocido en esta sección, dicho sea de paso) y constará de diez canciones en su versión estándar y diecinueve en la versión Deluxe Internacional. Me parece que esas nueve canciones extras, están incluidas ya en el primer álbum que grabaron juntos (“Cheek to Cheek”), así que en realidad esta última es una versión más bien compilatoria de todos los covers que han hecho de Porter.

A inicios de agosto, las redes sociales de ambos cantantes nos compartían el primer sencillo: “I Get A Kick Out Of You”, una de las canciones más famosas de Cole Porter y que forma parte del musical de 1934, “Anything Goes”. En el video musical de dicho sencillo, vemos a una muy emocional Gaga y a un muy guapo y trajeado Tony, interpretando la canción en un estudio de grabación, ambos muy sonrientes y atentos a las indicaciones que les daban, una dinámica muy similar a lo que hicieron en “The Lady Is A Tramp” hace ya diez años (¡!). A mí honestamente se me estremece el corazón como a Gaga y se me llenan los ojitos de lágrimas al ver y oír a Bennett porque, a pesar de sus 95 años, a pesar de su enfermedad y pese a las recomendaciones y restricciones médicas, lo vemos interpretar con esa jovialidad que siempre lo ha caracterizado. Su voz es aún muy potente, con una perfecta dicción. Reconforta y mucho, verlo así… en su estado natural. Y, por cierto, amé que no censuraran la parte de la cocaína en la canción y, sobre todo, que fuera Tony quien la cantara.

Además del álbum, Lady Gaga y Tony Bennett no se quedaron con las ganas de hacer un par de conciertos como parte de la promoción del álbum (ya que la familia se negó rotundamente a que Tony hiciera entrevistas a los medios): grabaron un MTV Unplugged a inicios de julio que supuestamente, podremos ver a finales de año; grabaron el 3 y el 5 de agosto, un concierto en el legendario Radio City Music Hall llamado “One Last Time: an Evening with Tony Bennett and Lady Gaga” cuya premiere será a finales de noviembre a través de la CBS (hagan changuitos para que podamos verlo) y finalmente, un documental titulado “The Lady and the Legend” que tendrá acceso exclusivo a través de Paramount+ sin fecha por anunciar aún. Dicho documental, nos mostrará las grabaciones tanto de “Cheek to Cheek” como de “Love For Sale”. 

A mí me entusiasma muchísimo el lanzamiento de todos estos productos audiovisuales y a pesar de la carga emocional tan fuerte que tienen, me parecen el cierre perfecto a una carrera indiscutiblemente legendaria. Ustedes saben lo mucho que significa Tony Bennett para mí, así que disculparán mi entusiasmo y mis ganas desmedidas por querer escuchar “Love For Sale” hasta el cansancio y poder reconocer y aplaudir el enorme esfuerzo que hizo el cantante para lograrlo, porque me queda claro el poder mágico y sanador que tiene la música. Por las pequeñas probaditas que nos han dado, es un jazz clásico del Great American Song Book, la especialidad de Bennett.

Y bueno, no queda más que esperar para echarnos una buena lloradita escuchando a este par de leyendas. Mientras eso sucede, veamos el recién salido del horno, “Love For Sale”, otro video musical en donde Gaga se ve HER-MO-SÍ-SI-MA y mi Tony se ve tranquilo y muy cómodo interpretando al lado de Stefani Germanotta. ¡Disfrútenlo!

Cerditos Guei: la nueva irreverencia musical de Nono Tarado

Por Chrys Sainos

Genio, incómodo, talentoso, auténtico, cabronete… son sólo algunos de los adjetivos que referentes como Rafael Catana o Israel Miranda han utilizado para referirse a un músico que desde 1999 se animó a hacer rock fuera de los estándares incluso de la misma contracultura.

Rolas como Ácido,  José Alfredo is dead, Yo me quiero peinar como Jimmy Neutrón, Vida, Liebe o Tiempo nos muestran la calidad musical que Nono Tarado imprime en cada una de sus rolas que van de lo ridículo, sarcástico y trivial; a lo sublime, analítico y filosófico.

El Cerditos Guei (cuenta la leyenda que ésta grabación es la primera de dos partes que conforman un todo) es la joya de la corona: cada uno de los cinco tracks que componen este EP es una muestra de genialidad musical. Lírica inteligente cargada de ironía y una calidad sonora increíble queda de manifiesto en canciones como "Vivo con mi mamá", que con un solo de guitarra (que no puede ser descrito más que como rifado) nos regala frases brutales y contundentes como: “Pasaron siglos, y a pesar de siglos me cobijó un desierto; y le agarré tal amor a la vida que aún sigo rodando. Equivocado o no equivocado: no debo nada (o casi nada y por eso sigo aquí frecuentando...)”.

Citando a José F. Corte, el cerebro detrás del arte o como ellos le llaman cariñosamente “la porcada" podemos dimensionar el nivel de músico que a pesar de los "peros" (ya machacados hasta el cansancio cada que se menciona la obra del Nono) sigue siendo el genio cuya mente trabaja más rápido que el común denominador. 

La imagen visual del “Cerdos” la hicimos en un proceso sintético, tres semanas de trabajo diario, con sus respectivas dosis etílicas de creatividad. El Nononono quería algo “minimalista” -decía el we-; yo pensaba que le daba hueva, pero no: el Tarado es muy delicado en cada detalle y tiene un buen gusto visual. Yo solo seguía órdenes y sugería, pero siempre quedamos conformes. Las fotos del interior tardaron el mismo tiempo que la producción musical con Cesar Munguía, los estuve visitando en la grabación, sacando fotos y escuchando sus albures de amigos. Esas fotos del interior son muy íntimas, queríamos que se viera como un póster para que tú lo pudieras pegar en tu pared y escuchar Parandroide. En realidad, éste, nuestro Nono, es un trabajador, un obrero de la música, detallista hasta en ver que los cerdos de nuestra “porcada” son un par de Cerditos Guei que siguen sonriendo después de muertos.

El Nono es ese personaje que lo mismo encuentras tocando boleros en una fonda de la Ciudad de México, junto a los guías holísticos en San Luis Potosí o filosofando sobre la existencia del ser, el arte y la muerte en Real de Catorce, escupiendo poesía frente a un micrófono mientras le da un sorbo a la caguama con ese aspecto de sabio milenario que sus fans adoran y sus detractores odian.

"Nada es para todos: el peyote no es para todos, la mota no es para todos, el alcohol… el amor no es para todos, el odio no es para todos…"

Tratar de entender la mente del Nono es casi tan complejo como describir su obra. Cada track es una atmósfera diferente que cuenta historias mágicas, llenas de escenarios con nubes ácidas en tonos pastel, “Y así con el viento te perdí…” es el coro de la primera rola: dulce, agradable a la mente “Veo cómo arde la ciudad, las hormigas… Puedo seguir jugando…” es sólo la antesala que “11:30” nos regala para ir calentando motores.

Motores repletos de punch que explotan al ritmo de “Bisteces”: irreverente rola que desarrolla de manera brutal la crítica social del concepto hombre-mujer/objeto que nos vende el statu quo y los medios al ritmo de “porque los bisteces no cantan uo-o, los bisteces no cantan…”.

Con el tercer tema las notas ya conocidas de “Parandroide” nos dan un breve respiro mientras dibuja con palabras “¿Qué más da cuánto tiempo? No me cuesta ya creerlo… , Oh-o-o, mi vida insignificante… conectado a tu recuerdo… No me cuentes, no te creo… ”, mientras nos transporta a las imágenes del video también producido / dirigido por Pepe Corte. Se incluyó el tema “Parandroide”, que originalmente iba a ser parte del disco La Oreja de Van Damme (2017) y “por alguna extraña razón ya no fue así”, en palabras del Nono Tarado.

"Cerditos Guei", el track que da nombre a este material “es un concepto nuevo: se me ocurrió ayer…” (estribillo que una vez que llega a tu cerebro será difícil sacar de ahí, una rola llena de energía, perfecta para prender a la banda post pandémica).

Con este EP el Nono ilustra con su música lo que sostenía el día que lo entrevisté por primera vez: “No nos morimos del todo... bueno en mi caso, o en el caso de Tarantino o en el caso de Kundera, o en el caso de un pintor como Da Vinci la obra sobrevive al artista, al creador: En realidad uno deja un documento. Eso no se va a terminar con la muerte, o sea, mis canciones van a seguir sonando… ¡Qué hueva ser fantasma!”; y cita a Kundera: “nuestros movimientos se han vuelto tan ligeros como insignificantes” mientras se queja “ya tenemos la tecnología, ¿por qué debemos ser desechables?”.

El poeta, el genio, el loco incomprendido, el que un día comparte escenarios junto a las vacas sagradas del rock mexicano y al otro despierta a mitad del desierto tarareando una pieza de Erik Satie… es el Nono, nuestro Nono.

El principio del fin del mundo llega colgado junto a un par de Cerditos Guei sonrientes que le acompañan mientras un riff nos recuerda que estamos vivos a pesar de la vida, la muerte, las malas compañías que nos alegran el viaje y alimentan el alma; como se puede leer en la dedicatoria final del material que junto a la ficha técnica  es la cereza de este porcino pastel.


Ficha técnica Cerditos Guei:

“11:30”. “Bisteces”, “Vivo con mi mamá” & “Parandroide”: Bajo, baterías, piano y arreglos: Boro Rodpadi. Guitarras y voces: Nono Tarado.

Los primeros tracks fueron grabados y mezclados en El Cuchitril Producciones, por Boro Rodpadi & Nono Tarado, y fueron montadas las voces finales en Cuarto Ruido Producciones.

El tema “Cerditos Guei” fue grabado en su totalidad y masterizado en Akkbar Records por César Munguía y Nono Tarado. Remasterizado en su totalidad en Cuarto Ruido Producciones por Rocko Arroyo.

Guitarra slide en “Parandroide” por Rocko Arroyo. Todos los temas Nono Tarado.

CERDITOS GUEI, se comenzó a grabar (a excepción de “Parandroide”) a principios del año pandémico 2020 y se terminó de grabar el 16 de marzo del 2021, en los estudios Akkbar Records y El Cuchitril Producciones; masterizado en Cuarto Ruido Producciones el día 16 de abril de 2021.

Quiero agradecer a César Munguía, Boro Rodpadi, Rocko Arroyo & Joe Arroyo por ser siempre los productores de todos mis discos; por toda la paciencia y el cariño depositados en cada uno de ellos en todos estos años. Las inconsistencias, recaídas y faltas de delicadeza involuntarias siempre han sido mías.

2021 Producciones Imbéciles.

Amor(es) en Norma

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |

Clasificar el álbum en un solo género podría significar la reducción al absurdo de un contenido basto de 36 minutos. Norma, el quinto álbum de la artista homónima,  Norma Monserrat Bustamante Laferte -que todos conocemos como Mon Laferte- resulta en una de esas experimentaciones discográficas que se agradecen y vienen como un viento fresco de vez en cuando. Lanzado en noviembre de 2018 por Universal Music, consta de 10 canciones tan variadas en ritmos como para intercalar un bolero con un mambo o hasta una cumbia; la línea conceptual es clara desde los primeros versos, el amor.

A veces trágico, otras veces con un toque pasional y humorístico; la extensión del concepto del amor se hace tierno con cada canción que de forma desordenada, describen las etapas del enamoramiento, dejando entrever una historia que a propósito o no, hace del disco un conjunto de perspectivas bastante reales de las dudas más comunes al estar enamorado. Pero creo que para disfrutar del disco por completo, hay que organizarlo en tres etapas: atracción, inseguridades y despedidas.

La primera parte -la más rítmica- la conforman Ronroneo, El beso, Caderas blancas y No te me quites de acá. Su contenido es directo, dos personas que coquetean y comparten entre ellos un sabor a frutas secas y la sensación de peces en la boca -como diría el cíclope de Cortázar. En estas cuatro canciones encontraremos el sonido de percusiones constantes y varías líneas de instrumentos de viento acompañando la melodía que muchas veces será dirigida por la voz de Mon Laferte, dando un efecto maravilloso de inmersión acústica como si en verdad estuviéramos viviendo lo que estos dos amantes musicales se dicen al estar frente a frente, tanto la letra como los sonidos dulces afianzan esa sensación.

La segunda parte con Quédate esta noche, El mambo y ¿Por qué me fui a enamorar de ti?, habla de las dudas que vienen con el tiempo, no solo de las personas por sí solas, si no de la relación en sí, tomando entre sonidos más cálidos y ritmos más sencillos -a excepción de El mambo- tópicos como los celos, la infidelidad y el crecimiento que una persona espera tener dentro de una relación. Para ser específicos, Quédate esta noche, es la canción que a mí opinión, logra desatar más sensibilidad al escuchar a detenimiento la letra, y sobre todo, prestar atención a el cómo los instrumentos acompañan cada frase como una orquesta. Desde cuerdas hasta percusiones, voces y bajos, claros y oscuros coinciden en la súplica de un ser que reconoce en la otra persona, la única seguridad de su deseo. Quédate conmigo, por favor.

La última parte, y también la más triste, abarca Cumbia para olvidar, Funeral y Si alguna vez. En ese orden, todo parece degradarse, como si estuviéramos a punto de despertar de un sueño, pues incluso en la cumbia, podemos notar sonidos más graves y hasta obstruidos de la batería y de los instrumentos de viento. Las letras también denotan este sentimiento apagado, sobre todo Funeral, que como su nombre apunta, deja ver el final de la relación presos de la monotonía y el hartazgo. Una vez más, a mí opinión, siento que el disco podría dejarlo de escuchar ahí mismo, dejar en nuestra boca el sabor amargo pero suave de un adiós advertido por el agotamiento; afortunadamente para la gente que le gustan los finales felices, Si alguna vez funciona como esa promesa que se dan dos amantes al saber que lo mejor es partir, con brillos musicales bailando entre un bolero y una bachata, notas más altas pero con la calidez que una despedida requiere.

Norma, como dije, es una experimentación de ritmos que a veces no terminan de ser y ese aspecto que en otros discos podrían ser reprochables, este lo sabe aprovechar para tejer un muy buen álbum conceptual al que lo único que se le podría reclamar, es la duración.

Rosa Venus: pequeñas miradas para grandes vacíos

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


Imaginemos por un instante que estamos incrustados en un cuento de José Emilio Pacheco. Es sábado por la tarde, tras una semana abrumadora de experiencias pandémicas, descansamos bajo el techo de nuestra habitación preparándonos para dormir; sea porque nuestra ansiedad nos grita al oído o porque padecemos un episodio de insomnio, nos quedamos despiertos en el silencio, pensando en mucho de lo que no hicimos antes. Si este tipo de arrepentimientos y cuestionamientos misceláneos tuvieran un soundtrack, estoy seguro que para muchas de las personas nacidas entre 1980 y el 2000 en México, al menos una canción de Fobia estaría ahí.

Rosa Venus de Fobia es un disco que refleja mucho de lo que podríamos pensar en estos episodios de insomnio. Lanzado en abril de 2005 por Sony BMG y producido por Gordon Raphael, productor de otras bandas de rock como The Strokes y Sol Flamingo -de los cuales prometo reseñar algo de su trabajo-, fue el  regreso de la banda tras su breve separación en 1997. Siendo su quinto disco, podemos notar letras mucho más profundas e incluso, acordes y tónicas mucho más claras que en sus primeros trabajos discográficos como en Mundo Feliz de 1993, donde las canciones eran más irreverentes e inconexas.

Dentro de las primeras canciones que abren el disco; Rosa Venus, 200 sábados y No eres yo, podemos encontrar una carta general del qué podremos encontrar en el resto del álbum, teniendo pocas variaciones de ritmos o temáticas entre cada canción, pero aunque pueda sonar cansado, es esta peculiar continuidad involuntaria la que llena de interés a la persona que escuche el disco. La razón parece ser que la mayoría del disco fue compuesto por Francisco Huidobro, y podemos notar esa parte expresiva y tan característica que en otras ocasiones nos habían presentado canciones como Más caliente que el sol, parte del soundtrack de Matando cabos en 2004.

Guitarras eléctricas, golpes constantes a la caja de la batería, sintetizadores como línea melódica base y rasgueos rápidos con el bajo forman parte de la composición general, dando una primera impresión de ser un álbum de rock, jugando a veces con ritmos del pop entre los puentes de estrofa a estrofa.

Rosa Venus es uno de los trabajos más reconocidos de la banda y uno al que le tengo un especial afecto, pues canciones como Muy maniaco de mi parte, o incluso Hoy tengo miedo, pueden adaptarse a mucho de lo que como adolescentes -quizás hasta adultos- vivimos de forma cotidiana, lo que hace que cuando uno se detiene a escuchar las letras, pueda identificarse y hasta sentir nostalgia de algo que nunca nos pasó -efecto parecido a leer un cuento de Pacheco-. Sin duda, un álbum de pequeñas miradas para grandes vacíos cuando no podemos dormir.

New York, New York, ¿esto es todo?: The Strokes y el hastío por la vida (pos)moderna

Por Jorge Augusto Pérez Peña


Es probable que todos los fanáticos de The Strokes hayan dicho, o por lo menos hayan escuchado decir alguna vez, que Julian Casablancas canta “con hueva”. Claro que canta con pereza y hartazgo, es parte del discurso estético en la música de The Strokes. Si traducimos al español el título de su ópera prima, Is this It? producida por Gordon Raphael, y lanzada por primera vez el 30 de Julio de 2001 en Australia, nos encontraremos con una pregunta que quizá nos hemos planteado muchas veces respecto a la vida en general: ¿Esto es todo?

Tal pregunta transmite decepción, insatisfacción, desilusión, y esa casi nihilista inconformidad del punk rock; “esplín e ideal”, como diría Baudelaire; pero al mismo tiempo, esa pregunta transmite una energía que crispa los puños y encuentra en su insatisfacción el combustible para moverse y buscar “algo más”; lo que sea, o a quien sea.

 “Sexo, drogas, y rock and roll”, ya no significa más que un eslogan, y los productos que se venden con esa frase resultan cada vez más insulsos y superficiales. Entonces hay que inventar ideales nuevos; pero que no nos sorprenda el hecho de que en el proceso vamos a inventar y a desechar muchas cosas que no significan absolutamente nada. Por más que nos gustaría pensar que sí. Esa es la era (pos)moderna, un desierto lleno de individuos sedientos de vida, que se llevan más de un pinchazo bebiendo de un cactus en el que creyeron haber encontrado un oasis.

¿Será el hedonismo del promiscuo la respuesta a nuestra insatisfacción existencial? De acuerdo con la letra de Last Nite, ni de broma. Lejos de conseguir una experiencia orgásmica en el sexo casual, obtenemos de esa actividad (estereotípica, hay que decirlo), la sensación de una soledad renovada, una inigualable sensación de ser excluidos por el otro. El sexo es algo que se hace siempre completamente a solas. "Oh, it turn' me off when I feel left out". O como dice Jean Jacques Lacan, “no hay relación sexual”.

Cabe destacar la sutileza con la que Casablancas habla de sexo en sus letras. Mientras que al hablar de la urbe hiperdesarrollada que es Nueva York, consigue elaborar representaciones líricas que definitivamente son herencia de la poesía de Allen Ginsberg, un autor que influenció profundamente a otro de los ídolos de Julian: Lou Reed.

El contexto suburbano y clasemediario, donde sujetos cada vez más individualistas, trabajan día y noche para pagar impuestos a sus gobiernos y abrirse a codazos un lugar en el mundo que les haga sentir poseedores de lo que sea que llamen éxito (una profesión, un matrimonio perfecto con hijos, bienes inmobiliarios, o todas las anteriores), es el eje central de Is this It? Es por eso que Julian Casablancas canta como si no quisiera. Porque busca transmitir que el mundo entero se parece cada vez más a la película más aburrida, monótona y predecible que se haya hecho en Hollywood; escrita por años de repetición de costumbres vacuas, y protagonizada por actores que no encuentran más motivación para desarrollar el papel que arbitrariamente les otorga la sociedad.

Incluso las leves variaciones en los acordes provenientes de los guitarrazos frenéticos de Albert Hammond Jr. y Nick Valensi, son parte del discurso estético en la música de The Strokes. Entre un acorde y otro, hay cambios apenas perceptibles, marcados, no obstante por un ritmo veloz, justo como el acelerado ritmo de la vida moderna mantiene en un frenetismo neurótico a individuos en cuyas vidas no cambia absolutamente nada, por más que no dejen de estar en movimiento.

Dan ganas de simplemente detenerse y darse un respiro. Imposible, a lo largo de casi 40 minutos, Is this It, explora diferentes aristas de la era moderna sin parar un solo instante, como hacían los Ramones en su música. The modern age, es una canción con un solo de guitarra que suena casi campirano, como el buen country, proveniente de esos pueblitos a los que uno escapa para olvidar las urbes. Up on a hill, here’s where we begin, this little story a long time ago”. Vivir siempre a tiempo, y permanecer solo un momento. ¿Esto es todo? Lamentablemente sí, y lo tomas o lo dejas. Take It or leave It.

¿Qué tal esa letra devastadora en Trying your luck? Zygmunt Bauman necesitó páginas enteras que arrullan y duermen para decir algo que The Strokes encapsuló en una canción punk que rompe el corazón mejor que cualquier adiós de romance escolar. The signals don’t seem right, It lasts for just one night”. Al respecto del amor romántico, en Alone Together, Casablancas habla de una tal Lisa que pone a un hombre de rodillas, y luego pecho tierra, porque el amor nos enseña primero a ser serviles, y después a protegernos de quienes amamos. Un buen letrista del rock, es algo así como un poeta posmoderno.

En un mundo así de frenético y vacío, no es raro que extrañemos los buenos viejos días, como se nos dice en Someday. Y en efecto, algún día, lamentablemente, desearemos estar en este momento, que se nos escapa antes de poder siquiera ponerle un nombre. En medio de todas estas cosas que no son nada, ¿quiénes somos? ¿tenemos tiempo para buscar la respuesta? Para cuando la encontremos, probablemente ya no va a importar.

En Hard to explain, Casablancas expresa una brecha ideológica y generacional entre la modernidad y la posmodernidad. “I watch the TV, forget what I'm told, well, I am too young, and they are too old”. La gente ya no cree en las cosas que creía gracias a la televisión, pero sabe que ante la sociedad tiene que hacer “como si sí”, como dice Slavoj Zizek.

Entonces la juventud sabe que la verdad es falsa, solo que no ha inventado una nueva y propia; pero ya se encuentra en ese tortuoso y accidentado, no obstante divertidísimo, proceso.

En Soma, desde el título tenemos una referencia a uno de los más relevantes críticos de la modernidad, Aldous Huxley, quien en su obra Un mundo feliz, habla de un mundo distópico en el que debería darnos vergüenza habernos convertido. Soma tiene de las mejores letras en el álbum. “Soma is what they would take when hard times opened their eyes, saw pain in a new way”. En efecto, algunos simplemente no debieron haber salido de la caverna de Platón. “Racing against sun beams, losing against their dreams”. Y es que ciertamente, el ideal de supuesto progreso nos convierte en un motor sobrerrevolucionado colocado en un automóvil que no es capaz de trasladarse a ningún lugar.

The Strokes logró entregar al mundo con su Is this It, una verdadera pieza artística llena de rock and roll; pero no escapa a la posmodernidad en la cual está inscrita; la ironía en algunas de sus letras, revela que Casablancas, en el fondo no se toma en serio el drama que plantea en el álbum debut de la banda, y eso sería un error, solo si no fuera a propósito.

En la letra de Barely legal, prácticamente escuchamos anécdotas de un adolescente un tanto perdedor al que las cosas simplemente nunca le salen como esperaba. “I should have worked much harder, I should have just not bothered”. Y es que a veces lo damos todo, por algo que no vale nada. “I wanna steal your innocence, to me my life It just don’t make any sense”. Un puberto que solo piensa en perder su virginidad y al mismo tiempo no es capaz de encontrar un sentido para su existencia, adolescencia pura, pura poesía, con un poco de humor a la American Pie.”I just want to turn you down, I just want to turn you around, oh you ain't never had nothing I wanted, but I want It all”. Casi puedo escuchar a un Casablancas de 16 años.

Quizá la mayor prueba del sentido del humor del que es capaz Julian Casablancas, está en la letra de New York City cops. Canción en la que dice que los policías no son muy listos, y que tuvieron que retirar del álbum por el atentado contra las torres gemelas. La letra de esta canción, sin embargo, no ataca a la policía de Nueva York, los policías a los que se refiere Julian, son esas personas que siguen arbitrariamente las normas sin cuestionarlas, y que por ende, se convierten en sus más acérrimos defensores. “Studied all the rules and didn't want no part”. Esas reglas son tomadas por normales, pero para Casablancas, y muchos jóvenes posmodernos, son motivo de burla, ahí radica su genialidad. Que la sociedad estadounidense haya tomado el sentido literal de esta canción es tan solo parte del chiste.

Para concluir, The Strokes en suma hace una sátira a las cosas de la vida moderna que supuestamente importan: el amor, las preocupaciones de un adolescente, no tener dinero, buscar un sentido a la existencia, y demás cosas que son casi un cliché. Pero lo hacen con una sana distancia irónica, con cinismo incluso, por lo tanto su arte es posmoderno, es un examen acerca de sí mismos, de su propia época decadente y sin sentido. Is this It, es acerca de esta era tan vacía. La vida (pos)moderna es un chiste del que puede uno reírse, o una tragedia por la cual lamentarse. La tomas o la dejas.

In Rainbows: cómo narrar una ruptura con rock

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


Hablar de Radiohead es remitirnos directamente a “Creep”. Canción que puso en el mapa a la banda en 1992 junto a su disco Pablo Honey; desde entonces que con ocho discos, la historia de la banda se ha visto inmerso en distintas experimentaciones musicales que nos hacen dudar de nuestra perspectiva sobre el rock. Ritmos marcados por sintetizadores, líneas melódicas de un piano, percusiones agudas y distorsiones vocales son parte de lo que caracterizó a Radiohead como parte de la cultura popular de las últimas dos décadas.

Y aunque se puede argumentar que la banda no hace música rock, y que se evoca más a lo electrónico, dentro de su discografía podemos encontrar dos discos que por entero pueden ser considerados como rock alternativo, el primero siendo Pablo Honey de 1993, y el segundo -que además es mi favorito personal- In Rainbows de 2007.

Este último, lanzado por XL Recordings y TBD Records (en el continente americano), que desde la forma de su distribución resultó completamente novedoso y toda una bocanada de aire fresco para la industria musical. Pues, desde la página (hoy extinta) de Radiohead, adjunto a un mensaje de agradecimiento, el álbum estaba disponible para su descarga digital de forma gratuita y en caso de sus presentaciones físicas como el formato CD o vinil, el precio lo fijaba el comprador pagando el gasto de envío. Esta peculiar forma de distribución sería ocupada después por bandas como Smashing Pumpkins.

Con nominaciones en los premios Mercury y un Grammy a mejor álbum de música alternativa en 2009, In Rainbows se volvió toda una sensación con canciones como Jigsaw falling into place15 step y Nude debutando con esta última en el Billboard Hot 100. ¿Pero qué hace tan especial a este disco?

15 step, como la primera canción del disco, es un buen ejemplo de lo que podremos encontrar a lo largo de los 42 minutos en los que se extiende a nosotros, una historia extraña de lo cotidiano en un romance de viernes por la noche. Teniendo así una estructura de dos partes, la primera como una introducción frenética y la segunda como un desenlace paulatino.

Las canciones que forman el primer tanto, comparten entre ellas sonidos predominantes en las percusiones y el sonido natural de los instrumentos, pero mientras avanzamos, las distorsiones de sintetizadores van cambiando nuestro panorama musical, haciendo que el disco sea dinámico en su forma de avanzar en su propia narrativa. Este tipo de contraste podemos observar mejor al comparar Bodysnatchers con Jigsaw falling into place, donde aunque ambas parecen compartir un ritmo rápido, en la primera, su estructura musical es plana mientras que en la segunda, tanto la melodía como la tensión de instrumentos aumenta mientras nos acercamos al final de la canción.

O podemos ver Weird fishes en comparación a Reckoner, siendo que ambas llevan un ritmo lento pero en el caso de la segunda, podemos notar más percusiones y posiciones auditivas cuando usamos audífonos, haciendo de ambas canciones una experiencia distinta del cómo escuchar un disco de Radiohead, siempre tambaleando entre canciones que podemos bailar en silencio y las que nos hacen llorar al ver las letras. Pues como ya dije, el disco narra un poco de una historia sin orden cronológico sobre una ruptura, empezando por -mi favorita del álbum- Jigsaw falling into place, haciendo que hilar puntos sea una tarea placentera mientras vamos devorando el disco.

En general Radiohead es una de esas bandas que además de expandir sus propios horizontes, lo hace de una muy buena forma y nos entrega discos tan significativos como lo es In Rainbows, así que si quiere experimentar una forma diferente de escuchar un disco de rock, este es una buena opción.

La trágica farsa de un mundo bendito: Marilyn Manson, el tríptico maldito y su endemoniada crítica a EU

Por Jorge Augusto Pérez Peña


El 8 de octubre de 1996, surgió desde las entrañas del infierno personal de un Brian Warner enganchado a prácticamente todas las drogas existentes, el Antichrist Superstar, un álbum en el que plasmó el profundo abismo en el que estaba sumergida su vida.

Imprimió con soberbia, en cada una de las canciones de esta joya maldita, la ira que acumuló toda su vida contra la sociedad hipócritamente conservadora que lo rodeó desde que era un niño; criticó la gula y la avaricia del demagogo hambriento de poder, la pereza intelectual de quienes se dejan gobernar por falsos ídolos, y la necedad de llamarle amor a la lujuria; el resultado fue una obra maestra satánica del rock digna de envidia.

Quienes han deslizado su mirada en las infectas líneas de la autobiografía de ‘El reverendo’, titulada La larga huida del infierno, saben que hay un capítulo en el cual Marilyn, o Manson, relata haber sido nombrado por Anton Lavey, el fundador de la iglesia satánica, como su sucesor.

La prosa de la biblia negra, con poderosas metáforas que invocan a figuras arquetípicas de todos los inframundos de civilizaciones antiguas, y a los monstruos de profanos cuentos, se tradujo en cánticos blasfemos cuando pasó a la música del joven Brian; un himno de guerra contra el fascismo ultraconservador de norteamérica, entonado en las magníficas fauces de la bestia escarlata.

La biblia negra fue un compendio de interpretaciones que su autor elaboró en torno a la literatura de los maestros de la sospecha, y de algunos puntos de la psicología profunda de Freud, Jung y Lacan para tratar de enmarcar lo dicho por estos autores en el contexto de Estados Unidos en los años 60, cuando la guerra de Vietnam y la revolución hippie desenmascararon los puntos débiles de la supuesta democracia estadounidense. Una fórmula que farsantes como Alejandro Jodorowsky intentaron emular con viles paráfrasis rosas como la “Psicomagia”; un caramelo digerible para niños progres.

En la década de los años 1990, cuando Marilyn Manson tomó la batuta, o mejor dicho, el tridente del mensaje satánico, la post guerra fría, el boom del internet y la invención de los reality shows, eran solo algunos de los factores que configuraban el contexto social, político y mediático en el que estaba sumergida la sociedad estadounidense.

En esta misma década la Guerra del Golfo era algo que el poder de norteamérica no quería que se difundiera de forma negativa, porque eso traería la inconformidad de su sociedad, justo como ocurrió con el conflicto bélico vietnamita. La censura mediática era una herramienta para cuyo uso las élites de Estados Unidos se habían vuelto unos auténticos expertos, eran maestros en el arte de desaparecer mágicamente de los medios todo aquello que contradijera su postura política, y que llegara a criticar sus acciones demagógicas, muchas veces plagadas de una lisonjera intención de quedar bien ante el mundo, mientras al mismo tiempo despedazaban militarmente los recursos de Sudamérica y Oriente medio.

La censura de la que fue objeto la música de Marilyn Manson siempre llevó por delante la indignación del sector cristiano de la sociedad norteamericana, es decir, el 98% de su población en ese entonces; pero el mensaje de este personaje polifacético no es una simple negación del nombre de Dios. Parte del cristianismo radical imperante en esos días para desmenuzar con una sádica paciencia cada fibra de esa religión que se coló a otros aspectos de la vida como la política de ultraderecha, y la ideología difundida en los programas de televisión de ese tiempo (y que no han dejado de existir ni de transmitirse), casi siempre en pro de una vida conformista basada en comer, hablar de banalidades, coger con vecinos, amigos y compañeros de trabajo, y entretenerse con el culo puesto en el mismo puto lugar toda la vida; este músico despedaza la falta de laicidad en las escuelas porque fue algo que vivió en carne propia, y no se toca el corazón al hablar de las motivaciones de las intervenciones militares estadounidenses, falsamente en nombre de una supuesta misión divina.

Marilyn Manson a lo largo de su discografìa, critica sobre todo a la televisión, y más adelante a Hollywood, por la facilidad con la que se podía construir un metarrelato heróico en esos medios acerca de soldados anónimos que morían básicamente por nada; esos peones de un tablero en el que todo es blanco o negro, eran tratados como héroes en televisión para ocultar lo vacío en sus muertes, se les retrataba como mártires de una causa magnánima que, en realidad, probablemente no hubieran podido explicar. ¿Realmente es en nombre de Dios que por petróleo mueran millares de inocentes? Quizá sea incluso más blasfemo que cualquier canción de MM decir que una guerra por petróleo está condonada por Dios.

En el fondo de la oscura (anti)estética de Brian Warner, reposa un idealismo de lo más romántico, es casi contradictorio, pero se trata de un artista que desde su nombre juega con las dualidades contradictorias pero complementarias.

El Antichrist Superstar, nacido en 1996, fue solo el primero de tres peldaños que dirigen a un descenso que profundiza con arte infernal en la psicología social de norteamérica. El siguiente peldaño fue el álbum de 1998, Mechanical Animals, y finalmente llegó Holy Wood, en el año 2000. Respetando la estructura de la dramaturgia en la antigua Grecia, estas tres tragedias, fueron sintetizadas en una sátira de ópera rock: The Golden Age of Grotesque, lanzada el 2003. Un álbum que circunvala el mensaje del denominado por los fans “Tríptico”. Tres trabajos discográficos que estremecieron la moral de los cuellos rojos.

A lo largo de esta exposición ensayística en formato musical, Marilyn Manson hace una crítica a “La gente bonita”, autora de horrores en “El gran mundo blanco”, sumergido en la oscuridad de las tinieblas de la ignorancia y la estupidez. A la cabeza de esta infamia, “El presidente muerte”, que vive de los aplausos de estos “posthumanos”, más conectados a una puta pantalla que a sus propias mentes.

En este mundo que funciona con un puñado de autómatas, que viven como “animales mecánicos”, ni siquiera buscar el amor de otro ser humano nos puede salvar del infierno, porque ya no existe la humanidad como cualidad en nuestra especie. Salir de este mundo por la vía del suicidio parece menos indoloro que seguir siendo objeto de la constante humillación intrínseca a ser parte de esta farsa.

Claro que la música de Marilyn Manson sería censurada, es natural que prohíban sus conciertos en los países más católicos del mundo, y no es a Dios a quien ofende, recordemos la letra de Disposable teens (adolescentes desechables), “Nunca odié realmente a un Dios verdadero, sino al Dios de la gente que odio”.

Lo verdaderamente obsceno, la bestia, es el poder. El infierno está frente a nuestros ojos y los demonios son nuestros recuerdos traumáticos, enraizados en una educación estructural y patriarcal. El “Dios padre”, es una metáfora para el patriarcado, la deidad universal es el dólar y nuestro pecado original es la estulticia. Que Dios nos salve.

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